La corriente del Padre

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8 Lorenz Jaeger (1892-1975), arzobispo de Paderborn, desde 1965 cardenal.

9 Ofensiva para oídos piadosos.

10 El punto de vista de la integración de la imagen de Dios.

11 Pbro. Alois Zeppenfeld (1893-1958), sacerdote de la archidiócesis de Paderborn, párroco, cofundador de la Federación Apostólica en Hörde, en 1919. Véase la nota necrológica en Mitteilungen für die Schönstattpriester del 10-11-1954.

12 «Sobre los muertos [no se ha de decir] nada, a no ser que sea bueno». Adagio que se remonta probablemente al legislador ateniense Solón (640-559 a. C.).

13 «Potencia obediencial», apertura, capacidad para la obediencia.

14 «Aprovechémonos de los herejes», así comienza la cita del De vera religione 8,15, de san Agustín (PL 34,129): «Aprovechémonos, pues, también de los herejes, no para aprobar sus errores, sino para que, afirmando la disciplina católica contra sus insidias, nos hagamos más cautos y vigilantes, aun cuando a ellos no podamos volverlos a la salud» (cita según: SAN AGUSTÍN, De la verdadera religión, en Obras de San Agustín, t. IV: Obras apologéticas, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1956, 89).

15 Schoenstatt. Die Gründungsurkunden, Vallendar, Schönstatt-Verlag, 1967 (en español: Documentos de Schoenstatt, Buenos Aires, Editorial Patris, 2002).

16 Por ejemplo, en la Segunda Acta de Fundación, n. 60, dice: «Por eso podemos dar gracias de corazón a todos aquellos de los cuales la Divina Providencia se ha servido para procurarnos dificultades. Sin ellos no estaríamos hoy día tan firmes en nuestra fe alegre y victoriosa, en nuestra esperanza y caridad» (cita según Documentos de Schoenstatt, op. cit., 51s).

17 En la página XX se resume la ley: centralización, unida a aislamiento, es futuro «nihilismo».

18 Véase página 34 XX, nota al pie.

19 Nihilismo, de nihil: en latín, nada.

Segunda plática

28 de diciembre de 1967

Mi querida Familia de Schoenstatt:

Hasta que nos vayamos calmando y callando, permítanme ustedes que antes que nada vuelva a hacer un par de comentarios preliminares. Lo primero es una auto descripción de Monseñor [Wissing], genio y figura hasta la sepultura.20 [Escribe:]

«A pesar de que no tengo aprecio alguno por este tipo de cartas, ahora he de comunicarme yo mismo de esta forma. Así pues, lo primero que quisiera decirle es que tras este largo camino que hemos recorrido juntos, las conjeturas sobre el futuro han terminado por lo menos en lo tocante a mi nombramiento. En el anexo del boletín de la Agencia Católica de Noticias [KNA, Katholische Nachrichten Agentur] puede usted leer lo que va a ocurrir. Lo que no se indica allí es cómo va a ocurrir. En cualquier caso, esto no quiere decir que a partir de ahora nuestros caminos se separen; pero sí quiere decir que ya no será tan fácil reunirnos con tanta frecuencia. Ahora bien, según el deseo del señor obispo debo mantener simultáneamente mi labor con la radio en Sudamérica y la Fundación y es casi seguro que, en el transcurso de los próximos seis meses, se erigirá una oficina de la Fundación romana en Ginebra, concretamente. La intención de la Fundación es que yo dirija dicha oficina. Para mí esto es más o menos como si alguien cumpliera la misma tarea —por ejemplo, la de barrendero— en Münster, en Roma y en Bonn: complicado, porque desde el punto de vista regional los tres lugares quedan un tanto distantes entre sí. Pero no hay por qué rascarse hoy donde no nos picará el año que viene [risas]. Tal vez el P. Menningen entienda especialmente bien la frase, como también el hecho de que ya han desaparecido hasta las últimas grietas del estuco.


»Espero que nos veamos en la jornada de Navidad y por consiguiente a pesar del texto anterior, no muy navideño, concluyo deseándole cordialmente una Navidad bendecida con abundantes gracias».

De modo que ahora saben ustedes sobre el futuro de Monseñor aunque solo sea en parte.

A continuación, permítanme ustedes que les haga escuchar las palabras del profesor Revers de la Universidad de Salzburgo, que no he tenido a mi disposición hasta hoy21.

Estas eran un par de observaciones previas. Volvamos ahora al tema que nos atañe.

Ya sabemos qué es lo que esperamos este año como milagro de la Nochebuena: el aseguramiento, la profundización, la permanencia del efecto de la corriente del Padre. Y esto ¿desde qué punto de vista? Como aún recordaremos de ayer por la tarde, lo que esperamos más concretamente es una integración de toda la vivencia del Padre y con esa integración esperamos también una continuación y en última instancia una consolidación de dicha vivencia. Todo esto suena muy erudito, pero puede hacerse fácilmente comprensible.

En primer lugar, ayer queríamos de manera muy general entrar un poco en sintonía con todos estos pensamientos en conjunto y una vez que eso hubiera sucedido, esforzarnos en penetrar intelectualmente en toda esta problemática con mayor profundidad.

Seguramente todos recordamos aún qué es lo que puede decirse a efectos de esa entrada en una sintonía general con la integración del problema del Padre o de la vivencia del Padre. Lo que hemos de retener en la memoria es por lo menos esto: impulsados por el amor tanto al pensar orgánico como a la ley de contraposición, sostenemos que todo proceso vital en nuestra propia vida o dondequiera que lo encontremos tiene que comprenderse dentro de la estructura orgánica integral. Verán, si ya hemos ascendido poco a poco hasta la altura de la vivencia del Padre, del movimiento del Padre, queremos mantener ante todo las leyes de desarrollo que hemos seguido, pero sin perder la vivencia como totalidad, tampoco dentro de la estructura integral. Esto significa que no queremos ver esa vivencia de forma aislada, [sino] dentro de la estructura integral. Recuerden por favor la imagen que utilizamos para explicarlo: la del armonista. Ayer por la tarde les estuve explicando lo que eso significaba.

Y, sin embargo, no queremos contentarnos con esta integración.

B. Continuación de la corriente del Padre

Hay otra palabra que indica la dirección de nuestro pensamiento y de nuestra petición, de nuestro anhelo: la palabra continuación. Dos son los pensamientos que hemos de considerar aquí. Ante todo, buscamos el sentido de esta continuación y cuando lo hayamos descubierto y expuesto en una cierta medida, vamos a esforzarnos por penetrar también un poquito en su significado. ¿Qué entendemos, pues, por continuación? No me refiero ahora a continuación de la vivencia del Padre, sino a continuación de la integración. ¡Hay que mantener el conjunto en su totalidad! Cuando más tarde escuchen cómo ha de entenderse esto, les quedará claro que aquí se refleja en una expresión erudita lo mismo que el Papa requiere actualmente de todos los católicos en el sentido del catolicismo.22

¿Qué entendemos aquí por continuación de la integración? Dos cosas: primero mantener; segundo estar abiertos.

Mantener. Lo que habéis heredado de vuestros padres conquistadlo para poseerlo (Goethe). ¿Qué debemos mantener? Todos los principios probados que han garantizado a la Familia hasta ahora el ascenso seguro y sin peligros hacia la corriente del Padre. Por tanto, queremos mantener estos principios; en otras palabras: en el sentido del pensamiento eclesial actual queremos ser y seguir siendo siempre tradicionalistas per eminentiam.

Pero eso no basta. En efecto, lo que acabamos de decir: la continuación solamente recurre al pasado. Pero hoy se trata del carácter futuro promisorio tanto del cristianismo como de nuestra Familia. Por eso estar abiertos a lo nuevo como siempre lo hemos estado. No obstante, queremos aplicar a lo nuevo como norma esos principios probados, esos probados axiomas y actitudes fundamentales que en el pasado nos han sido siempre de ayuda en este ascenso. Y dichos principios deben aplicarse en conformidad con su sentido y con el orden del ser: deben aplicarse de modo que tanto el individuo como la comunidad se vean inspirados una y otra vez por los acontecimientos del tiempo en que vivimos, aunque también por todo aquello que mañana o pasado mañana nos traiga el futuro. Por lo tanto, nuestra tarea consiste en seguir un poco estas dos líneas de pensamiento.

I. Mantener los principios probados

Por tanto, pensamos primero en el pasado. Pensamos en todo lo que se ha probado en el pasado de la Familia como un principio claro. Quizá esto pueda relacionarse con una frase que he repetido innumerables veces desde mi regreso: ¡tenemos que adentrarnos en la historia de nuestra Familia! Otros lo han llamado ser fieles al espíritu originario. Fidelidad al espíritu originario. ¿Cómo es esa fidelidad al espíritu originario? Para saberlo debemos adentrarnos en la historia de la Familia.

1. ¿Qué es lo que se ha probado hasta ahora? Desde luego no pueden esperar que yo exponga ahora todos los elementos que se nos representan en este punto. Pienso que primeramente debo retomar lo que constatamos ayer por la tarde. ¿Y qué constatamos? Dos cosas: primero el amor al pensar orgánico y después en segundo lugar la ley de contraposición.

¿Hemos aplicado hasta ahora con éxito estas dos leyes? Todo lo que hemos podido cosechar hasta ahora ¿no se lo debemos acaso a la realización de esas dos constantes?

 

La ley de contraposición —por hablar de una de las dos— realmente ha acompañado a la Familia hasta ahora en todas las situaciones. En todas ellas hemos investigado qué quería decirnos Dios en cada caso a través de los acontecimientos de la época, ya fuesen el ámbito de la Iglesia, en el ámbito extra eclesial o en el ámbito más restringido de la Familia. Ahora que tenemos al alcance de nuestras manos las actas de fundación, puedo citar de forma más exacta el texto que ayer traje a la memoria23:

«¿Qué será, por consiguiente, lo que la Providencia espera de la Familia, así preparada, en el futuro próximo? Según nuestra costumbre podemos ver la respuesta en las circunstancias actuales. Pero también hay otro camino fácil que nos llevará al mismo fin: preguntarnos por las ideas y estructuras de Schoenstatt que hasta ahora fueron más ardientemente controvertidas en los círculos católicos. Partimos del pensamiento de que Dios lo ha permitido para llamar nuestra atención sobre lo que Él desea que acentuemos y realicemos con mayor eficacia. Quien ha crecido con nuestra Familia sabe que la lucha principal fue por las así llamadas “ideas propias”, o sea, por la conciencia instrumental y la conciencia de misión, por el contrato recíproco y la vinculación local, y, finalmente, por el capital de gracias de la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt.

»De allí resulta un triple imperativo para nuestra Familia en la etapa actual».

Lo afirmado en la controversia y la contraposición se condicionan mutuamente. Esto fue escrito en 1939:

1) Cuidar con gran dedicación la conciencia de misión divina y la conciencia de instrumento.

2) Conservar inquebrantablemente firme su marcado carácter mariano.

3) Colocar nuevamente en primer término las contribuciones al capital de gracias de nuestra Madre Tres Veces Admirable».24

De ese modo comprendemos cómo la contraposición era una réplica a lo afirmado. Esto se ha reiterado desde entonces muchas veces: es más, ya se había hecho antes y se hizo también después.

Los que están ya desde hace más tiempo en la Familia recordarán con cuánto ardor se luchó en la Alemania católica después de la Primera Guerra Mundial en torno al acceso a la realidad trascendente, sobrenatural. A partir de eso ganó también de inmediato muchísima fuerza la formulación de nuestra finalidad. Anteriormente decíamos que el objetivo de la Familia era «como instrumento escogido en manos de la Santísima Virgen, Madre y Reina Tres Veces Admirable de Schoenstatt, queremos consumirnos por la renovación moral y religiosa del mundo desde Schoenstatt». Sintonicemos ahora a partir de la conciencia de contraposición con la situación de entonces: la primera parte sigue como antes. «Como instrumentos escogidos en manos de la Santísima Virgen queremos consumirnos por la configuración mariana del mundo en Cristo desde Schoenstatt». ¿Qué significa configuración mariana del mundo en Cristo? Detrás de eso se esconde todo el mundo que se nos abrió en aquel entonces. Es el mundo de la participación en la naturaleza divina, de la participación en la vida crucificada y gloriosa de Cristo. Es el mundo de un crecer y adentrarse más profundamente y en común en el mundo trascendente, sobrenatural. Después vino el nacionalsocialismo, que trajo consigo la idea de reino en ese sentido suyo tan particular. Nuestra reacción inmediata fue: ¿qué es lo que nosotros queremos? Sin duda, seguía siendo la configuración mariana del mundo en Cristo, pero se lo rebautizó con otra expresión: «queremos consumirnos como instrumentos escogidos en manos de la Santísima Virgen por un reino universal schoenstattiano.

Tras esto fue ascendiendo cada vez con más fuerza el bolchevismo e inmediatamente, según la ley de contraposición, frente al hombre bolchevique y frente al orden social bolchevique, queremos crear y formar al hombre antibolchevique y el orden social antibolchevique.

Y ahora cuando en el mundo resuena el eco de los llamamientos en contra de la existencia de Dios, cuando el mundo entero no se cansa de dejarse engañar por ese movimiento de alejamiento de Dios, nosotros por nuestra parte no nos cansamos de hablar siempre de nuevo de un hombre divinizado en una comunidad divinizada.

¿Por qué traigo todo esto a la memoria? Porque queremos arrojar una mirada meditativa hacia el pasado, es decir, conservar todo aquello que se ha probado. Así pues, en el tema que he tratado aquí, la cuestión es atenernos a las ideas del pensar orgánico y de la estructura orgánica integral de cada proceso de vida particular, pero al mismo tiempo a la ley de contradicción.

2. Permítanme enlazar con lo dicho y avanzar mar adentro. Con el fin de fundamentar y tender puentes asociativos, por lo menos para aquellos que ya conocen a la Familia desde hace tiempo, quiero recordar los siguientes aspectos:

a) Mantener los tres puntos de contacto.

b) Mantener de forma inconmovible las fuentes de conocimiento de la voluntad divina.

c) Mantener las fuentes de comprobación y confirmación del conocimiento de la voluntad divina.

d) Mantener las fuentes de vida y las fuentes de sacrificio, que llegan cada vez más hondo.

¿Qué tienen que decirnos cada una de estas frases? Estamos hablándole a gente ya versada en el tema, así que podemos ser breves.

a) En primer lugar entonces: mantener los tres puntos de contacto.

¿Qué entendemos por los tres puntos de contacto? Las tres haches.25 Con la mayor gratitud queremos reconocer que uno de los frutos más valiosos de los últimos años es la constatación reflexiva de estos tres puntos de contacto. Esto no quiere decir que la Familia haya existido alguna vez sin los tres puntos de contacto. Pero hay una diferencia si los tres puntos de contacto actúan de forma espontánea, irreflexiva, respecto de si han entrado de forma reflexiva en la conciencia clara. ¿De qué se trata, entonces? De María, de la cabeza y del santuario. ¿Qué he de decir sobre cada uno de estos puntos? Lo que habéis heredado de vuestros padres conquistadlo para poseerlo.

Primer punto de contacto: María

Tenemos que reflexionar en qué medida y según qué leyes la Familia ha tenido desde el comienzo una disposición extraordinariamente mariana. Sabemos cuál es la razón última: con relativa rapidez reconocimos el puesto que la Santísima Virgen ocupa desde la eternidad en el plan divino de salvación en general —no quiero desarrollar ahora todo ese tema—, como también qué puesto ocupa la Santísima Virgen concretamente como fundadora de la Familia en el ámbito de la historia de nuestra Familia.

Por eso: vinculación indisoluble de la Familia entera en primer lugar con la persona de la Santísima Virgen y en segundo lugar con su actitud. En su momento acuñamos para esto las significativas expresiones «vinculación mariana» y «actitud mariana». Pero no nos quedamos satisfechos con eso, sino que buscamos vincularnos también con su misión. ¡No lo olvidemos nunca! Pero ¿cuál es su misión? Tampoco tenemos que olvidar nunca —estas palabras las dirijo a todos aquellos que nadan ahora en la corriente del Padre— que, si retrospectivamente queremos integrar nuestro espíritu también con la disposición mariana, no hemos de darnos por satisfechos solo con la actitud mariana: ni con la actitud mariana ante Dios ni con la actitud mariana ante los hombres. De otro modo podríamos sucumbir al peligro del que tan fácilmente cae víctima el movimiento litúrgico: permanecer detenido en las ideas. La gran conexión interna que en aquel entonces nos hizo tan felices fue siempre que, al estar apegados a la persona de la Santísima Virgen, mañana o pasado mañana nos llegará por sí sola su actitud. Por eso es tan importante cultivar ese vínculo con María, mantenerla a ella como primer punto de contacto y establecer una vinculación a su persona, una vinculación a su actitud, una vinculación a su misión. ¿Y en qué consiste la misión? Lo sabemos, pero es preciso recordarlo de nuevo. A ella encomendó Dios la tarea —así creemos demostrarlo con fe y por eso así podemos asumirlo— de crear desde sus santuarios el hombre nuevo y el nuevo orden social tal como Dios lo ha planeado desde la eternidad en las nuevas orillas de los tiempos. ¿Lo creemos aún? No tenemos que creerlo. Esta es una disposición específica de la Familia. Y si quiero saber si soy schoenstattiano, tengo que preguntarme si creo en esta misión de la Santísima Virgen y en la misión del santuario. Y así como todos nosotros decimos que el bautismo nos abre la puerta al cristianismo, así mismo la alianza de amor a la Santísima Virgen nos abre la puerta a nuestra Familia. De modo que, si hemos hecho la alianza de amor, ¿hemos tomado conciencia de que hemos aceptado de todo corazón esos tres elementos y de que queremos sostener esos tres elementos hasta el fin de nuestra vida?

Segundo punto de contacto: el santuario.

¿Qué significa para nosotros el santuario? Creo que para nuestros fines ya lo he recordado lo suficiente. No obstante, si es verdad todo lo que con fe asumimos sobre el santuario, entonces ¡cómo tendría que ser el santuario para nosotros un centro para toda la Familia!

«En el santuario estamos congregados,

allí nuestros corazones arden en amor

por la Madre tres veces Admirable…».

¿Es así? ¿Aún es así hoy en mí? ¿Es el santuario realmente el punto de unión de nuestros corazones?

Si tenemos en cuenta la carga simbólica de ambos, de María y del santuario, sabremos que aquí se trata de lo que antes llamábamos y también hoy podemos seguir llamando el misterio de Schoenstatt. ¿Estamos vinculados al misterio de Schoenstatt, a la alianza de amor original entre nosotros, la Familia y la Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt? Ahora bien, si vemos esta alianza de amor en el contexto universal —la alianza de amor como sentido de todo el acontecer universal, la alianza de amor como sentido de todo el acontecer salvífico trátese del Antiguo o del Nuevo Testamento— o sea, si vemos nuestra Alianza de amor en esta amplitud y solo agregamos los elementos concretos —es decir concretamente la vinculación local de la Santísima Virgen a nuestro santuario— si vemos todo eso de esta manera como parte de una estructura integral, creo que a partir de aquí tendríamos que decir, como dijimos anteriormente, que esta alianza de amor nuestra es, quiere ser y tiene que ser la norma fundamental, la base fundamental y el sentido fundamental de toda nuestra vida. Por lo general en este punto se dividen también los espíritus. Hay espíritus en nuestras filas que pueden hablar brillantemente sobre Schoenstatt, pero hay también espíritus que hablan desde Schoenstatt desde la vivencia profunda y universal de esas verdades tal como las hemos esbozado. Por eso cabe hacer un examen de conciencia también hoy donde se trata de tantos nuevos aspirantes, donde se trata de que se refresque el antiguo espíritu: ¿cómo están estas cosas en mí y conmigo?, ¿hablo desde Schoenstatt o hablo sobre Schoenstatt?, ¿vive Schoenstatt conquistándolo todo de esta forma en mi corazón? ¡Sí, en mi corazón! Acabamos de escuchar la expresión vinculación emocional. La pregunta es: ¿vive en mi corazón aquello que me dicen los puntos de contacto en primer lugar, los dos puntos de contacto mencionados? ¿Viven de tal forma que llega hasta mi vida psíquica subconsciente? Si no es así, podré dar las jornadas de introducción más brillantes, pero todos los que conocen Schoenstatt dirán después: bonitas palabras, pero a mí no me han tocado.

Estas son cuestiones en sí muy, muy serias; cuestiones que como es natural nos interesan a todos, en especial, a nuestra Parte central y motriz y lo digo sin puntada ninguna, sino solo de forma objetiva— tiene que ser en esto un modelo en todo sentido. Naturalmente si la educación no penetra hasta este mundo o sea, si no llegamos a ser schoenstattianos de esta manera tan pronunciada según la ley de los casos preclaros no podremos cumplir nunca nuestra misión, sobre todo no como Parte central y motriz.

Pero tenemos también un tercer punto de contacto: la cabeza de la Familia.

Dios ha hecho de Schoenstatt su ocupación predilecta —así lo creemos, siempre lo hemos creído y no en vano permitió que estallaran desde 1949 las grandes luchas que tenían como objeto una y otra vez la cabeza de la Familia. No hemos de extrañarnos de eso. El ataque iba dirigido no solamente hacia el principio paterno en sí a pesar de que es también de una importancia extraordinaria, sobre todo si lo vemos en el plano sobrenatural y en el natural sino también hacia el portador del principio paterno. Si Dios sometió a semejante examen este objeto, este proceso de vida, es evidente que el hecho debe tener un sentido especial.

 

De nuevo entonces: se trata del tercer punto de contacto, de la cabeza supra temporal de la Familia. No podemos negarlo: difícilmente el principio paterno y la corriente del Padre habrían entrado tan profundamente en el espíritu, en el alma, en el alma comunitaria de la Familia, si no hubiesen venido antes estas duras luchas. ¡Cuántas cosas debieron revisarse! Cuando el enfrentamiento se hace agudo en una afirmación, se es cuidadoso. O sea, si Dios ha querido un enfrentamiento semejante, entonces es evidente que la cabeza supra temporal de la Familia debe mantenerse como punto de contacto para todos los tiempos. Todos aquellos que a lo largo de los últimos años se comprometieron luchando, sangrando y sufriendo pueden estar seguros de que han servido a una idea de Dios.

No sé en qué detalles podría y debería detenerme al respecto. Recordemos cómo todos los últimos papas afirmaron que toda comunidad religiosa tiene que someter a revisión su espíritu en el contexto de la figura de su fundador. Es por eso que la consigna es siempre: ¡volver a la figura del fundador! También sabemos que el Santo Padre quiere que en la revisión y renovación de las Constituciones se dé especial importancia a dos aspectos: el primero, si las Constituciones se corresponden con el espíritu del fundador, y segundo si el origen de las Constituciones en sus distintas disposiciones puede atribuirse de manera suficientemente clara a la Sagrada Escritura. Esto no tiene que ver aquí, después hablaré más extensamente al respecto.

A menudo he hablado ya con anterioridad —hace ya mucho, mucho tiempo que lo mencioné por primera vez— sobre cómo se conserva entre los salesianos la memoria de Don Bosco, su fundador. Fue en un tiempo en el que me dijeron que todo salesiano tenía que haber estado al menos una vez en Turín. Según me decían, los salesianos no tenían un sistema pedagógico elaborado, pero dentro de los muros de Turín habitaba el espíritu de Don Bosco. Y así me contaban, cuando se le preguntaba a Don Bosco cuál era su sistema daba solamente dos respuestas; la primera: «¡Aprended a amar!» En La santificación de la vida diaria26 podemos leer su testamento. La segunda respuesta: «Fijaos cómo lo hago yo e imitadme».

¿Comprenden ustedes lo que esto significa? Sin embargo, últimamente se ha producido en cierto modo un cambio en la comunidad de los salesianos, ya que se ha hecho demasiado grande. Por eso ya casi no es posible que todos puedan sentir al menos una vez en la vida el soplo del espíritu de Don Bosco desde esas murallas. Eso motiva la afirmación del profundo apego de cada salesiano al fundador, la cabeza supra temporal.

¿Por qué les cuento esto? Simplemente para poner de relieve que todo aquello que nosotros queremos en ese sentido no es nada nuevo. Según me parece, a lo sumo tendríamos que decir que es novedoso para el tiempo actual. Y como la humanidad actual es tan extraordinariamente esquiva frente a la autoridad, Dios ha tenido que hacer un montón de experimentos, dar numerosos golpes a la Familia hasta que esta recobró la sobriedad y volvió a reconocer completamente la importancia de este tercer punto de contacto. No olviden que antes hemos dicho que estos tres puntos de contacto, sobre los que ahora se tiene un conocimiento reflexivo claro, son un producto de nuestras luchas; eso significa que tenemos que distinguir siempre entre aquello que funcionaba de forma obvia y aquello que se ha elevado a una seguridad reflexiva y que por tanto debe mantenerse también como una meta reconocida con claridad y examinada reflexivamente.

¿Recuerdan todavía en qué contexto estamos enfatizando todo esto? ¡Continuación27! No solo integración28 sino también continuación29. ¿Y qué significa continuación? Que tenemos que mantener lo que Dios le ha regalado hasta ahora abundantemente a la Familia.

b) En segundo lugar: mantener no solamente los puntos de contacto sino también las fuentes de conocimiento de la voluntad divina. En este punto tengo que hacer una aclaración: las fuentes de conocimiento de validez general las hemos considerado siempre como evidentes. Aparte de las de validez general, Dios, en su solicitud y su amor infinitos, nos ha regalado y abierto fuentes de conocimiento específicas.

Fuentes de conocimiento de validez general

En primer lugar, tenemos la Sagrada Escritura. Que hemos tenido por norma la Sagrada Escritura pueden ustedes inferirlo, entre otras cosas, a partir de que hemos visto en cada caso las fuentes específicas colocadas en relación con la Sagrada Escritura. Ya lo hemos puesto de relieve un par de veces sobre todo desde el punto de vista destacado por Juan XXIII: Dios habla a través de la Sagrada Escritura; pero si queremos interpretarla tenemos que aprender del acontecer del tiempo y este tal como lo hemos interpretado, presupone esta fuente general de conocimiento.

Asimismo, otra fuente general de conocimiento ha sido siempre para nosotros el magisterio de la Iglesia. También al respecto habría que decir en otra ocasión unas palabras. Si bien durante largos años nos hemos enfrentado con la autoridad eclesiástica, siempre ha sido una acción creadora hecha por amor a la Iglesia como también por amor a la jerarquía.

Ya lo destaqué ayer un par de veces y quisiera hacerlo ahora una vez más: todos los errores, toda la efervescencia que hay en el mundo intelectual de hoy en día consiste en una cierta presión que sube por la fermentación de todo aquello que desde hace siglos fue mantenido bajo tierra en el ámbito de la Iglesia y del mundo. Si quisiéramos reducir a tres momentos todo lo que tenemos aquí en mente, tendríamos que pensar ante todo en la Reforma, también en la Ilustración que experimentó su punto culminante en la Revolución francesa y en el modernismo y neo modernismo. ¿Por qué digo esto? Para recordarles que ninguno de los momentos de efervescencia que están relacionados con estas expresiones está superado en modo alguno.

Sobre todo, en cuanto a la Reforma, se afirma que un estallido retardado de esta en el ámbito de la Iglesia católica es no tanto la fe fiducial, no tanto el relieve que se le ha dado últimamente al Dios infinitamente misericordioso, sino todo aquello que está hoy en efervescencia en torno a la eucaristía. Por lo tanto, lo que querríamos hacer después es reconquistar todas las imágenes de Cristo que están hoy vacilando y tambaleándose en el ámbito de la Iglesia, que son no solamente la imagen histórica de Cristo, sino también y sobre todo su imagen eucarística y su imagen mística. Así pues, habrán notado ya que todo el curso está dispuesto nuevamente de forma universal, tan universal que después, al final, podamos decir: apenas le hemos dado un sorbo. Y es que todo lo que decimos ahora son principios generales; es una doctrina de los principios que queremos aplicar después a todas las grandes cuestiones concretas.

Lo mismo hay que decir si se trata de todo aquello que nos enseña el Catecismo holandés, todo lo que hoy está en efervescencia por todas partes. Más tarde queremos —o deberíamos— aprender nuevamente a tomar posición acerca de todas esas cosas sobre la base de los principios que he expuesto.

Pensemos ahora en todo lo que nos ha traído la Ilustración. Estamos en el mismo punto que antes: el de las fuentes de conocimiento de índole general, entre tales fuentes está la autoridad de la Iglesia. Este era el sentido de la Ilustración: naturalizar todo ¡fuera con todo lo supra temporal, con todo lo sobrenatural!

Si pensamos en la consigna que proclamó la Revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad, casi podría uno decir que todo lo que se afirma actualmente en la literatura sobre el estallido retardado de la Reforma en el ámbito del catolicismo se aplica también al estallido retardado de este triple lema.

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