Gestión es Comunicación

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- Sentidos internos

A los cinco sentidos anteriores, complementando el sentido del tacto con la piel, se les pueden sumar cuatro sentidos internos definidos por Santo Tomás de Aquino (siglo XIII D.C.)16, que muchas veces no se desarrollan porque no están en la conciencia. Esto, en el mundo de la docencia, especialmente en el ámbito de las comunicaciones, resulta bastante paradójico, pues todas las competencias que la educación formal busca potenciar precisamente al desarrollar los sentidos internos. Estos son:

 Sensus communis (sentido común): es el sentido interno que distingue y reúne los datos de los sentidos externos. Permite distinguir, por ejemplo, el color del sonido, algo que el ojo por sí mismo no podría hacer ni el oído tampoco. En otras palabras, el sentido común es el que pone en conexión los dos tipos de sentidos mencionados.

 Phantasia o imaginatio (fantasía e imaginación): es la capacidad de conservar las formas aprehendidas por los sentidos.

 Vis memorativa (memoria): es la capacidad de reconocer lo conservado en la imaginatio.

 Vis aestimativa (estimar/valorar): es la capacidad de percibir lo útil o lo nocivo, lo amigable o lo hostil.

Existe, además, un décimo sentido, que es el de la Auto-observación o Conciencia de Sí. “Es un meta sentido que todos poseemos, pero que infelizmente, por total desconocimiento y consecuentemente desuso, está también atrofiado. Este sentido nos permite auto conocernos y explotar nuestro propio mundo interior, pues, así como una persona es por dentro, también lo será por fuera. Aquel que realmente se conoce a sí mismo conoce el mundo entero, porque sólo puede captar el mundo en el momento en que es capaz de diferenciarlo de sí mismo”17.

-Los otros sentidos: El hombre, Centro de Energía e Inteligencias Múltiples

En el proceso de conocer y comunicar es importante saber que el cuerpo humano posee centros de energía capaces de percibir también la energía de los otros. “Básicamente contamos con tres centros de control, responsables de determinadas funciones físicas y psicológicas del hombre: el centro intelectual –se localiza en el cerebro y trabaja con la energía mental--; el centro emocional –corresponde a dos puntos localizados en el corazón y el plexo solar que trabajan con la energía emocional--; y el centro sexual --localizado en los órganos sexuales y que, evidentemente, trabaja con la energía sexual“18. Estos centros, si bien existen en todas las personas, en nuestra cultura se ha ido perdiendo la capacidad de sentirlos y aprovecharlos, lo que hace que no trabajen correctamente, causando el mal funcionamiento de la máquina humana como un todo.

“Según el hinduismo y algunas culturas asiáticas, los chakras son vórtices energéticos situados en los cuerpos sutiles del ser humano, llamados Káma rupa (forma del deseo) o linga sharira (cuerpo simbólico). Su tarea es la recepción, acumulación, transformación y distribución de la energía llamada prana. Cada uno de estos centros se asemejaría a una flor abierta y poseería ciertos colores que son más o menos brillantes según el estado evolutivo de la persona”19.

“El aura, del griego aire o brisa, es el campo electromagnético que envuelve a todos los seres vivos, y que se ve influenciada directamente por el estado físico, mental y emocional de cada individuo”20. El aprendizaje sobre ésta dimensión de nuestro cuerpo, debería ser parte esencial del conocimiento para explicar algunos factores de la comunicación humana tan importante como el carisma, la atracción, la química, la buenas o malas vibras y otros, que desde hace mucho tiempo ya forman parte del léxico popular.

Estos factores, no explicados científicamente, pero perceptibles como fenómeno a nivel social, explica en parte, la irrupción de variadas disciplinas orientales como el Reiki, Tai Chi, Yoga, etc. e innumerables técnicas marciales y medicas basadas en el conocimiento y control de la energía. La acupuntura es una de ellas, la que es fundamental el sistema de medicina china y que tiene como función, distribuir la energía vital por todo el cuerpo con el propósito de: reequilibrar, estimular o sedar ese flujo vital.

La medicina occidental reconoce la utilidad de la medicina china, y es aceptada con el rótulo de medicina alternativa.

Por otra parte, el hombre también se relaciona con el mundo a través de distintas habilidades, inteligencias o capacidades de conocer, todas las cuales importan y deben desarrollarse. Estas llamadas inteligencias múltiples son21:

 Inteligencia Lógica – Matemática: es la inteligencia que tienen los científicos. Se corresponde con el modo de pensamiento del hemisferio lógico (izquierdo) y con lo que nuestra cultura ha considerado siempre como la única inteligencia.

 Inteligencia Lingüística: es la inteligencia que tienen los escritores, los poetas, los buenos redactores. Utiliza ambos hemisferios del cerebro.

 Inteligencia Espacial: consiste en la inteligencia capaz de formar un modelo mental del mundo en tres dimensiones. Es la inteligencia que tienen los ingenieros, los cirujanos, los escultores, los arquitectos y los decoradores, entre otros.

 Inteligencia Musical.

 Inteligencia Corporal – Kinestésica: es la capacidad de utilizar el propio cuerpo para realizar actividades o resolver problemas. Es la inteligencia de los deportistas, los artesanos, los cirujanos y los bailarines.

 Inteligencia Intrapersonal: es la inteligencia que nos permite entendernos a nosotros mismos.

 Inteligencia Interpersonal: es la inteligencia que nos permite entender a los demás. La solemos encontrar, por ejemplo, en los buenos vendedores, políticos, profesores o terapeutas.

 Inteligencia Naturalista: es la inteligencia que utilizamos cuando observamos y estudiamos la naturaleza. Consiste en observar los modelos de la naturaleza, en identificar y clasificar objetos y en comprender los sistemas naturales y aquellos creados por el hombre.

El lenguaje, como veremos más adelante, es el medio que tenemos para compartir el significado que se les da a las cosas que percibimos de cualquier manera. La complejidad de dicho lenguaje va a depender de las inteligencias que yo manejo.

Sin embargo, la cultura occidental, lamentablemente, mide la inteligencia de las personas principalmente, y a veces exclusivamente, a través de la matemática o la intelectual, mientras que deja de lado la emocional que es igualmente importante. La inteligencia intrapersonal y la interpersonal conforman la inteligencia emocional y juntas determinan nuestra capacidad de dirigir nuestra propia vida de manera satisfactoria.

- Atribución de significado

Es en la mente en dónde cobran vida los fenómenos. Es ella, ese algo que percibimos se transforma en ideas, conceptos, emociones, visiones, olores, sonidos, sabores, texturas, pero con límites. Vivimos rodeados por una cantidad infinita de fenómenos sobre los cuales somos incapaces de percibir y significarlos todos al mismo tiempo. Para superar y convivir con dicha limitación, cada persona ha desarrollado la capacidad de filtrar y seleccionar fenómenos y ordenarlos en la mente asociando lo percibido a una “palabra” o conjunto de “palabras” que permiten transformar los fenómenos en objetos accesibles y registrables en la memoria.

La mente, que es reflejo de esa realidad, es la que realiza el proceso de atribución de significado y sentido de cada fenómeno que se hace presente en su conciencia. De la calidad este proceso, dependerá la mayor o menor comprensión del “mundo” que cada individuo tendrá (conocimiento).

Asumiendo lo propuesto por Umberto Eco22 en su libro de “Introducción a la Semiótica”, y los aportes de Roland Barthes23, otro semiólogo destacado del siglo XX, se ha propuesto, a modo de síntesis, la siguiente expresión gráfica de sus conceptos:

- Modelo de atribución de significados

FIG. Nº 3

- La “palabra-imagen- emoción”

Es en el sujeto “subjetivo” donde el tiempo y el espacio cobran su dimensión. Son las personas las que experimentan las infinitas combinaciones de lo pasado y lo futuro, de lo interior y lo exterior, de lo próximo y lejano. E incluso más allá: de lo querido y necesario, de lo verdadero y falso, de lo bueno y malo, de lo justo e injusto, de lo hermoso y feo, de lo propio y ajeno, de lo cierto e incierto, de lo probable e inseguro. Y así. Este emparejamiento de palabras se puede extender al infinito porque es a través de ellas las personas realizan la doble tarea de apropiarse y describir los fenómenos que les ofrece la realidad. Son las palabras/valores el nexo de los hombres con su entorno, son ellas la mediación entre las percepciones, el dato inefable, y la posibilidad de regreso a lo explícito.

 

Las palabras ordenan el sentido en un viaje de ida y vuelta. Abren significados del mismo modo que encubren otros; dejan ver lo que señalan, a la vez que sugieren lo no dicho, lo silenciado. Las palabras son la moneda de cambio, la mercancía flexible, el billete universal, la tarjeta abierta a todas las transacciones.

Las palabras participan de la objetivación y desobjetivación de lo objetivo; así como en la subjetivación y desobjetivación de lo subjetivo. Las palabras son explícitas por lo que muestran e implícitas por lo que guardan, las palabras transitan a discreción por todos los umbrales porque, en el fondo, están más allá del bien y el mal, son inmunes al éxito o fracaso, a la victoria o la derrota y están ahí o acá, en lo real o virtual, constatando como un medio de prueba única y exclusivamente la propia pertinencia de su uso.

- Conocimiento

Vélez S24. (2001), lo define como el “proceso por el cual el hombre refleja (por medio de conceptos, leyes, categorías, etc.) en su cerebro las condiciones características del mundo circundante. Una de las formas que tiene el hombre para otorgarle un significado con sentido de la realidad”. El Conocimiento científico, para el físico Vélez S. (2001), no es más que el “conocimiento sistemático de la realidad, es decir, teniendo las etapas de observación, descubrimiento, explicación y predicción”.

Otra definición en este ámbito define: “El conocimiento es el reflejo de la realidad objetiva por el hombre a través de sus formas fundamentales sensoriales, racionales verificado por la práctica y de manera individualizada. Su difusión e intercambio se produce mediante el lenguaje”25.

Reconociendo, aguas arriba, el significado de los fenómenos observados asociado a palabras, es posible tener ideas, “que son la imagen de algo que existe en la mente. Las ideas dan lugar a los conceptos que son la base de cualquier tipo de conocimiento”26.

Sin embargo, las emociones juegan un rol fundamental. La alegría, la tristeza, el miedo la rabia, el amor filial y el amor erótico, pueden, en algunos casos, transformarse en envoltorios que facilitan u obstaculizan el conocimiento de algo.

Todas las personas estamos permanentemente construyendo pequeños relatos o ensayos de expresión. Narramos, argumentamos. Es una voz interior que siempre está articulando palabras, muchas veces en forma inconciente. A eso lo llamamos pensar.

- El lenguaje, vehículo de socialización

El proceso de percepción de la realidad y atribución de significados es un proceso individual. Solo a través del lenguaje, en sus diferentes manifestaciones, construimos significados comunes con el otro, construimos comunidad de significado y sentido.

El diccionario de la RAE, al referirse al lenguaje oral, lo define “como el conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente”27. Desde esta perspectiva, el lenguaje es el medio a través del cual las personas conocemos dichos fenómenos; un hombre tendrá una visión más compleja de la realidad en la medida en que en su mente tenga más conceptos asociados a palabras y lo pueda expresar. Mientras más cosas sea capaz de “denominar”, más objetos será capaz de conocer y reconocer, por lo tanto, más amplio será su visión del mundo.

Cada uno guarda en su memoria imágenes, colores, texturas y otras miles de cosas, las que podemos reproducirlas solo a través de las palabras y, en algunos casos, a través el dibujo, la escultura, la pintura, la fotografía, la música, el cine. Por lo tanto, el dominio de la palabra no es trivial, porque la palabra es la unidad de comprensión y cognición del mundo y el medio que tenemos para reproducirlo. Por eso ser “palabrista” como decía Borges, o periodista, o comunicador en cualquier de sus formas es fundamental para la sociedad.

Pero un hombre no sólo tendrá una visión de la realidad más compleja que otro mientras más conceptos tenga en su mente, sino mientras más desarrollada tenga la capacidad de establecer relaciones entre los distintos fenómenos que conoce y, por lo tanto, de crear mundos nuevos. La creatividad y la capacidad intelectual se refieren precisamente a esto: una persona sólo podrá ser capaz de deducir cosas y de crear otras nuevas en la medida en que es capaz de generar vínculos mentales entre los distintos fenómenos que conoce.

- En el tiempo y en el espacio: la cultura

Palabras, gestos, fenómenos, etc. viven en un contexto que llama cultura. La cultura influye altamente a todos los actores del sistema, y a la vez se ve influida por ellos. En esta relación la cultura es al hombre lo que el agua es al pez. Todo vive en la cultura, pues es donde los hombres se mueven, interactúan, funcionan, viven y, a su vez, la cultura vive en función de dichos movimientos.

La comunicación, a su vez, es circular. Nosotros actuamos para el resto de las personas como cualquier otro fenómeno, y el resto nos percibe de una manera específica, según sus sentidos y los significados que cada uno les da, en un proceso de interacción que se vive en el mundo de la cultura. Ese proceso, que modifica a los otros que me perciben, a la vez me modifica a mí porque la forma en que los otros me perciben genera estímulos en mí que me pueden hacer cambiar.

Como todos somos emisores y receptores a la vez, el análisis de la relación de los procesos de percepción y lenguaje no puede realizarse sino a la luz de la cultura. La interpretación cultural respecto de los fenómenos comunicacionales debe ser previa al análisis de los efectos internos de la relación entre ambos cuando se trata de construir significados comunes.

2.6 Jerarquizando la realidad: valores

¿Qué hace que ante millones de cosas que están fuera de mí, yo capte algo y lo ponga al nivel de la conciencia? La respuesta no es tan simple. Para que se produzca este vínculo entre el ser humano que observa y el fenómeno que se eleva al nivel de la conciencia del observador debe existir lo que se llama el valor.

El valor es lo que hace que alguien diga que otra cosa o persona (otro fenómeno) debe estar en la existencia… y que, si no está, habría que inventarlo.

“El valor es una cualidad estructural que tiene existencia y sentido en situaciones concretas. Se apoya doblemente en la realidad, pues la estructura valiosa surge de cualidades empíricas y el bien al que se incorpora se da en situaciones concretas, pero el valor no se reduce a las cualidades empíricas ni se agota en sus realizaciones concretas, sino que deja abierta una ancha vía de actividad creadora del hombre”28.

Los valores son, finalmente, lo que determina cómo cada persona jerarquiza su percepción del mundo, estableciendo qué es lo importante, lo trascendente, lo inmanente. Para otorgar dicho valor a un fenómeno éste debe ser:

1 atractivo: los valores no sólo tienen que ver con algo racional, sino también emocional/químico.

2 creíble: debe existir alineación entre su función y su imagen; una correlación entre la percepción del valor y la experiencia que la ratifica.

3 poderoso: debe tener la capacidad de transformar y/o transformarme.

Cumpliendo con las tres características anteriores (atractivo, creíble y poderoso) un fenómeno tiene valor. No obstante, cada fenómeno, de manera independiente, tiene algún valor particular que lo caracteriza. Moderno, entretenido y taquillero, por ejemplo, son palabras que congregan en torno a ellas la característica principal del valor que un determinado fenómeno genera.

2.7 Comunicación de la “verdad”

Por otro lado, para los seres humanos la percepción del valor también debe tener una conexión con la trascendencia, específicamente con los valores griegos –verdad, belleza y bondad-- porque sino no perdura. La búsqueda de la verdad es lo que define el sentido de la acción comunicacional.

Pero, ¿qué verdad es la que buscamos al comunicar algo? Para responder a esto debemos tener en cuenta que la verdad es algo que se vive en el momento y que expresa nuestra vinculación individual con el todo. No se trata de algo relativo, pero tampoco de una idea que pueda adquirirse y ser medida con las palabras, como si fuera un punto fijo y estático.

A la verdad no se llega mediante la técnica o la lógica, no podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con ella. Es lo que nos mantiene unidos, pero cada uno debe hallarla individualmente a partir de las condiciones únicas de su propia vida.

La verdad puede ser captada en cualquier lugar y momento, en lo pequeño o en lo grande. Sin embargo, nuestra mente llena de convicciones, prejuicios, gustos, opiniones y emociones no siempre nos permite dedicarnos simplemente a observar.

La verdad adquiere diversas características dependiendo del contexto del que hablemos. Puede tratarse de:

 Verdad Material: “Los hechos observables y medibles”.

 Verdad Semántica: “La correspondencia entre los dichos y los hechos”.

 Verdad Jurídica: “Lo que se dice, pero que tengo que probar”.

 Verdad Científica: “Lo que explica las causas últimas del comportamiento de un determinado fenómeno observable en el espacio y en el tiempo”.

 Verdad Filosófica: “La que responde a la pregunta por el sentido de la existencia”. “Es una pregunta abierta, su respuesta está en permanente proceso de búsqueda”.

 Verdad religiosa: Cristo es la verdad

 Verdad Ideológica: “Sistema de creencias racionalmente construido”.

 Verdad Política: “La fuerza como razón última”.

 Verdad Social: “La opinión pública tiene una verdad construida y conducida por los medios de comunicación social” (Información y desinformación).

Como diría Lao Tsé: “La existencia está más allá del poder de las palabras para definirla. Pueden usarse términos, pero ninguno de ellos es absoluto”.

2.9 Conocimiento con sentido

La teoría fenomenológica no sólo ayuda a construir una visión de cómo conocer el mundo exterior, sino que permite observar el proceso desde el ángulo contrario. Y es que sabiendo cómo se conoce la realidad, podemos ser capaces de construir un fenómeno que cumpla los requisitos para establecer el todo.

Una manifestación sencilla de esto puede ser, por ejemplo, el desarrollar un programa de televisión. Al hacerlo, como comunicadores, deberíamos ser capaces de desarrollar un contenido o una función, que tiene que tener una forma o formato, y luego lograr que --de alguna manera-- esas dos cosas puedan vivir en la mente de las personas, es decir, que esas personas puedan decir al menos tres palabras sobre atributos orientados a explicitar el valor del fenómeno.

Esto ocurre porque todos los seres humanos hacemos discursos interpretativos del mundo. Somos seres hermenéuticos –como dirían Maturana y Varela29, “los seres vivos se van desplegando en el hacer de su existencia”--. Por otra parte, Rafael Echeverría30 al referirse al lenguaje apoyado también por el pensamiento de Maturana nos señala que también “somos seres metafóricos, que construimos historias a través del pensamiento y otorgamos significados que van más allá de las palabras. Y somos seres sociales, seres de lenguaje, que conformamos la humanidad con el otro, con lo otro”31. Teniendo eso claro, uno puede ser capaz de desarrollar un fenómeno que sea capaz de persuadir a otro ser humano

 

Finalmente, “no hay que olvidar que, a la vez, somos seres éticos, que vivimos en la disyuntiva ser felices o dar felicidad. Y podemos estar en esa disyuntiva porque somos capaces de postergar nuestros deseos, a diferencia de los animales. Sin embargo, igualmente lo que percibimos como algo bueno o malo para mí, es a partir de nuestras necesidades fundamentales: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, ocio, creación, participación, identidad y libertad”32.

Por lo tanto, como plantea Antonio Elizalde33, un mensaje que no apunte hacia alguna de esas necesidades fundamentales, no tiene sentido… y comunicar es precisamente eso: construir el sentido.

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