Migración de tránsito y acción humanitaria

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La nueva economía de la migración

El enfoque está en la decisión de migrar, la cual no corresponde a los individuos de forma aislada, sino que se inserta en los hogares o incluso en las comunidades enteras. Es en el grupo humano —familia o comunidad— donde se evalúan de forma colectiva los riesgos y los beneficios de la migración. Con este movimiento se puede aumentar el estatus social dentro de la sociedad local, pues con el aporte de los trabajadores migrantes, las remesas, se pueden superar posibles fracasos en el medio local. Autores que han trabajado esta explicación teórica son Obed Stark (1985) y Edward J. Taylor (1986, 1987). De esta forma, las familias diversifican las fuentes de ingreso colocando a diferentes miembros en mercados de trabajo distintos: unos trabajarán en la localidad, otros quizá en lugares dentro del país y alguno más en el exterior. En contraste con la economía neoclásica se asume que la renta no es un bien homogéneo, sino que el grupo familiar puede explorar diversas fuentes de recursos en actividades y proyectos diversos aun cuando no aumente el ingreso total.

Un concepto que se introduce en la nueva economía de la migración es el de privación relativa, con el cual se busca explicar cómo la migración que es decidida en los hogares puede llegar a realizarse. No sólo se trata de una motivación a partir de las necesidades económicas específicas de la familia, sino que también puede generarse con el propósito de igualar los ingresos que obtienen otros hogares de la comunidad sin importar el monto real de los mismos.

En la migración de tránsito, de acuerdo con las entrevistas y observaciones del trabajo de campo, se pueden encontrar personas que manifiestan en su decisión de migrar la intervención del grupo social y el deseo de aumentar el prestigio social en la comunidad de origen, pero son los menos. Hay casos en donde sí se trata de una decisión grupal, pero de frente a la sobrevivencia: la familia determina que un hijo o hija tienen que salir porque corren peligro a causa de las amenazas de las maras; otro caso es la reunificación familiar, donde el grupo determina que un miembro o varios de la familia deben migrar para reencontrarse con alguno o con ambos progenitores en el extranjero. No está en primer lugar la motivación económica o de prestigio social, sino la posibilidad de una vida tranquila o bien la integración con la propia familia fuera del lugar de origen.

Enfoque histórico-estructural
La teoría del mercado dual

La migración internacional se concibe como la respuesta a una creciente demanda de trabajo de baja remuneración y prestigio en las economías desarrolladas. Se reconoce como el autor principal de esta explicación a Michael J. Piore (1979). También se conoce a esta teoría como de los mercados laborales segmentados; aquí no importan las decisiones tomadas por los individuos o los grupos familiares, sino que el flujo migratorio es provocado precisamente por la demanda crónica de fuerza de trabajo por parte de las sociedades industriales modernas. Este es el planteamiento teórico; sin embargo, por la evidencia empírica se puede decir que en el flujo migratorio juegan las dos fuerzas: la demanda de las sociedades industrializadas y la decisión de las personas o grupos para movilizarse y con ello mejorar sus condiciones de vida.

La demanda de trabajadores extranjeros tiene varios factores, pero el principal es la inflación estructural, que consiste en que los salarios no sólo están determinados por la oferta y la demanda, sino por el prestigio que otorgan al empleo. La inmigración no es fruto de fuerzas que empujan desde los países de origen (bajos salarios, alto desempleo), sino que se produce por factores de atracción que vienen de los países receptores (necesidad intrínseca y obligada de mano de obra barata).

Piore también señala el peligro de un efecto alcista en la escala de trabajos de categorías superiores si a un trabajo poco calificado, debido a su demanda, se le incrementa el salario que se le tiene asignado. Para evitarlo, la solución de los empresarios ha sido el reclutamiento de mano de obra barata a través de la contratación de mujeres, niños o trabajadores extranjeros. Así, se da lugar a un dualismo o segmentación laboral, a través del cual se emplean métodos intensivos de capital para capturar la mano de obra calificada y cubrir así la demanda básica de productos de la empresa, y métodos extensivos o variables de trabajo para absorber el componente temporal y fluctuante de esta última. Se generan entonces dos segmentos en el mercado laboral: primario, compuesto por el trabajo calificado; y secundario, para la mano de obra sin calificación. Los trabajadores de la localidad tienden a conservar sus trabajos en el primero de los segmentos, y el secundario se satisface con mano de obra migrante o que procede de las minorías étnicas.

Desde la migración de tránsito encontramos casos en los que esta propuesta teórica se puede matizar en el sentido de que las personas sí contribuyen con sus decisiones: hay personas migrantes atraídas a realizar trabajos de poca calificación en los lugares de destino, pero que significan una mejora respecto de los ingresos que pueden obtenerse en sus lugares de origen. Sin embargo, por los testimonios recogidos en esta investigación se puede constatar, como ya se ha mencionado, que hay otras razones por las cuales las personas están dejando los países centroamericanos, siendo la principal la violencia creciente en las propias localidades.22 Además, está el hecho de que, en el caso particular, los Estados Unidos han pasado por una crisis económica ubicada especialmente en 2008 a partir del mal manejo de las hipotecas inmobiliarias, que ha traído como efecto una mayor dificultad para encontrar empleo, aun el de baja remuneración y poco prestigio social, aunado a políticas antiinmigrantes, que sobre todo tienen como blanco principal a personas denominadas latinas, con lo cual la contratación se vuelve incierta y a veces imposible.

Teoría de la causalidad acumulada

Consiste en explicar las migraciones como un fenómeno que se repite y perpetúa gracias a la convivencia de múltiples causas que finalmente construyeron una “cultura de la emigración”, la cual se vuelve un concepto cardinal. El entorno social donde se toman las decisiones en el lugar de origen como de destino se modifica por la acumulación causal, esto es, por el hecho de que cada acto migratorio altera el contexto social. Tanto la distribución del ingreso como de los factores de la producción y el capital humano, van sufriendo modificaciones que se reflejan en la continuidad, tipo, número y calidad del flujo migratorio. ¿Qué es eso que se modifica o puede modificarse?

•La expansión de las redes.

•La distribución de la ganancia.

•La distribución de la tierra.

•La organización de la agricultura.

•La cultura.

•La distribución regional del capital humano.

•El sentido social del trabajo.

•La estructura de la producción.

Estos cambios hacen que el acto migratorio pueda repetirse en la medida que las experiencias de éxito van sucediéndose. Autores que se destacan son Gunnard Myrdal (1957) y Massey (1990).

Para algunos migrantes en tránsito es clara esta explicación teórica, como bien señalaba una persona salvadoreña:

Lo que pasa es que es un país totalmente expulsor (El Salvador) y ahí en esa parte, en este pueblo, ya hay mucha gente en Estados Unidos. Entonces muchos ya, desde el momento que hasta el nombre le ponen a uno como de nombres gringos, como que ya nace uno con el sello de que tienes que migrar, y por otro lado también, a esa edad, porque yo tenía 14 años cuando me vine (EntSLP1, 26 de septiembre de 2014, 88-92).

Hay una acumulación de procesos migratorios que han sido exitosos, hay familiares cercanos o lejanos, vecinos que han seguido el mismo camino y han construido apoyos para los que vienen después, no sólo en los lugares de destino, sino en el mismo tránsito. Esta propuesta teórica está muy ligada a la de “redes migratorias”, una explicación de cómo estas se pueden formar. Esta propuesta teórica aproxima a la explicación de algunas de las razones por las cuales el tránsito puede ser exitoso, a pesar de enfrentar una serie más o menos compleja de obstáculos.

Teoría institucional

Douglas Massey es el autor principal de esta teoría. Plantea que el flujo de migrantes puede llegar al extremo de volverse relativamente independiente de los factores que originalmente lo causaron, lo cual ocurre por el desarrollo de organizaciones para apoyar y promover el traslado de personas, muchas de ellas operando en el mercado negro de la inmigración, ya que ahí se genera un nicho económico sumamente lucrativo. Dado que ese mercado promueve la explotación y victimización, se da origen a empresas e instituciones humanitarias y de caridad23 en los países desarrollados que operan de forma legal con la intención de fortalecer los derechos y mejorar el trato a las personas migrantes tanto legales como ilegales.

Con el tiempo, tanto individuos como empresas y organizaciones se vuelven instituciones estables que son bien conocidas por las personas migrantes, constituyéndose en otra forma de capital social del que pueden apoyarse para lograr el acceso al mercado de trabajo extranjero.

El tránsito migratorio da cuenta de ambos fenómenos. Está claro que se ha ido constituyendo un cambio, por ejemplo, en el modelo tradicional de los llamados “polleros”, “coyotes” o “guías” que ofrecían un servicio individual para el cruce de fronteras internacionales. Actualmente se puede hablar de un “sistema de coyotaje” en el que intervienen diversos actores que se eslabonan con servicios diversificados para el traslado de personas: transporte, hospedaje, alimentación, soborno de autoridades. Por otra parte, está la ayuda organizada por parte de la sociedad civil, no sólo en los países desarrollados que son el destino, sino en los países de origen y en los de tránsito, con lo cual se precisa este planteamiento teórico, pues no se trata sólo de lograr el respeto a los derechos en el punto de llegada, sino en el tránsito, y esta tarea se realiza también desde organizaciones asentadas en los lugares de origen.

 

El modelo histórico estructural

Este modelo surge en la década de 1960-1970 y se trata de una propuesta que se inspira en la teoría de la dependencia, que a su vez toma del marxismo sus conceptos clave. Esta perspectiva histórico-cultural propone que las migraciones son resultado histórico de un orden capitalista internacional en donde existe un centro nuclear formado por países desarrollados y una periferia que necesariamente permanece subdesarrollada dada la relación desigual entre ambos grupos de países. El avance de los países ricos se realiza a costa del atraso de los países pobres y se vuelve un sistema estructural. Este planteamiento coincide con la idea de los sistemas mundiales de Wallerstein. Una de las consecuencias más nefastas de esta condición es la fuga de cerebros desde los países periféricos a los centrales, en la medida que los países de la periferia invirtieron en la formación de esos cuadros con la intención de generar conocimientos y tecnología para superar el subdesarrollo, pero su talento no queda al servicio del propio país, sino que acaba siendo para beneficio de los mismos países causantes del subdesarrollo.

Este modelo explica la migración desde causas estructurales, sobre todo por la necesidad del gran capital por tener dominio sobre regiones y países que se vuelven fuente de ingresos a partir de una lógica de dominación permanente. Esto trae consigo la pobreza y la necesidad de buscar mejores condiciones de vida en esos países centrales. Los llamados países de tránsito son generalmente países de periferia económica a los cuales se les impone, en la mayoría de los casos, la responsabilidad de contener el tránsito de personas migrantes, cuando en realidad la causa de la movilidad está en los países centrales. Se trata entonces de una falsa adjudicación de deberes y un falso diagnóstico que encubre la opresión y la dinámica de dependencia. El proceso de tránsito pone de relieve una condición histórico-estructural de opresión que opera como causa y efecto de la movilidad humana al provocar condiciones de crisis humanitaria tanto en los lugares de origen como de tránsito.

Enfoque sistémico
Teoría de los sistemas de migración

Está emparentada con las teorías de los sistemas mundiales, la de redes, la institucional y de causalidad acumulada en tanto que sugieren que los flujos de migración toman cierta estabilidad y estructura a lo largo del tiempo y el espacio, con lo cual permiten identificar sistemas estables de migración internacional.

De acuerdo con Arango (2003), el antecedente es el estudio de Akin Mabogunje (1975) sobre la migración rural-urbana en África. En este trabajo se definen los sistemas como puentes de vínculos sociales entre unos países receptores con un cierto número de regiones de origen. Estas relaciones se mantienen por la contribución de diversas organizaciones que favorecen la continuidad del flujo migratorio.

La migración de tránsito aporta a esta teoría un elemento dinámico; la realidad empírica ha mostrado un número amplio de personas migrantes que no se rigen por procesos estructurales estables ni en tiempo ni en espacio. Se puede considerar que hay un destino común: los Estados Unidos, y que seguramente habrá connacionales que han hecho el viaje migratorio antes, pero las condiciones actuales hacen que no siempre se elija el mismo lugar, ni que las rutas del tránsito sean las mismas que los anteriores han seguido: frente a la criminalización de la migración por parte del gobierno, ante la dificultad de encontrar empleo en el lugar donde están los conocidos y ante la violencia generalizada en el tránsito, las rutas y los destinos se modifican; por ello, es común que se decida más a partir de una lógica coyuntural que de una estructural, con lo cual se pueden generar más bien dinámicas de cambio continuo.

La era de la migración

Se trata de otro aporte teórico importante. Castles y Miller (2004) ponen atención al problema de la diversidad étnica, una de las consecuencias principales y conflictivas tanto para los países receptores como para los migrantes que llegan. El concepto clave de su planteamiento es el proceso migratorio, mediante el cual se sintetizan “intrincados sistemas de factores e interacciones que conducen a la migración internacional e influyen en su curso”. Para llegar a este concepto los autores toman como referencia histórica un antes y un después de 1945, así como un estudio comparativo entre dos países: Australia y Alemania.

La migración de tránsito forma parte de ese “proceso migratorio”; las condiciones de tránsito internacional migratorio que impera en las diferentes latitudes del mundo muestran que la diversidad étnica no sólo afecta en los lugares de origen, sino en los que son de tránsito, a veces para despertar solidaridad, otras veces para fomentar la xenofobia. Con ello se complejiza el fenómeno migratorio y emplaza a estudios mucho más profundos y detallados para poder ofrecer soluciones acertadas y eficaces.

Andamiaje teórico que facilita comprender la migración de tránsito

Como se puede apreciar, la migración ha sido estudiada ampliamente por los científicos sociales; los diversos enfoques, perspectivas y presupuestos han dado como resultado este mosaico de comprensión. El fenómeno de la migración de tránsito se puede nutrir de forma particular por determinados referentes teóricos de acuerdo con los propósitos y enfoques de cada investigación. El presente trabajo tiene como referentes tres propuestas explicativas con las que se quiere señalar la dimensión sistémica, que supone la economía globalizada, e histórico-estructural de la migración de tránsito. El enfoque sistémico se recupera desde la teoría de los sistemas mundiales y el histórico-estructural desde las teorías del capital social y la de redes migratorias que a continuación se discutirán.

Teoría de los sistemas mundiales

Esta teoría se ha tomado como un referente fundamental para este trabajo de investigación por su fuerza explicativa de diversos factores que intervienen una parte del objeto de estudio: la migración de tránsito. Esta teoría explica, de una manera más adecuada, las fuerzas que promueven la migración desde los países subdesarrollados, así como las razones por las cuales los países desarrollados atraen migrantes, y cómo es que surgen los lazos estructurales que sirven para conectar los lugares de origen con los de destino. Aquí se pueden ubicar autores como Immanuel Wallerstein (1974), Alejandro Portes (1981), John Walton (1981), Elizabeth Petras (1981), Manuel Castells (1989), Saskia Sassen (1988) y Eva Morawska (1990). El planteamiento básico es que la introducción de las relaciones económicas capitalistas en los países de la periferia genera una población con disposición a migrar. La instalación de fábricas y maquiladoras de propietarios extranjeros en los países periféricos merma la economía local, ya que produce bienes que compiten con los fabricados localmente; entre otras distorsiones, feminiza la fuerza de trabajo sin proporcionar oportunidades de empleo para los varones; socializa a las mujeres en el trabajo industrial y el consumo moderno, pero no les asegura un ingreso a largo plazo que les permita satisfacer esas necesidades.

Esta propuesta teórica se contrapone a los planteamientos desarrollistas de cambio social y desarrollo que suponían que mediante el orden y progreso los países pobres evolucionarían hacia la modernización y la industrialización. Sin embargo, lo que acontece en la realidad es que se han construido relaciones de dependencia en su aspecto de introducción del capital productivo en sectores coloniales y en países subdesarrollados y neocoloniales. Desde una perspectiva marxista, los teóricos histórico-estructuralistas indican que, a causa de una distribución desigual del poder político en los países, la expansión del capitalismo globalizante conduce a que las desigualdades se vuelvan permanentes y también a que se refuerce un orden económico con estratificaciones.

Las desigualdades se manifiestan en la tenencia de la tierra y en la extracción de las materias primas que son vendidas en los mercados internacionales, lo cual conlleva también una modificación de las formas de trabajo. Asimismo, se da un proceso de imposición cultural desde los países centrales derivado de la expansión de las comunicaciones y de políticas de penetración ideológica, sobre todo en los estilos de consumo. De esta forma, los países pobres permanecen en una condición de desventaja en un sistema geopolítico desigual que, lejos de llevarlos al progreso y al desarrollo, más bien constituye una situación de pobreza permanente y aun creciente.

Con una base común que es la teoría histórico-estructuralista, se reconocen dos vertientes: la teoría de la dependencia y la teoría de los sistemas mundiales. Si bien en los orígenes (década de 1960-1970) no se preocuparon mucho por la migración internacional sino por la migración campo-ciudad, posteriormente relacionaron la migración con la dimensión macro de las relaciones socioeconómicas a nivel macro, a la división geográfica del trabajo y las dinámicas de poder y dominación política.

En el caso latinoamericano, la teoría de la dependencia tuvo su auge con los aportes de Celso Furtado (1965), Fernando Cardoso y Enzo Faletto (1969). Su afirmación básica es que hay una desigualdad en la distribución política y económica entre las naciones, y esto fue provocado por la expansión capitalista y por un posicionamiento diferente en diversos momentos de la historia.

Esta propuesta explicativa fue asumida en los planteamientos de un movimiento teológico y de acción popular en el seno de la iglesia católica latinoamericana: la teología de la liberación. Desde una perspectiva religiosa, se reconocía que la condición de pobreza en América Latina era fruto precisamente de esa dependencia de los países de la periferia hacia los países del centro desarrollado, y que no había salida de esa situación a menos que se rompiera con el sistema, de ahí la importancia de generar procesos de liberación en todos los niveles de la sociedad: económico, político y cultural. La liberación asumía la centralidad de un actor en el proceso de cambio social: el pobre, aquel que estaba victimizado tenía ahora la tarea histórica de ser protagonista de un cambio estructural. Desde la perspectiva del pobre, el mundo se podría recrear y volverse un lugar de justicia y dignidad para todos.

Esta vertiente teológica, que ha buscado ir a los orígenes del cristianismo, ha sido una influencia manifiesta en la motivación de un buen número de agentes defensores de personas migrantes vinculados a la iglesia católica de México. Hay quienes no manifiestan explícitamente este vínculo teológico, pero a través de las acciones que van emprendiendo en la atención y defensa de las personas migrantes parecen corresponder, de cualquier forma, con los planteamientos de la teología de la liberación. De ahí que en el seno del episcopado mexicano se generen conflictos específicos por considerar algunos obispos que la “pastoral de migrantes” tuvo una dinámica demasiado politizada y de confrontación con el estado mexicano, esto es, el mismo tipo de acusación que tuvieron en su momento los movimientos cristianos liberacionistas en América Latina.24 Sin embargo, este paso de una perspectiva asistencialista a otra que busca el protagonismo histórico de las personas migrantes es más bien reciente, y no todos los grupos que hacen este tipo de labor han dado ese paso; incluso en la actualidad se pueden ubicar personajes que han dejado de lado la denuncia y confrontación frente a las violaciones a derechos humanos y han asumido una conducta que respalda la política actual de la jerarquía de la iglesia y del gobierno mexicano.

 

Aunque la teología de la liberación no inspira a todos los que hacen trabajo de atención a personas migrantes en tránsito, resulta interesante considerar que un sector sí se explica el proceso migratorio como fruto de fuerzas económicas que operan a nivel global y que generan relaciones de dependencia y desigualdad, con lo cual se favorece la migración internacional.

Retomando la teoría de los sistemas mundiales, hay que considerar que recientemente esta tiene un eje fundamental en el concepto “ciudades globales”, de Saskia Sassen (1988, 1990), es decir, un grupo pequeño de ciudades en donde se toman las grandes decisiones que afectan en todo el mundo. En esas ciudades se concentra una fuerza de trabajo calificado, y hay también un amplio mercado en el sector de servicios en donde se inserta mano de obra migrante de los países periféricos. Este nuevo sistema mundial, iniciado en el siglo XVI, ha provocado cambios en los países pobres, específicamente ha creado una población que está siempre disponible para movilizarse hacia los centros industrializados y genera una nueva geografía del poder.

Como el sentido de la intervención capitalista supone un amplio intercambio de mercancías, maquinaria, materias primas, personas, etc., se crea una infraestructura de comunicaciones y transporte que facilita esos movimientos, con lo cual se generan auténticos “circuitos migratorios” (Durand y Massey, 2003: 28) que hacen menores los costos de algunas rutas internacionales. Se promueve así la migración internacional.

Esta nueva geografía de poder se puede caracterizar no tanto como un declive del estado, como algunos sugieren, sino más bien como una transformación: nos hallamos ante una nueva forma de posicionamiento por parte del estado en un espacio de poder más amplio y una nueva configuración del quehacer de los estados (Sassen, 2000). Lo más notable es la irrupción de lo privado en la esfera pública, creando un nuevo sistema con los medios suficientes para volver privado lo que antes fue público y de privatizar lo que fueron recursos y programas políticos públicos (id.).

Hay otros componentes adicionales que favorecen la migración desde la perspectiva de los sistemas mundiales: uno de ellos es el sistema básico de seguridad internacional, es decir, las fuerzas armadas que tienen como fin la protección de la integridad del sistema capitalista global, con lo cual se crean enclaves militares en diversos puntos del planeta; el otro es la relación de tipo ideológico y cultural como puede ser un pasado colonial, o una influencia lograda por la intervención económica de un país central sobre uno periférico. En el caso de lo militar, lo que puede suceder es que a partir del asentamiento de las bases se establecen relaciones con la comunidad local y ocasionalmente se generan matrimonios entre los militares y mujeres locales que después emigran al país central y son promotoras de más migración entre sus familiares. Esta relación de atracción y facilitación puede darse también cuando se contratan servicios en las localidades, con lo cual se crean también relaciones más o menos estables que al final de la ocupación pueden continuar y favorecen también la migración. Así se explica que luego de movimientos militares importantes se sigan considerables flujos migratorios, como fue el caso de Nicaragua o El Salvador (Durand y Massey, 2003). En el otro componente, de las conexiones ideológicas y culturales, intervienen también como apoyo los medios de comunicación, las campañas publicitarias y la influencia directa de los países centrales con su idioma, sus formas culturales y sus patrones de consumo que, apoyados en una infraestructura más consistente de comunicación a todos niveles, facilita la migración desde la periferia al centro (id.).

Desde esta perspectiva, la migración internacional no sólo es resultado de una decisión individual o del grupo familiar o comunitario, sino una consecuencia de tipo estructural fruto de la expansión de los mercados en esta nueva geografía del poder, en una lógica de globalización y desigualdad. Las naciones en situación desfavorable están potencialmente sumidas en crisis de tipo económico, político y aun cultural en el sentido de una ruptura creciente del tejido social a partir de la violencia y de la impunidad. Además, son países cada vez más frágiles ante otro tipo de afectaciones como las catástrofes ambientales, tal es el caso de los huracanes Mitch en 1998 y Stan en 2005, que destruyeron infraestructura importante en la región centroamericana. Las condiciones de explotación, violencia, corrupción e impunidad en estos países periféricos, a las que se suman las políticas migratorias criminalizantes de México y Estados Unidos, así como las condiciones sociales y económicas de desigualdad extrema25 o xenofobia, son factores altamente propicios para que la migración de tránsito por México, en situación irregular, se realice en condiciones equiparables a las de una crisis humanitaria, entendida como:

Una situación de emergencia (en la que existe una excepcional y generalizada) amenaza (a la vida humana), la salud, la seguridad o el bienestar de una comunidad o grupo de personas de un país o una región. (Tales crisis suelen aparecer dentro de una situación de desprotección previa donde una serie de factores preexistentes): un acontecimiento político (guerra, conflicto armado, etc.), una catástrofe ambiental (terremotos, tsunamis, etc.) o causas de otra índole, multiplican sus efectos destructivos y debilitan a un grupo humano hasta el punto de precisar ayuda y cooperación internacional que satisfaga sus necesidades básicas: hambre, salud, educación, reconstrucción de infraestructura, etc.26

En el capítulo II se abordará más ampliamente el concepto de crisis humanitaria, con su contraparte de acción humanitaria, que ayuda a superar niveles de vulnerabilidad para que las personas recuperen capacidades que les permitan generar estrategias propias para afrontar y resolver sus dificultades en el tránsito. Estos conceptos serán abordados desde el marco del DIH ya que esta perspectiva aporta una serie de posibilidades de acción que superan el ámbito de lo nacional, ya que la migración de tránsito es, por definición, internacional.

Se ha tomado la teoría de los sistemas mundiales en este trabajo porque la migración de tránsito es, finalmente, una migración internacional. Así que un aspecto básico de su comprensión es reconocer por qué sucede la migración internacional que da origen al tránsito migratorio. Lo que se asume de aquí es que la migración internacional, donde se inserta la migración de tránsito, tiene raíces histórico-estructurales vinculadas a la globalización del capitalismo que no implica un proceso ordenado y evolutivo en todos los países, sino una economía estratificada donde unos quedan en posición central, otros en periferia y otros en semiperiferia. La condición de periferia es sostenida por los países centrales, rompiendo formas tradicionales de relación con la tierra, de producción económica, de organización social y de comportamiento cultural, con lo cual se crean desplazados y desempleados que constituyen, en condiciones de pobreza y desigualdad, una fuerza laboral siempre dispuesta a movilizarse a los lugares de donde se invierte el gran capital; el tránsito migratorio irregular es movimiento desde los países subdesarrollados, desde las regiones del despojo hacia los centros del capital, donde se supone habrán posibilidades laborales y por tanto de mejora. Adicionalmente, esta migración internacional puede ser facilitada por la infraestructura de comunicación y transporte que requiere el capital para el traslado de materias primas, mercancías, maquinaria y personas. Se trata de una migración “hacia el exterior porque la globalización crea lazos materiales, militares e ideológicos con los lugares en donde se origina el capital” (Durand y Massey, 2003: 27). Es aquí, en el movimiento hacia el exterior, donde se estudia la migración de tránsito irregular que, a pesar de contar con algunas facilidades en infraestructura, no deja de tener sus dificultades y grandes obstáculos, como se verá al abordar el caso específico de México.