Todos los caminos llevan a Filipinas

Tekst
Loe katkendit
Märgi loetuks
Kuidas lugeda raamatut pärast ostmist
Šrift:Väiksem АаSuurem Aa

INTRODUCCIÓN

He querido comenzar el libro con una persona cuya aportación a la historia de la humanidad me parece esencial. Isabel Zendal, oriunda de Galicia, fue la enfermera que ayudó a llevar la primera vacuna, la de la viruela concretamente, tanto a la América española como a las Islas Filipinas en la Real Expedición de la Vacuna, organizada por el médico y científico Francisco Javier Balmis, durante el reinado de Carlos IV.

ISABEL ZENDAL

Primera enfermera internacional de la historia

Declarada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como la primera enfermera de la historia en misión internacional, Isabel Zendal zarpó desde La Coruña, la única mujer en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, conocida como Expedición Balmis, para llevar la vacuna de la viruela hasta las colonias americanas y Filipinas.

Isabel Zendal Gómez nació el 26 de febrero de 1773 en el seno de una familia de labradores, en la localidad coruñesa de Agrela, Santa Mariña de Parada. Corrían tiempos de muchas dificultades y enfermedades, entre ellas la temible viruela que acabó con la vida de la madre de Isabel, entre otros muchos. Isabel tuvo un hijo, Benito, al que crió como madre soltera. En 1800 entra a trabajar como rectora y enfermera de la Inclusa de La Coruña, que se hallaba en condiciones miserables.

Para que esta historia sea completa hay que presentar a dos personajes claves y coetáneos a Isabel. El primero sería el médico inglés, Edward Jenner que en una de sus investigaciones de la viruela que estaba arrasando en Europa, comprobó como los campesinos que ordeñaban vacas eran inmunes a la enfermedad. Jenner pudo observar que la llamada viruela bovina con la que los lecheros se infectaban, brotaba de una forma mucho más leve que la humana ¡Había descubierto la vacuna contra la contagiosa viruela!, que la OMS consideró erradicada en 1990. A pesar de que ardua fue la lucha de Jenner y de sus seguidores por implantar la que bautizó como vacuna dada su procedencia, que sí en un en principio su apelativo estaba destinado exclusivamente a la enfermedad de la viruela, más tarde se generalizó a aquellos medicamentos que evitaran la contracción viral de cualquier enfermedad. Uno de los enemigos más acérrimos contra el descubrimiento genial de Jenner fue la iglesia la cual consideraba una irreverencia inocular fluidos animales en el género humano, inyectando el mismo mal para curarlo.

El eje fundamental del episodio que sigue, uno de los más bellos en la historia de la humanidad, es el médico militar y cirujano de la Corte de Carlos IV, Francisco Javier Balmis. Brillante científico que vio en la vacuna de Jenner una forma de erradicar la viruela en las colonias. Noventa millones de indígenas morían por el choque microbiano llegado del otro lado del Atlántico, la mayor parte por la viruela. En una era en que en el Imperio Español no se ponía el sol, el joven doctor Balmis ejerció en La Habana, y en Ciudad de México, donde, entre otras investigaciones, realizó un estudio sobre la cura de las enfermedades venéreas. Durante su estancia ultramar pudo comprobar cómo la viruela, exportada por los españoles al continente americano y a Filipinas estaba causando tremendos estragos en la población. A su vuelta a España y firmemente decidido a llevar a las colonias españolas la recién descubierta vacuna contra la viruela del Doctor Jenner, convenció al rey para que financiara la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Al igual que Jenner, la decisión de Balmis tuvo enemigos de diversa índole, como Manuel Godoy, que no veía nada claro invertir fondos en la aventura de Balmis, en momentos en que a la corte no le sobraban escudos para dilapidar, según él. Sin embargo, el monarca reinante Carlos IV, testigo en primera fila de los efectos de la mortal viruela que se había cobrado varios miembros de su familia, y terminado con la dinastía de los Habsburgo en España, apoyó la Expedición Balmis, que a bordo de una corbeta y zarpando del puerto de La Coruña, comenzó en el año 1803 y lo finalizó el 1806. El mismo Jenner vio esta expedición con admiración y expresó sus quejas sobre los compatriotas ingleses por no hacer lo mismo.

El otro protagonista de la aventura científica y altruista fue el médico y cirujano militar José Salvany y Lleopart, a quien Francisco Balmis reclamó como acompañante en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.

El principal problema que se planteaba en la filantrópica empresa era el cómo llevar la vacuna a las colonias en una época en la que aún no existía la cadena de frío por lo que evidentemente tras meses de travesía, estaría más que obsoleta. Tras darle vueltas, a Balmis se le ocurrió que la única manera sería una cadena humana que transportara dicha vacuna en su mismo cuerpo. Inoculado el pus infectado de las vacas en un ser humano que le crearía anticuerpos, se le volvería inyectar a otro en menos de una semana, lo que tarda en hacer efecto la vacuna, y así sucesivamente. La siguiente dificultad a resolver era quienes iban a ser los destinados a dicha inoculación …

No había lugar a dudas, la cadena humana debía estar formada por niños. Balmis ideó una cadena humana de veintidós niños a los que se les vacunaba paulatinamente en el velero, cambiándoles en puerto por otros, hasta su destino final, Filipinas, donde debía llegar recién vacunado el ultimo infante del eslabón humano. Y ¿qué padres iban a permitir que sus infantes se embarcaran en semejante hazaña? Ninguno. La única alternativa eran los pequeños de un orfanato.

Y aquí es cuando entra en escena la figura primordial de Isabel Zendal, nacida Pobre de Solemnidad, como rezaban los datos que encontró el periodista Antonio López Mariño, haciendo un reportaje en la Coruña en el año 1999.

Mariño fue uniendo cabos e informándose sobre la vida de esta peculiar mujer. Descubrió cómo su madre, La Ignacia, muere de viruela dejándole a ella al cargo de sus hermanos en la pedanía de Santa Mariña de Paredes en Ordes. Isabel cuida a sus hermanos, cultiva el campo, trabaja como criada, y tiene un hijo ilegítimo de un soldado. Más tarde, ya con sus hermanos creciditos, Isabel, se cree que de apellido Zendal, ya que se han encontrado más de once apelativos para nombrarla, se encarga finalmente de la Casa de los Expósitos de La Coruña. Y allí estaba ella, en su orfanato, como rectora y enfermera, ajena a lo que en breve le acontecería cambiándole de lleno el curso de sus días, cuando recibió la visita del renombrado científico Francisco Javier Balmis.

Balmis fue al orfanato y habló con ella del contradictorio proyecto que ni siquiera al Consejo de Indias terminaba por convencer. De no ser por el apoyo del Rey jamás se hubiera llevado a cabo la Expedición. Necesitaban veintidós eslabones infantiles a los que inyectar la vacuna durante el tiempo de la travesía, hasta llegar al primer puerto americano y pasársela a un nativo. Isabel tras pesarlo y sopesarlo alegó que la única forma en la que esos niños emprendieran viaje sería si ella les acompañaba, para cuidarles y protegerles. ¡Tema difícil! ya que para los hombres de la mar el que una mujer fuera a bordo, no traería más que mala suerte. Balmis vio la determinación de la que iba a ser la primera enfermera que atravesara el mar en pos de las Américas y de Filipinas, y dio su consentimiento.

El 30 de noviembre de 1803 embarcan desde La Coruña en la corbeta María Pita, veintiséis tripulantes, veintidós niños huérfanos y una mujer. Isabel los acompañaba en su filantrópica expedición llevando con ella a su propio hijo, al que también vacunarían. Ella fue la columna vertebral del viaje ocupándose constantemente de los pequeños con edades comprendidas entre tres y siete años, a los que por otro lado les costaba muchísimo adaptarse al duro medio. Luchando por que los médicos estuvieran pendientes de ellos, Isabel consiguió que de la primera cadena humana de veintidós infantes llegaran todos con vida al primer puerto. Tras muchos avatares que ella conciliaba con inteligencia y bondad procurando siempre el bienestar de esos niños que de brazo a brazo, llevaron a América y Asia la primera vacuna de la historia, llegando a Manila el 15 de Abril de 1805. Todos ellos vivos, menos un par, uno de ellos, comprado en Puerto Rico, y que Isabel se negaba a embarcar por verle débil e incapaz de soportar el viaje. El resto sobrevivieron gracias a los constantes cuidados de Isabel, habiendo dado prácticamente la vuelta al mundo, Canarias, Venezuela, Colombia, Ecuador, Guatemala, Cuba, Chile, Perú, México, y Filipinas. “Sin Isabel a cargo de los niños el proyecto no hubiera llegado a su fin. Con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud, infatigable noche y día ha derramado todas las ternuras de la más sensible. Madre sobre los angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades”. Palabras literales de Balmis. Según nos cuenta Javier Moro en su libro sobre la expedición A Flor de Piel, Francisco Javier Balmis junto con Salvany se disputaba el amor de la extraordinaria mujer.

Resulta lógico preguntarse qué sentiría a bordo esa mujer que aunque nacida cerca del mar siempre lo había visto desde la distancia. Su pequeña y no fácil existencia, no le habían doblegado el ánimo ni ese amor por los niños del que dio sobrada muestra en tamaña travesía.

¿Qué pensaría Isabel del mundo que iba a encontrarse en la otra orilla del Océano y en una travesía de la que muchos, la mayoría, raramente regresaban, porque morían en el intento o bien quedaban atrapados por las prebendas del nuevo mundo?

 

¿Qué pena le supondría el tener que separarse de esos niños, sentidos como Benito, el suyo propio, cuando al terminar cada expedición se quedaban en el orfanato del lugar al que llegaran o eran adoptados por los lugareños? ¿Qué sentiría ella hacia esos dos hombres que fueron compañeros, amigos, médicos?

Su decisión fue la de hacerse hija del nuevo mundo. Regresando desde Filipinas a España al pasar por los territorios americanos (no existía el Canal de Suez) muchos de la expedición se quedaron en América, entre ellos Isabel Zendal que murió en Puebla de los Ángeles, México.

Isabel ha sido prácticamente desconocida para la sociedad española a pesar de haber recibido reiteradas nominaciones y premios a su labor. En 1950 la OMS (Organización Mundial de la Salud) le reconoce como la primera enfermera de la historia en misión internacional. Numerosas instituciones tanto gallegas como americanas relacionadas con la enfermería llevan su nombre. Se ha escrito sobre ella, de la que también se han hecho películas.

Pero realmente la existencia de Isabel fue rescatada del olvido por Antonio López Mariño en 1999 cuando haciendo un reportaje para la televisión gallega sobre los premios de natalidad en épocas franquistas, decidió incluir la otra cara de la moneda y dio con la partida de nacimiento de un tal Benito. La historia le picó la curiosidad al investigador y periodista que, tirando de la hebra, fue abriendo las muchas ventanas que le llevarían a una de las más excepcionales del mundo.

El azar siguió haciendo de las suyas cuando el escritor Javier Moro estando en el Real Jardín Botánico de Madrid promocionando su último libro conversando con la Jefa de Prensa del Botánico, Blanca Landázuri, ésta le comentó lo poco que los escritores frecuentaban aquel lugar, cuando en su Biblioteca había archivos únicos sobre las expediciones científicas, como aquella que… y Blanca comenzó a hablar sobre la Real Expedición Balmis que llevó la vacuna a ultramar y que contaba con la presencia de una mujer extraordinaria, a la que la OMS consideró la primera enfermera internacional de la historia. Javier Moro cada vez más atrapado por tan peculiar relato siguió indagando, poniéndose en contacto con Antonio López Mariña que le aportó decisiva documentación sobre el tema, animándole a escribir y publicar su novela “A Flor de Piel” basada en tan fascinante episodio de la historia española. La escritora dominicana con residencia en USA, Julia Álvarez también aportó su granito a la sapiencia universal con su libro “Para Salvar el Mundo” sobre los mismos hechos, que fueron llevados a la pantalla por Miguel Bardem quien basó su película en otra novela, esta vez escrita por Almudena Arteaga “Ángeles Custodios”. El Hospital de Campaña improvisado en el recinto ferial en Madrid para acoger enfermos de la pandemia Covid-19 se ha nombrado en honor a Balmis, Operación Balmis, mientras que al nuevo hospital de emergencias en la zona de Valdebebas de Madrid se le llamará Isabel Zendal.

Capítulo I

Vocación misionera

MARÍA DOLORES PITA
LISARAQUE – MARUXA PITA

Los niños no necesitan limosna, sino educación

“No estamos aquí para honrar a ninguna persona en particular, sino a la Fundación Makabata, con sus miembros, maestros, estudiantes, benefactores y amigos. Ellos son los auténticos premiados, y en su nombre acepto humildemente, con gran honor y privilegio, este galardón”.

Palabras de Maruxa al recibir el premio Beata Teresa de Calcuta.

María Dolores Pita Lissarraque – Maruxa Pita, nació un 18 de marzo de 1930 en Madrid, según dice ella “por casualidad “, pues realmente se siente hija de su Betanzos familiar. Sin embargo, no fue ni en Madrid ni en Betanzos donde se desarrolló la vida de esta gran filántropa sino en las Islas Filipinas. Aquella “galleguiña” criada en la villa de las rías altas gallegas que siglos atrás fundó el caudillo celta Breogán, cambió el impoluto río Mandeo de aguas heladas por el inquietantemente mugriento y caldoso río Pasig, arteria de Manila. Los cocoteros, las jacarandas, las palmeras y el árbol del balete donde viven los duendes vinieron a sustituir los matorrales de toxo, los helechos gigantes y los bosques de pinos y eucaliptos, morada de las meigas. Maruxa pasó de celebrar cada verano las fiestas brigantinas protagonizadas desde el s. XIX por el globo aerostato de papel más grande del mundo que sobrevuela los cielos de Betanzos, a observar asombrada los festivales de Flores de Mayo cuando en cada barangay (barrio) los niños se visten con sus mejores galas para participar en las procesiones florales que tienen lugar diariamente en honor a la virgen durante el mes de mayo. A la jugosa y famosa tortilla de Betanzos que la familia de Angelita Rivera Baliño, en La Casilla, viene cocinando desde 1910, le sustituyeron el plato de pancit (que otorga larga vida), el adobo de cerdo y pollo, y por supuesto, el arroz. Aunque de cuando en cuando Maruxa se iba al legendario restaurante de La Rioja donde Jesús Armas, su dueño, oriundo de dicha región, logró durante décadas reunir a los españoles asentados en Manila, que se sentían como en su casa, y que podían charlar de todo un poco, bebiendo una cañita San Miguel para acompañar los camarones al ajillo, la paella a lo filipino, o el cochinillo asado, allí llamado lechón kawali. Si Maruxa aparecía por el bar con su carita pícara, era la alegría de los allí presentes, ávidos de su conversación y de noticias.

Maruxa, con apenas 17 años y siguiendo los pasos de su hermana mayor Chita, se unió a la Institución Teresiana, fundada por el Padre Pedro Poveda. Terminó la carrera de Ciencias Exactas con excelentes calificaciones en la Universidad Complutense de Madrid y en 1959 llegó a Filipinas para ayudar a establecer el Colegio Institución Teresiana, conocida como Facultad San Pedro Poveda, en la ciudad de Quezón, Metrópolis de Manila, donde impartía clases de matemáticas. Y allí comenzó la labor que vendría a ocuparle el resto de sus días, dedicada a los demás, tanto que se la conoce como “la Madre Teresa de Filipinas”.

Pequeñita, con una sonrisa guasona, Maruxa es una auténtica institución en el archipiélago. Ir con ella paseando por Manila conlleva tener a un montón de críos detrás para los que ella siempre tiene una donación, un regalo, y por supuesto un mimo o su inequívoca sonrisa cargada de ternura y también de ironía. “Cuando voy en el coche y los niños llaman por la ventanilla les doy galletas, pero en realidad lo que necesitan es ir al colegio” aseveraba con un gesto tristón e incluso de enfado. Esto era su obsesión. Día y noche le daba vueltas a cómo poner su granito de arena en ayudar a que los niños “condenados” a la calle tuvieran la oportunidad, el derecho, de recibir una educación que les permitiera llevar una vida digna. Y lo logró con su fundación Makataba.

De sus inicios como directora de la Facultad San Pedro de Poveda, pasó a enseñar castellano en la Universidad de Santo Tomás, para más tarde desempeñar las funciones de Directora del Centro Cultural Español, donde organizó todas las áreas de enseñanza, incluida la elección de los profesores en castellano, hasta que el Instituto Cervantes se instaló en Manila, el primero de esta institución en Asia, y donde permaneció como Jefe Académico del Centro. En 1995 Maruxa realizó un exhaustivo estudio sobre el desarrollo de la lengua española en Filipinas que desde que se eliminó como idioma oficial en 1973 y como asignatura obligatoria en 1987, había perdido su auge, siendo sustituido por el inglés, con algunas palabras españolas, que dio como resultado la forma cotidiana del hablar en Manila, el spantaglish: “Today´ Huewes´ (jueves) we will eat ´lumpiang´en un platito de ¨kulay´ (color) asul. Hay que recalcar que el español nunca fue lengua que sustituyera a las vernáculas de Filipinas. Declarada oficial de 1565 hasta 1987 se mezcló con las oriundas sobre todo en Mindanao de donde brotó el encantador y musical “chabacano”.

Maruxa luchó sin tregua por rescatar la lengua española en las islas. En su estudio de 1995 constató que había setenta centros de enseñanza superior que impartían el español. La institución rindió un tributo a la incansable y excelente profesora, honrando su trabajo sobre la expansión del idioma castellano en Filipinas y su dedicación y compromiso para ayudar y educar a los niños de escasos recursos con su Fundación Makabata School que Maruxa levantó en 1995 en el desfavorecido barrio de Pasig.

En la prensa filipina se escribía sobre María Dolores Pita, más conocida como “Teacher Maruxa Pita” cuando a la edad de sesenta y cinco años decide cumplir su sueño y crea la Fundación-Colegio Makabata dedicada a esos niños de la calle para los que siempre tuvo una palabra cariñosa, una sonrisa, unos pesos. Teacher Maruxa fundó, organizó y dirigió este colegio sin ánimo de lucro, dedicado a la enseñanza de todos aquellos a los que ella pudiera acoger.

Makabata es un proyecto solidario cuyo primer objetivo pasa por proporcionar los derechos mínimos a los pequeños de los “barangays” (barrios en tagalog). “Cada despertar, estos niños de la calle solo piensan en sobrevivir un día más. Son tan pobres que no tienen techo, ni cama, ni comida. Solo tienen miedo, y el mejor amigo de la pobreza, es la ignorancia. Esos niños viven en chabolas, sin ventanas, respirando un aire más que contaminado” afirma Maruxa.

La Fundación Makabata, se mantiene gracias a las donaciones conseguidas por esta luchadora. Los primeros estudiantes fueron pequeños vendedores callejeros de la aromática flor llamada “sampaguita” que esperan a los semáforos en rojo y ofrecen el collar floral a los conductores que lo cuelgan del espejo retrovisor, y de aquellos otros que venden boletos de lotería en EDSA –Ortigas, arteria principal de la gigantesca metrópolis de Manila con más de veinte millones de habitantes. Niños nacidos y crecidos en el llamado “Floodway”. Una comunidad paupérrima establecida a orillas del río Pasig que se inunda anualmente en cuanto llegan las lluvias. Siempre positiva se aseguraba de que sus alumnos pertenecieran a las clases más desfavorecidas de la ciudad.

Lecciones básicas de aritmética, lectura, escritura y catecismo fueron las genuinas enseñanzas, seguidas de una comida caliente.

El grado de enseñanza de Makabata es comparable al de cualquier institución privada de Metro Manila. El Departamento de Educación les visita paulatinamente y en su libro de huéspedes escribieron tras realizar una de estas visitas “Makabata es un paraíso para los niños de la calle”.

Cada año Makabata coloca anuncios en las zonas desfavorecidas para el enrolamiento de nuevos estudiantes que no necesitan pasar ningún tipo de examen de acceso, solo rellenar un formulario informativo. Antes de admitir a los nuevos estudiantes, los profesores visitan sus casas para estar al tanto de las necesidades más urgentes de aquellos que apelan por entrar en Makabata que ya cuenta con varios graduados en educación superior. Maruxa comentó orgullosa: “Algunos de los graduados siguen proyectos vocacionales mientras otros están en la Universidad haciendo carreras de Educación, Informática o Empresariales”.

Cuando Maruxa cumplió ochenta y tres años muchos de sus antiguos alumnos de Poveda organizaron una merienda en la que también se contempló la recolecta de fondos para la Fundación Makabata y culminó con una gigantesca tarta de chocolate, la preferida de Maruxa, que sopló las velas acompañada del amor y admiración de muchos de aquellos jóvenes para los que había significado mucho y que nunca la olvidarían.

Maruxa ha sido siempre un pilar no solo para la fundación Makabata o en el Instituto Cervantes de Manila, sino en todo lo que se relacionara con el círculo español en Filipinas. Todo el mundo la conoce y la quiere. Difícil es no querer a esta mujer que posee una inteligencia y conocimientos fuera de serie, un corazón enorme y que también es divertida y amena. Su dialéctica está llena de contenido, dominando el “arte de la conversación”. Ni que decir tiene que el sentido del humor es otro de sus rasgos significativos. De hecho, cuando recibió el premio Beata Teresa de Calcuta con el que la AY Fundation y la Junio Chamber International de Manila quisieron reconocer sus cincuenta años de compromiso, generosidad con los filipinos más desfavorecidos, celebrado en el Auditorio Carlos P. Rómulo de Makati. Allí, el entonces embajador destinado en Filipinas, Jorge Domeqc Fernández, al felicitarle, le recordó que “La Embajada Española en Filipinas sería siempre su hogar” Maruxa recibió un millón de pesos con el galardón: medio para ella y otro medio para la Fundación Makabata, a lo que la filántropa alegó que por supuesto la cantidad al completo iría destinada a Makabata.

 

Los más de cincuenta años de vida que Maruxa ha entregado a Filipinas han dado para infinidad de anécdotas, amigos, satisfacciones y también penurias al ser testigo de primera mano de mucha desolación. Entre la cantidad de vivencias por las que ella ha pasado en sus queridas islas, está la de uno de los muchos golpes de estado del país que la pilló en el Hotel Intercontinental de Makati,Centro de negocios de Manila, tomado por los militares rebeldes al mando de el general Gregorio Honasan (Gringo), y del que no pudieron salir hasta que se sofocó el levantamiento con la detención del apodado “guapo”, Gringo. Los profesores españoles José Antonio Matilla, profesor de la Escuela de Idiomas de Barcelona, Fuencisla Velasco, directora de los cursos de lengua española del Instituto Español de Paris, y Pedro Peira Catedrático de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, habían llegado a Manila a finales de Noviembre de 1989 para examinar a los primeros veintinueve alumnos que aspiraban al diploma español, título recién creado por el Ministerio de Educación y Ciencia. Todo iba con normalidad, se alojaron en el Hotel Intercontinental en Makati. Solo cuando volvieron al hotel ya al anochecer, que en Filipinas tiene lugar a las seis de la tarde, acompañados por Maruxa, entonces directora del Centro Cultural Español, las cosas habían cambiado. El hotel estaba tomado por los militares rebeldes al mando de “Gringo” y los cuatro, incluida Maruxa Pita, quedaron confinados allí. Maruxa les había anunciado por la mañana: “Hay un golpe, pero no os preocupéis” con ese relajo relativo de quien ya está acostumbrado a todo ese tipo de avatares. Cuando por fin pudieron salir, Maruxa relataba “Lo hicimos a primera hora después de que se nos anunciara que todos los clientes podíamos bajar al vestíbulo con las maletas. Todos nosotros y una joven francesa salimos y nos metimos en mi coche que estaba aparcado afuera desde el sábado. Agitando dos pañuelos blancos y un cierto susto pasamos las barreras militares y nos trasladamos a un hotel donde nos esperaba un diplomático español”. Todo hay que decirlo y a pesar del golpe que fue sofocado en breve por el gobierno de Corazón Aquino, entonces Presidenta de Filipinas, pintadas de “Happy Christmas” en los tanques, carteles en los barrios tipo “No pase, estamos en guerra”, y esa eterna sonrisa hasta en los soldados que por cierto, calzaban chanclas, ratificaban el surrealista modus vivendi de los pinoys (filipinos). Como también ha sido testigo de numerosos momentos satisfactorios, celebraciones organizadas en Makabata y alegrías que le ha dado su querida Filipinas, entre ellas los muchos reconocimientos que ha obtenido a lo largo de su fructífera vida como el Premio Beata Teresa de Calcuta, el ser Dama de Isabel la Católica, la Medalla de Galicia y la del Merito Civil. En la residencia del embajador de España en Filipinas, en aquel entonces Luis Antonio Calvo, Maruxa recibió de manos de éste una placa conmemorativa y un libro que recopila la biografía de cien españoles viviendo fuera de España que se han acoplado y amado a su país adoptivo. Españoles escogidos como ejemplo y reconocimiento a su labor en un lugar foráneo, entre los que se encuentra Maruxa Pita. Pero quizás para ella el mayor de los galardones sea escuchar a aquellos pupilos que ayudó a crecer, a educar, hablando de ella como esta alumna de Poveda, Inés Reyes quien asegura: “La Directora Maruxa representa para nosotros, los alumnos de Poveda, lo mejor de España”. Thank you Señora Maruxa!!!!

https://institucionteresiana.org/es/

Olete lõpetanud tasuta lõigu lugemise. Kas soovite edasi lugeda?