Ultimatum extrasolar

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Ultimatum extrasolar
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ULTIMATUM

EXTRASOLAR

(CONTINUACIÓN DE

“EL ENIGMA INSÓLITO”)

Antonio Fuentes García


© Antonio Fuentes García

© Ultimatum Extrasolar

Octubre 2020

ISBN ePub: 978-84-685-5447-1

Editado por Bubok Publishing S.L.

equipo@bubok.com

Tel: 912904490

C/Vizcaya, 6

28045 Madrid

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Cielo Mío

Poesía libre

A la mujer de mi vida

Mirando al cielo, ¡oh Cielo mío!:

Maravilla de astros encendidos

En la rural noche:

Ni constelaciones ni lácteo río,

Sidéreos aderezos prendidos

En máximo derroche

Me apartan de ti la mirada,

¡oh cielo mío!, arrebatada.

Porque no importa no vernos,

Que seguro nos estamos viendo,

Tú donde estés, desde allá

Que sabiendo los dos querernos,

Aun tan mal trance ir este siendo,

Yo mientras esté desde acá,

Que este acá y ese allá de luces,

Nos fundirán en sus fulgores,

Esposa, compañera, mujer

De mi vida siempre, cielo mío

De mi vida prenda

Que el destino me supo escoger

Del que febril toméla con brío

A ir juntos la senda

De nuestros amores cariños,

De nuestros dos frutos niños,

Cielo Mío, si tú me faltas,

Y yo te falto viviendo aquí

No desmayemos de vernos

Que entre las estrellas tantas,

Juntos de seguro que allí,

Otra vez de nuevo a querernos,

Nuestras memorias en almas

Que se aman

Antonio Fuentes García, tu marido que te quiere y no te olvidará

Madrid a Jueves 16 de Abril de 2020.

(Las palabras con asterisco pueden consultarse en el Glosario final)

Índice

NOTA DEL AUTOR

FIN DEL MENSAJE EXTRATERRESTRE Ante la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Tierra

1 Consciencia humana del mensaje

2 Ultimátum Est

3 Estallido global de terror

4 Desalojo en la Asamblea General

5 Los Estados Mayores Centrales

6 Deliberación internacional político-militar

7 Retirada a puerta cerrada de los 25

8 El Consejo de Seguridad y el Papa

9 Debate enfrentado del Consejo de Seguridad

10 Dos decisiones contrapuestas

11 Regreso a la Asamblea General

12 Declaración de Resistencia y Ultimátum al Islam

13 Terror y Fe

14 Guerras y Amores

15 Alianzas bélicas y expansión espacial

16 Del Titicaca y la Europa eurábica

17 Revoluciones antirrobóticas

18 Fuga del Titicaca y Recato de costumbres

19 Revisión del juicio de Áisha por Yusuf

20 Reflexiones bíblicas judeo-cristianas

21 Indecisiones septentrionales y rebeldías islamistas en España

22 Milenarismo: los 2000 años desde la Crucifixión

23 Sobre los ovnis

24 Simposio sobre visitas alienígenas

25 Los primeros humanos

26 Especulaciones astronómicas y exohumanas

27 Sobre Sirio y los Dogon

28 El Duodécimo Planeta y Epopeya de la Creación

29 Contraposiciones sobre los orígenes

30 Nueva teoría sobre los orígenes

31 Consecuencias políticas, religiosas y sociales

32 Prevenciones defensivas terráqueas

33 Tertulia de los Diez Insólitos

34 Informe del Simposio: Historia de los principios

35 Creación de Adán y Eva

36 Elohim y la expulsión de Adán y Eva del Paraíso

37 Los primeros hijos e hijas de Adán y Eva

38 Relato sobre Caín y su descendencia

39 Descendencia de Set y Azura

40 El Diluvio

41 Reunión político-militar del GMT

42 Conversaciones de los Insólitos donde estuvieren

43 El Islam unido en La Kaaba

44 Los dos mundos de la Humanidad

45 Confusión y rebeldía religiosas

46 El espíritu mental

47 Dos misiles nucleares

48 Propuesta conciliar interreligiosa

49 El ultimátum extrasolar se despeja

50 Conchita es protegida por Julio

51 Los Insólitos en la Tierra

52 El descubrimiento de la Dra. Fukushima

53 El descubrimiento se informa a los Insólitos

54 Sintonía en el búnker

55 Caminata y lucubraciones de los Insólitos

56 Reflexiones decisivas en la cueva

57 Los asteroides salvadores

58 Cavilaciones decisorias humanas y endiosamiento sapierrobótico

 

59 Coraza Global y divinidad robótica

60 El Concilio Ecuménico

61 El Tres y el Doce

62 Inmigración islámica

63 Los Edolones Insólitos y los Escogidos para el futuro

64 Compás de espera

65 ¡Están aquí!

66 Apagón total

67 Decaimiento de los Insólitos

68 Silencios ominosos

69 Preludio del fin

70 Hacia la supervivencia

71 El fin… en la Tierra

EPÍLOGO

GLOSARIO

NOTA DEL AUTOR


Unas palabras previas:

Teniendo constancia de los comentarios favorables a mi novela anterior a ésta: El enigma insólito, de la que es continuación la presente, y habiendo observado en algunos de ellos la ilusión de un mundo con seres extraordinarios como los Diez Insólitos de la novela, en la Tierra o fuera de ella, tengo que advertir que en la continuación que se da de aquélla en la presente novela la temática desarrollada es lo que su título indica, y según se advierte amenazadoramente en el mensaje extraterrestre que el Insólito Julio fue el designado a dar ante la Asamblea de las Naciones Unidas, y aparece al final de la novela.

Con esto dicho, y agradeciendo los comentarios de mis lectores, espero que el lector se centre en esta novela según su título, que es, y donde se desarrolla el:

ULTIMATUM EXTRASOLAR

FIN DEL MENSAJE EXTRATERRESTRE Ante la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Tierra

»Y hay un quinto peligro que os estáis progresivamente produciendo; y sobre éste una advertencia galáctica os damos, concerniente al desarrollo de vuestra robótica desarrollándola militar y a sapierrobótica* (o creación de robots inteligentes), en conjunción con el desarrollo ilimitado de los cerebros electrónicos, tecnologías de la que os advertimos no debéis progresar indefinidamente, sino ponerle límites estrictos, para lo que tendréis nuestra colaboración.

»Mas si desoís el conjunto humano de vuestra ecocivilización* el aviso y consejo que os damos amistosamente en nombre de las civilizaciones galácticas más avanzadas en lo que respecta a la robótica y sapierrobótica, la Federación Galáctica y Universal que conformamos se verá obligada a intervenir en vuestro mundo ante el peligro para la Vida y la Inteligencia Naturales en el Universo que representan ambos desarrollos robóticos, que los estáis empleando incluso para la guerra y para la reproducción de sí mismos. Y entended bien esto dicho: que los peligros a que está expuesta la Humanidad provenientes del espacio exterior, de los procesos geológicos o de una guerra nuclear pueden no afectar al desarrollo a que hayáis llevado la sapierrobótica y la inteligencia electrónica independiente, y por tanto sobreviviros y acabar de exterminaros los robots.

»Pues los estáis creando a vuestra propia imagen y semejanza; pero aun antes de lo dicho y aun antes de sobrepasaros en inteligencia y poder los sapierrobots*, la robótica en general, ya de androides* o de simples máquinas, os creará a los humanos, primeramente a la clase obrera y empleada en general, y más adelante incluso a los especialistas y doctores en las ciencias, un sinfín de problemas de desempleo, pues los poderes económicos los desearán a vosotros los humanos para aumentar sus ganancias y poder, sin entender que finalmente también los sustituirán a ellos mismos, controlando el poder sapierrobótico* hasta el Estado mismo y todo el mundo vuestro, si no detenemos a tiempo su desarrollo.

»Enteded esto como un consejo amigo, con la mano tendida ofreciéndoos nuestra ayuda.»

Hasta aquí el tajante mensaje que dejó a todos pegados en sus asientos o a las suelas de sus calzados los que estaban de pie en la gran sala; y fuera de ella otro tanto semejante les sucedió a los humanos todos que a través de los medios, en silencio y detenidos en sus quehaceres, oyeron retransmitido el mensaje. Acabado el cual desaparecieron los diez enigmáticos insólitos, igual a como habían desaparecido los diez gigantes extrasolares antes de comenzar este mensaje por el Insólito Julio Grande, dejando a la inmensa congénere humana paralizada, intentando asimilar la advertencia global tanto amiga como intimidatoria del mensaje.

Hasta que se oyó una potente voz en la gran sala que dijo: “¡Así es!”, seguida de otra que exclamó “¡Bravo!”, y una sonora ovación que resonó multiplicándose alrededor del planeta.

Voces y ovaciones que tan pronto se hicieron oír dejaron a todos estupefactos, y a los primeros, como si dijéramos, a los mismos que las dijeron y aplaudieron en el calor de aquellas extraordinarias presencias y palabras que, aunque éstas las dijesen humanos como todos, pero excepcionalmente altos y en nombre de unos extrasolares* aún más altos y de una enigmática Federación Galáctica y Universal que les exigían desprenderse de los robots, especialmente si eran androides e inteligentes, no dejaban finalmente de ser una amenaza encubierta tras todo lo anteriormente aconsejado para la supervivencia humana, unos consejos estos que fueron los que a una parte engatusada por la apariciencia de ellos les impulsó a ovacionar y vitorear, hasta que el silencio de los mejores escuchantes les calló.

Y entonces, no sólo callaron esas voces… Ni iban a ser para ellas solas el asentimiento general…

Pues…

De pronto se oyó otra gran voz en la gran sala que gritó, resonando en todo el universo humano:

―¡Ultimátum est!

Y a su grito iba a movilizarse la Humanidad tan pronto fue captado su significado, con un objetivo solo: salvarse.

1 Consciencia humana del mensaje

DÍA DEL MENSAJE

Ese fue el mensaje dado a la Humanidad por los Diez Insólitos en nombre y representación de la Federación Galáctica y Universal, según fue recibido por ellos de los representantes extrasolares procedentes de una desconocida Exocivilización* de alguna estrella, o más de una de la propia galaxia, que dieron a conocer ante la Asamblea General en su gran sala internacional terrícola de la Organización de las Naciones Unidas en su enorme edificio de Nueva York, en presencia de todos los gobernantes del planeta Tierra y del Secretario General de la ONU, que los presentó. Mensaje retransmitido en todos los idiomas en derredor todo del planeta Tierra, en un programa audiovisual especial para la ocasión al que se acogieron la totalidad de los medios de radio y televisión mundiales, así como de internet y demás redes sociales, seguido hasta por los astronautas circundando el espacio inmediato exterior del planeta en la Estación Orbital Internacional, así como los ingenieros astronautas que trabajaban en el espacio creando las alejadas ciudades espaciales, los astronautas viajando en las modernísimas astronaves entre esas ciudades, la Luna y la Tierra, los que habían sido destinados en la Luna y los que tripulaban la misión a Marte; todos astronautas de las grandes potencias: norteamericanos, rusos, chinos, europeos, hindúes, japoneses y australianos, e incluso israelíes y los primeros islámicos que probaban el salto al espacio sobre la atmósfera terrestre.

Y con ellos en el espacio alrededor de la Tierra también los turistas millonarios, que disfrutaban con el espectáculo del Planeta visto desde esas alturas en las estaciones orbitales de turismo espacial que se habían creado y puesto en órbita por compañías fundadas con intereses económicos. Turistas que venían disfrutando con la impresionante visión del globo terráqueo en predominantes blancos, azules y grises sobre el fondo negro del espacio.

Mientras a la vez vigilaban con especial atención ese espacio solar y el extrasolar* más alejados todos los observatorios astronómicos terrestres, los del alrededor espaciales y los primeros lunares, atentos a la escucha exterior también los radioastrónomos y no menos cuantos atendían las imágenes y sonidos emitidos por los satélites artificiales de telecomunicación y las sondas de exploración del Sistema Solar hasta más allá de sus límites centrales reconocidos sobrepasando Plutón.

El mundo entero, pues, había podido observar a los Diez Insólitos en la tribuna de oradores de la Asamblea General de las Naciones Unidas, representando en sus facciones las cinco razas que engloban la especie humana: a la raza blanca una pareja española, a la amarilla un chino y una japonesa, a la aceitunada un varón indonesio y una hembra polinesia, a la raza negra una pareja sudafricana y a la raza cobriza otra pareja, ésta suramericana.

Y esas presencias impresionaron por el gigantismo de sus tres metros de estatura, sus albas vestiduras destellantes bajo las que se vislumbraban la corpulencia de sus cuerpos hercúleos en ambos sexos, y la belleza de sus facciones interraciales de aparente plena juventud, sabiéndose de los diez ser de edades provectas rejuvenecidas, sanadas, rehabilitadas, fortalecidas y agigantadas, indudablemente con poderes físicos y mentales superiores, todo lo cual como testimonio a convencer en su representación de los enviados extraterrícolas estelares que tales milagros operaron en ellos, como era de conocimiento general, cual si los mismos portentos pudieran prometerse a la Humanidad entera.

Porque durante más de un año los Diez Insólitos* habían asombrado con el resultado habido en sus personas y los hechos filántrópicos y heroicos realizados por ellos, tan sorprendentes y dignos ante la Humanidad, que reconocidos y representándose mensajeros extraordinarios de civilizaciones extrasolares, para ofrecernos el camino de la supervivencia, habían conseguido en este día congregar a todos los gobernantes del planeta Tierra, así como a los más altos representantes de sus religiones y a las mejores eminencias de cada ramo científico e intelectual; a los gobernantes con sus séquitos políticos, y alrededor de todos ellos los mejores corresponsales en todos los medios de difusión, con sus equipos al completo.

Así, la gran sala estaba abarrotada, y aun rebosando humanidad.

Pero el mensaje, en última instancia, por la magna obra de toda índole que se pedía realizar a la Humanidad, y la obligación de abandonar el desarrollo de los robots, la última tecnología más avanzada y en constante superación, sin lugar a dudas era y no podía ser entendido de otra manera, según el contenido último de advertencia:

Un ultimátum extrasolar a la Tierra.

2 Ultimátum Est

Y así lo entendieron los gobernantes del mundo terráqueo a poco de oírlo, como tras el deslumbre de lo visto y oído la inmensa mayoría humana.

Acabado el mensaje desaparecieron los diez enigmáticos insólitos igual que lo habían hecho los Diez Extrasolares*; dejando a su inmensa congénere humana paralizada, intentando asimilar la advertencia global tanto amiga como intimidatoria del mensaje.

De manera que instantes después quedaron todos paralizados como estatuas incapaces de reaccionar, a pesar de haberse presentado en aquella asamblea general planética excepcional preparados informativamente de lo que podría o no representar la presencia y el mensaje de los Diez Insólitos en nombre de seres procedentes de una exocivilización* desconocida, especialmente en ello las autoridades políticas, de los cuales Insólitos tenían en sus manos los más exhaustivos expedientes internacionales médicos, policiales, científicos, políticos, sociales, familiares y de toda índole que se pensara sobre ellos y sus extraordinarios casos de rejuvenecimiento, sanidad y gigantismo, operados en los mismos en un año, concluyéndose siempre en el contacto de los mismos con seres extraterrestres extrasolares.

 

Y por esto mismo y destacar estos mensajeros sobre todos los humanos, el mensaje y su conclusión, pero especialmente ésta, fueron tomados con diversidad de opiniones. Pues: ¿cómo llevar a cabo tan gigantesca empresa como se les advertía hacer sin la tecnología robótica? ¿Y en cuanto tiempo? ¿Era todo una excusa para invadirnos, colonizarnos o destruirnos? Gigantescos refugios bajo tierra y bajo los mares para sobrevivir a los supervolcanes y ante los pronósticos de la caída de gigantescos asteroides asesinos, obras que al parecer habían de hacerse ya, y sin los robots.

Pasó esto como una ráfaga por las mentes de los poderosos y de millones de personas comunes. ¡Cómo acabar con la producción y sofisticación robótica, sin causar daño a la economía y la industria! ¡Cómo hacer la magna obra que se les aconsejaba sin los robots!

A nadie le cabía duda: el mensaje transmitido por los Insólitos conllevaba un ultimátum exogeico* de una exocivilización galáctica.

Tras la sorpresa inmediata de gobernantes y gobernados en el planeta Tierra, al ir propagándose también entre los últimos el entendimiento de lo que significaba el final del mensaje recibido procedente de las estrellas como colofón de unas exigencias que empezaron a sentirse desmesuradas y desarmantes por los gobernantes primero, los poderes fácticos y el establecimiento social a ellos vinculado, y así sucesivamente se fueron generalizando en todos ellos el pasmo, la turbación, el sobrecogimiento, la conmoción, el estupor, la alarma y el terror finalmente; en parte transmitida a la sociedad en su conjunto por los que se sintieron más amenazados; pues en la mente de una gran parte de los habitantes del planeta quedó inscrito, desde el fin del discurso extrasolar recibido como a cincel, la amenaza por encima de cuanto se pedía a la Humanidad para su salvación; salvo en los iluminados por diversos pensamientos salvíficos extraterrenales y pensadores universalistas; mientras en las capas sociales más bajas, sobre las que los sindicatos y partidos más izquierdistas, ajustándose finalmente al discurso antirrobótico de su término, de inmediato se aprestaron a secundar la aceptación de las pretensiones extrasolares, tanto en lo que a la sapierrobótica y robótica en general podía entenderse, infiriéndolo en defensa de las masas humanas ya hundidas o en proceso de hundirse en el desempleo y la miseria. Para éstos la intervención extrasolar se presentaba en principio como una liberación de sus miserias; mientras para los poderes fácticos y cuantos en éstos estaban acomodados resultaba una amenaza, y en sus cabezas más inteligentes y mejor preparadas un peligro civilizacional* y humano.

Esa era la lógica mayoritaria entre éstos, cabeza de una especie combativa, dominadora y violenta, hecha dueña de su planeta que, salvo unos iluminados y otros desconcertados, no podía entender que se la quisiera obligar en su mundo a llevar a cabo un cambio tan drástico en su comportamiento, prescindiendo de los logros de su sistema de vida y dominio geobiológico*, que en definitiva era lo que podían entender, si habían de prescindir de su tecnología robótica obligadamente, y encima construir una obra de salvación planética más que faraónica, de gigantescos refugios imposibles y en tiempo récord sin el concurso de la más alta tecnología robótica que, a pesar de sus propios recelos, interesaba por múltiples motivos de superación social, laboral, industrial y económica teniéndolos como esclavos mecánicos; algo que entendían también los privilegiados equipos de obreros a los que el empleo de robots les facilitaba y les daba el trabajo. Sin los robots ¿cuánto se tardaría en la vasta empresa que se les advertía debían hacer ante un futuro destructivo cercano?

Resultando que ese mensaje que empezó y se desarrolló salvífico, terminó bajo amenaza en contra, interpretándolo así de inmediato los poderes de la Tierra y por simpatía e intereses cuantos a ellos estaban vinculados, y por temor a sus poderes los enemigos de los robots; y ese temor amenazante a poco fue lo que más quedó grabado con terror apocalíptico en la generalidad de las mentes humanas, en la memoria de las cuales flotó para mayor convicción las milenarias profecías de un fin del mundo hecatómbico, fueran creyentes religiosos o no.

Porque los que amenazaban, al provenir del cielo estrellado igual que los dioses mitológicos y los ángeles de antiguos relatos, que se entendía ahora de uno o varios mundos extrasolares, por así venir de tan lejanos mundos estelares había que concebirlos de muy superiores conocimientos universales igual que de un poder de destrucción inimaginable por la misma razón demostrada con su tecnociencia cosmonáutica, que los desplazó interestelarmente, si no también intergalácticamente. Y la amenaza resultaba múltiple: la directamente de ellos aun después de habernos favorecido en el caso del asteroide Ajenjo*; y, de no llevarse esa amenaza a cabo, las que de su discurso se entendía proveniente de los mismos robots de mantener nosotros su progreso tecnológico; y, sin este progreso y carecer de superiores robots, lo más probable el fin nos vendría, por no habernos construido a tiempo las defensas y refugios necesarios, a causa de los cataclismos geológicos provenientes de las entrañas de la Tierra, que podrían reproducir el exterminio semejante al que esas fuerzas cataclísmicas produjeron hace más de cien millones de años de toda una biología desaparecida, anterior a la que produjo el fin de los dinosaurios en este caso por la caída de un gran asteroide.

Tras la suspensión general mundial que se produjo, a poco una voz procedente de uno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad ―no pudo atenderse ni saberse con exactitud si fue la del Presidente de los Estados Unidos o la del Primer Ministro británico―, se oyó en el silencio aturdido en que quedó la gran sala preguntarse trémula esa voz, buscando una opinión favorable entre los mismos del Consejo:

―¿Qué hay o habría si sólo prescindimos de los robots inteligentes?

―El mensaje es prescindir de la robótica ―respondió otra voz camarada y no menos trémula―; pero también es importante llevar a cabo todo lo demás expuesto en el mensaje, o la Humanidad no se salvará, pues nos amenaza una fuerza infinitamente superior.

Un silencio aterrador cundió por toda la Asamblea atenta a ellos, mientras otra voz expresó.

―¡La Humanidad no se salvará si no se cumple todo!

―¡¿Todo?!― Exclamó asustado otro miembro del Consejo de Seguridad, entre los que a continuación se iban a ir preguntando y contestando seguidos con atención general.

―¿Creéis que puede salvarse la Tierra, y con ella la Humanidad, de otro modo?

―Pero… ¿por qué todo para salvarnos?

―¿Se domina el interior del planeta y el espacio exterior?

―Entonces, la amenaza… Necesitamos tiempo.., y deliberar… entre nosotros y con ellos, o con los septuagenarios insólitos―, pidió con voz estremecida otro presidente de los presentes en el Consejo de Seguridad, oídos en todo el auditorio.

―Pero, ¿y si sólo prescindimos de los robots militares e inteligentes? Es lo que explícitamente se ha mencionado en el mensaje… ¿No?

―De mantener la industria robótica, al final se desarrollan los androides y sapierrobots. Por cierto, esta palabra ¿se refiere a los robots sapienses*, es decir: inteligentes?

―¡Por supuesto! … Y mantener la industria robótica nos lleva también a los cerebros electrónicos…y superiores.

―Pero no podemos prescindir de éstos ni…

―Estudiemos el mensaje y decidámonos. ¿Conocemos todos los asteroides que nos amenazan? ¿Acaso no nos sorprendió el asteroide Ajenjo? ¿Y sabemos la hora de los supervolcanes? ¿O la del cambio climático real?

Se produjo un silencio estremecedor en todo el auditorio que venía escuchándoles.

―Es hora de actuar ―concluyó el último hablante de los Grandes del Consejo de Seguridad―: sin demora, pues estamos ante un … ultimátum extrasolar… a la Humanidad.

Oído esto transmitido por todos los medios audiovisuales en toda la redondez del globo terráqueo y retransmitido a todos los idiomas contra lo que hubieran querido los dirigentes del mundo, lo mismo que se había hecho extensivo el mensaje dicho por los Insólitos, un estallido de pánico recorrió de nuevo por empatía todo el universo humano.

―¡Ultimatum est!―Dijo, o gritó alguien, repitiendo ese grito dado con énfasis en el más clásico latín que sobrecogió más si cabía, paralizando de un miedo cerval a las multitudes internacionales atentas al evento que los medios audiovisuales transmitían desde el mismo auditorio de la Asamblea General de la ONU, descuidados de ellos los hablantes del Consejo de Seguridad.

“Ultimátum est… extrasolar”, fue la sentencia fonética que salió de todas las bocas, conscientes o inconscientes de su conocimiento pero entendiéndolo por el énfasis pavoroso de su transmisión:

¡ULTIMATUM EXTRASOLAR!