Magallanes territorio sin fronteras. Patrimonio, identidades, desarrollo sostenible

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MAGALLANES: PAISAJE CULTURAL DE LA HUMANIDAD

Joaquín Sabaté

Doctor arquitecto y economista. Catedrático de Urbanismo en la Universidad Politécnica de Catalunya. Doctor honoris causa por la UNC (Argentina).

En el texto de introducción precedente se parte de la idea de frontera como límite y fecundo terreno de intercambio, para reivindicar Magallanes como territorio sin fronteras.

Es en los intersticios entre campos diferentes donde suelen producirse los principales avances del conocimiento. Consideremos, pues, el Estrecho como uno de dichos quiebres que, habiendo sido barrera de ideas y tradiciones, nos convoca hoy a reflexionar desde miradas, disciplinas y culturas diversas, y a dejar atrás conflictos y explotación seculares para construir, sobre un palimpsesto de culturas, un lugar de encuentro e intercambio.

Una acotación necesaria

Conviene definir en primer lugar Magallanes como un paisaje cultural, tal como lo señaló Umberto Bonomo, y acotar dicho concepto. Sus orígenes podemos rastrearlos en escritos de historiadores o geógrafos alemanes y franceses de finales del XIX: desde los alegatos deterministas de Friedrich Ratzel o la atención que Otto Schlütter reclama sobre la idea de Landschaft, como área definida por una inter-relación armoniosa y uniforme de elementos físicos. Y, asimismo, los encontramos en la interpretación de la incidencia mutua entre naturaleza y humanidad de Vidal de la Blaché, o de otros sociólogos y filósofos franceses (Emile Durkheim, Frédéric Le Play) que defienden la relación entre formas culturales de vida y territorios acotados, entre paisaje y paisanaje.

Pero la acepción actual del concepto “paisaje cultural” es del profesor Carl Sauer, que revisa en 1925 aquella idea de Landschaft, analizando las transformaciones del paisaje natural debido a la acción del ser humano, estudiando la relación cambiante entre hábitat y hábitos. Según Sauer, el paisaje cultural es el resultado de la acción de un grupo social sobre un paisaje natural.

Se trata de un registro humano sobre el territorio, un palimpsesto, un texto que se puede escribir e interpretar –pero, asimismo, reescribir– entendiendo el territorio como un artificio, el resultado de una construcción humana. Por ello sugerimos una definición algo más sencilla: paisaje cultural como un ámbito geográfico asociado a un evento, a una actividad o a un personaje históricos, que contiene valores estéticos y culturales. O, dicho de una manera menos ortodoxa, pero más sencilla y hermosa, el paisaje cultural es la huella del trabajo sobre el territorio.

Un paisaje cultural extremo

Creemos que Magallanes es además un paisaje cultural extremo, tanto por las formas antrópicas que han modelado su territorio como por su imaginario, posición, clima o geografía, una geografía que se nos muestra aquí en estado puro. La idea de vastedad, de pisar el confín de un continente que se ha roto en pequeños fragmentos, nos remite al concepto de paisaje extremo. Incluso en verano, el viento es gélido y puede alcanzar temperaturas muy bajas, mostrar cambios continuos, de fuertes vientos a calma total, o de un sol espléndido a aguaceros intempestivos. Un recorrido por este territorio despierta una sensación de infinitud. Muestra un horizonte llano, cuyo límite lejano apenas se puede distinguir, por aquel sol escaso y oblicuo, que cuando brilla lo hace con una luz cegadora. Pocos caminos lo surcan, y al recorrerlos se descubre la belleza del vacío, la soledad absoluta. Nos lleva a imaginar que se pisa un territorio por vez primera, aun sabiendo que muchas culturas lo han fertilizado.

De las muchas páginas que describen paisajes extremos, la mayor parte le atribuye dicha condición por su alejamiento de áreas pobladas y de la idea de civilización, por su posición cercana a los polos terrestres, por sus extensiones cubiertas de hielo o de desiertos, por su clima intempestivo, por sus cumbres y recodos desafiantes. Todo ello se relaciona con la idea de un lugar remoto e inaccesible. Y Magallanes reúne la mayoría de estos atributos: está geográficamente aislado, es de difícil acceso, escasa población y déficit en infraestructura y servicios que dificultan su conexión con el resto del mundo, teniendo una considerable dependencia funcional y económica1.

La singularidad del clima, la rotunda belleza de la geografía, la lejanía y aislamiento, la enorme longitud de las sombras, la atracción fatal que ejerció sobre tantos viajeros de allende los mares –que siglos atrás querían descubrir esta tierra incógnita y cerrar el recorrido alrededor del mundo, o que desde capitales lejanas querían alcanzar este sur lejano y mítico–, las singulares condiciones de vida y la historia de tantos establecimientos fracasados, las formas de ocupación de su territorio, la práctica desaparición de los vestigios de sucesivas culturas que lo enriquecieron, frente al enorme esfuerzo de tantos cartógrafos por recogerlos en cientos de bellas estampas, o de estudiosos como Darwin, Agostini, Martín Gusinde, por rescatar su historia y su cultura en documentos extraordinarios, así como la percepción de inmensidad, de vacío..., todo nos remite a la imagen de un paisaje extremo; de hecho, un paisaje cultural extremo.

Magallanes, ¿paisaje cultural de la humanidad?

Siendo este un paisaje cultural tan singular, cabe preguntarse si encuentra acomodo en alguna de las categorías, si reúne las condiciones de integridad y autenticidad que exige la Unesco, y si es posible dotarlo de un sistema de protección y gestión adecuado que garantice su salvaguarda. O, previamente, si existen otros ya reconocidos de características y valores similares.

La inmensidad es uno de sus rasgos distintivos, al igual que lo es de otros paisajes culturales en Latinoamérica. El Camino del Inca supera los mil kilómetros de desarrollo, la Quebrada de Humahuaca tiene una extensión igualmente considerable. Todo esto implica una menor densidad de recursos, a pesar de que diversas culturas dejan su huella en el territorio formando ricas capas. Son paisajes mucho más mixtos o mestizos, en el sentido que utiliza José Vasconcelos2. Las nuevas actividades que se implantan se enriquecen en tantas ocasiones con el legado de tradiciones y usos anteriores, aunque la exuberancia de una extraordinaria naturaleza enmascara esas huellas de civilizaciones pasadas. Llama también la atención su rica diversidad de recursos3. Y esto supone la aparición de tipologías constructivas novedosas, como las estancias jesuíticas, los engenhos, pueblos azucareros, oficinas de explotación del salitre, fazendas de café o usinas de pau-de-rosa, equiparables a los monumentos de la industrialización europea y en ocasiones tanto o más ricos.

Ateniéndonos a nuestra experiencia en otros procesos de nominación, podemos responder positivamente a la pregunta que encabeza el párrafo, basándonos en una idea relativamente sencilla. Aunque cueste distinguirlas, se trata de un territorio rico en huellas de sucesivas culturas, que se han adaptado a condiciones límite, en un texto que se ha escrito una y otra vez y que puede ser interpretado como un conjunto de narraciones sucesivas. Pero, más que la definición literal, nos interesa la metáfora que encierra este concepto, cuando nos referimos al territorio como palimpsesto, como una construcción territorial resultado de voluntades propositivas; en otras, resultado de procesos de carácter natural, como glaciaciones y erosión. Pero, además, el territorio sufre modificaciones importantes por la actividad humana, que lo remodela sin cesar. Y, en ocasiones, las huellas de estas intervenciones son borradas por otras posteriores, o bien se muestran con tal levedad que resultan inapreciables a los ojos de un observador no entrenado, que cree natural aquello que es un artificio4. Estas huellas arrancan con los pobladores originarios5 y sus Haruwen6. Sigue con los primeros colonizadores españoles, expedicionarios, científicos, investigadores y cartógrafos; más adelante, serán los buscadores de oro y los estancieros, y el propio gobierno,. que impulsa el principal núcleo poblado, Punta Arenas, y un conjunto de faros7.

Considerándolo así, Magallanes reúne condiciones de integridad y autenticidad, aunque resulta imprescindible desvelarlas y dotarlas cuanto antes de un sistema de protección y gestión adecuado que garantice la salvaguarda de los vestigios de sus diversas culturas. Mantiene, aunque casi invisibles, testimonios excepcionales de culturas casi desaparecidas. Muestra el empeño de formas tradicionales de asentamiento en un marco terriblemente inhóspito. Es el resultado de la interacción humana con un medio extremo, con fenómenos naturales y áreas de belleza natural excepcionales. Contiene, además, hábitats esenciales para la conservación de la diversidad biológica, que acogen especies amenazadas. Es testimonio de sucesivas culturas y por tanto constituye un ámbito singular, único.

Así, para este territorio que ha sido intensamente moldeado por el trabajo humano, cabe reivindicar la condición de paisaje cultural extremo de la humanidad.

NOTAS

1 El propio Gobierno de Chile lo considera zona extrema y especial, por tratarse, junto con otras zonas (Arica y Parinacota, Palena, Aysén, cordillera de la Araucanía y Chiloé) de un territorio caracterizado por su aislamiento, escasa y altamente dispersa población, presencia deficitaria del aparato público y bajo nivel de desarrollo socioeconómico (Comité Interministerial para el Desarrollo de Zonas Extremas y Especiales, 1994).

 

2 “La colonización española creó mestizaje; esto señala su carácter, fija su responsabilidad y define su porvenir... Entonces, la Humanidad entera se derramará sobre el trópico y, en la inmensidad solemne de sus paisajes, las almas conquistarán la plenitud”. Prólogo de La raza cósmica. Misión de la raza iberoamericana. Notas de viajes a la América del Sur. Publicado por la Agencia Mundial de Librería, Madrid, 1925.

3 Los trabajos de André Argolho, Geraldo Gomes, Eugenio Garcés y Olga Paterlini, por citar unos pocos, nos muestran un amplio abanico de actividades productivas (caña de azúcar, café, pau-de-rosa, agave tequilero, ganadería, minería de oro, cobre, hierro o diamantes).

4 Arturo Soria y Puig, “El territorio como artificio”, en Obra Pública 11 (pp. 30-39, Primavera 1989).

5 Kaweskar, Yagán, Aonikenk, Selk’nam y Haush.

6 Forma de estructura territorial que recogía una organización social basada en los grupos familiares Selk’nam en Tierra del Fuego.

7 La superposición de todas estas huellas se explica detalladamente en el capítulo “Estrecho de Magallanes y paisaje cultural extremo”, dentro de este mismo volumen.




EL SENTIDO DE LA HISTORIA:

EL PUNTO DE VISTA DE LA CÁTEDRA UNESCO DE MANTUA

Federico Bucci

Vicerrector del Polo de Mantua del Politécnico de Milán.

Profesor titular de Historia de la Arquitectura y titular de la Cátedra UNESCO.

La historia del paisaje cultural es una historia de estratificación continua. Un pensamiento iluminado de Ernst Jünger, tomado del libro An der Zeitmauer (1959), es nuestra fuente autorizada: “Por lo tanto, queremos considerar al hombre como un ser que conscientemente crea capas y, al mismo tiempo, como un fósil guía de su época”1.

Para los arquitectos, ingenieros y urbanistas que planifican las transformaciones físicas del territorio, para ofrecer nuevos espacios y nuevas infraestructuras al servicio de la vida social, las huellas del pasado deben considerarse materiales de construcción preciosos y resistentes.

Este libro, dedicado al estrecho de Magallanes en 2020, incluye una serie de estudios y proyectos capaces de realzar el patrimonio histórico del Cono Sur del continente americano.

Más allá de los resultados que este artículo pueda tener y, como siempre, confiados en el implacable juicio del tiempo, quisiera subrayar el gran valor educativo expresado por una obra de este tipo, que pone de relieve el sentido de la historia y lo proyecta en una dimensión cultural que debería asumir un papel protagonista en el desarrollo de las relaciones internacionales en todos los países del mundo.

Si la misión de la universidad es la transmisión y el avance del conocimiento, una de las tareas del Polo de Mantua del Politécnico de Milán -en la tierra donde trabajaron Leon Battista Alberti, Andrea Mantegna, Giulio Romano y muchos otros artistas y arquitectos– es ser un gimnasio donde practicar el ejercicio del respeto a la historia, que se hace útil a la sociedad solo cuando sus legados son interpretados y vividos en el presente.

Hablando de la contemporaneidad, ¿qué vincula a la ciudad de Mantua con el viaje de Magallanes?

Me parece que es el sentido de la historia y el valor de la transmisión de la memoria. Como sabemos, la expedición dirigida por Fernando de Magallanes salió de Sevilla con cinco barcos el 10 de julio de 1519 y regresó el 8 de septiembre de 1522 con un barco y dieciocho supervivientes. Entre ellos, estaba el italiano Antonio Pigafetta, que había llevado un diario del aventurado viaje, que resultó fatal también para Magallanes. De regreso a Italia, Pigafetta recibió una invitación de Isabella d’Este a la corte de los Gonzaga en Mantua, quien mostró un gran interés por la crónica del viaje. Pigafetta se quedó en Mantua, a principios de 1523, donde el marqués Federico II Gonzaga le invitó a escribir un libro y le prometió apoyo financiero. El 11 de febrero de 1524, desde Roma, Pigafetta escribe al Marqués de Mantua para decirle que casi ha terminado su informe del primer viaje alrededor del mundo, pero que debe llevar una copia al Papa.

La carta, guardada en el Archivo Estatal de Mantua (Archivio Gonzaga), dice lo siguiente: “Ilustrísimo señor. Para cumplir mi deuda con su Ilustrísima Señoría, para que le haga saber / que estoy en mi casa de Vicenza, y escribiendo el libro a su Ilustrísima Señoría / he escrito desde Roma en nombre del Papa. Debo visitar inmediatamente a / su Beatitud y posponer todo lo demás. Yo que estaba escribiendo el libro / de eso. Soy lo suficientemente fuerte como para cumplir con Su Santidad con el libro aquí / imperfecto. Por lo tanto, humildemente le pregunto a su ilustrísima señoría si es digno de perdonarme / por no haber traído el libro ya prometido. Creo que Su Santidad quiere que lo imprima con su nombre. Y para saldar mi prometida deuda, enviaré a su ilustre señoría el primero que se imprima, o escribiré otro de mi puño y letra. Sí, suplico que me haga saber qué le gustaría que haga, porque le debo mucho, como todos habrán constatado, incluido usted, ilustrísimo, a quien infinitas veces, humildemente he pedido consejos. En Roma / al 11 de febrero de 1524. El humilde servidor de su ilustre señorío / Frater Antonius Plegapheta Aeques Hierosolymitanus”2.

La historia de las relaciones de Pigafetta con la corte de Gonzaga no termina aquí, pero las fuentes son bastante inciertas. De lo que estoy convencido hoy, 500 años después, es del compromiso que la Cátedra UNESCO del Polo de Mantua del Politécnico de Milán podrá aportar para apoyar iniciativas como la que representa este libro.

Nuestra Cátedra UNESCO, dedicada a la planificación y protección arquitectónica en las ciudades del patrimonio mundial, tiene como objetivo conectar diferentes disciplinas y tecnologías para gestionar los complejos problemas de diseño y protección arquitectónica en las ciudades contemporáneas. La Cátedra combina las disciplinas de la arquitectura y la planificación territorial, en relación con una serie de prioridades de la UNESCO, en el ámbito de la protección del patrimonio cultural, la promoción de la investigación y la enseñanza para el desarrollo sostenible, y la mejora de la relación entre la investigación y la política.

Concretamente, se refiere a la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de 1972, y a la Declaración de Budapest sobre el Patrimonio Mundial de 2002, así como a las actividades del Centro del Patrimonio Mundial para fomentar la identificación, protección y gestión del patrimonio mundial y la mejora del patrimonio arquitectónico y urbano. El proyecto de la Cátedra UNESCO también hace referencia a la Recomendación de Nairobi de la UNESCO (1976) sobre la protección del papel contemporáneo de los territorios históricos, la Declaración de Ámsterdam de 1975, el Estatuto Europeo del Patrimonio Arquitectónico, el Convenio de Granada de 1985 para la protección del patrimonio arquitectónico, y el Estatuto de Washington del ICOMOS de 1987 sobre la protección de las ciudades históricas y las zonas urbanas.

Mediante iniciativas de difusión cultural, como el festival de Mantovarchitettura, hemos desarrollado una red de competencias innovadoras para abordar temas arquitectónicos y de planificación complejos, relacionadas con la protección del patrimonio, con especial referencia al sitio del patrimonio mundial de la UNESCO3.

Siguiendo el ejemplo de los demás centros de investigación asociados, la Cátedra de Mantua tiene por objeto realizar actividades de investigación y enseñanza en relación con uno o más sitios o bienes del patrimonio mundial de la UNESCO, con especial referencia al sitio de Mantua y Sabbioneta4. La Cátedra también tiene por objeto fortalecer la cooperación entre el norte y el sur del mundo en el ámbito de la protección del patrimonio, actuando como catalizador de una serie de intercambios entre las universidades asociadas y sentando así las bases para la creación de un programa UNITWIN.

Por último, la Cátedra difunde sus resultados de investigación y enseñanza a un público más amplio, incluso mediante el uso de tecnologías digitales. El programa promueve la sensibilización del público sobre los sitios del patrimonio mundial de la UNESCO, con especial referencia a la protección del patrimonio cultural y, en particular, aumenta las competencias de los arquitectos y los planificadores urbanos mediante la creación de vínculos concretos entre la investigación académica, la educación y los procesos de adopción de decisiones, las prácticas profesionales, las comunidades locales y la sociedad civil. La creación de esas competencias y la presencia de esas redes han fortalecido el Programa del Patrimonio Mundial y la difusión de su mensaje a los Estados Miembros.

En conclusión, y basándonos en nuestra experiencia en Mantua, estoy seguro de que las investigaciones relacionadas con este libro harán una gran contribución, a nivel internacional, al desarrollo de la cultura del patrimonio histórico.

NOTAS

1 Jünger, Ernst: An der Zeitmauer, Ernst Klett, Stuttgart 1981.

2 Archivio di Stato di Mantova, Archivio Gonzaga, Busta 868, Cartella 626.

3 El Polo de Mantua del Politécnico de Milán se propone mejorar e internacionalizar sus actividades de investigación, enseñanza y difusión como polo de protección del patrimonio arquitectónico y territorial. El Polo de Mantua del Politécnico de Milán, gracias a un conjunto de iniciativas innovadoras y visibles internacionalmente, pretende convertirse en un grupo de reflexión de ideas innovadoras, y experimentar mediante un enfoque multiescalar, multidisciplinario e integrado en relación con la protección del patrimonio. Además, la inclusión del nuevo programa de maestría en arquitectura en inglés se ha convertido en fundamental para la creación de la actual oferta de investigación y enseñanza, y para fortalecer la imagen de Mantua.

4 La Cátedra promueve actividades de investigación y enseñanza y, al mismo tiempo, conecta a las universidades mediante la organización de pasantías, proyectos de trabajo de tesis y, más en general, la movilidad de los estudiantes graduados de un sitio a otro (basándose en los recursos asignados a los programas existentes y futuros).


DESAFÍOS AL PLANTEAMIENTO Y AL DESARROLLO DE BASE LOCAL EN UN TERRITORIO SIN FRONTERAS

João Cabral

Profesor asociado en la Facultad de Arquitectura (FA) de la Universidad de Lisboa e investigador en el Centro de Investigación CIAUD.

Las historias del desarrollo y la transformación de los territorios están asociadas con presiones para el uso y la explotación de sus recursos, y su adaptación a nuevos usos. Estas transformaciones están, por otro lado, asociadas con intereses y poderes locales, pero también regionales que se refieren a tendencias más globales. Esta articulación local-global, o “glocal”, como mencionan varios autores, hoy tiene nuevos contornos y relevancia para la planificación (sostenible) de territorios y comunidades, planificación derivada de la creciente importancia de las dinámicas de mercado que son difíciles de regular e integrar en la gestión y desarrollo de capacitación local. Ejemplos son las oportunidades de acumulación de capital, creadas por el financiamiento de bienes inmuebles y la explotación del valor añadido de la urbanización y la ocupación de espacios rurales, en vista de los imperativos del derecho a la vivienda, de valorar los recursos locales (naturales y culturales) para el desarrollo de comunidades y medidas de adaptación al cambio climático.

 

El artículo reflexiona sobre los desafíos que enfrenta el planeamiento local para la mejora de los territorios naturales y culturales, los “territorios sin fronteras”, a través de instrumentos de planificación y regulación que abarcan directivas y convenciones internacionales, pero con limitaciones para responder a las tensiones entre niveles de gobierno y dinámicas más agresivas y neoliberales de valorización del capital.

En una primera parte, se identifican las tendencias de la globalización de los procesos y los patrones de crecimiento económico, con un impacto en las condiciones para la planificación y el desarrollo territorial sostenible y la valorización de los recursos del patrimonio. En una segunda parte, se analizará el marco político y los convenios que se han producido, en particular a nivel europeo, en apoyo del desarrollo regional y la protección y la valoración de los recursos naturales y paisajísticos, con el ejemplo del caso del sistema de planificación en Portugal y la protección y mejora de la región vinícola del Alto Duero, clasificada como Patrimonio de la Humanidad. La tercera parte identifica los desafíos a la planificación para valorar los paisajes culturales que se ajustan a los nuevos imperativos y condiciones para una planificación más activista y local, en respuesta a las tendencias y dinámicas globales, y que tienen que ver con las políticas y escalas de intervención apropiadas, y las formas y procesos de planificación y gobernanza.

Tendencias y condiciones de globalización y crecimiento económico para la planificación y el desarrollo territorial sostenible: escalas, modelos y procesos

En este proyecto editorial y de investigación, la idea de territorios sin fronteras se asocia con el imperativo de una atención compartida y una apreciación de la riqueza que constituye el territorio. Esta importancia adquiere un significado adicional y particular en ciertos territorios cuya historia, recursos y riqueza natural y patrimonial son una expresión notable de la contribución de diferentes culturas y tradiciones. La región de Magallanes será uno de esos territorios, al igual que todos los espacios con valores naturales y patrimoniales cuya conservación, mejora y desarrollo representan un desafío para las comunidades a diferentes escalas, locales, regionales, nacionales y internacionales en su disfrute, uso, planificación y gestión.

En este sentido, la articulación entre las escalas y los intereses involucrados es crítica. Aún más crítica cuando la competencia local y la capacidad para el desarrollo sostenible no son complementarias a dinámicas más pesadas en otras escalas. Por lo tanto, es esencial llamar la atención sobre la importancia de dinámicas que son difíciles de integrar para la planificación de territorios, es decir, asociadas con procesos de apreciación de la tierra y el capital, y la representación y movilización de intereses sin racional fundamento a nivel local y con respecto a criterios de desenvolvimiento sustentable.

Estas dinámicas y tensiones han sido estudiadas. Un denominador común es la preocupación por el crecimiento global y la expansión del papel de la valoración de la tierra y sus consecuencias en la urbanización extendida de los territorios. En este sentido, el concepto de urbanización planetaria que se ha avanzado se ajusta a esta preocupación, así como también lo hacen la importancia de la dimensión de la ecología política en la lectura de la dinámica y las geografías de la urbanización, y la comprensión de los cambios en la regulación a diferentes escalas del desarrollo de los territorios.

El concepto de urbanización planetaria fue desarrollado por Neil Brenner y otros (2010, 2015, 2018), asociado con la constatación de cambios importantes a escala global, en términos de las formas y patrones de transformación del territorio, y de los sistemas de regulación y producción del edificio. Los patrones emergentes de urbanización observados se caracterizan por formas concentradas y extensas o fragmentadas y de rápido crecimiento, con variaciones pero también con similitudes en diferentes países. Por otro lado, estos nuevos patrones son, asimismo, el reflejo de los cambios en las últimas dos décadas en los sistemas de regulación y producción descritos por Brenner y Schmid (2015: 172) que identifican, entre otros, la desregulación de los sistemas financieros globales y nacionales; la neoliberalización de la gobernanza económica global, nacional y local; la revolución digital a nivel mundial; la flexibilidad de los procesos de producción y la generalización y influencia de las redes mundiales de producción. Estos reajustes crearon un nuevo marco regulatorio que fomenta la inversión urbana especulativa, no solo en los mercados inmobiliarios y en el entorno construido de las principales ciudades del mundo, sino también en la construcción de redes de infraestructura para la extracción de recursos agroindustriales y en la logística del transporte (ibid: 173).

Este nuevo marco regulatorio tiene lugar a diferentes escalas y en diferentes formas. Swyngedouw (2004) asocia la reconfiguración de las escalas de regulación con el proceso que él llama “glocalización”, que será la combinación de los procesos de globalización y reconfiguración territorial local. En este sentido, el concepto de “glocalización” se refiere al mismo tiempo, (1) a la reestructuración del nivel institucional de la escala nacional, tanto en la escala ascendente, supranacional o global como en la escala descendente a la escala individual, o a las configuraciones locales, urbanas o regional; y (2) a las estrategias de localización global de las principales formas de capital industrial, de servicios y financiero (ibid: 37). Swyngedouw considera que existe una tensión constante entre las “escalas de regulación” y las “escalas de redes” asociadas, respectivamente, a las relaciones económicas y con las estructuras y sistemas de gobierno y gobernanza de los territorios. A medida que las redes de relaciones se ajustan y expanden a través de procesos de “desterritorialización” y “reterritorialización”, los sistemas regulatorios integran nuevos compromisos territoriales institucionalizados que median los procesos de cooperación y competencia. La escala aparece como un espacio para el control y la dominación, pero también como un lugar para la cooperación y los compromisos territoriales.

En este marco de cooperación entre escalas y redes, habrá un puente entre el ámbito local, el desarrollo sostenible de los territorios y las comunidades, y los imperativos de protección y valorización de los recursos naturales y patrimoniales de los “territorios sin fronteras”. Esta cooperación implica una estrategia y movilización, asumida políticamente por todas las partes, de articulación entre la internacionalización de movimientos y prácticas, y los contextos políticos locales con los instrumentos y metodologías apropiadas. Las siguientes secciones analizan el marco de medidas y principios para la protección y mejora de los recursos naturales y patrimoniales que han logrado consenso y consolidación política e institucional, y que se han transcrito en políticas y programas nacionales y internacionales, ilustrando con el caso de Portugal y su aplicación al desarrollo de la región vinícola del Alto Duero.

El marco de políticas en apoyo del desarrollo regional y de los recursos naturales y paisajísticos

Como se mencionó anteriormente, los problemas de ordenación del territorio y la protección y mejora de los recursos naturales son tanto globales como locales, de articulación de escalas y jurisdicciones, de intereses y culturas. La forma en que se formulan e implementan se realiza dentro del marco de políticas y sistemas de planificación y regulación, y se expresa en el diseño de planes y proyectos para el territorio. Su construcción es un reflejo de una historia de influencias e intervenciones en el territorio que se han derivado de su alcance y interés general (es decir, la conservación de la naturaleza y los valores del patrimonio), que han estado integrando ideas y consensos entre países y organizaciones.

Un ejemplo de esta convergencia de intereses está en las diferentes convenciones y cartas para la protección del patrimonio producidas por la UNESCO, como el concepto y la clasificación del paisaje cultural1. Pero es en el marco de la Unión Europea que se han producido los documentos más interesantes, como el proyecto de la Agenda Urbana Europea2 de 1997 y el PEOT (Perspectiva Europea de Ordenación Territorial. Hacia un desarrollo espacial equilibrado y sostenible del territorio de la Unión Europea) de 19993 y sus desarrollos posteriores, como la nueva Agenda Urbana4 (Pacto de Amsterdam 20165) y las Agendas Territoriales de la Unión Europea6 (2007 y 2011). Un aspecto que es común a muchos de estos documentos es la referencia a la importancia del papel de la escala local y la planificación integrada para garantizar los objetivos de las políticas, en particular con respecto a la cohesión territorial.