En pos de la humanidad

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—Anker esto será un éxito, todo un éxito —y continúa—, nos veremos algunas veces para afinar detalles y para hacerte entrega de los materiales, Marco estará en contacto contigo. ¡Ah! Se me olvidaba en caja te ingresarán 10 000 créditos a tu implante

—Gracias —contesta Anker aturdido de contento.

Hoy es el día. Llega el vehículo interior con Tau y Sharon, el corazón de Anker late fuerte, siente dos grandes emociones totalmente opuestas, una es que le parece horrible lo que va a hacer y la otra el egoísmo de lo bien que va a vivir una vez lo haya hecho. Oye la orden de Argus

—Anker viste los trajes a los investigadores. —Mientras lo hace es incapaz de hablarles ni de mirarles a la cara, luego les ata en el antebrazo los grandes pañuelos. El corazón se le desboca, sabe que los acaba de condenar a una muerte horrible pero enseguida se refugia en su egoísmo imaginando su feliz futuro. Oye la voz de Argus que le ordena.

—Móntales los Aquiles. Anker ya los tiene en la mano saboteados. Llega el vehículo lunar Anker debe alejar a Argus. Le sugiere Anker, intentando normalizar su alterada voz.

—Argus tendrías que verificar y sintonizar con Homer la comunicación con la mina, yo ya reviso el equipo de los investigadores. —Argus le contesta.

—De acuerdo Anker. —El vehículo lunar se pone en movimiento con sus dos condenados.

Anker respira, todo ha salido bien ha conseguido instalar sin que nadie sospeche sus trampas de muerte. Está satisfecho, dentro de su caótico estado emocional en el que saca ventaja su lado de inhumano egoísta.

Le gustaría estar lejos de allí, podría alejarse, pero no puede tiene que cerciorarse hasta el final de que el horrible plan funciona. Con mirada estática y extraviada contempla la gran pantalla del televisor, de pronto tiene una necesidad imperiosa de refrescarse, se va al aseo abre el grifo del lavabo y con sus manos se moja el rostro repetidamente, así un buen rato parece que el agua le amortigua la conciencia y los terrores. Se dice a sí mismo.

—Que todo salga bien y que no sufran mucho.

Regresa a la pantalla del televisor, Argus y Homer están frenéticos gritando.

—¡Corred! ¡Corred! —Anker se queda paralizado por la terrible escena y perplejo al ver que Sharon y Tau se desprenden de los pañuelos, esto jamás lo hubiera imaginado le aterroriza ver que los robots se paran con los pañuelos, luego un suspiro de alivio al ver que los robots reanudan la persecución. Anker se queda paralizado por la tensión de sus emociones, muy en el fondo quiere que se salven, pero en su sentido práctico, que es lo que en el impera desea que los robots los destrocen.

«¡Oh! Mala suerte», piensa Anker «han conseguido activar el Aquiles y han parado los robots, ¡se han salvado! Nada será triturado y los pañuelos están hechos jirones pero ahí están en el suelo», dice para sí.

—Tengo que intentar recuperar los Aquiles que llevan en sus brazos.

Anker se acerca al ver llegar el vehículo lunar, pero allí se encuentra el mismísimo doctor Fermión en persona con sus ayudantes y su primera orden es:

—Llevad los cascos y los Aquiles a mi laboratorio.

«Qué mala suerte», piensa Anker «peor no podía haber salido creo que tengo un gran problema», a la que puede salir del laboratorio y llegar a su habitación llama por su comunicador.

—Tito soy Anker todo ha salido mal ha sido un rotundo fracaso los investigadores han sobrevivido, los Aquiles los tiene Fermión en su laboratorio para analizarlos y los pañuelos están hechos girones en el suelo de la mina, si los analizan estoy perdido, tengo mucho miedo. —Tito le contesta.

—Espera déjame pensar. —Pasa mucho rato y Anker temblando con el comunicador en la mano, al fin escucha la voz del ladino Tito—. Anker, piensa, todo no está tan mal. Argus tenía la obligación de comprobar los equipos incluidos los Aquiles al pie del vehículo lunar, pero delegó en ti, tú no tenías por qué saber que los Aquiles no funcionaban y llegado el caso, los pañuelos los cogiste del almacén y no sabes nada mas de ellos, Anker date cuenta de que todo funciona, no te pongas nervioso y lo envíes todo a rodar. —Anker contesta.

—De acuerdo Tito lo has razonado muy bien ya estoy más tranquilo.

Con lo que no cuentan es con el ingenio y la sagacidad del doctor Fermión que llama a Argus a su presencia, muy serio Fermión le habla.

—Argus has cometido una grave negligencia que ha podido ser fatal, tú sabes que siempre tienes que ser tú y nadie más que tú el último en verificar los equipos.

—Tú sabes que siempre lo hago, Fermión, bueno casi siempre Anker está perfectamente capacitado en un momento determinado. A veces me es necesario confiar en él.

—Mira Argus Anker ha cumplido su mes de descanso ahora te toca a ti, Anker te sustituirá cuando regreses ya veremos. —Argus queda muy impresionado.

—Lo siento Fermión —contesta Argus—, tienes razón creo que no tengo excusa, lo siento haz lo que creas conveniente. —Después de hablar con Argus Fermión requiere a dos de sus fieles ayudantes uno de ellos es Ovidio.

—Ovidio —le dice Fermión—, quiero que entres a trabajar en el laboratorio de productos espaciales y me informes de todo lo que haga Anker hasta el más mínimo detalle.

—Así lo haré —contesta Ovidio.

Anker está feliz y seguro de sí mismo doblemente feliz por su conciencia puesto que no ha muerto nadie y se han conseguido todos los objetivos.

Tito tiene una gran prisa por rentabilizar la operación. Llama a Anker por el comunicador.

—Anker soy Tito tendrías que hacernos pedidos ¡ya! ¿Lo entiendes?

—Pero Tito ¿no será muy precipitado?

—¡No! —contesta Tito—, como siempre se ha dicho el tiempo es oro.

Anker cumple al pie de la letra lo que le pide Tito pero de una manera tan eficaz que se hace muy evidente tanto que Fermión, informado por Ovidio, llama a Anker a su despacho y a este se le aflojan las piernas

—A ver Anker ¿qué motivo hay? para que cambiemos de proveedor, la empresa EPS por la MPS —le pregunta Fermión.

—Creo que es conveniente tener también otros proveedores, MPS tiene productos de mucha calidad y la competencia ayudará a mejorarlos.

—Muy bien pensado —le dice Fermión dándole coba. Anker se va muy contento. A la que Fermión esta solo reclama la presencia de Alena—. Alena quiero saber de la empresa MPS todo sobre la plana mayor de dirección y las fichas de cada uno.

—De acuerdo Fermión me pongo con ello y no tardaré mucho en tenerlo —afirma Alena. Al día siguiente Alena va al despacho de Fermión—. Aquí tengo los datos que me pediste. Los personajes más relevantes son: Tito el gerente, Marco su mano derecha y Caio digamos que su mano izquierda.

—Gracias Alena.

Fermión observa las fotos, Tito es un orondo señor de sesenta años digamos que muy bajito para su gran peso, Marco es un hombre de cuarenta y cinco años bastante atlético y Caio es mucho más joven, debe de ser, piensa Fermión, el recadero de los otros dos. Al día siguiente Fermión reclama a Ovidio.

—Ovidio te vas a hacer cargo de una investigación sumamente importante. Quiero que viajes a la Tierra con estas tres fotos una es de Tito la otra es de Marco y la otra de Caio, tienes que preguntar en clubs públicos si han visto alguno de estos tres hombres con Anker, debes empezar por los clubs más cercanos a su apartamento, en cuanto tengas algo importante ven a verme.

—De acuerdo —responde Ovidio—, me pongo en marcha ahora mismo.

Homer desde que ocurrió el accidente está preocupado y ocupado en su habitación visionando una y otra vez la filmación tomada por la cámara de la mina el día del accidente y se va a entrevistar con Fermión.

—Hola Homer —le saluda Fermión, pues le cae muy bien y le aprecia.

—Te vengo a ver porque no puedo dormir veo una y otra vez el video de la mina y no consigo entender por qué los robots atacaron los pañuelos en primer lugar, los robots no han vuelto a esta zona y los pañuelos estarán hechos jirones pero estarán allí. ¿Podrías ordenar que los recogieran para poderlos analizar?

—Buena idea —contesta Fermión—, haré que los recojan de inmediato y que los lleven a mi laboratorio. —Anker está feliz está incrementando los pedidos a MPS en cantidad cuando ve aparecer el vehículo lunar y a Fermión con dos de sus ayudantes. Fermión ordena.

—Anker viste a estos dos hombres para un viaje a la mina, no te olvides de los Aquiles, yo personalmente revisaré los equipos. Anker no sospecha nada lo encuentra todo normal, los ve salir en el vehículo lunar y a Fermión frente al monitor de televisión al rato Anker ve a los visitantes de la mina revisando el suelo y ¡Se le hiela la sangre! Están recogiendo los jirones de los pañuelos. Oye por el comunicador.

—Fermión, los hemos encontrado.

—De acuerdo —responde Fermión—, llevadlos a mi laboratorio. —Anker pasa de lívido a congestionado y está muy nervioso, Fermión con disimulo lo está observando y no se le escapa el detalle.

Pasan cuatro días más Alena llama a la puerta del despacho de Fermión.

—Soy Alena ¿puedo pasar?

—Claro que sí, pasa Alena —contesta Fermión.

—Te traigo los resultados del análisis de los pañuelos.

—Gracias Alena dile a Homer que venga a verme.

Son las nueve de la mañana Ovidio se sienta en una de las mesas del club donde suele ir Anker, se le acerca el encargado del club.

—¿Qué quieres tomar?

—Quiero desayunar —le contesta Ovidio.

—Muy bien —le responde el encargado— tenemos un especial que consta…

—¡No! No me lo cuentes tráemelo, me encantan las sorpresas. —Mientras está desayunando llama al encargado.

 

—Oye estoy buscando a unos amigos que hace tiempo que no veo, te enseño unas fotos a ver si los conoces. —Ovidio enseña la foto de Anker.

—Claro que lo conozco es Anker vive aquí cerca cuando tiene descanso viene con frecuencia.

—¡Oh! Estupendo —exclama Ovidio— y este otro. —Le enseña la foto de Marco.

—¡Ah! Este también, últimamente que Anker tenía el mes de descanso venía con frecuencia a buscarlo, desayunaban juntos y luego se iban en un transporter.

—Qué pena —se lamenta Ovidio— creo que tardaré seis meses en ver a Anker. Muchas gracias por todo —se despide del encargado.

Homer a la llamada de Fermión va a su despacho.

—¿Querías hablar conmigo? —pregunta Homer.

—Sí —le contesta Fermión—, tenías toda la razón al sospechar de los pañuelos del análisis resulta que han sido tratados con una sofisticada emulsión que da el espectro del silicio.

—Pero algo así necesita un sofisticado tratamiento con medios poderosos razona Homer.

—Exacto —puntualiza Fermión.

—Por esto atacaron los robots y siguieron atacando porque para ellos los visitantes eran materia que había desprendido silicio explica Homer.

—Necesito un par de días para barajar todas estas investigaciones. Luego tendremos una reunión —organiza Fermión—. Pero entretanto quiero analizar los productos que adquiere Anker a MPS quiero saber si cumplen las normas establecidas.

—Pero tenemos normalizado que estas pruebas se hacen en el laboratorio de Anker —comenta Homer.

—También está establecido el protocolo de que mi laboratorio puede contrastar estas pruebas —explica Fermión y ordena—. Homer procede a la recogida de los materiales y los seleccionas tú —exige Fermión.

Anker está feliz todo le funciona de maravilla cuando ve llegar a Homer acompañado por un robot de carga.

—Hola Homer. ¿Qué haces aquí? —pregunta Anker.

—Estoy recogiendo muestras para analizar.

—¿Te ayudo? Aquí las tengo preparadas —le dice Anker muy solícito.

—No gracias le contesta Homer— yo escogeré las que crea más convenientes

—Como quieras —contesta Anker. Cuando esta solo coge su comunicador

—Tito esto va mal van a hacer pruebas de tus productos en el laboratorio de Fermión.

—¿Les habrás enviado para el análisis el material que te entrego aparte? ¿No?

—No lo han querido —contesta Anker—, han seleccionado los productos a su criterio. —Hay un largo silencio, Tito responde.

—Si esto va mal creo que me he pasado he de pensar.

Han pasado dos días, por el comunicador Anker oye la voz de Fermión.

—Anker ven a mi despacho. —Se le hiela la sangre. ¿Qué habrá hecho Tito con la calidad que envía?

Anker entra en el despacho simulando tranquilidad frente a él están Fermión y Homer.

—Siéntate Anker —le pide Fermión—. ¿Tienes envíos de MPS todavía sin aceptar?

—Sí el último que se recibió anteayer —contesta Anker muy preocupado.

—Pues recházalo de plano —le exige Fermión—, no cumple ni de lejos la normativa de seguridad.

—Pero si mis ensayos han dado todos positivos —protesta Anker.

—¿Y qué es lo que ensayas tú? —pregunta Fermión.

—Las muestras que tienen a bien enviarnos sin facturación para pruebas —contesta Anker. Pero ha sido sincero supone que Tito enviaba toda la partida con la misma calidad que las muestras.

Fermión mira a Anker. –

—O eres un listo sin escrúpulos o un tonto infeliz. Encárgate inmediatamente de que todo el material de MPS que hayas aceptado y que no pueda devolverse sea destruido.

A solas Anker coge el comunicador.

—¿Qué has hecho Tito? Maldito seas, tu ambición lo ha echado todo a perder se han enterado y yo también de que lo único aceptable eran las muestras las partidas ¡no! Fermión me ha ordenado destruir todo el material de MPS y no quiere más trato contigo. —Tito responde muy nervioso.

—Veré de arreglarlo, todo puede arreglarse ya te diré algo y corta. —Pero sabe que es su muerte como gerente de MPS.

Fermión convoca a una reunión a Homer, a Alena y a Ovidio.

—Esta reunión es para debatir un suceso muy grave que ha pasado recientemente, con las pruebas que hemos podido reunir se puede deducir sin lugar a dudas lo siguiente explica Fermión—. Anker fue comprado por MPS concretamente por Tito y sus secuaces Marco y Caio para provocar una tragedia y Anker ocupara el lugar de Argus.

—¿Y esto? ¿Para qué? —pregunta Alena.

—Para que MPS desbancara a EPS en el suministro de productos espaciales. Gracias a la estúpida y desmedida ambición de Tito hemos podido descubrir el juego.

—Tendrán que responder por esto —exige Homer—, habían condenado a Sharon y a Tau a una muerte horrible, se salvaron por muy poco.

—Aquí está el problema —explica Fermión—, no podemos demostrar que Anker saboteara los Aquiles, no podemos demostrar que supiera nada de los pañuelos, aunque es evidente que MPS los fabricó y Tito se los dio a Anker.

—Pero esto es injusto —exclama Alena.

—Lo sé Alena pero es así —contesta Fermión— y lo único que pasará es que la junta de MPS destituirá a Tito de gerente y MPS nos pedirá excusas y nosotros a Anker lo radicaremos a otro lugar y restituiremos a Argus en su puesto.

—¡Esto es absolutamente injusto! —exclama Alena.

—Lo sé —responde Fermión—, y así será a no ser que descubramos algún motivo de presión que obligue a confesar a alguien su propósito de asesinos. ¿Alguna pregunta? —Nadie contesta están anonadados—. Pues hemos terminado —finaliza Fermión.

Ha pasado una semana de la reunión con Fermión Ovidio aprecia mucho a Sharon y a Tau y después que Fermión les razonara cómo quedaba el tema está rabioso pensando.

—Estos malditos asesinos se van a ir de rositas no tendrán lo que se merecen.

Hace dos días ha contactado con su buen amigo Caeso que esta de responsable en el sector de archivos y al que ya ha informado de todo,

—Caeso necesitaría que me informases sobre Tito y Marco a ver qué puedes encontrar que sirva para presionarles.

—No te preocupes Ovidio te lo voy a investigar a fondo —le contesta Caeso, al que también le indigna la crueldad de la maquinación. Dos días después suena el zumbador del comunicador de Ovidio.

—Dime Caeso.

—Ovidio de lo que me pediste he encontrado algo que te puede interesar. Te lo envío. —Ovidio lee el informe en el comunicador.

—Gracias Caeso —le contesta contento—, voy de inmediato a ver al doctor Fermión, te iré informando de lo que pase.

Por el comunicador Ovidio llama a Fermión.

—Fermión tendría que hablar contigo inmediatamente, es muy importante.

—Te espero —le contesta Fermión. Ovidio se desplaza rápido al despacho, quizá no haya tanta prisa pero el entusiasmo le hace correr. Llama a la puerta.

—¿Se puede pasar?

—Pasa Ovidio, pasa y siéntate —le dice Fermión al verle tan alterado—. ¿De qué se trata? —Fermión ya siente una gran curiosidad.

—Mira qué he encontrado —se explica Ovidio—. Marco hace catorce años hizo una solicitud para ir de voluntario a Titán y no la ha revocado.

—Lo cual significa —le interrumpe Fermión muy contento— que si le damos un destino no podrá rechazarlo y estará en nuestras manos.

—¡Exacto! —afirma Ovidio eufórico.

—Voy a enviar la orden de inmediato —exclama Fermión—, en diez minutos Marco la tendrá en sus manos y Titán puede ser muy desagradable para él.

Es mediodía Marco ha salido de su apartamento a comer a un club del que es asiduo. Esta contrariado porque piensa:

«Me ha fallado un buen plan, pero a Tito lo han apartado de la dirección de MPS, a Anker también le han dado un destino que seguro que no le gusta, puedo estar contento porque a mí no me ha ocurrido nada». Le suena el comunicador ve un mensaje y lee:

«Enhorabuena se ha aceptado tu solicitud de voluntario en Titán, preséntate antes de veinticuatro horas en la recepción de la zona cero». Marco palidece y masculla:

—¡Maldición! Cómo no pensé en darme de baja. —En realidad sí lo pensó pero fue posponiendo la gestión, sabe que Fermión conoce perfectamente su participación en el intento de asesinato de Tau y Sharon.

Sigue hablándose en voz baja mientras palidece y le cogen escalofríos.

—Fermión no tiene pruebas contra mí y no ha podido hacer nada pero ahora me tendrá en sus manos en Titán.

Marco se queda pensativo, y sigue hablándose a sí mismo.

—¡Maldita sea se me han quitado hasta las ganas de comer! —Sabe que los viajeros espaciales no han de llevar equipaje personal y se sigue hablando—. No tengo que ir para nada a mi apartamento no voy a pasar por el trauma de despedirme de él. —Coge el comunicador y pide—. Envía un transporter de sector a la dirección de la llamada. —A los pocos minutos llega el transporter. Marco le ordena—. A la recepción de la zona cero. —En el camino se dice—. Esto que me está ocurriendo y lo que me está por venir será lo peor de mi vida. —El transporter aterriza, un hombre lo está esperando.

—¿Eres Marco? ¿Verdad? Sígueme.

—¿Adónde vamos? —pregunta Marco.

—A tu aposento —le contesta el hombre, y le acompaña hasta una puerta la abre y le indica—. Tu aposento, ahora te traerán la comida. Te estamos preparando el viaje a Titán, en dos o tres días el doctor Fermión vendrá a verte. —Se va y cierra la puerta.

Marco inspecciona la habitación hay una cama un inodoro un lavabo una mesa y una silla, va a la puerta a ver si está abierta y le recorre un escalofrió al comprobar que está cerrada. Pasan dos días de desesperante espera para Marco.

Se abre la puerta y aparece el doctor Fermión que entra en la habitación y se sienta en la única silla que hay.

—Hola Marco siéntate. —Fermión le indica la cama—. He viajado a la Tierra expresamente para hablar contigo, tú ya sabes lo que hay y a lo que vengo. No. vamos a perder el tiempo discutiendo. ¿Verdad? Seré breve y explícito —continúa Fermión—. En Titán se puede estar muy bien, bien, no tan bien, no muy mal, mal, y muy mal, tú Marco puedes escoger entre no muy mal y muy mal. Aquí te dejo lo que necesitas. Fermión le deja un grabador de voz—. Mañana te lo vendrán a buscar y pasado mañana te vendré a ver. —En su informe Marco no se deja nada en el tintero.

* * * * *

Tito está en su mansión mirando por el ventanal de su lujoso salón, aplaca sus nervios hablándose a sí mismo.

—Solo me han podido acusar de una mala gestión comercial, supe legalizar todo el fraude y con los créditos acumulados que inteligentemente he legalizado, puedo seguir viviendo bien hasta que se me ocurra alguna cosa. —En el fondo se siente ufano y satisfecho de sí mismo. Llaman a la puerta, abre y se encuentra con una persona con uniforme de corrector.

—¿Qué hay? —le pregunta con voz de sorpresa.

—¿Eres Tito exgerente de MPS? —pregunta el corrector.

—Tito asiente.

—Pues toma es una citación del tribunal de correctores. Firma el recibí.

Una vez solo, abre el sobre y saca ávidamente los documentos, sabe que todos los documentos se envían electrónicamente, solo en los casos muy graves se tramitan a la antigua usanza. Empieza a leer en voz alta.

«A Tito de número serial insertado en el implante 2B 840727-C-3 se le acusa del delito probado de organizar el asesinato de dos personas la sentencia tiene en cuenta que resultó frustrado pero en contra de los deseos del acusado.

Se le condena a veinte años de reclusión en la Tierra, computables por quince años en Marte o diez años en Titán dentro de dos días podrá presentar sus alegaciones en el tribunal del sector».

Tito se sienta directamente en el suelo porque no puede moverse, tiene dos días para pensar en algo para convencer al tribunal de su inocencia y no tiene idea de qué pruebas tienen.

Anker es requerido por Fermión que ha regresado a la Luna, no tiene idea para qué pero no piensa en nada bueno él cree que ya está todo zanjado. Ya en el despacho de Fermión este le dice.

—Siéntate Anker, esto es para ti, léelo pero yo ya te lo adelanto. Has sido condenado como mano ejecutora de un doble asesinato que resultó frustrado en contra de tus deseos a treinta años de reclusión en la Tierra computables por veinticinco años en Marte o quince años en Titán, dentro de dos días tienes el juicio para lo que tengas que alegar.

 

—¡No es posible! No tenéis pruebas —le rebate Anker

—Te equivocas Anker —le rebate Fermión—, tenemos la confesión documentada de Marco.

Anker abre mucho los ojos, le entran temblores se levanta sin poder pronunciar palabra y se va.

Solo le queda a Fermión llevarle la sentencia a Marco.

Pero Marco está en la Tierra se la dará el mismo día del juicio.

Ha llegado el esperado día de la afirmación o no de las sentencias, Fermión, Ovidio, Alena y Anker han viajado a la Tierra, las 12h empieza la vista, son las 11h están en la sala con los acusados Tito y Marco. Fermión se lleva aparte a Marco. Fermión le explica.

—Marco he abogado por ti ante el tribunal alegando tu buena fe y tu arrepentimiento y te han reducido la condena a cinco años en Titán ahora lo que alegues ya es responsabilidad tuya.

Son las 12h entran los seis correctores son los que han estudiado el caso y han dictado las sentencias y un secretario. Que les lee los derechos.

—Estáis sentenciados y tenéis derecho a apelar con la responsabilidad de testigos. En caso de que resulte probado que mentís en la discusión de las pruebas vuestras sentencias serán aumentadas. El primero en hablar es Tito.

—Renuncio a apelar y opto por diez años en Titán.

Fermión está pendiente de Marco porque lo quiere también en Titán. Habla Marco.

—Renuncio a apelar y opto por cinco años en Titán. —Ahora le toca a Anker pero él solo tiene una opción, Titán.

—Renuncio a apelar —manifiesta.

Fermión satisfecho les va a preparar el viaje a Titán.

* * * * *

Sharon y Tau se quedan en la habitación hasta la hora de comer conversan de todo menos de lo que les sucedió ayer en la mina. Ella coge los albornoces.

—Toma Tau. —Le da su albornoz mientras ella se pone el suyo—. Anda vamos a comer. —Salen de la habitación.

—Sharon dame la mano —le pide Tau y juntos caminan al comedor. En el comedor ella señala con alegría.

—Mira Tau quién está allí. —Él se vuelve.

—Sharon —Son Alena y Ovidio. Alena se acerca rápido y abraza a Sharon, le dice con voz emocionada—: Qué mal nos lo hicisteis pasar. —Tau que ya ha recuperado el sentido del humor le pregunta.

—¿Y yo qué? —Alena le abraza divertida y le da un gran beso—. Tú también. —Mientras comen Ovidio les informa.

—Hemos venido expresamente a veros, queríamos ver cómo estabais después de lo que pasó ayer, lo estamos investigando, yo personalmente creo que Anker tiene mucha culpa. —Sharon comenta.

—Estaba muy raro mientras nos equipaba. ¿Eh? Tau, entre nosotros lo comentamos.

—Ya tenéis que normalizaros —les dice Alena—, mañana a las siete al gimnasio y todos los días a dar paseos por el exterior y algún partido de baloncesto que en la luna es súper divertido, es como ver un partido filmado en la Tierra pero a cámara muy lenta.

—Y todo esto ¿para qué? —pregunta Sharon.

—Pues para que os acostumbréis a llevar el traje espacial —le aclara Alena— sin que por ejemplo os pique la nariz. —Y se ríe.

—Y luego —continúa Ovidio— charlas sobre Titán, que será vuestro destino por otro periodo de seis meses.

—¡Oh! —exclama Sharon—, yo creí que regresaríamos a la Tierra.

—Por nada os perdáis la experiencia de Titán les dice Alena muy convencida. Se despiden afectuosamente, Alena les augura—. Nos seguiremos viendo. Camino de la habitación Sharon recuerda.

—Bueno Tau mañana verás a Idola.

—Y tú a Giles —le contesta Tau. Pasa la noche y zumba la alarma del despertador. Sharon comenta desperezándose.

—Hoy que he dormido bien tengo que madrugar; anda Tau coge tu toalla y al gimnasio. —Tau coge su toalla y la mano de ella y empiezan a caminar.

Son las 7 a. m. de la Tierra Idola y Giles ven llegar a Sharon y a Tau. Idola abraza a Sharon.

—Nos han contado lo que os pasó es horrible. —Mientras, Giles saluda a Tau, luego Idola abraza a Tau que piensa que tiene que endurecer su cuerpo para resistir los abrazos de Idola. La clase de gimnasia transcurre agradable, Giles y Idola se dedican a mimarles. Ya en su habitación a las 9 a. m. de la Tierra aparece el robot con el desayuno y les informa.

—A las 16h de la Tierra os vendré a buscar para llevaros a la sastrería, os equiparán para el partido.

—Bueno —razona Sharon— tenemos tiempo de ir a la playa, luego a comer y descansar un rato.

Son las 16h de la Tierra, el robot con su habitual puntualidad les viene a buscar lleva dos asientos acoplados, ellos ya están preparados.

—Sentaos —les ordena e inician el camino—. Tau le recuerda a Sharon.

—Será la segunda vez que vestimos los trajes espaciales espero que esta vez no pase nada.

—No seas gafe Tau por favor —le contesta ella muy molesta. En la sastrería no están ni Anker que ha sido desterrado del lugar, ni Argus que está de descanso.

—Mira Tau —advierte ella—. Hay otras siete personas que van a vestirse. —Uno de ellos se les acerca y les saluda.

—¿Sois Tau y Sharon? ¿Verdad? Me llamo Plinio y soy el entrenador del equipo de baloncesto, seréis ocho jugadores cuatro contra cuatro, os gustará.

—Será toda una experiencia —opina Tau.

—La cancha está en un astroblema lunar mediano a tres kilómetros de aquí —les dice Plinio.

—A la que salgamos al exterior bajareis del vehículo e iréis andando, yo os escoltaré con el vehículo lunar. —Tau le encara.

—¿Por qué hemos de ir nosotros a pie y tú en coche?

—Porque soy el entrenador y además las pelotas las llevo yo —le aclara Plinio. Tau entiende y calla, los demás se ríen ya conocen a Plinio, Sharon también se ríe, Tau ¡no!

En efecto las pelotas son transportadas por el vehículo lunar. La excursión colectiva hasta el astroblema lunar donde está la cancha de baloncesto es de lo más divertido en el marco de aquel paisaje lunar y aquel intenso firmamento Sharon se detiene para contemplar la Tierra.

—Qué miras —le dice Tau que está muy divertido y eufórico—, si te has dejado en casa la luz encendida.

—No me digas esto Tau que me pones triste.

—Va cariño no pienses más y diviértete.

Los seis que acompañan a Sharon y a Tau son gente joven que ha venido a disfrutar de unos días de asueto en la Luna.

Cuando llegan a la cancha se sorprenden de lo bien construida que está, no le falta detalle.

¡Que empiece el juego! Cortésmente todos hacen que Sharon juegue primero y así lo hace; lanza la pelota y la pelota sube… sube… y sube. Tau le dice.

—Sharon la has puesto en órbita lunar. —Y luego baja… baja… y baja… tan despacio que Tau comenta—. Voy a tomar café a ver si cuando vuelva ya ha bajado. —Cuando la pelota está cerca del suelo todos saltan a cogerla pero ninguno lo consigue por que se pasan de salto a todos les da la risa. Plinio les dice.

—Marcar una cesta no es nada fácil pero a que es muy divertido.

—Divertido y cansado —apunta Sharon. Ya de regreso ella le pregunta a Tau.

—Estoy cansada, pero tengo más hambre que sueño, ¿iremos a cenar? ¿No?

—Claro que sí —afirma él sin dudar.

Después de cenar ya en la habitación Tau está muy cansado ha querido demostrar a Plinio lo mucho hombre que es, si el partido dura cinco minutos más habría fracasado en la demostración. Ve que se acerca Sharon con una mirada que él conoce muy bien.

—Cariño estoy muerto mañana será otro día —exclama con voz suplicante.

—¡Ah ah! —responde ella y sigue avanzando. Tau solo dice muy, muy bajito.

—¡Socorro!

Entre gimnasio, paseos, partidos y reuniones en el club con los amigos que ahora ya son muchos han pasado sesenta días de feliz estancia en la luna. Después de desayunar propone Sharon.

—Tau tengo ganas de estirarme y relajarme en la playa.

—Pues mira Sharon yo también, anda. ¿Vamos?

—Vamos —le contesta ella muy animada. Están paseando por la playa cuando ve a una mujer con un bebé.

—¡Mira Tau!, allí esta Frigia y la pequeña debe de ser Adara, vamos a verla. —Tau ve a Sharon tan súper ilusionada que se pone triste—. Hola Frigia. ¿Te fue todo bien? —le pregunta Sharon.