Vidas - Relatos y emociones

Tekst
Loe katkendit
Märgi loetuks
Kuidas lugeda raamatut pärast ostmist
Šrift:Väiksem АаSuurem Aa

09. LOS RETRATOS DE HELEN

Helen era una de las niñas ricas de la clase, ella, además de ser linda era hija de un prestigioso médico de la ciudad cuya familia gozaba de buena fortuna cuando ella tenía 15 años, aunque frecuentaba la Secundaria Local en aquella localidad de Sarasota en Florida.

Todos la respetaban, porque sabían que su padre era un hombre muy estricto, un individuo religioso, de mucho carácter que no aceptaba que nadie se acercara a su hija y ella era muy respetuosa de las imposiciones de su padre, así que no era juego fácil y todos lo sabían.

Al mismo tiempo, en la clase estaba Juan, un chico de 17 años, origen latino y relativamente pobre, además de ser muy tímido y retraído para hablar con las mujeres, razón por la cual, él sabía que no existía ninguna posibilidad de aproximarse a aquella chica a la cual él admiraba y soñaba con tenerla un día en sus brazos, aun sabiendo que en definitiva era un amor prohibido de adolescente, pero que eso no le prohibía de soñar con ella.

Por lo general, él siempre llevaba junto con sus libros una carpeta de dibujo que, como casi no tenía amigos, nadie sabía ni se interesaba por lo que guardaba en ella.

Juan se sentaba al fondo, y no dejaba de mirar disimuladamente a su admirada Helen, hasta que un día ella percibió que él disimuladamente la miraba tratando de ocultar su interés por ella. Helen era muy simpática, pero un simple “hola” para ella era un saludo suficiente para cualquier chico, así que a nadie le negaba el saludo, incluso a Juan, aunque percibía que, por su timidez, Juan se ruborizaba cuando ella lo miraba y aun cayéndole simpático por su inhibición, a ella no le parecía desagradable, pero tenía el problema de ser latino y pobre, razones suficientes para no pensar en él.

Un día, durante el recreo de quince minutos que tenían a medio turno, Juan fue a la cafetería a tomar algo y en ese momento, Helen percibió que había dejado el dinero en su cartera, así que volvió al salón de clase y una vez adentro, curiosa como toda mujer, al no haber nadie, fue hasta el pupitre donde se sentaba Juan y abrió su misteriosa carpeta, para su sorpresa, lo que tenía eran dibujos hechos a mano, pero lo más impactante es que eran dibujos de ella misma vista de diferentes ángulos, en diferentes posiciones y resultaban ser algo así como fotografías de ella tomadas en momentos especiales de descontracción.

Helen cerró la carpeta y no pudo ignorar que, la admiración que ese chico tenía por ella, la había convertido sin saberlo en su “musa inspiradora”. Al ir a la cafetería, no pudo dejar de mirarlo y vio como el pobre Juan bajaba la cabeza intentando disimular que él también la miraba a ella. Ella empezó a sentir por él algo así como una pena por ese amor imposible mezclado con una sensación de cariño por ser alguien de tan profundo corazón.

Terminado el curso a fin de año, todos se despiden y cada uno ahora debe seguir su rumbo de acuerdo a sus planes de vida, así que muchos no volvieron a verse más.

Helen decide dedicarse a lenguas, y se convierte finalmente en profesora de francés, dictando clases en diversos centros de estudio y universidades.

Transcurre el tiempo y ya con treinta y cinco años, por causa de las estrictas normas impuestas por su padre, Helen nunca se casó ni tuvo un novio, hasta que finalmente sus padres murieron y ella quedó rica, dueña de una excelente herencia que le dejó su padre.

Bueno, ya es hora de vivir la vida pensó Helen, así que decidió viajar a Francia para mejorar su conversación con la gente local en su propio medio de vida de forma habitual.

Arribando a Paris, Helen fue a un hotel céntrico desde donde se apreciaba la mejor vista de la Ciudad Luz, acomoda su ropa en los armarios, se prepara, se cambia de ropas, y ya está pronta para salir a conocer las maravillas de París…

En esos días, se fue a almorzar a diversos restaurantes tradicionales, y a conocer los lugares más emblemáticos, como la Torre Eiffel, el Museo de Louvre, el Palacio de Versalles, y todos los puntos atractivos de Paris, lo que luego fue seguido de paseos por los principales parques de esta ciudad.

Ya hacían diez días que estaba en París y su forma de hablar parecía ser de alguien natural del lugar. En sus paseos, decidió recorrer también las casas de arte y antigüedades, donde aprecia de lo bueno lo mejor, grandes obras de grandes artistas, hasta entrar en una Galería de mucho renombre, en la cual se exponen obras de reconocidos artistas, y entre ellos una colección de arte impresionista maravillosa del pintor Jean Blanc, más adentro en un corredor de la galería, encuentra también una serie de retratos en exposición del mismo Jean Blanc que son hechos a lápiz y carbonilla, asombrada Helen aprecia estos trabajos así que llama a una de las asistentes de la galería:

—Dígame, ¿Cuánto cuestan estos cuadros? —Indaga Helen.

—No Señora, esos cuadros son de propiedad exclusiva del artista y solo están en exposición, pero no se venden por ningún precio según indicación del autor.

—Ah, bien —dice ella— Me gusta mucho su trazo, ¿sabe usted dónde se le puede encontrar al Señor Jean Blanc? —pregunta Helen.

—Eso no se lo sabría decir, tendría que hablar con la Gerente de la galería para eso...

—Bien, ¿cómo se llama ella por favor...?

—Ella es la Señora Margot.

—Bien hablaré con ella entonces, Muchas Gracias.

Helen va a la Gerencia de la Galería y pregunta por Margot...

—Sí, yo soy Margot, ¿que desea señorita?

—Ah, yo quería hablar personalmente con el Señor Jean Blanc y necesitaría su dirección o teléfono.

—Lo siento mucho, señorita, pero eso es imposible, él no recibe a nadie personalmente.

—Mire, se trata de un muy importante asunto de familia y yo necesitaría hablar con el Señor Jean Blanc de cualquier modo ¿Usted no podría darme su dirección...?

—No señora, lo que pasa es que tenemos la prohibición directa del artista de dar su dirección a cualquier interesado. Él nos exige que todo lo referente a su persona sea tratado por nosotros que somos quienes le representamos.

—Señorita, es que este caso no se trata de algo relativo al arte, es por algo vinculado a una cuestión de herencias... ¿Usted me entiende?

—Bien, en ese caso, no quiero que el Señor Blanc pierda una herencia por mi culpa, está bien, le daré su dirección, aquí la tiene...

Satisfecha, Helen sale con la dirección del famoso Jean Blanc, pero ahora, ¿dónde queda este lugar? Así que, llegando al hotel, solicita asistencia sobre esa localidad y buscando en un mapa, le indican que se trata de un pueblucho perdido en un lugar llamado Le Gateau, entonces, ella solicita alquilar un auto y allá sale en busca de ese paraje medio perdido en la campiña francesa.

Helen lo toma como una divertida aventura, así que de mapa en mano, sale a enfrentar las carreteras francesas. El viaje es largo y varias veces se mete por caminos equivocados, pero, al fin y al cabo, acaba llegando al poblado donde debe vivir el famoso Jean Blanc, así fue que se detuvo y entró en una pequeña posada para descansar, comer algo, e informarse acerca de dónde queda la dirección que traía apuntada.

El dueño de la posada es quien la atiende y le dice:

—A si señorita, yo conozco al señor Blanc, pero su casa, si bien queda en este municipio, está a unos diez kilómetros de distancia, yo le explicaré cómo llegar.

Viendo que ya se hacía tarde, no tendría tiempo para ir, encontrarle y volver para luego regresar a París, ella decide entonces alojarse en la posada para cenar algo tranquilamente, tomar un baño, descansar, e ir al otro día de mañana bien temprano para ver al artista.

Al día siguiente, se desayuna, confirma bien sobre cómo llegar a la casa de Jean, toma sus cosas y se va. Recorridos los kilómetros, al fin, allí está la casa que le habían indicado con una gran entrada y un amplio lugar para estacionarse, así que acerca el auto, estaciona frente a la casa y se baja para golpear la puerta mientras ve que las ventanas están abiertas, y las cortinas corridas, así que se aprecia el interior de la misma... Observando curiosa, ella ve en la pared un inmenso cuadro, de una mujer desnuda que cubre su cuerpo con un velo y para su sorpresa, su cara, no le era para nada extraña.

Helen venía con su cabeza cubierta por un pañuelo y usando grandes lentes de sol... Ella se dirige a la puerta que está en el lateral de la casa para llamar cuando siente en el fondo los golpes de un hacha cortando leña, ella sigue por el lateral de la casa y se asoma al fondo donde ve a un hombre que estaba de espaldas, cortando leña.

—Buenos días —dice Helen, y cuando el hombre se da vuelta, ella le pregunta: —¿Es usted el señor Jean Blanc...?

—Sí, soy yo, ¿en qué puedo servirle?

Y a medida que ella se acerca, si bien lleva la cabeza cubierta con el pañuelo y los lentes de sol no permiten ver el rostro completo de la mujer, pero solo el formato de su boca remueve mil sensaciones e imágenes en la cabeza del pobre hombre. Si bien se percibe el estado de exaltación en el individuo, ella consigue mantener su calma...

—Yo vi sus obras en la Galería Margot en París, y quería saber algo sobre unos retratos suyos que hay en lápiz y carbonilla, ellos me dijeron que usted no desea venderlos...

—Pues, sí, en efecto, le informaron bien, porque eso es algo muy personal y no están a la venta —responde el artista.

—Supongo que debe existir alguna razón muy profunda por la cual no quiera venderlos, pero tal vez podríamos llegar a un acuerdo...

—No, no, de ninguna manera, son algo muy especial, son algo personal que prefiero mantener en privado —responde él.

 

—¿Será que es porque son un recuerdo de la Secundaria en Sarasota, señor Juan Blanco? —Juan Blanco era su nombre original que luego en Francia él modificó para Jean Blanc. Tras decir esto, ella se quita el pañuelo de la cabeza, y se saca los lentes diciendo:

—¿Ni siquiera a su musa inspiradora se los vendería?

Jean queda petrificado, se le cae el hacha de las manos y casi que tartamudeando le pregunta:

—¿Tú, tú, tú eres... Helen?

—Sí, así es, yo soy Helen y tú parece que sigues siendo el mismo chico tímido de la secundaria... Juan, no has cambiado en nada.

—Bueno, es que yo, es decir, bien, pero ¿cómo sabes que eres tú la musa de los dibujos?

—Es que un día, mientras tú fuiste a la cafetería, yo regresé a la sala y vi tu carpeta... Así que ¡no me engañas Juan!

—Bueno, sí, es cierto” dice él, pero yo soy un latino y vengo de una familia muy pobre.

—Bien, mis padres ya fallecieron, así que no hay nadie más que yo para juzgarte y yo siempre te aprecié, así como tú eres, con tu creatividad y tu timidez, además, ahora ya eres un hombre famoso por lo que veo...

—Si, en efecto, estoy muy bien reconocido como artista a nivel internacional —afirma Juan.

Tras este encuentro, él la invita a quedarse para almorzar, pero cuando van a entrar a la sala, él se detiene recordando que está el cuadro semidesnudo de Helen en la sala, pero en eso, ella lo mira y le dice...

—Sí, ya lo sé, ya lo vi por la ventana al llegar, ese cuadro está precioso, más allá de que mi cuerpo haya sido puramente imaginario, porque nunca me viste sin ropas…

Juan tenía una cocinera, así que ella se queda a almorzar, pero al llegar la noche él le insiste para que ella se quede en la casa pues tiene varios cuartos, en efecto, ella se acaba quedando uno y otro día, no queriendo salir más de aquel lugar maravilloso donde la paz, el aire y también la buena vida que llevaba Juan, quien solía recibir a algunas amistades locales que tenía, la hacen sentir tan bien que al final, la propuesta de matrimonio no se hace esperar y el sueño de aquel adolescente se acaba tornando realidad.

Ambos viajaron varias veces a Estados Unidos, pero volviendo siempre a aquel lugar de ensueño en la campiña de Francia, donde él realizó sus mejores obras siendo una de ellas, la de formar una familia con Helen.

10. EL SECUESTRO DE HERMES

Nelson era un corredor de seguros dedicado a Empresas Constructoras, y viajaba de Rio de Janeiro al norte para visitar varias obras en construcción y cerrar contratos.

Al poco rato de salir del perímetro urbano, en la carretera divisa a un hombre que sale del medio de unos arbustos, haciéndole señas con ambos brazos para que se detenga, y a medida que se acercaba, como buen vendedor, sabe juzgar a las personas con solo un vistazo y reparó que, si bien el hombre estaba desarreglado, sin afeitar, camisa sucia y ropa arrugada, también percibió que ningún vagabundo usa pantalón con zapatos de vestir y camisa, aunque sucia, pero blanca.

Nelson consideró que no era alguien peligroso, así que detiene su marcha, y el hombre con mucha delicadeza le solicita si le podría “dar una carona” como se dice en Brasil, quien pide se le acerque en su auto hasta algún lugar.

Nelson acepta y le pregunta:

—¿Hacia dónde va usted?

—Yo voy hasta Juiz de Fora —esta es una ciudad cercana, pero en el Estado de Minas Gerais...

—¿Usted vive allí? —le interroga Nelson.

—No, no, voy a buscar a alguien —responde el hombre.

Y así la conversación continúa:

—Bueno, yo me llamo Nelson, ¿cuál es su nombre?

—El mío es... Joao, Joao Gómez —Obviamente Nelson percibe que está mintiendo, porque ese es un nombre y apellido brasilero, y el hombre tenía un fuerte acento alemán, así que continúa porque obviamente era un tipo que más que generar miedo, era alguien que temblaba de miedo al responder.

Entonces Nelson, observando que aquí había algo extraño pues este hombre no era quien decía ser, continúa:

—¿Y de que trabaja usted...?

—Yo... ah, yo soy pintor, pinto casas...

—Ah, sí —dice Nelson— Me parece perfecto, porque ya que está, mire, yo tengo que pintar un galpón de madera en una casa de campo que tengo aquí cerca, ¿a usted le interesaría hacerlo?

—Bueno, lo que pasa es que yo... ahora no puedo, tengo que llegar a Juiz de Fora y después debo seguir viaje.

Nelson cavila un poco, y de pronto sale de la ruta y detiene el auto... Ahí, con un gesto de “basta de tonterías” le dice:

—Vamos hombre, usted no se llama Joao Gómez ni es pintor... por sus manos se ve que usted nunca tocó un pincel en su vida y su ropa se ve que es de marca y no son cosas de un obrero... Vamos, dígame que está pasando aquí y por qué usted me viene mintiendo.. —al tiempo que hace alarde de tener un arma entre sus ropas.

El hombre temblando y casi que, llorando, le dice:

—Bien, le contaré todo... Es que yo fui secuestrado y permanecí encerrado hace varios días, no sé cuántos, perdí la noción del tiempo, pero anoche me conseguí escapar y busqué ayuda para salir de Río de Janeiro, solo debo salir del Estado.

—Bueno, pero ¿por qué no me lo dijo desde un principio?, ya le habría llevado hasta la Policía.

—No, por favor, ¡la Policía no!, los que me secuestraron son un grupo terrorista con vínculos políticos y tienen a mucha gente, incluso en la Policía de Rio donde muchos trabajan para ellos, por eso, necesito llegar a otro estado donde pueda hablar con la Policía Federal, lejos de Rio.

—Pero, ¿cuál fue la razón de su secuestro...?

—Es que yo soy el Gerente Comercial de una Multinacional Alemana, a la cual le han solicitado una suma millonaria para supuestamente dejarme en libertad, si bien, sé que los terroristas no lo harán, porque escuché algunos nombres importantes de la política, y ellos no permitirán que yo los divulgue... ¿Me entiende?

—Entonces, ¿cuál es su verdadero nombre? —Indaga Nelson— Si voy a ayudarle debo saber de quién se trata.

—Bien, mi nombre es Hermes Schneider, mi empresa es una filial alemana y yo fui secuestrado en Sao Paulo, por eso me dirijo hacia el norte, ya que ellos me deben estar buscando en el sur, entre Rio y Sao Paulo, seguramente, cuando me encuentren me matarán para que no hable. Cuando me hicieron hablar por teléfono para demostrar que aún estaba con vida, yo mezclé palabras en alemán, para que retrasaran todo lo posible, porque sería ejecutado una vez recibieran el dinero.

—Muy bien —dice Nelson— haremos lo siguiente, a poca distancia hay una estación de gasolina donde paran los camioneros, allí usted se podrá asear, afeitar, y yo le daré alguna ropa de mi valija para que se cambie, así no va a llamar la atención en la frontera del Estado, luego, seguiremos adelante hasta resolver el caso.

Así fue que llegaron a la frontera y pasaron del Estado de Rio de Janeiro a Minas Gerais sin levantar cualquier sospecha, y una vez del otro lado, siendo ya casi de noche, siguieron hasta un pequeño hotel en Juiz de Fora, registrándose como corredores de seguros, donde solicitaron la cena en el dormitorio mientras asistían en televisión el noticiario local al tiempo en que Nelson elaboraba un plan estratégico.

Al otro día, Nelson se comunica con el Canal local de TV, y solicita hablar en privado con el director del Noticiario, para lo cual, va solo y se reúne con él diciéndole que se trata de un asunto “muy importante y de su interés”. El director entonces, a puerta cerrada le escucha atentamente, mientras Nelson le explica entonces al director del noticiario:

—¿Está usted en conocimiento del caso del ejecutivo secuestrado en Sao Paulo?

—Sí, así es, hemos estado acompañando ese caso.

—Bien, el hombre se ha escapado, y yo lo estoy ayudando, está en un lugar seguro, porque sus secuestradores son un grupo terrorista donde existe la implicación de Políticos de mucho renombre, y de gente de la Policía de Rio, entonces, la salida sería entregarse ante un medio de prensa, con la filmación del hecho y con la presencia de la Policía Federal, que, siendo de conocimiento público a través de la prensa en vivo y en directo, esto sería una garantía de que no se produzcan atentados, y él quedaría de este modo protegido de eventuales acciones por parte de policías corruptos al servicio de los políticos involucrados… Todo esto, debería ser transmitido en directo a fin de evitar trampas, por lo cual, el Canal de TV sería el nexo entre el secuestrado y la Policía Federal… ¿Qué me dice?

—Bien, perfecto, lo haremos mañana mismo… Vamos entonces a delinear el plan.

Todo combinado, el Canal se encarga de contactar y obtener la aprobación de la Policía Federal para que se proceda de acuerdo a lo pautado, caso contrario, el secuestrado no se entregaría por temor a ser emboscado y ejecutado por los corruptos cómplices del terrorismo.

De hecho, el Director del Canal, comprendiendo la responsabilidad que representa esta situación, prepara todo en total sigilo con el Delegado de la Policía Federal... En definitiva, establecen que todo ocurriría a la hora 20, durante el noticiario principal.

El canal entonces, solo anuncia que transmitirá un evento muy importante a esa hora... La Policía Federal, también estaba apostada con varios vehículos y guardia armada, hasta que llega Nelson con Hermes.

Llegado el momento, allí están, las cámaras en la puerta del Canal transmitiendo todo, registran desde el arribo hasta el final de las declaraciones públicas de Hermes. Así que, a partir de ese momento, todo fue trasmitido en vivo, donde Hermes realizó las declaraciones ante el Delegado de la Policía Federal que revelaron su secuestro, su cautiverio, y el escape, con toda la información recogida mientras la Policía ya advertida, se movía para capturar a los secuestradores.

Finalmente, Hermes se despide con un gran abrazo de Nelson como dos grandes amigos mientras la policía le conduce a un lugar seguro hasta que por fin Hermes consigue regresar en total seguridad a su casa en Sao Paulo, la que ya era una fortaleza rodeada de guardias de la Policía Federal que le protegían a él y a toda su familia.

Nelson, continuó su viaje de negocios acompañando el caso de Hermes ahora por medio de la prensa, por lo cual, periódicamente le llamaba por teléfono para ver cómo estaba.

Esto, finalmente generó un vínculo entre las familias de ambos protagonistas, que se extendió por largo tiempo llegando a compartir juntos vacaciones en lugares exóticos del Caribe.

Olete lõpetanud tasuta lõigu lugemise. Kas soovite edasi lugeda?