Neoliberalismo vs. Neopopulismo

Tekst
Loe katkendit
Märgi loetuks
Kuidas lugeda raamatut pärast ostmist
Šrift:Väiksem АаSuurem Aa

Así, del conflicto de la distribución del producto social se pasa a los mercados como mecanismos de cooperación benigna y se “imputa a la economía una especie de armonía celestial.”81 De esta manera se encuentra que la curva de demanda de Marshall va a estar influida por los aportes de Menger, Jevons y Walras:

Karl Menger, que relaciona el valor con la preferencia del consumidor hacia un bien determinado, al que atribuye la satisfacción de sus necesidades; Stanley Jevons, que lo liga al grado final de utilidad, esto es, la satisfacción que un consumidor recibe de la última cantidad consumida, y Leon Walras, que lo atribuye a la escasez.82


En síntesis, Marshall combinó el punto de vista del costo de producción, que viene de los clásicos, con el punto de vista subjetivo de los marginalistas, dando como resultado lo que se conoce como el famoso equilibrio entre oferta y demanda (Gráfico 6). La demanda deducía de la utilidad marginal del consumidor y la oferta de los costes de producción de la empresa. Combinó la demanda y la oferta, es decir, la utilidad y el costo de producción, como si estuvieran en las dos hojas de un par de tijeras:

El principio del coste de producción y el principio de la utilidad final son partes componentes de la ley suprema de la oferta y la demanda; cada uno de ellos se puede comparar con una hoja de tijera.83

… la demanda y la oferta ejercen influencias coordinadas [...] ninguna de ellas puede aspirar al predominio, como no puede pretenderlo ninguna de las dos ramas de unas tijeras.84

… que en particular la demanda de una cosa es una función continua, de la cual el incremento marginal en equilibrio estable, está equilibrado por el incremento correspondiente de su coste de producción.85

Marshall sería el padre del Gráfico 6 que se utiliza en toda clase de Introducción a la Economía, sin embargo se discute su paternidad. Rodríguez (1995) encuentra que Fleeming Jenkin (1833-1885), fue el primer británico que publicó diagramas de oferta y demanda y que los discutió explícitamente como funciones.86

Las tijeras sin embargo, si se toma en cuenta el plazo, para Marshall no eran tan simétricas puesto que mientras era más corto mayor sería la influencia de la demanda sobre el valor, en cambio sí es más largo el periodo más importante será la influencia del costo de producción sobre el valor.87

La utilidad marginal localiza el valor en el precio de cualquier transacción que tenga lugar libremente en el mercado. El enfoque de Marshall explica el funcionamiento del mercado en lo que se denomina en una perspectiva del equilibrio parcial, que es el equilibro de la firma o de un sector específico, lo que se denominó posteriormente como la teoría neoclásica.

La teoría del equilibrio parcial pone el acento en el análisis del comportamiento de las “unidades” económicas, como son el consumidor y la empresa. Manteniendo las demás variables constantes, la cláusula ceteris paribus, centró el análisis en la estática y adoptó un sistema de equilibrio parcial. Supuso que era poca la parte de la renta de los consumidores gastada en la adquisición de un bien y que las variaciones de la renta, por ser relativamente pequeñas, afectaban poco al consumo y a la oferta de una mercancía, y, por tanto, no influían en las curvas de oferta y demanda de los demás bienes. Este sería un supuesto de los ricos, poque la mayoría de la gente, sobre todo los pobres, gasta casi toda su renta mensualmente, especialmente en alimentos y, por consiguiente, variaciones muy pequeñas en los precios y en las cantidades repercuten sustancialmente en la demanda u oferta de los demás bienes.88

Para Friedman (1958), la teoría de Marshall casi alcanzó su forma actual y puede considerarse como “teoría económica existente”:

La teoría existente de los precios relativos encaminada a explicar la distribución de los recursos entre fines alternativos y la distribución del producto entre los recursos cooperantes a su obtención, que alcanzó casi su forma actual en los Principies of Economics, de Marshall, me parece a un tiempo muy provechosa y merecedora de mucha confianza para el sistema económico que caracteriza a las naciones occidentales.89

5.Lo que no se dice cuando se grafica la curva de oferta y demanda

Cuando un profesor o un alumno grafica la curva de oferta y demanda no se aclara el contexto en que Marshall formuló la famosa tijera. Y este marco tiene que ver con la Escuela Neoclásica y sus diferentes vertientes como analizamos anteriormente y que dan de entrada una serie de supuestos previos a su interpretación como son los siguientes:

• Individualismo: El bienestar social es una sumatoria de intereses individuales y que la persecución del bien individual conduce a la consecución del bien social.

• Comportamiento racional: Los agentes participantes, productores y consumidores actúan en forma racional: i) persigue fines coherentes entre sí y ii) los medios que emplea para alcanzar los fines son los más adecuados.

• Estrategia maximizadora: Los agentes se enfrentan a un problema de maximización bajo restricciones: i). maximización del beneficio para los productores y ii) maximización del nivel de los consumidores.

Posteriormente, se desarrollaron las teorías sobre la firma y de las distintas estructuras de mercado diferenciando los mercados de competencia perfecta, imperfecta, monopolio y oligopolio. Sin embargo, cuando se grafica la mágica curva de demanda y oferta no se advierte desde un principio, los supuestos del mercado de competencia perfecta en que se inscribe. Estos supuestos enunciados en forma simple son:

• La presencia de múltiples oferentes y demandantes. Ningún productor ni consumidor tiene la capacidad o fuerza para influir sobre el precio del producto. Todos son “tomadores de precios”.

• La libre entrada y salida de oferentes y demandantes. Significa que no hay un coste especial que haga difícil para una nueva empresa entrar en un mercado y producir (grandes inversiones iniciales o licencias especiales). Tampoco hay problemas para salir del mercado, por ejemplo sujetarse a leyes de quiebra. Ausencia de barreras de entrada y salida.

• La transparencia del mercado donde todos conocen el precio y la calidad del producto. Información perfecta.

• El conocimiento pleno de las condiciones generales del mercado implica ausencia de incertidumbre.

• Es un mercado de productos estandarizados no existe diferenciación real ni publicitaria del producto. El producto es homogéneo.

Pero adicionalmente, Dani Rodrik et al (2019) plantean que cuando un economista dibuja la simple curva de oferta y demanda no advierte ni señala requisitos institucionales que están detrás del equilibrio del mercado perfectamente competitivo:

Cuando un economista dibuja un diagrama de oferta y demanda en la pizarra negra, es posible que no enumere todos los requisitos previos institucionales que hay detrás de las dos curvas. Las empresas tienen derechos de propiedad sobre sus activos y pueden hacer cumplir sus contratos con proveedores. Tienen acceso al crédito, pueden depender de infraestructura pública como el transporte y la energía, y están protegidos de ladrones y bandidos. Sus empleados aceptan los términos del empleo y aparecen en el trabajo todos los días. Los consumidores tienen toda la información que necesitan para tomar decisiones razonables. Están relativamente seguros de que las empresas no las engañan. Hay una unidad estable de valor y medios de intercambio para comprar y vender bienes.90

Respecto al rol del Estado curiosamente el padre de la oferta y la demanda fue muy cauto. Para Mazucatto (2019), Marshall evita la discusión sobre asuntos relacionados con el Gobierno:

El inmensamente influyente Alfred Marshall fue bastante matizado en su discusión sobre la vida económica en sus Principios, pero todavía recomendó que la economía evitara “en la medida de lo posible” la discusión de asuntos relacionados con el gobierno. Creía que la injerencia del gobierno en el mercado o en la regulación de él a menudo se produciría en respuesta a los intentos de los intereses creados de hacer frente al mercado a su favor (es decir, el gobierno sería “capturado” por esos intereses), lo que sólo perjudicaría a un competidor en particular en lugar de beneficiar a la sociedad en su conjunto.91

Marshall no estaba convencido del término “competencia” como el más apropiado y que ha “sido rodeado de mala atmósfera y ha venido a implicar cierto egoísmo y mucha indiferencia hacia el bienestar de los demás” por lo que prefiere el de libertad económica:

No existe término apropiado para el objeto, pero la expresión «libertad de industria y de empresa», o, más brevemente, «libertad económica», parece acertada y puede utilizarse a falta de otra mejor.92

Alfred Marshall tenía una definición simple de economía focalizada en la gente, como se diría ahora: “Así, pues, la Economía se ocupa principalmente de seres humanos que se ven impelidos, para bien o para mal, a cambiar y a progresar” y también una definición un poco más amplia: “es el estudio de la humanidad en la conducta de su vida cotidiana; examina aquella parte de la acción individual y social que está más íntimamente relacionada con la consecución y el uso de los requisitos materiales del Bienestar”.93 “La Economía es a la vez el estudio de la riqueza y una rama del estudio del hombre”. Así, pues, la Economía se ocupa principalmente de seres humanos que se ven impelidos, para bien o para mal, a cambiar y a progresar”.

No es tan categórico acerca del uso de las matemáticas en economía, al llegar a decir “[un] buen teorema matemático que se ocupe de hipótesis económicas es muy improbable que sea buena teoría”.94 Para Marshall, a diferencia de algunos economistas cuantitativistas, “la Economía no puede compararse con las ciencias físicas exactas, porque tiene que habérselas con las fuerzas siempre variables y sutiles de la naturaleza humana”. Sin embargo, tenía una ventaja respecto a las otras ramas de la ciencia social:

 

La ventaja que la Economía tiene sobre otras ramas de la ciencia social parece, pues, derivarse del hecho de que su campo especial de trabajo proporciona más amplias oportunidades para los métodos exactos que cualquiera otra rama. Se ocupa principalmente de aquellos deseos, aspiraciones y afectos de la naturaleza humana, cuyas manifestaciones exteriores constituyen incentivos de acción tales que la fuerza o cantidad de los mismos puede ser estimada v medida con bastante exactitud, y que, por consiguiente, son en cierto modo susceptibles de ser tratados por medios científicos.95

Marshall (1920) provocó el primer viraje en la ciencia económica a fines del siglo XIX, conciliando la tradición clásica de Smith y Ricardo con el enfoque marginalista sustituyendo la teoría del valor trabajo por la teoría de los precios. Con Marshall surge la diferenciación entre economía (Economics), de la denominación de los clásicos de economía política (Political Economy), la cual es a su vez muy distinta del concepto de Política Económica (Economic policy). Esa bifurcación se visualizará después entre la diferenciación de la ciencia económica versus la economía política representada por la escuela marxista, que es continuadora de la teoría del valor de los clásicos. Casi un siglo después se retomará el término de economía política, pero en otro sentido, como se verá posteriormente.

En los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX los Principios eran la Biblia. “La economía era Marshall”. Después de su retiro de la Cambridge School, las direcciones pasaron a Arthur Pigou y, curiosamente, a John Maynard Keynes, que va a provocar el segundo viraje en la economía.

Con el pensamiento de los Neoclásicos se configura un enfoque, una metodología y un estilo de hacer la ciencia económica que independiza su objeto de estudio de otras ciencias sociales, adopta el modelo de actor racional, el individualismo metodológico, y considera como criterio de cientificidad la capacidad de formalizar matemáticamente sus proposiciones y cuantificar sus inter-relaciones como una relación causa y efecto, basándose en supuestos duros, generalmente difíciles de aceptar.96

La teoría neoclásica no solo sepultó la definición de Ricardo de la economía como ciencia de la distribución, sino el concepto clásico de la renta de la tierra:

Debido a que la escuela neoclásica está preocupada por la “eficiencia”, según lo determinado por la “optimalidad de Pareto”, no tiene necesidad de discusiones sobre la justicia distributiva. Como resultado, el concepto clásico clave de la tierra desapareció de la ciencia económica, al igual que el axioma ricardiano de que la renta es excedente y, por lo tanto, el objeto más apropiado de la tributación.97

Capítulo 2: La crisis del 29 y el gran viraje de Keynes

1.La crisis del 29 y el desempleo

El pensamiento keynesiano significó un gran viraje del pensamiento económico dominante o mainstream hasta la crisis bursátil del octubre negro de 1929, que dio lugar a la gran depresión de los años treinta que duró hasta que se inició la segunda guerra mundial.

La crisis del 29, que arrancó con una crisis en el mercado de valores, fue el mayor laboratorio mundial que mostró que los automatismos del mercado no funcionaron y se aplazaron puesto que había sobreproducción, existía insuficiencia de demanda y un elevado desempleo y la economía no volvía al equilibrio anterior. El paro no era voluntario como suponía la teoría clásica, no es que no querían trabajar los trabajadores a un menor salario nominal, sino porque simplemente no habían puestos de trabajo con las fábricas cerradas o con alta capacidad ociosa y elevados stocks. Entonces tuvo que intervenir el Estado para reactivar la demanda mediante el gasto público y a través de la inversión pública.

Hace más de noventa años ocurrió el llamado crack financiero en octubre de 1929 con la debacle de la bolsa el 28 de octubre en 13% y el 29 de octubre del 12% que dio origen a la gran depresión de los años treinta. El mercado bajista se alargó durante 989 sesiones tocando piso en enero de 1932 con un descenso acumulado del 86%. En EE. UU. la producción real registró una caída de 30% y el desempleo alcanzó un 33%. El PIB registró un desplome de 8,5% en 1930, seguido de un descenso de 6,4% en 1931 y una contracción de 12,9% en 1932, para atenuar su caída en 1933 (-1,3%) y recuperarse recién en 1934. La fase descendente del ciclo duró 43 meses o 11 trimestres; desde un máximo o boom alcanzado en la fase de auge en el tercer trimestre de 1929 que significó el inicio de la fase descendente y de la recesión, seguida de una depresión que se prolongó hasta el primer trimestre de 1933 cuando se inicia la recuperación.

Desde 1870, según el Banco Mundial (2020)98 la economía mundial había experimentado 6 recesiones mundiales medidas a través de la caída del PIB per cápita: en 1876, 1885, 1893, 1908, 1914, 1917-21, siendo la mayor de todas en la crisis de 1930-32 del orden del 18% (Gráfico 7). En términos del producto mundial, la crisis del 29 fue la de mayor impacto en todas las crisis hasta el presente, el PIB mundial cayó por tres años consecutivos en 4,5% (1930), en 4,7% (1931) y 5,3% (1932). La producción industrial mundial se desplomó un 35% en treinta y cinco meses después de iniciarse la crisis.

En la crisis del 29, los países cerraron sus fronteras económicas con altos aranceles y elevadas devaluaciones competitivas dando lugar a una caída del valor del comercio mundial del 66% y del volumen del comercio mundial en 40% significando el término de la primera globalización. Si bien el epicentro fue la bolsa de valores de Nueva York, se expandió al resto de las economías, en parte debido a la crisis del patrón oro. El 3 de septiembre de 1939, cuando se declaró la guerra a Alemania, los precios de las acciones de Wall Street después de 10 años volvieron a los niveles previos al crack de 1929.


Ante una crisis de semejante magnitud, el pensamiento ortodoxo dominante o “teoría clásica”99 , como la denominó Keynes, no reaccionó puesto que esperaba que el mercado corrigiera automáticamente los desequilibrios al suponer que los salarios y los precios se ajustan rápidamente, que no existía el paro involuntario y que los mercados retornarían al equilibrio. El credo era que los ciclos económicos son una respuesta a las fluctuaciones que no deben contrarrestar los Gobiernos con su intervención en la economía.

Para el pensamiento convencional, que se parece a la macroeconomía clásica actual que reivindica el pensamiento neoclásico, en primer lugar, no debería haber sobreproducción agrícola e industrial con elevados stocks, ya que con base en la Ley de Say la oferta creaba su propia demanda. En segundo lugar, el desempleo no debería ser involuntario, puesto que siempre habría un salario aunque sea tan bajo al que se podría conseguir empleo, pero la triste realidad de los 12 millones de desempleados en EE. UU., Gran Bretaña y Alemania, que calculaba Keynes, decían lo contrario. En tercer lugar, el ahorro siempre debería ser igual a la inversión y que la tasa de interés es la remuneración que se obtiene por diferir el consumo personal. Empero, los empresarios no querían invertir ya que tenían bajas sus expectativas. En cuarto lugar, el principio sagrado era del presupuesto fiscal equilibrado o neutral puesto que la financiación del déficit provocaría inflación, pero si no gastaban los privados: alguien tenía que gastar e invertir.

2.La crítica a la teoría clásica

Keynes sacude el pensamiento ortodoxo poniendo el empleo y el nivel del producto en el centro de su macroeconomía, desplaza a los precios del lugar privilegiado del enfoque neoclásico prevaleciente y considera solo como un caso especial a los postulados de la escuela clásica:

… los postulados de la teoría clásica sólo son aplicables a un caso especial, y no en general, porque las condiciones que supone son un caso extremo de todas las posiciones posibles de equilibrio……sus enseñanzas engañan y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales.100

La escuela clásica supone que el sistema económico tiene la tendencia a la auto adaptación al pleno empleo y que el paro desaparece si los trabajadores aceptan salarios suficientemente bajos. Es decir, la plena flexibilidad del salario en ausencia de sindicatos que rigidizan los salarios. Sin embargo, la teoría de Keynes no descansa en que en el mundo real los salarios no son flexibles, sino en que el volumen de empleo está determinado por la demanda efectiva y no por los contratos en el mercado de trabajo. Así, Keynes fue el pionero, dentro de la escuela clásica, en criticar el postulado de que las fuerzas de la libre economía conducen al pleno empleo de todos los que quieren trabajar al salario establecido por el mercado.

Los supuestos del postulado clásico

Metodológicamente parte criticando los tres supuestos claves o premisas implícitas de la economía “clásica” que la hace alejar de la realidad: la ley de Say que negaba excesos de producción o sub consumo, había un salario al que se podía conseguir siempre el pleno empleo y que no existía un desempleo involuntario. Aclara que los tres supuestos quieren decir lo mismo “en el sentido de que todos subsisten o se desploman juntos, pues cualquiera de ellos supone lógicamente a los otros dos”.101

El postulado clásico del pleno empleo como situación normal de la economía se basa en la ley de Say, el primer supuesto de la teoría clásica, que prescribe que el gasto siempre será suficiente para mantener el pleno empleo. Así suponía que al no existir un exceso de producción respecto a la demanda, la tendencia natural del capitalismo consistía en corregir automáticamente los desajustes transitorios de la economía volviendo nuevamente a su situación de equilibrio. La crisis del 29 y la Gran Depresión de casi una década demostraban lo contrario. Así, la evidencia: el desempleo prolongado y en gran escala confirmaba que la Ley de Say no es una ley económica general y que sus “conclusiones pueden haberse aplicado al tipo de economía en que vivimos actualmente por falsa analogía con alguna de trueque, como la de Robinsón Crusoe”.102 Keynes al destruir la ley de Say destaca que puede darse una situación permanente en que los factores de producción no son utilizados en todo su potencial y demuestra que una sobreproducción general y el desempleo involuntario son perfectamente explicables en términos teóricos.

La ley de Say suponía que el total de los costos de producción debe necesariamente gastarse por completo, directa o indirectamente, en comprar los productos y que la abstención de consumir, es decir el monto retirado en forma de ahorro, es otra forma de gasto que se destinaba en bienes de producción, es decir en la inversión: “si la gente no gasta su dinero en una forma lo gastará en otra” de manera que todo el ingreso se gasta.

El postulado clásico del pleno empleo suponía que no existe desempleo voluntario y que era compatible solo con el paro voluntario y el friccional.103 Reconocía el paro voluntario donde los trabajadores potenciales no quieren aceptar salarios menores al salario corriente. También aceptaba el paro friccional, cuando los obreros dejan de trabajar por imperfecciones del mercado laboral donde no hay plena movilidad física, de un lugar a otro y movilidad ocupacional de un empleo a otro, la estacionalidad del trabajo no conocimiento de las oportunidades de empleo, entre otros.

Así, el paro involuntario “no admite la teoría clásica”. Este postulado se basaba en el segundo supuesto de la teoría clásica que establecía que: “La utilidad del salario, cuando se usa determinado volumen de trabajo, es igual a la desutilidad marginal de ese mismo”.104 Es decir, un trabajador ofrecerá sus servicios solo hasta cuando la satisfacción que obtenga de tener mayores ingresos, a través de su salario, sea mayor que la desutilidad en que incurre al trabajar más. O también puede entenderse como cualquier motivo que le induzca a abstenerse a trabajar antes de aceptar un salario que le represente una utilidad inferior a cierto límite. Se supone que los salarios adicionales producen cada vez menos satisfacción porque satisfacen necesidades de intensidad decrecientes.105

 

Sin embargo, para Keynes, cuando existe desocupación involuntaria (tercer supuesto), la desutilidad marginal del trabajo es necesariamente menor que la utilidad del salario e incluso puede suceder que si un trabajador ha estado sin empleo largo tiempo, en vez de desutilidad puede tener utilidad positiva.106 Por tanto, si los trabajadores quieren trabajar a menores salarios reales y no encuentran empleo, esta fuerza de trabajo está parada en contra de su voluntad y que el paro no era resultado de la libre elección de los desocupados.

Para los clásicos, representado por el profesor Pigou, el empleo depende del nivel de los salarios monetarios y reales como resultado de los contratos laborales, si hay paro es que los salarios son elevados y, si no hay rigideces, los obreros aceptarán salarios inferiores antes de estar parados. En condiciones de “competencia integral,” la tasa de salario descenderá hasta el nivel en que todos los que quieren trabajar pueden encontrar ocupación, por tanto el paro persistente sería debido a la acción colectiva de los sindicatos y la intervención estatal (distorsiones laborales para los neoliberales), aunque para Keynes era simplemente una excusa:

… la teoría clásica ha acostumbrado apoyar el supuesto carácter de ajuste automático del sistema económico sobre una hipotética fluidez de los salarios nominales; y cuando hay rigidez echarle la culpa al desajuste. 107

En el análisis del mercado laboral de Keynes diferencia entre el salario que un trabajador puede aceptar, del nivel general del salario referido al conjunto de los trabajadores. Se preocupa de determinar el volumen máximo de ocupación compatible con un salario real dado, el cual no depende de los contratos laborales sobre los salarios nominales, puesto que el empleo dependerá de la demanda efectiva y que las variaciones de los salarios monetarios si bien influirán en el empleo lo harán en forma indirecta a través de sus determinantes. Así precisa:

Ahora bien, el supuesto de que el nivel general de los salarios reales depende de los convenios entre empresarios y trabajadores sobre la base de salarios nominales, no es cierto de manera evidente… nuestra inconformidad con el supuesto de que el nivel general de los salarios reales está directamente determinado por el carácter de los convenios sobre salarios. El efecto de la unión de un grupo de trabajadores consiste en proteger su salario real relativo. El nivel general de los salarios reales depende de otras fuerzas del sistema económico.108

En EE. UU. en 1933 el desempleo involuntario había llegado a un máximo de 25%, desde menos del 5% en 1930 y en algunos países al 33%. En toda la década de los treinta el desempleo en EE. UU. se mantuvo entre el 15 y el 20% como se observa en el Gráfico 8.

El viraje de Keynes incluye a la definición de economía que era predominante en plena crisis, que fue formulada por Lionel Robins en 1932, relativa a “la asignación de un volumen dado de recursos disponibles a usos diferentes y supuesto el empleo total de esa cantidad de recursos,” en lugar de explicar “lo que determina el nivel de empleo existente de los recursos disponibles”.109

Keynes plantea así la división de la economía entre, lo que posteriormente se denominará, micro y macroeconomía, que va a perdurar hasta el presente, pero con la diferencia que le dio a la macroeconomía un papel principal y a la microeconomía un rol subsidiario:

Sugiero que la dicotomía correcta es entre la teoría de la industria o firma individual y las remuneraciones y distribución de una cantidad dada de recursos entre diversos usos, por una parte, y la teoría de la producción y la ocupación en conjunto por la otra.110

3.Teoría del empleo de Keynes y la demanda efectiva

Parte de la premisa que cuando aumenta la ocupación también aumenta el ingreso global real de la comunidad, el consumo total crece pero no en la misma proporción que el ingreso, dependiendo de su propensión a consumir, es decir de la parte que se destina al consumo cuando el ingreso se incrementa. Keynes asumía que esta proporción era constante al destinar la misma proporción al consumo. Formula su teoría general del empleo de la siguiente manera:

De aquí se desprende que, en equilibrio, el volumen de ocupación depende: a) de la función de la oferta global, b) de la propensión a consumir, y, c) del volumen de inversión. Esta es la esencia de la teoría general de la ocupación.111

Keynes en 1930 en su Tratado sobre el dinero ya había señalado que el ahorro no es la opción más sensata e incluso puede empeorar una recesión porque reduce la demanda. El desempleo se genera porque la gente quiere conservar su dinero, la intensidad del deseo de atesorar, lo que denominó preferencia por la liquidez, para fines especulativos, estableciendo la relación de cuanto mayor sea la preferencia de liquidez, más elevada es la tasa de interés. Para la teoría tradicional el interés era una recompensa por posponer el consumo en lugar de un premio a la cesión de liquidez.112

En la Teoría General, distingue muy claramente el consumo de la inversión (producción que excede lo que se consume habitualmente) y pone de manifiesto que el ahorro se iguala a la inversión como definiciones contables, pero esto sería ex post. Sin embargo, ex ante el ahorro y la inversión planeada que “resumían intenciones” podían diferir y que normalmente diferían. Cuando el ahorro planeado era mayor a la inversión planeada, o viceversa, había un impacto en el nivel de ingreso, el cual podía corresponder a un elevado nivel de desempleo.

Por tanto, la inversión global determina el nivel del producto, el nivel del ahorro y la tasa de interés. A su vez, la inversión depende de la eficiencia marginal del capital, la cual depende de las expectativas que los empresarios (animal spirits) tengan del futuro inmediato. Si las expectativas eran a la baja, las inversiones se reducían y aumentaba la desocupación, de manera que para recuperar el empleo era necesario restaurar los beneficios empresariales para lo cual era imprescindible recuperar la inversión.

Adicionalmente, cuando existe un incremento en la inversión total, el ingreso aumentará en una cantidad que es k veces el incremento de la inversión, esa k será el famoso multiplicador de la inversión, del cual derivará su multiplicador del empleo.113 Estimó que por cada millón de libras gastadas en construcción de nuevas carreteras, se crearían cinco mil nuevos puestos de trabajo entre directos e indirectos. Sugirió que por cada libra esterlina que el gobierno gastaba en crear nuevos puestos de trabajo, valía una libra y media para la economía total.

Keynes formula el celebrado principio de la demanda efectiva, (Gráfico 9), que es la esencia de su teoría general de la ocupación, resultante del equilibrio entre la Demanda Global (D), que es el total de ingresos agregados (beneficios más salarios) y la Oferta Global (Z), que es el precio de venta esperado de la producción. De esta manera:

… el volumen de ocupación está determinado por la intersección de la función de la demanda global y la función de oferta global, porque es en este punto donde las expectativas de ganancia del empresario alcanzan el máximo. El valor de D en el punto de intersección de la función de demanda global con la función de oferta global se denominará la demanda efectiva.114