Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I

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¿CÓMO BENEFICIA LA VISIÓN DE LA PERSONA DEL MMCCP AL CLIENTE?

La visión del Meta-Modelo de la persona mejora la atención al cliente en algunos aspectos, que son a la vez únicos y profundos. La premisa principal del Meta-Modelo de que cada cliente está hecho a imagen de Dios, y por lo tanto es fundamentalmente bueno y posee una dignidad innata, tiene implicaciones significativas en la relación terapéutica. La visión del Meta-Modelo de la persona ayuda a enfocar la conciencia del profesional clínico sobre su cliente, que, por ejemplo, puede haber tomado malas decisiones en su vida, haber cometido actos malvados, exhibir desórdenes de personalidad, mostrar síntomas psicóticos o tener opiniones racistas, pero que sigue siendo fundamentalmente bueno y en posesión de dignidad. Ciertamente, la mayoría de los profesionales clínicos de buena voluntad, utilicen o no el Meta-Modelo, luchan por mantener este tipo de examen cuando se enfrentan a clientes desafiantes. Estos esfuerzos de los profesionales clínicos por tener presente la dignidad de la persona no suelen estar motivados explícitamente por ninguna teoría de la personalidad o comprensión de la persona adquiridas durante su formación de postgrado. Lo que se pretende enfatizar es que el Meta-Modelo es explícito sobre la bondad y dignidad del cliente, bajo una forma no presente en general en las teorías de personalidad o intervenciones terapéuticas existentes. Y, lo que es más importante, el firme soporte que tiene el profesional de la salud mental en la realidad de la bondad y dignidad de su cliente permite fomentar la verdadera caridad y compasión, lo que, a su vez, mantiene y fortalece la relación.

El Meta-Modelo también beneficia al cliente, generando un profundo respeto por la singularidad de cada uno de ellos. Un importante avance en el campo de la salud mental es el creciente reconocimiento de la bondad fundamental de la cultura, y más ampliamente la incorporación a ella del respeto a la diversidad. El Meta-Modelo facilita este desarrollo, añadiendo algunas ideas sobre la singularidad de la persona y la importancia de la cultura. En el caso del Meta-Modelo, el respeto a la diversidad comienza a nivel del individuo. Este cliente específico es reconocido como persona única e irrepetible, que dispone de una vocación única. Por ejemplo, supongamos el caso de una cliente que es una mujer casada, creada únicamente por Dios y llamada a ser la esposa de un hombre y madre de un niño. Esta persona dispone de un conjunto único de talentos, está llamada a una vida única de servicio, dirigida a traer la bondad al mundo. Ella es amada por Dios y está llamada a responder a una relación única con Dios (el Trascendente).

Además, el Meta-Modelo ayuda a la atención al cliente, añadiendo matices a la comprensión y valoración de la cultura de cada uno de ellos, así como otros, como pueden ser los aspectos relacionados con la diversidad. En el Meta-Modelo, la cultura se considera como fundamentalmente buena, ya que enseña y facilita muchos bienes humanos básicos, que permiten alcanzar la prosperidad, facilitando a la vez las relaciones personales y de comunidad; las normas morales y su contribución para vivir una vida digna; el trabajo, el ocio y la celebración con sentido. El Meta-Modelo aporta una comprensión realista de la cultura, en el sentido de que, aunque la cultura sea de vital importancia para formar la identidad del cliente y promover su prosperidad, esta también es imperfecta a la hora de enseñar cómo hacerlo y promover la realización de la persona.

Por esta razón, el Meta-Modelo alienta al profesional de la salud mental a valorar y respetar la cultura, pero a la vez evita la idealización de esa cultura. Los aspectos de la cultura del cliente que fomentan la realización se consideran buenos, mientras que los aspectos de la cultura que impiden su realización se consideran barreras para el bienestar del cliente. Por ejemplo, si una cultura apoyase la fidelidad en el matrimonio, y otra no, en ese caso, y con respecto a la necesidad de fomentar el compromiso vocacional del cliente sobre el matrimonio, una cultura particular podría ser vista como una mejor maestra, al ser una buena ayuda, tanto para el cliente como para el profesional clínico.

En resumen, el Meta-Modelo no acepta una visión relativista de que todos los aspectos de una cultura dada son inequívocamente buenos o que no hay forma de evaluar las influencias de una cultura dada como positivas o negativas. Sin embargo, esos juicios sobre la cultura no deben dejarse en manos de las experiencias subjetivas de la vida, o de los posibles prejuicios culturales del cliente o del profesional clínico. Deben basarse tanto en la naturaleza humana objetiva reconocida por el Meta-Modelo como en las sanas experiencias de cada cliente y su cultura.

Finalmente, el Meta-Modelo ayuda a beneficiar al cliente, fomentando un profundo respeto por su derecho a tomar sus decisiones en la vida y buscar su realización siguiendo su conciencia. En el ámbito de la salud mental, uno de los principios éticos más importantes es el imperativo de que el profesional clínico evite ejercer una influencia indebida en la relación con su cliente, o que comprometa la autonomía y derecho del cliente a tomar sus propias decisiones sobre su vida. Las tentaciones de transgredir estos principios éticos son más fuertes cuando el profesional clínico cree que el cliente está cometiendo un error, que tendrá consecuencias negativas, o cuando el profesional clínico cree que existe una mejor solución para un problema. El Meta-Modelo presta un énfasis especial en el hecho de que cada cliente es fundamentalmente bueno, tiene una dignidad inherente, es volitivo o libre, es un ser moral y es responsable de discernir sus vocaciones (por ejemplo, casarse o no casarse, y qué trabajo de la vida quiere seguir). Contemplar al cliente bajo esta luz permite ayudar al profesional clínico a evitar la tentación de producir una influencia inadecuada, ya que esto violaría la libertad del cliente de prosperar siguiendo su conciencia. También ayuda a los profesionales clínicos a aceptar humildemente que no pueden saber con certeza cómo Dios está llamando a un cliente único a prosperar.

¿CÓMO BENEFICIA LA VISIÓN DEL MMCCP DE LA PERSONA A LA COMPRENSIÓN DEL MÉDICO DE SU IDENTIDAD COMO PROFESIONAL CRISTIANO DE LA SALUD MENTAL?

En gran parte de esta obra examinamos la rica comprensión de la persona por parte del Meta-Modelo, que puede ser utilizada para entender a los clientes y ayudarlos en su curación, crecimiento y realización. No obstante, y dado que la visión del Meta-Modelo de la persona es igualmente aplicable a la vida de cada profesional clínico, también puede beneficiar enormemente la compresión de lo que significa ser un profesional cristiano de la salud mental.

El Meta-Modelo enfatiza que tanto el cliente como el profesional clínico se realizan a través de sus llamadas vocacionales mediante una vida de virtud. Aunque para todos los profesionales clínicos tanto la vocación como la virtud son dimensiones importantes del ser humano, para el cristiano destacan especialmente las realidades de que a) existe una llamada a la relación con Dios que apunta a una vida santa, justa y virtuosa; b) existe una llamada a un estado vocacional que involucra profundos compromisos relacionales, amor y sacrificio (por ejemplo, el matrimonio), y c) existe una llamada al trabajo vital y otras formas de servicio como medio de amar al prójimo. Aunque estos tres tipos de llamadas vocacionales son distinguibles, en última instancia están unificadas en la vida del cristiano, se apoyan mutuamente y necesitan un equilibrio entre ellas para prosperar. Estas verdades tienen importantes implicaciones en el concepto de profesional de la salud mental cristiano.

En primer lugar, el énfasis que aporta el Meta-Modelo en la vocación como una dimensión fundamental de la persona tiene importantes implicaciones para la identidad del profesional de la salud mental. Los profesionales cristianos de la salud mental ven en el trabajo profesional una llamada de Dios, no simplemente un trabajo. El servicio a sus clientes es visto como una forma de amar tanto a Dios como al prójimo. Mientras que los códigos éticos seculares de las profesiones de la salud mental presentan principios de aspiración de no hacer daño, así como de promover el mejor interés de los clientes y pacientes (beneficencia) (véase los códigos: American Association for Marriage and Family Therapy, 2015; American Counseling Association, 2014; American Psychiatric Association, 2013; American Psychological Association, 2017; National Association of Social Workers, 2017), los profesionales cristianos de la salud mental se sienten llamados a la ética de la caridad, aún más autodidacta (1 Cor 13; Benedicto XVI, 2005; American Association of Christian Counselors, 2014; United States Conference of Catholic Bishops, 2009). En la práctica, el amor los motiva a dar de sí mismos y a perseverar por el bien de sus clientes. Por ejemplo, mientras que un trabajo probono, o por el bien público, puede ser visto por el profesional clínico secular como algo cívico, la promoción de la justicia y el servicio a los pobres es visto como un mandamiento de Jesús, que es adoptado como una forma de vida para el profesional cristiano de la salud mental.

En segundo lugar, los profesionales cristianos de la salud mental, aunque valoran el desarrollo de sus habilidades profesionales, reconocen que, para ser fieles a su identidad cristiana y a su vocación como profesionales de la salud mental, deben buscar ser santos y virtuosos. De hecho, humildemente, reconocen que necesitan desarrollar constantemente sus virtudes de empatía, compasión, paciencia y sabiduría práctica, necesarias para el desarrollo de su trabajo profesional. Además, los profesionales cristianos de la salud mental oran y trabajan para conseguir desarrollar sus virtudes sobrenaturales de la fe, la esperanza y la caridad. También se esfuerzan en ayudar a sus clientes, dentro del nivel natural, para ser fieles a sus compromisos de vida; a mantener su esperanza en la curación, el crecimiento y la realización, y a ser compasivos con sigo mismos y con los demás.

 

En tercer lugar, al reconocer la importancia de cada una de sus llamadas, los profesionales de la salud mental entienden que deben mantener un equilibrio en sus vidas. Por ejemplo, un profesional cristiano de la salud mental casado reconoce que su vocación para el trabajo profesional debe estar equilibrada con su matrimonio y con los compromisos y responsabilidades que lo acompañan respecto a su cónyuge, hijos y vida familiar. Los profesionales de la salud cristianos reconocen asimismo que su relación con Dios, su trabajo por la justicia y crecimiento en la santidad no solo son buenos en sí mismos, sino que también coadyuvan y facilitan el crecimiento en todos sus llamamientos vocacionales, incluida su vida profesional.

Adicionalmente, el Meta-Modelo beneficia la conciencia del profesional cristiano de la salud mental sobre su identidad, al proporcionarle claros principios éticos cristianos basados en la naturaleza de la persona (ley moral natural y ley divina). Estos principios aumentan la ética profesional tradicional y permiten la resolución de conflictos éticos por parte de los profesionales de la salud mental, y os ayudan de una manera fiel a su identidad y conciencia cristianas, respetando a la vez la dignidad, derechos y conciencia de sus clientes.

En el capítulo 20 se aportan más detalles sobre cómo se debe utilizar el Meta-Modelo en la formación de los profesionales cristianos de la salud mental. El capítulo 10, que trata de las llamadas vocacionales, y el capítulo 11, que examina la importancia del desarrollo de las virtudes y el razonamiento moral, también proporcionan valiosos conocimientos que permiten que los profesionales clínicos comprendan su vocación como practicantes cristianos de la salud mental.

RESUMEN DE LOS BENEFICIOS DEL MARCO CRISTIANO CATÓLICO DEL META-MODELO PARA LA PRÁCTICA DE LA SALUD MENTAL

En este capítulo se presenta el Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona como un marco para la práctica de la salud mental. En la tabla 1.3. el lector puede encontrar un documento en el que se resumen las cuatro principales ventajas del modelo presentado en este capítulo.

TABLA 1.3. Un marco cristiano católico del Meta-Modelo para la práctica de la salud mental

El siguiente texto identifica cuatro formas en que el Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona (MMCCP) contribuye y beneficia a la práctica de la salud mental.

El MMCCP expande la visión de la persona. El Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona facilita una comprensión sistemática, integradora y no reduccionista de la persona, el matrimonio y la familia, así como de la sociedad, junto con una comprensión basada en las ciencias psicológicas, la filosofía y la tradición teológica, y una visión global católica. El Meta-Modelo integra los métodos y hallazgos de estas tres disciplinas, que permiten comprender once dimensiones esenciales de la persona. Estas incluyen la narración de la persona como 1) existente y fundamentalmente buena (creada), 2) afectada por desórdenes (caída), y 3) capaz de curarse y prosperar (redimida). La persona es 4) un todo unificado, 5) que se realiza a través de tres tipos de llamadas vocacionales (bondad individual y relación con lo trascendente; estados vocacionales; y trabajo de vida), 6) y a través de la fuerza de la virtud y el desarrollo del carácter, 7) haciéndose plena en las relaciones interpersonales. La persona es 8) sensorial-perceptiva-cognitiva, 9) emocional, 10) racional e inteligente, y 11) volitiva y libre.

El MMCCP enriquece la práctica de la salud mental. El Meta-Modelo sirve como marco para la práctica de la salud mental y para entender a la persona. Los profesionales de la salud mental pueden utilizar el Meta-Modelo para evaluar y diagnosticar los puntos fuertes y débiles de cada cliente, los trastornos psicológicos y problemas en su vida cotidiana; y también para explicar cómo se han desarrollado los problemas; y para establecer objetivos de tratamiento; así como para seleccionar y aplicar intervenciones de tratamiento basadas en pruebas evidentes. La adopción de la perspectiva integradora que aporta el MMCCP como marco beneficia a la práctica clínica, debido a que el Meta-Modelo proporciona una estructura que integra las teorías de la personalidad existentes y las intervenciones terapéuticas basadas en la evidencia, para cumplir con su visión integral de las personas y el tratamiento de sus problemas. Además, el enfoque del Meta-Modelo aporta beneficios, al identificar la importancia de las llamadas a la vida, así como las vocaciones de los clientes, a través del desarrollo de su virtud y carácter para cumplirlas. Por último, el Meta-Modelo mejora la práctica ética, al fundamentar los principios éticos profesionales tradicionales y el respeto a la diversidad, bajo una comprensión de moral normativa de la persona, que posee bondad y dignidad innata al haber sido creada como única y a imagen de Dios.

El MMCCP beneficia al cliente. El enfoque del Meta-Modelo para la práctica de la salud mental ayuda al profesional clínico y al cliente a entender el historial de la vida de este y sus desafíos mediante este marco no reduccionista. Este marco requiere la consideración del desarrollo personal, de las relaciones interpersonales, valores, fortalezas y debilidades de carácter, de los compromisos vocacionales, las cuestiones existenciales, la diversidad, y los contextos sociales y la vida espiritual. El cliente es visto como una persona única, esencialmente buena y con dignidad. El profesional actúa en colaboración con el cliente para comprender y aplicar el tratamiento. Al hacerlo, el profesional clínico actúa para la curación y prosperidad del cliente, de una manera que refleja el amor al prójimo y el respeto por la conciencia del cliente, así como de su libertad para tomar decisiones sobre su vida.

El MMCCP clarifica y soporta la identidad cristiana del profesional clínico. El MMCCP aclara cómo la vida y la fe de los practicantes se integran en su práctica profesional. Convertirse en un profesional de la salud mental se experimenta como una llamada de Dios a servir a su pueblo. Al aceptar esta llamada, el profesional clínico se convierte en responsable de desarrollar sus competencias y virtudes profesionales (como la empatía, la paciencia, la sabiduría práctica), necesarias para una práctica clínica eficaz. La visión del mundo del Meta-Modelo estimula la capacidad y la voluntad de ayudar generosa y desinteresadamente a todas las personas, especialmente a las poblaciones pobres y desfavorecidas. También estimula el trabajo con los ministerios de la Iglesia y los hermanos y hermanas en la fe.

Los practicantes cristianos integran tanto la ética profesional como la cristiana en su trabajo clínico para facilitar los objetivos libremente elegidos por sus clientes, con el fin de lograr su prosperidad psicológica, moral y espiritual. Cuando algunos aspectos de los objetivos de los clientes son contrarios a la ética cristiana y a su bienestar final, el practicante trabaja de forma compasiva, sin juzgar, para ayudar a conseguir todos los objetivos que le sean posibles, de acuerdo con su ética profesional y cristiana. Esta atención ética permite respetar la dignidad, conciencia y desarrollo del carácter, así como la libertad de cada cliente, permitiendo a la vez a los profesionales permanecer fieles a sus propias conciencias.

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ESTRUCTURA DE ESTA OBRA Y ALGUNAS ORIENTACIONES PARA PROFESIONALES DE LA SALUD MENTAL, FILÓSOFOS Y TEÓLOGOS

Este capítulo facilita información sobre la estructura general del libro y el contenido específico de los capítulos. En el prefacio de esta obra se proporciona una introducción breve y sistemática a la estructura de todo el libro en conjunto, así como orientación para los lectores con diferentes conocimientos y orígenes. No obstante, dado que algunos lectores pueden no haber leído el prefacio, esta información se presentará de nuevo, para orientar.

El libro se compone de cinco partes. La parte I (capítulos 1-2) orienta al lector sobre el conjunto de la obra. Los dos capítulos combinados proporcionan una introducción compacta al Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona y sus amplias implicaciones en el campo de la salud mental.

La parte II (capítulos 3 a 6) justifica y describe la forma en que la psicología, la filosofía y la teología pueden hacer contribuciones únicas, complementarias y correctivas a nuestra comprensión de la persona, reconociendo a la vez las limitaciones metodológicas de cada disciplina. Esta parte también proporciona un apoyo psicológico específico para el Meta-Modelo.

En la parte III (capítulos 7 a 16) se introduce el método filosófico y las premisas del Meta-Modelo en relación con la persona como un todo unificado, encarnada como hombre o mujer, interpersonalmente relacional, sensorial-perceptiva-cognitiva, emocional, racional, volitiva y libre. Estos capítulos también identifican las formas en que la persona se realiza a través de llamadas y compromisos vocacionales, y a través de sus virtudes, vida moral y espiritual.

La parte IV (capítulos 17-19) describe las tres premisas teológicas del Meta-Modelo, específicamente la persona como creada a imagen de Dios (fundamentalmente buena), con dignidad innata; caída (pecadora), necesitada de luchar contra el mal y la debilidad, pero ofrecida a la redención (salvación) con la esperanza de un nuevo significado y santidad.

La parte V (capítulos 20-26) presenta las formas en que el Meta-Modelo puede enriquecer las ciencias psicológicas y la práctica de la salud mental. En estos capítulos se examinan las repercusiones del Meta-Modelo en la formación de los profesionales de la salud mental, así como la conceptualización de los casos, su evaluación, diagnóstico y la psicoterapia individual y de grupo, además de la forma en que podría influir en la investigación psicológica.

Debido a que el contenido del presente trabajo está basado en la psicología y el campo de la salud mental, así como también en la filosofía y la teología, algunos lectores encontrarán ciertos desafíos al abordar cierto material no relacionado en especial con la disciplina en que están especializados. Por lo tanto, quizá algunos lectores provenientes de diferentes campos deseen adoptar diferentes enfoques para estudiar esta obra sobre el MMCCP. Por esta razón, a continuación se presentan tres estrategias que permitirán al lector introducirse en esta obra de acuerdo con sus conocimientos específicos.

En primer lugar, los profesionales de la salud mental que dispongan de poca formación en filosofía y teología podrán encontrar útil leer primeramente las partes I y II, y luego pasar a la parte V. Aunque todos los capítulos de la parte V serán probablemente de interés para la mayoría de los profesionales de la salud mental, los capítulos 20 a 22, que comprenden las áreas de la conceptualización de casos, así como de la psicoterapia de grupo en conjunto, les ofrecerán una introducción básica sobre las implicaciones del Meta-Modelo en la práctica de la salud mental. No obstante, y en última instancia, es recomendable comprender en profundidad la totalidad de la visión de la persona que presenta el Meta-Modelo, para entender así las posibles contribuciones que puede hacer a las ciencias psicológicas y a la práctica de la salud mental. Por estas razones, los profesionales de la salud mental también necesitarán leer finalmente las partes filosóficas y teológicas de este libro (partes III y IV, respectivamente).

 

En segundo lugar, las personas que dispongan de una formación más especializada en filosofía pueden desear emplear otra estrategia para leer este libro. Tras comenzar con la parte I para obtener una visión general, así como las premisas básicas del Meta-Modelo, tal vez deseen seguir con la parte III, en la que se presentan el método filosófico y las premisas con más detalle. Esta sección proporciona una visión de la persona más amplia y profunda que la racionalista, debido a su enfoque realista. Asimismo, se presenta el Meta-Modelo como un marco integrador para que las tres disciplinas puedan reflexionar juntas sobre la realidad, a fin de identificar el significado y verdad última de la persona. A continuación, estos lectores pueden pasar a la parte IV, que investiga los apoyos teológicos y las premisas del Meta-Modelo y cómo el Meta-Modelo integra la naturaleza moral y espiritual de la persona. Quienes hayan elegido esta obra debido a su vinculación filosófica con las ciencias psicológicas y la práctica de la salud mental estarán preparados para explorar las premisas y apoyos psicológicos (parte II) y las aplicaciones teóricas y clínicas del Meta-Modelo (parte V). En particular, los capítulos 20 a 22 ofrecen, colectivamente, tanto una introducción de los principios de base como una muestra representativa de las repercusiones del Meta-Modelo en la práctica de la salud mental.

Por último, aquellos lectores que dispongan de antecedentes teológicos y espirituales, pero tengan poca preparación en el campo de la salud mental, pueden tomar otro camino para adentrarse en este libro. Al igual que los demás, quizá desearán empezar con la visión general que se describe en la parte I. A continuación, tal vez deseen leer la parte IV para comprender cómo el Meta-Modelo incorpora la teología católica cristiana (revelación y reflexión basada en la fe), así como la práctica (vida moral y espiritual cristiana), y comprende también la diferencia que supone proponer que la persona ha sido creada y caída y se le ofrezca la redención. Pero, como tales reflexiones sobre la persona y la gracia divina requieren una profunda comprensión de la persona, el lector probablemente deseará explorar también los apoyos y premisas psicológicas (parte II) y filosóficas (parte III) del MMCCP. En este momento, los lectores también estarán preparados para explorar las implicaciones clínicas del Meta-Modelo (parte V). Una vez más, los capítulos 20 a 22 proporcionan, en conjunto, tanto una introducción básica como una muestra representativa de las implicaciones del Meta-Modelo en la práctica de la salud mental.