Tensiones y transiciones en las relaciones internacionales

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En este tenor, el investigador suscrito a este campo necesita una metodología que facilite el entendimiento a profundidad “de las relaciones sociales de producción e intercambio, y de las prácticas ambientales” (p.7), teniendo en cuenta el contexto y la historia, así como las voces de los actores participantes. Por ello se explica la inclinación de los ecologistas políticos por el uso de metodologías interpretativas y métodos y técnicas cualitativas. No obstante, Robbins se inclina por el empleo de la cadena de explicación. Para este autor, según Caderón–Contreras, esta es la metodología por antonomasia para los ecologistas políticos, pues facilita la contemplación de las diversas escalas en que tienen lugar los problemas socioterritoriales, del cúmulo de actores que participan en ellos, y además permite identificar con mayor claridad “las dinámicas económicas y políticas que tienen repercusiones” ambientales (Calderón–Contreras, 2013, p.564). Las herramientas señaladas pueden resultar en un aporte interesante para el estudio del desarrollo en el que, en la mayoría de las ocasiones, se privilegian metodologías cuantitativas más asociadas a la disciplina de la economía y las ontologías positivistas.

Por último, el tercero de los compromisos que adquiere el investigador es el político. En este sentido, quienes se inscriben a este marco de pensamiento, a decir de Bridge, McCarthy y Perreault, “tienen un compromiso político con la justicia social y el cambio político estructural” a favor de los grupos marginados de la sociedad, ya sean los campesinos, las comunidades indígenas, las mujeres o las poblaciones con menores capacidades y recursos de poder (2015, p.8). De tal manera que la EP “es explícitamente normativa”, por lo que es común que el investigador de dicho campo haga “juicios normativos sobre los actores y los sistemas que se estudian”, pues al final el ecologista político busca relaciones justas, equitativas y provechosas entre sociedad y naturaleza (p.622). Aunado a ello, suele ser común, y sobre todo deseable, que los ecologistas políticos, a diferencia de otros académicos, se comprometan de manera importante con “la política y la práctica política” y que entablen relación directa con agencias de gobierno, organizaciones no gubernamentales (ONG), movimientos sociales y otros activistas políticos (p.627). Estamos pues ante un tipo de investigación–acción que permite al estudioso fungir como un agente con potencial trasformador de las condiciones actuales.

Desde la perspectiva más amplia de la EP, la experiencia china de desarrollo pierde relevancia o, al menos, invita al observador a ser más cauteloso en cuanto a considerarla como una pauta a seguir por otras economías. En este sentido, los hacedores de política y tomadores de decisión en China, como ha sido común entre quienes comparten una visión desarrollista, han mantenido una actitud que atinadamente Peter Zabielskis asocia con la frase de “enriquecerse ahora y limpiar después” (2014), lo que ha favorecido la implementación de una estrategia de desarrollo que ha implicado altos costos en términos ambientales.

Así, a pesar de los esfuerzos realizados por los dirigentes chinos desde 1979, año en que se promulgó la primera ley ambiental en ese país, y a partir de la cual han tenido lugar nuevas regulaciones e instituciones, la cuestión ambiental se ha convertido en un reto cardinal para la RPC y es que, en realidad, los esfuerzos se han quedado en el papel y el discurso (Zabielskis, 2014). (25) El tamaño y la población del país (la producción y el consumo), pero, sobre todo, la corrupción y la falta de aplicación de la ley, han agravado la situación ambiental en el país (Zabielskis, 2014).

De esta forma, la producción necesaria para satisfacer tanto el consumo doméstico como el internacional que se demanda a China ha devenido en la escasez de recursos en términos de tierra utilizable para la agricultura y agua para consumo humano, así como en un aumento en los niveles de contaminación. Al respecto, Zabielskis señala que actualmente 60% de las 669 ciudades chinas han experimentado escasez de agua; mientras que en 76 de las 118 ciudades más pobladas el agua sufre de altos niveles de contaminación (2014, p.264). Empero, la contaminación de ríos y agua subterránea no es el único problema, ya que el aire también ha alcanzado niveles de contaminación letales (Hung, 2016, p.178).

El aumento de la producción en China, como apunta Shambaugh (2013), se traduce en un apetito insaciable por la energía, el cual se incrementa año con año. Si se tiene en cuenta que alrededor de 70% de la energía que consume el país asiático es producida mediante el encendido de carbón (Zabielskis, 2014, p.266), se entiende que China se haya convertido desde 2010 en el principal emisor de dióxido de carbono en el mundo (Shambaugh, 2013), además de uno de los principales consumidores de petróleo junto con Estados Unidos y Japón. Esto significa que la industria china, y por ende su estrategia de desarrollo económico, ha descansado en buena medida en energías fósiles. Aún más, los altos niveles de contaminación por dióxido no solo han afectado a las ciudades chinas dando lugar a numerosas protestas ambientales cada semana (Zabielskis, 2014, p.262) sino que también ha tenido implicaciones para vecinos en la región como Corea del Sur y Japón e incluso en las costas de Estados Unidos y Canadá, lo que ha derivado en presiones por parte de la comunidad internacional (Chan, Lee & Chan, 2008).

Sin embargo, en el ámbito internacional China se ha mostrado comúnmente reacio a suscribir e implementar los compromisos internacionales; ha defendido un argumento a favor de una “cuota de destrucción” o un “trato común diferenciado” que dé mayor flexibilidad a los países en desarrollo en tanto estándares ambientales con miras a alcanzar el nivel de industrialización de los países occidentales (Chan, Lee & Chan, 2008). (26) Más allá de reflexionar acerca de lo valido o no del argumento, lo cierto es que las estrategias de desarrollo en esa lógica son insostenibles por los limitantes que imponen los recursos finitos, pero también por las relaciones internacionales a las que están dando lugar, que apuntan hacia escenarios de conflicto e inestabilidad.

CONCLUSIONES

El objetivo del presente trabajo es el de contribuir al debate en torno a la alternativa que ofrece o no el proceso de desarrollo económico que ha tenido lugar en China desde fines de la década de los setenta. Con esa intención, en el primer apartado se presentaron una serie de indicadores económicos y sociales tanto de China como de dos países latinoamericanos —México y Brasil— para dimensionar el avance logrado por el país asiático. Los datos son contundentes y no dejan duda con respecto al porqué China ha acaparado la atención de los estudiosos y analistas del desarrollo en los años recientes.

En el segundo apartado, se abordó brevemente la discusión que ha tenido lugar en cuanto a la pertinencia de nombrar a la estrategia de desarrollo de China como Consenso de Beijing o modelo chino. Se planteó, por un lado, que el término del CB, pese a llamar la atención de los medios y la academia notablemente, es un concepto que va más allá del desarrollo económico y es, hasta cierto punto, ambiguo para ser comparado con el CW al que suponía reemplazar. Por otro lado, se sostuvo que en el caso chino es difícil, pero sobre todo inútil, querer hablar de un modelo económico como tal, susceptible de imitación y replicación en otras partes del mundo. Pero ello no solo a que el proceso ha carecido de un plan paso a paso como acusan algunos sino porque en los años que van desde el inicio de los estudios del desarrollo en la década de los cuarenta, ha quedado claro que este proceso no responde a recetas universales, las cuales no son posibles ni tampoco deseables.

Sin embargo, ello no debe desalentar el estudio de la experiencia de China. Toda experiencia, ajena o propia, puede contribuir al conocimiento y aprendizaje significativo. En este tenor, en el apartado se pasa revista a algunos de los aprendizajes que han sido identificados en la literatura con respecto al caso de China. Se identifican cinco aspectos esenciales, a saber: (1) la humildad y apertura de los dirigentes para aprender de otros y su habilidad para apropiarse y adaptar las instituciones y prácticas más exitosas; (2) la práctica del gradualismo para mantener un ambiente político estable a nivel interno y una identidad pacífica y cooperativa para hacer lo propio en el exterior; (3) el alejamiento de dogmas ideológicos a favor de una actitud pragmática, consciente de que el cambio es una constante de la realidad social; (4) el papel clave del estado, no solo como un regulador de la actividad económica sino como un impulsor de la competencia interna, pero, más importante, un planificador de objetivos de largo alcance; finalmente, (5) la prudencia financiera que ha caracterizado a China. Todos estos elementos, en efecto, pueden verse como pistas para tomar un camino alternativo al modelo neoliberal. Empero, ello no significa que el “camino chino” constituya una alternativa de desarrollo deseable.

Este último punto se desarrolla en el tercer apartado, en el que se hace una crítica al énfasis puesto en los estudios de desarrollo de China y el desarrollo en general en torno a la acumulación de capital, al aumento de la productividad sin consideraciones sustanciales sobre el tema ambiental. En este sentido, se sostiene que la alternativa que ofrece el caso chino —o cualquier otra que no tenga miramiento por lo anterior— no representa en realidad una opción loable de desarrollo. Una alternativa en este sentido requiere un cambio en la manera en que se concibe la relación entre sociedad y naturaleza.

De ahí que se realice un acercamiento general al campo interdisciplinar de la EP, cuyo objetivo final es, precisamente, generar ese cambio en la manera de pensar, en la forma en que se acumula el conocimiento con respecto a los problemas que surgen de la interacción entre lo político, lo económico y lo ambiental. Se revisan, a partir de los trabajos de Paul Robbins (2012) y Gavin Bridge, James McCarthy y Tom Perreault (2015), los principios y compromisos básicos que demanda este novel campo de investigación y que pudieran devenir en la identificación de nuevas maneras de pensar y practicar el desarrollo.

 

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*- Agradezco los comentarios de Jaime A. Preciado Coronado y de Genevieve Marchini a una primera versión del manuscrito. Las omisiones y carencias en el mismo son responsabilidad del autor.

1- El término acuñado por John Williamson, el “Consenso de Washington”, ha sido asociado estrechamente al pensamiento neoliberal del libre mercado y a los Programas de Ajuste Estructural que, a fines de la década de los ochenta y principios de los noventa, promovieron las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (Cohen & Easterly, 2009)

2- Especialmente llamativo resulta el hecho de que James D. Wolfensohn, otrora presidente del Banco Mundial, declarara en un discurso en la Conferencia de Shanghái sobre la Pobreza en 2004, que “el Consenso de Washington había estado muerto por años” (2005, p.475).

3- El propio John Williamson ha planteado la necesidad de ir “más allá” del Consenso de Washington (2008, p.30).

4- Eugenio Anguiano y Ugo Pipitone explican que fue el propio Deng Xiaoping quien comenzó con “la caracterización del liderazgo por generaciones [lo que] se ha vuelto habitual en la política China” (2014, p.506). En este sentido, Mao Zedong fue el líder de la primera generación, Deng Xiaoping de la segunda, Jiang Zemin de la tercera, Hu Jintao y Wen Jiabao de la cuarta, y Xi Jinping con Li Keqiang lo son de la generación actual.

5- Cifras en dólares a precios actuales. Todos los datos del PIB y del PIB per cápita por país pueden consultarse en www.worldbank.org/en/country

6- Cifras en dólares a precios actuales. Todas las cifras sobre (IED) y comercio internacional por país pueden consultarse en http://unctadstat.unctad.org/wds/ReportFolders/reportFolders.aspx?sCS_ChosenLang=en

7- Las cifras de IED en China excluyen los montos recibidos en las regiones administrativas especiales de Hong Kong, Macao, además de la provincia de Taiwán.

8- Es interesante notar que la cifra de China es mayor, si tenemos en cuenta que Hong Kong es un ente bajo soberanía china. Se trata, pues, de un apéndice económico.

9- Los montos fueron calculados a precios actuales a partir de los datos obtenidos de la UNCTAD.

10- El índice de competitividad global mide la capacidad de un país para brindar un alto nivel de prosperidad a sus habitantes. El ranking de competitividad global del Foro Económico Mundial 2015 puede consultarse en http://reports.weforum.org/global–competitiveness–report–2014–2015/rankings/

11- El índice de globalización de KOF mide la globalización económica, política y social de los países. Es calculado anualmente por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich y puede consultarse en http://globalization.kof.ethz.ch/

12- El ranking del año 2001 puede consultarse en Foro Económico Mundial (2002). Los datos del año 2015 están disponibles en http://reports.weforum.org/global–competitiveness–report–2014–2015/rankings/

13- Los indicadores de desarrollo humano del PNUD por país presentados en esta sección pueden consultarse en http://hdr.undp.org/en/data

14- El Banco Mundial toma en cuenta a la población mayor de 15 años que quiere, pero no puede trabajar. La tasa de desempleo por países puede consultarse en https://data.worldbank.org/

15- Porcentaje que el Banco Mundial calcula con base en el total de la población de entre 15 y 20 años que no labora. La tasa de desempleo juvenil por países puede consultarse en http://data.worldbank.org/data–catalog/world–development–indicators

16- El indicador por país puede consultarse en: http://www.ilo.org/ilostat/faces/home/statisticaldata/ContryProfileId?_afrLoop=193713760551950#%40%3F_afrLoop%3D193713760551950%26_adf.ctrl–state%3Dh4vrdsb74_1052

17- De los cuatro factores mencionados, conviene detenerse en dos: las empresas estatales y la clase media. En cuanto al papel que han tenido las empresas estatales, Hu Angang, a diferencia de los economistas de corte neoliberal, argumenta la importancia de consolidar las empresas de propiedad estatal, en especial la banca comercial, cuyas utilidades han crecido de manera importante en los últimos años. Su tesis ganó fuerza tras la crisis financiera global de 2009, debido a que al finalizar esta “cuatro de los 10 principales bancos en términos de capitalización de mercado fueron chinos” (en Cheng, 2014, p.xxviii). Un logro nada despreciable si se tiene en cuenta que, de los 28 bancos más grandes del mundo, solamente uno se encuentra en China, el Bank of China, que ocupa el lugar número 10 (Justo, 2016). En segundo lugar, la emergencia de la clase media supone para el economista la posibilidad de mantener altas tasas de crecimiento económico al ampliar el mercado doméstico. En este sentido, entre 2001 y 2010, la clase media pasó a representar de 15% a 23% de la población total; alrededor de 243 millones de chinos pertenecen a este sector emergente (Cheng, 2014, p.xxx).

18- Los autores se refieren a Stefan Halper.

19- David Zweig (2010) divide en cinco olas el periodo de reforma y apertura experimentado por China. La primera (1978–1983) inicia con la descolectivización de la agricultura y la apertura de cuatro zonas económicas especiales (Shénzhen, Zhuhai, Xiamen y Shantou). En la segunda ola (1984–1985) se abren catorce nuevas zonas al comercio y a la IED, se intensifica la relación con el exterior a través de intercambios y se descentraliza el control del comercio. En la tercera (1987–1988) se prioriza la consolidación del sector exportador para implementar un modelo de crecimiento económico basado en las exportaciones y se abren todas las costas de China a la economía global. La cuarta ola (1992–1997) comienza con el “Viaje al Sur” de Deng Xiaoping, el cual resultaría en un periodo de apertura profunda y en el establecimiento de la “economía de mercado socialista”. Finalmente, en la quinta ola (1998–en adelante), bajo el mando de Jiang Zemin, se promueve una mayor integración de China con el mundo.

20- Aún más, cabe señalar que si bien los argumentos son importantes, también son debatibles. Li, Broadsgaard y Jacobsen (2009) rebaten contundentemente la importancia de cada uno de los puntos señalados para el desarrollo económico de China.

21- Una de las principales críticas que se hacen al Consenso de Washington (Willis, 2011).

22- Al respecto, los proponentes del posdesarrollo, como Arturo Escobar, cuestionan la idea y legitimidad del concepto de desarrollo. Discuten los modos en que “Asia, África y Latinoamérica llegaron a ser definidas como ‘subdesarrolladas’ [...] y necesitadas de desarrollo” (2005, p.18). En este sentido, la búsqueda legítima no es la de alcanzar el desarrollo, sino emanciparse de él —por ejemplo, pensar que “la realidad puede definirse en términos distintos a los del desarrollo […] abogar por concepciones distintas” (p.22).

23- Instituciones entendidas, siguiendo a Luiz Carlos Bresser Pereira, como el conjunto de “leyes, políticas, acuerdos, entendimientos, creencias compartidas” que “orientan las acciones económicas” llevadas a cabo por políticos, burócratas estatales, empresarios, trabajadores y profesionistas (2010, p.71).