La vida de los Maestros

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IX

El Templo de la Curación se hallaba situado en ese pueblo. Se decía que desde su fundación no se habían pronunciado en él más que palabras de vida, de amor y de paz. Las vibraciones eran de tal manera poderosas, que la mayor parte de los peregrinos se curaban instantáneamente. Se pretende también que las palabras de vida, amor y paz, repetidas tantas veces y que emanan del templo desde que fueron pronunciadas hace tanto tiempo, que sus vibraciones son tan fuertes que aniquilan toda palabra desarmónica o imperfección que allí fueran pronunciadas. Ello ilustraría lo que ocurre en el hombre. Si uno se ejercitara en enviar mensajes de vida, amor, armonía y perfección, este hombre sería bien pronto incapaz de pronunciar una palabra discordante. Tratamos de emplear palabras desagradables y cada vez pudimos ver que no podíamos articularlas.

El templo era el destino de los peregrinos que buscaban curarse. Los Maestros que residen en la vecindad tienen la costumbre de reunirse, a intervalos determinados, en ese pueblo para consagrarse sus devociones, y las gentes que quieren aprovechan esta oportunidad para instruirse. El templo está dedicado enteramente a la curación y abierto siempre al público. Como el público no puede encontrar siempre a los Maestros, ellos los incitan a ir al templo, en toda época, con fines de curación. Es por lo que los Maestros no habían curado a nuestros peregrinos. Los habían acompañado para mostrarles que no eran diferentes de ellos y que cada uno posee en sí los mismos poderes dados por Dios. Dando el ejemplo de la travesía del río, pienso que habían querido demostrar a los peregrinos y a nosotros mismos su facultad de triunfar en todas las dificultades e invitarnos a imitarlos.

En los lugares desde donde el templo es inaccesible, quienquiera que sea puede pedir ayuda a los Maestros y recibe grandes beneficios. Hay también simples curiosos e incrédulos que no reciben ayuda aparente. Nosotros asistimos a muchas curaciones, de doscientas a dos mil personas, donde todas aquellas que lo desearon se curaron, declarando interiormente que lo deseaban. Tuvimos ocasión de observar, en diferentes épocas, un gran número de personas curadas así. En un noventa por ciento de los casos las curaciones fueron duraderas y aquellas efectuadas en el mismo templo lo fueron en un cien por cien.

Se nos explicó que el templo es una cosa concreta situada en un lugar determinado. Simboliza el centro divino, o Cristo individual. Todas las iglesias deben representar el mismo símbolo. El Templo es accesible siempre, a aquellos que quieran ir a él. Uno puede ir tan seguido y estar tan largo tiempo como desee. Un ideal se formó así en el pensamiento de los visitantes y se fijó en su espíritu.

Emilio dijo: «Es justo aquí donde interviene la sugestión que condujo a la idolatría del pasado. Los hombres han buscado grabar en la madera, en la piedra, el oro y la plata o el bronce la imagen de su ideal. Apenas la imagen (ídolo) está formada, ya el ideal la ha sobrepasado. Es necesario, entonces, tener la visión de amar e idealizar aquello que viene del interior del alma y no dar una forma tangible, necesariamente idólatra, al ideal que queremos expresar. Un aspecto más reciente de la idolatría, consiste en hacer un ídolo de la persona que expresa nuestro ideal. Es necesario no adorar más que el ideal expresado y no la personalidad que los expresa. Jesús decidió irse porque vio que el pueblo comenzaba a idolatrar su persona en lugar de amar el ideal que él representaba. Querían hacer de él un rey. El pueblo no veía más que una cosa, y es que Jesús les proveía de sus necesidades materiales.

»No había nadie que reconociera tener en sí mismo el poder de proveer a sus necesidades y se sirviera de él, como Jesús. Dijo entonces: “Es bueno que yo me vaya, ya que si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros”. En otros términos, en tanto que uno se concentra sobre la persona de Jesús, no se reconoce su propio poder. Si uno cuenta con el otro, hace un ídolo en lugar de expresar su ideal».

Fuimos testigos de curaciones extraordinarias. Para algunos enfermos era suficiente con atravesar el templo para ser sanados. Otros pasaban allí un tiempo considerable. Nadie oficiaba jamás. Parece que era inútil oficiar, porque las vibraciones de la Palabra viviente eran tan eficaces en el templo, que toda persona que entraba en su zona de influencia sentía sus beneficios. Vimos traer a un hombre aquejado de acromegalia. Sus soldaduras óseas se curaron por completo al cabo de una hora, y pudo ponerse en pie y caminar. Trabajó seguidamente cuatro meses para nuestra expedición. Otro había perdido todos los dedos de una mano y le fueron repuestos. Un niño pequeño con el cuerpo deforme y miembros paralizados fue curado instantáneamente y corrió fuera del templo. Casos de lepra, ceguera, sordera y otros fueron curados. Tuvimos la ocasión de observar a un gran número de ellos dos o tres años más tarde. Su curación persistía. Cuando no era más que temporal, se nos dijo que era a causa de una falta de visión espiritual.

X

Al regreso a nuestro cuartel general de Asmah todo estaba dispuesto para la travesía a las montañas. Después de una jornada de descanso, cambiamos de porteadores y monturas y emprendimos la segunda parte de nuestro viaje. Se trataba de franquear la cadena himaláyica.

Los acontecimientos de los veinte días siguientes no presentaron ningún interés especial. Emilio nos habló de la Conciencia de Cristo. Nos dijo: «Es por el poder de nuestro propio pensamiento puesto en acción que podemos expresar y volver tangible la conciencia de Cristo. Por el poder del pensamiento, podemos hacer evolucionar nuestros cuerpos hasta un estado tal que no conocemos más la muerte, donde no habremos de sufrir más el cambio de la muerte. Por el proceso del pensamiento, por la Conciencia interior del Cristo, podemos transmutar nuestro entorno y nuestras condiciones de vida. Todo ello se hace por el poder dado al hombre de concebir un ideal y de realizar el objetivo correspondiente. Es necesario ante todo saber, percibir, creer por la fe que Cristo está en nosotros. Es necesario seguidamente comprender el verdadero sentido de la doctrina de Jesús, mantener unido a Dios nuestro cuerpo espiritual hecho a su imagen y semejanza. Es necesario fundirlo en el cuerpo perfecto de Dios, ya que es así fundido como Dios nos ve. Entonces habremos idealizado, después concebido y manifestado el cuerpo perfecto de Dios. Habremos verdaderamente “nacido de nuevo” en el Reino del Espíritu de Dios y formado parte de él. Pensando de esta manera, uno puede reintegrar todas las cosas a la Sustancia Universal de donde han salido y retirarlas perfectas en su forma exterior de manifestación. Se las mantiene en pensamiento, en estado perfecto, puro y espiritual, después se baja su ritmo de vibración y ellas se manifiestan bajo una forma perfecta. Por este proceder, se puede retomar todas las falsas creencias, y todos los viejos errores, todos los pecados de nuestra vida, buena o mala. Poco importa el montón de errores, de dudas, de incredulidad o de temores que han sido erigidos en nuestro camino por nosotros mismos o por otros. A todas esas cosas podemos decirles: “Os devuelvo al gran Océano del Pensamiento Universal, en la Sustancia Cósmica de donde todo proviene, donde todo es perfecto y de donde habéis salido. Disolveos, volved a ser los elementos que han servido para crearos. Ahora, yo os hago salir de esta pura sustancia, perfectos tal cual Dios os ve. Os mantengo en este estado de perfección absoluta. En el viejo orden de cosas, os había hecho salir imperfectos, por lo tanto vuestra manifestación era imperfecta. Comprendiendo la verdad, os reproduzco ahora perfectamente como lo sois a los ojos de Dios. Habéis nacido de nuevo en estado perfecto. Y así es”.

»El divino alquimista interior, toma a su cargo lo que aportáis. Transmuta, refina, perfecciona lo que vosotros le entregáis después de haberlo manifestado bajo la forma imperfecta. Es lo mismo para vuestro cuerpo, que es transmutado, refinado, perfeccionado. Dios lo vuelve incorruptible, gozosamente perfecto, hermosamente libre. Tal es la perfecta conciencia de Cristo en todos y para todos. Es la vida “secretamente escondida en Cristo con Dios”».

En la mañana del 4 de julio, llegamos a la cima del puerto. La víspera por la noche, Emilio estimó que merecíamos un día de descanso y que ninguna fecha era más indicada que aquella. En el desayuno nos dijo: «Estamos a 4 de julio, fiesta aniversario de vuestra independencia. Este día viene maravillosamente a propósito. Siento que tenéis algo de confianza en nosotros y voy a hablar libremente. En algunos días se demostrarán definitivamente que mis afirmaciones son exactas.

»Nos gusta pronunciar el nombre de vuestro país, América, y el de sus habitantes, los americanos. No sabréis nunca la alegría que me da en este día tan importante estos momentos de conversación con americanos que puedo ver cara a cara y que han nacido sobre ese gran territorio. Para algunos de nosotros ha sido un privilegio haber visto nuestro país mucho antes de la partida de la memorable expedición de Cristóbal Colón. Hubo otras tentativas de descubrimiento que fracasaron. ¿Por qué? Simplemente por falta de esa cualidad divina: la Fe. El valiente, el creyente, capaz de realizar su visión no había aparecido todavía. Un día se le introdujo en el alma la certidumbre de que la tierra era esférica y que debía haber en las Antípodas una superficie emergida equivalente a aquella ya conocida. Rápidamente, nosotros vimos que una nueva época histórica comenzaba a desarrollarse.

»Solo el Gran Omnipotente, Dios, que observa todas las cosas, podía despertar este grano de fe en el alma de Colón. Estas fueron las primeras palabras del explorador el día que se presentó ante la reina de España, rehusando inclinarse ante las autoridades: “Reina bienamada, estoy firmemente convencido de que la tierra es redonda y deseo embarcarme para demostrarlo”. No sé si os dais cuenta, pero esas palabras estaban inspiradas por Dios, y Colón fue clasificado entre las gentes dedicadas a ejecutar aquello que emprenden.

 

»Así empieza el desarrollo de una larga cadena de acontecimientos, de los cuales tuvimos visión algunos años antes. Todo no nos fue mostrado, pero sabíamos bastante como para poder seguir el hilo. No imaginábamos las maravillas casi increíbles que debían cumplirse en pocos años. Pero aquellos de nosotros que tienen el privilegio de haber vivido todo este período, comprenden perfectamente que los prodigios todavía más sorprendentes están en reserva para vuestra nación. Ha llegado el momento en que despierten al conocimiento de su verdadero rol espiritual. Tenemos el deseo de hacer todo lo posible por ayudaros a realizarlo.

»Parece que si los Maestros se interesan en nosotros, es a causa de su gran deseo de ver a América aceptar la Conciencia de Cristo y tomar conocimiento de sus posibilidades. Creen que este país ha sido fundado sobre bases espirituales y que está, en consecuencia, destinado a guiar al mundo en su desarrollo espiritual».

Emilio continuó: «Pensad que el descubrimiento de América resultó de un pequeño grano de fe plantado en el alma de un solo hombre, en el cual quedó libre para desarrollarse, las consecuencias son inimaginables. Colón fue considerado en su tiempo como un soñador estéril. Pero aproximaos todos al lugar donde creemos que de los sueños de ayer devienen las realidades de hoy. ¿Quién puede adjudicarse un logro sin haber sido tachado de soñador? Colón ¿soñaba realmente? ¿No se trataba de ideales del Gran Pensamiento Cósmico, concebidos en el alma del que los manifestó como grandes verdades? Colón partió sobre un océano inexplorado, teniendo en su conciencia la clara visión de las tierras de ultramar. Yo no sé si entrevió la preeminencia futura del continente que iba a descubrir, así como el nombre de América que debía llevar. Ese fue más bien un atributo de los hombres de la segunda etapa. De cualquier manera la pregunta subsiste: ¿Se trataba de una visión o de un sueño?

»Nosotros vemos ya una parte de los prodigios realizados, pero nuestra visión de los prodigios por venir está ligada a la visión inicial de Colón. Uno puede recordar de esta manera las numerosas visiones que han hecho de la tierra una residencia mejor. Es por ellas que Dios se expresa, se manifiesta a través de cada uno.

»Los hombres que ya han llegado, son aquellos que tenían, conscientemente o no, la más grande fe en Dios. Pensad en esta alma partiendo hacia un océano todavía inexplorado, en sus penas, sus pruebas, sus descorazonamientos, pero pensad también que vivía con una idea maestra en sus pensamientos: aquella del fin a alcanzar.

»Los acontecimientos siguieron una marcha siempre ascendente hasta el día en que un puñado de hombres embarcaron en el Mayflower buscando la libertad de adorar a Dios a su manera. Pensad: “A su manera”. A la luz del espíritu y de los acontecimientos que sucedieron, ¿comenzáis a comprender la verdad? La empresa de esos hombres ¿no sobrepasó a su pensamiento? ¿No os apercibís que la mano del Gran Omnipotente planteaba sobre la escena? Después vendrían los días sombríos, en que parecería que las primeras colonias iban a ser aniquiladas. Pero cuando Dios ha puesto su mano en una obra es necesario que triunfe. Después vino el gran día, cuando fue firmada la Declaración de la independencia, el día de la elección entre Dios y los opresores. ¿Quién ha prevalecido? Las luchas de un pequeño número de hombres durante esos días y sus firmas sobre el documento marcando una de las más grandes fechas de la historia desde la venida de Jesús a la tierra.

»Después los primeros golpes de la Campana de la independencia resonaron. Lo creáis o no, nosotros lo percibimos casi como si hubiésemos estado cerca de la campana. Esta amplificó y expandió las vibraciones emanantes de ese pequeño centro con una fuerza que los hizo penetrar un día en los rincones más oscuros y alejados de la tierra. Las conciencias más tenebrosas se encontraron iluminadas.

»Considerad las pruebas y vicisitudes que han preparado este acontecimiento. ¿No se trata del nacimiento de un niño Divino? Ved las grandes almas que han osado avanzar para respaldar al niño. ¿Qué hubiera ocurrido si ellas hubieran perdido su coraje? Pero no perdieron su valor, y ¿qué pasó? El nacimiento de la nación más grande de toda la tierra. Sus pruebas y sus tribulaciones muestran su estrecha alianza con el alma de Jesús de Nazaret en su expansión. Uno puede asimilar las firmas de la Declaración de Independencia a los Magos de Oriente, que vieron la estrella simbólica del nacimiento del niño en el pesebre, la Conciencia del Cristo en el hombre. Los hombres de los tiempos modernos perciben la estrella con la misma certeza que aquellos de la antigüedad. Cuando uno rememora el documento está fuera de duda que cada palabra fue inspirada por Dios. Reflexionad un instante. La Declaración de la Independencia no tiene paralelo en la Historia. No hay ningún documento similar del cual podría haber sido copiado. ¿Podéis dudar, acaso de que haya salido de la Sustancia del Pensamiento Universal? Forma parte de un gran plan creador en curso de manifestación. Y hay indudablemente una continuación de la ejecución del gran plan.

»La divisa “E pluribus unum”, adoptada durante los emocionantes días de las etapas sucesivas de la evolución del país, es una expresión imaginada directamente salida del Espíritu de Verdad. Ciertamente no emanaba mecánicamente del pensamiento de los norteamericanos. Después de la frase emblemática “In God we trust” (En Dios confiamos), muestra la más ardiente confianza, la fe en Dios, creador de todas las cosas. En fin, el águila fue elegida por emblema, el pájaro macho y el hembra, completo en la unidad. Eso ilustra la profunda espiritualidad de aquellos hombres, o en todo caso su capacidad de construir más perfectamente que los que pensaban. No hay duda de que fueron guiados por la autoridad creadora del Espíritu de Dios, ¿Eso no presagia a caso que Norteamérica está predestinada a guiar al mundo entero?

»La historia de vuestra nación no tiene paralelo en la tierra. Se puede notar cada una de las etapas sucesivas que la han llevado a su perfección. Alguien que no fuera un Maestro del Pensamiento no hubiera sabido provocar semejante desarrollo. ¿Dudáis vosotros que el destino del país sea guiado por el Gran Dios Omnipotente?

»El grano de mostaza es una de las más pequeñas semillas. Por tanto tiene poder (la fe) de saber que posee la capacidad de expresar el mostacero, el más grande de todos los arbustos. Cuando se vuelve árbol, los pájaros pueden vivir en sus ramas. Lo mismo que el grano sabe que puede exteriorizar la planta, lo mismo nos es necesario conocer nuestro poder interior de expresar nuestro ser más grande. Contando esta parábola, Jesús hacía alusión a la cualidad de la fe y no a la cantidad. “Si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a una montaña: Sal de aquí, ponte allá, y ella lo hará y nada os será imposible”.

»Las más frágiles semillas de adormidera, las semillas de los banianos más colosales, los bulbos, los esquejes y todas las verdaderas semillas saben por fe que pueden expresar el gran ser de su especie. Del mismo modo es necesario que nos representemos interiormente una imagen exacta de aquello que nosotros queremos expresar. Debemos perfeccionarla de hora en hora por una preparación interior antes de que su perfección se manifieste. Jamás una flor en eclosión se expande completamente sin un esfuerzo preparatorio de perfeccionamiento interior. En un momento dado la yema está confinada en el interior de los sépalos, del sentido de sí misma, del egoísmo. Cuando acaba su perfección interior, eclosiona en su belleza.

»Es necesario que el grano puesto en la tierra renuncie a sí mismo para crecer, desarrollarse, multiplicarse. Es necesario también que renunciemos a nosotros mismos para llegar a desarrollarnos. Para que el grano crezca, es necesario que su envoltura haga eclosión. Lo mismo para comenzar, es necesario que haga eclosión nuestra envoltura de limitaciones. Cuando nuestro perfeccionamiento interior sea acabado, nos expandiremos intensamente en nuestra belleza a semejanza de la flor.

»Esta ley vale para una nación, como para un individuo. ¿No podéis imaginaros a una nación donde la conciencia del Cristo hubiera llegado a su pleno desarrollo y donde los habitantes emprendieran cualquier cosa colectivamente? Ello se traduciría seguramente en un bienestar general, ya que el corazón de un gobierno echa verdaderamente raíz en la conciencia de los gobernados.

»Al no haber comprendido su propia importancia espiritual, vuestra nación ha cometido graves errores en el curso de su historia. En su gran mayoría está sumergida todavía en el materialismo. Sé bien que grandes almas han guiado sus destinos, mas yo sé también cuán poco sus obras han sido apreciadas en vida. Hasta aquí, vuestro camino ha sido duro, áspero y pedregoso, porque vuestros ciudadanos tienen concepciones limitadas y se han apoyado para trabajar en sus pensamientos materialistas. Y si embargo, ¿qué maravilla no han realizado? Pero, ¿cuánto más no habrían de haber realizado y más grande, si hubieran comprendido y aplicado el sentido espiritual profundo del mensaje? En otras palabras, prodigios increíbles serían revelados hoy si el Cristo hubiera sido colocado en la proa de vuestro navío gubernamental, y si cada uno hubiera podido como Jesús ver que en verdad el Cristo está en todos y no hacen más que uno. Ese día de gloria llegará cuando se haya comprendido el sentido espiritual profundo de la divisa “E pluribus unum”. Uno para todos, todos para uno, es una de las grandes leyes de Dios. Así es expresada por la multitud.

»Considerad entre todas las naciones aquellas que han durado más largo tiempo. Habrían durado siempre, si no hubieran permitido que se insinuara el materialismo y disgregara progresivamente su estructura. Vino un tiempo en el cual cayeron por la anomalía de su propio peso, o bien fueron consumidas por haber usado mal la ley que les había dado nacimiento.

»¿Qué pasa cuando llega una cada tal? El principio, la parte de Dios es preservada hasta que los fallos sucesivos permitan discernir una subida gradual, un empuje hacia lo alto en cada estado. Finalmente es necesario que todo se termine en Dios, uno para todos. Queridos hermanos, no se necesita un profeta para hacer comprender esto.

»Mirad la nación española, en la época de la partida de Colón para su viaje de descubrimiento y ved en lo que se ha convertido. Dentro de poco estará en guerra con sus propios hijos. Constataréis su debilidad y su impotencia. A duras penas será capaz en su desatinada marcha de emprender un buen combate o de retirarse de uno malo. Hay que atribuir su impotencia a su extrema desvitalización. Es a lo que llega un cuerpo o un país saciado. Codicias o pasiones producen el mismo efecto. Puede haber un tiempo de logro y de suceso aparente, pero eso dura poco. La estructura de los países, decrépita, mancillada, derrochada, es el testimonio de una marcha titubeante e incierta, que descubre la vejez. Un hombre que conserva y desarrolla su poder espiritual guarda su plasticidad y actividad a los quinientos o a los cinco mil o a los diez mil años o eternamente como en el tiempo del ardor de su adolescencia.

»Nosotros aspiramos a la luz blanca y pura de la Edad de Cristo. Vemos despuntar la aurora que se expande. El mundo verá bien pronto el esplendor y la plena eclosión. No habrá más tinieblas ni limitaciones, sino un progreso eterno a falta del cual todo se reintegrará en el seno de la Sustancia Universal. Es necesario avanzar o retroceder. No es posible un término medio ni pararse. Cuando vuestra nación reconozca su dominio, su verdadera misión irá de la mano del Espíritu, se expresará según el deseo de Dios y dejará al espíritu crecer en el interior. Entonces vuestro gran país se volverá una maravilla desafiando toda descripción.

»Sin duda fue necesario la gran fuerza del pico y las garras del águila para mantener la cohesión de vuestra nación durante su desarrollo inicial, pero la verdadera luz espiritual va a venir. No se advierte que la paloma es más poderosa que el águila, y la paloma protegerá eso que el águila guardaba. Contemplad las palabras grabadas en vuestras monedas: “In God we trust”, “E pluribus unum”. Todos para uno es la divisa del espíritu cuando la paloma reemplaza al águila en el seno de la nación».

 

Emilio terminó ahí, diciendo que iba a dejarnos por algunos días, y se trasladaría a un pueblo a unos trescientos o cuatrocientos kilómetros para encontrarse con unos amigos que se reunían allí. Prometió encontrarse con nosotros en un pequeño pueblo de la frontera a un centenar de kilómetros, lugar al que llegaríamos en cuatro días. Después desapareció. Fue igual que en la cita, cuando vino acompañado de sus cuatro amigos.