Los escribanos de Antequera

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Como vemos, esta calle ha llegado a estar ocupada por escribanos de una forma continua desde finales del siglo XVI hasta el siglo XX.

Gonzalo de León, quien primero dio nombre a este espacio urbano, fue además de escribano público y del número escribano del concejo.

Igualmente, localizamos otras dos calles en el entorno del espacio conocido como las Peñuelas, en las que residen y tienen despacho abierto los escribanos. La primera de ellas es la Calle Bastardos. Esta vía sube desde las Peñuelas a la antigua Plaza de Santa Ana, hoy llamada del Espíritu Santo. El nombre se le impone por residir en ella el escribano del número Antonio Bastardo desde 1560 hasta 1578, su hijo también escribano y un hermano Diego Bastardo que ejerció de procurador. La otra calle de este entorno es la Cuesta Flores que perteneció durante los siglos XVI y XVII al llamado arrabal del Albaicín. Una calle flanqueada aún hoy por Bastardos, Pulidos y Tinajerías. Fue calle compartida para organizar su feligresía por dos parroquias diferentes: Santa María se responsabiliza de la acera izquierda y San Sebastián de su acera derecha (entrando por las Peñuelas), hasta que en 1822 pasó toda ella a la parroquial de San Miguel.

Situada en la parte alta de la ciudad no fue difícil observar el cambio vertiginoso de panorama que se producía al salir de Pasillas, en donde se instituyó un grupo social de los más ricos de Antequera y pasando por un ensanchamiento variopinto en el que estuvo ubicado desde 1559 hasta 1589 el escribano Pedro Ruiz Flores y sus escribientes.

Como vemos, y a pesar de todas las medidas y esfuerzos, los escribanos irán asentando sus oficios a lo largo del amplio callejero antequerano, hemos relacionado tan solo la ubicación de los más significativos, de aquellos que marcaron con su nombre el espacio urbano donde vivieron ellos y sus descendientes, con anterioridad al siglo XVIII, periodo en que de forma oficial la ciudad desistirá en su lucha por mantener las desahuciadas escribanías de la Plaza de la Audiencia o Plaza de los Escribanos.


1.3.Los escribanos del número

En Antequera se establecerán 23 oficios, que agruparán a lo largo del tiempo a los fedatarios públicos de la ciudad. Aunque el principio del numerus clausus generalmente viene determinado por un privilegio real[55], que limita o, mejor dicho, fija el número de escribanías en una ciudad[56], en el caso de Antequera no tenemos constancia de haber recibido tal privilegio y las escribanías se irán formando de manera progresiva, y sin atender aparentemente a ninguna circunstancia concreta, como podemos ver en la siguiente tabla:


OFICIOFECHA CREACIÓNESCRIBANO
11495Fernando de Molina
21504Álvaro de Oviedo
31509Juan Fernández Vilorado
41509Juan Mendoza Ramos
51521Luis de Palma
61521Juan de Merodio
71521Pedro de Jaén
81522Fernando Sánchez
91529Juan López
101548Fernando de Torres
111557Francisco Pérez de Aguilera
121557Ruiz Gómez Adalid
131572Antonio Bastardo
141573Alonso de Puebla
151576Pedro Rodrigo Alonso de Mesa
161581Gonzalo Fernández Perdigón
171581Gaspar de Torres
181587Pedro de Rojas
191591García de Carvajal Duran
201592Francisco Rodríguez León
211598Diego Román Cerón
221599Miguel Fernández Merodio
231636Francisco Méndez de Pineda

Fuente: Elaboración propia a partir de diversos documentos[57].

Tan solo observamos un momento en el que se crean 4 escribanías casi simultáneamente es el periodo entre 1521 y 1522, que coincide con un momento de expansión urbana y crecimiento demográfico de la ciudad.

A partir de 1495 Antequera se irá expandiendo de manera progresiva y constante, salvo en muy concretos momentos, en la que la mortalidad provocada por crisis epidémicas mermará este crecimiento y lo frenará. Es fácil observarlo en el siguiente cuadro:

Antequera. Evolución de la población
(siglos XV – XIX)


AÑOHABITANTES
14102.252
14951.951
15188.151
153410.357
159117.154
165722.452
171716.494
175222.746
176820.378
178715.254
185727.070

Fuente: Elaboración propia partir de Padrones de Población[58].

Como hemos señalado anteriormente existe una constancia documental de la constitución y conformación de los 23 oficios que se crean en Antequera. Hay que señalar que en las fuentes donde se describe la composición y fecha de fundación de cada uno de estos oficios se alude al número. Posteriormente, en los documentos, en ningún momento hemos podido localizar referencia explícita cuando se alude al escribano del número, a la indicación del ordinal correspondiente, salvo en determinados inventarios y relaciones de documentos, realizadas en las transmisiones de escribanías o como consecuencia de algún conflicto, donde sí se alude al número ordinal correspondiente.

Comparativamente con otras ciudades del entorno andaluz su número es muy similar al de las diversas capitales de provincia. Así tenemos que a mediados del siglo XVIII, en Almería se cuenta con 9 oficios de escribanos públicos, en Cádiz 22, en Córdoba 43, Granada 29, Huelva tan sólo 3, Jaén 25, Málaga 26 y Sevilla 24[59].

En las siguientes tablas incluidas al final de este capítulo podemos ver además de la fecha de creación, las distintas transmisiones que se irán produciendo en cada uno de ellos hasta mediados del siglo XIX. Apreciamos de forma muy clara la continuidad temporal en los mismos y las vinculaciones familiares en el control de determinados oficios, donde se transmitirán su explotación de padres a hijos o sobrinos[60].

Esta circunstancia es debida, sin lugar a dudas, no solo al importante desarrollo demográfico que hemos señalado con anterioridad, sino también a un elemento clave que servirá para dar explicación a muy diversos fenómenos que se vendrán a desarrollar en el ámbito territorial antequerano, y que no es otro que el peso específico del comercio y de las transacciones inter-vivos que se establecerá en la ciudad. Este elemento será crucial para llegar a comprender el complejo entramado social, económico y político que fundamentalmente se vivirá a lo largo de los siglos XVI y XVII.

Los numerosos privilegios obtenidos por la ciudad durante el largo periodo de frontera, y su colaboración con la corona en las cuatro fases de la guerra con Granada, le valdrán el otorgamiento de un elevado número de privilegios entre los que destacara de manera fundamental la exacción del pago de las alcabalas, lo que será crucial, junto con su privilegiada ubicación estratégica dentro del territorio andaluz, para que se desarrolle ese importante comercio que hará de Antequera y sus tierras un lugar con un fuerte poder económico.

Sin embargo, este hecho también jugará en contra y será la causa de su declive durante la primera mitad del siglo XVIII. El trasiego de personas de todos los lugares será un claro caldo de cultivo de transmisión de enfermedades, y Antequera se verá diezmada una y otra vez por epidemias. Sobre todo señalaremos las producidas en los años 1649 y 1679, especialmente cruentas, y afectarán directamente al normal desarrollo del comercio que se verá gravemente perjudicado[61]. Así queda reflejado en numerosos documentos, pero tal vez el más esclarecedor de todos sea la escritura final de reducción de oficios, realizada entre los distintos escribanos,

…era el proporcionado[62] y correspondiente al despacho común y público de las dependencias que ocurrían en esta ciudad por lo populosa que entonces se hallaba y lo florecido del abundante y rico comercio que tenía y habiéndose este menoscabado por la injuria de los tiempos, enfermedades de peste pasadas agregaciones tan cuantiosas de bienes raíces que se han hecho en fundaciones de vínculos y otras obras pías experimentaban los individuos que componían dicho número de escribanos notable perjuicio y por consiguiente muy gravoso al común por no tener los expresados con los emolumentos de sus oficios lo necesario para mantenerse con la decencia correspondiente…[63].

El documento continúa aludiendo al prestigio de los escribanos en otros tiempos

…en los años antiguos se experimentaron en los sujetos que los usaron pues cuando eran solo los de las dichas primeras creaciones muchos de ellos ilustraron sus casas y fueron personas decentes, estimadas, atendidas y respetadas en el pueblo y por razón de lo abundante de aquellos tiempos y grande valor que tenían dichos oficios los ejercían personas acaudaladas…

 

Finalmente alude a la devaluación económica de los oficios

…soliendo valer en lo antiguo dichos oficios de primera creación 6 ó 7 mil ducados, no ha sido tal su declinación que muchos de ellos se han vendido en estos tiempos por unos mil ducados y otros en mucho menos…

Esta serie de elementos serán los desencadenantes del proceso de reducción del número de oficios, en los que los primeros interesados serán los propios escribanos.

No obstante, el primer intento de reducción de los oficios data de la segunda década del siglo XVII. El desmesurado aumento en la venta de oficios y las continuas quejas de los abusos de poder y los enfrentamientos entre bandos, en toda la Corona decide a Felipe IV a redactar los Capítulos de Reformación de 1623[64], ordenando la reducción a la tercera parte de los oficios de regidores, alguacilazgos, procuradores, escribanos y otros.

Para ello se desplazará hasta Antequera el licenciado Baltasar Gilimón de la Mota, quien incoa el correspondiente expediente[65]: “Autos sobre el consumo de los oficios de alférez mayor, regidores, jurados, escribanías del número y procuradores de la ciudad de Antequera…”. En total, la medida afectaba a 104 oficios[66]. Tras un largo proceso y varios recursos la reforma no llega a aplicarse finalmente en Antequera. No será hasta cien años después cuando el problema del exceso de escribanos se retome. En esa ocasión acuciados por la crisis económica que afectaba el normal funcionamiento de los oficios, y la existencia de varias escribanías vacantes, que afectaban a la tramitación y al control de los registros.

El 15 de noviembre de 1735 la ciudad, reunida en cabildo, recibe una proposición del corregidor, en la que manifiesta que el número de escribanos es muy copioso, siendo conveniente su reducción a la mitad, en consideración a lo gravoso que es y lo poco rentable para los escribanos. Así mismo se acuerda que esta propuesta se vea en un próximo cabildo, donde se establezcan las medidas a tomar[67].

Tan solo tres días después la propuesta es debatida aprobándose la reducción, que afectará igualmente al número de procuradores:

…Habiendo 23 oficios de escribanos y 23 de procuradores como consta a la ciudad y que esta creación hecha desde el año 1500 hasta el de 1600, era número proporcionado y correspondiente por lo populoso que entonces se hallaba floreciendo en ella un abundante rico comercio, pero en la decadencia que hoy se halla es excesivo y consiguientemente de sumo perjuicio el numero mismo de escribanos de público…que los 23 oficios de escribanos quedasen solo en 12, que siendo 23 los oficios y habiendo de quedar uno sin agregación sea este el ultimo de la creación que sirve don Juan Bouso…

El acta continúa estableciendo una serie de condiciones que regularán la reducción.

Con esta iniciativa se trata de poner orden en el desolador panorama de las escribanías de número de la ciudad. Ya en 1708 recogemos una descriptiva acta del cabildo en la que se denuncia la dejadez de algunos oficios y el descontrol que sufren los registros:

…que respecto de haberse reconocido graves inconvenientes contra el común y particulares en luego que vacan cuales quiera oficios de escribanía publica de este número no se recojan y pongan cobro a ellos teniéndolos con la guarda y custodia que se requiere en partes seguras y decentes para que los que los entraren a usar los reciban con la cuenta y razón que se requiere respecto de que en las vacantes suelen faltar muchos de los papeles de dichos oficios como se ha reconocido en el de Juan Manuel García y otros que se hallan sin uso agregándose los papeles de más consideración por los escribanos que los despachan a sus propios oficios…[68].

El acta continúa recogiendo el acuerdo de que todos los registros y demás documentación referentes a escrituras públicas procedentes de los oficios vacantes se reúnan, identifiquen y se organicen en las casas capitulares, quedando en ella en custodia, para ser entregados en su momento a los nuevos propietarios de los oficios. Sin embargo, como hemos visto, esta circunstancia no se va a producir. El proceso de reducción continuará de forma pausada y firme.

Así, el rey, mediante una real provisión dada en Madrid el 17 de noviembre de 1738, autoriza la reducción de los oficios de número a 11 ó 12, y ordena se proceda a su liquidación, como a que se eleve a escritura pública el acuerdo o convenio que entre los distintos escribanos se establezca con intervención del corregidor. De igual modo manda se valoren los oficios que queden vacantes[69].

Tan solo unos días después don Antonio de Heredia y Bazán, corregidor de Antequera, reúne en las casas de su morada a todos los escribanos del número en activo para dar cumplimiento a la real provisión. Para ello, el escribano mayor de la ciudad y el más antiguo del número, Jerónimo Muñoz de la Vega, elevará a publica el acuerdo y concordia que se establecerá entre las partes.

La escritura redactada consta de dos partes claramente definidas[70]. En la primera, como ya hemos señalado anteriormente, se hace una justificación y se pone en antecedente las circunstancias que llevan a realizar el convenio que se va a suscribir, para a continuación desarrollar 10 apartados o acuerdos donde se establece de forma pormenorizada el proceso de reducción de las escribanías que se hace con el pleno consenso de todos sus propietarios. Entre otras cosas se establece que se reducirán a 12 los oficios. El sistema sería mantener por un lado el último creado, que ocupaba en ese momento Juan de Bouso Rivadeneira, y por otro conservar los 11 primeros oficios, a los que se agregarán los 11 restantes. Dice el documento: “…que la dicha reducción y unión de oficios les parece se haga los vacos desde luego y los otros como vayan vacando, los que se deben consumir sin recibir a su uso, así a los vacantes como a los que vacaren, persona alguna para que no haya agravio así de presente en las personas que lo usan como en la reducción…”. En definitiva, se va desgranando todo el proceso, tratando de establecer cualquier supuesto que pudiera surgir a fin de evitar en la medida de lo posible conflictos ni pleitos que pudieran perjudicar al conjunto del proceso.

Por otra parte se acuerda no tocar ni los 2 oficios del Cabildo ni los oficios de Millones y Cientos.

Finalmente, en 1740, los escribanos del número elevan al Consejo de Castilla el convenio y proceso cerrado para su ratificación por este órgano[71].

A pesar de ello surgirán problemas tan solo unos años después, que finalmente en 1783 se tratará definitivamente de solventar por el corregidor, según aparece en un acuerdo del cabildo[72]. En un extenso texto se hace una relación de todo el proceso de reducción desde el primer intento del siglo XVII. El problema viene por la presentación por parte de algunos escribanos de un oficio en el que se les otorga el uso de oficios reducidos, y donde no queda claro el origen de su emisión.

…que de aquí adelante cuando se presente en este Ayuntamiento algún título para escribano de este número con solo un oficio se obedezca como es debido pero que no se ponga al interesado en posesión hasta que se reconozca, si el oficio a que pretende recibirse es o no de los de primera creación, y si tiene o no proporción de agregar legítimamente si es o no dueño propietario nombrando la ciudad comisarios que la informe en esta razón…

El panorama que se deduce de este acta y otras similares es desolador. El simple análisis de los registros de protocolos nos habla de ello. A partir de 1760 aproximadamente se detecta una falta de cuidado en la encuadernación de las escrituras, en la creación de los índices de otorgantes, tan minuciosos hasta entonces, y una dejadez evidente. Esta decadencia, en el ámbito de los escribanos, nos la hace muy patente las respuestas particulares del Catastro del Marqués de la Ensenada, que podemos resumir de forma muy clara a partir de los siguientes cuadros:


CATASTRO DE ENSENADA – RESPUESTAS PARTICULARES
ESCRIBANOS REALES
ESCRIBANOREALCABILDONÚMERORENTA*OTRA OCUPACIÓN
Antonio de Gálvez Montoya550Sin oficio
Francisco Esteban GalánX4.400Fabricante de Lanas
Francisco de Rojas CortésX2.500
Jerónimo Velasco García**XX4.400Escribano de Rentas Provinciales
Juan Felipe de AguilarXX1.650
Juan García SolanaX550Sin oficio
Juan Ruiz ConejoX550Sin oficio
José Manuel de León***X3.050Escribano de Rentas Provinciales
José Antonio de Velasco****X5.300Escribano de la Renta del tabaco
Nicolás José SánchezX2.020Escribano de la Renta del tabaco
Vicente Morales*****X2.500Escribano de Rentas Provinciales

* Las sumas van expresadas en reales de vellón y se refieren solo al oficio de escribano.

** Por la escribanía del cabildo, incluido el salario, 1.100 reales. Por la escribanía de Rentas Provinciales 1.500 reales. Por la escribanía del número 1.800 reales.

*** Por sueldo de la renta 2.075 reales. Por utilidad de su empleo 300 reales.

**** Por el sueldo de la renta del tabaco 5.000 reales. Por utilidad de su ejercicio 300.

***** Por sueldo de las rentas 2.200 reales. Por utilidad de su ejercicio 300 reales.


CATASTRO DE ENSENADA – RESPUESTAS PARTICULARES
OFICIALES DE PLUMA
NOMBREOFICIAL PLUMAESCRIBANO NºOTRA OCUPACIÓNRENTA
Antonio Núñez de CastroX550
Bernardo de LasarteProcurador550
Esteban de RojasX550
Francisco de VillarinoX550
Francisco Fernández CalvoX660
Francisco Fernández PedrazaX880
Juan Ruiz UrbanoX1.100
Juan Felipe de AguilarX550
Juan García ZapateroX550
José Salvador de AmorosoXProcurador550
José Francisco MontalvoX550
José RuizX330
Miguel Jiménez de LasarteX770
Nicolás de LanzasX1.100
Pedro BerjesX550
Vicente de Vargas GameroX1.100

El estado de las escribanías, va a continuar en una constante decadencia. Así llegamos a principios de siglo XIX, donde como veremos la situación es similar o incluso peor que la información que deducimos de los datos del Catastro de Ensenada.

La media de edad de los escribanos en 1807 rondaba los 45 años. Nos encontramos 7 oficios vacantes, 5 sin reunir, 1 sin uso, 5 compartidos los oficios, de cabildo número y rentas, y tan solo 6 reunidas. La tónica es una lenta descomposición del sistema, agudizado nuevamente por pandemias. En este caso, una terrible de fiebres amarillas que en 1805, y según el profesor Parejo Barranco, despobló en un 60% a la ciudad, bien por muertes directas, bien por movilidad de la población que la abandona huyendo de la enfermedad[73]. Nada será igual en Antequera, a partir de esta fecha.


ESCRIBANIAS EXISTENTES EN 1807
ESCRIBANONUM.REALCABIL.EDADESTADO
Bernardo Gómez de TejadaX62Reunida
Nicolás María de RojasX50Sin reunir
José A. AguilarXX52Sin reunir
José de Vílchez RealXXX44Reunida
José CaseroX42Reunida
Joaquín de Vílchez RealXX30Reunida
Francisco de RoaX32Reunida
Juan de CesarX32Reunida
Joaquín GonzálezX48Vacante, para reunir con la de José Navarro que despacha Juan de Frutos
Miguel PallcozarX38Vacante, reunida, despachó Joaquín Sánchez
José de CórdobaX46Vacante sin reunir, despacha José Rodríguez Catalán
Juan de MedinaX46Vacante sin reunir, despacha José Rodríguez Catalán
Francisco Javier RodríguezXX46Vacante sin uso
Antonio de TalaveraX46Vacante sin reunir, despacha Bernardo Gómez
Antonio CortesX47De rentas y pósito
José GonzálezSuelto. Vacante

Desde un principio el grupo social de los escribanos en Antequera mantuvo un fuerte corporativismo. Casi podemos establecer de una forma exacta ese anhelo colegial, que se fecharía a partir de la creación del oficio 15, concedido a Pedro Rodrigo Alonso de Mesa, en 1576. A partir de esta fecha el número de escribanos se van a agrupar por lado para constituir hermandades en concreto dos como veremos[74], que si bien no gremiales, o al menos eso pensamos, dado que no se conserva documentación y la información es de fuentes indirectas, si cubrirá durante un tiempo esa necesidad de colegiación para establecer unos parámetros de necesaria corporación. Esto se verá reforzado por la firma del conjunto de escribanos de una serie de convenios o concordias que regularán la vida profesional y que se establecerán en torno a esa fecha apuntada. En 1578 el número de escribanos suscriben una escritura de concordia, ante Rodrigo Alonso de Mesa, con el fin de establecer una normativa entre los distintos oficios que pusiera orden y evitara los al parecer constantes conflictos que se producían entre el número de escribanos: “…para la mejor expedición de los negocios que entre sí se ofreciesen cerca de sus oficios para obviar las disensiones y litigios que entre los susodichos y sucesores se pudieren ofrecer…”[75]. Tan solo disponemos de la referencia a este primer documento, que se recoge en un segundo convenio firmado cien años después en 1687, realizado en esta ocasión ante Diego del Águila, escribano de su majestad y del número. A pesar de conservarse el protocolo integro de Rodrigo Alonso Mesa, no aparece en el mismo la escritura referenciada, ni en el protocolo ni en el registro índice de otorgantes[76].

 

La nueva concordia se realiza a fin de solventar, al parecer, los confusos capítulos que contenía el anterior del siglo XVI, y que daban pie a litigios entre escribanos. Además había una serie de aspectos fundamentales que no recogían y que se hacía necesario establecer[77].

De manera principal estos capítulos tratan de forma exhaustiva, cuestiones vinculadas con las sucesiones hereditarias y, sobre todo, con el procedimiento de las particiones de bienes testamentarios, procedimientos muy deseados por los escribanos debido a las suculentas minutas que proporcionaban. También es tratado el concurso de acreedores. Por otro lado, el problema de los oficios vacantes y de cómo solventar la expedición de copias o la realización de negocios.

Se establece un libro registro y un sistema de reparto de causas procedentes de la justicia municipal, tanto civiles como criminales. En definitiva, se pactan los principales elementos de conflicto y se desarrollan las vías necesarias para la buena armonía y normal discurrir de los oficios.


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