Reunir al pueblo de Dios

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Reunir al pueblo de Dios
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Elogios para Reunir al Pueblo de Dios

Reúne al Pueblo de Dios es un manual para la adoración corporativa lleno de sabiduría, practicidad y fundamento bíblico. Ya sea que uno se aferre o no a la forma exacta o a la filosofía de la adoración expuesta en este libro, cada lector encontrará un gran estímulo y un fuerte apoyo bíblico para cada uno de los diversos aspectos de la teología y la práctica de la adoración avanzada. Pocos libros discuten con tanta claridad la gama de temas y prácticas que este libro aborda, y lo hace de una manera atractiva y cautivadora. A medida que los pastores y los líderes de adoración se tomen en serio las ideas de este libro, las iglesias locales y sus servicios de adoración serán seguramente bendecidos.

Bruce A. Ware, profesor de teología cristiana en The Southern Baptist Theological Seminary

¡Qué libro tan provechoso! Como pastor y plantador de iglesias con una congregación generacionalmente diversa, considero que este libro es un recurso fantástico para ayudarnos a pensar en lo que hacemos cuando nos reunimos. Brian y Jason han reducido la polémica en torno al tema de la adoración para proporcionar un enfoque útil para la planificación de nuestra reunión corporativa. Ellos no sólo nos presentan los conceptos, sino que también nos muestran sus propias sesiones de planificación. Sin importar que seas un miembro del personal o un asistente de los músicos de una iglesia recién plantada, este libro te será de utilidad. Es un libro que debe llegar a las manos de cualquier persona que participa en tus reuniones de adoración.

Matthew Spandler-Davison, pastor de la iglesia Redeemer Fellowship Church, en Bardstown, Kentucky, y director ejecutivo de 20schemes.com

La adoración cristiana debe ser edificada, moldeada y saturada con la palabra de Dios. En este práctico libro, Croft y Adkins nos desafían a pensar bíblicamente en todos los aspectos de la adoración corporativa. Desde los fundamentos teológicos hasta la ayuda práctica, este libro te ayudará a equiparte para guiar al pueblo de Dios.

Matt Boswell, pastor de ministerios y adoración, iglesia Providence Church, en Frisco, Texas, y fundador de Doxology & Theology

¡Este es el libro sobre la planificación de la adoración corporativa que he estado buscando! A partir de años de ministerio en la iglesia local, con raíces teológicas sólidas, y escrito con cuidado pastoral, este libro es un recurso maravillosamente útil para todos aquellos involucrados en la planificación de servicios de adoración corporativa. Croft y Adkins se dedican a la planificación de la adoración con intencionalidad, cuidado y alegría, escribiendo con convicción teológica, así como con la conciencia de las diferencias entre el pueblo de Dios, y tomando en cuenta las necesidades y situaciones particulares de cada congregación local. También aprecio particularmente su estímulo para que las iglesias retomen la práctica histórica del canto de los salmos. Así que, recomiendo este libro con todo mi corazón.

Ray Van Neste, profesor de Estudios Bíblicos en la Union University



Publicaciones Faro de Gracia P.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org

ISBN 978-1-629462-87-5

Originally published in English in the U.S.A. under the title:

Gather God’s PeopleCopyright © 2014 by Brian Croft and Phil Newton. Previously published in 2011 by Day One Publications under the same title. Spanish edition © 2021 by Publicaciones Faro de Gracia with permission of Zondervan, 3900 Sparks Dr. SE, Grand Rapids, Michigan 49546. All rights reserved. Represented by Tyndale House Publishers, Inc.

©2021 Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español realizada por Victor Velasco; edición de texto, diseño de la portada y las páginas por Benjamin Hernandez. Todos los Derechos Reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.

©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina–Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.

A Greg Van Court,

nuestro amado y fiel compañero de trabajo.

Recordamos con cariño cómo nos alimentaste con la oración y la lectura de la Palabra de Dios

Contenido

Prólogo escrito por Bob Kauflin

Agradecimientos

INTRODUCCIÓN

PARTE 1: ENTENDER LA ADORACIÓN

Capítulo 1 – LA TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA ADORACIÓN

Capítulo 2 – ELEMENTOS DE LA ADORACIÓN

Capítulo 3 – LA ESPIRITUALIDAD DE LA ADORACIÓN

PARTE 2: PLANEAR LA ADORACIÓN

Capítulo 4 – PLANEAR LA LECTURA DE LA PALABRA

Capítulo 5 – PLANEAR LA ORACIÓN DE LA PALABRA

Capítulo 6 – PLANEAR EL CANTO DE LA PALABRA

PARTE 3: DIRIGIR LA ADORACIÓN

Capítulo 7 – DIRIGIR LAS LECTURAS Y LAS ORACIONES

Capítulo 8 – DIRIGIR LOS CANTOS

Capítulo 9 – DIRIGIR LAS ORDENANZAS

CONCLUSIÓN: LOS PRÓXIMOS PASOS

Apéndice 1: Reintroduciendo el canto de salmos

Apéndice 2: Salmos adaptados a melodías conocidas

Apéndice 3: Nuevos cantos / viejas melodías

Apéndice 4: Himno del pacto de la iglesia

EL HECHO DE DETERMINAR QUÉ ES lo que la iglesia debe hacer cuando se reúne los domingos es algo que ha contribuido a generar un número no pequeño de discusiones tensas, debates acalorados, y divisiones de iglesias a lo largo de los siglos. Los cristianos quieren saber legítimamente lo que le agrada a Dios cuando nos reunimos. Después de todo, Pablo nos advierte, “no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:17). Eso incluye todo lo referente a nuestras reuniones corporativas.

Pero incluso cuando estamos de acuerdo en que la Escritura es nuestra única autoridad, las reuniones de las iglesias pueden terminar viéndose muy diferentes entre sí. Y eso se debe a varios factores. Algunos líderes están influenciados por un modelo de marketing empresarial. Y definen su éxito en términos de sus habilidades comunicativas, su excelencia administrativa, y su crecimiento numérico. Otros se enfocan en proveer encuentros con Dios que sean personales y significativos. Ellos valoran más el compromiso emocional del individuo y le proveen a los adoradores una amplia gama de opciones a escoger, las cuales incluyen actividades de pintura, encendido de velas, o reflexiones a través de imágenes. También hay otros que enfatizan la importancia de la tradición. Sus reuniones incluyen una variedad de elementos, elegidos en su mayoría por la forma en que relacionan a la gente con prácticas y oraciones probadas a lo largo de los siglos.

Brian Croft y Jason Adkins ofrecen un enfoque diferente. Ellos realmente creen que la Palabra de Dios es suficiente para guiarnos cuando se trata de asuntos relacionados con la reunión dominical de la iglesia. Aunque Dios no nos ha dicho todo lo que nos gustaría saber sobre qué hacer cuando nos reunimos, nos ha comunicado claramente lo que necesitamos saber. No tenemos que revisar las páginas de Internet para encontrar elementos que sean más interesantes, enfoques que sean más innovadores o contenido que sea más relevante. Lo más importante está justo enfrente de nosotros en las páginas de nuestras Biblias.

Mientras leía este libro me sentía agradecido por la sabiduría que viene de años de estudio y experiencia. Está en armonía con lo que he aprendido de Brian a través de nuestra amistad en los últimos diez años. Brian y Jason no sólo escribieron un libro de teoría. También comparten bastantes ejemplos de las formas en que han desarrollado sus convicciones bíblicas. Pero su objetivo no es persuadirnos de que nuestras iglesias deben ser exactamente iguales a las suyas. Más bien, quieren que nos preguntemos seriamente si hemos pensado de manera bíblica en la adoración corporativa (la cual no se trata sólo de la música), y que evaluemos si nuestras creencias nos han llevado a una preparación más intencionada que resulta en un liderazgo más fructífero.

 

Aunque cualquier líder se beneficiará de la lectura de este libro, no todos los líderes se beneficiarán de la misma manera. Tal vez te darás cuenta de que tienes que trabajar en los detalles de tu teología de la adoración. Es posible que descubras herramientas y prácticas que te ayuden en tu planificación. O podrás ser equipado para orar públicamente, leer las Escrituras, dirigir los cantos, y administrar el bautismo y la Cena del Señor de maneras que exalten más a Cristo.

Un problema común entre los líderes es pensar que Dios no puede usarnos porque nos hacen falta ciertos dones. Posiblemente no tengas la personalidad más carismática. Y probablemente no hay miles de personas descargando tus sermones o suscribiéndose a tu podcast semanal; y quizás ni si quiera tienes un podcast. Tal vez consideras que tus habilidades tecnológicas y administrativas no son algo fuera de lo común.

Y eso está bien. Dondequiera que estés y en cualquier tipo de iglesia que dirijas, este libro te recordará las grandes cosas que Dios puede lograr a través de cualquier líder que se someta alegre y fielmente a Su palabra en el poder de Su Espíritu.

Entender, planear y dirigir la adoración congregacional es la responsabilidad y el privilegio de cada pastor. No tengo ninguna duda de que lo que está escrito en las siguientes páginas puede ayudarte a hacerlo de manera más efectiva y permitirte disfrutar de las reuniones dominicales que serán más reflexivas, emocionales y capaces de transformar la vida.

Bob Kauflin, Sovereign Grace Church de Louisville, Kentucky, y director de Sovereign Grace Church

BRIAN Y JASON QUISIERAN AGRADECERLE A:

Zondervan, por su compromiso con esta serie de Pastoreo Práctico y por dar una plataforma para las conversaciones necesarias que este libro iniciará.

Anthony Luppino y Mike Mackison, ex pasantes pastorales, quienes, después de participar en nuestras reuniones semanales de planificación de servicios, insistieron firmemente en que se escribiera este libro.

Adam Embry, por ayudarnos a pensar en el arte de la planificación de servicios y apoyar la práctica del canto de salmos.

La Auburndale Baptist Church, por soportarnos mientras aprendimos juntos a “adorar por el libro”.

Nuestras esposas, nuestras vides fructíferas (Salmo 128), quienes le dan gozo y fortaleza a todo lo que emprendemos.

Nuestro Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es digno de ser adorado de manera reflexiva e intencional cuando Su pueblo redimido se reúne.

YO (BRIAN) TENGO QUE CONFESAR ALGO. Jason, mi coautor, en realidad es el que escribió el libro. Sus dones para pensar con claridad y crear un argumento son evidentes a lo largo de las páginas de este libro. Él tiene una voz de escritura única que es muy diferente a la mía, pero es una voz que te beneficiará. Y debido a que este libro refleja principalmente la diligente labor de escritura de Jason, seguramente te estarás preguntando: “Entonces, ¿por qué la coautoría?” Bueno, para ser honestos, hay algunos lugares en los que yo contribuí directamente con la redacción, pero la principal razón de nuestra doble autoría es el origen de estas ideas. Jason capturó el contenido de este libro, pero gran parte de él refleja mis convicciones y experiencias a lo largo de dos décadas de planificar y dirigir al pueblo de Dios en la adoración corporativa.

Mis experiencias son diversas. He planeado y dirigido servicios de adoración en una pequeña iglesia rural donde el himnario era considerado tan sagrado como la Biblia. He creado y dirigido servicios en los que miles de adolescentes se han reunido para ser energizados y conmovidos, y para encontrarse con Dios. He servido en el equipo de música de una iglesia que semanalmente planeaba y dirigía servicios buscando mezclar todo tipo de estilos y gustos diferentes en una gran iglesia. Para los que no saben cómo es eso, imagínense ser el que dirige un himno y luego el que da la señal para la máquina de humo más tarde durante el mismo servicio. (Así es, todo eso en verdad ocurrió, ¿acaso podría inventar algo así?) Y eso fue lo que experimenté sólo durante la primera década. Cuando dejé atrás estas experiencias para convertirme en el pastor principal de una pequeña iglesia Bautista del Sur que estaba atravesando un momento difícil, pensarías que tuve que enfrentar una crisis de identidad significativa. Sin embargo, creo que fue exactamente todo lo contrario.

Mi amplia gama de experiencias en la planificación y dirección de la adoración corporativa en todos estos diferentes lugares solidificó firmemente lo que se convertiría en una profunda convicción en mi alma, con respecto a lo que verdaderamente glorifica a Dios en la reunión pública de Su pueblo y lo que no. ¿Ofrece la Biblia alguna guía sobre estos asuntos, o se trata simplemente de preferencias? ¿Hay métodos que nos ayuden a cumplir lo que Dios desea? ¿Hay formas más eficaces de dirigir que fomenten la participación o la restrinjan? En última instancia, ¿de qué debería tratarse la reunión pública de la iglesia local? Cada iglesia a la que he servido habría respondido a estas preguntas de forma diferente. En el bondadoso y providencial transcurso de mi travesía, Dios usó esa diversidad para ayudarme a llegar a Su palabra para encontrar las respuestas.

El contenido y las ideas de este libro reflejan mis respuestas a esas preguntas. Representan la forma en que pastoreo y dirijo a mi iglesia en cuestiones de adoración pública. Creo que Dios nos explica cómo desea ser adorado. Y Dios ha dado la pauta de los elementos que deben estar presentes cuando la iglesia se reúne. Dios desea un cierto tipo de participación de parte de Su pueblo.

Jason se unió a esta travesía conmigo hace cinco años cuando se integró al personal de nuestra iglesia, y él ha aportado una nueva perspectiva y varias ideas nuevas al trabajo que yo estaba tratando de cultivar en nuestra iglesia. Me ayudó a llevar mi intencionalidad y mis esfuerzos de ser fiel a un nivel completamente nuevo. Por esta razón estoy agradecido, y debido a este trabajo conjunto, Jason fue el compañero perfecto tanto para el desarrollo como para la redacción de todo lo que encontrarán en estas páginas. Él ha capturado la esencia de mis convicciones y prácticas de la última década con una precisión y claridad que me temo que yo no habría tenido si me hubiera comprometido a organizarlas y escribirlas por mi cuenta.

Como Jason te recordará a lo largo de este libro, nuestras convicciones han dado forma a la implementación de los conceptos de este libro en nuestra iglesia, de una manera que puede ser diferente a la tuya. Nosotros sugerimos estas ideas con amor y caridad, sabiendo que hay muchas iglesias fieles en diferentes contextos que necesitan enfocar las cosas de manera diferente. Lo escribimos simplemente como un ejemplo de una iglesia que busca ser fiel a Dios y a Su palabra en nuestro contexto y en la forma en la que Él prescribe que se le adore. Esperamos que te desafíe en aquello en lo que diferimos con tu forma de pensar. Y que te afirme en aquello en lo que estamos de acuerdo. Pero, sobre todo, permite que este libro te ayude en tu comprensión bíblica de la adoración corporativa, en la manera de planificarla mejor, y en la forma de llevarla a cabo de manera efectiva y fiel para que sólo Dios sea alabado apasionadamente por Su pueblo redimido.

LOS MINISTROS QUE DESEEN DIRIGIR sus congregaciones en adoración a Dios deben hacerlo con un entendimiento de lo que la Biblia enseña con respecto a la adoración. Si el liderazgo teológico fracasa en este punto, el pueblo de Dios quedará desamparado, arrastrado por todo viento de doctrina, por estratagema de hombres (Efesios 4:14). En cuestiones de adoración cristiana, los ministros que no lideran teológicamente le ceden el papel de liderazgo a las modas culturales pasajeras o a las tradiciones veneradas. Por un lado, nuestra crítica hacia la música de adoración moderna, superficial, y romántica, y, por otro lado, a los clásicos dulces y sentimentales, sería una crítica vacía si no le enseñamos al pueblo de Dios cuál es el mensaje de la Biblia con respecto a la adoración.

En las páginas del Antiguo y Nuevo Testamento, Dios ha suplido misericordiosamente nuestra necesidad de una visión teológica para la adoración. A través del Antiguo Testamento, los cristianos pueden aprender que a Dios le importa mucho la manera en que se le adora. En el Nuevo Testamento, Dios les enseña explícitamente a los creyentes cómo debe ser adorado. Estas dos premisas teológicas protegen a los creyentes de la astucia mundana que determina el orden de la adoración cristiana.

La Adoración en el Antiguo Testamento

Un tema reiterado del Antiguo Testamento es el respeto de Dios por sí mismo. Él está comprometido firmemente con Su gloria y honor, y busca darse a conocer a través de los eventos claves del Antiguo Testamento de la creación, el éxodo, el exilio y la promesa de un nuevo pacto. La devoción que Dios tiene por la gloria de Su nombre proporciona una base para otros fenómenos del Antiguo Testamento, incluyendo las regulaciones de la adoración en la ley, los castigos por violar estas regulaciones, y los frecuentes mandatos para que el pueblo de Dios lo alabe.

La función principal del orden creado es testificar la excelencia creativa y la habilidad de Dios. Él diseñó la creación para revelar Su carácter y mostrar Sus atributos específicos. A medida que los humanos perciben la belleza del amanecer, el atardecer y el cielo nocturno, perciben un testimonio visual de “la gloria de Dios” (Salmo 19:1) y una declaración de la “justicia” del gran Juez (Salmo 50:6).

El trato de Dios con Su pueblo, los israelitas, también refleja Su deseo por Su gloria. Creó a Su pueblo del pacto y lo llamó por Su nombre para Su propia gloria (Isaías 43:7). Su plan para este pueblo, que le reveló a Abraham, incluía la época de esclavitud y la liberación de Egipto (Génesis 15:12-16). El propósito de los extraordinarios acontecimientos del Éxodo era mostrarles a los egipcios el dominio exclusivo del Dios de Israel (Éxodo 7:15; 8:10, 22; 9:14, 29-30; 10:2; 14:4, 18).

Los eventos a lo largo de la historia del Antiguo Testamento recuerdan a los lectores la intención de Dios de glorificarse a sí mismo. A través de circunstancias extraordinarias, el pueblo de Israel entró en la tierra que Dios le prometió. Dios hizo que el río Jordán se partiera, y el pueblo cruzó sobre tierra seca. Y el propósito de esa impresionante hazaña era que “todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano de Jehová es poderosa” (Josué 4:24). Además, Dios orquestó la conquista y la ocupación de la tierra por parte de Israel de tal manera que era imposible que el pueblo de Israel se jactara, pues lo hizo de una manera que le daba el crédito por las victorias de los israelitas sólo a Él (Josué 6:16; Jueces 7:2).

Este tema (la intención de Dios de glorificarse a sí mismo) se mantiene incluso cuando Israel rechaza a Dios. Dios le concedió al malvado Rey Acab una victoria sobre Siria para reiterarle el carácter de Dios (1 Reyes 20:13). Por esa misma razón, el profeta Elías se enfrentó a los falsos profetas de Acab (1 Reyes 18:36). Sin embargo, Israel continuó rebelándose, y Dios trajo las maldiciones de la ley y envió a su pueblo lejos de la tierra prometida. El exilio de Israel y el posterior regreso del exilio compartían un propósito común. Dios exilió a Israel porque tuvo “dolor” por la profanación de Su santo nombre (Ezequiel 36:21), y después extendió Su misericordia para con Israel por causa de Su santo nombre (Ezequiel 36:22).

La estima que tiene Dios de sí mismo y el deseo por su propia gloria son rasgos que a veces confunden a los creyentes. Cualquier humano que tenga este tipo de autoestima se enfrentará a acusaciones de narcisismo. Sin embargo, lo que hace que la búsqueda humana de la gloria sea insípida son las imperfecciones inherentes a cada ser humano. Ninguno de nosotros merece gloria. Dios, por el contrario, en su santidad ejemplar, su belleza radiante, su sabiduría inescrutable y sus innumerables virtudes perfectas, es digno de toda admiración, afecto y aceptación, y debido a que es omnisciente, conoce Su propio valor. ¿Acaso no tendríamos un aprecio menor de Dios si Él tuviera un aprecio menor de sí mismo?

 

Comprender la estima que Dios tiene por sí mismo y por Su gloria es algo que nos ayuda a entender mejor las prácticas de adoración del Antiguo Testamento. El concepto de adoración del Antiguo Testamento orbita alrededor de la pesada verdad del interés de Dios por Su gloria. Las extensas regulaciones para la adoración, por ejemplo, encuentran su fundamento y legitimación en el deseo de Dios por Su propia gloria. Moisés dedica seis capítulos del libro del Éxodo (capítulos 25-30) a las instrucciones del Señor en relación con el diseño de un lugar para su adoración. Más adelante utiliza cinco capítulos (capítulos 36-40) para describir cómo los artesanos israelitas siguieron al pie de la letra estas instrucciones. Esta atención a los detalles nos comunica el deseo de Dios por Su gloria. Él se interesa profundamente en la manera en la que se le adora.

El compromiso de Dios con su gloria explica la severidad del castigo que Dios impone a los que violan las normas de adoración. Los hijos de Aarón, Nadab y Abiú, dirigieron la adoración sacerdotal fuera de las directrices de Dios. Ellos presentaron una ofrenda que era contraria a lo que Dios les había mandado (Levítico 10:1). Trágicamente, Nadab y Abiú murieron “delante de Jehová” a causa de su pecado (versículo 2). Dios busca seriamente la adoración de Su nombre, pero quiere que esta adoración se ajuste a Sus estándares. La severidad de este juicio particular nos indica hasta qué punto Dios se preocupa por Su gloria en la adoración.

El predominio de los llamados a la adoración en el Antiguo Testamento tiene sentido a la luz de la pasión de Dios por Su gloria. Particularmente en el libro de los Salmos, Dios frecuentemente ordena a Su pueblo, e incluso a todos los pueblos, que lo alaben. Más de treinta veces recibimos el mandamiento: “Alabad a Jehová”, y el salmista usa muchos otros imperativos, tales como: “Dad a Jehová la gloria,(…).” (Salmo 29:2), “Venid, adoremos y postrémonos” (95:6), y “Cantad a Jehová” (149:1). Con estas solicitudes, Dios no está buscando cumplidos, ni está demostrando una falta de confianza o de seguridad. Estas órdenes son decretos de un Juez que preserva la justicia. Sólo hay un Ser en todo el universo que se merece toda la gloria y la alabanza, por lo tanto, “¡Alabemos a Jehová!”

En las formas en las que Dios ha creado el mundo, ha tratado a su pueblo, ha ordenado su alabanza, ha especificado intrincadas prácticas de adoración y ha juzgado a los desobedientes, Su intención ha sido buscar Su fama, Su gloria, y Su honor. De manera que, el Antiguo Testamento nos revela a Dios, quien se preocupa profundamente por la manera en la que se le adora.

La Adoración en el Nuevo Testamento

El Dios que se preocupa profundamente por la forma en que es adorado (como se revela en el Antiguo Testamento) es el mismo Dios que se preocupa por enseñarles a los cristianos cómo adorar en el Nuevo Testamento. La naturaleza de la adoración cristiana, así como las actividades de ésta, se establecen explícitamente en los evangelios y en las epístolas de Pablo.

La adoración cristiana es espiritual y verdadera. Mientras Jesús dialogaba con una mujer samaritana pecadora, sus puntos de vista con respecto a la adoración comenzaron a contrastar entre sí. Ella estaba preocupada por cuestiones de genealogías y de geografía. El linaje correcto (“nuestro padre Jacob”, Juan 4:12) y la localidad correcta (“nuestros padres adoraron en este monte,” Juan 4:20), esos eran los criterios que ella enfatizaba con respecto a la adoración correcta. Sin embargo, Jesús impugnó estas nociones y señaló dos veces al “espíritu” y a la “verdad” como los estándares para la adoración que honra a Dios (Juan 4:23-24). Adorar en “espíritu” implica que la alabanza apropiada involucra los afectos, las emociones, los deseos y la voluntad. La adoración ya no gira principalmente en torno a actos físicos, como los sacrificios de animales. Adorar en “verdad” quiere decir que la alabanza debe estar centrada en Jesucristo. Él es el único que nos da acceso a Dios el Padre (Efesios 2:18).

Sin Jesucristo, y sin las verdaderas buenas noticias acerca de Su deidad, Su encarnación, Su muerte, Su resurrección y Su segunda venida, la adoración carece de credibilidad y veracidad.

La adoración cristiana es intencional. El apóstol Pablo se rige por este principio cuando instruye a la iglesia de Corinto con respecto a la adoración. En la adoración corporativa, Pablo procuraba cantar con su entendimiento (su mente) y con su espíritu (1 Corintios 14:15). Esto significa que la adoración cristiana no es una experiencia improvisada que sólo implica respuestas emotivas y espontáneas. La adoración cristiana es igualmente una actividad intelectual, en la que los creyentes reconocen, confiesan y profesan la verdad proposicional. Al involucrar la mente y el espíritu en la adoración, los cristianos se edifican unos a otros y dan testimonio de la verdad ante los no creyentes. Al dirigirse con determinación hacia la mente y el espíritu, los cristianos imitan a Dios, quien “no es Dios de confusión” (1 Corintios 14:33), y ellos hacen todas las cosas “decentemente y con orden” (versículo 40).

La adoración cristiana es congregacional. El Nuevo Testamento define los patrones y los preceptos de la adoración en el contexto de la iglesia local. La iglesia primitiva después del Pentecostés se reunía con frecuencia para recibir enseñanza, participar en la Cena del Señor y orar (Hechos 2:42). Aunque el número de creyentes en Jerusalén era significativo (tres mil, según Hechos 2:41), la congregación seguía reuniéndose en un mismo lugar, aunque hacerlo requería un gran espacio público (el pórtico de Salomón, Hechos 5:12). Los mandamientos del Nuevo Testamento para la adoración a menudo implican la participación de toda la congregación local. Por ejemplo, los mandamientos de cantar unos con otros (Efesios 5:18–21; Colosenses 3:15–16) involucran a toda la congregación para animarse unos a otros.

El Nuevo Testamento a menudo incluye mandamientos que señalan lo que Dios espera que ocurra en la adoración cristiana. Lo que se espera de todos los cristianos es que se reúnan regularmente para la adoración (Hebreos 10:25). Estas reuniones proveen de un contexto en el que los ministros del evangelio pueden cumplir su responsabilidad de predicar la Palabra de Dios (Hechos 6:4; 2 Timoteo 4:1–2). El Nuevo Testamento describe y espera que las iglesias tengan una activa vida de oración corporativa, que incluye súplicas por otros creyentes (Santiago 5:14), por los ministros (Colosenses 4:3) y por las autoridades civiles (1 Timoteo 2:1-2). A las iglesias se les ordena cantar cuando se reúnen (Efesios 5:18-21; Colosenses 3:15-16). La lectura de la palabra de Dios es un mandato que se repite en el Nuevo Testamento (Colosenses 4:16; 1 Timoteo 4:13). Las ordenanzas del bautismo y la Cena del Señor forman una parte importante de la reunión de la iglesia, la primera constituye la misión de la iglesia (Mateo 28:19-20) y la segunda perdura hasta la venida de Cristo (1 Corintios 11:26). Todos estos mandamientos deben servir para orientar y darle forma a las prácticas de adoración de las iglesias locales. Dios ha enseñado cuidadosamente a los creyentes cómo deben adorar cuando se reúnen.

Aplicación de la Teología Bíblica de la Adoración

En resumen, las enseñanzas del Antiguo Testamento con respecto a la adoración nos muestran que Dios se preocupa profundamente por la manera en la que se le adora; y las enseñanzas del Nuevo Testamento nos muestran que Dios ha instruido a los creyentes específicamente en lo que respecta a la manera en la que deben adorarlo. Los ministros cristianos deben entender y aplicar estos principios a medida que dirigen a sus congregaciones locales. Estos principios dan a los líderes de la iglesia la visión teológica necesaria para planificar y dirigir la adoración.

Estos dos resúmenes coinciden perfectamente entre sí. Si a Dios le preocupa profundamente la manera en la que se le adora y si Dios nos ha dado instrucciones específicas para adorarlo, entonces los cristianos deben dar prioridad a estos mandamientos en su adoración. Cuando las iglesias se reúnen, la predicación y la lectura de la palabra de Dios, la oración corporativa, el canto congregacional y la práctica de las ordenanzas son elementos esenciales. Estas prácticas son el medio que Dios ha ideado y ordenado para glorificarse a sí mismo en la iglesia local. El uso correcto de estos medios en la adoración de la iglesia es algo que fortalece a los creyentes. Además, la adoración intencional y ordenada es la que mejor comunica el evangelio a los no creyentes que se reúnen con la congregación (1 Corintios 14:23-26).

Una forma sabia de aplicar estos principios bíblicos y priorizar estos mandamientos es lo que a menudo se ha llamado el principio regulador. La Palabra de Dios nos da parámetros precisos para la adoración. El Nuevo Testamento, de manera particular, regula el culto de adoración. Lo que el Nuevo Testamento ordena a los cristianos hacer en sus reuniones debe ser la sustancia y la suma de la adoración congregacional. Cualquier otra cosa que los cristianos creativos propongan para el culto de adoración carece del respaldo de la Palabra de Dios. Aunque estas propuestas pueden tener beneficios en ciertos contextos, están fuera de lugar en las reuniones de adoración de la iglesia. Dios está deseoso de Su gloria; así que, Él no podría haber olvidado revelar los elementos esenciales para la adoración de Su nombre.

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