La educación superior en perspectiva lasallista

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Concluye Santos su análisis advirtiendo sobre la acumulación de tensiones y contradicciones que constata a diario la sociología universitaria como consecuencia de ese cada vez mayor aumento de funciones, objetivos y fines que se le atribuyen a la universidad de hoy. En consecuencia, la idea perenne de universidad se ve cuestionada por nuevos desafíos que llevan a buscar transformaciones radicales del ser y del quehacer del ecosistema universitario.

En tal sentido, las universidades se ven confrontadas por las cuestiones fundamentales que sacuden de un modo u otro al mundo de la educación, entre otras, los nuevos contextos culturales, los desarrollos científicos y tecnológicos, los diversos estilos de vida sociales, las búsquedas de los Estados de nuevas formas de gobernanza, y, en primerísimo lugar, el modo de ser de los estudiantes que llegan a sus aulas (la generación pantalla). Ante estos procesos de cambio todavía en marcha, es natural la reconsideración de los objetivos y de las funciones de las mismas universidades. Todos estos cambios hacen necesario redefinir la idea clásica de universidad.

NUEVA IDEA DE UNIVERSIDAD PARA COLOMBIA

Frente al planteamiento de la existencia de una idea de universidad cuya naturaleza e identidad esenciales comparten unas dimensiones básicas comunes, generales y universales con toda aquella institución que se precie de llevar tal nombre, tendríamos que afirmar que no existe una especie de idea de universidad específica colombiana sino una forma diferente de plantear, asumir y responder algunos interrogantes básicos que se ajustan más a nuestra especificidad geográfica, cultural, histórica, ideológica y política. Problemáticas y horizontes que asumen en nuestro contexto un nuevo replanteamiento de la idea universal de universidad, con posibilidades inéditas de profundización y tematización, otorgándole un sello característico particular.

Pensar una identidad propia para una institución educadora en lo superior y para lo superior como lo es la universidad, la cual llegó de Europa, se implantó en América, se enriqueció con los desarrollos norteamericanos y rusos, y que busca su derrotero futuro hacia el siglo XXI en un país como Colombia, no es otra cosa que aceptar el reto de dejarse cuestionar y desafiar por la sociedad a la cual sirve y por el Estado que garantiza su autonomía, con el fin de responder a las novedosas, crecientes y complejas demandas del mundo contemporáneo.

A lo anterior tenemos que agregar lo que Ospina (2013) escribe:

La mayor parte de los países saben en lo esencial quiénes son, saben a qué tradición pertenecen; en cambio, en los últimos tiempos, el destino de Colombia ha sido secretamente envidiar a los que tienen conciencia clara de su origen y en esa medida una idea clara de su destino. No es extraño por ello que el país se debata, a comienzos del siglo XXI, en una desesperada búsqueda de su rostro futuro. (p. 13)

Hasta ahora no ha sido fácil para los colombianos lograr proyectos de conjunto, porque lo particular siempre se ha impuesto a lo colectivo. Es la hora de contar con propósitos sociales comunes. En este sentido, el Gran Diálogo Nacional por la Educación Superior liderado por el Ministerio de Educación Nacional (MEN) y el Consejo Nacional de Educación Superior (CESU) durante los años 2012-2013, y el documento de enero de 2014 fruto de estos —Acuerdo por lo Superior 2034, Marco de acción prioritaria de Política Pública para la educación superior en Colombia. Construido por todos los sectores sociales y académicos del país (CESU, 2014a)—, se constituyen en un hito significativo tras la concertación de los grandes propósitos nacionales.

En dicho ejercicio de construcción participativa como nación, ha quedado muy bien identificado el camino que en materia de educación superior debemos recorrer en los próximos 20 años. El CESU se impuso la tarea de resumir el documento original de casi 300 páginas en un texto corto y pedagógico, con el fin de informar a la comunidad académica y científica nacional, y a la opinión pública en general, de ese imaginario nuevo que los colombianos sueñan para su universidad. El escrito fue titulado Declaración del CESU sobre el estado de la construcción de la Política Pública para la Educación Superior en Colombia y la necesidad de orientar sus cambios para los próximos 20 años (CESU, 2014b), y fue aprobado en la sesión ordinaria del miércoles 19 de marzo de 2014 en Bogotá.

Extractamos y presentamos a continuación in extenso los apartes más significativos de tal declaración (visión, principios y acuerdos), cuya lectura de conjunto permite identificar los rasgos más sobresalientes de la nueva idea de universidad para Colombia que se prospecta para los años 2014-2034.

Visión:

Para el año 2034, el sistema de educación superior será el pilar sobre el cual los colombianos habremos construido una sociedad en paz (justa, culta, democrática, solidaria, próspera, competitiva e incluyente), en la que convivan digna y pacíficamente ciudadanos libres, éticos, responsables y productivos. La formación integral de alta calidad, en sus distintos niveles articulados entre sí, es un derecho al que tienen acceso los colombianos para adquirir conocimientos, destrezas y valores que les permitan realizarse como personas, a la vez que aportan al desarrollo económico, social, científico, ambiental y cultural, tanto del país como de sus regiones. (CESU, 2014b)

Principios:

El Sistema de Educación Colombiano deberá estructurarse a partir de los siguientes principios: 1. La paz y la convivencia son posibles en una Nación educada. 2. Los estudiantes son el eje central de la educación superior, sin distingos de raza, credo, sexo, contexto cultural o filiación política y, por tanto, se les reconoce y respeta su dignidad, derechos y valores como centro y fin último del sistema. 3. Es un derecho de todos los colombianos. 4. Es un sistema cohesionado y articulado entre todos sus componentes y demás niveles formativos. 5. La calidad es un elemento inherente del Sistema de Educación Superior para generar confianza en toda la ciudadanía frente a sus metas y para convertirse en un símbolo regional. 6. Debe ser financiado y sostenible por el Estado y la sociedad para todos quienes cumplan los requisitos y deseen acceder a ella. 7. Debe edificar un proyecto de país con visión internacional, que tome en consideración las dinámicas particulares de cada región. 8. Garantizar una gestión eficiente del conocimiento (producción, uso, transferencia y circulación). (CESU, 2014b)

Acuerdos:

1) Educación inclusiva (acceso, permanencia y graduación): Para aportar a una Colombia inclusiva y en paz, el sistema educativo deberá ser incluyente y participativo en todos sus escenarios y públicos, regiones, ideologías, personas en situación de discapacidad, minorías étnicas, grupos vulnerables…, y deberá fomentar el acceso de sus bachilleres al sistema de educación superior y su permanencia y graduación, en las modalidades de formación técnica profesional, tecnológica y universitaria.

2) Calidad: La educación superior colombiana deberá ser reconocida por su alta calidad en los ámbitos nacional e internacional, como expresión de la autonomía de las IES, de la articulación entre la docencia, la investigación y la proyección social, de la consolidación de una comunidad docente y de la atención al estudiante como la razón de ser del sistema.

3) Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación: Las Instituciones de Educación Superior (IES) se deberán articular debidamente al Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) con la participación de entidades tanto públicas y privadas para que permitan un aumento significativo de las capacidades investigativas en las diferentes áreas del conocimiento, de la consolidación de programas posgraduales, de la generación de nuevo conocimiento y su impacto en el desarrollo regional y nacional.

4) Regionalización y pertinencia: El país fomentará la presencia viva de las IES en todas las regiones, focalizándose especialmente en aquellas de menor avance, desplegando sus funciones sustantivas de docencia, investigación y extensión, integrándose con los actores relevantes para generar desarrollo local. Para ello se fortalecerán los mecanismos de participación y de planeación regional, con la inclusión de gobiernos locales, sector productivo y sociedad civil en los planes de desarrollo educativos regionales.

5) Articulación de la educación superior con la educación media y la educación para el trabajo y el desarrollo humano: Respetando las características propias de cada institución, su complejidad académica y sus distintos niveles de formación, el sistema favorecerá el reconocimiento de saberes, implementará el Marco Nacional de Cualificaciones y de generación de conocimiento, y reconocerá, a través de prácticas de flexibilidad, movilidad, dobles programas y afines, los procesos de aprendizaje de calidad y crecimiento profesional de los estudiantes.

6) Comunidad académica y bienestar: El sistema deberá garantizar las condiciones para el ingreso, la permanencia, el reconocimiento y la participación democrática de profesores y estudiantes en la vida académica y en los cuerpos colegiados de las instituciones. Las vinculaciones laborales de los docentes y de los empleados se darán en condiciones de dignidad y de estabilidad. Bajo el principio de corresponsabilidad, se debe garantizar un bienestar que asegure condiciones idóneas de estudio, investigación y extensión que favorezcan el desarrollo integral de la comunidad universitaria y promuevan la responsabilidad social de todos sus miembros, en el ejercicio de sus derechos y deberes.

7) Modalidades educativas apoyadas en TIC: El sistema deberá impulsar el uso y apropiación de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación TIC, y las IES deberán asumir la tecnología en sus procesos y diversas modalidades de oferta académica, dirigidas a apoyar la virtualidad como una opción en la formación, incluso en los programas de naturaleza presencial. El e-learnig y los objetos educativos virtuales serán mediaciones connaturales para completar, fortalecer y mejorar el proceso educativo y la interacción entre las comunidades académicas y sus pares en cualquier lugar del mundo.

 

8) Internacionalización: El sistema deberá construir y consolidar IES con estándares internacionales que les permitan desarrollar proyectos educativos competitivos en el escenario global. Se promoverá la doble titulación, la movilidad de profesores, de investigadores y de estudiantes, la homologación de saberes y de sistemas de aseguramiento de la calidad, la apertura de currículos al mundo globalizado y la producción intelectual en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, las artes, la cultura y las humanidades en las esferas internacionales, así como el bilingüismo.

9) Estructura y gobernanza del sistema: Se deberá impulsar una nueva forma de relacionamiento entre todos los actores del sistema: estudiantes, profesores, egresados, IES, gobierno nacional, gobiernos regionales, cuerpos colegiados de las IES, sector productivo, así como una reorganización de la tipología de las IES que favorezca una estructura flexible, colaborativa, dinámica y contextualizada, además de la adopción de prácticas de rendición de cuentas y de buen gobierno, así como instancias que promuevan y velen por el cumplimiento de los más altos estándares de calidad, la suprema inspección y vigilancia y la normativa que rige el sector.

10) Sostenibilidad financiera del sistema: Esta deberá partir de la concurrencia y la corresponsabilidad del Estado, la sociedad y el sector productivo, teniendo en cuenta una asignación presupuestal basada en el desempeño y en criterios técnicos. El modelo deberá definir metas, costos, fuentes de financiación y asignación equitativa de recursos al sistema, acorde con la complejidad de todas las instituciones y sus apuestas de futuro. (CESU, 2014b)

Como el lector mismo habrá podido constatar, esta reseña panorámica de la visión, los principios y los acuerdos nos señala el deber ser del futuro de la universidad colombiana para los próximos 20 años. Utopía que en resumidas cuentas comprende el afianzamiento del sistema de educación superior como un todo, tras la búsqueda de mejorar las condiciones de acceso a la universidad, junto con la consolidación de la calidad, la autonomía, la sostenibilidad financiera, la regionalización, la internacionalización y el bienestar, para contribuir en la construcción de un país en paz, con equidad y justicia para todos.

De esta manera, la carta de navegación ha quedado dibujada en sus grandes horizontes; viene ahora la tarea de convertirla en planes estratégicos a corto, mediano y largo plazo, de transformar sus idearios en políticas públicas, y, bajo la autonomía responsable de cada universidad estatal o privada, inspirarse en sus derroteros para concretarlos en realizaciones promisorias y audaces. Si esto no se logra, seguirá siendo cierto aquello de que la universidad colombiana es una en el papel y otra en la realidad.

LA UNIVERSIDAD LASALLISTA

Tornemos de nuevo a casa. Uno de los idearios lasallistas heredados de la tradición educativa de La Salle lo es la conversación académica sobre la realidad y el entorno, consistente en el estar atentos a los signos de los tiempos y de los lugares para responder a ellos; con otras palabras, podríamos decir que se trata del análisis de coyuntura, del estudio de la sociedad y sus problemáticas para situar en ellas las instituciones educativas y sus intervenciones. Guardadas las debidas proporciones de tiempo y época, era lo que el Fundador (Juan Bautista de La Salle) y los primeros Hermanos expresaron con el hecho de estar “impresionados por la situación de abandono de los hijos de los artesanos y de los pobres” de la Francia del siglo XVII.

De lo anterior se infiere que la idea lasallista de universidad nace como un reto del pensar frente a las peculiaridades de nuestra historia y de nuestros problemas, previa inculturación dentro de la secular institución universitaria que tiene una identidad propia, con modos de realización diversos según las épocas y los lugares. Se trata, entonces, de una mirada desde los idearios lasallistas a esa herencia de siglos que recreamos en nuestro aquí y ahora colombiano, como construcción colectiva de una cierta identidad que nos aglutina y nos fraterniza no solo por los problemas comunes sino por las posibilidades culturales e históricas.2 Desde esa conceptualización propia la universidad lasallista procura adaptarse creativamente a las nuevas condiciones y escenarios.

Entonces: Universidad lasallista, ¿qué dices de ti misma? Para el caso de la Universidad de La Salle de Bogotá, próxima a la celebración de su cincuentenario, la respuesta a este interrogante nos lleva a hacer énfasis en los siguientes cinco aspectos.

La universidad como bien público y como servicio público

Recordemos que en Colombia el carácter de la educación como servicio público cultural quedó establecido en la Constitución Política de 1991, el cual puede ser prestado por parte del Estado y de los particulares. El binomio bien público y servicio público aplicado a la educación comprende dos categorías no antagónicas sino complementarias. La Asociación Colombiana de Universidades (Ascún) los tipifica de una manera clara y precisa.

La universidad entendida como bien público se constituye en

un patrimonio nacional que debe salvaguardar la identidad nacional, ya que produce bienes públicos como el conocimiento y bienes privados como la competencia profesional, y por esto debe ser defensora del bien común y del bien público […] como bien público genera beneficios comunes y los multiplica […] y por esto debe ser protegida por el Estado y por la misma sociedad civil. (Ascún, 2010, p. 35)

En consecuencia, al llegar al cincuentenario, podríamos reflexionar la universidad lasallista como parte del sistema universitario colombiano que es a su vez patrimonio nacional y bien público, en tanto inserto en una cultura y una sociedad que ha contribuido a forjar, transformar y mejorar. Universidad lasallista que se inscribe en una tradición educativa, con sus logros y avatares, y que aporta a la formación de la identidad nacional desde 1890, año en el cual llegaron los primeros lasallistas al país. Por tanto, existe un acumulado de saberes, de prácticas, de instituciones y realizaciones a estudiar, investigar y teorizar; también, un patrimonio arquitectónico y un patrimonio inmaterial con su historia y sus tradiciones culturales propias. Esa variada herencia es a su vez memoria y garantía, base sólida e inspiración permanente en el propósito de recrear la idea de universidad lasallista.

La universidad comprendida como servicio público

debe asumirse en su función de ‘servir’ a la sociedad a la cual se debe, trascendiendo la connotación meramente comercial como producto. Es esta educación la que crea la infraestructura y produce las externalidades sobre las cuales es posible construir la sociedad en todos sus aspectos, especialmente en lo relacionado con los factores económicos y productivos. Desde esta óptica, se insiste entonces en crear conciencia sobre la corresponsabilidad que tienen todos los actores sociales para el desarrollo, mantenimiento y perfeccionamiento de dicho servicio. (Ascún, 2010, p. 36)

Aquí la noción de servicio público connota el responder a cubrir una necesidad social (salud, movilidad, seguridad, agua, energía, etc.). Para el caso que nos ocupa, la educación. De lo anterior se desprende el compromiso de la universidad lasallista con la educación de una nueva generación de colombianos. Necesidad apremiante, máxime cuando en el día a día la universidad colombiana presencia absorta a buen número de sus egresados implicados en deshonrosas situaciones (corrupción, violencia, malversación de fondos, despilfarro, ineficiencia) que desdicen de la educación superior que recibieron. Al constatar que algo falló en sus procesos educativos, no se amilana, sino que, por el contrario, redobla sus esfuerzos para corregir el rumbo y seguir formando a las nuevas generaciones por renovados derroteros. En ellos, en virtud de su talante de lasallista, privilegia la educación del ethos espiritual y religioso de la nación, con convencimiento profundo por lo católico, pero abierto a las distintas religiones sin fanatismos ni fundamentalismos.

LA UNIVERSIDAD EN EL CONTINUUM EDUCATIVO LASALLISTA

Los lasallistas colombianos hacen presencia en los distintos niveles educativos formando a grupos de niños, jóvenes y adultos. La historia muestra que sus escuelas, colegios y universidades no son ajenas al aislamiento y la desarticulación característicos del sistema educativo colombiano. He ahí pues una oportunidad de cara al futuro inmediato. El asunto se podría traducir en preguntas de la siguiente manera: ¿Cómo articular nuestra labor con los niveles previos al universitario? ¿Qué protagonismo y liderazgo le corresponde a la universidad lasallista en esta tarea? ¿De qué manera se podría hacer realidad la función sistémica de la universidad siendo factor de integración de las diferentes instituciones comprometidas con la misión educativa lasallista? ¿Cómo tener un campus universitario abierto a la tercera edad, una universidad donde las nuevas generaciones se enriquezcan con la sabiduría acumulada por los adultos mayores? ¿Cómo tienen que ser la escuela, el colegio y la universidad lasallistas en red?

Es muy fácil visualizar en diagramas y flujogramas las posibilidades de interacción e interrelación entre las variadas instituciones lasallistas. Son numerosos los coloquios formales e informales llevados a cabo en torno al tema. Sin embargo, a la fecha, son escasísimas las realizaciones exitosas que se pueden mostrar de ejercicios colaborativos y de proyectos comunes entre los lasallistas colombianos. Al respecto, el camino del futuro está por crear, se trata entonces de tender puentes, aunar sinergias y manifestar con hechos que los enfoques interdisciplinares y transdisciplinares propios del nivel universitario son fuentes de posibilidades aún no suficientemente explotadas para trabajar en red mancomunadamente. Al sistema educativo lasallista le resta un largo camino por recorrer para posicionarse como un paradigma válido de mejor y mayor incidencia en la transformación de las problemáticas colombianas.

LA UNIVERSIDAD EN MISIÓN COMPARTIDA

Entre los lasallistas durante las últimas tres décadas se ha dado una evolución en la forma como los mismos lasallistas se ven y se sitúan, bien lo expresa la Circular 461: El cambio de vocabulario en el Instituto subraya una evolución: Familia Lasallista (Capítulo General de 1986), Misión Compartida (Capítulo General de 1993) y Asociación (Capítulo General de 2000). Esta evolución conduce, aunque con modalidades y ritmos diferentes según la Región y el Distrito, a estructuras organizativas de diálogo, de discernimiento y de toma de decisiones en las que todos los lasallistas, incluidos los Hermanos, participan al mismo nivel (Hermanos de las Escuelas Cristianas, 2010, p. 22).

Tal dinamismo se expresa en el agenciar la misión educativa lasallista de manera colaborativa, cooperativa, compartida. Esto lleva a los lasallistas protagonistas de la universidad a reflexionar sobre la pregunta ¿qué se comparte?

La experiencia ha ido mostrando que se da un itinerario de acción en al menos seis frentes que a medida que se cualifiquen y perfeccionen irán configurando un nuevo modo de ser lasallista. En este orden de ideas, se comparte el hacer (la misión educativa), el ser (el carisma, la espiritualidad), el saber (la pedagogía lasallista), el poder (gestión, cuerpos colegiados, trabajo en equipo, toma de decisiones), el tener (los recursos) y el estilo de vida (fraternidades, comunidades de vida). De esta manera, la universidad lasallista será más lasallista en tanto vaya perfilando las mejores prácticas para ser llevada juntos y por asociación.

LA UNIVERSIDAD Y SU TAREA EDUCADORA FRENTE A LA CULTURA

Si bien la cultura es connatural a la identidad de toda universidad, los lasallistas no deben dejar de pensarla en su empeño por tipificar el futuro de la idea lasallista de universidad, máxime cuando desde los orígenes de la fundación de la Universidad de La Salle sus creadores la concibieron como una institución de “cultura superior” cuyo fin primordial era “educar e instruir en la Ciencia y la Cultura a personas de ambos sexos”.3 Cincuenta años después de la firma del acta de fundación de la Universidad el 15 de noviembre de 1964, tenemos en el mundo una conciencia creciente de inmersión de todos en la cultura que es creación humana sociohistórica, y la posibilidad también creciente de intervenir en ella y redireccionarla.

 

Con este fin, la universidad lasallista no puede ser ajena a tales propósitos, y en la labor de retomar lo perenne de su identidad primigenia y actualizarla, queda siempre por descubrir su misión frente a la cultura. Se me ocurre pensar que algunas tareas podrían ser el conocerla, estudiarla e investigarla; preservarla (patrimonio material e inmaterial); confrontarla (¿qué preservar?, ¿qué suprimir?, ¿qué reorientar? y ¿qué crear?); reproducirla versus recrearla; formar (diálogo de culturas y multiculturalismo) versus transformarla; promocionarla y desarrollarla (hacerla avanzar). Ejercicios todos que se deben abordar en la doble perspectiva inherente al concepto de cultura: lo nacional y lo mundial, lo local y lo global.

LA UNIVERSIDAD Y LA COHERENCIA

Un hecho significativo en la historia del alma máter fue su cambio de nombre. De llamarse durante sus primeros 18 años “Universidad Social Católica de La Salle” pasó a denominarse “Universidad de La Salle” a partir de 1983. Tal cambio de nombre no significó el cambio de identidad sino su toma de conciencia del ser más coherente tanto en la formulación como en la concreción de su naturaleza de lasallista. A este paso contribuyeron las sabias palabras del Hermano José Pablo Basterrechea, Superior General, presente en la celebración de los quince años de la Universidad, ocasión en la cual recibió el título de doctor honoris causa. En su disertación llamaba la atención sobre el hecho de que toda universidad lasallista era de por sí social y católica, y comentaba: “Lo hago acuciado por ese mismo interés de ayudar a una ‘Coherencia’ entre el nombre y la vida de nuestro centro y también por la atención que en varias ocasiones he observado entre los Profesores de las Universidades de La Salle por ahondar en el análisis y mejor comprensión de lo que significa realmente el lasallismo” (Basterrechea, 1979, p. 36).4

Todo el discurso del Hermano José Pablo es una invitación a la búsqueda permanente de la coherencia entre la idea de universidad lasallista y la vida de la institución. Varios lustros después sus palabras cobran gran actualidad. A la universidad se le critica que los discursos teóricos, de por sí muy pertinentes y excelentemente bien elaborados, no logran llevarse suficientemente a la práctica. Problema de vieja data del cual no escapa ninguna universidad. Sin embargo, en el caso de la Universidad de La Salle, su talante de lasallista la lleva a privilegiar toda estrategia que favorezca cada vez más la conexión real entre pensamiento y acción, retóricas y compromisos, identidad y liderazgos. Los clásicos refranes “del dicho al hecho hay mucho trecho” y “obras son amores y no buenas razones” ejemplifican ese ideal de acercar en la idea de universidad lasallista sus idearios y sus ejecutorias. Tarea de hoy, empeño de siempre.

CERCA DE DIOS…, CERCA DE LOS POBRES

Nada mejor para concluir estas disquisiciones que hacer eco al aporte de los teólogos latinoamericanos a nuestra tradición de cristianos comprometidos con la transformación de nuestra sociedad. En su Congreso de Brasil5 expresaron la misión de los seguidores de Jesús y su Evangelio en nuestro presente y de cara al porvenir con la máxima: “cerca de Dios…, cerca de los pobres”. Si la examinamos desde los idearios lasallistas, nada más en congruencia con sus postulados. La idea de universidad lasallista será tanto más auténtica en Colombia y Latinoamérica en cuanto logre recrearse a sí misma como una universidad cada vez más cerca de Dios y cerca de los pobres.

REFERENCIAS

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Asociación Colombiana de Universidades (Ascún). (2010). Hacia una nueva dinámica social de la Educación Superior. Serie Pensamiento Universitario, (19). Bogotá: Corcas.

Basterrechea, J. (1979). Una universidad latinoamericana social católica. Revista de la Universidad Social Católica de La Salle, (5).

Borrero, A. (2008). La universidad. Estudios sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias. Organización Universitaria (t. VI). Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.

Consejo Nacional de Educación Superior (CESU). (2014a). Acuerdo por lo superior 2034. Marco de acción prioritaria de Política Pública para la educación superior en Colombia. Construido por todos los sectores sociales y académicos del país. (Versión de enero). Bogotá: Autor.

Consejo Nacional de Educación Superior (CESU). (2014b). Declaración del CESU sobre el estado de la construcción de la Política Pública para la Educación Superior en Colombia y la necesidad de orientar sus cambios para los próximos 20 años (plegable). Bogotá: Autor.

Elizalde, O. (Ed.) (2014). Universidad, lasallismo y proyecto de vida. Colección Pensamiento Lasallista No 3. Bogotá: Ediciones Unisalle.

Hermanos de las Escuelas Cristianas. (2010). Asociación para la misión lasaliana… un acto de esperanza. Circular 461. Roma: Consejo General.

Molano, M. (2013). Una universidad humanista. Lecturas para pensar, decidir y servir. Homenaje al maestro Luis Enrique Ruiz López. Colección Pensamiento Lasallista No 1. Bogotá: Ediciones Unisalle.

Morales, M. (1993). Historia de la Universidad de La Salle (1964-1990). Bogotá: Ediciones Unisalle.

Murray, G. (2013). Esquilo. Madrid: Gredos.

Nieto, J. (2012). Y tú… ¿innovas o abdicas? Valencia: Universidad Politécnica de Valencia.

Ospina, W. (2013). Colombia, donde el verde es de todos los colores. Bogotá: Mondadori.

Rodríguez, E. (2003). Antropología. Curso básico. Bogotá: El Búho.

Santos, B. (2011). De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la posmodernidad. Bogotá: Siglo del Hombre.

Wasserman, M. (2012). La universidad. Escogiendo modelo. El Tiempo, 27 de octubre. Bogotá.

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