Parecían el símbolo del porvenir enterrando el cadáver del pasado.
Cerró la noche, negra como un luto por las tristezas humanas; silbó el viento entre los maizales del valle, y el río, emblema de la fuerza inmortal de la Naturaleza, siguió pasando silencioso y lento entre las ruedas del molino, paradas por la mano de la guerra.
Madrid, Junio a Diciembre de 1886.