Sufrimiento

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Sufrimiento

LA ETERNIDAD HACE LA DIFERENCIA

Paul David Tripp


Publicado por:

Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org

ISBN 978-1-629462-22-6

© Copyright, 2001 por Paul D. Tripp. Todos los derechos reservados. All rights reserved.

Agradecemos el permiso y la ayuda brindados por P&R Publishing Company, P.O. Box 817, Phillipsburg, NJ 08865–0817.

© Copyright, 2018, Publicaciones Faro de Gracia. Traducido al español por Giancarlo Montemayor. La portada y las páginas fueron diseñadas por Benjamín Hernandez de Enjoy Media, Inc.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, procesada en algún sistema que la pueda reproducir, o transmitida en alguna forma o por algún medio –electrónico, mecánico, fotocopia, cinta magnetofónica u otro– excepto para breves citas en reseñas, sin el permiso previo de los editores.

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Contenido

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Sufrimiento – la eternidad hace la diferencia

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Sufrimiento – la eternidad hace la diferencia

María se sentó enfrente de mí con sus brazos cruzados firmemente. “Estoy desanimada, enojada y tengo envidia,” dijo. Describió cómo su vida se derrumbó al perder a su esposo, su hogar y a sus hijos mediante el divorcio.

María provenía de una buena iglesia y conocía la Biblia. Pero su situación no tenía sentido para ella. “¡No tengo ninguna razón para levantarme por las mañanas!” Estaba celosa de las personas que parecían “hacer lo que querían” y sin embargo, les va bien en la vida.

Sobre todo, ella luchaba con su ira hacia Dios. “¿Cómo puede decir que me ama?,” se lamentaba. “¿Esta es la vida plena que El promete?” Realmente creía que El saciaría todas mis necesidades, pero aquí estoy—¡sin nada! No puedo leer mi Biblia, no puedo orar, no puedo tolerar un servicio dominical sin llorar o sin enojarme. Observo mi vida, las promesas de la Escritura y simplemente no tiene sentido. Soy peor que el incrédulo promedio.”

No hay duda de que María está sufriendo. Pero la forma en que contempla su vida le roba (a María y a muchos como ella) los recursos espirituales que necesita para enfrentar una gran prueba. Carece de fuerza, sabiduría, libertad y esperanza que provienen de aferrarse a un hecho bíblico básico: aunque cristo no promete restaurar a María a su antigua forma de vida, sí promete restaurarla a ella.

¿Qué está mal con la forma de pensar de María? Diría que carece de perspectiva eterna. La mayoría de las personas, sin importar su teología, viven diariamente sin considerar su destino eterno. Simplemente no concuerda con la manera en que piensan sobre sus vidas. Pero la Biblia dice que es imposible comprender lo que Dios está haciendo, o enfrentar situaciones difíciles exitosamente, si la realidad de la eternidad no está en tu panorama. Si estás sufriendo, o intentas ayudar a alguien que sufre, aprender a pensar desde una perspectiva eterna puede otorgarte sabiduría y aliento. Sin ella, los intentos de consolar a alguien que sufre pueden ser vanos. Parecen irrelevantes, inadecuados e insensibles ante circunstancias difíciles.

En el Salmo 73, la Biblia nos enseña a cómo mirar la vida desde una perspectiva eterna. Asaf, el escritor, describe una experiencia que nos resulta familiar: miramos alrededor y vemos a los malos prosperar y a los buenos sufrir. Personas que no conocen ni aman a Dios, que de muchas maneras viven egoísta y arrogantemente, parecen disfrutar de una vida sin preocupaciones. Mientras tanto, los creyentes sufren.

¿Quién de nosotros no se ha preguntado, “¿Qué es lo que sucede? ¿Dios es bueno con Su pueblo? ¿Son Sus promesas confiables? ¿Cómo puedo comprender lo que está mal a mi alrededor?”

Salmo 73 aborda la esencia de esta pregunta. Nos brinda cuatro maneas prácticas de responder a nuestras circunstancias difíciles y de animar a otros que luchan por entender las suyas.

Paso 1: Examina tu enfoque (Salmo 73:1-12)

Ciertamente es bueno Dios para con Israel,

Para con los limpios de corazón.

En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;

Por poco resbalaron mis pasos.

Porque tuve envidia de los arrogantes,

Viendo la prosperidad de los impíos.

Porque no tienen congojas por su muerte,

Pues su vigor está entero.

No pasan trabajos como los otros mortales,

Ni son azotados como los demás hombres.

Por tanto, la soberbia los corona;

Se cubren de vestido de violencia.

Los ojos se les saltan de gordura;

Logran con creces los antojos del corazón.

Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;

Hablan con altanería.

Ponen su boca contra el cielo,

Y su lengua pasea la tierra.

Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,

Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.

Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?

¿Y hay conocimiento en el Altísimo?

He aquí estos impíos,

Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.

Muchas personas miden la bondad de Dios mediante su nivel de felicidad personal y sus circunstancias físicas, externas e inmediatas. Es difícil para ellos imaginar que Dios puede ser bueno y no darles una “buena vida”.

Esta es la situación de María. Sus ojos están fijados en la felicidad personal y en el mundo físico del aquí y el ahora. Mientas ella se enfoque en estas cosas, María no comprenderá lo que Dios está haciendo. Envidiará la vida de los incrédulos y perderá su motivación para obedecer.

Observemos tres elementos de la perspectiva de María. Quizá también reconozcas estos elementos en tu corazón.

Cosas creadas. María tiende a definir la vida en términos de poseer y experimentar las cosas de este mundo. Esto se encuentra en el centro de nuestra lucha contra el pecado. Romanos 1:25 dice, “Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amen”.

La palabra clave en este versículo es cambiaron. Hemos cambiado a Dios por Su creación. Nuestra idea de la vida abundante no es servir a Dios, sino gustar alegremente las cosas creadas como la salud física, los amigos, la familia, el éxito financiero, o el bienestar emocional.

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