Vejez y envejecimiento

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Los estudios reportados en el campo de la salud y el envejecimiento nos muestran la importancia de las relaciones sociales y redes de apoyo, así como de la actividad física como elementos fundamentales en la calidad de vida de los adultos mayores, como también reportan los estudios de Fernández Ballesteros realizados en contextos españoles (2000, 2002, 2009). Con respecto a estas redes, en nuestro contexto la familia juega un rol fundamental, aunque no único.

Por otra parte, el aprendizaje de estilos de vida saludables y tener competencias de autocuidado, como la autoobservación, es fundamental para que los adultos mayores puedan detectar a tiempo cualquier anomalía en su funcionamiento corporal y pueda ser atendido de manera temprana. Como elemento consecuente, la adherencia al tratamiento prescrito por los profesionales y la ausencia de automedicación son factores importantes en la conservación de su salud y una buena calidad de vida.

Un estilo de vida saludable en el cual el adulto mayor tenga un proyecto de vida, así sea el cuidado de sus nietos o contar sus experiencias de vida a las siguientes generaciones, es también factor sustancial para promover la salud de las personas, en la concepción amplia de salud ofrecida por la OMS: el bienestar físico, psicológico y social. Cuando un adulto mayor tiene un sentido de vida, un para qué de su existencia, hay este elemento psicológico y social que orienta su energía a atender a los otros y olvidarse un poco de sus eventuales achaques y el deterioro natural del cuerpo.

En el contexto de las universidades y su continua innovación, es importante ofrecer programas educativos para adultos mayores que los estimulen y llenen de satisfacción al generar nuevos aprendizajes.

Deseamos que los lectores de este libro, a través de los diversos aportes aquí presentados, profundicen en algunos aspectos del fenómeno del envejecimiento en nuestro contexto, los cuales puedan ser considerados cuando se articulen programas de intervención desde las diferentes instancias corresponsables en promover la calidad de vida en los adultos mayores de nuestro país.

REFERENCIAS

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I. Envejecer en situación de pobreza urbana y semiurbana

Factores relacionados con el bienestar subjetivo en ancianos que viven en situación de pobreza semiurbana

MARGARITA MALDONADO SAUCEDO

En México, el envejecimiento poblacional se refleja en su cambio de estructura por edades: en 1970 la edad promedio era de 21.8 años, para 2000 de casi 27 años, para 2030 se espera que sea de 37 años, y en 2050 de poco menos de 43 años. Esto pone de manifiesto el acelerado incremento de adultos mayores en el país, ya que para 2050 se calcula que uno de cada cuatro habitantes lo sea. Este incremento expone la incapacidad del sistema de gobierno para atender y asegurar un bienestar para los adultos mayores, sector de la población caracterizado por su vulnerabilidad (Torres & Flores, 2018).

El estudio del bienestar subjetivo surge a partir del interés por identificar factores que incrementen la calidad de vida de las personas. Este concepto se refiere en términos generales a la evaluación que hace la persona de su propia vida y contiene una dimensión centrada en aspectos afectivos–emocionales y otra en los cognitivos–valorativos (Alvarado, Toffoletto, Oyanedl, Vargas & Reynaldos, 2017; Cuadra & Florenzano, 2003).

Se han identificado factores sociodemográficos (edad, género, escolaridad, estado civil, educación e historia personal), culturales y psicosociales (relaciones familiares, redes de apoyo, participación social, religiosidad, actitud ante la vida, estilos de enfrentamiento, metas en la vida y dar un sentido a su vida) y de percepción de salud biológica relacionados con el bienestar subjetivo de los adultos mayores (Vivaldi & Barra, 2012; Arroyo & Vázquez, 2015; González–Celis, Chávez–Becerra, Maldonado–Saucedo, Vidaña–Gaytán & Magallanes–Rodríguez, 2016; Alvarado, Toffoletto, Oyanedl, Vargas & Reynaldos, 2017; Torres & Flores, 2018).

En los países en desarrollo, la pobreza se agudiza debido a que disminuyen las posibilidades de generar ingresos de forma autónoma, además de que la falta de seguridad social, las enfermedades crónicas y discapacitantes limitan su permanencia en el mercado laboral e incluso la discriminación por su edad. Así, ser pobre en la vejez significa mayor vulnerabilidad e inseguridad económica, la que difícilmente puede ser resuelta por los propios adultos mayores (Garay & Montes de Oca, 2011).

De acuerdo con lo anterior, el propósito de este trabajo fue conocer cuáles son los factores que se relacionan con el bienestar subjetivo en ancianos que viven en situación de pobreza.

METODOLOGÍA

Para este estudio se optó por el paradigma cualitativo y algunos elementos de teoría fundada, para así conocer “desde la voz de los ancianos” ¿cuáles son los factores que se relacionan con su propio bienestar? (Tarrés, 2008).

La investigación se realizó en Lomas de Tabachines, colonia semiurbana de la zona metropolitana de Guadalajara (ZMG) en la que el Voluntariado Estamos Contigo (VEC), organización no gubernamental (ONG), apoya a un grupo de ancianos que viven en pobreza.

La muestra fue de nueve ancianos (siete mujeres y dos hombres), cuya edad osciló entre 62 y 83 años, con un promedio de = 72.33 años. Casi la totalidad de la muestra (88.8%) eran migrantes nacionales (de los estados Michoacán, Zacatecas, Colima y San Luis Potosí), 66% eran viudos, 11% solteros y 23% casados, de los cuales unicamente una persona no tenía hijos. El nivel educativo fue prácticamente nulo, ya que solo un sujeto tenía hasta primero de secundaria, mientras que el resto nunca había ido a la escuela o tenía grado de escolaridad de hasta segundo de primaria. Del total, solo 22.2% tenía un trabajo informal y el resto no trabajaba (77.8%). Todos dijeron ser católicos.

Se les realizó una entrevista semiestructurada que abordó los siguientes temas: a) datos sociodemográficos, b) contexto familiar y social, c) condiciones generales de salud, d) aspectos importantes en este momento de su vida, e) significado de la vejez, y f) expectativas de vida. Cada entrevista se realizó en el hogar del anciano y tuvo una duración de aproximadamente una hora.

 

RESULTADOS

Después de sistematizar y analizar la información de las entrevistas, se identificaron los factores que los nueve ancianos mencionaron como los más representativos de su bienestar subjetivo. En total se encontraron 12 factores, los cuales se agruparon en tres dimensiones: realidad concreta (RC), creencias y valores (CV) y factibilidad de cambio psicológico y de salud (FCPS). De igual forma, en cada una de estas dimensiones se incluyen cuatro factores (figura 1.1).

DIMENSIÓN REALIDAD CONCRETA:

En esta dimensión se agruparon los factores que los ancianos mencionaron que afectan su bienestar en su cotidianidad, pero que difícilmente pueden modificar por sí mismos, por ejemplo, la imposibilidad de salir de noche para no enfrentar a los drogadictos, ya que existe mucha violencia en las calles; la dificultad para caminar por la colonia debido a que sus calles son muy empinadas, por lo que sufren caídas; sus limitados recursos económicos hacen que recurran a créditos que no pueden pagar.

FIGURA 1.1 FACTORES DE BIENESTAR SUBJETIVO EN ANCIANOS QUE VIVEN EN SITUACIÓN DE POBREZA


Vivienda

La importancia de la vivienda propia en este tipo de población se ha descrito en diferentes investigaciones (Enríquez, 2003; Pantoja, 2010). En los casos que nos atañen, la falta de servicios de alcantarillado y electricidad, así como una orografía irregular (pequeñas barrancas) dan características particulares a las viviendas, las cuales están distribuidas en dos niveles o se tiene que subir una escalera empinada para llegar al acceso principal. Si bien la mayoría eran asentamientos irregulares al comienzo de la colonia, poco a poco se han ido legalizando. Un porcentaje de 88.8% de las personas entrevistadas viene de pueblos o rancherías de estados como Michoacán, Zacatecas y Colima, para quienes, a pesar de las condiciones de pobreza, es muy importante sentir su lugar como propio, una meta para algunos inalcanzable como menciona AG a continuación: “Yo nunca pensé que pudiera tener una sombrita”. O como el caso de MR: “Si el cielo existiera, yo ya vivo en él, porque cuando llegué a Guadalajara con mi suegra y nuera, dormíamos en los atrios de los templos”. RD menciona: “Vivo en un pequeño espacio, un cuarto, una cocina y un baño que me construyó mi yerno atrás de su casa, la manera de agradecerle y contribuir es vendiendo dulces, llevando nietos a la escuela y cuidando el jardín”.

Ninguno de los entrevistados rentaba casa, por lo que debe considerarse que para poder hacerse de una propiedad en sus situaciones de pobreza, debieron ser lotes muy económicos y con facilidades de pago.

Mi cuñada me dijo: “Arriba hay terrenos, agárrate uno; yo conozco a la doña de tal parte” [Y dije] “bueno si me dan con facilidad sí lo agarro”. Ella me metió el hombro; en aquel entonces eran 15,000: daba 500 pesos cada ocho días, se lo daba en dos o tres partes. Aquí donde vivo es mío y lo que tengo (bóveda y el piso) se lo daban a mi marido (velador). Como le digo a mi señor: de perdis aquí no estorbo (AG).

Contrario a lo que pudiera pensarse, el anciano en pobreza extrema busca tener una vivienda propia, ya que por su misma situación le sería muy complicado pagar la más mínima renta mensual. Una vez que logra tenerla, difícilmente puede mejorar la vivienda, por lo que muchas están en obra negra y solo tienen un cuarto, un baño y una cocina, en donde en ocasiones viven hasta tres generaciones, lo cual genera una situación de hacinamiento.

Recursos económicos

En México, la estrategia más adecuada para enfrentar situaciones económicas en la vejez es el sistema de pensión o jubilación, pero para este sector de adultos mayores no es un recurso viable. Ante tal precariedad, el gobierno federal ha implementado diversos programas como Oportunidades y 70 y Más. En el caso de nuestra muestra, únicamente dos recibían apoyo de 70 y Más, mientras que todos recibían una despensa mensual a un mínimo costo de Voluntariado Estamos Contigo.

En relación con los ingresos, aparecen aquellos generados por el sujeto mismo (trabajo informal) y por los familiares (esposo, hijos o yernos). En esta etapa de la vejez, la situación económica es uno de los factores a los que el anciano se debe adaptar, ya que muchos ven mermar su economía, lo que afecta su bienestar general.

Los resultados del estudio fueron consistentes parcialmente con otros donde se menciona que en situaciones de pobreza extrema, 41% del ingreso total lo proporcionan los hijos (Márquez, Pelcastre & Salgado, 2006). Ejemplo de ello es la siguiente respuesta de MR: “Mi hija, ella nos mantiene, gana 800 pesos por quincena”. Solo en dos casos de personas que viven solas, buscan la manera de generar sus propios recursos, como con JP: “Rento el cuartito de arriba a mi sobrina y me dan despensa, con eso me ayudo y la voy pasando”, e YG: “Trabajo limpiando casas”. Así, en cinco casos había apoyo económico de sus hijos. Pero, si bien en algunas situaciones se percibe este respaldo de los hijos, en otras estos son quienes resultan ser más una carga que un apoyo, como comenta CM: “Le firmé a mi hija para sacar un colchón y se me desapareció; no ha pagado las mensualidades y constantemente me llegan a cobrar, cosa que yo he tenido que hacer, pero con muchas dificultades” (esto le generó un problema de salud que la incapacitó debido a su constante nivel de estrés).

Es necesario fomentar en los ancianos una cultura de planeación económica a pesar de los limitados recursos; además, replantear las estrategias en los programas de apoyo por parte del gobierno federal, para que realmente sea un apoyo y evitar seguir perpetuando el paternalismo social.

Situaciones que tienen que enfrentar en su contexto sociocultural

Dada las características socioeconómicas de la colonia, algunos de los problemas más mencionados por los entrevistados fueron el alcoholismo, la drogadicción, el desempleo y las condiciones insalubres.

Estas problemáticas son la mayoría de las veces algo que se vuelve normal, se acepta y favorece desde algunos actores del propio entorno o externos. Es el caso de MR, quien vivió con un hombre alcohólico y golpeador que le quitaba el poco dinero que ganaba con la venta de cosas usadas, para comprar su “alcohol”; actualmente, la drogadicción se hace presente en sus nietos.

Asimismo, JM asistía a un “borrachito” que a veces le hacía compañía y a quien regañaba para que ya no tomara, pero, aunque su conducta era recurrente, lo seguía apoyando, porque decía que “su familia no lo quiere por borracho”.

Se observaron condiciones de insalubridad en algunos puntos de la colonia, como en la vivienda de YG, cuya casa está casi al borde de un arroyo de aguas negras que es un foco de infección y, a pesar de las constantes quejas a las autoridades responsables, no hay respuesta. “Frecuentemente tengo que cerrar las ventanas por los malos olores”, señala.

Los anteriores comentarios reflejan la realidad que vive Lomas de Tabachines, una de las 10 colonias de la ZMG que vive condiciones de pobreza extrema, sin agua potable ni luz, con muy pocos centros de salud y escuelas, y en donde los ingresos por familia van de uno a tres salarios mínimos (Aceves, 2011); también se le menciona como una de las más inseguras e insalubres (Barrera, 2016), con condiciones complejas en su orografía que hace que las familias vivan en un riesgo continuo (GDL, 2014).

Redes sociales: se identifican quiénes son las fuentes de apoyo más relevantes

Existe una amplia literatura acerca de las redes de apoyo y su rol favorecedor del bienestar personal y social. Por ejemplo, Aranda y Pando (2013), a lo largo de varias décadas, realizaron una revisión sobre la conceptualización del apoyo social, el cual coincide en lo general en el involucramiento de las personas, ya sea de forma afectiva, material y / o económica en favor de otra persona en situación crítica. Por su parte, Ponce, Velázquez, Márquez, López y Bellido mencionan que el apoyo social “es un proceso interactivo en el que la persona obtiene ayuda emocional, instrumental y afectiva de la red en la que se encuentra inmerso” (2009, p.25).

Por lo general, el apoyo social se ha tipificado en dos grandes fuentes: formales e informales. Las primeras están constituidas con reglas y procedimientos estandarizados, en tanto las segundas por lo general son actividades espontáneas y con reglas implícitas, entre las que se cuentan las relacionadas con las redes personales (familia, amigos y vecinos) (Arias, 2013).

Con relación a los adultos mayores, el apoyo social, principalmente de la familia, es uno de los recursos de mayor beneficio para su bienestar psicológico (Vivaldi & Barra, 2012). Jocik–Hung, Taset–Álvarez y Díaz–Coral (2017) reportan que entre la multiplicidad de contactos, de quienes reciben mayor apoyo es de la familia, con lo que satisfacen necesidades materiales, emocionales e informativas; los hijos fueron los de mayor prevalencia, seguida de los hermanos y la pareja. Asimismo, en torno al apoyo de organizaciones formales, destacan los enfoques asistencialistas. Por último, señalan que el apoyo es recíproco de los ancianos con la familia como con otras personas.

En otro estudio se reporta que las principales necesidades del adulto mayor son tener un techo donde vivir, alimentación y acompañamiento con los médicos. Un aspecto interesante es cómo el vínculo familiar se intensifica cuando un miembro cercano al adulto mayor migra fuera del país (Pelcastre–Villafuerte, Treviño–Siller, González–Vázquez & Márquez–Serrano, 2011).

En los hallazgos encontrados en las entrevistas, se identificó que el tipo de apoyo que reciben los adultos mayores es principalmente informal y que son los hijos de quien lo reciben, siendo este más económico, como se refleja en MR, la que recibe de su hija 800 pesos quincenales. En otro de los entrevistados, lo que se observó fue el apoyo material, ya que su hija le construyó un cuarto en la parte de atrás de su casa. En otro caso, el hijo se llevó a vivir a su mamá a su casa porque no podía estar sola en su pueblo.

El apoyo entre vecinos y su reciprocidad también estuvo presente, como se observa en las siguientes viñetas:

Mi vecina Guadalupe siempre que va al tianguis pasa por aquí para ver si se me ofrece algo (JP).

Todos los días hago gorditas y se las llevo a mi vecino que vive enfrente y ya no puede caminar (AG).

En cuanto al apoyo formal, se hizo mención de la despensa y las pláticas semanales que reciben de Voluntariado Estamos Contigo. RD comenta que “asistir a las pláticas me sirve y también puedo comer un mes con la despensa que me dan”.

En síntesis, para este grupo de ancianos lo más relevante fue la ayuda de los hijos y vecinos en cuanto al apoyo informal, mientras que el formal lo obtienen del Voluntariado Estamos Contigo.

DIMENSIÓN CREENCIAS Y VALORES

Aquí se agruparon aquellos factores relacionados con las cogniciones que les ha permitido determinar sus estilos de vida. Por un lado, encontramos los aprendizajes que han recibido de la familia y que han definido de alguna forma sus roles tradicionales dentro de ella —ya sea la de origen o la propia—, así como su conceptualización del envejecimiento. La religión ha sido un pilar relevante para enfrentar todo tipo de situaciones difíciles, que además influye en sus expectativas de vida.

Concepto de vejez: cómo se ve en esta etapa de su vida

Este concepto está relacionado con cuatro tipos de edades: aquella que se define como el número de años cumplidos (actualmente a partir de los 65 años se dice que la persona está en la etapa de vejez), la biológica (que se determina por el envejecimiento de los órganos y se asocia directamente con las enfermedades crónico–degenerativas), psicológica (se refleja en las competencias conductuales y de adaptación a su cotidianidad) y la edad social (el rol que el individuo desempeña socialmente). La conceptualización sobre la vejez depende de diversos factores: un sistema de valores, creencias y expectativas de vida de cada persona, en la que también influyen la familia y la sociedad. Se le puede ver desde una perspectiva negativa cuando se le relaciona solo con la enfermedad y las limitaciones físicas y mentales. Sin embargo, en las últimas décadas han surgido modelos de envejecimiento positivos como los llamados exitoso, saludable y activo, entre otros (Alvarado & Salazar, 2014).

 

Existe también un amplio número de investigaciones sobre cómo se define el envejecimiento, pero son pocas en las cuales la voz del anciano define su propio concepto. Castillo (2009) reporta que los ancianos suelen ver su propio envejecimiento exitoso como un proceso multifactorial donde los factores más relevantes son la salud, los elementos psicológicos, las actividades y los roles sociales, los recursos económicos, así como las relaciones sociales y entre vecinos.

Con base en las respuestas de los entrevistados en este estudio, se observó que cuando se habla de vejez se hace referencia principalmente a la edad en años y a la biológica, esta última asociada al aspecto físico y las enfermedades crónico–degenerativas como la pérdida de masa muscular, la degeneración progresiva de la piel y los sentidos, así como la fragilidad de la salud en general.

Tengo dos enfermedades crónicas aledañas a la edad: diabetes y artritis, ya no doy mucho. Pero, sin embargo, estoy construyendo un cuartito arriba, para rentarlo cuando ya no pueda trabajar [...] Cuando no tengo dinero para medicinas, me tomo tés [y muestra una caja para diferentes problemas de salud] (YG).

En algunos casos, la vejez también significa “tener pérdidas”, ya sea por abandono o fallecimiento de los seres queridos: padres, hijos o esposa, entre otros.

Pues que me he sentido ya muy a gusto con mi Padre (Dios). Porque un día me llegó una depresión... ya ve cómo llegan las depresiones estando ya solo, y me agarré diciéndole al padrecito: “¡ayúdame!, me siento muy solo... si quiera me gustaría tener a alguien con quién platicar”. Que me dice: “Que no estoy yo aquí y mi madre”, desde esa vez... nada, me siento bien a gusto (JM).

Es interesante observar cómo el concepto de vejez está matizado por el género, ya que ante la pregunta: ¿considera que es lo mismo envejecer como mujer que como hombre? MR menciona: “La mujer envejece más por la familia; yo en mi rancho vi muchas chiquillas y ahora cuando voy y las veo, acabadas ya, viejitas”.

Por ende, para hablar de la vejez es necesario recuperar la experiencia subjetiva que le dan los ancianos. En este proceso de rescatar sus experiencias, es importante tomar en cuenta que las vivencias de cada uno están determinadas por un amplio número de factores como el género, la edad y las condiciones físicas, sociales y familiares, ente otras.

Roles culturales determinados por la familia: a pesar de los años, se continúa con los valores y las creencias de los padres

En México y otros países, los roles del hombre y la mujer están determinados principalmente por la familia, y tienen como objetivo dar continuidad al sistema de valores y creencias de los padres, los cuales, para esta población, resultan muchas veces como dogmas. Los roles son conductas estereotipadas por la cultura que se espera realicen las personas con base en su género; si bien han ido cambiando a partir de la incursión de la mujer en el mercado laboral, habrá que puntualizar que el grupo etario de este estudio nació en la década de los treinta, y además en una situación de desventaja económica, educativa y social, donde los roles estaban claramente definidos entre lo que le correspondía al hombre y la mujer.

Las viñetas que a continuación se presentan son un reflejo de cómo las creencias de los padres se reflejan en las conductas de las ancianas cuando eran jóvenes, lo cual les marcó su etapa de vejez.

Mis valores morales... Mi mamá decía que la mujer valía por su educación, por su moral, aunque quede sola y joven; pero no quería que me tomaran por antojo o diversión, por eso yo los espantaba con mi actitud (YG).

En la anterior viñeta, podemos ver cómo la persona aprendió una serie de prejuicios de la madre con relación al hombre, y esto la limitó para establecer su propia familia.

En mi casa, la autoridad la tiene mi esposo; yo tengo la responsabilidad, además de mis hijos, también de mi suegra, a que ella vive con nosotros (MJV).

Por otro lado, la mujer debe ajustarse a rol que aprendió: “es la responsable por la familia”. También se observó cómo este grupo etario tenía expectativas tradicionales sobre los hijos e hijas. En el caso de JP, mencionó:

A mis hijas no les puedo exigir que me visiten (viven en Colima), ya que tienen que obedecer a sus maridos; pero mis hijos tienen la obligación de visitarme y ver por mí, ya que ellos son los que mandan.

Como puede observarse, en este grupo de ancianos los valores culturales y familiares resultan ser muy tradicionales, donde la mujer se dedica al cuidado de la familia y el hombre a ser proveedor, quien además tiene la autoridad y se le debe de obedecer.

Religión: la importancia que tiene en sus vidas

Los estudios sobre los aspectos positivos y negativos de la religiosidad y la espiritualidad y su relación con el bienestar se han incrementado. En México, a partir de la década de 1960, existen al menos 40 religiones establecidas, un indicador de su importancia. La espiritualidad se considera una experiencia de lo divino, de carácter personal y que trasciende lo biológico, psicológico y social. Sin embargo, la religiosidad también se vive en lo social, siguiendo ritos, normas y comportamientos; brinda a las personas un soporte sociocultural, cumple con el rol de contenedor de lo espiritual, de protector (Rivera–Ledesma & Montero (2005).

En un intento por relacionar la espiritualidad y religiosidad con el bienestar psicológico, en varios estudios se ha observado una relación positiva; también se ha demostrado la relación entre religiosidad intrínseca con autoestima, satisfacción y sentido de vida, así como con estados depresivos (a mayor religiosidad, menor depresión). Si bien ha sido difícil analizar los conceptos de espiritualidad y religiosidad de manera unificada, ambos se han relacionado de manera positiva con el bienestar psicológico y otros constructos que favorecen la calidad de vida de las personas (Nogueira, 2015).

Para este grupo de ancianos, la religión es quizá la dimensión más importante para poder enfrentar tantas limitaciones, en donde encuentran consuelo y una esperanza de que las cosas más difíciles vayan a estar bien. Por ejemplo, señala AG, “agarro esta cajita donde pongo mis preocupaciones y se las llevó al padre; él sabe lo que hace y me dice que hay cosas que no son mi culpa”.

Así, para Maldonado y Ornelas (en Salgado & Wong, 2006) en comunidades de pobreza extrema el factor espiritual y religioso favorece la salud mental del anciano; cuando los vínculos se han debilitado, se busca la espiritualidad y la trascendencia.

Metas de vida: describe lo que en este momento de su vida esperan a futuro

Las metas son importantes en todas las etapas de la vida, pero en la vejez otorgan un sentido a la trayectoria evolutiva y orientan hacia un futuro deseado. Establecerlas no es algo definitivo, ya que forma parte de un proceso dinámico que se va modificando con el paso del tiempo; son representaciones de un estado futuro que puede ser positivo (esperanzas y aspiraciones) o negativo (temores o preocupaciones). Las metas están vinculadas tanto a un plano personal como a nivel social, es decir, orientadas a un objetivo evolutivo. A medida que el individuo crece, las metas son más realistas y fáciles de conseguir; en los adultos mayores, el énfasis está en el desarrollo de roles y actividades que ya desempeñan. La forma de conseguirlas se basa en la capacidad de evaluar los recursos personales y las demandas de la situación deseada. Establecer metas de vida es un recurso valioso para lograr un envejecimiento positivo, ya que desarrolla un nuevo significado para cada adulto mayor (Giuliani, Soliverez & Pérez, 2015).