Las miradas múltiples

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¿Cuál fue el equipo técnico?

La dirección de fotografía la vuelve a hacer Leandro Pinto, quien es mi socio en Vía Expresa, nuestra empresa. La dirección de arte la iba a hacer de nuevo Susana Bouroncle, pero estaba muy agotada, y tuvimos la suerte de contar con Karina Cáceres, que acababa de regresar de la escuela de San Antonio de los Baños, con la especialidad de dirección, pero que tiene muchísimas nociones de dirección de arte, es diseñadora y lo ha hecho recontrabien. El sonido directo lo hizo David Romero (Chucky), de Lima. Felizmente salió el fallo del jurado en agosto, y ya con eso arrancamos, a pesar de que no me dieron la plata de inmediato. Conseguí préstamos y contraje deudas. Pero con la garantía del premio alquilamos una cámara Red One, filmamos 35 o 36 días, hemos alquilado luces de aquí de Lima.

¿Has tenido algún apoyo institucional en Arequipa, de la Municipalidad o del Gobierno Regional?

No. No lo he pedido tampoco. No es mi estilo. En Ana de los Ángeles la región nos apoyó bastante en cuanto a facilidades logísticas. Para ir a filmar fuera de la ciudad nos pusieron la movilidad. A mí me parecía que el tema se prestaba. Era un personaje local y a la región le podía interesar ser partícipe de un vehículo de difusión de la cultura local. Pero para una película como Encadenados, una película de autor entre comillas, un capricho de un señor que quiere contar su historia, no. Ahora, claro, la Municipalidad, la Policía, nos ayudaron bastante con los permisos. Hemos cerrado vías principales y la mitad de los automovilistas nos han odiado. Teníamos una camera-car. En ese sentido sí hemos trabajado en condiciones cómodas.

¿Ha habido auspicios de empresas?

Sí, pero en el rubro con el que siempre sueño con conseguir auspicio y nunca lo logro es el de la comida. Darle de comer a cuarenta personas durante un mes es un montón de dinero. Los hoteles nos han hecho alguna rebaja, precio corporativo.

EL LLAMADO “CINE REGIONAL”

Tú participaste en el encuentro realizado en Arequipa el 2008, organizado por Roger Acosta. ¿Qué impresión te llevaste de los otros cineastas regionales?

Fueron de Puno, Ayacucho, Huancayo, Cajamarca; pero en las reuniones en las que yo estuve no tuvimos la oportunidad de intercambiar muchas experiencias. Lo que sí pude notar es que todos estábamos en una situación similar. Todos queríamos hacer películas, y las estábamos haciendo con nuestros propios recursos. Me parece también que en cada provincia existen canales de distribución y la manera de llegar a un público determinado. No sé si alguien que, por ejemplo, ha tenido éxito en Huancayo va a Arequipa y va a tener el mismo éxito. O si yo llevo Ana de los Ángeles a Chachapoyas va a tener el mismo éxito que una película de Chachapoyas, con temas locales de allí. No lo sé, porque no está hecha la red de distribución.

Me da la impresión de que el movimiento, por llamarlo de algún modo, está constituido por pequeños núcleos. Tenemos la posibilidad de contar con un espacio donde yo hago mi película a mi gusto para un público determinado, y voy a ese público. No sé si tendrán la idea algunos directores de presentar su película a un festival internacional, porque me parece que hay, en muchos casos, un concepto del público bastante determinado y que está ligado a la región en la que surge la película o quizá a regiones adyacentes. Hay mucho apego a los temas bastante locales.

¿Has tenido la oportunidad de ver películas regionales no arequipeñas?

Algunas. De Ayacucho, sobre todo. Casi todas de género de terror, que no es mi género preferido. Y cuando busco películas de terror, busco un terror no explícito, que esté latente. Un terror que no he visto en esas películas. Me parece que en su narrativa son demasiado evidentes en exponer la historia y se descuida un poco el diseño de personajes. Las películas que me han gustado mucho son las de Omar Forero, de Trujillo. Hace poco vi El ordenador; me gustó mucho, además tiene un sentido del humor muy particular.

LOS CONCURSOS DEL MINISTERIO DE CULTURA

¿Qué notas que esté faltando en relación con los concursos del Ministerio de Cultura? ¿Información? ¿Talleres?

La información es básica, pero también la formación. Respecto de los talleres sería bueno que gente de la Dicine vaya a Arequipa cuando se abre la convocatoria quizá a explicar algunos detalles, como lo que hicieron con Ibermedia, que es muy bacán, porque quienes van a evaluar los proyectos te explican cómo presentarlos. Desde cuestiones muy simples como decirte “ni se te ocurra ponerle un clip porque si vemos que está con clip, o si viene engrapado, no lo vamos a leer. Allí dice hojas sueltas, entonces, entrega hojas sueltas”. Detalles así. O que te expliquen cómo hacer un presupuesto. A muchos les han rechazado un proyecto porque el presupuesto no era creíble o no estaba bien hecho. O hasta a redactar un proyecto. Hay proyectos que tienes que descifrarlos, que tienes que adivinar lo que dicen.

Pero creo que la responsabilidad de quien está convocando un concurso va más allá. Quien está convocando un concurso debe informar con el mayor lujo de detalles posible, hacer un buen esquema de bases, y posteriormente acompañar al desarrollo del proyecto. Yo estoy viendo ahora que si yo no presento mis informes, no hay nadie que me diga: presente sus informes. No hay un supervisor de mi proyecto. Solo tengo que rendirle cuentas al contador, mi interlocutor directo es el contador. En otros países no es que venga un censor, pero hay alguien que te pregunta cuándo vas a terminar, a qué festivales te piensas presentar, o te recomienda mándalo aquí o mándalo allá; este puede servir para San Sebastián, este para Rotterdam o este para Locarno. Para las convocatorias también podría ser así: “A ver, ¿te quieres presentar?, ¿cómo está tu proyecto?, ¿ya tienes sinopsis?, ¿ya tienes guion?, ¿no?, entonces, no te presentes a concurso de proyectos, preséntate a desarrollo”.

Y, en general, también sería importante que una parte de los fondos se destine a desarrollo. Crear una escuela de cine o centros de capacitación, que es lo que nos falta. Yo lo he notado en las universidades a donde he ido a dictar un taller. No es por jactarme, pero los chicos me decían: “En una semana hemos aprendido más contigo que en cinco años con este profesor”. Y yo solo les ponía la cámara y les decía: “Miren, esto es un plano general, esto es un plano medio y esto es un close-up”. En cinco años no se habían enterado de eso. Te lo digo como reflejo de la deficiencia en los formadores. Los profesores también necesitan formarse.

La mayoría de los cineastas regionales que han hecho largometrajes son empíricos y de origen popular. Tu caso es diferente. Tú eres un cineasta de clase media y has tenido una formación que casi ningún cineasta tiene en el Perú, incluidos los limeños. Tú puedes postular al concurso regional, pero se supone –no sé hasta qué punto pensarás así o tendrás otra visión– que los concursos regionales han sido pensados como de discriminación positiva, porque de lo contrario no excluirían a los cineastas limeños. Entonces, al presentarte en el concurso regional, ¿no piensas que tienes una cierta ventaja en relación con el resto de los cineastas regionales?

Mira, yo pienso que los que están convocando, y los jurados también, tienen allí los parámetros definidos. Entonces, si tú en las bases exiges ciertas cosas que pueden ser cumplidas por productores o por realizadores que tienen la formación, sí, eso es algo que te puede poner en ventaja. Pero en la convocatoria misma ya estás diciendo, prácticamente, cuál es el perfil del proyecto que puede tener posibilidades. Aunque, en realidad, para mí, los premios siempre dicen más de los jurados que de los concursos; dicen más sobre cuál es su predilección, su gusto, su criterio, qué tipo de cine les gusta a los jurados. Pero si de lo que se trata, en el fondo, es de contribuir al desarrollo de la producción, yo creo que debería profundizarse más en la formación, que es de lo que conversábamos antes. Es obvio que hay que enseñar a la gente cómo se presenta un proyecto, porque la gente no lo sabe.

(Edición: Emilio Bustamante)

Karina Cáceres Pacheco


Estudió publicidad en la Universidad Católica de Santa María (Arequipa) y dirección de cine en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba), donde dirigió los cortometrajes (crono)terapia (2006), Existen, no más tarde que lejos los veremos (2007), La niña (2008) y 4/gato (2009). También dirigió los cortos Avishka (Cusco, 2009), Butch(er) (Quito, 2009), Marilyn is Everywhere (Arequipa, 2012), Ola nube (Arequipa, 2013), Homenaje a Fidel Flores (2014, codirigida con Vegan Bunnies) y el mediometraje Cable a tierra (Arequipa, 2013), ganador del premio de la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica (Apreci) a la mejor película nacional en el III Festival de Cine Lima Independiente 2013, y el premio del jurado a la mejor película peruana en el III Festival de Cine Iberoamericano (Fiacid) realizado en Lima en el 2014. Integra el Okupas Colectivo Audiovisual, con el que realizó los cortos Pasador (2012) y Drácula (2013), este último codirigido con Mauricio Banda. La entrevista fue realizada el 6 de agosto del 2013, en Arequipa; también estuvieron presentes Mauricio Banda y Ernesto Mendiguri, miembros de Okupas Colectivo Audiovisual.

 

¿Cuándo y dónde naciste?

Nací en 1984, en Arequipa. Primero estudié publicidad aquí [en la Universidad Católica de Santa María], me gradué y todo. Luego fui a especializarme a Cuba, a la Escuela de San Antonio de los Baños, a estudiar dirección, estuve tres años allá. Mis padres no hacen nada que tenga que ver con arte. Mi papá trabaja en seguros y mi mamá se dedica a ser mamá. La carrera de publicidad aquí es bastante amplia, te enseñan un poco de marketing, un poco de diseño, un poco de audiovisual; al ser tan amplia lo bueno es que puedes ver si quieres ir por aquí o por allá, pero –claro– no sales con una buena base de nada. Allí ya me gustaba la fotografía y el audiovisual. Yo terminé la universidad el 2005, me gradué el 2006 y ese año viajé a Cuba de vacaciones. Aproveché para visitar la Escuela, que la conocía porque había leído [sobre esta] en internet. Me alojé con un sonidista y una productora, y ellos me llevaron a la Escuela, pero estaba de vacaciones; por suerte me presentaron a una persona que me dio todos los datos. Estábamos en febrero y me dijeron que el examen era en una semana en Lima; como al regreso yo tenía que pasar por Lima, rendí el examen y me aceptaron. Allá, en realidad, es donde he hecho la mayor cantidad de cortometrajes porque es parte del currículo también y porque conté con el equipo técnico y humano. Como los alumnos se dividen en varias cátedras, hay especialidades, sonido, edición… Cosa que me chocó cuando regresé al Perú porque aquí era yo y yo, porque de pronto mis amigos de la Escuela estaban por el mundo buscando también su nuevo equipo, su nuevo grupo humano. De allí parte también Okupas, porque comencé a trabajar en publicidad y allí nos encontramos con los que hoy formamos este colectivo. Lo último que he hecho ha sido Cable a tierra, que es este documental experimental de cincuenta minutos, que también es como una catarsis personal. Está realizado con mi material de archivo de todos estos años post-Escuela. Por suerte pude viajar un poco y hacer una reflexión sobre la memoria y sobre estos momentos.

¿Todos los cortos tuyos que están en internet los has realizado en Cuba?

Justo al salir de Cuba, que fue en el 2009, me invitaron a un taller en Quito, por Ibermedia, y pude conocer a gente de Iberoamérica, alumnos de escuelas o gente que ya había terminado, como yo, y llegué a hacer un cortometraje, Butch(er), y una entrevista a uno de los integrantes. Aquí [en Arequipa] hice algunos cortitos como Ola nube, que también es con material de archivo, y uno sobre Marilyn Monroe, igualmente con material de archivo, que hice para una exposición en el [Instituto] Cultural [Peruano Norteamericano] donde participaron fotógrafos, pintores… era bastante amplia, y tenía que ser sobre Marilyn; revisé bastante material de archivo que había en internet y lo usé.

¿Y cómo hiciste Butch(er)?

La que organizaba el taller en Quito era una escuela que se llama Incine y el que actúa en Butch(er) era uno de los participantes, de Costa Rica; el equipo que ayudaba en la producción era gente de esa escuela. Los documentales que he hecho aquí son más independientes, los hice yo sola; pero igual, tengo algunos proyectos de ficción: un corto –que está en guion– y un largo.

CABLE A TIERRA

¿Cómo fue la realización de Cable a tierra? Tienes un corto de unos diez minutos que es como un avance…

En realidad ingresé a un taller que conducía una artista plástica y de performance. Nos dejó ciertos ejercicios y al final la tarea era crear algo sobre la base de esos ejercicios. Yo creé Cable a tierra, la versión pequeña. Después escribí un texto muy aparte y vi que si los fusionaba tenía un poco más de sentido. Y allí quedó. Cuando revisé el material con el que contaba para hacer el corto, me di cuenta de que había todo un disco duro de material de archivo, y que si no hacía nada con eso se iba a quedar allí flotando. Entonces decidí continuar a partir del corto. Por eso es casi como la introducción. El Cable a tierra chico está casi al inicio del Cable a tierra grande.

Cuando ibas registrando las imágenes, ¿no pensabas en hacer una especie de diario fílmico, como Mekas, o algo así?

No, nada más tenía muchas ganas de grabar. Eso era lo que pasaba.

¿Y después? ¿Pensaste en Mekas cuando lo editaste?

No. No pensé en nadie, en realidad. Después he visto cosas de Mekas, y también antes, pero no pensé. Después, cuando estuve haciendo un taller, lo volví a ver y dije sí, tiene cosas de Mekas, un alguito. Pero lo que pasó es que cuando salí de Cuba me compré una cámara y una grabadora de sonido, y me tenía a mí y lo que tenía al frente… y ya.

¿El primer festival al que presentaste Cable a tierra fue Lima Independiente, donde ganó el premio de la Apreci?

Sí.

¿Y piensas presentarlo en otros festivales?

Sí, pero pienso trabajar mejor el sonido. La primera presentación de Cable a tierra fue aquí, en el Centro Cultural Peruano Norteamericano. Frank [Abugattás], que es el organizador del cineclub allí, nos dijo a Cecilia [Cerdeña] y a mí: en tal fecha presentan. Eso fue lo que me presionó para editarlo porque yo lo tenía allí como una idea, pero como ya quedé con Frank y suelo ser responsable, pues me apuré y lo hice. Pero el sonido, si bien funciona, yo creo que se puede mejorar y potenciar bastante. Tengo un amigo sonidista con el que estudié en Cuba que está viviendo ahora en Berlín, le estoy enviando los archivos de a pocos. Cuando eso ya esté terminado, sí quiero enviarlo a otros festivales. De hecho ya estoy investigando a cuáles.

¿Qué tal la acogida aquí en el Cultural?

Bien, fueron algunos amigos, pero fue también gente que no conocía, y eso para mí ya está bastante bien porque a las cosas culturales suele ir la misma gente, y cuando vi caras nuevas me gustó. Igual hubiera querido ir a alguna presentación en Lima, pero por falta de tiempo no pude.

¿Has tenido prensa aquí en Arequipa que te haya entrevistado, que haya reconocido tu trabajo?

No. Después de la presentación en el Cultural lo exhibimos en una tienda de diseño independiente aquí, y vinieron de un programa de televisión de Lima y me entrevistaron; no me acuerdo el nombre del programa. Aquí no sé si se han enterado. No es, tampoco, que me importe mucho. Digamos que no hago estas cosas por prensa, aunque yo sé que ayuda.

¿Qué tipo de películas quieres hacer?

Ese estilo de Cable a tierra, experimental, ha salido, como te decía, de no tener todo el equipo. No tenía sonidista, no tenía tal, fui probando, y me gusta editar. Pero tampoco me cierro. En Lima asistía a un taller de dramaturgia con Alonso Alegría, y ahora tengo un guion de un cortometraje de más o menos veinte minutos. He pensado hacerlo en audiovisual. Pero ese es otro estilo. En realidad, estoy probando. Yo no tengo tan claro algo así como solo terror, solo documentales… Mi formación es de ficción, pero siempre como que he tenido una tendencia hacia el documental, el documental algo ficcionado… a probar con las fronteras del audiovisual. No me cierro. Si pudiera hacer animación, haría animación.

LOS CONCURSOS DEL MINISTERIO DE CULTURA

Nos hablaste hace un momento de un proyecto de largometraje.

Sí, lo he escrito con un amigo venezolano. Hemos quedado finalistas en el concurso de desarrollo de la Dicine. La idea es presentarlo también a otros fondos.

Lo hubieran podido presentar al concurso regional.

Sí, pero queríamos trabajar una versión más. Todavía no está tan pulido. Por eso optamos por el concurso de desarrollo.

Entonces ustedes no son de los que desconfían del Ministerio de Cultura.

Ahora mismo no sé, en verdad. Soltaron la convocatoria y se están demorando mucho en sacar las bases.

OKUPAS

¿Cómo surge Okupas?

En diciembre del 2011 tuvimos nuestra primera reunión formal. Tenemos diferentes áreas. Mauricio [Banda], por ejemplo, es animador, pero también le interesa escribir guiones. Entonces decimos: “Ok, si este es tu proyecto y quieres desarrollarlo, ¿en qué te ayudamos?”. Un colectivo funciona así; no: “Yo dirijo y ustedes hacen lo demás”. El colectivo era para desarrollar los proyectos personales de cada uno y, a la par, tener los equipos para poder trabajar haciendo trabajos audiovisuales para empresas y generar dinero. Pero la idea inicial es hacer nuestros proyectos. Igual todos tenemos que trabajar, así que la idea era también fusionar un poco una cosa con la otra.

¿Y eso es lo que han hecho hasta ahora?

Sí. Bueno, ahora vamos a hacer un corto que fue una idea de Mauricio [Banda] en realidad. Trabajamos en la película de Miguel [Barreda] y conocimos a un actor que nos pareció genial. Era como Bela Lugosi versión arequipeña. Hemos hecho no solo proyectos audiovisuales, sino también actividades relacionadas con el audiovisual; por ejemplo, trajimos dos festivales, porque también nos quejábamos de que en Arequipa no se hacía mucho y bla bla blá. Siempre en vez de quejarse es mejor hacer, para ver si hay gente interesada. Entonces trajimos el Festival Lima Independiente el año pasado y este año. Nos contactamos con el Centro Cultural Peruano Norteamericano para que nos apoye con el espacio. De hecho de allí viene el nombre, Okupas. Nosotros no tenemos un lugar, un centro de actividades; se trata de vender todas estas ideas a centros culturales acá en Arequipa, y que no sea uno solo, sino que podamos movernos en todo Arequipa. El otro festival fue el de Creative Commons, que lo hicimos en el Museo de Arte Contemporáneo y fue al aire libre.

Para el Festival Lima Independiente hicimos un cortito que se llama Pasador, era como una publicidad para llamar a la gente, pero era un cortito experimental de animación con un poco de ficción. Nosotros tenemos esta visión de mostrar Arequipa… no es que ya no queramos mostrar el Misti, pero ya se ha mostrado bastante, ¿no? Queremos mostrar otros lugares. Por eso yo le agradecía a Miguel [Barreda] que en su película [Encadenados] se viera algo como más urbano, no lo mismo y lo mismo… Que no está mal, tampoco, el sillar es bonito, pero también hay otras cosas; no cerrarse a que si no mostramos el Misti ya no es Arequipa. Esa es una visión que queremos cambiar un poco. Entonces, en Pasador nos fuimos a paisajes que también son arequipeños, pero rurales y más alejados de la ciudad.

Estamos dictando talleres también. Hemos empezado con adolescentes y adultos. Hay gente mayor que se quedó con las ganas de llevar un curso de realización y lo está llevando ahora. Como cada uno de nosotros se ha especializado en un área, los cursos son muy específicos. Claro, la gente tal vez en un inicio tiene la idea de que realización es agarrar una cámara y ya vamos a grabar, pero se dan con la sorpresa de que no, de que es todo un proceso; tal vez no es lo que esperaban en un inicio pero van aprendiendo mucho más. Estamos dando un curso de realización completo. Comenzó con dos semanas de dirección, dos semanas de dirección de fotografía, dos semanas de posproducción y ahora estamos en la etapa de realización de un corto basado en un guion escrito por uno de los alumnos. Dictamos el taller como Okupas en el Thomas Jefferson, un instituto de diseño que quiere abrirse también a otras áreas. Ahora tenemos ocho alumnos. También hicimos un taller muy sencillo en el Museo de Arte Contemporáneo.

¿Han hecho también audiovisuales para instituciones y publicidad?

Sí, es en lo que más hemos estado trabajando últimamente. Hemos trabajado para un instituto de gastronomía, un laboratorio farmacéutico, una textilera.

¿Trabajan con equipos propios?

Sí.

FINANCIAMIENTO, EXHIBICIÓN Y DISTRIBUCIÓN

¿Cuál es el futuro para el financiamiento y la exhibición de sus películas?

Si bien no nos gusta el papeleo, yo sí veo que es necesario presentarse a ciertos fondos. Seguir haciendo, si ganas un festival que te sirva para hacer otro, y que no pare la bola.

 

¿Va mucha gente a los cineclubes en Arequipa?

Hay cineclubes, como el de Frank [Abugattás], que están bien; pero la gente no se entera. A las cosas artísticas, como te decía, casi siempre va la misma gente. Por eso, cuando regresamos, después de algunos años, nos gustó encontrar nueva gente que está haciendo colectivos como Monopelao en documental, o Tambo de Bronce en música, o los de Asim’tría [sic]. Pero estas nuevas propuestas también tienden a cerrarse: este es el grupo de gente que va a Tambo, este es el otro grupo que va a otra cosa… De hecho, nosotros también estamos allí. Ahora se ha juntado un colectivo de colectivos. Vamos a ver qué pasa, si el público se comparte, si por allí puede crecer. No sabemos todavía muy bien qué va a pasar.

El cine que ustedes hacen es un cine para minorías. Es la condena de las vanguardias. No siempre fue así, hubo una época de propuestas innovadoras que eran consumidas por un público masivo, como ocurrió con el neorrealismo italiano; pero no es lo que ocurre ahora. ¿Cómo van a hacer ustedes? ¿Van a renunciar a un público masivo para ir a ciertas minorías? ¿Asumen que no hay más remedio que hacer eso?

Creo que eso es subestimar un poco al público. Yo todavía tengo mi lado romántico. El largometraje que tengo escrito no es tan experimental, creo que se adapta más a ciertos fondos; pero si viene un productor y me dice: “Mejor le cambias esto y le pones una calata”, yo no lo haría. Por suerte nosotros somos los mismos productores. Uno se adapta, es cierto, pero yo tengo algunas cosas claras que no haría. Hemos empezado diciendo: “Vamos a hacer estas cosas personales y estas otras para que generen dinero para nuestros proyectos”; no necesariamente pensamos que nuestros proyectos personales nos van a dar un montón de dinero, sino que sabemos que tenemos que trabajar en paralelo nuestros proyectos con otros. Todavía podemos. No es tampoco que nosotros queramos ser los independientes del cine de Arequipa. Es lo que ha surgido. Uno se va juntando también por afinidad a ciertas cosas. Tenemos temas recurrentes, pero no es que nos hemos juntado para cambiar el mundo y solamente vamos a hacer cosas experimentales porque somos locazos. No.

¿Han buscado apoyo del gobierno regional o del gobierno municipal para sus proyectos?

Yo no tendría ningún problema en ir, pero la figura es ir y hablar con mucha gente. Nosotros hemos ido a la Municipalidad, en realidad, para hablar de un proyecto. Te dicen: “Ah, sí, sí, sí, muy bien, magnífico su trabajo, son lo máximo”; pero a la hora de la hora: no. Es pérdida de tiempo. Hemos presentado a otra Municipalidad, la de Cerro Verde, un proyecto de documental sobre Huayco, un pueblo de allí; y, en verdad, el proyecto se ha perdido como cinco veces. Han cambiado gente, en tres meses como cinco personas. Es una pérdida de tiempo y un desgaste emocional, en verdad. Uno se pregunta: “¿Va a salir?”, hasta que te miras en el espejo y dices: “No, no va a salir”.

CINE PERUANO

¿Qué opinión tienen del cine que se hace Arequipa?

Se hace muy poco. Es un contra, pero también un plus, pues no hay un parámetro del cine que se ha hecho en Arequipa. La gente tiene como parámetro el cine comercial, pero –y esto es también muy romántico y como especular– si presentas nuevas alternativas por allí se puede generar una nueva respuesta. O sea, es cuestión de hacer, nada más; porque antes no se ha hecho o no se ha mostrado. Tal vez falte más exhibición y llegar a esa gente que solo tiene acceso al cine comercial.

¿Has visto las películas de Miguel Barreda, Roger Acosta y los cortos de la ARFA?

He visto las de Miguel Barreda y algunos cortos de la ARFA. De Roger Acosta solo he visto fragmentos de Mónica... en internet.

Del cine peruano en general, ¿qué películas te gustan?

Cuando era joven veía películas peruanas que no me gustaban. Hablaban de cosas que no me interesaban en un lenguaje que no comprendía o que no era el mío. En los últimos años, con Días de Santiago, Las malas intenciones, Paraíso, y qué se yo, siento que ha resurgido algo, una opción de contar nuevas cosas. Porque por lo menos con la gente con la que yo conversaba, había como el parámetro de encasillar al cine peruano como un cine sobre drogas, sexo, terrorismo, desnudos; más o menos esa era la combinación perfecta para hacer una película peruana que no tenía éxito, además. Después surgieron estas historias que eran como bastante personales, más íntimas, y a partir de allí me interesó más y me empezó a gustar el cine peruano. Películas como ¡Asu mare!, Cementerio general, no las he visto. Sé que han tenido éxito y no me parece mal que lo tengan, pero no me siento identificada con las historias que cuentan.

¿Has visto el cine limeño que se está haciendo también con bajo presupuesto y cámaras domésticas?

He visto trabajos de Rafael Arévalo, Juan Daniel [Fernández Molero], Raúl del Busto. Y sí, me parece que están bastante bien.

¿Del trujillano Forero?

No he visto nada de él. Sí he leído bastante de él, pero acá no ha llegado nada.

Con Juan Daniel hay como un nexo, trabajan el mismo género.

Sí, somos amigos también. Pero, claro, él es más experimental. Es más de destruir la imagen.

¿Has visto películas de otras regiones?

No, la verdad, no.

(Edición: Emilio Bustamante)