Lo femenino en debate

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Bibliografía





Freud, S., (1905) “Tres ensayos de teoría sexual”, en

Obras completas

, t. VII, Amorrortu, Buenos Aires, 1978.



Freud, S., (1905 ) “Fragmento de análisis de un caso de histeria (Caso «Dora»)”, en

Obras completas

, t. VII, Amorrortu, Buenos Aires, 1978.



Freud, S., (1914) “Introducción del narcisismo”, en

Obras completas

, t. XIV, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.



Freud, S., (1917) “20ª Conferencia La vida sexual de los seres humanos. Conferencias de introducción al psicoanálisis (Parte III)”, en

Obras completas

, t. XVI, Amorrortu, Buenos Aires, 1978.



Freud, S., (1917a) “21ª Conferencia Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales. Conferencias de introducción al psicoanálisis (Parte III)”, en

Obras completas

, t. XVI. Amorrortu, Buenos Aires, 1978.



Freud, S., (1917b) “Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal”, en

Obras completas

, t. XVII, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.



Freud, S., (1923) “La organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad)”, en

Obras completas

, t. XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.



Freud, S., (1924) “El sepultamiento del complejo de Edipo”, en

Obras completas

, t. XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.



Freud, S., (1925) “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos”, en

Obras completas

, t. XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.



Freud, S., (1931) “Sobre la sexualidad femenina”, en

Obras

completas

, t, XXI, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.



Freud, S., (1933 ) “33ª Conferencia La feminidad. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis”, en

Obras completas

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Freud, S., (1937) “Análisis terminable e interminable”, en

Obras Completas

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Lacan, J., (1955-56)

El Seminario, Libro 3, Las Psicosis,

 Paidós, Buenos Aires, 2007.








Sexuación y dualidad 



Lucía Moavro





Si pensamos en la oposición hombre/mujer, la genética y la anatomía tienen información de sobra que va en el sentido de esa bipolaridad, que sabemos que no termina de captar la complejidad de la sexuación. Freud, en cambio, dice que los conceptos de masculino y femenino, tan unívocos para la opinión común, para nosotros se cuentan entre los más confusos. “Todos los individuos combinan en sí características tanto femeninas como masculinas, de modo que la masculinidad y la feminidad puras no pasan de ser construcciones teóricas de contenido incierto”.



La diferencia entre los sexos ha sido planteada o bien desde una concepción discreta con dos esencias distintas y contrapuestas o bien desde una concepción donde se pasa sin rupturas del uno al otro en la que nunca hay más que lo relativo.



¿Se trataría entonces de un

continuum

en el que se desliza el marcador de la determinación sexual? ¿Los sexos existen

relativamente

el uno respecto del otro? ¿O cada uno depende de una

sustancia

singular, siendo la diferencia sexual consecuencia de esa dualidad?



Desde Lacan lo que

hay


es goce fálico. Afecta a todos, ya que no hay sujeto si no es a través del lenguaje, participando de ese goce que articula cuerpo y habla, fonación y audición y enlaza placer sexual con el juego de los significantes. El mérito del goce fálico en relación a nuestro tema es que no hay división, vale para todo ser hablante. Dice Lacan “esta función del falo vuelve en lo sucesivo insostenible la bipolaridad sexual”. Es decir que hace obstáculo a la dualidad, al 2. Lo mismo encontramos en Freud cuando dice que el inconsciente no inscribe la diferencia sino como falo/castrado.



La función fálica para Lacan es la relación del

parlêtre

, el ser hablante, con el goce que se enlaza al lenguaje y es ahí donde Lacan busca convertir la función fálica en aquello que le permita construir la diferencia entre

hombre

y

mujer

. Cuando habla de función no se refiere a un elemento, sino a la relación de elementos pertenecientes a dos series disjuntas. La función es la

escritura de una relación que articula dos series: no


hombres y mujeres, sino seres hablantes y goce.


Para decirlo en los términos del

Seminario 20,

 la disyunción es entre el Uno y el Otro. El sintagma lacaniano “no hay relación sexual” consistiría el nuevo nombre de dicha disyunción.



Conmover las dualidades hombre/mujer, activo/pasivo, supone poner en cuestión ese binarismo instituido en la lógica misma. En este sentido Lacan hace un esfuerzo por relacionar lo que llama la falla lógica con la falla sexual, partiendo de una dualidad hombre/mujer para romperla.



Lacan plantea en las fórmulas de la sexuación la universalidad de la función fálica, lo que implica que todos los seres hablantes están ubicados en relación a la función fálica, que afecta al cuerpo y el lenguaje. Desde Freud, el falo es pieza clave de la sexualidad y la economía deseante, hace jugar la dimensión simbólica: la relación al Edipo y a la amenaza de castración. Falo y castración se implican recíprocamente, por lo cual la afirmación del falo como universal articula su pérdida, la castración. Es decir que sostenemos dos valores contrapuestos: la proposición anuncia la pérdida de la propiedad que afirma, encierra una contradicción (falo o castración, no hay uno sin el otro). Considerar el falo como referencia universal para todo ser hablante implica que ningún despliegue simbólico dejará de concebirse sin él. Por lo tanto, no hay sujeto sin referencia fálica, un falo destinado a perderse.







Movimiento de escritura





Lacan parte de la universal afirmativa y escribe

para todo x, fi de x

, es decir, a todos les corresponde la función fálica. Eso lo conduce a afirmar la particular negativa (en diagonal) es decir,

no-todo x dice sí a la función fálica

, sosteniendo la existencia del no-todo y escribiendo una particular que niega el operador de la universal. Si la particular negativa afirma que no-todos lo hacen, es obligatorio que la particular afirmativa diga que hay quien no lo hace. Lacan transforma allí la negación llamada débil (por la lógica) del cuantificador universal (

para no-todo x

), en un cuantificador existencial (existencia desprendida de toda esencia), produciendo así la escritura de la particular afirmativa como

existe x, para la cual no hay fi de x

. Eso nos lleva a la universal negativa, que puede ser concebida no sólo como el conjunto de elementos que no satisfacen la función, sino también como el lugar donde no se encuentra ningún elemento. No hay quien diga no. Al decidir escribir la universal negativa con la negación de un cuantificador existencial, Lacan sostiene un sujeto con una relación muy especial con la nada.







Lógica de las fórmulas





Lacan retoma el mito del padre de la horda, que goza de “todas las mujeres” y dice que tal cosa no existe: no hay universal de la mujer. No hay una serie de valores que formen el conjunto mujer. Plantea la universal clásica (hombre) y la negación del universal (mujer), con lo cual no hay una dualidad, hay un uno y su negación. Esto no significa que el hombre sea universalizable, que haya un recorrido de valores que pueda definir al hombre, sino que, como veremos más adelante, ni para un hombre ni para una mujer podemos determinar ningún universal.



En las fórmulas, no es un nivel la negación del otro, sino su obstáculo: si lo fueran, restablecerían esa dualidad inicial que Lacan quería evadir. Por eso escribe conjuntos que son paradójicos: hay un no-todo que entra en franca contradicción con otras partes de la fórmula. Si sostenemos que no todos poseen la propiedad y a la vez que algunos la poseen, podríamos entonces restablecer un todo universal si hacemos una conjunción. Es decir, algunos cumplen cierta propiedad, otros no, es un conjunto cerrado. Por el contrario, él plantea un valor crítico del no-todo con respecto a la universal: al mismo tiempo, no todos la poseen y no hay quien no la posea. No hay x para no satisfacer la función y a la vez los que la satisfacen no constituyen el

conjunto

de los elementos que satisfacen. No hay excepción y no hay universal. O al decir de Lacan, la excepción confirma el universal.



No son uno la negación del otro, sino un obstáculo a la totalidad. El no-todo no supone ningún algunos que le posibilitaría construir nuevamente un todo.



Con estas dos escrituras contradictorias, Lacan se propone plantear un orden de individuos que no constituyen un conjunto que produciría su esencia, lo que en el lenguaje se indica con el artículo definido. De allí se deriva la conocida frase “La mujer no existe”.



Los pares de oposición simétricos sostienen lógicas de género que procuran articularse sin fallas y sin restos, haciendo surgir de paso dos entidades separadas. Para Lacan, se trata de que no hay un rasgo que permita ubicar correctamente hombre y mujer en sus conjuntos respectivos y escribir una relación entre sí, sino de hacer que aparezca entre ambos una irreductible disimetría, que no se basa en ningún rasgo dado en otra parte. Esa disimetría es la que sostiene la no-relación. La inexistencia de la relación sexual se debe a la deconstrucción de las esencias.



Leer las fórmulas requiere leerlas en su conjunto y detenerse en las contradicciones, porque, de lo contrario, se vuelve a instalar el binarismo del que tratamos de escapar. A la izquierda, la particular objeta su universal, al igual que ocurre a la derecha, pero cada lado objeta también al otro en la medida en que uno afirma la existencia de la excepción mientras que el otro la niega.

 



A su vez, ubicar en el no-todo alguna esencia de la feminidad podría volver a instalar una dualidad mientras que se trata de todo lo contrario, de deconstruir la posibilidad de una dualidad de esencias, de sustancias singulares, escribiendo una no-relación.







Bibliografía





Fevre, C.,

Escritura de la no relación

, inédito.



Freud, S., (1925) “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos”, en

Obras completas

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Freud, S., (1905) “Tres ensayos sobre teoría sexual”, en

Obras completas

, t. VII, Amorrortu, Buenos Aires, 2007.



Lacan, J., (1971)

El Seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante

, Paidós, Buenos Aires, 2012.



Lacan, J., (1971-72)

El Seminario, Libro 19, …

o peor,

Paidós,


Buenos Aires, 2012.



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El Seminario, Libro 20, Aún

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Le Gaufey, G.,

El notodo de Lacan

, El cuenco de plata, Bueno Aires, 2007.



Sotelo, I. & Leserre, L. (Comps.).,

Psicoanálisis orientación lacaniana: recorrido del goce en la enseñanza de Jacques Lacan

, JCE, Buenos Aires, 2018.








Lo femenino: del fracaso a la condición de la operación del padre. 



Juan Sebastián Sist





1





La elucubración teórica que realiza Lacan a lo largo de su enseñanza en lo que respecta al padre no es unívoca. En el despliegue de su obra podemos encontrar diversas versiones de su función en relación a las herramientas conceptuales con las que cuenta, entre ellas lo femenino.



En “Los complejos familiares en la formación del individuo”, Lacan plantea que en la historia de la humanidad la familia matriarcal fue anterior a la patriarcal. Aquel que se ocupaba de la transmisión de la ley –el orden de las prohibiciones– era el tío materno; mientras que el padre quedaba ligado a las funciones lúdicas de la familia. Es el paso a la familia patriarcal el que marca la unión en la persona del padre de ambas funciones. Incorpora la prohibición entre sus quehaceres familiares, dando lugar a la ambivalencia afectiva de amor-odio, base del conflicto edípico freudiano: la primera identificación del varón es hacia el padre, es la más temprana “ligazón afectiva” con otro. Luego, tras investir afectivamente al objeto madre, el niño comienza a sentir al padre como un estorbo, cobrando la relación una tonalidad hostil.



A lo largo de lo que se conoce como la primera parte de su enseñanza-precisamente en el tiempo del “Segundo paradigma” –que Miller llamó la “significantización del goce”, – Lacan formaliza dicha operación en términos significantes a través de la metáfora paterna. Lee al Complejo de Edipo freudiano como una operación metafórica entre significantes que se despliega en tres tiempos.



El significante Nombre-del-Padre es el elemento por medio del cual Lacan se diferenciará de las coordenadas ambientalistas en las cuales se había perdido la función del padre tras la lectura de los psicoanalistas que sucedieron a Freud. La inscripción de dicho significante puede llevarse a cabo o no en el campo del Otro como “tesoro de los significantes”, dando cuenta del destino estructural del sujeto. Se trata del significante que actúa sobre la ley caprichosa y enigmática del deseo materno, redoblándola. Es decir, el recién nacido en su dependencia significante se encuentra en posición de “súbdito” del vaivén del Otro materno. El falo, a través de la operatoria paterna que se desarrolla en los tiempos del complejo, se convierte en la razón de los movimientos maternos, permitiéndole al infans resignificar retroactivamente su lugar en el deseo materno como falo.



Se trata de una operación entre el padre y la madre. Donde lo incomprensible del Otro, su enigma, es reducido a través de la operatoria descripta a una madre que desea el falo. Asistimos a la domesticación de lo enigmático del Otro, lo Otro del Otro, por un significante que tiene por efecto una significación fálica universal. Lo femenino es lo que resta a la operación del padre en tanto este no puede dar cuenta de lo enigmático más allá del operador fálico.







2





En su seminario 22,

R.S.I

, Lacan propone una nueva orientación para pensar la intervención paterna. A diferencia de la primera concepción que se centraba en la relación entre el significante del padre y de la madre, Lacan plantea la operatoria sobre lo que sucede entre un padre y una mujer. Lo enigmático no es reducido a una significación fálica que lo universaliza, sino por el contrario es elevado al estatuto de síntoma para un hombre. La forma singular en que el padre se las arregla con una mujer en tanto objeto

a

 causa de su deseo se vuelve el sustento de su función. Hay que diferenciarlo: No es el objeto fantasmático que reduce a una mujer a la condición erótica repetitiva y fetichista que el fantasma enmarca. Una mujer en el lugar de causa supone por partenaire un hombre atravesado por la castración. No se trata de que el hombre pierda algo por la mujer, sino a causa de ella.



En el

Seminario 20,

Aún

, Lacan diferencia el “acto de amor”, ligado a la perversión polimorfa del macho, de “hacer el amor”. Respecto a este último dice: “… para el hombre, a menos que haya castración, es decir algo que dice no a la función fálica, no existe posibilidad de que goce del cuerpo de la mujer, en otras palabras, de que haga el amor”. –tal como, en palabras de Lacan, Juanito le reclama a su padre–.



En este Seminario la intervención del padre encuentra su sustento en la forma en que este se posiciona con aquello de una mujer que lo separa de los límites que el fantasma le impone. En tanto se pone en cruz con la homeostasis adormecedora de la realidad psíquica, la mujer como síntoma se vuelve garantía de la función del padre. Por algo el dicho: detrás de todo gran hombre hay una gran mujer.



Llamará

père-versión

 a dicho arreglo singular. De ahí que Lacan pueda decir: “la normalidad no es la virtud paterna por excelencia”. Mientras que en una versión el operador que sostiene la función frente a lo radicalmente Otro es el falo, en la versión de 1974 el psicoanalista francés se sirve del objeto

a

 como causa del deseo. Es decir, como se posiciona como ser hablante con lo que escapa a la resolución significante, lo radicalmente Otro. El acento no recae en lo universal de la significación fálica para responder a lo enigmático del partenaire, sino en un arreglo singular que lo exceptúa de cualquier generalidad respecto del padre. De El padre, al hay padres: “modelo de la función de excepción”.



A diferencia de la excepción del padre de la horda, mítico, que creaba el universal de los afectados por la castración; el modelo de la función es encarnado por un existente, un cualquiera. Pero, advierte Lacan, un cualquiera que requiere un sustento específico que se sitúa en las antípodas de lo universal: su

père-versión

, su particular manera de arreglársela con el goce que lo une a una mujer.



De esta manera, Lacan modifica el estatuto de lo femenino en la operación del padre. Al plantear su función referenciada por el falo, lo femenino quedaba por fuera. Es un padre sin relación a lo enigmático por otros términos que los fálicos. Allí, lo femenino ocupa el lugar de lo fallido de la intervención en tanto escapa a su operación. En cambio, lo que la última enseñanza de Lacan nos posibilita pensar, es que es más bien el arreglo que hace el padre con una mujer en tanto síntoma –que en su lugar de causa dice no a la función adormecedora del falo– lo que le brinda el sustento a su función. Función ya no marcada por lo universal, sino por lo singular de un posicionamiento que, en tanto modelo, permite dar lugar a otros arreglos singulares, de otros, con la opacidad a la que nos enfrenta lo radicalmente Otro, es decir el goce.







Bibliografía





Lacan J., (1938) “Los complejos familiares en la formación del individuo”, en

Otros escritos

, Paidós, Buenos Aires, 2012.



Lacan, J.,

El Seminario, Libro 20, Aún

, Paidós, Buenos Aires, 2012.



Lacan, J., Seminario 22, “R.S.I”, (1974-75),


inédito.



Miller, J.-A.,

La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica,

Paidós

,

 Buenos Aires, 2011.








Lo femenino desde la perspectiva del litoral 



Adriana Soto





Siguiendo a Lacan en su escrito sobre “Lituratierra”, realizaré un recorrido considerando lo femenino desde la perspectiva del

litoral,

esa frontera no franqueable ni recíproca entre saber y goce.



Lo femenino no es un género, es la a