Vida campesina en el Magdalena Grande

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Las buenas prácticas

Los campesinos de estos tres corregimientos eran vistos por las ONG ambientalistas, entidades gubernamentales y antropólogos como los destructores del medio ambiente que, en su afán por colonizar territorios, destruyen los bosques. A los campesinos no solo se los vio como depredadores ecológicos, sino que también se los vio como narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares. Esta asociación comienza cuando se dan los cultivos de marihuana y coca en la Sierra Nevada de Santa Marta. En el imaginario de las personas de Santa Marta o Ciénaga todas aquellas personas que vivían en la Sierra Nevada eran bandidos o pertenecían a algún grupo al margen de la ley. Ahora esa imagen está cambiando: los campesinos se han insertado en diversos proyectos dedicados a la sostenibilidad ambiental en producción orgánica que están siendo ejecutados por entidades ambientales y comercializadoras de café. Lo otro es que estas entidades están incentivando a los campesinos a que se vinculen al turismo ecológico, pero con turistas que estén interesados en las formas de producción del café.

Por años, los campesinos de la Sierra Nevada de Santa Marta han tenido prácticas tradicionales para cultivar el café; estas prácticas están ligadas a la conservación ambiental en sus fincas cafeteras. Una de las prácticas tradicionales que han mantenido los cultivos de café es la siembra de árboles en las plantaciones para generar sombrío en las plantas de café y lograr así que estas no se vean afectadas por el sol. Los campesinos también dejan una zona de bosque para la conservación de los nacimientos de agua y destinan unas áreas para la siembra de cultivos para el consumo familiar. El bosque les proporciona madera para el consumo de la cocina. En cuanto a la siembra de árboles en los cultivos de café se hace con un doble propósito: por un lado, las hojas de los árboles son materia orgánica para el cultivo de café porque mejoran la calidad del suelo; por otro lado, los árboles sirven para producir madera y si son árboles frutales como el guamo y el aguacate le van a dar otra entrada económica a la familia. Cuando siembran de sombrío plátano o bananos estos sirven de consumo para la familia o los venden en los cascos urbanos de los corregimientos. Lo cierto es que los campesinos utilizan el sombrío en sus plantaciones de café para regular el efecto del sol:

El sombrío es calidad, el sombrío es protección de suelo, es lo más recomendable del sombrío es el guamo, porque el guamo es un árbol de que crece muy rápido, se eleva; a él hay que hacerle tratamiento de crecimiento y se le hace el tratamiento y él se eleva, pero no es por eso, el guamo es porque diariamente él está botando mucha materia, bota la hoja, bota la guama y se descompone muy rápido entonces eso ayuda al mejoramiento de los suelos, donde hay buenos suelos hay buena producción de café, si no tenemos sombrío la producción del café es muy baja (Negrete, 2020, p. 15).

Los campesinos siembran, primero, los árboles que le van a dar sombrío a las plantas de café. Los árboles se fertilizan, se podan y se les retira la maleza durante el proceso de crecimiento. Cuando los árboles están grandes se procede a sembrar las plantas de café y a estas no se les suministran insumos químicos. La tradición de no usar insumos químicos en las plantaciones de café ha hecho que muchos de estos campesinos reduzcan los costos de producción al eliminar los agroquímicos como los plaguicidas, fungicidas y herbicidas. La institución que regula que los campesinos hagan buenas prácticas en sus cultivos de café es el Comité Cafetero; este ha destinado a sus técnicos expertos en caficultura para que los campesinos tecnifiquen sus cultivos de café. Para esto, los campesinos tienen que estar de acuerdo con las sugerencias que haga Cenicafé sobre las semillas que se van a sembrar, el control de broca, roya, maleza e insectos y, por último, las medidas en que se tiene que sembrar el café:

Habían cafés que se sembraban regaos en almacigo, y pero entonces la gente fue cambiando, porque surqueado era mejor para trabajarlo o mejor para cogerlo, para controlarlo y empezaron a tratarlo surqueada mente, luego llegó el comité y ya colocó las medidas de siembra de café. Hoy existen muchas clases de medidas de intensidad de siembra de café (Negrete, 2020, p. 16).

Los campesinos de estos tres corregimientos han optado por no fertilizar las plantas con químicos. Aunque esto acelera la producción en las plantas, también es un efecto negativo para el suelo dado que este perderá sus nutrientes naturales. Para algunos campesinos, suministrarles fertilizantes a las plantas de café acelera el proceso de crecimiento de la planta, pero a su vez acorta los años de productividad. En sus experiencias cuentan que la utilización de químicos hace que las plantas se trastornen y pierdan sus hojas; por lo tanto, esto produce pérdidas cuantiosas a los campesinos. Estos trastornos, por lo general, se dan en plantas jóvenes; lo que recomiendan los técnicos —extensionista del Comité de Cafeteros— a los campesinos es hacer una nueva resiembra de plantas. Para evitar estos casos y no generar pérdidas económicas, los campesinos han optado por no fertilizar con químicos, lo que alarga la vida de producción de la planta hasta quince años:

Ah sí, eso es el proceso del químico… el proceso del químico eso es como cuando aceleran la mata digamos así… no quiero comparar pues la naturaleza con la mujer, pero es casi igual. Es como cuando la mujer se deja coger macho digámoslo así muy joven el proceso de vida es muy lento… Entonces eso pasa con la planta, si la planta aquí en esta Sierra se acelera… una planta de café de ellos el proceso de vida son cinco años porque se acelera con lo[s] químicos, entonces ella se crece rapidísimo produce bastante, pero así mismo como se le echa así mismo queda muy aporreada y se palotea, lo que llamamos palotear es que queda sin hojas muy poca hoja (Ortiz, 2017, p. 16).

Algunos de estos campesinos planifican la siembra, la poda y la cosecha de café o cualquier otro cultivo de acuerdo a las fases de la luna. Las fases de la luna también le indican al campesino la época en que comenzarán las lluvias y la sequía. La otra práctica tradicional que todavía tienen algunos campesinos es la de hacer quemas para preparar el terreno para los cultivos que van a abastecer a la familia mientras se da la cosecha de café. Esta práctica de quemar el rastrojo ha hecho que los campesinos se enfrenten a las instituciones ambientales porque las quemas a veces se salen de control, generando incendios de grandes proporciones. Los incendios provocados por las quemas ponen en peligro la fauna y flora y hasta la vida de las comunidades campesinas e indígenas que habitan en el macizo montañoso. Aun cuando estas quemas generan desastres ambientales cuando se salen de control, los campesinos las siguen practicando para preparar el terreno para cultivar. Los campesinos sostienen que si no se hacen las quemas la tierra no producirá lo suficiente y se morirían de hambre:

Aquí siempre se trabajaba con la luna, aquí siempre con los cambios de luna. Aquí siempre se preparaban las tierras en el mes de enero… hasta en diciembre porque llovía mucho, ya después la gente siempre hacía su guardarraya, quemaba su pedazo de tierra. Anteriormente uno tumbaba una tierra, un ejemplo tumbaba tres o cuatro hectáreas de tierra, y nosotros le teníamos que hacer el guardarraya para que las candelas no se nos pasaran. Nosotros cuidábamos mucho las aguas, sobre todo nosotros allá en las tierras [...] dejábamos un trayecto más o menos casi de 100 metros de la quebrada a donde teníamos la siembra, incluso es hora y las únicas tierras de esos lados en “La Unión”, tenemos más de 20 hectáreas de montaña que nosotros no las tocamos, eso fue intocable (Ortiz, 2017, p. 15).

Para evitar que los campesinos sigan utilizando las quemas para cultivar la tierra, las instituciones encargadas de preservar la Sierra Nevada de Santa Marta les están enseñando otras prácticas de sembrar la tierra sin utilizar las quemas. Muchos de estos campesinos quieren tener experiencias de intercambios para olvidar la práctica de la quema y así quitarse el estigma de “depredadores ambientales”.

Conclusiones

El corregimiento de Minca tuvo una colonización dirigida por el Gobierno Local y Nacional; los extranjeros llegaron al territorio gracias a las políticas de poblamiento. El Gobierno Local y Nacional tuvo a la Sierra Nevada de Santa Marta como una zona de frontera y, por lo tanto, tenía que ser anexada al Estado. La llegada de población extranjera hizo que la Sierra se incorporara a las políticas económicas del Gobierno Nacional, por medio de la explotación y comercialización de café. La llegada de las personas del interior del país, como marginados de la violencia partidista que se estaba dando en los departamentos andinos, reconfiguró el orden establecido por los colonos extranjeros. En los tres corregimientos las personas del interior del país no coordinaron ni planificaron la colonización y esta se desbordó hasta los territorios de los indígenas; en esta perspectiva, los colonos fueron vistos como invasores de tierras de la reserva forestal.

En principio, los colonos se insertaron al cultivo de café y se vio que asimilaron las políticas económicas y ayudaron en la economía regional. Cuando se desligaron de la economía legal del cultivo de café y entraron en la economía ilegal del cultivo de marihuana fueron vistos como violentos y fuera de la ley. El cultivo de marihuana hizo que el territorio de los campesinos fuera visto como zona de frontera, zona roja o marginal, debido a que el Estado no tenía control sobre esos territorios. Todas aquellas personas que habitaban esos territorios fueron consideradas marimberas y, por lo tanto, tenían que ser controladas y los cultivos de marihuana acabados. Esto generó violencia en los tres corregimientos, una violencia que el mismo Estado no pudo controlar. Este desorden social y económico fue asumido por la guerrilla de las FARC mediante el control y ajusticiamiento de los generadores de violencia. La ausencia del Estado hizo que la guerrilla controlara a los campesinos; aunque estos se distanciaban de las políticas del grupo guerrillero, fueron estigmatizados como guerrilleros o colaboradores.

 

El estigma como “zona de guerrilleros” propició la arremetida violenta de los paramilitares contra los campesinos. La llegada de los paramilitares a la zona complicó la situación: estos aislaron la zona con los cascos urbanos de Ciénaga y Santa Marta, mientras asesinaban y masacraban a los campesinos por ser supuestos colaboradores o guerrilleros. El despojo de tierras estuvo a la orden del día y el número de desplazados hacia los cascos urbanos se desbordó. A los campesinos les quitaron sus fincas y los pusieron a pagar cuotas financieras para el sostenimiento de la estructura armada. Aunque el territorio estaba controlado por la estructura paramilitar Bloque Resistencia Tayrona, a los campesinos todavía se les estigmatizaba como guerrilleros o colaboradores. La estructura paramilitar controló el orden público y regulaba todo lo que pasaba en el territorio. Hay que tener en cuenta que los grupos paramilitares tenían el control de todo el departamento del Magdalena y la Sierra Nevada tenía que entrar a ese modelo político, económico y militar. Por lo tanto, controlar y dominar los tres corregimientos era anexarlos al modelo paramilitar que en esos momentos estaba de moda en toda Colombia; a pesar de todo lo anterior, los campesinos no vieron inversión de los paramilitares y, mucho menos, del gobierno local y nacional.

Cuando se desmovilizaron los paramilitares del BRT ocurrieron muchas cosas en la zona: por un lado, la violencia que se había incubado en la zona desapareció, llegaron los organismos de derechos humanos, las ONG ambientalistas, y el Estado comenzó a hacer una leve presencia. Todo lo anterior representó para los campesinos la retoma de los cultivos de café, pero desde una perspectiva de sostenibilidad ambiental. El fin de la violencia creó expectativa entre los campesinos sobre las inversiones en obras de infraestructura como colegios, vías y puestos de salud; eso en la zona de consolidación campesina no se ha reflejado totalmente. Lo que hizo el Estado fue copar los puestos de policías que fueron destruidos por la guerrilla en años anteriores y reforzar la presencia de las fuerzas militares con batallones de alta montaña. Este nuevo periodo de tranquilidad hizo que los habitantes de los tres corregimientos comenzaran a tener dinámicas de negociación con las instituciones del Estado. Por un lado, los campesinos han entrado en las políticas de conservación de la Sierra Nevada de Santa Marta y quieren resignificar el estigma que han llevado por años; esto lo están haciendo con las prácticas económicas que están realizando en sus fincas y el discurso con el que promueven la conservación de la Sierra Nevada de Santa Marta, a través de la conservación ambiental de los ríos, quebradas, bosques y fauna. Incluso los paramilitares, dentro de sus normas y reglas, les prohibían a los campesinos la caza, la pesca y la tala de árboles cerca de los ríos. No hacer eso contribuyó a salvar sus vidas y a que no fueran sometidos a castigos severos por parte del grupo paramilitar.

Vida campesina en La Guajira

Mapa 2. La Guajira y sus municipios


Fuente: IGAC (2002).

El departamento de La Guajira se encuentra ubicado en el extremo nororiental del país, con una extensión aproximada de 20.848 km². En él podemos encontrar paisajes que van desde desierto, pasando por bosques tropicales, hasta zonas montañosas como la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá. Es normal escuchar hablar al común de la gente de la “Alta, Media y Baja Guajira”, reflejo de las relaciones entre las comunidades que habitan cada uno de estos territorios (CNMH, 2017).

La Alta Guajira es la parte que se encuentra al norte del departamento, en jurisdicción del municipio de Uribía, aunque vale la pena mencionar que se extiende hasta la hermana República Bolivariana de Venezuela. Su población está constituida, en su mayoría, por indígenas pertenecientes a la nación wayuu. La Media Guajira hace referencia a los territorios ubicados en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta y a la zona de frontera con Venezuela. Su población está compuesta por indígenas de las comunidades wiwa, kogui, wayuu, comunidades afrodescendientes y campesinos. Finalmente, encontramos la Baja Guajira, ubicada al sur del departamento, en el valle conformado por la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá. Su población, al igual que en la Media Guajira, está compuesta por indígenas wayuu y wiwas, comunidades afrodescendientes y poblaciones campesinas que llegaron de otras regiones huyendo del conflicto y buscando mejores opciones de vida.

Según el Centro Nacional para la Memoria Histórica (2017), “en los municipios de Dibulla y Riohacha durante la década de los cincuenta existió la OCC (Organización Campesina de Colombia), quienes se organizaban principalmente alrededor de la producción y comercialización de café”. Así mismo, el Sindicato de Agricultores de Urumita y las Organizaciones Campesinas de Maicao serían los primeros esfuerzos organizativos de las comunidades campesinas en el departamento de La Guajira. Así lo señala el CNMH (2017) al mencionar que desde la década de los sesenta existían organizaciones campesinas a lo largo y ancho del territorio guajiro, pero a finales de esa década estas asociaciones comienzan a identificarse con un proyecto organizativo común: ANUC.

Durante la década de los setenta la ANUC venía ganando gran reconocimiento en el departamento y el país; sin embargo, con la aparición de las guerrillas en algunos territorios del departamento las organizaciones campesinas empezaron a ser señaladas, lo que generó el asesinato de líderes campesinos, quienes eran acusados de colaborar con estos grupos armados. Según entrevistas realizadas por el CNMH (2017) a líderes campesinos del departamento, esto se produjo a raíz de la división interna de la ANUC en la línea Sincelejo y en la línea Armenia, dado que la línea Armenia era más que todo reformista y allegada al Gobierno mientras que la línea Sincelejo predicaba su independencia; esto generaba señalamientos desde el establecimiento, que no concebía la organización social por fuera de los partidos políticos tradicionales:

A partir del 82 el Estado catalogaba a la dirigencia campesina como de izquierda, más que todo aquí en el Caribe y aquellos que estaban de acuerdo con las políticas de Estado eran gobiernistas, entonces recuerdo que aquí se dio una división cuando Julio Cesar Turbay era presidente. ¿Y cómo se sintió aquí? Pues por la persecución a los líderes y el debilitamiento, el decaimiento de las organizaciones, como que se perdió el ánimo, muchos se alejaron (CNMH, 2017, p. 35).

Es así como en las décadas siguientes la violencia contra los campesinos del departamento de La Guajira, reunidos en la ANUC, se recrudeció, ya fuera por las guerrillas (FARC, EPL, ELN), por los paramilitares o por bandas delincuenciales herederas de la “bonanza marimbera”. De esta forma podemos reseñar eventos como las masacres de La Punta de los Remedios y Mingueo, en el municipio de Dibulla; la masacre de Conejo, en el municipio de Fonseca; la masacre de Distracción, el 14 de diciembre del 2000; la masacre del barrio Cafetal, en el municipio de Villanueva; entre muchos otros hechos violentos que generaron una disminución en el accionar de las organizaciones campesinas del departamento de La Guajira debido al miedo generado por el accionar de los grupos violentos que veían en el campesinado un aliado fundamental para uno u otro grupo.

Posteriormente a la desmovilización paramilitar y con la firma, más recientemente, de los acuerdos de paz entre el Estado y las FARC, las organizaciones campesinas han reanudado sus esfuerzos por organizar a las poblaciones para “trabajar en la consecución de tierra, la facilitación de créditos e impulsos de programas de capacitación para el campesinado” (CNMH, 2017, p. 41); sin embargo, esto no significa que la violencia hacia sus líderes haya desaparecido. De igual forma, deben afrontar la poca credibilidad que las poblaciones tienen hacia el Estado, que privilegia los intereses de otros actores en el territorio por encima de las comunidades que lo habitan ancestralmente.

Nostalgia de la bonanza: campesinos del valle de Tomarrazón

El corregimiento de Tomarrazón pertenece al distrito de Riohacha y se encuentra ubicado en la zona suroriental. Está al pie de las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta, en una zona de complejo acceso y cercada por varios ríos y arroyos que hacen del paisaje de esta región uno de los más verdes del departamento de La Guajira.

Para llegar a Tomarrazón se toma la vía que conduce de Riohacha al sur del departamento; posteriormente, hay un desvío hacia la derecha en dirección a la Sierra Nevada. Al cabo de unos 15 minutos en una angosta vía se llega a esta centenaria población. Por su cercanía a los ríos, por estar en un fértil valle y, evidentemente, por depender de las estaciones de lluvia de la Sierra, en esta zona se da mucho la actividad agrícola.

Imagen 9. Valle de Tomarrazón


Fuente: Archivo Oraloteca (2017).

Poblamiento

Por su ubicación geográfica y condiciones ambientales, el corregimiento de Tomarrazón ha sido un lugar de encuentro de múltiples culturas indígenas en el que se han dado procesos de emancipación afrodescendiente y diversos momentos de colonización. Sin embargo, podemos decir que en la actualidad la mayoría de su población se autorreconoce como afrodescendiente:

Bueno, Tomarrazón, en los años de 1940, todavía era una etnia de indígenas. Todavía hay en partes que se consiguen tinajas y todo eso de la cuestión indígena. Después de indígena, pasó a afrodescendiente, que es en lo que vivimos hoy en día. El corregimiento de Tomarrazón, como todos sabemos, como todo pueblo de Colombia y uno más del Caribe, aquí este pueblo está conformado y constituido por colonos que vienen inclusive de otros países, por ejemplo, aquí llegaron personas de origen africano en su mayoría, de origen español, de origen italiano, un sinnúmero de países vinieron a colonizar aquí desde la época del descubrimiento y quedaron un sinnúmero de familias aquí plantadas, entonces este es uno de los pueblos que dependemos de esas familias (W. Toro, comunicación personal, diciembre del 2016).

Imagen 10. Calle principal de Tomarrazón


Fuente: Archivo Oraloteca (2017).

Walter Toro es un líder y miembro de varias organizaciones agropecuarias desde las cuales vela por los intereses de los miembros de su comunidad, lo que le ha representado un profundo respeto y apoyo por parte de las veredas que componen el corregimiento de Tomarrazón. Sobre los orígenes del pueblo, nos cuenta que el nombre de Tomarrazón

era de que cuando la cuestión del almirante Padilla, es lo que dice la leyenda, de que todos los telegramas que llegaban, llegaban era ahí hasta Tomarrazón. Y pues Tomarrazón es de la época de la guerra de Simón Bolívar, mejor dicho, que Tomarrazón es uno de los pueblos más antiguos del departamento de La Guajira. Todo esto era una casta indígena, por todas estas tierras usted coba y encuentra tinajas, en todas estas tierras por aquí encuentras tinajas, encuentras pilones, porque yo los he encontrado, de barro, horneados. Eso es lo que tengo que decir de Tomarrazón. Y pues del poquito de conocimiento que tengo es que Tomarrazón se llama “30 Tomarrazón”. Dicen los viejos antepasados de que a Tomarrazón le pusieron así porque eran 30 viviendas. Y en esas 30 viviendas era donde llegaban todas las comunicaciones del almirante Padilla, cuando era la época de la conquista del almirante Padilla, acá en La Guajira, entonces ahí era donde llegaban todas las comunicaciones, ahí era donde hacían todas las agremiaciones y por eso fue que le pusieron Tomarrazón (W. Toro, comunicación personal, diciembre del 2016).