Los carniceros y sus oficios

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Los hombres de negocios y los carniceros catalanes, en el segundo y tercer tercio del siglo XV, también siguieron adquiriendo lana y reses en Menorca. El concejo de la Ciudad Condal, el 23 de febrero de 1437, protestaba ante el lugarteniente del gobernador por la retención, con el pretexto de una escasez local de carne, de una partida de bueyes que habían adquirido los tablajeros barceloneses Antonio Llunes y Jaume Begur.204 La respuesta corrió a cargo de los jurados de la universidad, quienes, el 15 de abril, justificaban el bloqueo con el argumento de que los precios de los animales en la capital catalana habían dejado de ser rentables para los ganaderos locales y recomendaban a sus homólogos barceloneses, después de recordarles la decisiva contribución de los rebaños insulares al aprovisionamiento de la urbe, que restablecieran las cotizaciones vigentes antes de la reciente caída.205 El consistorio de la Ciudad Condal, sin embargo, rechazó de plano las razones expuestas por las autoridades menorquinas, alegando que los precios no habían experimentado ningún cambio importante, y les requirió que autorizasen el embarque de la citada partida de bueyes.206 Dos años después, en 1439, la galera de Galceran de Requesens, gobernador de Menorca, interceptaría una embarcación catalana que navegaba, cargada de bueyes, terneros, ovejas y otros animales de carne, rumbo a Barcelona.207

El ganado menorquín no vuelve a aparecer, en la documentación barcelonesa y mallorquina, hasta mediados de la decada de 1460, en plena guerra civil catalana. La adhesión de uno de los dos bandos que se disputaban el poder en la isla, el del gobernador Pere de Bell-lloc, a la causa de la Generalitat garantizó a los sublevados el acceso al estratégico puerto de Mahón, que jugaría, en las fases álgidas de la contienda, un papel decisivo en el abastecimiento alimentario tanto de la Ciudad Condal como del enclave balear.

A principios de 1466, una escuadra realista se apoderó, en las inmediaciones del puerto de Mahón, de un balener cargado de vitualles (alimentos) e altres coses, que navegaba rumbo a Barcelona, y lo desvió hacia Ciudadela. Los consellers de la capital catalana, en diciembre de aquel mismo año, ofrecieron a sus homólogos de Mahón el envío de cereales, especificando que podrían ser pagados en metálico o con carneros, lana u otras mercancías.208 El ofrecimiento fue aceptado, puesto que, en abril del año siguiente, el consistorio catalán avisaba al capitán de Blanes del paso por su demarcación jurisdiccional de un contingente de ganado menorquín con destino a Barcelona, a fin de que no lo sometiera al pago del cabessatge209 (impuesto de paso). Un tráfico de alimentos idéntico debía de funcionar coetáneamente entre Mallorca y el sector realista de la isla de Menorca, puesto que el Gran e General Consell de la balear mayor había autorizado, el año anterior, la salida de grano para Ciudadela, con la condición de que el dinero obtenido con las ventas se consignase íntegramente a la adquisición de carneros.210

Un delegado de los rebeldes, el 1 de abril de 1472, anunciaba, desde Mahón, al concejo de Barcelona la inminente llegada de embarcaciones cargadas de trigo, procedentes de Marsella, y solicitaba el envío de una nave para remitirles ganado menor y mayor.211 El capitán y los jurados de Mahón, reiteraban la oferta el 6 y el 10 de dicho mes.212 En la segunda de las misivas, le notificaban, además, que, ante la eventualidad de un ataque realista, habían sustraído 1.000 cuarteras de un cargamento de trigo provenzal en tránsito hacia la capital catalana. La presencia de una escuadra realista en agua de Menorca, y el asedio de Barcelona, que impedía la salida de bajeles, obligan, sin embargo, a postergar el embarque de los animales.213 La situación bélica, en los meses sucesivos, evolucionará negativamente para los partidarios de la Generalitat y el ganado menorquín no llegará nunca a la hambrienta Ciudad Condal. De este conjunto de referencias se desprende que el puerto de Mahón jugó, durante la guerra civil catalana, un papel importante en el aprovisionamiento alimentario de Barcelona, como escala segura en la ruta por la que llegaban los cereales adquiridos en los puertos de Provenza y plaza expedidora de ganado de carne. Constituye también un testimonio muy expresivo de la capacidad de resistencia de la ganadería menorquina frente a los efectos destructivos de la larga contienda, que acentuaron el déficit crónico de grano en ambos sectores de la isla, pero no bloquearon las salidas de ganado de carne desde Ciudadela y Mahón, hacia la Ciudad de Mallorca y Barcelona, respectivamente.

¿Se replegaron los comerciantes italianos del mercado lanero menorquín a partir de 1410? No hay ninguna evidencia de que las relaciones económicas entre los ganaderos de la Gimnesia menor y los hombres de negocios toscanos colapsaran a la sazón; las fuentes documentales cisalpinas demuestran, sin embargo, que la agresiva política exterior de Alfonso el Magnánimo tuvo importante secuelas comerciales. Durante las fases álgidas de la conquista de Nápoles y de las subsiguientes campañas italianas, el soberano prohibió la actividad económica de los genoveses214 y de los florentinos,215 en los emporios ibéricos y ultramarinos de la Corona de Aragón; los gobiernos de los estados afectados adoptaron como represalia medidas parecidas. Aunque estos bloqueos recíprocos fueron cortos y los intercambios mercantiles se restablecieron a menudo antes de que se firmara el cese oficial de las hostilidades, su reiteración los fue degradando a medio plazo y contribuyó a que la lana menorquina desapareciera gradualmente de los obradores toscanos durante el segundo cuarto del siglo XV, sustituida, en parte, por la castellana.216 La caída progresiva de la concurrencia toscana repercutió negativamente en los precios de la fibra menorquina, favoreció su acaparamiento por parte de los mercaderes mallorquines217 y catalanes,218 y aceleró el desarrollo de la pañería local,219 un proceso lento y complejo en el que la experiencia de los tejedores y pelaires mallorquines jugó también un papel importante. En 1438, las autoridades menorquinas, para favorecer el despegue de la nueva manufactura, retenían contra su voluntad a dos tejedores que querían emigrar a la Ciudad de Mallorca,220 donde entonces se teñían y aprestaban una buena parte de los paños fabricados en la Gimnesia menor.

Durante el último cuarto del siglo XV, con las medidas reenderezadoras adoptadas por Juan II y Fernando el Católico, Menorca entrará en una fase de recuperación demográfica y reactivación económica; el sector más dinámico volverá a ser el ganadero, cuyos avances serán especialmente rápidos en el sector oriental de la isla, donde los efectos de la guerra habían sido más intensos. La afluencia de mercaderes y carniceros mallorquines y catalanes en busca de ganado de calidad no tardará en superar las cotas alcanzadas antes de la contienda. Con el cambio de centuria, la isla tendrá que enfrentarse, sin embargo, a un nuevo peligro exterior, la piratería berberisca. En 1535 y 1558, sendas flotas turca desembarcarán en la Gimnesia menor y provocarán, además una fuerte degradación de las infraestructuras económicas y defensivas, y una brusca pérdida de población, puesto que a los que morirán resistiendo al invasor habrá que sumar los que serán capturados y trasladados como cautivos a las bases de salida de la flota. Todos estos cambios pertenecen ya a otra era y corresponden a otros especialistas, que, para analizarlos, podrán apoyarse en un conjunto de fuentes locales coetáneas mucho más abundante y expresivo que el que disponen los medievalistas.

CONCLUSIONES

Desde la Antigüedad, la economía de Menorca giró en torno a la ganadería. Esta opción dimanaba de la combinación de las condiciones edáficas y climáticas de la isla, que favorecían el crecimiento de los pastos naturales, con la larga experiencia específica acumulada por sus pobladores. A pesar de que la escasez de fuentes directas no permite afirmarlo de manera apodíctica, parece que la contribución islámica al desarrollo de los rebaños menorquines fue, entre los siglos X y XIII, muy importante.

La conquista feudal de Menorca, en 1286, implicó la desaparición casi total de la población musulmana y el reparto de sus tierras y rebaños entre los invasores. Los campos de cultivo fueron concedidos en plena propiedad, enfiteusis o feudo, de acuerdo con el rango social y la magnitud de la contribución del concesionario a la campaña. Los yermos fueron declarados, en cambio, tierras comunales, para uso colectivo y gratuito de todos los pobladores, cuyos rebaños podían pastar libremente además, desde la salida a la puesta del sol, en los barbechos, rastrojos y baldíos de las explotaciones confinantes. Este régimen de explotación intensiva del herbaje favoreció a la reestructuración de la cabaña insular. La principal aportación de los nuevos campesinos cristianos consistió en la introducción de los suidos, inexistentes en Menorca, como consecuencia del veto coránico que prohibía a los musulmanes el consumo de todos sus derivados.

Durante la primera mitad del siglo XIV se estableció un comercio de compensación interinsular. Menorca aportaba carne, cueros, lana, animales de trabajo y queso a los mercados baleares; Mallorca contribuía a su abastecimiento con vino, aceite y cereales; Ibiza y Formentera, con sal. Las sacas de animales, en la Gimnesia menor, debieron de progresar, sin embargo, a un ritmo demasiado rápido y provocaron problemas de abastecimiento en el mercado interior: desde 1321, de cada 100 carneros seleccionados por los carniceros mallorquines, 15 tenían que desviarse hacia los mataderos locales

 

Estos flujos de alimentos se mantuvieron después de la reintegración definitiva, en 1343-1344, del reino de Mallorca a la Corona de Aragón, que potenció además la penetración de los mercaderes y comerciantes catalanes en el mercado pecuario menorquín. Las secuelas de la Peste Negra y de la hambruna del 1373-1374 fueron más intensas en el sector agrario que el ganadero, que exigía mucha menos mano de obra, y contribuyeron a acentuar el desfase ya existente entre ambos. Fue en esta época cuando se inició un proceso de clausura de las explotaciones y de privatización de los yermos.

En el último tercio el siglo XIV, la cabaña menorquina experimentó un importante crecimiento cuantitativo y cualitativo. El progreso gradual de los pastos a expensas de las sementeras y la culminación de una larga y cuidadosa selección genética permitieron a los ganaderos diversificar la oferta, obtener, además de carneros de alta calidad, lana de una finura y longitud sin paralelo en el Mediterráneo occidental. Fue la fibra, no la carne ni el queso, lo que indujo a las grandes compañías comerciales de la Italia septentrional a introducirse en el mercado pecuario menorquín. La concurrencia creciente de los hombres de negocios cisalpinos con los comerciantes mallorquines y catalanes, que hasta entonces habían monopolizado la distribución de la lana menorquina por los territorios continentales y ultramarinos de la Corona de Aragón, contribuyó, desde 1390, a elevar su precio y se convirtió en un importante factor exógeno del desarrollo de la cabaña insular.

Esta ganadería intensiva, comercial, se criaba en las alquerías, un tipo de explotación islámico, reestructurado durante la colonización feudal cristiana. Eran fincas con un alto grado de compactación, delimitadas ya con paredes de piedra seca, roturadas en su mayor parte, con algunas áreas cercadas y con cultivos permanentes (viñas y huertos), y otras –residuales– de yermos. Permitían, pues, articular una importante cabaña semiestante con una agricultura mediterránea extensiva.

Para los propietarios de las alquerías, que pertenecían a una clase media rural, los rebaños se habían convertido en la principal fuente de ingreso. Cada año solo sembraban un tercio de sus campos, los dos tercios restantes se dejaban en barbecho, como zona de pasto para el ganado. A fin de proteger los sembrados de la voracidad de los animales y aprovechar al máximo hierbas y rastrojos, dividían el área roturada en pequeñas unidades cerradas (tanques), mediante una red de paredes de piedra seca y setos, en las que confinaban los rebaños durante una buena parte del año, para que pacieran libremente, sin pastor. Cuando los animales habían consumido íntegramente el manto vegetal de una de estas tanques, se les desplazaba a la vecina.

La estructuración interna de las alquerías en pequeñas unidades cercadas aportaba algunas ventajas: aseguraba un abonado uniforme y sin costes de los campos, permitía criar el ganado sin pastor; y facilitaba la selección, ordeño y esquileo de los animales El sistema tenía, sin embargo, un techo, el agostamiento anual de los pastos. Para superar este último hándicap, los ganaderos menorquines acordaron extender el derecho de pasto diurno en las explotaciones confrontantes a todos los yermos, barbechos y rastrojeras no vedados del término municipal, y prolongarlo cronológicamente, incluyendo la noche. Los hatos de ovinos y vacunos pacían en las respectivas alquerías desde finales de septiembre hasta mediados de mayo, período en que los animales se reproducían, sus propietarios queseaban con la leche sobrante y realizaban el esquileo. Durante el verano, en cambio, las greyes campeaban libremente, sin pastor; al estar sometidas a un control bastante laxo, debían de atravesar frecuentemente los confines del municipio en que estaban matriculadas. Los rebaños dejaron de ser, pues, estrictamente estantes; se convirtieron, durante unos meses del año en trasnochantes, e incluso transterminantes.

Esta práctica requirió que todas las reses de cada ganadero estuviesen marcadas con una señal específica, que garantizara su identificación, y la creación de unos inspectores municipales de los rebaños, los batlles de les ovelles, con competencias suficientes para dirimir los conflictos que se planteasen por la propiedad de las reses, identificar los animales que hubiesen penetrado en los sembrados y establecer la sanción que sus propietarios tendrían que pagar a los damnificados, recoger los hatos foráneos y reconducirlos a sus respectivas circunscripciones y finalmente estar a disposición del concejo local para todas la cuestiones relativas al ganado. Esta práctica ganadera, que los observadores externos consideraban poco racional, por no permitir un control sistemático de los rebaños y facilitar la pérdida de parte de las mieses, estaría en vigor hasta mediados del siglo XV, puesto que los campesinos menorquines continuarían considerando que, a pesar de sus inconvenientes, minimizaba esfuerzos y costes.

Este sistema ganadero autóctono sufriría, a mediados del siglo XIX, los efectos de los enfrentamientos de banderías locales y las secuelas, largas y prolongadas, de la guerra civil catalana. Tanto los unos como las otras redujeron considerablemente, pero no colapsaron, las salidas de ganado de carne y de balas de lana rumbo a Mallorca y Cataluña.

* Este trabajo es resultado del proyecto de investigación «Mercados y comercialización de vituallas en el Mediterráneo occidental, siglos XI-XV: factores e indicadores de desarrollo e integración regional y supraregional», reconocido y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (HAR2016-80298-P). Abreviaturas empleadas: ACA = Archivo de la Corona de Aragón, ACM = Arxiu Capitular de Mallorca, AHCB = Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, ARM = Arxiu del Regne de Mallorca, C = Cancillería (cast.), ECR = Escrivania de Cartes Reials.

1 Que ha sido regestado por Antoni Maria Aragó y Rafael Conde: El Llibre Vermell de Ciutadella. Catàleg dels seus documents. Barcelona, 1977.

2 Ramón Rosselló: Aportació a la història medieval de Menorca. El segle XIII. Ciudadela, Consell Insular de Menorca, 1980. Id.: Aportació a la història medieval de Menorca. Segle XIV(Reis de Mallorca i Pere el Cerimoniós). Mahón, Consell Insular de Menorca, 1985. Id.: Aportació documental a la història de Menorca. El segle XV. Ciudadela, Consell Insular de Menorca, 1982. Id.: Llibre del notari de Ciutadella Jaume Riudavets. 1450-1453. Mahón, Consell Insular de Menorca, 1982. Id.: «El notari Jaume Comes», Revista de Menorca, LXXVI (1985), pp. 193-260.

3 Véase infra, notas 21, 40, 42, 43, 46, 47, 48, 125, 183 y 185.

4 Véase infra, notas 181 y 205.

5 Véase infra, nota 83.

6 Véase infra, nota 147.

7 Véase infra, nota 147.

8 Joan Josep Fornós y Antoni Obrador: «Geología de Menorca», en V. M. Rosselló, J. J. Fornós y Ll. Gómez-Pujol (ed.): Introducción a la Geografía Física de Menorca. Guia de campo de las XVIII Jornadas de Geografía Física. Palma de Mallorca, Asociación de Geógrafos Españoles / Universitat de València / Universitat de les Illes Balears / Societat d’Història Naturals de Balears, 2003, pp. 31-35; Bernardí Gelabert: «La estructura geológica de Menorca: las zonas de Tramuntana y Migjorn», en Ibid., pp. 39-43.

9 J. J. Fornós y A. Obrador: «Geología de Menorca»…, pp. 36-38; Guillem Xavier Pons y Lluís Gómez-Pujol: «Introducción al medio físico de Menorca», en V. M. Rosselló, J. J. Fornós y Ll. Gómez-Pujol (ed.): Introducción a la Geografía Física de Menorca…, p. 6.

10 G. X. Pons y Ll. Gómez-Pujol: «Introducción al medio físico de Menorca»…, p. 7.

11 Oriol de Bolós, René Molinier y Pere Montserrat: Observations phytosociologiques dans l’île de Minorque. Barcelona, Universitat de Barcelona, 1970, pp. 8-10.

12 Ibid., p. 146.

13 Ibid., pp. 31-36; Ecosistemes terrestres. Mahón, Consell Insular de Menorca, 2004, p. 10.

14 O. de Bolós, R. Molinier y P. Montserrat: Observations phytosociologiques…, pp. 20-26.

15 Ibid., pp. 26-31.

16 Ibid., pp. 47-55.

17 Ibid., pp. 113-121.

18 El lugarteniente general de las islas, en marzo de 1346, restringió las exportaciones de leña menorquina a Mallorca y prohibió cortar árboles para fabricar cenizas, sin una licencia especial de las autoridades locales: R. Rosselló: Aportació. Segle XIV…, pp. 230-231.

19 O. de Bolós, R. Molinier y P. Montserrat: Observations phytosociologiques…, pp. 121-145; Maria Àngels Cardona: «El mon vegetal», en Enciclopédia de Menorca. Ciudadela, Obra Cultural de Menorca, II, 1988, pp. 102, 113-114, 119 y 124-127.

20 Joan Pons: «El batlle de les ovelles de l’illa de Menorca, una institució comunal oblidada (s. XVI-XIX)», Estudis d’Història Agrària, 17 (2004), p 707.

21 Francesc Hernández Sanz, Compendio de Geografía e Historia de la isla de Menorca. Mahón, s. ed., 1908, p. 159.

22 Que ha sido traducida al francés y al catalán: L. Sabbha y A. Ammi: «Les Baléares vues par un géographe arabe», Bolletí de la Societat Arqueològica Lul·liana, XXXIII (1968-1972), pp. 622-625; Miquel Barceló: «Alguns problemes d’història agrària mallorquina suggerits pel text d’al-Zuhri», en M. Barceló: Sobre Mayurqa. Palma de Mallorca, Museu de Mallorca, 1984, p. 50.

23 M. Barceló: «Alguns problemes d’història agrària…», p. 50.

24 Del cual se ha perdido el original y solo se conserva una copia, de 1281, en la Biblioteca Nacional de Francia (Ms. Latins, 9261). Fue publicado, a mediados del siglo XIX, por Louis de Mas Latrie: Traités de paix et de commerce et documents divers concernant les relations des chrétiens avec les Arabes de l’Afrique septentrionale au Moyen fige. París, Henri Pilot, 1866, pp. 182-185. Esta edición ha sido reimpresa reiteradamente, a menudo sin compulsarla con el original: Ambrosio Huici y María Desamparados Cabanes: Documentos de Jaime I de Aragón. Valencia, Anubar, I, 1976, pp. 274-277; Llorenç Pérez: «Corpus documental balear. I: Reinado de Jaime I (1128-1235)», Fontes Rerum Balearium, I, (1977), pp. 74-76; Miquel Barceló: «El tractat de Capdepera de 17 de juny de 1231 entre Jaume I i Abu Abd Allah Muhammad de Manurqa. Sobre la funció social i política dels fuqaha», en M. Barceló: Sobre Mayurqa…, pp. 82-84. La edición más recomendable es, sin embargo, la que hizo, con motivo de unas jornadas de estudio específicas, Antoni Mut: «El document del tractat de Capdepera, de 1231 (estudi codicològic, transcripció i traducció)», en Actes de les jornades d’estudi i debat. El tractat de Capdepera de 1231 i la independència de Menorca. Palma de Mallorca, Ajuntament de Capdepera, 2009, pp. 17-76.

25 «Ad mayorem etiam recognitionem vestre dominationis promittimus vobis et heredibus vestris […] dare singulis annis nonagentos almudinos ordei et centum tritici […] et centum cabeças inter boves et vacas, qui sunt duobus annis usque ad sex, et trescentes cabeças inter capras et capronos et ducentes cabeças inter moltones et oves, et duo quintaria de mantega» (M. Barceló: «El tractat de Capdepera…», p. 82).

26 Pau Cateura: «La Menorca musulmana en temps dels cristians (1230-1287)», en I Jornades de recerca històrica de Menorca. La Manurqa de Said Ibn Hakam, un país islàmic a Occident. Ciutadella, Publicacions del Born, 2005, pp. 31-32.

27 ARM, 342, f. 11v. Antonio Ortega: «Navegación mediterránea por el Atlántico. El caso de Mallorca (1230-1349)», Minius, 21 (Vigo, 2013), p. 51.

28 Jaume I: «Llibre dels feits», en F. Soldevila (ed.): Les quatre grans cròniques. Barcelona, Selecta, 1971, p. 168 y p. 376.

29 Analizada, entre otros, por Ferran Soldevila y Antonio Riera i Melis: Pere el Gran. Primera part: l’Infant. Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, I, 1950, pp. 16-30 y 11-114; Antoni Riera i Melis: La Corona de Aragón y el Reino de Mallorca en el primer cuarto del siglo XIV. Madrid/Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1986, pp. 31-32. Id.: «El regne de Mallorca en el contexto internacional de la primera meitat del segle XIV», Homenatge a la memòria del Prof. Dr. Emilio Sáez. Aplec d’estudis dels seus deixebles i col·laboradors. Barcelona, Universitat de Barcelona, 1989, pp. 46-47.

 

30 Editado por Manuel de Bofarull: Colección de documentos inéditos del Archivo de la Corona de Aragón. Barcelona, Imprenta del Archivo, XXIX, 1866, pp. 446-449, y por Albert Lecoy de la Marche: Les relations politiques de la France avec le Royaume de Majorque. París, Ernest Leroux, 1892, I, pp. 446-449. Para un análisis más detenido del mismo véase A. Riera i Melis: La Corona de Aragón y el Reino de Mallorca…, pp. 32-33 y 56-57; y Id., «El regne de Mallorca en el context internacional»…, pp. 47-48.

31 Ramon Muntaner: «Crònica», en F. Soldevila (ed.): Les quatre grans cròniques. Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 3, 2011, pp. 253-255 y 264; Jerónimo Zurita: Anales de la Corona de Aragón. A. Canellas (ed.). Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, II, pp. 264-269; Ludwig Klüpfel, Die aüssere Politik Alfonsos III von Aragonien (1285-1291). Berlín/Leipzig, W. Rothschild, 1911-1912, pp. 17-18 y 160-162; Miguel Ferrer: «La conquista de Mallorca por Alfonso III», Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana, XXX (1947-1952), pp. 274-288; A. Riera i Melis: La Corona de Aragón y el Reino de Mallorca…, pp. 69-71.

32 Como se desprende de la frase que Ramon Muntaner, en su crónica, pone en boca del almirante Roger de Llúria, en el verano de 1285: «Aquella cosa que a mi fa paor d’aquesta guerra és que l’illa de Mallorca no fos contra nos». (R. Muntaner: «Crònica»…, p. 254.)

33 R. Muntaner: «Crònica»…, pp. 287-290; Cosme Parpal: La conquista de Menorca en 1287 por Alfonso III de Aragón. Barcelona, Imprenta de la Casa de Caridad, 1901.

34 Vicente Salavert: Cerdeña y la expansión mediterránea de la Corona de Aragón, 1297-1314. Madrid, 1956, I, pp. 107-113; Steven Runciman: I Vespri siciliani Storia del mondo mediterraneo alla fine del tredicesimo secolo. Bari, Dedalo, 1976, p. 352.

35 Editado por Manuel de Bofarull: Colección de documentos inéditos…, XXIX, pp. 45-57 y 251-259.

36 A. Riera i Melis: La Corona de Aragón y el Reino de Mallorca…, pp. 34 y 71-72; Id.: «El regne de Mallorca en el context internacional»…, p. 55.

37 Proceso bien analizado por Elena Lourie: «La colonización cristiana de Menorca durante el reinado de Alfonso III “el Liberal”, rey de Aragón», Analecta Sacra Tarraconensia, 53-54 (1983), pp. 135-185.

38 R. Muntaner: «Crònica»…, p. 289.

39 Ibid.

40 Jaume Sastre: «L’organització de Menorca el 1301», Mayurqa, 24 (1997-1998), p. 46.

41 Ibid., pp. 47-48.

42 J. Sastre: «L’organització de Menorca…», pp. 46 y 51; Joan Hernández: «Florentins a terres de Menorca. Un model de comerç marítim a la baixa edat mitjana», Bulletí de la Societat Catalana d’Estudis Històrics, XI (2000), p. 41.

43 En este padrón fiscal no figuran las familias más pobres ni los marginados sociales: Jaume Sastre, «El impuesto del morabatí en el Reino de Mallorca (1300-1349)», Acta Historica et Archaelogica Mediaevalia, 10 (1989), pp. 159-187.

44 Como recordaría, casi cien años después, Pedro Fàbregues al soberano, ante el avance de las privatizaciones y los cierres: ACA, C, reg. 144, ff. 91r-92v.

45 Del documento, conocido con el nombre de Pariatge, se conserva el original: ARM, Pergs. RP, segle XIV, núm. 29.

46 La creación de las estructuras eclesiásticas menorquinas ha generado abundante bibliografía, entre las aportaciones mejor documentadas destancan: Gabriel Llabrés Quintana: «El pariatge de Menorca (1300)», Revista de Menorca (1907), pp. 75-83; Florencio Sastre: «El Paritage de Menorca de 1301», Mayurqa, 20 (1981-1984), pp. 141-154; Miguel Ángel Casasnovas: Història de Menorca. Mallorca, Moll, 2005, p. 197.

47 Lluc Carreras: «Avance de un estudio sobre comercio e industria de Menorca», Revista de Menorca, XI, (1916), pp. 306 y 313-314; J. Hernández: «Florentins a terres de Menorca… », p. 41.

48 Jaume Sastre: La Seu de Mallorca (1390-1430). La prelatura del bisbe Lluis de Prades i d’Arenós. Palma, CIM, 2007, p. 41.

49 R. Rosselló, Aportació. Segle XIV…, pp. 13-14.

50 Ibid., p. 54.

51 Ibid., p. 54.

52 Ibid., p. 52.

53 Ibid., p. 57.

54 Ibid., p. 49. Es probable que estas explotaciones fueran las que vendería Pedro el Ceremonioso, en junio de 1345, poco después de la reintegración del archipiélago a la Corona de Aragón, a Dalmau de Totsó, en franco alodio, por 1.310 libras, 15 sueldos y 2 dineros (Ibid., p. 152). Si la identificación es correcta, la operación habría sido muy rentable para el soberano, que se habría embolsado aproximadamente el triple del precio que pagó por ellas el difunto monarca mallorquín.

55 R. Rosselló: Aportació. Segle XIV…, p. 128.

56 Ibid., p. 157.

57 Ibid., p. 61.

58 Ibid., p. 43. Véase también infra, notas 113, 131-137, 199, 201 y 210.

59 Ibid., p. 40. Véase también infra, nota 140.

60 Ibid., pp. 42-43.

61 Ibid., p. 16.

62 ARM, Lletres Comunes, vol. 2, f. 59v.

63 Véase infra, notas 73, 79 y 117.

64 R. Rosselló: Aportació. Segle XIV…, pp.43-44.

65 Véase infra, nota 77.

66 A. Riera i Melis: «El regne de Mallorca en el context internacional…», p. 62.

67 Jaume Sobrequés: «Contribució econòmica del municipi de Barcelona a l’empresa de recuperació del regne de Mallorca», en VIII Congrés d’Història de la Corona d’Aragó. Valencia, 1973, II/3, pp. 291-302.

68 La liquidación del reino privativo ha atraído la atención de numerosos historiadores mallorquines y extranjeros: A. Lecoy de la Marche: Les relations politiques…, II, pp. 63-118; Carl Arnold Willemsen: Ocaso del Reino de Mallorca y extinción de la dinastía mallorquina. Palma de Mallorca, Ayuntamiento, 1955, pp. 10-11; Álvaro Santamaría: «Mallorca, del Medioevo a la Modernidad», en J. Mascaró Pasarius (ed.): Historia de Mallorca, III. Palma de Mallorca, 1970, pp. 110-112; A. Riera i Melis: «El regne de Mallorca en el context internacional…», p. 62. El análisis más documentado y riguroso corresponde, sin embargo, a Gabriel Ensenyat: La reintegració de la Corona de Mallorca a la Corona d’Aragó (1343-1349). Palma de Mallorca, Moll, 1997, I, pp. 139-202.

69 A. Lecoy de la Marche: Les relations politiques…, II, pp. 118-135; C. A. Willemsen: Ocaso del Reino de Mallorca…, pp. 11-12; G. Ensenyat: La reintegració de la Corona de Mallorca…, I, pp. 202-241.

70 A. Lecoy de la Marche: Les relations politiques…, II, pp. 162-163; C. A. Willemsen: Ocaso del Reino de Mallorca…, pp. 14-29; Bartomeu Font: «Mallorca en 1349», Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana, XXXII (1961-1965), pp. 245-260; A. Santamaría: «Mallorca del Medioevo a la Modernidad»…, pp. 126-134; G. Ensenyat: La reintegració de la Corona de Mallorca…, I, pp. 265-286.

71 ACA, reg. 1410, f. 7 r., y reg. 1418.

72 R. Rosselló: Aportació. Segle XIV…, pp. 229-230 y 245-246.

73 «Item que nul hom ne neguna persona stranya o privada de qualque condició o stament sia no gos trer ne fer trer […] moltons, porchs, cabrons, cabrits, anyels, ovelles, cabres, truges grans e poques, bous, vaches, vedels o vedeles […] cavalls, rossins o altra bèstia cavallina»: ARM, Lletres Comunes, 6, ff. 161r-161v; transcripción de R. Rosselló: Aportació. Segle XIV…, p. 231.

74 Véase infra, notas 92, 93, 96, 98, 204, 207, 208 y 209.

75 R. Rosselló: Aportació. Segle XIV…, pp. 121-122.

76 Ibid., p. 294.

77 Ibid., p 232.

78 Ibid., pp. 141, 142 y 298-299.

79 Ibid., pp. 232-233.

80 Ibid., pp. 232-233 y 236.

81 Ibid., p. 131.

82 Ibid., p. 132.

83 Jesús Ernesto Martínez Ferrando: «Exceso de población sarda en Menorca a finales del siglo XIV», en VI Congreso de Historia de la Corona de Aragón, I. Madrid, 1961, pp. 319-329.

84 Analizadas sucintamente por Robert S. Gottfried: La Muerte Negra. Desastes naturales y humanos en la Europa medieval. México, Fondo de Cultura Económica, 1989, pp. 165-167.

85 «Altri […] affermavano il bere assai e il godere e l’andar cantando a torno e sollezando e il sodisfare d’ogni cosa all’appetito che si potesse e di ciò che avveniva ridersi e beffarsi esser medicina certissima a tanto male: e cosí come il dicevano il metevano in opera a lor potere, il giorno e la notte, ora a quella taverna ora a quella altra, andando, bevendo senza modo, senza misura»: G. Boccaccio: Decameron. A cura di Vittore Branca. Turín, Einaudi, 1992, I, p. 19.