Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen I

Tekst
Loe katkendit
Märgi loetuks
Kuidas lugeda raamatut pärast ostmist
Šrift:Väiksem АаSuurem Aa

Stevenson, D. H., Eck, B. E., & Hill, P. C. (Eds.) (2007). Psychology & Christianity integration: Seminal works that shaped the movement. Batavia, IL: Christian Association for Psychological Studies.

Tietjen, M. A., & Evans, C. S. (2011) Kierkegaard as a Christian psychologist. Journal of Psychology & Christianity, 30(4), 274-283.

Torrance, T. (1983). The mediation of Christ. Grand Rapids, MI: Eerdmans.

— (1985). Reality and scientific theology. Edinburgh, United Kingdom: Scottish Academic Press.

von Balthasar, H. U. (1982-1991). The glory of the Lord: Theological aesthetics (Vols. 1-7). San Francisco, CA: Ignatius Press.

von Hildebrand, D. (2009). The nature of love (J. F. Crosby & J. H. Crosby, Trad.). South Bend, IN: St. Augustine’s Press. (Obra original publicada en alemán en 1971, como Das Wesen der Liebe).

Williams, T. D. (2009). What is Thomistic personalism? Alpha Omega, 7(2), 163-197. Recuperado de http://www.uprait.org/archivio_pdf/ao42_williams1.pdf

Wojtyla, K. (1993). Thomistic personalism (T. Sandok, Trad.). En A. N. Woznicki (Ed.), Catholic thought from Lublin: Vol. 4. Person and community: Selected essays (pp. 165-76). New York: Peter Lang. (Artículo original presesntado en polaco en 1961).

Worthington, E. L., Jr. (1998). An empathy-humility-commitment model of forgiveness applied within family dyads. Journal of Family Therapy, 20, 59-76.

— (2003). Forgiving and reconciling: Bridges to wholeness and hope. Downers Grove, IL: InterVarsity Press.

— (2006). Forgiveness and reconciliation: Theory and application. New York, NY: Routledge.

Zizioulas, J. D. (1985). Being as communion. Crestwood, NY: St. Vladimir’s Seminary Press.

1 Este capítulo es una versión ampliada y revisada de un texto que fue publicado originalmente como «Christian and Catholic advantages for connecting psychology with the faith», P. C. Vitz, 2011, Journal of Psychology and Christianity, 30(4), 294-306.

4
Teorías modernas de
la personalidad.1 Una comprensión crítica de la personalidad desde una perspectiva cristiano católica

PAUL C. VITZ

Este capítulo explica en primer lugar lo que son las teorías seculares modernas existentes sobre la personalidad. A continuación, estas teorías se comparan y contrastan con las suposiciones y características de una propuesta de teoría católica cristiana de la persona y de la personalidad. Finalmente, el capítulo presenta aspectos distintivos de esta nueva teoría, identificada en esta obra como el Meta Modelo Cristiano Católico de la Persona (MMCCP).

Primero, ¿cuáles son las principales teorías de la personalidad en la psicología, y cómo se integran en la disciplina? Ejemplos de tales teorías son las desarrolladas por Sigmund Freud, Carl Jung, Alfred Adler, H. S. Sullivan, los neofreudianos, como Erik Erikson, y otros como Carl Rogers, Abraham Maslow y Gordon Allport. Pueden encontrarse introducciones y estudios a estas teorías en casi todos los libros de texto de teoría de la personalidad, algunos ejemplos son Feist, Feist y Roberts, 2018; Schultz y Schultz, 2013; Sollod, Wilson y Monte, 2009. La mayoría de estas teorías se desarrollaron de manera inductiva a partir de la experiencia con personas con problemas mentales en entornos psicoterapéuticos. Como tales, estas teorías tomaron forma durante muchos años en diversas publicaciones y rara vez fueron sistematizadas y resumidas por sus autores. Algunas, como las propuestas por Maslow y Allport, se centraban en individuos normales y con comportamientos positivos, pero estas teorías dejaban fuera los aspectos patológicos de la personalidad. Algunos teóricos se centraron en los tres primeros años de vida, otros en el adulto maduro ideal, y otros en el yo y la autorrealización como la respuesta a los problemas de salud mental y el propósito de la vida misma. Solo Freud y Erikson proporcionaron una teoría del desarrollo de la personalidad, y solo Erikson incluyó la edad adulta temprana, la madurez y la vejez. Sin embargo, Erikson (1959, 1964, 1968, 1978) obvió la vida religiosa y otros aspectos importantes. En resumen, todas estas teorías son interpretaciones útiles, pero limitadas, de la persona. Aunque siguen existiendo algunas contradicciones y conflictos entre las diferentes teorías, muchas de sus contribuciones básicas han sido aceptadas y ahora forman parte de la forma en que la mayoría de los teóricos y profesionales de la salud mental ven a la persona.

En conjunto, estas teorías representan lo que significa la comprensión psicológica de la persona para nuestra cultura en general, un punto de vista que surgió y se hizo común durante el siglo XX. Esto es especialmente cierto en Estados Unidos, pero ya está extendido también en otros muchos países. Estas teorías subyacen a la psicología popular, que domina la mayoría de los estudios sobre la persona en la actualidad. Es difícil recordar la comprensión más antigua, mucho más simple, de la persona, que existía en el siglo XIX y anteriormente, que hacía hincapié en la mente consciente, la razón y en hacer lo que era moralmente correcto.

Una cuestión que hay que abordar en relación con estas teorías es si pueden considerarse científicas. Muchos cursos y libros de texto de psicología tratan implícitamente estas teorías modernas y seculares como parte de la ciencia natural tradicional. No obstante, esto es un grave error. Muy pocos aspectos limitados de estas teorías tienen una base científica genuina. Por ejemplo, la ansiedad y la depresión, cuando se describen como parte de una teoría de la personalidad, a menudo pueden identificarse de manera fiable. Pero, incluso en este caso, tales síntomas tienen muchas causas posibles, además de lo que podría postularse en la teoría. En cualquier caso, cuando se llega a conceptos de personalidad, como pueden ser el complejo de Edipo, un arquetipo de ánimus o la realización personal, la comprensión científica estándar, y especialmente el paradigma experimental positivista de la psicología moderna, queda atrás. Ningún psicólogo experto entiende actualmente la teoría freudiana o junguiana como basada en la ciencia, ni siquiera posible que pueda llegar a serlo. Estas teorías de la personalidad son en realidad interpretaciones teóricas, sin una metodología fiable de verificación científica. Pueden conducir a verdades pragmáticas e intuitivas, pero estas verdades se parecen más a los conocimientos que se encuentran en la experiencia de la mayoría de los trabajos prácticos. El conocimiento práctico de los materiales, instrumentos y técnicas es importante y es un conocimiento genuino, pero no es el resultado de repetidos experimentos públicos con variables independientes y dependientes, ni forma parte de un sistema explícito, coherente y generalmente cuantitativo. En resumen, los profesionales que utilizan estas teorías de la personalidad están trabajando con lo que se puede llamar «filosofías aplicadas de la vida».

Cualquier intento de presentar una comprensión integral de la persona desde una perspectiva católica cristiana debe tener en cuenta tanto las teorías de la personalidad como los conocimientos aplicados de que dispone el profesional de la salud mental. Por ejemplo, actualmente se realizan numerosas «investigaciones de resultados» (outcome research) y las prácticas basadas en pruebas son una norma. Esta importante investigación evalúa sistemáticamente la eficacia de las diferentes metodologías terapéuticas e identifica aquellas intervenciones asociadas con la mejora del cliente. La métrica científica de los resultados positivos justifica algunos procedimientos psicoterapéuticos y proporciona algunas pruebas indirectas para el marco teórico rector. Esos estudios, por muy necesarios y útiles que sean, son como estudios correlacionales, que muestran una asociación general entre un conjunto de ideas, suposiciones y procedimientos, y un resultado beneficioso.

DIFERENTES SUPUESTOS

Todas las teorías de la personalidad proponen diferentes supuestos importantes sobre la persona. Son necesarios como base del sistema teórico que se construye sobre ellos. En la mayoría de los casos, estos supuestos nunca se explican, y mucho menos se defienden. Las suposiciones deben ser identificadas y contrastadas con las que subyacen a una representación cristiana católica de la persona. A modo de ejemplo, a continuación, se presentan algunos de los conceptos subyacentes más relevantes para nuestro tema. (Si desea consultar un estudio temprano, pero ampliamente descuidado, de las presuposiciones en las teorías de la personalidad, puede consultar Arnold y Gasson, 1954. También es relevante, Vitz, 1997).

ATEÍSMO VERSUS TEÍSMO

Todas las principales teorías modernas de la personalidad y el counseling son seculares y asumen explícita o implícitamente que Dios no existe. Estas teorías, independientemente de las posiciones personales de sus fundadores, son ateas en el sentido de que se omite a Dios en ellas, y la motivación religiosa, cuando surge, suele ser ignorada o a veces tratada como patológica. La teoría de los rasgos de personalidad de Gordon Allport (1937) estaba abierta a los aspectos religiosos de la persona. Aunque él era creyente, los conceptos religiosos no eran la parte central de su enfoque y no son las principales ideas por las que se lo conoce. La reacción negativa del psicólogo típico, ignorante o crítico, al importante trabajo de Allen Bergin (1980), en el que criticaba la ausencia de religión en la corriente principal de psicología, especialmente en la teoría psicológica, sigue siendo habitual en la actualidad.

 

Lo que se reivindica aquí es que el rechazo u omisión de Dios, y la omisión de la importancia de las creencias y prácticas religiosas y espirituales es un error central en cualquier teoría de la personalidad. La religión, como mínimo, es una realidad psicológica de importancia relevante para muchos millones de americanos y para miles de millones de personas en todo el mundo. Omitir un aspecto tan significativo de la personalidad es, simplemente, una mala práctica clínica. Desde que la Encuesta Gallup comenzó a hacer la pregunta en la década de 1940, más de un 85% de estadounidenses han dicho constantemente que creen en Dios. Para innumerables personas, esta creencia en Dios, con sus ramificaciones, es una parte importante de su personalidad y es importante para ellas a diario. Incluso los adultos no creyentes fueron educados religiosamente, y esto ha afectado a menudo a su personalidad. El renacimiento de las religiones tradicionales y la espiritualidad new age en las últimas décadas continúa demostrando el poder y la persuasión de la vida religiosa para los americanos. Por supuesto, en todo el mundo, desde Rusia hasta la India y las sociedades islámicas, la religión está viva y en expansión.

Por el contrario, una interpretación cristiana de la personalidad comienza asumiendo que Dios existe y que es una persona con la que se tiene una relación. Esta relación tiene consecuencias psicológicas, a las que volveremos. La asunción del teísmo no es menos racional que la asunción del ateísmo. Después de todo, los ateos no pueden probar que Dios no existe. Una ventaja psicológica de aceptar la existencia de Dios y la validez de la mayoría de la vida religiosa es que se puede tratar a un cliente religioso con mayor honestidad y respeto. Aunque muchos profesionales de la salud mental consideran actualmente que la religión y la espiritualidad son una forma de diversidad y, al menos en teoría, se espera que respeten esas creencias del cliente, no obstante, cuando no son creyentes ellos mismos, pueden evitar la exploración de lo que puede ser de importancia central para su cliente creyente. El profesional de la salud mental promedio, que no es creyente, suele sentirse bastante cómodo explorando y afirmando la orientación homosexual y el estilo de vida de un cliente, incluso si él mismo es heterosexual. Pero un profesional no religioso se sentiría mucho menos cómodo explorando y afirmando el estilo de vida cristiano tradicional de un cliente.

SUBJETIVIDAD VERSUS REALISMO

Muchas teorías seculares, especialmente la psicología humanista, se basan en la suposición de que todo lo que podemos conocer realmente es el estado de nuestra propia mente. A veces estas teorías también aceptan el tipo de conocimiento contenido en las ciencias físicas, aunque ese tipo de conocimiento es normalmente menos relevante para la psicología humanista, que ha ignorado incluso la importancia de la biología humana para la comprensión de la personalidad. Con la excepción del tan criticado complejo de Edipo de Freud, incluso las diferencias de personalidad entre los sexos han sido casi completamente ignoradas, junto con factores hereditarios, como el temperamento.

Estrechamente relacionada con el supuesto de la subjetividad se encuentra la noción de que lo importante es expresar, comprender y comunicar los propios pensamientos y sentimientos, sean cuales sean; afirmarlos, sean cuales sean; y estar abierto a lo mismo por parte de los demás. Por lo tanto, la «verdad» es fundamentalmente psicológica, y hay tantas «verdades» como psicologías individuales. Nuestro mundo subjetivo es el único significativo, y el último tribunal de apelación para la validez de algo es lo que pensamos, o mejor dicho cómo nos sentimos sobre ello. La opinión de que los sentimientos pueden ser transitorios, ilusorios o incluso falsos no se reconoce ni se discute en tales teorías de la personalidad. Bajo esta psicología, nuestros sentimientos son siempre auténticos, aunque cambien constantemente a medida que el yo cambia. Cualquier base moral invariable para una realización genuina es ignorada. (No obstante, algunas psicologías recientes, por ejemplo, la psicología positiva, han comenzado a abordar este problema directamente en su estudio de las virtudes).

La naturaleza objetiva de Dios, como algo externo a nosotros, y del mundo externo creado por él, es asumida por una comprensión cristiana de la teoría de la personalidad. Aunque nuestros propios pensamientos y sentimientos particulares tengan una importancia legítima, no definen la realidad y no se les puede dar la máxima prioridad existencial y ontológica. Por ejemplo, los cristianos deben someterse no solo a Dios, sino también al mundo lícito que Dios ha creado y que la ciencia ha identificado frecuentemente. Como se ha señalado anteriormente, este realismo está en desacuerdo con las filosofías modernas dominantes. Sin embargo, está en profunda simpatía con la suposición general de realismo que se encuentra en toda la ciencia desde su origen. (Obviamente no estoy defendiendo el positivismo lógico, que nunca fue muy popular entre los científicos y que ya no tiene demasiada importancia, ni siquiera en la filosofía). Desde una perspectiva católica, a menudo se asume un realismo bíblico, personalista y neotomista, como es el caso aquí.

DETERMINISMO VERSUS LIBERTAD

Muchas teorías seculares modernas de la personalidad, como la de Freud, rechazan explícitamente el libre albedrío humano, mientras que otras teorías lo hacen implícitamente. El determinismo suele formar parte de una filosofía materialista; pero no tiene por qué serlo, ya que algunos filósofos creen que la mente, aunque diferente del cuerpo, nunca está determinada de manera tan estricta. Aunque estas teorías seculares interpretan, y consideran importantes los estados mentales cognitivos y emocionales, como las percepciones, los pensamientos, los recuerdos y los sentimientos, generalmente ignoran la volición.

Aunque, en la práctica, los profesionales de la salud mental, desde los tiempos de Freud, no han sido deterministas constantes. Después de todo, el psicoanálisis y otras formas de psicoterapia y counseling suponen que el cliente elegirá libremente entrar en el tratamiento y regresar libremente para nuevas sesiones y, como consecuencia de la terapia, se volverá menos controlado, o menos atado, por pensamientos inconscientes, reacciones automáticas, esquemas, hábitos, adicciones y patrones de relación aprendidos tempranamente, como estilos de apego. Una psicoterapia que no asuma el entendimiento del sentido común del libre albedrío difícilmente puede ser operativa.

La perspectiva cristiana no niega un papel adecuado a los factores causales: es testigo de su énfasis en la toma de decisiones, como casarse, sin coerción. Sin embargo, el cristianismo acentúa tanto la libertad humana como la voluntad que la expresa. El énfasis en el voluntariado implica un fuerte enfoque en los rasgos de carácter positivos —virtudes— que apoyan la voluntad al elegir una respuesta. Algunas importantes teorías seculares, como las de Carl Rogers y Abraham Maslow y los teóricos existenciales, afirmaban la libertad humana. Al hacerlo, hicieron importantes declaraciones tempranas contra el determinismo. Con la excepción de Maslow, ignoraron en gran medida las virtudes tradicionales como rasgos que apoyan la voluntad.

MORALIDAD RELATIVA VERSUS ESTÁNDARES MORALES

La psicología secular moderna asume que los valores son relativos al individuo. Wallach y Wallach (1983) han demostrado que toda la psicología moderna relevante, desde Freud y Jung hasta la teoría de la distorsión cognitiva, asume que lo único positivo es lo que es bueno para el yo individual. Este punto de vista puede adoptar una variedad de formas, que van desde la filosofía moral del egoísmo ético hasta el relativismo individual de tipo radical. La naturaleza y las consecuencias de estas opiniones rara vez se reconocen o defienden. En conjunto, estos puntos de vista morales han ayudado a socavar las enseñanzas religiosas tradicionales. También han contribuido a crear una «moralidad individualista» que todavía prevalece hoy en día y que con tanta frecuencia lamentan los críticos sociales (Bellah, Madsen, Sullivan, Swidler y Tipton, 1985; Benedicto XVI, 2009, 2012; Francis, 2017; MacIntyre, 1999; Vitz, 1994). Cabe señalar que la mayoría de los sistemas de relativismo moral son absolutistas sobre algo, habitualmente sobre la propia relatividad moral y sobre los procesos psicológicos sobre los que se soporta el relativismo moral.

La existencia de principios morales duraderos, revelados por Dios o que se encuentran en la naturaleza, es fundamental para el cristianismo católico, y por lo tanto para cualquier teoría de la personalidad católica. Los dos grandes mandamientos resumen la revelación divina: amar a Dios y amar al prójimo. El amor, tal como se entiende aquí (es decir, como entrega de uno mismo), es un valor principal, claramente superior al odio. El cristianismo asume asimismo la verdad moral y la validez psicológica de los diez mandamientos. También se entiende que, sobre la base de la tradición del derecho natural, todas las personas pueden llegar a saber que hay ciertas acciones que debemos hacer y otras que no debemos hacer (Budziszewski, 2009; George, 1999; Mayo, 2013; Pinckaers, 1995).

Dentro de un marco católico, se puede explicar claramente gran parte de la moralidad, asumiendo que esta moralidad es para el beneficio y la realización de la persona. Por último, se entiende que algunos problemas psicológicos pueden surgir cuando se incumple la ley moral y que muchos aspectos de la realización psicológica se desarrollan a partir del cumplimiento de la ley moral. Este marco católico no niega que los problemas psicológicos estén en algunos casos muy relacionados con factores genéticos, bioquímicos u otros factores determinantes externos a la voluntad del cliente, pero incluso en esos casos el significado que se da al sufrimiento personal y los enfoques adoptados (amargura y odio en lugar de ver el sufrimiento como redención y ofrecimiento de perdón) pueden facilitar el bienestar psicológico y reducir el desarrollo de trastornos psicológicos.

También en este caso, algunos sistemas profundamente relativistas tienen (paradójicamente) implicaciones «absolutas». Por ejemplo, Rogers supone que las patologías psicológicas pueden surgir de la desobediencia del principio absoluto de que los individuos deben crear y seguir sus propios valores y reglas. Existe, por lo tanto, una similitud entre una teoría rogeriana y cristiana. La diferencia —es una diferencia importante— es que esta última presume que la ley proviene de Dios y de la naturaleza, no del yo.