Cuatro héroes para salvar el mundo

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CAPÍTULO - 7 -








En una reunión cumbre, los presidentes de todos los países discutían acaloradamente, las distintas formas de combatir al terrible Malox. Cada uno de ellos exponía una estrategia distinta, pero todas las ideas se desvanecían al momento de evaluar, que era más importante, si derrotar al desalmado Malox o exponer a sus hijos a una muerte segura.



El doctor Morgan, que en ese momento presidia la cumbre, eleva la voz pidiendo silencio, cosa que las demás personas obedecieron al instante. – Señores gritando y discutiendo entre nosotros no vamos a logra nada... No es el momento de enfrentamientos frívolos, estamos frente a un grave peligro, que no solo pone en riesgo a nuestras naciones, si no, que nos toca emocionalmente a cada uno de nosotros, al tener a nuestros hijos o nietos en las garras de ese loco, que nos amenaza con destruir el mundo o matar a nuestros queridos familiares... Por eso es que les pido... No, mejor dicho les ruego, que en este momento tan difícil, pensemos fríamente y unidos más que nunca, en que forma vamos a resolver este dilema.



Los demás presidentes, quedaron un momento en silencio y espontáneamente comenzaron aplaudir al doctor Morgan, mientras le gritaban emocionados. – Tiene razón... Basta de discusiones y comencemos a trabajar en una solución al problema.












Los chicos gritando, tanto por la sorpresa, como por la repentina caída, fueron a dar a una especie de embudo en forma de espiral, por el cual se desplazaron unos cuantos metros hacia abajo y al final del mismo, cayeron a una canaleta de roca natural que se extendía pendiente abajo y con un gran caudal de agua, que los comenzó a impulsar a gran velocidad hacia las profundidades de la montaña; Dicha canaleta era como un tobogán de agua y los chicos, después de sufrir la impresión del primer impacto, comenzaron a perder el miedo a la situación y a disfrutar del inesperado paseo, que a pesar de la velocidad y de lo sinuoso del recorrido, los iba sorprendiendo con el colorido de las paredes y de la tenue luz que desprendían las mismas, debido a los minerales que contenían.



De pronto un ruido extraño los alerto y cada uno de ellos comenzó a tratar de adivinar de dónde provenía dicho sonido.



Maxi extendió el brazo hacia adelante señalando un lugar, mientras grita. – ¡El sonido viene de aquella cueva que se ve allá y hacia dónde vamos!



—¿Que podrá ser? – Pregunta Marilú, mientras fuerza la vista para tratar de ver que había delante de ellos.



Cuando estaban cerca, comenzaron a sentir cada vez más fuerte un enorme chillido y un gran revoloteo y como si fuera la explosión de un volcán, de la boca de la cueva salieron cientos de enormes murciélagos, que comenzaron a sobrevolar sobre las cabezas de los chicos, que ante lo inesperado, empezaron agitar los brazos para tratar de mantener lejos a los horribles animales; A medida que seguían avanzando llevados por el agua, los murciélagos lo fueron siguiendo. Luego, en la misma forma rápida como llegaron, de la misma forma desaparecieron de la vista de los chicos.



—¡Hay Dios! Que susto nos dieron esos bichos. – Comenta Sebastián.



—¡Y que asquerosos que son! Solo de verlos, hace que se me descomponga el estómago. – Dice Leandro.



A medida que iban descendiendo, la pendiente se acentuaba, haciendo que el agua los arrastrara con mayor velocidad hacia lo desconocido.



De pronto Agustín que iba primero en la fila india, da un grito de alarma. – ¡Maxi, mira hacia adelante!, vamos derecho a una curva, con una inclinación muy peligrosa, que nos lleva directamente hacia un enorme pozo que se ve a lo lejos y del que asoman puntas de lanzas.



Maxi observa con atención y comenta. – Tienes razón Agustín, se ve que allí terminan todos los enemigos de Malox... Tenemos que actuar rápido para salir de esta peligrosa situación.



¿Qué hacemos? ¡Nos vamos a morirrrr!. – Grita desesperada Marilú.



—¡No se preocupen! – Grita Agustín. – Cuando yo les avise, a la cuenta de tres, ustedes salten fuera de la canaleta. — Agustín apoya los pies contra los laterales de la canaleta y haciendo una gran presión con los mismos, comenzó a frenar la caída; Cuando por fin logra aminorar la velocidad con la que los arrastraba el agua, les grita a sus compañeros. – ¡Ahora... Un, dos, tres, salten ahora!



Uno a uno, fueron saltando fuera de la canaleta que los conducía hacia la muerte. Cuando Agustín se percató que todos estaban fuera de peligro, tomando impulso dio un brinco en el aire, cayendo de pie, al costado de esa trampa mortal.



— De una buena nos salvamos. — Grita Leandro. – Y llevado por la emoción, lo abraza a Agustín y los demás contagiados por el gesto, se unieron en un gran abrazo.



—Pasado el momento emotivo, Maxi indica. – Tenemos que seguir para ubicar la salida de la montaña. Toma a Marilú de la mano y comenzó a caminar en la semi penumbra, seguido por los demás chicos, no sabía hacia donde tenía que ir, pero se dejó guiar por el instinto y poco a poco fueron avanzando hacia lo desconocido. De pronto se encontraron frente a una pared que les cerraba el paso.



—¿Y ahora que sucede? ¿Qué vamos hacer? – Pregunta nerviosa Marilú.



—Parece que aquí se termina el camino. – Responde Maxi, mientras tantea la pared, para confirmar lo dicho.



Leandro viendo el problema, busca en su cartuchera la pequeña linterna y se la pasa a Maxi.



—¿Nos quedaremos atrapados aquí? – Pregunta aterrada Marilú.



—No tengas miedo. – Responde Maxi. – Siempre se encuentra una solución a todos los problemas, solo hay que tener paciencia y buscarla. – Enciende la linterna y con el haz de luz comienza a recorrer la pared hacia la derecha, percatándose que de ese lado era todo de roca sólida y la misma desembocaba en el cauce de agua del que recientemente habían escapado. —¡Bueno! Por este Lado es imposible salir. – Dice Maxi.



–¡Seguí buscando! – Apura Agustín.



Maxi comienza a recorrer con la luz, el lado izquierdo de la pared y de pronto da un grito de alegría. — ¡Viva! Allí esta lo que buscamos. – Y señala la entrada de dos túneles.



Todos se acercan al lugar de las entradas, mientras Leandro pregunta curioso. — ¿Y ahora?, ¿Cuál de los dos caminos seguiremos?



Sebastián, con una sonrisa en la boca responde. – Pero eso es fácil, como todo en la vida, hay que seguir por la derecha.



—¡Tiene razón! – Dice Agustín. – Ya que no sabemos cuál de los dos seguir, tomemos el de la derecha.



Todos en fila india se introdujeron en el túnel y alumbrado por la tenue luz de la linterna, fueron avanzando lentamente. Pero mientras iban descendiendo, el camino por momentos se estrechaba, dejando solo el lugar suficiente para que ellos, poniéndose de costado pudieran pasar.



Siguieron avanzando por varios minutos más, entre las piedras esparcidas en el suelo; De pronto se encontraron con lo inesperado, la cara de los chicos cambio, de la expresión de alegría a la de sorpresa, no podían creer lo que veían; El túnel estaba completamente tapado por un derrumbe.



—¿Y ahora qué hacemos? – pregunta angustiada Marilú.



No tenemos más remedio que retroceder y tomar el otro túnel para ver si tenemos más suerte. – Responde Maxi.



Leandro mira a Sebastián y le reprocha. — ¡Que suerte que había que tomar el túnel de la derecha... Vos sí que tenes un buen instinto de guía!



Sebastián poniendo cara de inocente contesta. — ¡Bueno che! Uno tiene derecho a equivocarse... Además, como dice el viejo refrán, errar es humano, perdonar es divino.





CAPÍTULO - 8 -








Yancar estaba de rodilla frente al altar, en un estado de total sumisión, rezando por el bienestar del Monasterio y de todos los que en él se albergaban; Cuando uno de sus colaboradores se le acerca y con sumo respeto por la interrupción, le dice. – Perdón hermano Superior que lo moleste, pero bajo estas circunstancias, me vi obligado hacerlo.



Yancar poniéndose de pie le pregunta. — ¿ Si hermano, dígame que es lo que amadita tanta urgencia?



— Señor, como usted ordeno, comenzamos a proteger el lugar, reforzamos los portones de los muros exteriores, guardamos los animales en los corrales, también guardamos todos los alimentos, verduras y suficiente agua, en caso de que tengamos que estar dentro del monasterio, confinados por varios días, previniendo un ataque del supuesto enemigo.



—Hermano, ¿ Que otras medidas han tomado para defender el monasterio?



Tomamos las medidas de seguridad que nunca hubiéramos deseado tomar... Bajamos a los subsuelos de la iglesia, donde están ocultas las reliquias que nos dejaron en custodia nuestros valientes antepasados, junto a las armas con la que defendieron con sus vidas, hace siglos, estos sagrados muros; Y siguiendo el ejemplo de ellos, cada hermano se armó con las espadas, lanzas y escudos que estaban en el lugar, para defender cada rincón del monasterio.



Yancar mira a los ojos del hermano que tenía frente a él y le dice. – Cuando la causa que uno va a defender es justa, no importa los medios que se empleen para defender esa causa... Además hermano, contamos con la bendición del Señor, que siempre apoya las causas justas.

 












Los chicos se introdujeron en el segundo túnel y comenzaron a caminar, guiándose por la débil luz de la linterna, el camino iba en descenso y por momentos se les tornaba difícil mantenerse en pie, a medida que descendían, se encontraban con la dificultades de tener que saltar grandes grietas en el piso rocoso, que no sabían que profundidad podían tener, o tomar por caminos zigzagueantes que en más de una oportunidad no conducían a ningún lado y tenían que regresar al lugar de partida.



— Esto es un laberinto. – Comenta Sebastián.



— No importa. – Dice Maxi — Tenemos que seguir adelante para encontrar la salida... Sigamos por ese ramal, que es el único que nos falta recorrer.



En fila india comenzaron el descenso por el nuevo camino.



—Agustín, que era el último comenta. – Este lugar está más oscuro, que la boca de un lobo.



—Maxi le responde. – No te quejes y seguí avanzando, que ya perdimos mucho tiempo dando vueltas inútiles.



—Eso es fácil para vos, que vas alumbrado con la lin... — No termino Agustín la frase, cuando lanza un grito de dolor.



—¿Qué te paso? – Grita Marilú asustada.



—Alguien me golpeo la cara con fuerza. – Explica Agustín masajeándose el rostro con la mano.




—Los chicos rápidamente se ponen en posición de ataque, mientras Maxi alumbra el lugar en busca del enemigo; La luz de la linterna recorre todos los rincones del lugar en busca del atacante, pero cuando se da cuenta quien había sido el causante, sin poderse contener, lanza una carcajada mientras señala una raíz que colgaba del techo del túnel. — ¡Allí tienes a tu contrincante, ten cuidado que no te vuelva a golpear!



Todos se ríen de la situación, menos Agustín, que un poco por la vergüenza y otro poco de bronca, toma la punta de la raíz con ambas manos mientras dice. — ¡Esta rama no le va a pegar a nadie más.



—Maxi dándose cuenta de cuál era la intensión de Agustín, le grita con fuerza. — ¡No lo hagas!



Pero ya era tarde, Agustín con un fuerte tirón arranco la rama que sobresalía del techo y junto con ella comenzaron a caer algunas piedras.



—Leandro, viendo que Agustín no se movía, lo tomo del brazo y con fuerza lo saco del lugar, justo en el momento que se producía un derrumbe, llenando de polvo todo el recinto.



—¡Qué bien que la hiciste Agustín!, ¿ Ahora por donde vamos a salir, si este túnel no tiene salida? – Pregunta Sebastián.



Leandro lo mira a Maxi que estaba por hablar y le dice imitándole la voz. — ¡Chicos sigamos adelante, hay que encontrar la salida! – Todos se miraron y se pusieron a reír por la ocurrencia.



Siguieron descendiendo por el túnel, sorteando diferentes peligros, hasta que llegaron a un punto del mismo, que como por arte de magia, se encontraba tenuemente iluminado por una fosforescencia verdosa que brotaba de las paredes e iluminaba todo el camino.



—¿De dónde sale, esa luz rara? – Pregunta extrañada Marilú.



—Es producto de alguna composición química, que está en la formación de la roca y la hace producir el efecto de fosforescencia... Pero da las gracias, porque esta luz nos favorecerá para encontrar más rápido la salida de este lugar. – Explica Maxi.



Y Maxi tenía razón, al no tener que luchar contra la oscuridad, pudieron sortear más fácil los obstáculos y caminar con mayor velocidad.



Cuando cansados de tantos esfuerzos y pensando que ya no iban a salir de allí, a lo lejos ven con gran alivio la boca de salida; No alcanzaron a dar un paso fuera del túnel, cuando se encontraron con una sorpresa, que los paralizo y a su vez los emociono.





CAPÍTULO - 9 -








Habían desembocado en una enorme caverna, iluminada por los rayos del sol que se filtraba a través de las hendiduras de las rocas, mostrando un paisaje de ensueño, compuesto de una hermosa y amplia bahía de arenas blancas y un mar interior de aguas azules y transparente, donde se podía observar los restos de un galeón cerca de la orilla, semi sumergido y bastante destruido por la acción del tiempo.



Leandro observa a los lejos algo que le llamo la atención y pregunta. — ¿Qué serán esos dos bultos marrones que se ven medios enterrados en la arena, cerca del agua?



Sebastián observa lo mismo y comenta. – La verdad, que no lo distingo, ¿ Qué les parece si vamos a ver de qué se trata?



Maxi toma a Marilú de la mano y comienzan a correr sobre la arena blanca hacia el lugar indicado, los demás lo siguieron; Cuando llegaron, se sorprendieron por lo que vieron, se trataba de dos baúles semi enterrados, pero eso no era todo, esparcido sobre la playa se veían una docena de esqueletos humanos medios tapados por la arena, con restos de ropas de la época de los bucaneros, algunos de ellos con sables que atravesaban sus desnudas costillas, dando muestra que lucharon entre ellos hasta morir.



Marilú mira el lugar y poniéndose la mano sobre el pecho, sorprendida por lo que veía, dice acongojada. – ¡Qué horror, no puedo creer lo que estoy viendo!



Sebastián se dirige hacia donde están los baúles y al ver que no tenían candado, levanta la tapa de uno de ellos y al ver su contenido, lanza un silbido de admiración, mientras dice. – ¡Chicos miren lo que hay aquí, está lleno de monedas de oro y joyas!



Leandro corre hacia el otro baúl y rápidamente le levanta la tapa y al comprobar su contenido, grita. — ¡Este también está lleno de monedas de oro y joyas!



Marilú, todavía afectada por lo que estaba viendo, pregunta. —¿Que habrá pasado aquí?, ¿Qué motivo los enloqueció, para que se maten entre ellos?



¡Eso!... ¿Que habrá pasado y como llegaron a este lugar, si no se ve ninguna entrada, como para que ingrese semejante barco? – Pregunta a su vez Agustín.



Maxi, sin pronunciar ninguna palabra comienza a observar el lugar, en busca de una pista que le ayude a descubrir el misterio que encerraba toda esa escena. Se acercó a los baúles para estudiarlos, luego miro los esqueletos y en la posición que cada uno de ellos había caído, se acercó a la orilla y desde ese lugar, recorrió el barco con la mirada, observando los restos del velamen que colgaban de los viejos mástiles, como los restos de la bandera insignia, las troneras de los costados abiertas, desde donde se podían ver las negras bocas de los cañones en posición de ataque y el puesto de mando completamente desierto; Y por último, le pone mucha atención a la pared rocosa que estaba a cierta distancia y que cerraba la salida al mar. Entorno los ojos para clarificar las ideas y luego de meditarlo unos minutos, se dirigió hacia donde estaban sus compañeros y les dijo. — ¡Creo tener resuelto el dilema de lo que paso aquí ¡



Leandro ansioso por saber, pregunta. — ¿ Y qué fue lo que paso aquí ?



Maxi mira a los chicos y comienza su explicación. — Según pude analizar por lo que observe... Esta enorme caverna era usada como un refugio pirata.



¡Con razón aquel de allá, tiene un parche en el ojo! – Grita Sebastián, señalando a uno de los esqueletos.



Maxi continúa con su relato. – Hace muchos años atrás, este lugar por sus características, fue usado por la piratería como un puerto natural, donde podían protegerse de las inclemencias del tiempo y de la vista de los barcos españoles o ingleses que los pudieran estar persiguiendo... También les podría servir para posibles reparaciones de sus barcos o de ocultar sus robos, hasta ver que el enemigo se alejara.



¡Sí! Hasta allí está todo bien, ¿ Pero explícame como entraron aquí, si no hay entrada y por qué se mataron entre ellos, si eran compañeros? – Pregunta Agustín.



Maxi continúa. – Cuando el barco ingreso a este lugar, el destino les tenía preparado una mala pasada a toda la tripulación... Por causa que desconozco, desde la cima de la montaña se produjo un alud de rocas, que formo esa pared que tenemos en frente y que tapo la salida hacia el mar, dejando al barco y toda su tripulación atrapada aquí.



—¿ Pero por qué se mataron entre ellos, si eran compañeros?. – Vuelve a preguntar ansioso Agustín.



Maxi lo mira y sigue el relato. – La mente humana es muy complicada y más cuando se encuentra en un estado crítico... Esta gente se habrá desesperado al verse atrapada y no encontrar la forma de escapar de este lugar, por lo que supongo, comenzaron las discusiones y con el correr del tiempo se habrán enloquecidos, tanto de odio, como de desconfianza entre ellos, por miedo de que unos les robe las joyas que contenían los cofres a los otros y ese habrá sido el motivo que los llevo a matarse entre ellos... Y los que quedaron con vida, con el tiempo se habrán muerto de hambre o de sed.



Todos se quedaron momentáneamente callados, mirándose, hasta que Leandro reaccionando dice. — ¡Que historia y que final! – Y sin decir nada más, se alejó caminando por la arena, seguido por Sebastián, que lo alcanzo y tomándolo del hombro, se fueron charlando juntos.



Agustín sin pronunciar ninguna palabra, camina hacia la playa, se sienta cerca de la orilla y se queda pensativo mirando el agua.



Cuando quedaron los dos solos, Marilú observa los esqueletos de los piratas diseminados sobre la arena y con lágrimas en los ojos, lo abraza a Maxi de la cintura, mientras le pregunta. — ¿ Decime la verdad... Ese va a ser nuestro destino final, en este lugar ?



Maxi la abraza cariñosamente para consolarla, mientras le responde. — ¡No!... Ya encontraremos la forma de salir de aquí.



—No quiero morir en este lugar. — Susurra ella, mientras las lágrimas le recorren las mejillas.



Maxi la sujeta más firme contra su pecho, mientras la consuela diciéndole. – Te prometo, que de una forma o de otra, vamos a salir de este lugar.



Los dos se miran a los ojos y sin pensarlo se dan un beso. – Desde que te vi, soñé con este momento. – Confiesa Maxi.



Y ella con una sonrisa en los labios le responde. – A mí me paso lo mismo.



Los dos tomados de las manos, comenzaron a caminar hacia la playa, donde estaba Agustín; Cuando llegan se sientan al lado de él y Maxi le pregunta. – ¿Disculpa la pregunta, pero mientras caminábamos hacia aquí, te note muy concentrado?... ¿ Qué es lo te preocupa?, ¿ O que es, lo que estás viendo con tanta atención?



Agustín, sin dejar de jugar con dos piedritas que tenía en la mano, le responde. —¡No!... No estoy preocupado por nada, ni tampoco tenía la vista fija en nada importante... Solamente me estaba entreteniendo, mirando las pequeñas olitas que vienen hasta la playa y se alejan, vienen y se alejan y eso es todo... Nada importante.



Maxi se da vuelta hacia Marilú y le dice. – Tiene razón, mira con la tontería que se entretie... — No termino la frase, cuando se da vuelta rápido y toma a Agustín de los hombros y le grita emocionado. – ¡Repetirme lo que acabas de decirme!



Agustín sorprendido por la euforia de Maxi, le responde. – Te comentaba que me estaba entreteniendo, viendo las olas que iban y venían... Eso es todo.



Maxi sonriendo y con la cara iluminada por la emoción, les pregunta. — ¿ Y eso no les dice nada... Ni se dan cuenta, que si se forman olas, es que hay movimiento de agua... Y ese movimiento solamente se puede producir con la ayuda del mar y que está entrando a la cueva por algún lado?



Marilú sorprendida responde. — ¡Tienes razón, no se me había ocurrido!



Maxi con determinación se dirige al agua, mientras grita. – Llamen a Sebastián y a Leandro y esperen todos aquí, yo voy a investigar por donde ingresa el mar!



Se arroja al agua y comienza a nadar hasta estar cerca de la pared rocosa, la observa a todo lo largo, sin encontrar lo que buscaba, por lo que tomando aire por los pulmones, se sumerge hacia las profundidades; Desde la orilla, los chicos miran todos los movimientos de Maxi, con la preocupación de que no le pase nada. Luego de unos interminables minutos, Maxi emerge y nada hacia ellos.



Cuando sale del agua, con una sonrisa triunfal, explica. – Dios está de nuestra parte, a unos cuantos metros de profundidad, encontré un túnel formado por la propias rocas al caer y es lo suficiente grande como para que nademos a través de él y salgamos hacia el exterior.

 



Todos dieron gritos de alegría y se abrazaron entre ellos.



Marilú, siempre temerosa, pregunta. — ¿Pero no será peligroso?



Leandro mirándola, le contesta. –Que más peligroso puede ser, que quedarnos aquí a morir.



Maxi le toma las manos y le dice. – Lo único que tenemos que hacer, es tomar suficiente aire para aguantar el recorrido y no separarnos, para salir todos juntos... Y no te preocupes más, que yo te ayudare para que salgamos de este lugar.



Los cinco se metieron en el agua y nadaron hasta llegar al punto que indico Maxi, en es

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