Economía, salud y envejecimiento

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Economía, salud y envejecimiento
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Este libro contó con el apoyo de IMED, NOVOJET, Laboratorios Abbott y Asociación de Aseguradores de Chile.




EDICIONES UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

Vicerrectoría de Comunicaciones

Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, Santiago, Chile

editorialedicionesuc@uc.cl

www.ediciones.uc.cl

Economía, Salud y Envejecimiento.

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

Editores

Leonardo Hernández.

Pedro Paulo Marín L.

Hernán de Solminihac.

© Inscripción: en trámite

Derechos reservados

Julio 2021

ISBN N° 978-956-14-2871-3

Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Clapes UC

Diseño Corporativo UC

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com

info@ebookspatagonia.com

CIP-Pontificia Universidad Católica de Chile

Economía, Salud y Envejecimiento / editores Leonardo Hernández, Pedro Paulo Marín L. y Hernán de Solminihac.

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ÍNDICE

Presentación Cecilia Morel

Prólogo Enrique Vega García

Resumen y conclusiones Leonardo Hernández, Pedro Paulo Marín

PARTE I Experiencia Internacional

Capítulo 1. Un nuevo paradigma: mirada económica para analizar el impacto monetario y en salud de los adultos mayores Beatriz Rodríguez Sánchez y Luz María Peña

Capítulo 2. Experiencia internacional en la atención a los ancianos: cómo abordar el reto desde los Sistemas de Salud Leocadio Rodríguez Mañas

PARTE II SITUACIÓN EN CHILE

Capítulo 3. Programas para el adulto mayor: situación actual en Chile Octavio Vergara, Felipe Herrera y Carmen Luz Belloni (SENAMA)

Capítulo 4. Turismo social y salud: veinte años de experiencia del programa “vacaciones tercera edad” Eduardo Báez (Novojet)

Capítulo 5. Programas para el adulto mayor: el desafío sanitario de una población que envejece Marcelo Mosso (Fonasa)

Capítulo 6. Atención y gasto en salud de los adultos mayores en Isapre Constanza Forascepi y Gonzalo Simón (Asociación de Isapres)

Capítulo 7. Plan Nacional de Demencia y GES: Transitando hacia Nuevos Seguros Sociales Julio Peña, Pablo Villalobos, Shirley Redroban y Agustín García

PARTE III DESAFÍOS

Capítulo 8. Seguro para medicamentos ambulatorios: antecedentes y propuestas Karin Jürgensen y Marco Antonio González

Capítulo 9. Uso de la tecnología para disminuir la incidencia de la fragilidad en los adultos mayores Michel Moya D. (IMED)

Capítulo 10. Hacia un envejecimiento con calidad de vida: Silver Economy y Emprendimiento Senior. Pablo Pizarro G. (SENAMA)

PRESENTACIÓN

En estos años que llevamos de gobierno, junto a mi marido, el presidente Sebastián Piñera, he tenido el honor de trabajar y acercarme a las personas mayores de nuestro país. Estas experiencias me han hecho plantearme algunas preguntas, ¿Qué estamos haciendo por las personas mayores para ayudarles a que vivan una vida autónoma e independiente? ¿Qué estamos haciendo como sociedad para que podamos vivir esta cada vez más larga etapa de nuestra vida con alegría y bienestar?

Me hago estas preguntas, teniendo muy en cuenta que en nuestro país nos encontramos en una etapa avanzada del proceso de envejecimiento poblacional. Después de Canadá, somos el segundo país de América con la mayor esperanza de vida, es decir, la más alta de Latinoamérica.

En Chile, hoy viven más de 3 millones de personas mayores de 60 años, y para los próximos años se espera que este número solo siga aumentando. Para el 2025, las personas mayores de 60 años serán un 20% de la población, superando por primera vez, a partir de 2025, al grupo de menores de 15 años. Y se proyecta que para el 2050 una de cuatro personas será mayor de 60 años, representando el 25% de la población total.

Por lo tanto, cada vez seremos más personas mayores. Y esto nos trae un tremendo desafío, que comienza por cambiar la visión negativa que se tiene respecto a la vejez, generando la necesidad urgente de instalar un cambio cultural, un cambio de paradigma de cómo vemos el envejecimiento y a las personas mayores en nuestro país. Para ello debemos trabajar en integrarlos y relevarlos, y generar las condiciones necesarias para vivir la vejez y el envejecimiento como un proceso que no tiene relación con el deterioro, sino con el surgimiento de nuevas posibilidades de desarrollo, integración y autonomía.

Es así como este libro pretende contribuir al conocimiento y a los desafíos que trae consigo este envejecimiento poblacional y su impacto en el sistema de salud del país, particularmente en la mayor demanda por servicios y su consecuente alza en los costos de atención.

A lo largo de los distintos capítulos se documenta este hecho y se avanza en proponer soluciones para este desafío, que involucra tanto a entidades públicas como privadas, así como un mayor compromiso del mundo académico –el cual ha ido in crescendo en los últimos años– tanto en la investigación, el desarrollo de conocimiento y la formación de profesionales.De hecho, desde el campo de la geriatría se ha demostrado que es posible obtener buenos resultados si se actúa prontamente implementando una cobertura en todos los niveles asistenciales y con profesionales capacitados para ello.

De igual forma, a través de este trabajo se propone sumar al ámbito de la salud en el cambio de paradigma que requiere la vejez. El desafío en este proceso está dado en pasar de una visión “curativa” –donde el foco está en la atención y cuidados de personas dependientes y enfermas– hacia un trabajo orientado en lo preventivo, buscando con ello retrasar la fragilidad y dependencia funcional, propendiendo a una vida sana en todas sus formas, desde la alimentación, actividad física, actividades sociales y laborales y la salud mental.

Finalmente, el documento ilustra el proceso de envejecimiento poblacional en Chile y el mundo, así como los costos de salud crecientes asociados. La evidencia internacional presentada da cuenta de los ahorros potenciales que un cambio de enfoque conllevaría, mientras que la evidencia nacional existente sobre los beneficios psico-sociales de algunos programas ya implementados, demuestra que ver a las personas mayores desde esta nueva óptica sí permite mejorar su calidad de vida.

Porque, si queremos lograr un cambio en la visión que se tiene respecto de las personas mayores, necesitamos del esfuerzo y empuje de todos los actores de nuestra sociedad.

Por nuestra parte, en octubre del año 2018 lanzamos, junto al Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), el Programa Adulto Mejor, que busca impulsar iniciativas concretas que acerquen a las personas a las instituciones y servicios de nuestro país, a adaptar nuestras ciudades a unas más amigables, fomentando una vida más saludable, respetuosa e integradora de las personas mayores, ayudando con ello a mejorarles su calidad de vida.

Para lograr un envejecimiento positivo es necesario y fundamental partir por tener una mirada positiva respecto a la vejez y al envejecimiento; es por esto que el llamado hoy es a que nos unamos en esta difícil pero linda labor y trabajemos juntos por todas las personas mayores de nuestro país.


Cecilia Morel

PRÓLOGO

Es para mí un honor y una oportunidad con esta nota saludar la salida de este libro, el cual compila los resultados de una reunión de economistas y especialistas en envejecimiento, la que tuvo lugar en Santiago de Chile a finales del 2019, diseñada para visualizar ese cruce de caminos entre el envejecimiento y la economía y a la que desafortunadamente no pude llegar.

 

El tema no es nuevo y ha sido muchas veces visto, generalmente desde una perspectiva simplista, negativa y de alguna manera catastrófica, ubicando al proceso demográfico más importante del siglo XXI y uno de los marcadores trascendentes del desarrollo social y sanitario de nuestra época, como la causa probable de un desastre económico y como un freno para el desarrollo. La reunión y este libro tienen como objetivo trascender esta visión y colocar la longevidad y el envejecimiento como la oportunidad de un salto cualitativo en el desarrollo económico y social.

La Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud vienen haciendo hincapié en la necesidad de cambiar el paradigma en el enfoque. El Reporte Mundial del Envejecimiento y la Salud publicado en el 2016, hace aportes de importancia que pueden y deben ser la piedra angular en una nueva visión del envejecimiento activo y saludable. Me tomaré unas líneas para resaltar algunas ideas que señala el citado Reporte y que deben ser tomadas en cuenta para cualquier análisis futuro del envejecimiento y la economía:

• Ver a las personas mayores y al envejecimiento solo desde la columna de gastos es limitado, inexacto e injusto social y moralmente. Los que asocian los incrementos en el gasto asociados al envejecimiento, a problemas que son mas frecuentes en la vejez, como las enfermedades, el uso de medicamentos, las pensiones, la discapacidad o la provisión de cuidados, debieran reconocer que una proporción de estos gastos, una muy importante, depende del diseño arcaico e inadecuado de los objetivos de una estructura social y sanitaria que no responden a las necesidades de una nueva realidad demográfica o epidemiológica, de una débil y mal diseñada infraestructura de provisión de servicios o de un capital de recursos humanos escaso y que no ha recibido la preparación adecuada. Si esta reflexión se hiciera en un país alrededor de las telecomunicaciones, el transporte o la industria agropecuaria, se relevarían muy claramente las carencias de inversión, las necesidades de nuevas tecnologías y las oportunidades para el desarrollo y el mercado.

• Las personas mayores no solo generan gastos, generan también aportes económicos trascendentes a las economías familiares, locales y nacionales. Cada vez más ejemplos, cifras y hechos están disponibles para confirmar esta aseveración. Hoy estamos más convencidos que superar la debilidad de nuestros mecanismos de medición económica puede dejar más clara la verdad de la participación económica de las personas mayores en el mercado laboral formal, en el mercado informal y el aporte en el trabajo no remunerado, entre otros.

• El papel de las personas mayores en el consumo. Este grupo es el segmento demográfico que más crece en la región de las Américas y solo en América Latina y el Caribe significan hoy más de 85 millones de personas, que se duplicará desde ahora cada 25 años hasta el 2060. Estas cifras dejan claro que este grupo, como ya pasa en Europa, Norteamérica o algunos países de Asia, va a transformarse en un mercado de muy significativo valor, con muchas potencialidades para prácticamente todas las áreas imaginables del mercado; la tecnología, la educación, el entretenimiento, la medicina y los cuidados, entre otros muchos, son ejemplos de donde se ampliaran oportunidades.

En resumen, el debate que fomenta este libro debe considerar que el envejecimiento poblacional cada vez mas rápido, que el incremento significativo de la expansión de la vida en el planeta y especialmente en nuestra región, refleja un avance muy significativo en la democratización de la longevidad y que al hacer de esta no un privilegio de algunos, sino una oportunidad de muchos, la convierte en un motor importante del desarrollo en general y del económico en particular. Pero para que se logre un equilibrio en este concepto será requerimiento fundamental que esa expansión de la vida se acompañe de una esperanza de vida saludable. Expandir al máximo los años vividos con el máximo posible de capacidad funcional adecuada, sin discapacidad y sin dependencia de cuidados, será un factor diferencial entre una economía próspera y una en cuentas negativas.

Espero sinceramente que este libro permita abrir un debate cada vez más necesario en nuestras sociedades y gobiernos.


Dr. Enrique Vega García

Jefe de Unidad Curso de Vida Saludable

OPS/OMS

* Disclaimer: The author alone is responsible for the views expressed in this publication, and they do not necessarily represent the decisions or policies of the Pan American Health Organization *

* Aclaración: Las opiniones vertidas en esta publicación son de exclusiva reponsabilidad de su autor, y no representan necesariamente las decisiones o políticas de la Organización Panamericana de la Salud.

RESUMEN Y CONCLUSIONES

Resumen y conclusiones

LEONARDO HERNÁNDEZ

Y PEDRO PAULO MARÍN

1. Introducción

Todos los países en general y Chile en particular, experimentan desde hace algunas décadas un proceso de envejecimiento poblacional que es irreversible y más rápido de lo proyectado. Este fenómeno tiene importantes implicancias sociales y económicas de mediano y largo plazo, entre las que se incluyen las presiones sobre el mercado laboral y sobre los sistemas de pensiones y de salud de los países. Los artículos recopilados en este libro se refieren a este último aspecto y buscan alertar sobre los desafíos que Chile podría enfrentar en el futuro próximo si no se adoptan políticas globales y se cambia el enfoque bajo el cual opera el sistema de salud del país.

Los artículos recopilados en este libro son el resultado de un taller organizado por Clapes UC y la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica en noviembre de 2019, realizado concomitantemente a los días de mayor tensión social en el país y antes de la pandemia del Covid-19. Lo anterior explica en parte la escasa cobertura que el tema de economía, salud y envejecimiento ha tenido en Chile, con excepción del deterioro en la salud de los adultos mayores producto de los confinamientos que han debido sufrir por la pandemia.

El desafío que este libro intenta abordar es revertir el concepto que la salud de los ancianos es cara y que es un gasto. Pretendemos con los capítulos escritos promover eficazmente un mayor conocimiento sobre el tema, enfatizando que es posible focalizar los esfuerzos hacia las personas mayores frágiles, a un costo moderado, disminuyendo así aquellos casos con dependencia, que son los caros. Ser dependiente a cualquier edad implica un gasto socio-económico-familiar mayor. Se debe impulsar un envejecimiento activo, lo que debe practicarse desde años antes de alcanzar una edad avanzada.

Este capítulo presenta un resumen de los principales puntos levantados por los expertos en los capítulos siguientes, en un lenguaje no-técnico, de modo que lectores no expertos puedan formarse una idea del nuevo enfoque que se propone como política pública en salud. Esperamos de esta manera convencer al lector de que este nuevo enfoque es una solución –si no la única– para un problema dual como es (i) la inviabilidad financiera en el mediano y largo plazo de los sistemas de salud público y privado del país, y (ii) una vejez con una mala calidad de vida y con mayor dependencia para los adultos mayores.

Las secciones siguientes presentan muy brevemente (a) el desafío del envejecimiento en Chile, sus causas y efectos; (b) la inviabilidad financiera de las políticas actuales de salud que, además, solo consiguen atenuar dichos efectos; y (c) los potenciales beneficios que conlleva cambiar el enfoque hacia uno que promueve el envejecimiento activo. La última sección concluye.

2. Envejecimiento poblacional: causas y efectos

La estructura demográfica ha cambiado en Chile en las últimas décadas y se proyecta continuará haciéndolo en el futuro.1 Como resultado de esto la tasa de dependencia demográfica, esto es, la proporción de la población de 65 y más años por cada 100 habitantes de entre 15 y 64 años, aumentó desde 5,9% en 1950, a 15,4% en 2015, y se estima que alcanzará 40,9% en 2050 (UN 2019). Lo anterior se debe tanto a un aumento en la esperanza de vida, actualmente en 80 años promedio (la más alta de la región sudamericana), como a una disminución en la tasa de natalidad, la que se ubica en 1,65 hijos por mujer (menos de lo requerido para mantener la población estable y la más baja de la región; véase gráfico 1 en capítulo “Programas para el adulto mayor: situación actual en Chile” de Vergara et al.). Las expectativas de vida aumentaron, siendo mayor en las mujeres, por lo que cada vez hay más personas mayores de 70 años, incrementándose rápidamente los mayores de 85 años.

Este envejecimiento poblacional presenta desafíos importantes para el país, en particular en el tema de pensiones y en el ámbito de las políticas de salud. Así, por ejemplo, en conjunto con los avances médicos observamos que las enfermedades transmisibles (con excepción de la pandemia que afecta al mundo en la actualidad, desconocida hasta hace pocos meses) van dando paso a enfermedades crónicas no transmisibles como son cáncer, hipertensión, artrosis, diabetes y demencia, entre otras. Este fenómeno, conocido como Transición Epidemiológica (ver capítulo “Experiencia internacional en la atención a los ancianos: cómo abordar el reto desde los Sistemas de Salud” de Rodríguez Mañas), es un elemento fundamental y representa un cambio asociado al proceso de envejecimiento poblacional. Así, por ejemplo, la incidencia de demencia en Chile se espera que pase de 1,4% a 3,1% de la población total entre 2020 y 2050 –de 261,6 mil a 626,6 mil (ver capítulo “Plan Nacional de Demencia y GES: Transitando hacia Nuevos Seguros Sociales” de Peña et al.).

La esperanza de vida al nacer, que sigue aumentando en promedio en el mundo, ha tendido sin embargo a estancarse o su crecimiento a desacelerarse, especialmente en los países más desarrollados, lo que da cuenta de un posible límite biológico o máxima sobrevida para el ser humano. Esto, junto con la Transición Epidemiológica mencionada, implica que el objetivo de las políticas de salud debiera ir girando desde “vivir más” hacia “vivir más y mejor”. En otras palabras, lo importante es que no solo aumente la esperanza de vida, como ha ocurrido, sino que aumente y más rápido el número de años de vida saludable (sin discapacidad, dependencia y/o pérdida de funcionalidad asociada a las enfermedades crónicas)2 para los adultos mayores. Para ilustrarlo cabe mencionar los datos en España, donde la esperanza de vida en 2018 a los 65 años era de 23,5 años, de los cuales en promedio algo menos de la mitad (11,3) eran años libres de discapacidad. En el caso de los hombres la esperanza de vida a los 65 es de 19 años, de los cuales 11,5 son saludables en promedio; mientras las mujeres en España viven 12,2 años con discapacidad en promedio, los hombres solo algo más de 8 años. En resumen, los hombres tienen una vejez algo mejor en calidad, pero más corta que las mujeres. El desafío de política pública es entonces disminuir los años de discapacidad, falta de funcionalidad o dependencia, donde se produce un deterioro importante en la calidad de vida de los adultos mayores y aumentan notablemente los costos en salud. Cabe destacar que hay mucha más heterogeneidad entre países en la esperanza de vida sin discapacidades post 50, que en los años de esperanza de vida después de alcanzar los 50 años (ver capítulo “Un nuevo paradigma: mirada económica para analizar el impacto monetario y en salud de los adultos mayores” de Rodríguez y Peña).

En resumen, el fenómeno del envejecimiento implica un desafío importante en términos de mantener la funcionalidad a toda edad y la autonomía de los adultos mayores, lo que cobra particular fuerza si se considera que crecientemente más adultos mayores viven solos.3 Conseguir este objetivo implicaría no solo una mejor calidad de vida, sino un ahorro importante en recursos, por cuanto los gastos en salud aumentan principalmente con la dependencia o pérdida de funcionalidad de las personas mayores. Si se logra vivir más años sin dependencia se ahorrarían enormes recursos económicos y sociales. Es por ello que el tema de envejecimiento/salud debe enseñarse en todas las carreras de la salud, para así poder brindar equipos multiprofesionales capacitados en el tema. Hoy solo la minoría de las escuelas de medicina incluyen la Geriatría en el pregrado y menos aún tienen posgrados en Geriatría. Esto es discriminatorio para las personas mayores, que son los nuevos clientes actuales del sistema de salud y que lo serán crecientemente en las próximas décadas. En Chile se implementarán unas quince unidades de atención de geriatría de agudos (UGA), con equipos multiprofesionales y geriatras en los hospitales del país, con lo que se podrá brindar atención moderna a los usuarios y disminuir el número de adultos mayores discapacitados que resultan después de una hospitalización.

 

3. Políticas actuales: costos y beneficios

Los capítulos “Programas para el adulto mayor: el desafío sanitario de una población que envejece” y “Atención y gasto en salud de los adultos mayores en Isapre” (trabajos de Mosso y de Forascepi & Simon) del libro dan cuenta del gasto en salud de los sistemas público (Fonasa) y privado (Isapres) en Chile, mostrando cómo este se incrementa según aumenta la edad de los afiliados. A modo de ejemplo, el año 2018 se observó que más del 34% del gasto anual de Fonasa (que atiende a aproximadamente el 78% de la población)4 se destinó a los adultos mayores, que representan un 19% de los afiliados. Según CASEN 2017, casi el 85% de los mayores de 60 años pertenece a FONASA, aumentando este porcentaje a un 88% en el caso de los mayores de 70 años. De igual manera, según datos de la VIII Encuesta de Presupuestos Familiares (INE, 2018), para el promedio de los hogares chilenos el gasto mensual de bolsillo en salud corresponde a un 7,6% de su gasto mensual total, pero en el subgrupo de hogares con a lo menos un adulto mayor este porcentaje asciende a 10,7%. Esto se explica en parte por la mayor prevalencia en el uso de medicamentos entre adultos mayores5: las personas mayores a 64 años declaran consumir en promedio 4,3 medicamentos por mes, mientras la media poblacional es de solo 1,9.6

Más importante, el envejecimiento poblacional proyectado y la mayor prevalencia de enfermedades crónicas asociada –en general no reversible– implican un crecimiento explosivo en estos costos y/o un deterioro en la calidad de vida de los adultos mayores en las próximas décadas. El mayor número de adultos mayores, quienes además vivirán más años, pondrá bajo presión a los sistemas de salud pública (Fonasa) y privada (Isapres)7 en tanto se mantenga el enfoque actual centrado en medicina curativa aguda y no en mantener a la persona libre de discapacidad, brindando atenciones integrales y coordinadas con equipos de salud capacitados y especialistas en geriatría, para así entregar una adecuada atención a las personas mayores.

Aunque algunos de estos efectos pueden atenuarse introduciendo mejoras a las políticas existentes, como son el Seguro Obligatorio para Medicamentos Ambulatorios (SOMA) propuesto en el capítulo “Seguro para medicamentos ambulatorios: antecedentes y propuestas” (Jürgensen y Gonzalez) del libro, o aumentando la cobertura de programas existentes, el aumento en costos asociado hace inviable continuar con las políticas actuales y su enfoque. Adicionalmente, se puede proyectar un aumento importante en el gasto de bolsillo de las personas. A modo de ejemplo y para dimensionar estos costos, el capítulo “Plan Nacional de Demencia y GES: Transitando hacia Nuevos Seguros Sociales” (Peña et al.) ilustra cómo aumentar la (baja) cobertura del actual Plan Nacional de Demencia conlleva un costo que implicaría subir la cotización provisional (desde el actual 10%) en varios puntos porcentuales, si se decidiera financiar esta mayor cobertura por la vía de un seguro obligatorio cobrado a los trabajadores activos. Y esto es solo para uno de los problemas de salud comunes que afectan a los adultos mayores.

La inviabilidad a largo plazo del desafío de salud para los adultos mayores radica en el enfoque curativo-agudo y la adopción de medidas paliativas, que son una ayuda parcial una vez se presentó el paciente con fragilidad y/o incapacidad funcional, que lo transforma en dependiente de otros en sus cuidados y actividades diarias. Este enfoque no solo ha mostrado ser caro, sino también ineficaz en mejorar la calidad de vida del adulto mayor y de sus familiares. De hecho, en la actualidad la mayor parte de los programas de Fonasa están pensados en administración de salud curativa, en vez de preventiva. El Examen Médico Preventivo del Adulto Mayor (EMPAM) y el Programa Más Adultos Mayores Autovalentes (ver capítulo “Programas para el adulto mayor: el desafío sanitario de una población que envejece”) son una excepción dentro de la larga lista de programas que administra Fonasa.

Por este motivo en este libro, y como concluyen varios de los autores de los capítulos siguientes, se propone un enfoque distinto: avanzar hacia un sistema basado en un enfoque más preventivo-continuado que curativo de salud. Este y sus ventajas se analizan en la sección siguiente.

4. Envejecimiento activo: nuevo enfoque

El enfoque de una salud preventiva consiste en modificar patrones de comportamiento en una etapa temprana, para que los adultos alcancen una mayor edad siendo más sanos (con menos fragilidad), más funcionales y/o autovalentes (menos dependientes de otros en su vida diaria). Promover una política centrada en la prevención en vez de la curación, o sea, previniendo y actuando prontamente en la fragilidad de la persona mayor, ha demostrado ser una alternativa viable técnica y financieramente. Así, el cuidado continuado de la salud es una solución no solo más sustentable financieramente por sus menores costos, sino además preferible en tanto mejora la calidad de vida de los adultos mayores al aumentar el número de años libres de discapacidad o dependencia.

Para entender la lógica detrás de este enfoque conviene conceptualizar la salud no como una condición en un momento determinado, sino como un stock que refleja la capacidad de un individuo para mantener su funcionalidad y autonomía, esto es, su capacidad de realizar actividades habituales sin dependencia de otros por un mayor número de años (ver capítulo “Un nuevo paradigma: mirada económica para analizar el impacto monetario y en salud de los adultos mayores” de Rodríguez y Peña). La salud, entendida como un stock (donde los servicios de salud permiten mejorar o acrecentar dicho stock), es lo que los ciudadanos demandan. Así, la salud preventiva debe entenderse como “aquella inversión que aumenta dicho stock”, lo que se consigue, por ejemplo, modificando hábitos de vida (alimentación, consumo de alcohol y tabaco, sedentarismo, obesidad, etc.). De hecho, estudios demuestran que un alto porcentaje (75%) de la capacidad o funcionalidad de un adulto mayor está dado por sus hábitos de vida y solo una cuarta parte dependería de factores genéticos.

Más aún, los costos de salud de los adultos mayores aumentan exponencialmente en la medida que estos presentan mayor fragilidad, deterioro funcional (dependencia) o enfermedades crónicas mal manejadas (ver capítulo “Experiencia internacional en la atención a los ancianos: cómo abordar el reto desde los Sistemas de Salud” de Rodríguez-Mañas). En otras palabras, el aumento en los costos de salud que enfrentan los adultos mayores es explicado principalmente por la pérdida de autonomía funcional o la incidencia de discapacidades funcionales, que conlleva períodos de recuperación (estadías hospitalarias) más largas y/o complicaciones adicionales en cuadros médicos que en el caso de adultos mayores funcionales resultan más simples y baratos de tratar. Más importante y como conclusión, estos costos son en gran medida evitables si se logra mantener (o retrasar) la funcionalidad en los adultos mayores, focalizando los esfuerzos en el manejo adecuado y oportuno en su fragilidad. De hecho, el grado de fragilidad de una persona mayor es un mejor predictor que solo la edad cronológica para proyectar su evolución futura de salud, así como también sus costos y los años de buena sobrevida a futuro.

En resumen, debemos realizar acciones e implementar políticas que aumenten los años de buena funcionalidad de los adultos mayores, para evitar así la fragilidad y futura discapacidad o dependencia. Esta “inversión en la capacidad o reserva funcional” de un individuo demostró que puede retrasar su fragilidad y/o dependencia –incluso puede revertir algún grado de fragilidad o deterioro funcional si se actúa tempranamente– y de esta manera ahorrar costos en servicios médicos requeridos, a la vez que mejorar su futura calidad de vida de manera significativa. Y no es complejo hacerlo: se trata solo de cambiar patrones de comportamiento/hábitos de vida tempranamente (alimentación equilibrada, evitar sedentarismo, mantener la actividad física, manejo adecuado de las enfermedades crónicas). Se trata entonces de envejecer saludablemente, esto es, manteniendo un alto grado de funcionalidad (capacidad para realizar actividades diarias normales de una persona adulta, sin depender de otros).

No es posible cuantificar todos los beneficios asociados a la mejor calidad de vida de los adultos mayores, pero es intuitivamente fácil aceptar que estos son altos. La evidencia sobre los beneficios económicos asociados a la mantención, a toda edad, de una buena capacidad o reserva funcional, esto es, la rentabilidad de invertir tempranamente para que los adultos mayores alcancen la tercera (y cuarta) edad en mejores condiciones y enfrenten menores gastos de salud y/o retrasen en el tiempo la ocurrencia de estos gastos, es hoy escasa, pero muy concluyente. La experiencia se limita a algunos programas en pocos países (desarrollados) que son factibles de implementar por su bajo costo, pero dan cuenta de grandes ahorros en gastos y cuidados prolongados (ver capítulo “Experiencia internacional en la atención a los ancianos: cómo abordar el reto desde los Sistemas de Salud” de Rodríguez-Mañas).