GuíaBurros Cartas desde el corazón

Tekst
Sari: GuíaBurros #89
Loe katkendit
Märgi loetuks
Kuidas lugeda raamatut pärast ostmist
Šrift:Väiksem АаSuurem Aa

La loba

Por fin le he visto la cara a la mujer salvaje; por fin he descubierto lo escondida que ha permanecido durante tan largo tiempo y por fin me ha enseñado sus garras y sus dientes, recordándome la esencia de la supervivencia y la fuerza que posee para enfrentarse a su más temido enemigo, «el miedo».

He pasado casi dos años habitando en la cueva de la duda, donde solo en días muy abiertos y luminosos podía vislumbrar por alguna pequeña grieta algún resquicio de luz y me quedaba allí quieta, inmóvil, disfrutando y soñando con todo lo que habría fuera de esa cueva, soñando con días en los que nunca se ponía el sol, con verdes prados llenos de esperanza, con fuertes y altos árboles impregnados de seguridad y confianza en los que poder cobijarme y sentirme tranquila. Soñaba con nubes que me transportaran a mágicos lugares y paisajes armoniosos que colmaran mis ojos de ilusiones y volar... Y volar junto a ti.

Pero solo eran eso, sueños, fantasías, vanas esperanzas... Pero la fuerza de mi espíritu me decía que permaneciera allí, que encontraría un tesoro en lo más profundo de la cueva, solo debía confiar en las señales y seguir su rastro descifrándolas en cada momento, pero mi alma se desvanecía poco a poco, desilusionándose a medida que pasaba el tiempo y no encontraba el tesoro, ni siquiera una salida para ir en busca de la luz.

Mi corazón guerrero seguía buscando, abría huecos en la tierra pensando en una posible salida, investigaba nuevas estrategias para salir, mi cabeza enloquecía porque era consciente del desatino de mi corazón, de la pérdida de fuerza de mi alma, y la oscuridad nublaba todo mi ser.

Ya de nada servía soñar con ese pequeño haz de luz que de repente iluminaba la cueva como si del mejor resplandor se tratase, volcando en cada rayo de luz miles de notas de colores llenos de sueños. Ya de nada servía soñar con esas nubes que algún día me llevasen a ti para en un instante recorrer juntos el inmenso arcoíris.

He pasado tantos días en esta maldita cueva que su frío ha invadido mi cuerpo y mi alma, haciéndome olvidar que tengo en mis manos la llama que me da el calor que necesito para no morir congelada. Me he conformado con ese pequeño rayito de luz y he olvidado que hay un cielo azul esperándome ahí fuera. Solo tengo que salir, solo tengo que abandonar esta triste y absurda cueva en la que caí sin darme cuenta haciendo de ella un hogar... Me acostumbré, creo que llegué a conformarme.

Pero una loba comenzó a rondarme cada noche, me cantaba con cada uno de sus aullidos canciones que hablaban de libertad, de esencia, de instinto, de coraje.

Me deleitaba escuchándola, pero en el fondo me daba miedo su fiereza, su poder, su fuerza, y hacía como que no la oía, pero sus cánticos eran el único motivo por el que mis días tenían sentido.

Una noche, mientras yo dormía, se coló en mi cueva y, acurrucándose a mi lado, me susurró al oído palabras llenas de amor, de sabiduría, me recordó que, antes de caer en la trampa de esa maldita cueva, yo era una de las suyas.

Me contó lo fuerte que era, lo valiente que había sido y lo importante que era que volviese a casa, con mi manada; ellos me necesitaban como realmente era... El tiempo de destierro había llegado a su fin y ya no podía refugiarme más en la cueva de mi sufrimiento.

Había llegado el final, ya no tenía ningún sentido estar recluida más tiempo en este inhóspito lugar pensando que encontraría el tesoro que nunca encontró nadie.

Yo era una loba, no una buscadora de tesoros, debía ocuparme de mi manada, de conseguir cobijo y comida para ellos, no perder mi tiempo, marchitar mi corazón y enfriar mi alma en busca de espejismos de una loba caprichosa que siente que es diferente y se permite el lujo de abandonar su esencia en busca de un sueño. Loba loca... Estuviste a punto de olvidar tus raíces y lo que viniste a hacer, por amor.

Creíste que ese amor era tu tesoro y te cegaste. Te empeñaste tanto en encontrarlo que te perdiste en el camino y caíste en la cueva de la duda, y has permanecido el tiempo necesario para aprender a recuperar tu esencia con más fuerza que nunca y salir al mundo renovada, con la ilusión del que vuelve a empezar teniendo claro quién es y a dónde quiere ir.

Bendita loba y bendita sea su enseñanza.

Ahora llegó el final y con él un nuevo comienzo.

Sé que el tesoro que buscaba existe pero que me equivoqué de lugar y caí en una trampa; ahora ya conozco esa trampa y ya sé dónde no debo buscar. Pero mi instinto de loba ha salido reforzado de esta prueba y me ayudará a encontrar nuevas señales que marquen un nuevo mapa que me guíe en mi camino y hallar el tesoro que lleva esperándome tanto tiempo.

Mi ego

Querido ego:

Cuántos años a mi lado, caminando junto a mí, organizando mi vida, tomando mis decisiones e incluso gobernando mi corazón, y yo sin apenas conocerte, sin saber de tu magnitud, de esa grandeza que da el saber que todo lo controla, de tu poder, de ese poder que a codazos le quita el sitio al corazón y nubla el alma con una neblina apenas perceptible, pero de una intensidad tal que cegaría cualquier atisbo de conciencia. Siempre conmigo y sin ya sentir tus ansiedades, esas ansiedades que trastornan la mente del que quiere más, del que nunca tiene suficiente, de una fuente que, por más que brota el agua, jamás calma tu sed. Desconocía tus misterios, pues he oído hablar mucho de ti, pero para mí eras un gran enigma. No sabía de tu tristeza, la que se siente cual vagabundo errante que carece de lugar y sitio para poder descansar. No reconocía tus carencias que llenabas con distracciones, dispersiones y divertimentos que mantenían anestesiado mi corazón, justificándose a través de tu gran compañera, «la culpa». No sabía de tu creatividad, ese talento tan extraordinario para recrear un personaje tan variopinto capaz de engañar hasta el alma de una diosa... Personaje que siempre necesita representar papeles que le demuestren que es «más» o «menos», según lo que interese para sentirse el centro de atención y salirse con la suya.

Querido ego, ¡qué malinterpretado estás y cuánto te he subestimado! Ahora siento cuánta confusión llevas en tu hastío... Confusión que nos saca de nuestro centro haciéndonos creer superiores o inferiores con tal de no ser «responsables».

Cuántas batallas se han librado en tu nombre, cuánta ira desatada por ti, cuánto resentimiento por cargarte de importancia y cuánto dolor por darte toda la responsabilidad a ti.

Qué tristeza tan profunda se siente cuando se te confunde con amor, cuánto puede llegar a doler la ignorancia.

Has llegado a ser como una pandemia colectiva que desgarra el alma de una sociedad deshumanizada, como un virus que nos vuelve locos, inconscientes y que nos lleva a hacer cosas que ni siquiera a nivel individual seríamos capaces de hacer... Un escudo tan grande y una armadura tan oxidada que a veces resulta durísima de quitar porque dolería demasiado.

Te he llevado siempre conmigo y ya era hora de que realmente nos conociésemos.

Al principio he intentado luchar contra ti, rebelarme (¡craso error!), porque luchar contra uno mismo es prácticamente un suicidio. Después me di cuenta de que debía conocerte mejor, aceptarte, pero sin juzgarte; empezar a mirarte, a entender cúal era tu intención positiva en todo este juego.

Creo que llevas muchos años queriendo mostrarte, queriendo que te reconociera, queriendo que te pusiera los límites e intentando enseñarme un camino que no quería ver, y tú, con tus múltiples pruebas, tentaciones y señales, solo pretendías que mi alma fuese lo suficientemente sabia e impecable para superarlas.

Sé que tu papel es el del «malo» de la peli, pero todos los papeles son importantes y gracias a ti hoy estoy donde estoy.

Reconozco que a veces logras confundirme y créeme que admiro tu inteligencia sibilina para engañarme, pero sé que juegas al escondite conmigo y así me lo tomo, como si de un juego se tratase... Porque a tu lado aprendo, y mucho. Cada vez que caigo en tus brazos la caída es más suave, más dulce.

Solo quiero que sepas que tú y yo somos lo mismo. Que mi esencia es de luz y de sombra, y que formo parte de ti y tú de mí. Y que la una no sería nada sin la otra.

Solo quiero que comprendas que no es necesario representar ningún personaje, ningún papel para conseguir poder ser o tener «más», porque debajo de esta forma física y psíquica somos uno con la vida. En la forma humana siempre habrá alguien superior o inferior, pero en esencia somos iguales y no podemos ser más de lo que ya somos.

Espero seguir aprendiendo a tu lado, que permanezcas a la izquierda de mi vida, no delante gobernando mi existencia, no detrás perdiéndote de vista, no a mi derecha nublando mi luz, sino en tu sitio, al lado de mi corazón donde sentirte tranquilo y haciendo lo que tienes que hacer... Desde el amor abandonando el miedo.

Gracias, ego. Creo que estoy empezando a quererte.

Sendero del corazón

A los tres días según las Escrituras, volvió a dar noticias y a tener presencia. Siempre son tres días, ¿qué significado tendrá esta actitud tan inconscientemente calculada o no? No lo sé, pero me imagino que me lo contará algún día.

Eternas y profundas conversaciones telefónicas que llenan el vacío de una relación que parecía terminada, pero que se empeña en hacerse presente, aunque sea cada tres días. Palabras que explican el transcurrir de los días, días que se tornan a veces tristes, confusos, alegres, pero ciertos. Palabras que expresan el sentir de estos días. Palabras que quieren ser sinceras, que pretenden hacer más fácil este sendero angosto por el que vamos caminando y que sabemos que nos llevará a nuestro destino. Palabras de consuelo, de esperanza, de compañerismo, de amistad, de complicidad, de amor.

 

Me encanta oírte de nuevo, porque te voy sintiendo diferente, porque cada vez tus palabras están más desnudas, porque pasan los días y voy sintiendo cómo vas permitiendo dejar tu alma al aire, y eso me conecta más a ti.

Me llena de satisfacción comprobar que mis tristezas, mis anhelos y todo el malestar que causa la retirada voluntaria en pro del respeto y del amor que me une a ti merecen la pena y están sirviendo para algo.

Amor, mi querido amor, hoy estoy mucho más tranquila y ya entiendo por qué el destino no quiere separarnos del todo. Creo que mi orgullo y mi dolor no quisieron entenderte cuando me pedías estar a tu lado desde otro sitio que no fuera el compromiso, pero acompañándote en esta bendita búsqueda al centro de tu propia existencia de una manera quizá más sutil, pero a tu lado.

Lo entendí mal y ahora la sabiduría de mi alma, que no sabe de orgullo ni de temor, me habla de lealtad, de compañerismo, de incondicionabilidad, de aprendizaje, de misión... En una palabra, de amor.

Con el amor de mi alma continúo mi sendero, un sendero del corazón paralelo al tuyo. Todavía no compartimos camino, ni vamos de la mano para andarlo juntos, pero te veo, te observo desde la lejanía física y la cercanía de nuestros corazones, y siento, a través de la energía que une nuestras almas, cómo vas caminando.

A veces quiero coger carrerilla para que no me alcances, y lo hago, pero cuando ya he recorrido un gran trecho, de repente miro hacia atrás en ese camino paralelo y, al no encontrarte enfrente, me siento triste y no me apetece seguir el camino sola. Porque, aunque continúe sola mi sendero, saber que tú vas en paralelo a mí me llena, y creo que a ti te sucede lo mismo. Siento que así debe ser en este momento y en este caminar en paralelo debemos seguir aprendiendo y nutriéndonos para poder compartirlo y enriquecer nuestra relación cualquiera que sea o como la disponga el destino.

A veces me paro en una piedra a meditar y te veo ahí junto a mí; tu presencia me da seguridad y aliento para enfrentarme día a día a los misterios encerrados en el transcurso de la vida.

Otras veces, cuando me pilla por sorpresa el frío y la lluvia, te busco, busco el abrigo de tu amor para refugiarme, pero solo vislumbro tu silueta, que va perdiéndose en la niebla como si de un fantasma se tratara.

En las mágicas noches de luna llena me tumbo en la hierba, miro al cielo, ese cielo lleno de estrellas, y te dedico la mejor de mis sonrisas; yo sé que en ese mismo momento tú también mirarás al cielo y, recordándome, sonreirás.

Entre sonrisas, lágrimas, palabras, confidencias y pensamientos se van pasando los días y el sendero se va haciendo cada vez más sencillo, menos angosto; incluso a veces parece que los dos caminos están tan pegados que a ratitos caminamos de la mano, pero luego se vuelven a ensanchar continuando paralelo el uno al otro, pero qué a gustito de repente y en ocasiones sentir ese regalo que es caminar juntos de la mano aunque solo sean pequeños momentos, ¿no?

Es como volver a casa después de una dura tarea, es sentir ese calor de hogar, de cariño, de tranquilidad; para mí es muy reconfortante.

Estoy tranquila, feliz, y camino con los brazos abiertos para recibir todo lo que la vida quiera regalarme, y la bendita abundancia y amor que hay en el universo para mí. Y camino con mi sonrisa, mi amor y mi alegría sin perder la fe, la esperanza y la ilusión que encierra este dulce y amargo sendero del corazón.

El laberinto de mis dudas

Sensaciones extrañas recorren mi cuerpo inquietándome de tal forma que mi cabeza no para de dudar. Una soterrada tristeza parece haberse apoderado de mí, mientras lucho entre la locura y la cordura.

Pero, ¿qué me está pasando? ¿Esto forma parte de un «proceso» de caída del personaje?

Hay días e incluso momentos en los que parece que estoy haciendo un buen trabajo, que estoy tomando conciencia de mi ego, sintiendo cómo se va cayendo la máscara, y veo la realidad; me alegro de estar y permanecer en este camino elegido. Me levanto y me digo a mí misma: «Venga, que, aunque vayas despacito, estás caminando», pero hay días como hoy en los que una ansiedad perturba mi alma y mi aliento va perdiendo fuerza; mis preguntas se acrecientan a medida que mis dudas crecen y me pregunto: «¿No estaré obsesionándome con esto? ¿No será todo más fácil y no tan rebuscado? ¿Quizá le demos demasiada importancia a las pruebas, los oscuros, el ego...?». En fin, cosas que el resto de la gente ve como normal y a mí me parecen tentativas de mi ego, de mi sombra o de entidades oscuras que solo desean apartarme del camino y buscan con gula un alma que conquistar? No lo sé. Pero estoy rara, extraña, triste y solo tengo ganas de estar en casa, de no ver a nadie, de refugiarme en mi mundo, de leer, de escribir, de sentir.

Pero siento que estoy en un hilo demasiado fino, un hilo que apenas sostiene los dos extremos y que, si se suelta, conduce a la locura, pero, si permanece tensa, en algún momento se puede romper.

Trato de pensar que estoy muriendo, me convenzo a mí misma con el eterno sueño de convertirme en hada o maga de mi propia vida, me ilusiona pensar que todo este esfuerzo me llevará a un mundo donde podré ser la heroína de mi película, pero solo vislumbro retazos de lo villana que soy.

Me descubro liándome con mi ego y sufro cuando caigo en sus brazos, pero su suave voz me susurra palabras de autoindulgencia y me vuelvo a perder.

Me siento en una espiral de ensayo-error que me está enloqueciendo; repaso mis anotaciones y veo que hay algo que estoy haciendo mal. No paro de equivocarme, me encierro en las mazmorras de mi olvido y huyo de todo con tal de no enfrentarme, porque mi vulnerabilidad apenas me sostiene y me hace cometer errores que siguen poniendo en venta mi alma... Me vuelvo pequeña y veo mi mediocridad mientras juzgo con osadía la de otros... ¡Cómo me atrevo!

Mi alma me pide a gritos que salga de aquí, pero me siento como si estuviese en el laberinto de Teseo, como si mi maestra Ariadna me hubiese dado el ovillo de hilo para ayudarme y lo llevase tirando de mí en busca de mi propio Minotauro. Pero este juega al escondite conmigo y cada vez tengo más miedo de que se rompa el hilo que me conducirá a la salida. Quizá no sea capaz de vencer al Minotauro, quizá logré engañarme o quizá me pierda dando vueltas y más vueltas sin encontrar la salida.

Estoy como Teseo; creí que había vencido a los fantasmas, pero estoy ante el gran obstáculo que, si logro vencerlo, me dará la llave de la libertad, pero me siento fatigada, triste y algo hastiada. No sé si esto es la muerte o es que esta guerrera de la luz se volvió tan chiflada como Don Quijote y ve gigantes donde solo existen molinos. Quizá quise saber tanto que me perdí en una noche de un día. Solo sé que estoy perdida y quizá el gran Minotauro esté tan bien escondido en las profundidades de mi tormento que sea incapaz de vislumbrar su sombra.

Tengo miedo, miedo de estar cerrándome puertas, miedo de no recuperar mi alegría, miedo de no saber discernir entre lo correcto y lo mediocre, miedo.

Me lío con el hilo y me siento caer a cada rato; me asusta pensar que cuando esté ahí en el suelo, sin fuerzas, aparezca el Minotauro y me pille desvalida, desarmada y... deje de latir, de sentir.

¿Quién soy yo?

Por un lado podría decir que soy Beatriz y también que soy una chamana urbana, una guerrera, una coach... Podría hablaros desde mi parte terrenal o desde lo que llevo siendo vida tras vida.

Siento que en mí hay dos tipos de identidad: por un lado está mi Yo Universal que es mi esencia, mi alma, mi unión con el todo. Es la presencia de Dios hecha visible en mí que me conecta con la presencia divina que forma parte de todos los seres humanos, de todo el reino animal, del reino vegetal, de la madre tierra, del padre cielo, de las estrellas, de los planetas, del universo.

Esa alma que no conoce, sino que se reconoce en todo, pues lo es todo y a la vez no es nada. Esa soy yo.

También soy otra alma, mi alma gregaria, un alma que tiene un vehículo para moverse en esta dimensión que es un cuerpo.

Esta alma gregaria es la que me hace ser miembro de una especie, de una familia, de un pueblo, de un país; es la que hace que me llame Beatriz de la Iglesia Casado y tenga un árbol genealógico, una historia que va implícita en mi sangre, en mi código genético, en mis costumbres, en mis creencias, en mi educación, en mis patrones de comportamiento, en lo que he visto, oído, vivido. Es mi otro yo, mi parte humana, terrenal.

La unión de mi alma universal con mi alma gregaria es lo que realmente yo soy y así me muevo en este plano y en otros muchos, así soy Beatriz, pero a la vez soy todos, puedo ver mi reflejo en cada rostro, en cada palabra, en cada acto. Soy un espejo y reflejo lo que soy.

El entender esto me hace ser cada vez más compasiva, menos crítica y, por supuesto, evitar los juicios, pues cuando sientes que nadie es mejor ni peor, ni superior ni inferior a ti, te sitúas ante el mundo como lo que realmente eres. Un ser espiritual con un cuerpo humano y una misión única, pues cada uno de nosotros somos únicos, pero con la misma esencia.

Yo he elegido ser una chamana urbana porque es lo que mi alma siente que lleva haciendo vidas y vidas... Enlazando mundos, el terrenal con el espiritual, lo mágico con lo pragmático, la vida con la muerte, lo de arriba con lo de abajo, y las gentes de aquí con las de allá.

Chamana de alma urbana porque me ha tocado vivir en la ciudad, y tratar de conectar la sabiduría de la tierra, de la naturaleza, su perfección con la locura, el ruido y la prisa de la ciudad. Poder llegar a unificar esto, esa es mi misión. Enlazadora de mundos... A veces es raro y otras difícil, porque siempre me manejo entre dos mundos que son muy dispares, y mantenerse en el centro resulta en ocasiones algo pertubador.

Pero el camino, aunque en algunos momentos resulte duro, es francamente excitante, divertido y muy gratificante, pues, como decía alguien muy sabio, «cuando uno sabe dónde va, el mundo se pone a tus pies». Solo hay que estar atento a las señales que nos da el lenguaje de la vida. Entender ese lenguaje y saber interpretarlo con coherencia y sabiduría es un gran reto.

Espero que en estas cartas encontréis códigos, lecturas, mensajes y enseñanzas que puedan aportar algo útil a vuestras vidas.

Ha sido un enorme honor poder compartir desde la humildad de un corazón que no sabe de escritura, solo de sentimiento, las vivencias, alegrías, penas, sensaciones y emociones de una chamana urbana.

Olete lõpetanud tasuta lõigu lugemise. Kas soovite edasi lugeda?