Cazador de narcos II

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Bandadas de chicos con vivarachos ojos negros, y alguno que otro de dudosos ojos azules, herencia de algún trotamundos que busco el paraíso de la droga libre, se ofrecían para guiarlo, parloteando en dos o tres idiomas que habían aprendido en su trato con los hippies y los drogadictos occidentales que allí se asentaban por unos meses.

Con su aparente despreocupación, observaba todo lo que veía con más cuidado que los demás turistas. Contrató a un chiquillo despeinado y bastante zaparrastroso que caminaba descalzo a su lado con los aires de mundo de un pequeño gánster, hablando un argot afrancesado plagado de improperios y maldiciones propios de Marsella. Tendría unos ocho años vividos intensamente a su absoluto arbitrio, y le recordaba su infancia…

Le divertía hablar de hombre a hombrecito con un vocabulario que incluía tres barbaridades en cada frase, seguramente enseñadas a propósito para reírse de él por los trotamundos que pasaban el día recostados en la semiinconsciencia de una dosis de heroína, tomando sol en las escalinatas de la plaza Durbar.

Lo llevó por el templo de la virgen vestal Kumari, el templo Kashtamandap, que según el chiquillo lo habían edificado con la madera de un solo árbol, luego a la estupa budista Swayambhunath, ubicada en lo alto de la hermosa colina que permitía la vista de Katmandú y sus alrededores.

Estuvo conversando con algunos jóvenes franceses que frecuentaban la plaza Durbar, sentado en las escalinatas de la Stupa blanca y radiante, mientras le ofrecían drogas de todo tipo en bandejas colgadas al cuello. Pero eso le resultaba demasiado aburrido, ya conocía todos los templos, pagodas y stupas de Asia.

Le dio unos dólares al muchacho y le pidió que lo llevara al mejor bar donde tomar un trago y buscar amigos.

Luego de caminar unas tres cuadras, el chico le enseñó con la mano un parador que aparentaba estar en ruinas, despintado y sucio como tantos por la zona. Pero Michel estaba acostumbrado.

Abrió la puerta y parpadeó ante la oscuridad del interior. Cuando sus ojos se habituaron a la penumbra, logró distinguir un mostrador y unas mesas con hombres medio alcoholizados o drogados, casi todos occidentales, y un par de chinos hablándose al oído en un rincón. Se apoyó en el mostrador de madera y notó que la pegajosa mugre podía rasparse con un cuchillo. Pero eso no tenía importancia en esas zonas.

– Sírveme un whisky.

Al sentir la palabra “whisky”, un hombretón bastante achispado se acercó a él tambaleando. Arrastró un banco de madera y se sentó a su lado mirándolo inquisitivamente.

Michel lo ignoraba.

El gigante, seguramente algún nórdico por sus rasgos y su piel rosácea, con un tupido vello rojizo que asomaba entre su camisa medio abierta, estaba con toda seguridad bajo los efectos de algún alucinógeno. Mascaba algo gomoso, en tanto que los ojos obnubilados y perdidos oscilaban en su cara tratando de que Michel lo mirara. Hasta que se cansó de buscar su atención.

Le plantó la manaza sobre el hombro y lo giró bruscamente, al tiempo que le decía algo en un idioma que Michel no entendió, pero comprendió se refería al whisky. Le dio la botella sin mirarlo. Era una bebida adulterada por esas fábricas de whisky escocés que tienen los asiáticos. Una verdadera basura.

Agarró la botella y se la bebió mirando al techo de un solo tirón, como si fuese una mamadera de leche dorada. Trató de aproximarse torpemente, señalando que quería más. Michel lo separó con su mano, y el gigante cayó al suelo como una bolsa de papas. Allí comenzó a roncar.

Sus compañeros de mesa se levantaron enfurecidos. Uno de ellos, también con rasgos occidentales, tomó una botella de gin por el cuello, y le dio un golpe en el borde de la mesa sacándole la base y dejando afilados cuchillos de vidrio al descubierto. El otro sacó una navaja automática que chasqueó metálicamente al abrirse. Avanzaban amenazantes, envalentonados por el alcohol y la heroína.

Michel no deseaba problemas. Comenzó a dar un rodeo para emigrar del local, cuando alguien que estaba a su espalda lo sujetó vigorosamente de las ropas.

Michel era marsellés y aventurero, en su errante vida había desfilado por los peores tugurios de Asia y había sobrevivido. Pero sus métodos de supervivencia eran demasiado drásticos. Sacó de entre sus ropas una pistola Steyr Parabellum GB de 9 mm., y disparó al que lo sujetaba desde atrás sin mirarlo. Apuntó fríamente a los dos que tenía delante, y los revolcó en el suelo con un tiro en las piernas a cada uno. Miró fijamente a los demás clientes, y guardó el arma con una calma mortífera que dejó helados a los parroquianos. Salió despacio, sin preocuparse de mirar atrás.

¡Se acabaron las reuniones para mí! Pensaba el marsellés. Que las sigan los muchachos con sus dragoncitos tatuados… Debo buscar aire fresco. Regresó a su casa, y dejó un mensaje escrito a Lulú para el Tigre.

Con un pequeño bolso de mano se fue hacia el aeropuerto. Alquiló sin regatear una avioneta Piper bimotor, para hacer un itinerario fotográfico de los arrozales de Nepal y las estribaciones del Himalaya. El piloto hablaba inglés y se entendieron estupendamente. Era un día espléndido para ver desde cerca la ruta hacia el Everest.

En pleno vuelo, inesperadamente apagó la radio, y le pidió al aviador que lo dejase en Gorakhpur, en la India. El desconcertado nepalí accedió entusiasmado con numerosos asentimientos de cabeza cuando vio que la negra boca de una pistola automática le estaba apuntando.

Aterrizó en unos campos sin labrar antes de llegar a la cuidad y le dijo afectuosamente al piloto, mientras le entregaba un fajo de dólares: – Regresa inmediatamente a Katmandú, jamás me has visto y aquí no ha pasado nada. Si me entero que abres la boca, volverás a volar por los aires… Pero sin el Piper.

El piloto levantó su dedo pulgar en una actitud muy yankee, se remetió los billetes entre sus ropas y desapareció en los cielos.

Michel se evaporó misteriosamente en la inmensidad de Asia, su otro hogar.

Capítulo 7

Washington D.C. – USA

El Comandante John Parker estaba reunido con el Dr. Weeb Sullivan, Comandante general de la Administración Ejecutora de las Leyes Sobre Drogas, más conocida como la DEA, en Washington. También asistían a esa cumbre antinarcóticos el Dr. John Macnamara, por el Departamento Fiscal, su secretario particular y asistente, el teniente David Kant, el mejor experto sobre temas de computadoras en la DEA, y un Senador Nacional, el Ing. en electrónica Patric Scherer, en representación del Presidente de los Estados Unidos de América.

Comenzaría un cónclave secreto y a puertas cerradas en uno de los salones internos de la Casa Blanca. Tratarían los temas de la efectividad demostrada por la DEA, el destino del Capo de la Mafia americana–siciliana, Frank Victorio Dordoni, y el estudio de factibilidad del inicio de una nueva Operación de Inteligencia contra el narcotráfico.

John Parker, era un profesional muy respetado dentro de la Administración del Estado y de la DEA, asimismo era amigo personal del Presidente. Sus proposiciones serían atendidas y examinadas con el máximo interés. De vez en cuando solía sorprenderlos con algunas ideas descabelladas que luego resultaban geniales.

Poseía una inteligencia ideal para el trazado de planes intrincados, donde las reacciones humanas de las partes involucradas debían encajar una con otra con la precisión de una dovela de granito en un arco romano.

La mesa oval de roble estaba por poco vacía, tan sólo lo indispensable frente a cada uno: un vaso junto a una botella de agua mineral y un simple legajo, conteniendo dos hojas escritas y otras dos en blanco, con una lapicera enganchada en su borde superior, además de una cafetera humeante disponible en autoservicio.

– Amigos, comenzó Parker, todos los presentes hemos intervenido en la toma de las decisiones finales de la Operación Anaconda, y todos las suponíamos acertadas. Pero cometí un error que a lo mejor, utilizado inteligentemente, podría ser aprovechado. Conocemos por nuestro agente especial Kevin Beck, que Frank Victorio Dordoni, el cabecilla de la Mafia, nos engañó con la evasión en el submarino. Fue su jugarreta maestra, que nosotros aceptamos como un signo de su derrota.

– El partido no terminó. Al presente, Frank le pide al Capo de Medellín que lo saque de Norteamérica. Sabe con certeza que su testa tambalea y en el interior del país no tiene futuro.

– Hasta aquí, lo lógico y pertinente sería implementar un acecho paciente y atento, y en cuanto asome las pestañas, capturarlo y terminar con la Operación Anaconda de arriba abajo.

– Pero debemos reflexionar, cosa que en ese momento, si lo hicimos, fue impetuosamente y eufóricos. Éramos los triunfadores sin haber terminado el partido…

– Antes de entrar a debatir ese asunto, quisiera que visualicemos el campo de batalla en su totalidad para establecer una estrategia global, optimando la eficacia de nuestras fuerzas sincronizadas.

– Analicemos la situación actual de la Administración Ejecutora de las Leyes Sobre Drogas: La DEA existe desde 1.973, tenemos demasiados años de existencia…

– ¿Qué hemos logrado?

– El balance es a todas luces deprimente: Hemos conseguido arrestar unos cuantos narcotraficantes, casi siempre segundones o de tapadera, que luego de interminables y costosos juicios salían en libertad o con una sentencia irrisoria. Hemos interceptado una pequeña fracción de las drogas, que posiblemente nos costaron más que comprarlas directamente en el mercado negro, si consideramos el costo de nuestra organización.

 

– ¡Pero el narcotráfico sigue cada día más floreciente!

– En definitiva, lo único que hemos logrado, es agilizar las mentes de los narcos para que introduzcan las drogas por medios increíbles, subir los precios, y fortalecer su organización en el área legal y estratégica.

– Los abogados de los delincuentes fueron seleccionados entre los más inescrupulosos, inteligentes y soberbiamente pagados para que se dediquen exclusivamente a ellos con alma y vida. Y lo hacen… o pierden la suya.

– Por otro lado, algunos banqueros ganan fortunas en un par de operaciones de lavado de dinero y muchos bancos son propiedad de los narcos.

– Si tienen controlada una red bancaria propia, podrían adulterar las cuentas y las transferencias, fraguar sus balances, ocultar información vital bajo el ropaje contable. Es natural que piensen realizar inversiones con créditos que ellos mismos se otorgan para comprar lo que sea, ¡Y descontar de sus ganancias legales los intereses que se pagan a ellos mismos!

– Las Mafias de cualquier tipo, de narcóticos, de armas y sobre todo las financieras llegarán a controlar la economía del país y del mundo si siguen a ese ritmo. Para ellos nunca existe la depresión, ¡pero pueden generarla a los demás para absorberlos!

– Esto es muy serio. Si el negocio de las drogas y las finanzas sucias continúa, en unos cuantos años, dominarán los negocios globales.

– ¿Qué futuro le espera a nuestra Nación?

– Todos creemos, o al menos deberíamos creer, que el desarrollo de un país debe basarse en la decencia. Pero en los últimos tiempos, ¡los grandes negocios son precisamente los ilegales! Los narcotraficantes de los carteles colombianos, antes de la Operación Anaconda, tenían unos ingresos brutos... ¡casi cinco veces superiores a los de Colombia!

– ¿Qué pueden hacer los gobiernos, en el remoto caso que el problema les interese en verdad, contra ese tremendo poder económico?

– Nuestro país, quedó desde hace un par de meses con pocas drogas derivadas de la coca y marihuana sudamericanas. Sin embargo, nuestros drogadictos no dejaron de consumirla. Buscaron sucedáneos farmacológicos... ¡o cambiaron hacia la heroína asiática! ¡Tenemos una enorme jauría de perros con hambre patológica y perseguimos a los que buscan alimentarlos!

– ¿Qué futuro nos espera?

– La gran desventaja de la DEA es que debe respetar la ley, una ley anticuada que sospecho redactada para proteger narcos. ¡Y ellos no respetan nada! Nosotros gastamos dinero del pueblo, mientras ellos ganan fortunas incalculables.

– Cuando ubicamos a un narcotraficante, lo seguimos durante meses, juntamos pruebas que resultan muy onerosas, arriesgando en cada instante la vida de nuestros agentes, a veces logramos arrestarlos... ¡y hasta le debemos leer sus derechos!

– ¡Y sale libre por la otra puerta por falta de antecedentes penales, amenazas a los jueces y jurados o artimañas legales de sus abogados!

– Hemos gastado mucho dinero y estamos iguales o peor que antes…

– Cuando ellos detectan a nuestros agentes les pegan un tiro en la nuca. ¡Les cuesta una sola bala y eliminan el problema de raíz!

– ¿Es una situación justa?

– Analicemos la situación empresarial. Tenemos el poder económico repartido en dos sectores: El grupo formado por las grandes Corporaciones transnacionales, bancos, fábricas, hoteles, turismo, petróleo, comunicaciones y todas las que podrían denominarse actividades legítimas, que sospecho que en algunos casos las llamamos legítimas tan sólo porque pagan sus impuestos y son compatibles con las leyes. Y por otro lado, el grupo de las actividades ilegales, que englobarían las controladas por los sindicatos del crimen organizado, que casi siempre son dueños a su vez, de algunas empresas legales.

– Las relaciones económicas entre esos dos grupos financieros, son más fluidas de lo que sospechamos…

– Cuando hay un gran negocio en vista, no conozco empresario que pida antecedentes de santidad a su cliente, y salvo aspectos relacionados con la solvencia y la legalidad, todo lo demás no interesa a nadie.

– ¡Y mucho menos le interesa la procedencia de su fortuna! El dinero sucio tiene el mismo olor que el limpio.

– La solvencia financiera de la Mafia y los narcotraficantes es muy superior a la de empresas legítimas, muchas de las cuales, las realmente sin corrupción, sufren los problemas del mercado competitivo y llegan a la quiebra por falta circunstancial o programada de dinero.

– Cuando un mafioso tiene deudas de pago problemático, elimina al acreedor de un balazo o volándolo aparatosamente en su automóvil, ¡y la cancela definitivamente! ¡Ni los herederos se atreverán a intentar cobrarla!

– Las reglas de juego no son parejas...

– El pago de los impuestos afecta directamente a los del primer grupo, pero nada a los del segundo. Gran parte de sus fabulosas utilidades no son conocidas ni pueden declararse. ¡Sería gracioso pensar que pagasen impuestos por el narcotráfico, la trata de blancas, el juego clandestino o las cuotas de protección!

– ¿Vieron alguna vez la declaración de impuestos de un narco?

– En nuestras Universidades estudian Economistas, Administradores de Empresas, Abogados, Químicos y cientos de profesiones, que capacitan las personas técnicamente para desarrollar una función social con el esfuerzo económico de la comunidad. ¡Pero muchos de esos profesionales, quizás los más inteligentes, usan su ciencia para ponerla al servicio del delito! Allí está el negocio…

– Si nos vieran los extraterrestres capacitar en nuestras mejores universidades a un brillante abogado durante años, jurar solemnemente defender la justicia, y ulteriormente, ese mismo personaje, asesorar y defender a los delincuentes para eludirla, ¡pensarían que somos una manada de pelotudos que bien merecemos lo que nos pasa!

– ¡El paquete económico de muchas empresas es un apetecido atún que pescan con anzuelos recubiertos de dólares!

– Otro asunto sin solución son los drogadictos... ¿Por qué existen drogadictos?

– Para que alguien piense en drogarse, sabiendo a qué se expone, debe faltarle la sensatez, la madurez o el afecto, ¡y sobrarle dinero! Si le falta el raciocinio, necesitaría tratamiento médico. Si le falta madurez y se deja influenciar por los demás, se debe a un problema de educación. ¿No estará fallando la educación que les damos a nuestros hijos?

– La pregunta podría ser mejor expresada diciendo: ¿Lo que le damos a nuestros hijos, es la educación que precisan?

– Nuestra sociedad permite la libertad de trabajo excesivamente laxa...

– Analizaré esa simple ley, uno de tantos ejemplos. La industria de la pornografía y del puterío… ¡existe porque hay libertad de trabajo que enriquece a unos pocos degenerados a costa de la degradación de muchos!

– Esos muchos… ¡son nuestros hijos!

– Pareciera que todo lo malo y perverso es lo apetecible por la sociedad actual... ¡y los delincuentes se llenan de dinero a cambio de llenar de mierda el cerebro de nuestros propios hijos!

– Cuando los adolescentes ven que sus padres permiten que otros adultos lucren degenerando la sociedad, dejando en duda si nacen varones o mujeres, aceptando como constitucional las actividades que afectan la formación y la convivencia social, con espectáculos de sadismo, relaciones con animales y otras aberraciones, videos de pura violencia y sexo a troche y moche de cualquier tipo... ¿Podemos luego impedir que se droguen? ¿O es la razón por la que se drogan?

– ¡Toda esa permisividad destructora está defendida por nuestras leyes!

– ¿Eso es libertad? ¿O somos una cruza de pelotudos con idiotas?

– Las degeneraciones sexuales y el libertinaje, hace unos años atrás, eran rechazados por la comunidad en pleno. Hoy, desde el poder político parece divertido y de última moda ser homosexual. Tanto, que pareciera se fomenta conscientemente su protección y desarrollo por encima de todo lo normal. ¡Los proxenetas son hoy unos respetados ciudadanos, muy apreciados en las altas y bajas esferas!

– ¡Nuestros hijos no sabrán si son hombres o mujeres! Los estamos mareando con ideas antinaturales surgidas de alguna mente macabra con fines ciertamente inconfesables. ¿Que serán? ¿Qué padres les daremos a nuestros nietos?

– Si les falta afecto, es porque los padres no comparten los problemas ni las casas de sus hijos. Norteamérica se está haciendo famosa por estar llena de andariegos emocionales, cada uno vive su vida egoístamente, buscando como objetivo su exclusivo placer. ¿A costa de qué? A costa de la desintegración familiar y los valores éticos que hicieron grande nuestra nación, no solamente en el plano económico, sino en lo familiar y en todo lo que hace a la integridad del hombre. Antes, también se respetaba el plano de la moral natural, y no hablo de moral religiosa, sino la moral natural, básica para la supervivencia del hombre. Estamos precisamente contra la naturaleza, ¡y esa dama jamás perdona! La inmoralidad no hizo grande a ningún imperio, más bien fue la causa de su ruina.

– Ahora parece que cimentamos nuestro futuro en esta inmoralidad institucionalizada. ¡El divorcio es un gran invento de los delincuentes! ¡Logran que los hijos carezcan del afecto de los padres y necesiten las drogas y vida basura para olvidar a los que deberían amar y no están a su lado!

– Otro factor necesario es tener dinero en exceso. Ningún narcotraficante se metió a vender drogas en Bangladesh ni en Biafra… y menos en Somalia.

– ¡Nuestro pueblo gasta más de ciento cincuenta mil millones de dólares al año en drogas! Eso implica un promedio de casi 500 dólares por habitante por año. ¡Más que el total que ganan muchos pueblos del tercer mundo para vivir! ¡Sólo para drogarse! Es señal que los tienen disponibles.

– ¡Las drogas son un impuesto a la riqueza y una bofetada a la naturaleza!

– Para revertir este proceso, hará falta una o dos generaciones que se propongan vivir más humanamente, en armonía entre ellos y el mundo, y con menos egoísmo. El problema de las drogas es nuestro y de los europeos, no de los países productores de la coca, el opio o la marihuana. Para ellos es una forma de vida que nosotros le proporcionamos al comprar sus productos. No son, al menos por ahora, consumidores en gran escala de drogas concentradas, a lo sumo coquean o fuman opio y cáñamo índico.

– ¡Únicamente los países ricos son clientes adecuados para los narcos!

– Tenemos que hacernos el mea–culpa. Fuimos nosotros, los americanos, los que hicimos la vista gorda a las drogas durante la guerra de Vietnam. Los soldados son más valientes cuando no saben lo que hacen… o cuando deben hacer algo que escandalizaría al mismísimo Satanás. ¡Y los llenamos de heroína! Sobre ese tema es mejor que nadie me discuta, lo viví en persona de punta a punta. Hemos escupido hacia el cielo, ahora nos llueven los salivazos en la cara…

– Nadie puede solucionar nada atacando las consecuencias, debemos atacar las causas. Planteo todo lo dicho para que analicemos si la existencia de la DEA tiene sentido mientras no se combatan las causas que generan la drogadicción. El resultado es que los impedimentos hacen crecer el crimen organizado y el costo de los narcóticos, lo que redunda en un enriquecimiento desmesurado de los bajos fondos. A mayor presión. Mayor precio.

– ¡Nuestra tarea parece ser hacer ricos a los narcotraficantes!

– La cara de sus compañeros, con los ceños apretados, y algún que otro garabato escrito en las hojas, era de concentración total. Nadie interrumpía ese duro monólogo. Ya habría tiempo de analizarlo.

El Comandante Parker continuó.

– Solamente veo dos salidas: O disuadimos a los narcotraficantes y a los degenerados a dejar el negocio con leyes adecuadas… ¡o nos vamos a dormir y que hagan lo que les dé la gana!

– Planteo para el estudio de las comisiones correspondientes las siguientes propuestas: Primero: Hacer leyes que impliquen la pérdida absoluta de los bienes para los narcotraficantes, los banqueros que laven los narcodólares, y todos los que se involucren en el tráfico de alcaloides, cualquiera sea el monto de las riquezas y la cantidad de droga decomisada. Segundo: Prisión no menor de diez años no excarcelable bajo ningún concepto, para todo el que introduzca y ayude a introducir drogas, sin importar la cantidad. Tercero: Como es posible que se fabriquen drogas sustitutas de la cocaína y la heroína, en forma de drogas sintéticas: Pérdida total del patrimonio de los laboratorios comprometidos, y los bienes personales de sus socios. Cuarto: Pérdida del título de grado universitario de los asesores legales, financieros y técnicos que trabajen para los narcotraficantes, más la pérdida total de sus bienes. Lo mismo para los funcionarios corruptos. Quinto: Destrucción o pérdida de la propiedad de los aviones y barcos que trafiquen drogas. Podríamos usar las fuerzas armadas, tienen tecnología de sobra.

 

– Hoy nuestros enemigos no son las naciones del este, y quizás nunca lo fueron, son los corruptores de la sociedad mundial en todos los niveles. Si se implantaran leyes nacionales e internacionales, donde arriesguen legalmente en cada jugada el total de sus desmesurados capitales, lo pensarían mucho antes de continuar con este negocio.

– Creo que la solución al narcotráfico es más bien legal y económico que coercitiva.

– En resumen, una ley que deje absolutamente en la indigencia al que se enriquezca con el delito. ¡El bolsillo es la parte más dolorosa del hombre!

– Si no tenemos leyes de este tipo, la DEA es una farsa para gastar el dinero del pueblo y arriesgar la vida de sus agentes. Cuando tapamos una entrada, nada les impide abrir dos.

– ¡Nosotros estamos destinados a perder!

Los altos funcionarios que escuchaban al Comandante Parker, masticaban estas ideas. Era la pura verdad. Jugaban del lado de los perdedores, sencillamente porque no tenían una legislación adecuada… o porque dentro del verdadero poder mundial convenía que esto funcione así…

Weeb Sullivan, jefe máximo de la DEA, prometió a Parker estudiar esas sencillas normas de supervivencia. No estaba mal, –pensaba sin hablar– si alguien se enriquecía rápidamente, era justo que también lo perdiera rápidamente y a un nivel que no le permitiera continuar con sus influencias. Quizás una ley que deje en la ruina económica al delincuente de cualquier delito sea más efectiva que las cárceles. ¡Al fin y al cabo todos los delitos son realizados para ganar dinero!