Vivir viajando

Tekst
Loe katkendit
Märgi loetuks
Kuidas lugeda raamatut pärast ostmist
Šrift:Väiksem АаSuurem Aa

Luego de recorrer tres días Montevideo, en donde vimos la Casa de Gobierno, el Estadio Centenario y sus playas de arena que dan al Río de la Plata (si, es el mismo río que da a Buenos Aires y acá pueden llegar a aparecer pingüinos empetrolados, o cualquier cosa mutada por el estado del agua, sin mencionar que no tenemos arena, sino tierra).

El paisaje callejero de Montevideo y por general de Uruguay es ver a la gente por la calle tomando mate, con un termo bajo el brazo, pero el nivel de adicción es tal, que es casi como que forma parte del cuerpo el termo y el mate, y a uno, de verlo en tantos lados, el mismo escenario, ¡hasta le parece que es lógico que todos anden así! Quizás pecamos que nosotros nos creemos grandes tomadores de mate, y en realidad, no tenemos nada que hacer al lado de nuestros vecinos charrúas.

También es interesante comer la parrilla Uruguaya, tiene cosas como chotos, chivito o pamplona, que son sinceramente muy ricos e inclusive fueron adoptados por la parrilla Argentina.

Siguiendo viaje hacia el oeste, nos topamos con la casa del artista Páez Bilaró, quien aparte de ser un eximio artista, su hijo fue participe de la odisea del equipo de rugby que quedo varado en la cordillera, que estuvieron setenta y dos días buscando una salida antes de ser rescatados y que para sobrevivir, llegaron a practicar canibalismo. De esa historia estremecedora se desprende la película Viven. La casa de Páez Bilaró es algo fuera de lo común, esta ubicada en Punta Ballena (ahí nomás de Punta del Este) y tiene una estructura con muchísimos volúmenes irregulares, todos blancos, y con arcos, como pudiendo pasar por adentro de ellos, es digno de un dibujo de Escher. Adentro tiene un museo, en donde se pueden apreciar sus obras, obviamente, existen fotos del reencuentro entre padre e hijo luego de la aventura cordillerana, realmente, es escalofriante.

Hay muchas pinturas, que sinceramente mi nivel pictórico se sublima a solamente dos estadios, que es “Me gusta, No me gusta” sin encontrar grises y muchos vericuetos en la determinación. La mayoría de las obras “Me gustaron “ya que hacían un muy buen uso de los colores claros, que en mis momentos de pequeño, cuando en un momento empecé a pintar, era de lo más complicado de hacer.

Siguiendo viaje, con bastante ansiedad, sabíamos que la próxima parada iba a ser Punta del Este, en ese entonces Punta era lo más top, lo mejor que te podía pasar era estar en Punta del Este, muchísimos argentinos tenían casas ahí ostentando su nivel social. Era increíble, a medida que nos acercábamos a las zonas céntricas, más y más autos con chapas argentinas, era casi una sucursal.

Punta del Este me impresionó de entrada, ya sea por los edificios muy imponentes y aparentan ser lujosos, sus casas impresionantes y el ambiente en la calle. En un momento, llegamos en donde se dividen las aguas entre el Río de la Plata y el Océano Atlántico, que curiosamente, las playas respectivas, se llaman “La Mansa “(que da al río) y “La brava “que da al mar. Es bastante curioso como de un lado tenés olas y del otro lado no, me quede sorprendido con ese insólito escenario.

Otro punto curioso es el “Monumento al Ahogado “que, para quienes no lo conocen, les comento que consta de 5 dedos que salen del piso, de considerable tamaño, simulando ser los dedos de una persona que se esta ahogando, en donde la vereda se interpreta como mar. Sinceramente, muy mal gusto para mi, pero bueno, seguramente cobro mucho por hacer eso que a mi no se me ocurrió hacer.

Uruguay duro solamente una semana, pero fue suficiente como para conocer otra cultura, si bien es sospechosamente similar a la nuestra, uno encuentra diferencias, una de la principal, es la moneda, el parque automotor, la gente tomando mate en cualquier lado, la comida y la mención de otras personas, como Artigas que no tenia ni siquiera incorporadas, que luego del viaje si las tuve. Como primer país foráneo y a esa edad para empezar circuitos internacionales, este bien, ha sido un interesante viaje y he visto muy lindas cosas.

Capítulo 3 – Un poco más de grande

Entendiendo un poco el entorno

Vamos a ubicarnos un poco qué me pasó en mi vida para poder entender un poco más el viaje a Bariloche, que es el siguiente a relatar, ya que sin ubicarnos, será imposible entender las situaciones vividas.

El secundario lo hice lo que en ese momento se llamaba, Colegio Nacional Nº 3 Mariano Moreno, ubicado en la calle Rivadavia entre Bulnes y Billinghurst, Capital Federal. El colegio no era una cuna de superdotados, pero estaba muy bien, al ser estatal, me hizo tener roce con gente de cualquier estrato social, creencia religiosa y hasta nacionalidades distintas. En ese entonces era un colegio que se basaba en el “Proyecto 13” que consistía en tener un tutor por curso y aparte, luego de tres años comunes, especialización en algún rubro, las tres opciones eran, Físico-Matemático, Letras o Biológico, yo siempre fui un tipo que, irónicamente, no le gustaban las letras y mucho menos disecar sapos, mis viejos, ambos docentes de Matemática y mi viejo aparte de Física, no parecía haber otra alternativa, me dediqué al Físico-Matemático. Lo interesante de esto, es que uno en cuarto año, tenía un nuevo lote de compañeros, porque no todos seguían la misma especialización que uno, y en cierto aspecto era fuerte, porque es como que ya te estabas acostumbrando a la gente y era mezclar y barajar de nuevo, todo esto era, desde ya en pos del conocimiento que más tarde nos brindaría la especialización.

A nivel personas, en cuarto año, me hice muy amigo de Leo, quién era una persona un poco críptica como bien yo solía ser y me gustaba ese estilo, entonces nos llevábamos bien, hice amistad en forma casi inmediata. Resulta que este muchacho, frecuentaba un club, que no era otro que el Centro Galicia, el que queda en Olivos, sí, cada vez que íbamos en colectivo, demoramos casi una hora o más para llegar a destino, pero sinceramente, valía la pena, existía un grupo enorme de gente y me supe integrar lo más bien.

Entre las personas que estaban ahí, conocí a Lau con quien luego nos llevábamos bien. El éxito del club fue tal, que chicos del colegio se fueron uniendo, como Manu y posteriormente Pancho. Tal es así que en un cumpleaños de Leo, que era apenas diez días antes del viaje a Bariloche, nos sorprendemos con que Manu estaba a pleno a arrumaco con Lau.

Si todo me sale bien, a Bariloche otra vez

Bariloche, es difícil arrancar a explicar lo que significa Bariloche para cada uno, porque es en cierta forma, un terrible punto de inflexión en la vida de un adolescente. Bariloche es sinónimo de descontrol, lujuria, exceso, diversión al extremo, sexo, mucho alcohol, no dormir, comer chocolate, montañas con nieve y fotos con San Bernardos en el Centro Cívico. Pero a su vez quiere decir otras cosas más, que uno las ve con el tiempo, como que para muchos es el primer viaje que hacen sin los padres (no fue mi caso, como habrán visto), te exige ciertas normas de convivencia con tus compañeros de cuarto, te enseña a hacer las primeras negociaciones... “que dejame la pieza un par de horas, que te compro un vino” y lo mejor de todo, es que Bariloche es un lugar increíble, tiene una belleza infinita y no es simple encontrar en otro punto del planeta un lugar como tal.

El proceso de Bariloche, para también fue la primera vez que uno disfruta el viaje en sus tres estados que uno lo puede disfrutar, que son, La Previa, que es todo el proceso de armado y organización del viaje,El Viaje en si, que es la incorporación de emociones en forma tremenda, a uno le pasan mil cosas por segundo, y después La Vuelta, que es en donde a uno, ya le pasó todo y empieza a asimilar todas las cosas que vivió, ya sea, dando los regalos a los demás (si es que alguien los lleva), mirar las fotos, ver el famoso video, ver la foto panorámica en el Cerro Catedral, y lo que para mi es tremendo, que es desarmar el bolso; a medida que lo fui haciendo, cada cosa que sacaba, estaba relacionada con anécdotas.

Yo fui a Bariloche con mucha expectativa, pero como muchas veces defino, uno puede ser espectador o puede ser actor de las situaciones, yo en ese momento de mi vida, era espectador, todas las cosas quería verlas, pero de ahí a generarlas, estaba muy lejos, sobre todo con las bromas más que saladas o con organizar cosas, de lo que sea. El tiempo me fue cambiando y hoy en día me siento un gran actor.

La organización del viaje se la puso al hombro la Pochi, una compañera del secundario con un poco de calle, y su posición era más que incondicional, ella quería viajar por la desaparecida agencia Casa Piano, mientras otras pocas vertientes lo querían hacer por Chevallier o por Río de la Plata. Cómo era mucho más fácil que otra persona se encargue de absolutamente todo, la mayoría quedó de acuerdo con Casa Piano como agencia al destino más codiciado de los jóvenes.

A medida que avanzaban los días y se acercaba el viaje, la ansiedad era cada vez mayor, hasta que finalmente el día llegó. Íbamos todos los quintos de todas las especialidades, éramos aproximadamente ciento veinte personas juntando al físico-matemático, biológico y letras. Nuestro micro cargaba con todo el físico-matemático más un coordinador, Gustavo, quien desde el minuto cero le hicimos la vida imposible, por suerte el flaco terminó siendo macanudo y nos supimos llevar con él.

El micro arranca y Gustavo dice, “bueno, a ver, esperen chicos que los voy a contar” y la gente en forma unánime le responde con un cántico repleto de insultos. Acto seguido Gustavo vio con qué tipo de malandras iba a tener que lidiar. El micro agarró Rivadavia derecho, avenida cual lidera al fin de la Capital para encontrarse con Provincia y agarrar rutas adecuadas para llegar al sur, cuando estamos llegando a Liniers, último barrio al oeste porteño, pasamos por delante de una comisaría, y el Pelado - un excéntrico compañero de colegio, no tiene mejor idea que empezar a insultar a un Agente que estaba apostado en la puerta de una forma absolutamente muy virulenta e innecesaria, obviamente, nos hicieron parar le micro, y nos querían hacer pasar la noche dentro de la comisaría por haber emitido semejantes insultos (una pavada total, pero acá siempre fue ley de la selva). Luego de contactar algunos conocidos y negociaciones, una hora más tarde, seguimos rumbo hacia Bariloche.

 

Cuando tomamos la recta que hay en La Pampa de 400 kilómetros de distancia sin absolutamente nada a los costados, el micro aparentemente sufre un desperfecto y detiene su marcha en banquina. El chofer se bajó, empezó a examinar el micro y no había dictamen sobre lo que estaba sucediendo, a todo esto, era plena noche, noche cerrada así que ni siquiera podíamos espiar que era lo que pasaba. Nuevamente el Pelado, al escuchar que las puertas del costado son abiertas, en donde se guarda el equipaje, atina a decir “¡nos están afanando el equipaje!”. Siempre el Plan A del Pelado era la tragedia y la fatalidad, no podía ser realmente que se haya descompuesto el micro. Finalmente, luego de cuarenta y cinco minutos, el micro retoma su marcha y jamás supimos que había pasado, nuestras cosas llegaron intactas a pesar de lo que había intuido el Pelado.

En esos momentos, el Pelado, estaba yendo a psicóloga porque tenía episodios extremadamente violentos, e inclusive, la terapeuta, le había recomendado que haga Rugby a modo de canalizar su ansiedad y violencia. Esto venía a colación que el Pelado nos agarra a Leo y a mí, y nos dice: “Chicos, si ustedes ven que me pongo violento cuando estoy mamado, la única forma de frenarme es hablarme de mi novia”. Nosotros tomamos nota, no sabíamos si se iba a poner violento, pero estábamos con plena certeza que se iba a mamar.

El viaje en sí era un descontrol, veníamos todos cantando al re palo, sumamente exacerbados por el momento que estábamos viviendo, y en un momento el Pelado lo ve a Pancho que estaba haciendo crucigramas sólo en un asiento. El Pelado más que sorprendido, le pregunta, “¿Flaco, vos a Bariloche vas a ir a hacer crucigramas?”. Pancho desde ya se dio cuenta que lo que estaba haciendo no tenía perdón de Dios y se sumó a los cánticos. En esos momentos, yo había grabado algunas cosas mientras viajamos, pero desgraciadamente, hoy no sé dónde se encuentran esos casetes.

Luego de pasar por Piedra del Águila, pueblo anterior a Bariloche en el trayecto, el micro atraviesa un camino súper sinuoso en donde el chofer puede mostrar sus habilidades en camino de cornisa a altas velocidades, la verdad es que todos veníamos bastante tensos viendo que agarraba las curvas casi en forma de rally y no nos daba respiro, inclusive uno de los pibes le gritaba sin escrúpulos: “¡Dejá de dar vueltas che!”

Llegamos finalmente al hotel Valgardena, y era el momento de dividirnos para ir a las piezas, fue ahí donde decidimos que Leo, Manu y yo, íbamos a compartir la habitación 106, sumándole a Frías, otro compañero de perfil pseudo intelectualoide.

Frías era una parada brava a nivel convivencia porque tenía principios que nosotros no compartimos ni un poco, por ejemplo, dejaba su ropa tirada en las cuatro camas que proveía el cuarto, desde ya que era una para cada uno, dejaba la luz del baño prendida en cualquier momento, con suerte cerraba las canillas, llegaba de los boliches de noche, y abría el par de ventanas para que “entre aire fresco” en pleno invierno y con temperaturas debajo de cero, nunca salía con nosotros y llegaba a donde sea tarde y era una máquina de filosofar sobre distintos aspectos de la vida que nosotros no logramos entender si lo decía en serio o simplemente, quería llamar la atención. Con Leo y con Manu, la mano venía mucho más light, sobre todo con Leo con quien éramos íntimos amigos.

Luego de haberse distribuido en las piezas, fuimos a cenar al comedor del hotel, para luego prepararnos para ir a la Fiesta del Mariposón, que no era otra cosa más que flacos disfrazados de mujer, en donde se entregaban algún que otro premio a las mejores producciones. Fuimos a la fiesta, nosotros llevábamos varios candidatos e inclusive, mal pensados nosotros, sabíamos que a algunos no les hacía falta demasiado para que se vistan de mujer, desde ya que estaban aprovechando semejante situación para hacerse lucir.

A la fiesta no había ido mucha gente porque muchos estaban filtrados de las 24 horas de viaje, más los nervios de la interrupción en el medio con el micro en la noche, la imposibilidad de dormir mientras estábamos en el micro y porque al día siguiente arrancaban las excursiones, nos tocaba Cerro Catedral, entonces, mucha gente que no fue, prefirió descansar.

El tiempo de excursiones había llegado, gran ansiedad por ir al Cerro Catedral, ya que iba a ser técnicamente nuestro primer contacto con la nieve. Yo ya había estado en contacto con montañas en Jujuy, pero la nieve era un misterio para mí. Por otro lado, nosotros, creíamos que íbamos a llegar a Bariloche, y que iba a ser un cúmulo de nieve total, y nada más lejos de la realidad. Había un sol infernal, que duró toda la semana que estuvimos ahí, así que nuestra primer chance era el Catedral.

Luego de un par de horas llegamos al cerro, previamente, alquiler de indumentaria apta y propicia para la nieve en donde todos los coordinadores siempre tienen algún tipo de arreglo y ahí fue casi inmediato, nos bajamos del micro y guerra de nieve todos contra todos a modo de festejar el ver nieve y de paso si le podías partir la cara a otro usando algún copo, no estaba de más.

Hicimos el ascenso con la aerosilla, la cual se tambaleaba bastante más de lo que a mi hubiera gustado, hasta llegar al primer descenso. Una vez ahí, nos sacaron la foto que todos apreciamos y yo me negué a comprar por su abusivo precio que nunca me arrepentí de haberlo hecho y empezamos con nuevas guerras de nieve y en eso, Gustavo propone hacer culipatín. Culipatín no es otra cosa que tirarse al piso y que la gravedad haga el resto, había una buena pendiente, era tomar un poco de impulso y después Gustavo te decía, “después frenas agarrándome del árbol”. El árbol era un escarbadientes y pasando el árbol ese unos 20 metros, la pendiente sí que se ponía complicada, entonces era agarrarse de ahí o nada. Lo que después nos dimos cuenta, es que la nieve hasta ahí estaba pisada, lo cual permite el deslizamiento con solo tirarse, y tras ese famoso árbol, había nieve virgen, la cual ofrece mucho más resistencia y no podríamos haber avanzado más. En definitiva, la posibilidad de caer a la pendiente mucho mayor, casi no existía.

Nos tiramos todos, y algunos más de una vez, lo complicado era volver, las piernas pesaban muchísimo, y el terreno era muy empinado y complejo, pero la adrenalina de ese momento era sensacional, había muchos que se tiraban y desde abajo, donde habíamos hecho una mini base, los atajamos para que, o no se peguen contra el árbol, o bien para que no lleguen a la parte de nieve virgen.

A la vuelta, estábamos todos fusilados por el día que habíamos tenido, varios se quedaron dormido, entre uno de ellos, Manu, que estaba sentado justo en el último asiento del micro, pegado a la ventana derecha. Cuando llegamos al hotel, Manu, seguía dormido, y no se nos ocurrió mejor idea que dejarlo dormir. Nos bajamos todos excepto Manu, que seguía en su profundo sueño.

Fuimos a nuestra pieza, nos bañamos, merendamos, y Manu seguía sin caer, en una de esas, suena el teléfono y ¡era Lau!, atiende Leo y muy gentilmente le dice, “mirá, a tu novio lo dejamos durmiendo en el omnibus con el que volvimos de Catedral, ni idea dónde estará ya que nosotros llegamos como hace dos horas”. Yo no lo escuché, pero el tono de indignación que tenía Lau, debe haber sido impactante. Al mismo tiempo, escuchamos por el pasillo del hotel que gritan de todo, nos asomamos, y era Manu que venía, Leo sale, todavía con Lau al teléfono y le dice, “¡Manu! ¡Es Lau!” mientras todos los vándalos se enteraban que la novia de Manu estaba al teléfono. Manu la debe haber pasado mal, le habíamos hecho una jugada muy sucia dejándolo en el micro, se estaba comiendo todas las bromas de los demás y encima lo llamaba la novia.

Cuando corta la conmovedora charla con Lau, le preguntamos, “¿Dónde te metiste?” y nos contestó que había ido a tomar ginebra, que se había bajado a unas cuadras y muchas otras cosas que no le creímos en absoluto. Muchos años después nos contó que el micro llegó a la estación terminal y que ahí Manu se despierta, tras el inmenso susto del chofer, quien creía que el micro estaba vacío, y emprende su regreso, tomándose un colectivo de línea y llegando más de dos horas más tarde.

Esa noche arrancamos con los boliches, nos habían hablado de Rocket como que era un lanzamiento de cohete de la NASA, había muchísima expectativa por ir ya sea porque estaban todos sedientos de corretear personas sino como para ver la famosa presentación. Yo en ese momento odiaba los boliches, era una cuestión de piel, no había manera, estaba empezando mi etapa de escuchar heavy a ultranza y los boliches me parecían una careteada total. No obstante, estaba en Bariloche, y negar ir a los boliches era como negar el viaje de egresados. Así que partimos todos para Rocket, entramos y la presentación la verdad era impresionante, repleta de humo, juego de luces, láser, ascensores, música al palo y la gente saltando a más no poder. ¡Y eso que estoy contando algo que realmente pasó hace rato! Lo que debe haber cambiado la tecnología desde ese entonces. Yo estaba con Leo, dimos unas quinientas vueltas, y como nos dimos cuenta casi de inmediato que nuestro destino iba a ser mirar como los demás ganaban o se embriagaban de forma que nosotros no considerábamos adecuada en ese entonces, partimos para un bar en la esquina del hotel a tomar nuestro bien ponderado chocolate con torta, lo que se hizo una costumbre con el correr de los días en Bariloche.

Día libre, me acuerdo que con Leo salimos a caminar un poco y llegada la tarde, decidimos merendar, la merienda no era cosa que unos sánguches con cerveza, el tema era, cómo filtrar la cerveza al hotel. Nosotros, al lado de cualquier otro pibe de nuestro curso, éramos dos perejiles, los chicos pasaban medio alambique y nosotros no sabíamos cómo pasar ni una latita. La cuestión, es que estamos en el súper comprando las vituallas, y Leo, corajudo, agarra una latita fría de Heineken, yo agarro otra y la escondemos debajo de la campera. Llegamos al hotel, y Leo, con su cámara de fotos en la mano, intenta pedir la llave de la habitación, y mientras extiende su mano hacia la del conserje cual traía la llave de nuestra pieza, cae de la nada, una lata de cerveza Heineken de adentro de su campera. El lobby del hotel explotaba de risas gritándole cualquier animalada diciéndole que estaba traficando alcohol, por poco y lo comparan con Al Capone. El conserje, con cara seria y de pocos amigos, le dice... “A ver qué tenés...” y Leo, ingenuo, le da la lata de cerveza, y el conserje corrige y le dice, “no no, la cámara.” Así que el conserje se entretuvo viendo la cámara y pasamos el preciado néctar. El papelón más grande de la historia de Leo.

Una vez arriba, merendamos, hicimos alguna que otra charla con otros flacos y nos preparamos para la noche. Empezamos a recorrer las habitaciones a ver cómo venían y vemos que Caro, tiene un estado de ebriedad increíble para su imagen que ella siempre portó. Nosotros no lo podíamos creer, la chica era una santa, y ahora la veíamos desbocada. Vimos el porqué, había una botella de Legui que técnicamente, estaba liquidada, solamente tenía un culito, pero era muy, muy poco, ahí habían tomado a morir. Acto seguido, Caro lo ve a Manu y se cuelga de él cual collar. Visto y considerando, se suscitaron las miradas y medio como que Leo y yo le decíamos con la mirada a Manu “se te dio, dale para adelante”. Manu en ese momento estaba en una disyuntiva, sabía que si hacía una jugada con Caro, nosotros íbamos a ir con Lau, quien era nuestra amiga, y técnicamente, no por disposición nuestra, sino de ellos, estaban en pareja. Pero nos importaba poco, y nosotros le dimos luz verde a Manu pero haga lo que quiera, y que después aclare las cosas con Lau. Manu se abrazaba con Caro como si fuera la última vez y Manu nos quería hacer creer que le daba lástima que Caro esté así y que él no iba a hacer nada. Nosotros somos perejiles, pero no comemos plástico. Obviamente era algo que decía Manu o bien para sacarnos del medio o para hacerle creer a Caro Dios sabe qué.

 

La cuestión es que con Leo, los acompañamos a Gel, a otro boliche, y luego emprendemos la vuelta al hotel, en busca de Frías. Llegamos al hotel, y nos encontramos que estaba Porota con un coordinador con cara de desesperados, y Porota nos encara y nos dice... “chicos, por favor, nos prestan la pieza, es re urgente”. Nosotros entendimos claramente la urgencia, y les dijimos que sí, pero primero había que sacar a Frías de la misma, así que subimos y nos topamos con la puerta cerrada, eso claramente quería decir que Frías no estaba, así que le dijimos, vamos abajo a buscar la llave y te dejamos la pieza. No nos escucharon, abrieron la puerta de la pieza de adelante que estaba sin llave y se mandaron. Dentro de esa pieza, estaba Chan durmiendo, (un compañero de origen oriental con cero vida nocturna) y se mandaron. Vamos abajo a buscar las llaves, y nos topamos con que el resto de los integrantes de la habitación sigilosamente usurpada por Porota y el Coordinador, estaban llegando al hotel. Corrimos en forma desaforada los 6 pisos que nos separaban de la recepción con la habitación y empezamos a golpear la puerta diciéndole... “¡¡¡Porota!!! ¡Vienen los demás de la pieza!”, caso omiso nos hizo, ya que no salió nunca de ahí. Nosotros nos quedamos súper expectantes a ver que pasaba, claro, como era el asunto, los chicos de esa pieza, habían arreglado con Chan que él dejaba la puerta abierta porque se iba a dormir antes que el resto, ergo, el resto tenía la puerta siempre lista hasta que entre el último, pero que pasó, Porota, cerró la puerta con llave, entonces, los chicos, pensaron que Chan había cerrado con llave. Lluvia de insultos para el oriental, diciéndole que abra la maldita puerta, al mismo tiempo la estaban golpeando con una ira increíble, y ¿cuál era el asunto? Que Chan se despertara y se encuentre con que en la cama de al lado, estaban haciendo la porquería. Finalmente Chan jamás se despertó, Porota y su amiguito casual, terminaron con sus menesteres y salieron. Luego, tuvieron los demás chicos, la puerta abierta.

Seguimos viaje por el hotel, y nos encontramos con el Pelado, que estaba muy pasado de copas, y le contamos la anécdota esta y no fue excelente idea, empezó... “¿Cómo que un coordinador le dio a Porota? ¡Marcármelo que lo mato! ¡Cómo va a venir así!” Empezó a pegarle a las puertas salvajemente y cualquier persona que pasaba, nos preguntaba... “¿Es ese? ¡Lo mato!” y nosotros tratando de calmarlo, mientras le seguía pegando unos puñetazos bestiales a los muebles y a las paredes, llegó a arrancar la puerta de un placard. Leo, hizo memoria, y recordó lo que el Pelado le había dicho en el viaje de ida, y se le puso a hablar de la novia, luego que él casi ya mataba a dos personas y arrancaba los muebles, y fue santo remedio, ¡el Pelado se calmó! No podíamos entender cómo era tan eficiente lo que él nos había mencionado, pero sí, era eficiente, así que zafamos que no le pegue de casualidad a nadie, ni que termine destruyendo el hotel, como en un momento pensamos que así iba a ser.

Olete lõpetanud tasuta lõigu lugemise. Kas soovite edasi lugeda?