Del ¿por qué? a la adoración

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El libro de Job enfatiza el mismo punto. Dios permitió que Satanás probara a Job, pero Dios puso límites. Como ha dicho David Atkinson, aunque haya maldad en la historia de Job, no hay dualismo.5 Algunos cristianos parecen vivir sus vidas como si fuera una aventura de Star Wars, rodeados de fuerzas iguales y opuestas del bien y del mal. Ni el bien ni el mal son lo suficientemente fuertes, así que este evento debe ser de Dios y este otro del diablo, como si hubiera dos mundos, uno del bien y otro del mal, y nuestras vidas se balancearan entre ambos. Pero esta no es la realidad que nos da la Biblia. Dios siempre está en control; él siempre, en última instancia, es Soberano. Incluso Satanás está bajo el control de Dios, como lo cuenta el libro de Job. El primer capítulo de Habacuc enfatiza esa realidad. Dios está diciendo: «Yo estoy detrás de la historia humana». Los babilonios pueden creer que están en control; los británicos o los estadounidenses o al-Qaeda pueden creer tener el control. Pero el auge y la caída de las naciones y de los imperios, de los dictadores y de los terroristas, están en las manos de Dios.

A veces podemos ver esto en eventos mundiales específicos, como en la toma del poder por parte de los comunistas de China en 1950. Miles de misioneros fueron obligados a salir del país, pero, en los buenos propósitos de Dios, la aparente tragedia de la evacuación misionera resultó directamente en el extraordinario crecimiento de la iglesia de una manera que nadie hubiera predicho.

Esto es cierto también en medio de tragedias personales. Recientemente estaba con un amigo indio quien me hablaba del crecimiento de la iglesia en la India en estos últimos años. Existen muchas razones que explican este crecimiento, me dijo, pero hay que mencionar a una mujer, una misionera australiana llamada Gladys Staines, que hasta hace poco estuvo sirviendo al Señor en la India. Su esposo, Graham Staines, trabajaba con leprosos y grupos tribales en Orissa, en el norte de la India. En junio de 1999, sus dos hijos y él fueron asesinados cuando una multitud prendió fuego a su vehículo. Al día siguiente, su viuda Gladys, que estaba de duelo, le dijo a un periodista: «Estoy tremendamente dolida. Pero no estoy enojada. Porque Jesús nos ha enseñado a amar a nuestros enemigos». Sus palabras se propagaron por todos los periódicos indios, alrededor del país y en todo el mundo. Cientos de personas se preguntaban: «¿Por qué los cristianos son diferentes?».

Mi amigo Iván vincula el notable crecimiento de la iglesia, al menos en parte, al valiente testimonio que surgió de esa tragedia. El apologeta asiático Vinoth Ramachandra dijo, en la conferencia de Urbana 2000, que no podía evitar pensar que una viuda australiana de mediana edad había hecho más por la causa del evangelio en la India que todos los telepredicadores en los canales de veinticuatro horas que se transmiten en ese país. No hay duda que la familia y la iglesia estaban abrumados por el dolor de aquella tragedia. Muchas personas se habrían cuestionado cómo los propósitos de Dios podrían cumplirse dentro de semejantes circunstancias. Algunos de nosotros tal vez estamos transitando un camino similar. Ocurren eventos que al parecer no tienen sentido, y nos preguntamos cómo es posible que Dios esté obrando en estas circunstancias. ¿Cómo podemos afirmar que él está en control? Sin embargo, eso es lo que nos enseñan estos ejemplos bíblicos, ya sea la palabra de Dios a Habacuc, la afirmación de la iglesia en Hechos 4, la conmovedora oración de Job, o el valiente testimonio de discípulos comprometidos como Gladys Staines. Dios está obrando y él está en control.


Hemos mencionado cómo algunos cristianos imaginan que su vida es una batalla entre el bien y el mal, donde algunos eventos son influenciados por Dios y otros por Satanás. ¿De qué manera el versículo 6 nos presenta la perspectiva correcta acerca de la soberanía de Dios? ¿y por qué nos cuesta creer esto?Algunas personas se rehúsan a aceptar la idea de que Dios está en control. Piensan en eventos terribles y sus consecuencias, y solo pueden concluir que Dios se ha alejado. ¿Cómo responderías a esto? ¿Cuáles son las alternativas si Dios no está en control?

Para mayor investigación

A menudo encontramos las preguntas ¿por qué? y ¿hasta cuándo? en los salmos de lamento. Léelos detenidamente, prestando atención a si reciben o no una respuesta. ¿Qué nos enseñan los salmos acerca de la espiritualidad bíblica?

* ¿Por qué? Salmos 10.1; 22.1; 43.2; 44.24

* ¿Hasta cuándo? Salmos 6.3; 74.10; 80.4; 90.13; 94.3

* ¿Cuándo? Salmos 101.3; 119.82, 84.

Hechos 4.28 da testimonio de cómo los primeros cristianos reflexionaron acerca de los eventos en torno a la muerte de Cristo. ¿Cuáles son los elementos clave de esta oración (Hch 4.24-30) qué nos pueden servir como guía cuando las circunstancias que nos rodean entorpecen nuestra convicción de que Dios está en control?

Revisa Job 1.6-12. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a entender la relación entre las obras de Satanás y el control que Dios ejerce? Job no tenía idea del diálogo entre Dios y Satanás, entonces qué es lo que te impresiona acerca de la respuesta de Job en 1.20-22?

Para reflexionar

Puede que tengas ejemplos de tu vida diaria, o de tus compañeros de grupo que se parecen a las dificultades que enfrentaba Habacuc. Plantea estas preguntas e incertidumbres con honestidad delante de Dios.

También puede haber historias que, cuando las recuerdes, te des cuenta que Dios actuaba en tu vida, en tu iglesia o incluso en eventos nacionales e internacionales. Pasa un tiempo reflexionando sobre la misericordia de Dios y agradécele por cumplir sus buenos propósitos incluso en las situaciones más difíciles.

3. D. Martyn Lloyd-Jones, From Fear to Faith (Leicester: IVP, 1953), 16-18, (reimpreso en 2003).

4. John Calvin, Habakkuk, Zephaniah, Haggai, vol. 4, Commentary on the Twelve Minor Prophets (Edinburgh: Banner of Truth Trust, 1985).

5. David Atkinson, The Message of Job (Leicester: IVP, 1991), 22.

Capítulo 2

La confusión de Habacuc


Objetivo: Reconocer cómo la fe y la duda, la certeza y la confusión, pueden coexistir en un verdadero creyente

Tema central

Hay momentos cuando, a pesar de la seguridad que nos expresan otros creyentes, nos cuesta encontrarle sentido a lo que sucede en el mundo. En momentos así, necesitamos encontrar el camino de regreso a la sólida roca que son las promesas de Dios.

Lee: Habacuc 1.12-17

Versículo clave: Habacuc 1.12

Estructura:

1. Confianza (1.11, 12)

a. El compromiso de Dios

b. La eternidad de Dios

c. El propósito de Dios

2. Contradicciones (1.13b-17)

Habacuc apenas podía creer lo que estaba escuchado; lo mismo sentía la gente de Jerusalén. Uno de los peores aspectos de la traición del pueblo fue caer en una sensación falsa de seguridad. Somos el pueblo de Dios. No podían creer que Dios los juzgaría por medio de los babilonios.

Pablo cita a Habacuc durante su labor evangelística en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, en la actual Turquía. Lo encontramos en Hechos 13.41. Proclamó que todo el que crea en Jesús, está libre de pecado, pero luego les advierte contra tomar sus palabras a la ligera. «Tengan cuidado» —les exhorta Pablo— «no sea que les suceda lo que han dicho los profetas» (Hch 13.40). Y luego cita a Habacuc 1.5: «Estoy por hacer en estos días cosas tan sorprendentes que no las creerán, aunque alguien se las explique». Es una advertencia clara: el juicio les ha llegado; no piensen que jamás les sucederá.

Para gente religiosa como nosotros, es fácil caer en el descuido o incluso burlarnos de la idea de que Dios nos va a juzgar. Como cristianos contemporáneos corremos el peligro de caer en esta falta de seriedad. Pero Pablo nos enseña que un día Dios juzgará a todo hombre y a toda mujer. Él es el Señor de la historia. Es por eso que el evangelio de la gracia de Dios por medio de Jesucristo jamás debe ser ignorado. En Habacuc capítulo 1, el mensaje es claro: Dios está cumpliendo su palabra. Ese es el tema principal del libro. Si Dios promete bendiciones a aquellos que obedecen, él cumplirá su palabra. Si él promete juicio para aquellos que lo rechazan, eso sucederá también.


¿Crees que nuestra generación es más propensa a descuidar y tomar con ligereza el juicio de Dios?¿Dónde está el equilibrio entre el sobrio reconocimiento de estas realidades y la gozosa liberación que viene de saber que en Cristo «no hay más condenación»?

Sin embargo, la promesa de juicio no solucionó la confusión de Habacuc. Después de todo, como profeta, sabía que el juicio era inevitable. Pero tenía otro problema, una profunda confusión. En lugar de ver progreso en los propósitos de Dios, a Habacuc le parecía que iban exactamente en el sentido opuesto. La cura era peor que la enfermedad. Este es el punto de tensión del que ya hemos hablado. Podemos ver el conflicto expresado en los versículos 12 y 13: «¡Tú, Señor, existes desde la eternidad! ¡Tú, mi santo Dios, eres inmortal!… Son tan puros tus ojos que no puedes ver el mal; no te es posible contemplar el sufrimiento. ¿Por qué entonces toleras a los traidores? ¿Por qué guardas silencio mientras los impíos se tragan a los justos?».

El versículo 12 expresa lo que cree; el versículo 13 es lo que observa. Podríamos interpretar a ambos como una expresión de confianza y a la vez de contradicción.

 

1. Confianza (1.12, 13)

Es intrigante ver que los salmistas y profetas plantean sus preguntas difíciles en el contexto de sus certidumbres. Eso es muy importante para nosotros también. Podemos tener todo tipo de preguntas, pero debemos hacerlas en el contexto de las verdades fundamentales de la fe cristiana. En medio de nuestra confusión, debemos afirmar lo que sabemos que es cierto. «Nunca dudes a oscuras lo que Dios te ha dicho a toda luz», dice Warren Wiersbe.


Haz una lista de las certidumbres que quisieras que te sujetaran en medio de la oscuridad. ¿Cuáles versículos bíblicos te vienen a la mente y que encapsulan algunas de estas verdades?¿Alguna vez has intentado memorizar pasajes bíblicos o versículos? Elige uno o dos de los versículos que el grupo haya propuesto y apréndelos de memoria.

Podemos resumir la confianza de Habacuc en tres expresiones:

a. El compromiso de Dios

Primero, Habacuc subraya la certeza del compromiso de Dios con su pueblo. Le habla a Dios de manera personal y directa: «Tú, mi santo Dios» (1.12), que quiere decir: «Tú eres fiel, un Dios de pactos, te pertenezco». Habacuc afirma una certeza fundamental, que muchos añoran: el sentido de pertenencia. Afirma que «no moriremos».6 Esa es exactamente nuestra confianza. Dios no nos abandonará porque, pase lo que pase, le pertenecemos. Dios no abandonará a su pueblo. El enfoque en este versículo demuestra que este asunto no depende de nuestra capacidad para creer, sino en la fidelidad de Dios hacia nosotros.

b. La eternidad de Dios

En medio del mundo turbulento en el que Habacuc vivía, él estaba seguro de otra realidad. Dios es eterno. «¡Tú, Señor, existes desde la eternidad!» (1.12). Él es el Dios que se involucra en la historia pero que también está por encima de sus turbulentos altibajos. Sean cuales sean los miedos y las incertidumbres de nuestras vidas, Dios es el Eterno, el Sempiterno. Él es la Roca (1.12), el único elemento estable en un mundo inestable. Si las cosas tambalean en nuestras vidas o en nuestro mundo, tenemos que aferrarnos a la inmutabilidad de Dios.

c. El propósito de Dios

Tú, Señor, los has puesto para hacer justicia; tú, mi Roca, los has puesto para ejecutar tu castigo. (1.12)

Habacuc se da cuenta que la invasión babilónica que está por venir es algo que Dios ha decretado. Otros profetas, como Ezequiel, Jeremías e Isaías, también se dieron cuenta que los eventos internacionales no ocurren al azar; son todos parte del propósito soberano de Dios. Estas son las tres afirmaciones que sostienen la confianza de Habacuc en Dios:

* El propósito de Dios: su cuidado fiel por aquellos que le pertenecen.

* La eternidad de Dios: su inmutabilidad en un mundo turbulento e incierto.

* El propósito de Dios: su supervisión y control sobre todos los eventos de la historia.


A menudo se sugiere que vivimos en una sociedad que piensa grandes cosas sobre la humanidad y pequeñeces acerca de Dios. ¿Cómo podemos corregir esto en nuestras vidas y en nuestra iglesia?

El ejemplo de Habacuc en este versículo es importante para nuestras vidas también. Cuando nos topamos con la turbulencia y la incertidumbre de nuestro mundo, podría ser fácil perder de vista las convicciones que expresa Habacuc. A menudo uso una ilustración que, para mí, describe la vida cristiana. Proviene de mi experiencia navegando en el Estrecho de Mull en Escocia. Era un verano increíble, hasta que llegamos a Escocia. El viento soplaba casi con la fuerza de una tormenta, pero el capitán estaba decidido a completar el viaje. Pronto aprendimos lo que era barloventear (navegar en contra del viento). Es una maniobra donde se navega en una dirección y luego se cambia hacia otra, moviéndose en un constante zigzag. Se avanza muy lento, pero lo increíble es que se usa el viento en contra para avanzar.

Me parece que esto es un modelo realista de lo que es la vida cristiana. A veces como cristianos creemos que siempre debemos estar avanzando hacia una espiritualidad orientada al éxito. Pero Jesús nunca nos prometió eso. Nos prometió que sin importar qué clase de olas y vientos estamos enfrentando, estaremos progresando hacia nuestro destino. Dios utiliza incluso fuerzas opuestas para ayudarnos a avanzar.

Pertenecemos a Aquel que es eterno, que está en control a nivel personal e incluso internacional.


Hemos sugerido que la imagen de navegar contra el viento es un modelo realista de la espiritualidad cristiana. ¿Se te ocurren otras ilustraciones de la vida diaria que capturen una realidad similar, de progreso en medio de dificultad o de crecimiento bajo presión? ¿Puedes pensar en ilustraciones o ejemplos bíblicos?

Habacuc ofrece tres expresiones de confianza hacia Dios. Pero como hemos visto, hay un punto de tensión. Junto con sus certezas, Habacuc también expresa su confusión. Se siente desconcertado ante la respuesta de Dios.

2. Contradicción (1.13-17)

Si su queja anterior era que Dios es indiferente o inactivo, ahora su queja es que Dios es inconsistente. Encontramos este dilema en el versículo 13. «Son tan puros tus ojos que no puedes ver el mal; no te es posible contemplar el sufrimiento. ¿Por qué entonces toleras a los traidores? ¿Por qué guardas silencio mientras los impíos se tragan a los justos?».

Tomemos en cuenta el instrumento que Dios ha elegido. ¿Si se supone que Dios posee una asombrosa pureza, por qué permite que los despiadados babilonios actúen así? La conjetura es que si los utiliza es porque debe ser como ellos. Como un pescador con caña y redes, los babilonios se sientan junto a la corriente que Dios les ha provisto, una corriente llena de peces humanos. «Babilonia los saca a todos con anzuelo, los arrastra con sus redes, los recoge entre sus mallas, y así se alegra y regocija» (1.15). Los historiadores nos dicen que los babilonios ponían anzuelos en los labios de sus cautivos para llevarlos encadenados. No es de extrañar que Habacuc estuviera consternado por su brutalidad.

Tal vez así nos parece que estamos hoy en día, perplejos ante lo que sucede en nuestro mundo. La palabra violencia es muy apropiada para describir nuestra época. Dicen que hay alrededor de veinticinco a treinta guerras alrededor del mundo, y el Índice de Paz Mundial nos dice que una alta proporción de países está involucrada en alguna clase de conflicto. Existen otras estadísticas reveladoras: muchos niños de once años en los Estados Unidos ya han visto ocho mil asesinatos por la televisión y otros mil actos de violencia, sin contar el número de enemigos que han «matado» en diversos juegos de computadora.7

Debemos añadir que también nos desconciertan las tragedias en nuestras vidas personales, que parecen contradecir nuestra comprensión del carácter de Dios. La confusión de Habacuc no es porque él cree que el juicio es innecesario; él sabe que el juicio de Dios debe venir. Su preocupación es esta: ¿cómo puede ser que toda esta violencia y devastación cumpla los propósitos justos y rectos de Dios? Y no solo eso, ¿hasta cuándo durará todo esto? ¿Continuará vaciando sus redes y matando sin piedad a las naciones? (1.17). ¿Permitirá Dios que esto dure para siempre? ¿Cuándo se establecerá el orden?


¿Qué aspectos de tu vida te llevan a compartir el sentimiento de indignación e injusticia que sentía Habacuc? ¿Qué tan fácil te resulta convertir estas luchas en oraciones?

Resumen de la primera parte (Hab 1.1–2.1)

El capítulo que hemos estudiado enfatiza tres características de una verdadera espiritualidad, y sería bueno reflexionar sobre estos temas a medida que terminamos esta parte.

Enfrentando la realidad

Me doy cuenta que los temas de este capítulo no son fáciles de enfrentar. Podemos resolver la tensión que hemos descrito si dividimos nuestra vida en diferentes compartimientos, con nuestra vida cristiana por un lado y el resto del mundo por otro. De esa manera no permitimos conversación entre ambas; mantenemos nuestra fe cuidadosamente protegida, separada de las preguntas problemáticas del mundo.

Pero no es necesario proteger nuestra fe cristiana de este modo. Enfrentar la tensión nos permite encontrar la roca sólida que nos sostiene. Este tipo de realismo es una característica de lo que Jim Packer llama «santidad adulta». En su libro El conocimiento del Dios Santo, Packer dice: «No conocer realmente a Dios es la enfermedad degenerativa de gran parte del cristianismo moderno. Necesitamos que Dios nos haga realistas acerca de nosotros mismos y de él».8


¿Estarías de acuerdo con que los cristianos no siempre son realistas competentes en torno a ellos mismos, a su mundo o incluso acerca de Dios? Si es así, ¿por qué crees que esto ocurre? ¿Como podemos vivir con los pies en la tierra y nuestros corazones en el cielo?

Orando con honestidad

Esta es la segunda característica de una espiritualidad bíblica. El primer capítulo de Habacuc nos invita a tener diálogos honestos con Dios. Me gusta cómo lo expresa John Goldingay cuando escribe sobre otro creyente turbado del Antiguo Testamento: «No debemos intentar embotellar nuestras emociones porque Dios nos invita a derramarlas».9 Habacuc entiende ese tipo de honestidad. Pensar que tenemos que evitar hacer preguntas difíciles es falsa espiritualidad. Fingir una cara feliz y valiente ante otros cristianos e incluso ante Dios, cuando en realidad nos sentimos destrozados, casi seguro que acentuará nuestra angustia. Poder confesar estas cosas a Dios es una señal de madurez espiritual.

«Esto no es solamente una catarsis emocional», dice Goldingay, «como llorar en un cuarto vacío o perder los estribos a solas y golpear almohadas. Es más adulto decir lo que uno siente a la persona que uno cree responsable».10 A Habacuc no le da miedo hacer eso. No duda en ser honesto con Dios.


Los niños son mejores que los adultos a la hora de ser honestos. ¿Qué podemos aprender de su actitud?

Afirmar nuestra certidumbre

«¡Tú, mi santo Dios…! Tú, Señor… mi Roca» (1.12). Habacuc está haciendo lo mismo que hace el salmista en el Salmo 42. Se plantea las mismas preguntas, que surgen del mismo contexto de certidumbres. «Y le digo a Dios, a mi Roca: ¿Por qué me has olvidado?» (Sal 42.9).

Martyn Lloyd-Jones escribió al respecto en su libro Depresión Espiritual: «La esencia de la sabiduría es hablarte a ti mismo, no escucharte a ti mismo».11 Quiere decir que debemos repetirnos las verdades de la Palabra de Dios, las afirmaciones solidas de nuestra fe. Esta es la disciplina que necesitamos. Como Habacuc, debemos repetir las certezas de nuestra fe, fundadas en todo lo que Cristo ha hecho.

C. S. Lewis escribió este consejo para nuevos cristianos:

Supongamos que la razón de un hombre le dice que la evidencia está a favor del cristianismo. Puedo decir lo que le va a pasar a ese hombre en las próximas semanas. Llegará un momento cuando reciba malas noticias, o se verá en dificultades, o estará viviendo en medio de gran número de personas que no creen, y enseguida surgirán todas sus emociones y llevarán a cabo una especie de bombardeo de sus creencias. […] La fe, en el sentido en el cual estamos empleando aquí la palabra, es el arte de aferrarse a lo que una vez aceptó nuestra razón, a pesar de nuestros estados de ánimo cambiantes…12


Habacuc expresa su confianza a la par de su incertidumbre. ¿Por qué crees que los salmistas y profetas hicieron esto tan a menudo, y cómo nos puede ayudar en tiempos difíciles?¿Como podemos ayudar a nuestras familias y a los jóvenes de nuestras iglesias a ser realistas acerca las dificultades de la vida cristiana en este mundo, y a la vez fortalecer su confianza en las certezas solidas de nuestra fe?

Aquí, entonces, hay tres consejos prácticos que nos ayudarán a vivir, de manera consecuente, en este mundo quebrado.

 

* Confrontar la realidad

* Orar honestamente

* Afirmar las certezas

Cuando estamos en situaciones difíciles, es fácil que nuestras dudas y cuestionamientos nos abrumen. Necesitamos recordar las certezas de la Palabra de Dios y repetir para nosotros mismos las realidades confiables que hemos examinado. Habacuc fue un hombre de fe honesta. Si respondemos como él lo hizo, incluso en los momentos más oscuros, descubriremos que Dios es nuestro refugio y fortaleza, que él es Eterno. Al avanzar al próximo capítulo descubriremos exactamente cómo Habacuc hizo esto y cómo se plantó sobre esa Roca Eterna.

Para mayor investigación

Quizás el capítulo 1 de Habacuc no sea el más estudiado por cristianos contemporáneos, pero los temas que trata son muy comunes en las Escrituras. Lee algunos de los otros escritores que también expresan sus preguntas honestas y descubren, por el camino, que Dios se preocupa por ellos. Aunque el contexto sea oscuro, busca la manera en la que el autor también afirma sus certezas. Por ejemplo:

* Jeremías 20.7-18

* Job capítulos 1 al 3 y 38 al 42

* Salmos 42 y 43

Hemos visto cómo Habacuc aprende que Dios está en control del surgimiento de líderes y de las naciones. Vale la pena leer otros ejemplos en las Escrituras para ver cuán a menudo Dios está obrando de maneras inesperadas, supervisando eventos para llevar a cabo sus propósitos. Por ejemplo:

* Génesis 50.20; Isaías 10.5-34; 44.28–45.7; Hechos 2.23; 3.17; 4.27; 13.27

6. N. del E.: La Reina-Valera 1960 dice: «no moriremos», refiriéndose al pueblo de Israel. La NVI dice: «eres inmortal», refiriéndose a Dios.

7. Citado en Ivan Klíma, Between Security and Insecurity (New York: Thames & Hudson, 1999).

8. J. I. Packer, Knowing God (London: Hodder & Stoughton, 1973), 228. Edición en castellano, J. I. Packer, Hacia el conocimiento de Dios, Miami: Editorial Unilit, 1997; J. I. Packer, El conocimiento del Dios Santo, Miami: Editorial Vida, 2006.

9. John Goldingay, God’s Prophet, God’s Servant (Carlisle: Paternoster Press, 1984).

10. John Goldingay, Songs from a Strange Land (Leicester: IVP, 1978), 34.

11. D. Martyn Lloyd-Jones, Spiritual Depression (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1965). Edición en castellano: David Martyn Lloyd-Jones, Depresión espiritual (Grand Rapids: Libros Desafío, 2004).

12. C. S Lewis, Mere Christianity (London: Fontana, 1954), 121. Edición en castellano, C. S. Lewis, Cristianismo… ¡y nada más!, Miami: Editorial Caribe, 1977.

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