El movimiento estudiantil mexicano 1958-1968

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El movimiento estudiantil mexicano 1958-1968
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Cuauhtémoc Domínguez Nava es licenciado y maestro en historia por la Facultad de Filosofía y Letras, y doctorante en Economía por la Facultad de Economía de la unam. Fue becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (conacyt). Realizó tres estancias de investigación en el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, de la Universidad de Cantabria, en Santander, España.

Ha publicado artículos en revistas nacionales e internacionales. Algunos de ellos en Relatos e Historias en México; Revista Diacronías; Revista Historias del inah, y Revista Renacimiento Preparatoriano de la unam.

Desde el 2016 ha participado de forma ininterrumpida en el Coloquio “México moderno a través de sus décadas”, coordinado por el doctor Javier Garciadiego, en el Colegio Nacional.

Entre sus publicaciones recientes destaca: “La fundación de la Confederación de Trabajadores de México (ctm). El nuevo liderazgo obrero y el control del Estado”, en Javier Garciadiego, México (moderno) a través de sus décadas (El Colegio Nacional, 2019).

Es autor de 1968. La escuela y los estudiantes (unam, 2015), y coautor de Historia Universal I. Libros de recursos para el profesor (Santillana, 2011), y Presencia y participación preparatorianas (unam, 2006).

Es profesor del Colegio de Historia en la Escuela Nacional Preparatoria, Plantel 1, Gabino Barreda, unam.

El movimiento estudiantil mexicano 1958-1968

Los estudiantes de la unam

El movimiento estudiantil mexicano 1958-1968

Los estudiantes de la unam

Cuauhtémoc Domínguez Nava

universidad nacional autónoma de méxico

México 2020

A Maximiliano y María

A Aurora

Introducción

El presente trabajo se propone analizar el movimiento estudiantil mexicano de la década de los años sesenta, tema que ha dado lugar a numerosas investigaciones, la mayor parte de ellas se centran en el año de 1968. Sin embargo, poco se ha estudiado su etapa inicial, la cual tiene dos márgenes temporales: primero los acontecimientos que se suscitaron entre 1958 y 1959, que tuvieron que ver de forma significativa con los estudiantes, como fueron la Revolución cubana, el Movimiento Ferrocarrilero, el Movimiento Revolucionario del Magisterio (mrm) y el Movimiento de los Camiones; y segundo, el movimiento del 68.

Nuestro estudio se ha concentrado en analizar el movimiento estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) a lo largo de los años sesenta, subrayando tres etapas de este proceso político. El primer periodo inició como un reflejo de las movilizaciones sociales, poniendo en evidencia la falta de una organización estudiantil de izquierda. El segundo se remitió a los problemas de la educación en la universidad. Y el tercero fue una síntesis interna de los problemas sociales como necesidad urgente a resolver; éste fue el matiz que tomó el movimiento estudiantil de 1968.

La reconstrucción histórica del movimiento estudiantil se realizó a partir de la consulta de los documentos que organizó Luis Olivera, porque sin ningún interés y con amplia disposición académica me permitió revisar numerosos documentos, panfletos e impresos sueltos de los diferentes grupos políticos estudiantiles de la unam, que actuaron a lo largo de toda la década.

Al realizar la revisión del material proporcionado, se detecta su importancia y lo poco que ha sido consultado. Se hizo una reconstrucción fresca y novedosa de lo que ocurrió en aquellos años. Versión distinta a la de otros archivos históricos que se concentran únicamente en los acontecimientos de 1968. Por ejemplo, aquí se analizan los manuscritos sobre la huelga de 1966 en la unam, emitidos por las diferentes escuelas y facultades que se organizaron en torno al primer Consejo Estudiantil Universitario (ceu).

Olivera seleccionó expedientes completos y los organizó año por año. En ellos aparecen diferentes escuelas y facultades de la unam, del Instituto Politécnico Nacional (ipn), de diferentes universidades de los estados de la República, como la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, “Nicolaíta” y algunos sobre normales rurales.

Esta información fue un complemento fundamental de lo investigado en otros archivos históricos, como el del Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Sindical (cemos), lugar donde se consolidaron las primeras hipótesis, de las que hablaremos más adelante y que nos sirvieron como guía.

La consulta al archivo histórico de cemos, fue muy enriquecedora, pues se encontraba en un proceso de organización y tuve la oportunidad de revisar ampliamente expedientes y cajas completas, sin ninguna restricción. Además, la atención y el servició del personal fue muy profesional.

En cemos me concentré en la revisión de los documentos que hacían referencia a los grupos políticos juveniles y estudiantiles del periodo señalado. En particular, hice el análisis histórico de diferentes momentos de la Juventud Comunista de México (jcm), de algunas células del Partido Comunista Mexicano (pcm), como la Liga Espartaco, entre otros.

También consulte documentos sobre una importante organización estudiantil creada en 1963 en Morelia, Michoacán, denominada la Confederación Nacional de Estudiantes Democráticos (cned). De este material sobresale la “Declaración de Morelia”. En este archivo tuve la oportunidad de encontrarme con expedientes completos sobre el movimiento estudiantil de la Universidad Michoacana. Los materiales son poco conocidos y no han sido trabajados históricamente, no obstante que hacen referencia a la huelga de la universidad que terminó expulsando injustamente al entonces rector doctor Eli de Gortari.

Por último, en cemos localicé documentos catalogados como de rigurosa circulación interna, donde se analizaba la crisis interna del partido, de las juventudes comunistas y del pcm en la unam. Escritos que criticaban la política estudiantil.

Por otro lado, en el Fondo Reservado de la Biblioteca Samuel Ramos, de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, el personal que atiende, conoce a fondo los materiales, orienta y sugiere algunas ideas para desarrollar, agilizó mi búsqueda y optimizó el tiempo. Ahí consulté la colección de la revista Política. Este material, me permitió comprender el contexto histórico, político y social de la década de los años sesenta. Cabe señalar que Política es un material imprescindible para cualquier estudioso de lo social en México, durante los años sesenta.

El trabajo que tiene en sus manos el lector, tuvo como guía las siguientes preguntas e hipótesis, mismas que se fueron contestando y confirmando a lo largo de la investigación realizada.

¿Por qué el movimiento estudiantil mexicano surgió en los años sesenta y no antes o después? ¿Cuáles fueron las circunstancias históricas que permitieron la movilización política de los estudiantes durante los años sesenta? ¿Cuál fue el impacto del proceso de masificación mundial universitaria en la unam? ¿Cómo reaccionaron los estudiantes ante la política de Ignacio Chávez? ¿Cuáles fueron los motivos políticos que impulsaron a los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras a salir a la calle a manifestarse? ¿Los dirigentes políticos estudiantiles de izquierda de los años sesenta, son los mismos que dirigen las organizaciones políticas actuales?

Las respuestas a estas preguntas se amparan en el uso de las herramientas metodológicas del pensamiento de Marc Bloch, el cual estuvo presente en el proceso de nuestra investigación. Bloch definió a la historia “como una ciencia de los hombres en el tiempo y esa ciencia tiene necesidad de unir el estudio de los muertos con el de los vivos.”1 Nuestro principal objetivo fue conocer las circunstancias históricas en las que se desarrolló el movimiento estudiantil mexicano sesentero y al mismo tiempo identificar los cambios que generó en lo inmediato y a largo plazo.

Las siguientes tres hipótesis son centrales y sirven para articular históricamente el presente trabajo y van a irse demostrando a lo largo de los cuatro capítulos.

Primera: durante los años sesenta los estudiantes retomaron los principios de rebelión del movimiento ferrocarrilero de 1958-1959 y de la de la Revolución cubana. Los enfocaron hacia la cultura crítica de la universidad, hacia la transformación de la política nacional y hacia la constitución de un movimiento estudiantil de izquierda.

Segunda: fueron los estudiantes los formadores de las nuevas bases de participación social, modificaron el concepto de libertad; abrieron el camino para nuevas formas de organización política más festivas y democráticas y menos jerárquicas y autoritarias.

Tercero: durante los años sesenta la participación política de los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras fue muestra de los profundos cambios que tuvo la universidad y de la nueva dinámica que adquirió el movimiento estudiantil nacional.

Por último, agradezco a Alberto del Castillo y a Jacinto R. Munguía la lectura realizada al presente trabajo, así como las observaciones que emitieron, las cuales sirvieron para enriquecer la perspectiva histórica y desarrollar aún más algunos aspectos fundamentales en la investigación.

1 Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio de historiador, México, fce, 2001, p. 58.

capítulo i Los orígenes del movimiento estudiantil
Presentación

El horizonte explicativo del presente estudio se sitúa al finalizar la década de los años cincuenta, considerando algunos aspectos internacionales y nacionales que influyeron en la formación del pensamiento estudiantil de los años sesenta.

 

En el primer caso se aborda en líneas generales el impacto político de la Revolución cubana, así como la participación de varios estudiantes mexicanos en el Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes en Cuba en 1960 y en el Foro Mundial de la Juventud en Moscú, en 1961.

Por lo que toca al ámbito nacional, se examina en líneas generales al movimiento ferrocarrilero de 1958-1959, al que se vincularon algunos grupos estudiantiles.

El derrumbe de los mitos

Los estudiantes cubanos han tenido una participación política muy activa a lo largo de la historia del siglo xx. En lo individual y lo colectivo se han manifestado en contra de las injusticias y buscaron un beneficio común para la universidad y la sociedad. Sin embargo, vivieron la represión en tiempos de la dictadura de Gerardo Machado (1925-1933),2 cuando mandó cerrar la Universidad de la Habana, para reprimir al movimiento de la Reforma Universitaria y deportar a algunos dirigentes estudiantiles a México. Tal fue el caso de Julio Antonio Mella, fundador de la Federación Estudiantil Universitaria (feu). Desde aquellos años la universidad se había convertido en un centro de discusión y de gran actividad política.

Al trascurrir el año de 1933, Gerardo Machado fue desplazado por la Rebelión de los Sargentos. En este grupo participó Fulgencio Batista, quien logró formar su primer gobierno ilegítimo (1940-1944). Sin embargo, fue hasta 1952 cuando se detecta una participación abierta en su contra por parte de los estudiantes cubanos. Pues el dictador Batista dio un nuevo golpe de Estado, para evitar que se reconociera como triunfador al Partido Ortodoxo, y de esa forma instauró su segundo régimen (1952-1958).

El movimiento estudiantil protestó enérgicamente contra la dictadura de Batista. Los focos de protesta se concentraron en las clases medias y en las ciudades más urbanizadas de la isla: La Habana y Santiago de Cuba. El objetivo del movimiento era simple: dar fin a la dictadura.

Los estudiantes se radicalizaron y tomaron las armas. La historia registra los orígenes del movimiento revolucionario el 26 de julio de 1953, con el intento de los jóvenes de asaltar el cuartel de Moncada en Santiago de Cuba, que fue frustrado por las tropas leales del gobierno. Los revolucionarios fueron encarcelados en la isla de Pino, y posteriormente liberados y exiliados a México. En el grupo se encontraba Fidel Castro, quien había sido candidato a diputado por parte del Partido Ortodoxo en las elecciones de 1952.

El exilio de los jóvenes revolucionarios cubanos en México se convierte en una línea de investigación central, para un nuevo proyecto.3 Pues en su paso por nuestro país, los cubanos en compañía de Fidel Castro tuvieron contacto con otros estudiantes, que se encontraban en condiciones similares, provenientes de Perú, de República Dominicana, de Guatemala. En ese contexto se ubica el acercamiento con Ernesto Che Guevara y con la guatemalteca Hilda Gadea.

Por otro lado, el triunfo de la revolución4 de 1959 hizo de Cuba un referente imprescindible para la ideología y la teoría de izquierda latinoamericana, de manera similar al que tuvo la Revolución rusa de 1917, en su momento, en distintas lugares del mundo. Motivó la apertura de nuevos espacios de reflexión, discusión y estrategia política. Esto impactó en los estudiantes universitarios mexicanos.

La Revolución cubana, triunfante en 1959, al ser hostilizada por Estados Unidos, alimentó ideológica y políticamente la lucha mantenida por la izquierda y los estudiantes mexicanos durante mucho tiempo, la que, junto con los conflictos sindicales de 1958, desembocó en un “centro aglutinador” que se definió como una “nueva izquierda” en México.5

La figura de los guerrilleros, expresada en su juventud; su estrategia militar, el foquismo; el haber logrado la hazaña heroica sin la dirección de algún par­tido político; su vestimenta; su barba crecida; el fumar tabaco y puro, fueron algunos elementos que enriquecieron a la nueva cultura de la izquierda latinoamericana y lograron el reconocimiento y admiración de los jóvenes y estudiantes universitarios a nivel mundial.

Sin embargo, el elemento central de la Revolución cubana que impactó en el movimiento estudiantil mexicano de principios de los años sesenta, fue la importancia que los guerrilleros cubanos dieron a los jóvenes, para formar una organización internacional de estudiantes y prepararlos para la revolución. De esta forma toma sentido el Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes, el cual analizaremos más adelante.

Fidel Castro y el Che Guevara,6 triunfaron con la Revolución cubana el 1 de enero de 1959. Castro nació en 1927, pertenecía a una familia rica de terratenientes, se formó como abogado, participó en los movimientos estudiantiles y en los de liberación. Ernesto Che Guevara nació en 1928 en Argentina y estudió medicina. Ambos personajes se convirtieron en guerrilleros y estuvieron al frente de la escena político-militar contra la dictadura de Fulgencio Batista.

El pensamiento político del Che fue fundamental en los años sesenta para los estudiantes, pues promovía la libertad, la justicia y la honestidad. Su influencia ideológica aumentó después de haber sido asesinado en Bolivia, en 1967. Y al igual que Mao Tse-tung y Ho Chi Minh, se convirtió en un icono de la Revolución cultural de 1968.

Adolfo Sánchez Vázquez explicó la importancia que adquirió El Che, después de muerto y cómo fue retomado por los estudiantes durante las jornadas políticas de 1968. El mito que se formó en torno del personaje desaparecido sirvió para dar nuevos bríos a la revolución.

La figura de El Che, entre la realidad y la leyenda, se iría agrandando cada vez más hasta entrar esplendorosa en 1968, año que por muchos conceptos iba a ser crucial [...] El Che, como el Cid, habría de obtener claras victorias después de muerto. El año 68 fue en cierto modo el año de El Che, y lo fue sobre todo para las muchedumbres juveniles que, al conjuro de su nombre, de su palabra y su acción, se veían sacudidas por un nuevo fresco espíritu revolucionario.7

Sánchez Vázquez tuvo el acierto de ubicar la importancia del Che dentro de un contexto muy amplio, en el año del 68. En México, los estudiantes colgaron en las calles grandes retratos del Che y de Mao.8 Situación similar ocurrió en el mundo.

Otros elementos que complementan la aceptación del Che en el mundo, al igual que ocurrió con los otros guerrilleros, fue su juventud y carisma. Se convirtieron en elementos de atracción para los estudiantes mexicanos y del resto del mundo. Pero su aportación fue más lejos, pues encausaron al movimiento estudiantil hacia la ruptura del mito9 que concebía a la política como actividad sólo para los adultos.

En 1963, en La Habana, se realizó un Encuentro Internacional de Estudiantes y Profesores de Arquitectura, en el cual el Che Guevara señaló algunas de las tareas fundamentales que debían asumir los estudiantes revolucionarios de todo el mundo:

Y la tarea de ustedes, compañeros estudiantes, es cumplir al máximo las indicaciones de Lenin: “Cada revolucionario debe ser en su lugar de trabajo, de lucha, el mejor”. Y a ustedes les corresponde el lugar de lucha de la universidad, del estudio, la preparación urgente de nuestros profesionales para suplir las faltas que teníamos, las lagunas que nos dejó el imperialismo llevándose nuestros cuadros, el atraso general del país y construir aceleradamente la sociedad.10

Es decir, los estudiantes fueron considerados por vez primera como parte fundamental para combatir el imperialismo, para realizar la revolución, para transformar a la universidad y a la sociedad.

La Revolución cubana abrió múltiples formas de crítica a la cultura establecida. Tanto los mitos como las teorías tradicionales fueron derrumbados. Por ejemplo, desencadenó una crítica a los partidos comunistas de todo el mundo, que se prolongó hasta el 68.

José Revueltas fue, quizás, el primero que señaló las causas esenciales, la raíz más profunda del desastre de los comunistas mexicanos que se iniciaba a fines del régimen cardenista y que había de durar más de veinte años. Los días terrenales es un grito contra el dogmatismo; un llamado de atención angustioso, no contra tal o cual error pasajero, sino contra la deformación cognoscitiva de concepción, que había de carcomerlo todo, alejando a los marxistas de la realidad nacional concreta, impidiéndoles comprender los cambios que se gestaban en el país.11

En otro sentido la Revolución cubana, permitió combatir al pcm, como la única institución capaz de dirigir al proletariado para efectuar la revolución. Antonio Gramsci lo planteó así en el terreno teórico: “El partido comunista es el instrumento y la forma histórica del proceso de liberación interior por medio del cual el obrero pasa de ejecutor a iniciador, de masa que es, se convierte en jefe y guía, de brazo se convierte en cerebro y voluntad”.12 Sin embargo, en la práctica, tanto en Cuba como en México los partidos comunistas abandonaron sus objetivos revolucionarios. Habían dejado de ser organizaciones de masas. Ante ello, los obreros, maestros y estudiantes buscaron nuevos caminos fuera de la izquierda oficial a lo largo de los años sesenta.

Régis Debray, en Ensayos sobre América Latina, recuperó algunas lecciones de la Revolución cubana, las cuales cimbraron la política de izquierda en Latinoamérica. El autor subrayó ocho enseñanzas de la Guerra de Guerrillas Latinoamericana. De ellas rescatamos la tercera, pues es central para esta parte de nuestro trabajo: “3. La presencia de un partido de vanguardia no es un requisito previo absoluto para el desencadenamiento de la lucha armada”.13

La política tradicional fue criticada porque la vieja izquierda consideraba fundamental e imprescindible la presencia un partido marxista-leninista para la realización de la revolución. En México la burocracia del partido nunca renunció a ese dogma. Coincidimos con el punto de vista de Regis Debray: “Sobre este punto la Revolución cubana ha demostrado que en la etapa insurreccional de la revolución, si bien es indispensable tener una organización y una dirección política firmes (el 26 de julio), se puede prescindir de un partido marxista-leninista de vanguardia de la clase obrera”.14

Los impactos de la Revolución cubana en el movimiento estudiantil mexicano de los años sesenta fueron múltiples. Algunos estudiantes, maestros y campesinos, con el ánimo de modificar la injusta realidad social, radicalizaron su participación política.

Laura Castellanos,15 en México armado 1943-1981, describe que en 1965 el Che Guevara se introdujo de forma clandestina en las montañas de Bolivia con la intención de iniciar el arranque de una guerra de guerrillas que alcanzara a toda Latinoamérica. Sin saber uno del otro, un grupo de mexicanos recorrió las rancherías de la sierra de Chihuahua, con la intención de formar una red política y solidaria a partir de un “foco insurreccional” inspirado en la experiencia militar del Che. El 23 de septiembre se llevó a cabo el ataque al Cuartel Militar de Ciudad Madera, donde fue asesinado el dirigente Arturo Gámiz junto con otros de sus siete compañeros. Dicho evento dejó una huella profunda en la historia de los movimientos estudiantiles y guerrilleros de los años sesenta y setenta.

En otro orden, la Revolución cubana no sólo impactó en los estudiantes, también lo hizo en el pensamiento de los jóvenes intelectuales mexicanos de los años sesenta, al respecto Enrique Semo escribió:

Hacia los años sesenta, el centralismo del marxismo soviético y la socialdemocracia se desgastaban para abrir paso a la influencia de la Revolución cubana y al Che, la nueva izquierda europea, el feminismo y el ecologismo. Ya para aquel entonces la izquierda era una suma de impulsos extraordinariamente heterogéneos en lo ideológico y lo político.16

Al igual que Semo, Adolfo Sánchez Vázquez reflexionó sobre los años sesenta, en El valor del Socialismo, y subrayó el cambio de la ideología marxista en Latinoamérica con el triunfo de la Revolución cubana en 1959. “Por lo que a mí toca, la influencia de la Revolución cubana en mi evolución ideológica marxista fue notable al contribuir a distanciarme cada vez más del marxismo dogmático dominante. Su triunfo ponía en cuestión un modelo universal de revolución calcado de la victoriosa Revolución rusa en 1917.”17

 

Las reflexiones de ambos autores acerca de la influencia de la Revolución cubana y del pensamiento del Che en los intelectuales de la izquierda mexicana de los años sesenta, resultan muy importantes. Sin embargo, falta la tarea de escribirla, que implicaría hacer el análisis de la producción teórica e ideológica, así como la praxis de cada uno de estos personajes y de muchos otros profesores universitarios que contribuyeron a la movilización estudiantil.

Un estudio respecto a las aportaciones de los profesores universitarios hacia el movimiento estudiantil de los años sesenta permitiría ahondar en la nueva relación entre profesores y alumnos que se dio durante esa época, pues éstos reconocieron la contribución intelectual de sus maestros para aplicar el método de observación, así como el análisis y la crítica de los problemas sociales y las formas como podrían participar en su solución.

Los profesores impulsaban a los estudiantes para que se incorporaran al estudio de los problemas sociales que estaban padeciendo. La necesidad de nuevas herramientas teóricas, expresada por los jóvenes en la huelga de 1966 en la unam, forma parte de los nuevos roles que se empezaron a dar entre profesor y estudiante con la referencia siempre de lo social.