Escultura Barroca española. Nuevas lecturas desde los Siglos de Oro a la sociedad del conocimiento

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2.2.Producción escultórica en el resto de España



En los últimos años del siglo XIX, se crearon diversos talleres repartidos por la geografía de Cataluña, con los que se pretendía dar cobertura a las demandas religiosas de la incipiente burguesía. En Cataluña encontramos una de las más importantes manufacturas que reproducen la estética religiosa del gusto español. Los escultores trabajan al servicio de la producción industrial, crean y dibujan para su reproducción en serie. El pueblo de Olot en Gerona ya contaba desde el siglo XVIII con una escuela en la que se preparaba a los artistas para la producción industrial, por tanto, fue el lugar idóneo para que la empresa El Arte Cristiano funcionase gracias a la actividad de tres artistas formados para la producción en serie de obras religiosas. Entre los artistas más destacados a principios de siglo destacan J. Soler y Forcada, en Barcelona, Juan Riera, en Barcelona y J. Berga y Boada, en el pueblo de Olot.



En torno a 1991 se fundan en Madrid los Talleres de Arte Granda, del presbítero Félix Granda Buylla (1968-1954). Bajo su dirección trabajaron numerosos artistas y artesanos, que hicieron de esta empresa una referencia para la imagen sagrada en la historia del arte sacro español del siglo XX, con expansión desde el año 2000 a la filial Granda Liturgical Arts, en Chicago, que abastece a la población norteamericana de imágenes religiosas. Félix Granda era escultor y orfebre, por lo que las relaciones que hizo durante sus años de formación fueron esenciales para poder reunir a tantos y tan importantes artistas en una empresa a principios del siglo XX. De modo que ya en 1900 contaba con más de 200 artesanos trabajando en la producción de obra religiosa de calidad. La clave del taller de Granda estuvo en la recopilación en un mismo espacio de profesionales especializados en distintas disciplinas artísticas, tales como escultura, pintura, orfebrería, carpintería, esmaltes, bronce, bordado, etc., a lo que sumaba la realización de complejos programas iconográficos para sus proyectos, que explicaba personalmente a sus artesanos. Ese vínculo entre maestro y discípulo estuvo presente en el taller, ya que tenía una parte formativa importante, de modo que se convirtió en un centro de formación importantísimo en las primeras décadas del siglo XX, por donde pasaron numerosos escultores que marchaban a Madrid para completar su formación. En su taller trabajaron José Capuz, Juan Vargas Cortés y Luis Ortega Bru, entre otros. Realizó un cuantioso número de objetos artísticos en distintos materiales, desde pequeños cálices, esmaltes, coronas, etc., hasta grandes retablos. Entre las obras realizadas para embellecer la Semana Santa destaca el Trono de Nuestro Padre Jesús del Santo Sepulcro, diseñado por Moreno Carbonero (1936); Trono del Cristo de la Expiración de Málaga (1941) (Fig. 15) y el realizado para la Cofradía del Nazareno de Cartagena (1948).








Fig. 15. Trono del Cristo de la Expiración, Málaga.



Diseñado en los Talleres Granda (1941).



Florentino Trapero (Segovia, 1893-1977). Desde muy temprana edad demostró su vocación artística, destacando en el dibujo y en sus primeras tallas de madera. Inicia sus estudios en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, en Madrid, y desde 1913 trabaja como profesor de Instituto en Jaca y Reinosa. Desde el año 1943 al 1949 es escultor jefe para la restauración de las esculturas dañadas durante la Guerra Civil en la catedral de Sigüenza (Guadalajara). Entre sus obras importantes de la década de los cuarenta destaca el Paso de la Borriquita (1949-1950, Zamora), y en 1957, realiza Nuestra Señora de la Resurrección, también para Zamora.



Felipe Coscolla Plana (Huesca, 1880-1940). Durante sus primeros años realizará principalmente pasos procesionales, de estilo modernista y art decó. De esta época destaca la Verónica (1902, Huesca). Durante los años veinte, realizará una serie de esculturas novedosas y caricaturescas muy del gusto de la burguesía catalana. Sin embargo, una de las aportaciones más interesantes es la particular interpretación del tema religioso para pasos procesionales que realiza, donde la gran musculatura y llamativos escorzos se convierten en un signo característico de su obra. Entre sus obras, destacamos el paso para la Hermandad de la Coronación de Espinas (1926, Ciudad Real), desaparecido en la Guerra Civil y El Prendimiento (1930, Huesca).








Fig. 16. Felipe Coscolla Plana, La Enclavación (1928).



Quintín de la Torre y Berástegui (Bilbao, 1877-1966). Se inició en la escultura en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad y en el taller de escultura de Serafín de Basterra y Eguiluz y Bernabé Garamendi. En Quintín de la Torre confluyen la influencia de los grandes artistas extranjeros como Rodin y Meunier y la escuela de imaginería castellana, que aprende cuando entra en contacto con los artistas vallisoletanos. Para la Semana Santa de Valladolid realiza La tercera caída (1946, Zamora), imagen concebida a tamaño natural. Es una de las imágenes con más realismo y fervor de las que se procesionan en la Semana Santa de Zamora.





3.PRODUCCIÓN ESCULTÓRICA DURANTE EL SEGUNDO TERCIO DEL SIGLO XX. DE LA AUTARQUÍA A LA DEMOCRACIA. IMAGINEROS ESPAÑOLES DE LOS FOCOS TRADICIONALES: ANDALUCÍA, CASTILLA Y LEVANTE

3.1.Andalucía

3.1.1.Escuela sevillana



Antonio Illanes Rodríguez (Umbrete, 1901-Sevilla, 1975). Es uno de los escultores más relevantes del segundo tercio del XX, por la cantidad y por la calidad de sus obras, donde destaca la gran perfección técnica. Domina el barro cocido, bronce, mármol y la madera, tanto natural como policromada, que le permitieron hacer obra tanto sacra como profana, desde imágenes naturalistas de tipos populares, y retratos, hasta imágenes religiosas. Formado en Sevilla y Madrid, su primera imagen religiosa para ser procesionada es un Crucificado (1929) para la Hermandad de la Lanzada. Realizó una copia del popular señor Nuestro Padre Jesús del Gran Poder para la catedral de Tacna en Perú. Durante los años cincuenta vive en Madrid, y a comienzos de la década de los sesenta vuelve a Sevilla. A partir de estos años, la calidad de su obra comienza a decaer hasta su muerte a mediados de los setenta. En relación a sus trabajos sobre imaginería, su obra no es excesivamente barroca, pues destaca un acusado naturalismo, tendente a la estética e influencia de Martínez Montañés. Realizó obras como: el Crucificado de la Lanzada (1929, Sevilla); Crucificado de las Aguas (1930), desaparecido en el incendio de 1942; Cristo de la Expiración (1939, Morón de la Frontera, Sevilla) y un largo etcétera de cristos, nazarenos, vírgenes e imágenes secundarias.








Fig. 17. Antonio Illanes Rodríguez, Ntro. Padre Jesús de las Penas, 1939,



para la Hermandad de San Roque, Sevilla.



(Fuente: http://www.galeon.com/juliodominguez/2014c/penas39.html)



Antonio Bidón Villar (Sevilla, 1893-1962). Se formó en la Escuela de Artes de Sevilla. Allí fue discípulo del escultor José Ordóñez Rodríguez. Aunque su obra religiosa no gozó de la calidad de otros contemporáneos, como Antonio Illanes Rodríguez o Sebastián Santos Rojas, merece ser tenida en cuenta por ajustarse a los cánones de la escuela sevillana del barroco, especialmente a Juan de Mesa. Su obra tuvo gran relevancia en la segunda mitad del siglo XX, quien junto a Pío Mollar, Antonio Castillo, Francisco Palma y otros escultores e imagineros del resto de España, tuvieron que restituir y restaurar las obras perdidas durante la Guerra Civil.



Otro escultor fue José Rodríguez Fernández-Andes (Sevilla, 1908- Madrid, 1950). Fue discípulo de Illanes Rodríguez y de Antonio Castillo, realizando un gran número de encargos para hermandades y cofradías de toda Andalucía. Tras unos años iniciales, completa su formación en Madrid, siendo discípulo de Lorenzo Coullaut Valera. Fue uno de los escultores de gran producción artística en los años de posguerra, realizando un copioso número de imágenes siguiendo el estilo sevillano de la escultura barroca del siglo XVII. Entre sus obras destacan: Virgen de la Caridad en su Soledad (1931, Sevilla); Virgen de la Piedad (1945, Sevilla); Virgen de Gracia y Esperanza (1939, Sevilla), retallada por Sebastián Santos en 1961.



De otra parte encontramos a Manuel Cerquera Becerra (Alcalá de Guadaira, 1906- Sevilla, 1971), quien se forma en Madrid junto a Pérez Comendador, lo que le hizo mezclar la estética de la escuela barroca andaluza con la escuela castellana, además de recoger la influencia de Antonio Castillo Lastrucci, quien ya era bastante afamado y reconocido en el panorama artístico y los sectores de la escultura religiosa de estética procesional. Fue un escultor muy activo, lo que le llevó a la realización de un gran número de obras repartidas por la provincia de Sevilla y Huelva. Entre sus obras más destacadas encontramos: Crucificado de la Salvación (1935, Sevilla), Santa María del Alcor (1938, El Viso del Alcor, Sevilla) o la Virgen de la Soledad (1938, Mairena del Alcor, Sevilla).



Otro estudiante de la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla, Carlos Bravo Nogales (Sevilla, 1915-1985), fue otro de los escultores demandados en la posguerra, trabajando para Sevilla, Huelva o Jaén. También restauró numerosas obras que estaban dañadas, con criterios seriamente discutidos, realizando grandes remodelaciones en algunos casos. Como entallador destacan los retablos de la parroquia de la Asunción y la iglesia de la Misericordia, en Jódar (Jaén) o el realizado para Ciudad Real en 1955, en la basílica de Nuestra Señora del Prado. Como imaginero destaca: la Virgen de Guadalupe (1937, Algar, Cádiz); Jesús del Gran Poder (1940, Brenes, Sevilla) reformado por Rafael Barbero Medina o el Jesús Nazareno (1940, Jódar, Jaén) entre otros.

 



Juan Abascal Fuentes (Sevilla, 1922-2003). Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla, licenciándose después en Derecho, para posteriormente entrar en la Escuela Superior de Bellas Artes. Realizó numerosos encargos de tipo religioso para abastecer a iglesias, monasterios y hermandades. Fue un hombre de reconocido prestigio que dejó importantes obras secundarias de la pasión, tales como Caballos y jinetes del misterio de la Exaltación (1960, Sevilla) (Fig. 18).








Fig. 18. Juan Abascal Fuentes. Caballos y jinetes del



misterio de la Exaltación, 1960, Sevilla.



(Fuente: http://entrevaralesycosteros.blogspot.com.es/2011/01/el-ayer-y-el-hoy.html)



El granadino afincado en Sevilla Rafael Barbero Medina (Granada, 1913-Sevilla, 1990), hermano del escultor Benito Barbero Medina, y tío de los escultores Rafael del Río Barbero, José y Antonio Barbero Gor, comenzó su aprendizaje en Granada, junto con su hermano, pero ya en 1943 está en Sevilla en el taller de Antonio Castillo Lastrucci, además de ejercer como profesor de escultura en un colegio de la capital. A partir de 1947, monta taller propio, gozando de gran popularidad por la minuciosidad de su trabajo en marfil. Entre sus obras destaca el Cristo de la Buena Muerte (1945, Morón de la Frontera, Sevilla), inspirado fundamentalmente en el Cristo de los Estudiantes de Sevilla, y la Virgen de la Amargura (1955, Sevilla).








Fig. 19. Rafael Barbero Medina. Nuestro Padre Jesús de la Agonía, 1970, para Málaga, actualmente es procesionada el Sábado Santo en Moguer (Huelva)



como el Stmo. Cristo de la Misericordia.



(Fuente: http://www.nosoloalameda.es/stmo-cristo-de-la-agonia/



Otro de los discípulos de Castillo Lastrucci es Manuel Escamilla Cabeza (Estepa 1914-2005). Colaboró en algunas obras del maestro, aunque su única obra popular es la remodelación de la Virgen de la Cabeza de las Siete Palabras (1956, Sevilla), obra del escultor Emilio Pizarro en el siglo XIX.



Manuel Domínguez Rodríguez (Zalamea la Real, Huelva 1924- Sevilla 2010) Siendo muy joven marchó a Sevilla, entrando en el taller de Cayetano González Gómez. Allí aprendió escultura y orfebrería, además de restaurar imágenes y pasos procesionales. Entre sus obras destaca la Virgen de Belén, de la calle Calatrava (Sevilla), y la Virgen de los Dolores (Las Colonias, Huelva).



Uno de los grandes de estos momentos es Sebastián Santos Rojas (Higuera de la Sierra, Huelva, 1895- Sevilla, 1977). Su vida artística transcurrió en Sevilla, donde realizó gran cantidad de obra religiosa, sobre todo en los años posteriores al conflicto. Junto con Antonio Castillo, León Ortega, Palma Burgos, Ortega Bru, Antonio Illanes y Fernández Andes entre otros, son los imagineros que están en activo en las tres décadas posteriores al conflicto y sirven de nexo con la escuela neobarroca que se impone a partir de la década de los setenta y ochenta, la de Buiza, Álvarez Duarte, Dubé de Luque, Miñarro, etc., enlazando con la generación posterior, que se adentra en el siglo XXI.



Fue discípulo del escultor Francisco Marco Díaz Pintado, y desde su infancia mostró un notable talento, y pronto se sintió atraído por la imagen religiosa. Se forma en el segundo lustro de los años veinte, y por esos años realiza su primera obra, un Sagrado Corazón de Jesús para la parroquia de San Esteban de Sevilla. Los inicios fueron difíciles, pero tras la Guerra Civil las cofradías y hermandades se acercaban a su taller solicitando la recuperación de las imágenes perdidas, a lo que en muchas ocasiones la exigencia de verosimilitud con la talla desaparecida condicionaba el encargo de la nueva talla. Entre sus primeras grandes obras destaca la Dolorosa encargada por la Cofradía de la Vera Cruz de Cádiz, Virgen de la Soledad (1944, Cádiz), realiza pequeños encargos para Jerez, y posteriormente una Dolorosa, la Virgen de la Soledad”(1952, Trebujena, Cádiz); Cristo de la Sagrada Cena (1955, Sevilla) (Fig. 20); Virgen de los Dolores, de la Cofradía del Cerro del Águila (1955, Sevilla). etc..








Fig. 20. Sebastián Santos Rojas. Detalle de



Ntro. Padre Jesús de la Sagrada Cena, 1955, Sevilla.



José Sanjuán Navarro (Sevilla, 1890-1958). Se inició en el taller de José Gil, donde dirigió la talla del paso de Jesús de las Penas de la Hermandad de San Roque. Instala taller propio en Sevilla, dedicándose a la talla de retablos, imágenes, restauración, etc. Realiza la talla de los antiguos pasos del Desprecio de Herodes (Amargura) y el de Ntra. Sra. de la Paz de la Cena de Málaga. Entre sus imágenes destacamos la Virgen de la Esperanza, de la Roda de Andalucía. A la muerte de su padre, su único hijo, José Sanjuán Cobos, hereda el taller paterno manteniéndolo en activo hasta 1970.



Otro de los discípulos de Castillo será Antonio Eslava Rubio (Carmona, 1909-1983). Estudió en la Escuela de Artes Aplicadas de Sevilla, teniendo como profesores a Manuel Echegoyán, José Lafita y Juan Luis Vassallo Parodi. De 1947 a 1956 está en el taller de Antonio Castillo Lastrucci. En esos momentos, el taller de Lastrucci es el más importante de Andalucía. Allí tuvo como compañeros a otros grandes de la imaginería, tales como Rafael Barbero Medina, Manuel Escamilla o Adolfo Castillo. Eslava tuvo taller propio desde 1943, siguiendo la estética del maestro en la producción que realiza durante los años que colabora con él. Sin embargo, a partir de 1950, la obra de Eslava adopta una estética nueva, más realista, siendo la Dolorosa la iconografía más evolucionada con respecto a los modelos del maestro Lastrucci, al combinar la estética de la escuela sevillana con la murciana, tamizada por la influencia de Salzillo. Entre sus obras destacan: Esperanza Macarena (1941, Madrid); Magdalena para la hermandad de las Aguas (1947, Sevilla) o Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto (1948, Sanlúcar de Barrameda, Cádiz).








Fig. 21. Antonio Eslava Rubio Virgen de las Penas, 1964, Málaga.





3.1.2.Escuela malagueña



Un malagueño considerado granadino fue Pedro Pérez Hidalgo (Málaga, 1912-2005). Se formó en la Escuela de Artes Aplicadas de Granada, y allí dibujó gracias al magisterio de Joaquín Capulino Jauregui, mientras acudía al taller del escultor valenciano Luis de Vicente, su gran maestro en la talla y la escultura, quien se encontraba cerca de su vivienda familiar. Él le enseñó las técnicas del modelado, la talla y el dorado. A finales de los años veinte, se trasladó a Málaga, matriculándose en la Escuela de Artes de la ciudad, y teniendo como profesores a Diego García Carreras y compañeros como Francisco Palma Burgos, quien le puso en contacto con el escultor Cristóbal Rodríguez, entrando en su taller para seguir perfeccionando la técnica escultórica.



Más tarde entraría en el taller de Rafael Ortega Sampedro, quedándose con el taller de este al pasar Sampedro a ser profesor en la Escuela de Arte malagueña. No será hasta después de la Guerra Civil cuando nos encontremos la obra más relevante de Hidalgo, puesto que se convierte en un escultor de la posguerra, haciendo tronos, retablos e imágenes para las iglesias de Málaga y su provincia. De 1939 a 1943 trabaja en el taller de Palma Burgos, colaborando en el sacado de puntos de imágenes tan conocidas como el Cristo de la Buena Muerte o el grupo escultórico de la Piedad. Mientras recibe los primeros encargos, realiza el Cristo de la Vera Cruz de Almogía. Entre sus obras de imaginería destacaron: Cristo de la Agonía (1948, Málaga), sustituido en 1971; Misterio del Prendimiento (1949, Málaga), sustituido en 2005; Nazareno del Perdón (1982, Málaga), sustituido en 1999; Virgen de la Concepción y Lágrimas de Almogía (Málaga); y la Virgen de la Alegría, que fue una de sus últimas obras.



Nacido en Almuñécar, pero malagueño de adopción, Andrés Cabello Requena (1915-1994) fue uno de los escultores más destacados de Málaga durante los cincuenta. Fue profesor en la Escuela de Formación Profesional Francisco Franco (hoy Instituto Rosaleda) como profesor de talla. Tuvo taller propio en Málaga, en la Alameda de Capuchinos, y desde él se realizarían numerosos encargos eclesiásticos. Realizó dos imágenes procesionales de vestir: la Virgen del Gran Perdón, para la Cofradía del Prendimiento de Málaga, y una Virgen de la Esperanza, para una