Marlon Brando tenía un bulldog

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Sari: Cine #36
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Debemos aprender a detectar lo que se esconde detrás de las palabras y de las imágenes. Por ejemplo, cuando Guillermo del Toro dice sobre el director David Lynch «que usa las frecuencias bajas, que a nuestro cerebro reptiliano le recuerdan a un volcán, para darnos miedo». ¿Crees que surge de una ocurrencia o de una observación superficial o de que ha mirado la obra de Lynch como un ‘turista’? No, ¿verdad?

Muchos actores, al ver determinada película, piensan que, si le hubieran dado el mismo personaje y hubieran sido dirigidos por el mismo director, habrían creado un personaje igual que el que observaron en la pantalla. Están viendo la película como ‘turistas’. Están infravalorando el valor del actor en cuestión, de ellos mismos y de los actores en general. Los actores que crearon ciertos personajes que admiramos no partieron de lo que nosotros vemos en la pantalla. En la pantalla observamos la ‘pirámide’. Como actor debes ser capaz de ver y entender la forma en que la construyeron. Esto es, debes ser capaz de percibir las decisiones creativas que tomaron, que matizan al personaje y, por lo tanto, la historia.

Como actores debemos ver mucho más allá de lo que los espectadores perciben. Por ejemplo, es común que un espectador diga que, en determinada obra, película o serie, un actor no estuvo bien, o que le gustaron más otros actores. En realidad, lo más probable es que se esté refiriendo a la ‘función del personaje’, no al actor. ¿Qué quiero decir con esto? Que los personajes que tengan más presencia y un rol más trascendente en la historia serán los que más le gustarán, porque estarán más desarrollados y los conocerá mejor. Es decir, el protagonista generalmente será el personaje que más le gustará, ya que como espectadores nos convertimos en el protagonista. Después le gustará los aliados del protagonista, porque ayudarán a este a conseguir su deseo, y todos queremos tener personas que nos ayuden en nuestra propia vida. Después serán aquellos personajes que se opongan al deseo del protagonista. Y, por último, los personajes cuya presencia sirvan de complemento a la historia, como los personajes de subtramas.

Lamentablemente hay muchos actores y directores que ven con los ojos de un espectador y confunden el rol y la presencia de los personajes con que un actor haya estado bien o no. Cuando las circunstancias son más adversas es cuando se puede apreciar mejor la maestría profesional de los actores, ya que supone un reto mayor conseguir crear un personaje que no pase desapercibido.

Es evidente que gran parte de la posibilidad de crear un personaje inolvidable recaerá en la presencia que tenga dentro de la historia. A menor presencia, mayor dificultad. Pero siempre podrás encontrar algo que lo haga memorable, quizás no para el espectador, pero sí para ti mismo y para los profesionales que conocen nuestra profesión.

Generalmente las personas no son conscientes de sí mismas, pero como actores debemos desarrollar la capacidad de detectar la ‘naturaleza íntima’ de cada persona o personaje que observemos. En primer lugar, debes aprender a observarte a ti mismo. En ti encontrarás a tu mejor maestro —por esto es tan importante que realices los ejercicios que te propongo—. En segundo lugar, debes aprender a observar a quienes te cruzas, e intentar entender qué hace que se comporten, reaccionen, sientan y piensen así. Aunque no aciertes, no importa. Lo que importa es que desarrolles esa curiosidad y encuentres tus respuestas.

Por otra parte, tu carrera dependerá de las historias que cuentes, por lo que debes aprender a detectar cómo se construyen las historias y los personajes. Para ello debemos distinguir dos situaciones: cuando observamos al personaje que otro actor creó, y cuando ‘observamos’ un guion. En el guion están todas las posibilidades, todas las ‘pirámides’ diferentes que se podrían crear con los materiales que nos proporciona el mismo. En el personaje creado están las decisiones creativas del actor en cuestión. En el personaje está la ‘pirámide’ que creó determinado actor. En un primer momento no se trata de juzgar si esas decisiones creativas las consideramos o no brillantes, se trata más bien de ser capaces de percibirlas.

Anteriormente te sugerí analizar a los actores, películas y personajes que te enamoran. Asimismo, deberías fijarte en los actores y películas que quizás no admires, pero que estén entre los preferidos del público. Son muchos los actores que nunca recibirán un premio serio como actores, pero sus películas tienen un gran éxito de taquilla. Por ejemplo, Dwayne Johnson no es considerado un ‘gran actor’, pero ha llegado a ser el segundo actor mejor pagado porque sus películas están entre las más vistas, y esto solo puede ser debido a las historias que cuenta y a la forma en que construye a sus personajes, y a las características que les imprime —aunque suelan ser las mismas—. Sus películas conectan con los espectadores. Así que comienza por preguntarte, ¿de dónde surge su éxito?

Cualquier actor que haya construido una carrera sólida es digno de admiración, sin importar si te gusta o no. El gusto es algo subjetivo. Que hayan sido capaces de construir una carrera sólida es un hecho objetivo. Por esto te recomiendo que aprendas de aquellos actores que superan la prueba del tiempo, aunque la crítica no los considere grandes, o no protagonicen las historias. Hay muchos actores que se han forjado una gran carrera profesional interpretando personajes ‘secundarios’.

Ahora bien, no se trata de copiar a nadie, sino de aprender a ver, a detectar y, quizás, encontrar algo que te sirva de inspiración y puedas incorporar a alguno de tus personajes.

Decía Pablo Picasso: «Los artistas copian, los genios roban».

Cuando encuentres algo de otros profesionales que te sorprenda, te enamore o te inspire, no debes limitarte a copiarlo, sino que debes hacerlo tuyo. Filtrarlo a través de tu ser, dando lugar a algo nuevo

EL TRABAJO DEL ACTOR

El actor debe dar vida a un personaje para contar una determinada historia.

Por lo tanto, el trabajo de un actor es narrar

Durante los cursos suelo preguntar a los asistentes cuál es la herramienta de trabajo distintiva de los actores. Generalmente recibo la misma respuesta: su “instrumento”. Es decir, el cuerpo, la voz, la mente, las emociones, la intuición, etc. Todo lo anterior es cierto, prácticamente igual de cierto que para cualquier otro trabajo.

En nuestra profesión, la herramienta ‘distintiva’ de la que disponemos los actores es el guion.

Anthony Hopkins, actor aclamado mundialmente, dice sobre la actuación: «Actuar es un proceso de relajación. Conocer el texto en profundidad y confiar en que tu instinto, tu subconsciente o como quieras llamarlo, se hará cargo». Si analizamos esta afirmación se comprende que la clave radica en “estar relajado”. Y que esa relajación la conseguimos conociendo el texto en profundidad. De ahí surge la confianza de que nuestro instinto se hará cargo.

Tiene su lógica. Si fuera a hacer un examen y conociera el texto en profundidad, no solo estaría relajado, sino deseando poner a prueba mis conocimientos. Si, por el contrario, no hubiera estudiado lo suficiente, estaría tenso, nervioso e inseguro, esperando que cayeran las preguntas para las que sí tengo respuesta. O, en el peor de los casos, si no hubiera estudiado nada de nada, no tendría nada que perder. Simplemente firmaría en blanco la hoja de mi examen o respondería ocurrencias con la intención de caerle simpático al maestro en cuestión —lo que algunos actores hacen en los castings, intentando caerle simpático al director—.

¿Qué significa conocer el texto en profundidad para Anthony Hopkins? En una entrevista revela que llega a leer el guion en el que está trabajando unas doscientas cincuenta veces. Esa es una gran pista. Si alguien de su talento, trayectoria y experiencia trabaja con esa dedicación, ¿qué deberíamos hacer nosotros? Por cierto, nótese que no dice que lee las líneas de su personaje doscientas cincuenta veces. No. Lo que lee es el texto completo. Ya comentamos que un guion es una gran maquinaria en la que cada pieza complementa y da sentido al resto, de ahí la importancia de leer el guion completo, y no limitarte a leer exclusivamente las líneas de tu personaje.

Lo que no nos dice Anthony Hopkins son las preguntas que le surgen de esas doscientas cincuenta lecturas del guion.

«Debemos comprender el guion completamente —decía Stella Adler—. Tenemos que conocer su estructura, esencia y excentricidades antes de poder sentirnos cómodos con él. Tenemos que entender lo que nos exige. De lo contrario no podremos comunicarlo y nos volveremos falsos. Debemos comprender las ideas de nuestro personaje como si se trataran de nuestras propias ideas. Debemos sentir la importancia que dichas ideas tienen para él y la necesidad de transmitirlas».

Si el trabajo de un actor es narrar una historia, lo primero que necesitaremos es entender la historia que cuenta el guion. Después, comprender a nuestro personaje.

«No creo que realmente puedas ser un actor eficaz si no tienes curiosidad por las personas y los eventos —dice Meryl Streep—. Y si estás interesado en las cosas, querrás profundizar y saber más. Lo que siempre impulsó mi propia emoción de trabajar es saber más acerca de alguien: ¿Qué les hizo hacer esto? ¿Qué fue lo que salió mal?».

El texto, para el actor y el director, es como los restos arqueológicos de un ser de la antigüedad. En la primera fase de nuestro trabajo deberemos “escarbar” para encontrar las pistas ocultas en él e intentar explicarnos cómo ha sido su vida, y de esa forma llegar a conocerle. Debemos sentir una gran curiosidad por nuestro personaje.

El actor debe percibir y abrirse a los mundos ocultos del personaje

 

Una vez le conozcamos en profundidad, debemos proporcionarle nuestro sello de autor, crearlo.

Es fácil comprender que un escritor inicia su trabajo con una página en blanco y todo son posibilidades y elecciones para él, pero de alguna forma también lo son para el director y para el actor. Por este motivo el director es el autor de la película, no el guionista. El director crea desde un guion, pero un mismo guion desarrollado por dos directores diferentes contará dos historias distintas. Entre otras cosas, porque entenderán y visualizarán la historia de forma diferente; desde el diseño de producción, la fotografía y el vestuario, hasta el reparto.

Nadie ve una historia de la misma manera, porque la filtramos a través de nosotros mismos, y todos, aunque tengamos un mismo acervo cultural, somos diferentes.

En el guion no está la película, está la guía para crear la película.

Lo mismo sucede con un personaje:

En el guion no está el personaje, está la guía para crear al personaje

El personaje no existe hasta que un actor le da vida. En el momento en que un actor interpreta a un personaje, lo crea, incluso cuando no haya realizado un verdadero trabajo de creación del personaje y se haya limitado a memorizar sus parlamentos. En el momento en que lo interpreta, lo dota de vida, de energía, de un físico, de una voz, de una determinada corporalidad y personalidad. Por lo tanto, dos actores diferentes crearán dos personajes diferentes. Compartirán la historia y al personaje del guion, pero desarrollarán un personaje distinto que matizará la historia.

Pero cuidado, como actores no partimos de una página en blanco. Partimos del guion y, además, trabajamos a las órdenes del director, idealmente de forma colaborativa.

Hay algo importante que mencionar sobre la creación del personaje, y es que siempre le dotarás de ti mismo porque lo procesarás a través de tu propia vivencia, de tu forma de ver y entender, de tu sensibilidad, de tu subjetividad. Esto es inevitable y es maravilloso. Esto es lo que hace único a cada personaje. Y se cumple sin importar el tipo de actor que seas o el proceso de trabajo que sigas. «Actuar no se trata de ser alguien diferente —dice Meryl Streep—. Es encontrar la similitud en lo que aparentemente es diferente, y luego encontrarme allí».

Cualquier intento de agrupar a actores en determinadas categorías puede caer con facilidad en el error. Dicho esto, simplificaré, por motivos didácticos, con la certeza de estar cayendo en un reduccionismo:

Existen actores que podríamos denominar de “carácter”. Suele tener una personalidad magnética y transmite a muchos de sus personajes la imagen que tiene de sí mismo.

También existen actores que en algún momento de su carrera desarrollaron un personaje que fascinó a la audiencia, y a sí mismos. Asumen entonces ese personaje como si fuera su “carácter” e intentan llevar a sus siguientes personajes en esa dirección. Es común que este tipo de actores intente salir de ese personaje, pero no les será sencillo porque el público los identificará con “ese personaje” y esperarán de ellos que les den lo mismo.

En el otro extremo encontramos a los actores que presentan variaciones, en mayor o menor medida, entre el personaje de ‘carácter’ y nuevas creaciones que nos sorprenden.

En cualquier caso, no podrás ser el personaje si no lo conoces.

En este sentido entiendo que hay dos tipos de actores: los que centran su trabajo en memorizar sus líneas y los que centran su trabajo en crear un personaje. Es muy común encontrar actores que basan su trabajo en memorizar los parlamentos de su personaje. Esta tarea requiere de un esfuerzo similar o mayor que la tarea de crear un personaje, y el resultado que obtenemos es mucho menos gratificante. No se alcanza el mismo resultado cuando memorizamos que cuando comprendemos.

A la última etapa del proceso de aprendizaje se le llama competencia inconsciente: hemos interiorizado ya los nuevos conocimientos y podemos usarlos sin ser conscientes de ello —recuerda lo que dice Anthony Hopkins sobre la actuación—. A diferencia del aprendizaje forzoso, típico del sistema educativo —memorizar conceptos para superar un examen—, alcanzamos la competencia inconsciente cuando hacemos de dicha información parte de nosotros.

Podemos clasificar las formas de actuar, según el tipo de imaginación que utilicemos, de la siguiente manera:

1. La actuación indicada, sin inspiración, utiliza la “imaginación reflexiva”. Esta nos proporciona los gestos, entonaciones y acciones de rutina, bien conocidas por los actores y los espectadores. Esta imaginación solo es capaz de proporcionarnos la actuación preparada, el cliché del comportamiento observado superficialmente.

2. La “imaginación constructiva” hace que la conexión del actor con el texto sea a través de sus observaciones conscientes, de las memorias, pensamientos y sentimientos. El actor hace coincidir el patrón de su experiencia con los del personaje. Entonces usa su inteligencia y talento para apoyarse en esa situación imaginaria e ir “construyendo” su propio universo. Los actores que trabajan de esta forma construyen personajes satisfactorios. Cuanto más observador, inteligente e intuitivo sea el actor, cuanta más vida haya experimentado, más rica será su creación. Este tipo de actuación desarrolla una relación lineal entre el comportamiento y la emoción implícita.

La mayoría de la gente crea usando la imaginación constructiva. Comparamos y contrastamos datos, los filtramos de nuevo a través de nuestra propia experiencia y a menudo tenemos éxito creando algo nuevo. Algo embarulla los datos y al actor, y permite que surjan impulsos de lo que acabamos de imaginar... Pero estamos cortejando a la inspiración de forma consciente.

3. Cuando la inspiración pura irrumpe, experimentamos un conmovedor impacto, el contacto con la “imaginación autónoma”. Nos hemos sumergido en su realidad y emergemos con algo totalmente nuevo.

La imaginación autónoma —la inspiración— se distingue por su independencia. Algo emerge que no existía antes de su aparición. Irrumpe en nuestro mundo inyectando algo que se siente radicalmente nuevo. Aunque parezca similar, es más sugestiva, elocuente y trascendental. Normalmente es simbólica y no lineal, en vez de literal. Es el momento Eureka en el que se produce una “revelación” con significado superior a la suma de las partes.

Los actores que trascienden la reciprocidad de la acción-reacción, que desarrollan asociaciones no lineales en las relaciones entre la emoción y el comportamiento, se apoyan en la imaginación autónoma.

Esta actuación es grandiosa e impredecible, es demandante e inquietante. De alguna forma se niega a responder concluyentemente las preguntas planteadas por el guionista. Sin embargo, las responde. El personaje revela la suma total de sus deseos y conflictos. Es absolutamente humano, una presencia que expresa.

En las grandes actuaciones participan los tres tipos de imaginación. Todas están unidas. Cada manifestación es esencial, cada una tiene su lugar y todas participan para crear una gran interpretación.

Hay un componente de magia en el proceso de la creación del personaje. Me explico. Una vez hemos realizado nuestro trabajo de análisis, debemos fluir, seguir a nuestra inspiración, a nuestro instinto. Arriesgarnos. «Si voy a caer —dice Denzel Washington—, prefiero no hacerlo de espaldas, sino hacia adelante».

EL PODER DEL ACTOR

Algunos actores son una especie de marionetas en las manos del director. Se limitan a memorizar sus líneas y a seguir las instrucciones que reciben. Otros —los que admiramos— son verdaderos creadores. En esto radica gran parte de su éxito. Ellos son ‘directores’ de sus personajes y de las historias que cuentan, al matizarlas.

Entre los guionistas existe una antigua discusión sobre qué conduce la historia, si es la trama o son más bien los personajes. Es una discusión parecida a, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Está claro, el huevo. Existen huevos de otras especies animales mucho antes de que existieran las gallinas. Pues igual de claro está que lo que conduce la historia son los personajes. Ante una misma situación dos personajes diferentes tomarán decisiones diferentes, dando lugar a distintas tramas.

Cuando comenzamos a diseñar un guion, definimos un protagonista, un punto de inicio y un punto final de la historia. En el momento en el que construimos al personaje, su personalidad, el personaje comienza a tomar decisiones de acuerdo con quién es, dirigiendo, conduciendo, lo que sucede. Cuando, debido a esto, la historia no se dirige hacia donde el guionista quiere, deberá regresar atrás para modificar algún aspecto de la personalidad o de la psicología del personaje, de forma que este reaccione para que la historia progrese de la forma pretendida. Por lo tanto, el personaje que creas, como actor, también dirigirá la historia. Ahora bien, como actor no partes de una página en blanco, como el guionista, por lo que tu personaje dirigirá la historia de una forma más sutil, matizándola.

Debe quedar claro que cada uno de los personajes cumple una función, por lo que no deberías cambiar la función de tu personaje de forma que cambie la historia que se esté contando.

Hemos señalado la importancia de que aprendas a ver con los ojos de un actor. Ahora te propongo un ejercicio que te ayude en esta labor y que te demuestre el poder del actor, no solo a la hora de crear un personaje, sino la trascendencia que tiene, dentro de una historia, el personaje que hayas creado.

Ejercicio:

Estás en una fiesta en una casa de Londres durante la Segunda Guerra Mundial. A los treinta segundos comienzan a sonar las sirenas de aviso de bombardeo y el sonido de las armas antiaéreas, y se escucha el silbido de las bombas al caer del cielo y el ruido de las explosiones cercanas.

Es un ejercicio sencillo que no te llevará más de unos minutos, pero que te servirá mucho. Así que te recomiendo que crees las circunstancias; tu personaje, tipo de fiesta, de casa, de gente en la fiesta, etc., y hagas el ejercicio.

¿Qué decisiones has tomado? ¿Cómo has interpretado la escena? Escribe las respuestas antes de continuar leyendo, ya que este proceso te ayudará a ser consciente de ti y, por lo tanto, a convertirte en tu mejor maestro.

Durante una clase de actuación un profesor les dijo a sus alumnos que subieran al escenario para hacer el ejercicio que te acabo de proponer. Los actores comenzaron a actuar en la fiesta; bebían, bailaban, charlaban, una pareja se besaba... El profesor dio una palmada, que señalaba el sonido de las alarmas de aviso de bombardeo, y los actores reaccionaron. Todos corrieron asustados a encontrar refugio, ya bajo una mesa, en el marco de una puerta, junto a una columna Algún hombre valeroso abrazaba a una mujer de forma protectora, etc. Todos menos uno. Un actor permaneció impasible sentado en una silla.

¿A quién crees que seguirían los ojos del espectador que observaran la escena? Al de la silla, ¿verdad? Al que hizo algo diferente.

Bien, los dos tipos de reacciones son “correctas”. La primera reacción instintiva es huir y protegerte —relación lineal entre el comportamiento y la emoción implícita—, luego esa reacción es correcta. Pero quedarse sentado también. Al verle sentado nuestra mente se involucra para intentar comprender esa reacción. Entendemos que sabe que no hay lugar en el que esconderse de una bomba que ya está cayendo. Entendemos que sabe que, si se mueve del lugar en el que está, es posible que vaya al lugar en el que caerá la bomba. Entendemos que no es el primer bombardeo que sufre, que ya está “harto y cansado”, y que espera su destino, sea el que sea.

En este caso el actor creó asociaciones no lineales en las relaciones entre la emoción y el comportamiento. El actor, por medio de su propuesta, se ha convertido en “director” al conseguir dirigir la mirada del espectador e involucrar su mente para intentar comprenderle. Además, ha dirigido sutilmente la escena dotándola de un significado ligeramente diferente.

En estas decisiones creativas habría que valorar no solo lo que haces, sino cómo lo haces.

¿Qué decisiones creativas tomaste tú? ¿Cómo reaccionaste?

Si tomaste la decisión de buscar refugio, como el resto, tomaste una decisión que no te hará sobresalir. Si reaccionaste quedándote sentado o hiciste cualquier otra cosa, como seguir bailando, abrir los brazos dando la bienvenida a las bombas, o gritabas improperios mientras retabas a los bombarderos, o te quedaste sentado paralizado por el miedo, o buscaste refugio de una forma “diferente” al resto de los actores, o hiciste cualquier otra cosa diferente... entonces estás en el buen camino para conseguir crear personajes que no pasen desapercibidos. Estás en el buen camino para convertirte en un actor como esos que admiras.

 

En este ejemplo, con esa “sencilla” decisión, el actor consigue atraernos y comunicarnos mucho más sobre la esencia de su personaje que si hubiera tomado la decisión de huir a protegerse como el resto. Pero estas decisiones no deberían surgir de una ocurrencia, sino de la comprensión profunda de tu personaje y de la historia que cuenta el guion.

Sobre este asunto debo señalar que, de la misma forma que un guion debe presentar lo que el espectador espera, pero no de la forma en la que lo espera, como actores debemos darle al espectador lo que espera, pero no de la forma en que lo espera. Nunca permitas que la audiencia sepa cómo lo vas a hacer. Sorpréndela. Encuentra una forma de hacerlo que no se haya hecho nunca. «Si uno no se pone a hacer algo original de vez en cuando —decía Marlon Brando—, la gente acaba aburriéndose. No basta con ser buenos actores, es preciso suscitar en el público curiosidad e interés».

Las obras de teatro, las películas o las series no son como la vida. Son como la vida condensada, como la esencia de la vida. Si no fuera así, la gente no iría al teatro, al cine o vería la televisión: simplemente se sentaría en un café a observar la vida. El escenario y la pantalla enmarcan y magnifican todo. Por esto debemos crear algo que sea digno de ser enmarcado y magnificado.

Ahora bien, deberemos desarrollar un cierto “gusto estético” a la hora de tomar estas decisiones creativas e introducirlas en su justa medida. Recuerda el dicho de que “menos es más”.

Existe una regla no escrita en nuestra profesión, la regla del 3, que viene a sugerir que no hay que repetir algo más de tres veces. En caso contrario se vuelve regla general y ya no provocará el impacto deseado. Aunque las reglas están hechas para romperse, de ti depende.

«Otros han visto lo que es y se preguntan por qué —decía Pablo Picasso—. Yo he visto lo que podría ser y me pregunté por qué no».

Las decisiones creativas del actor

Las decisiones creativas son la clave a la hora de desarrollar un personaje, ya te apoyes en una ocurrencia o en una decisión creativa que te surja de la comprensión profunda de la historia que cuenta el guion y de tu personaje. En el siguiente ejercicio no se trata de valorar lo acertado o no de las decisiones creativas, sino de que aprendamos a detectarlas.

Ejercicio:

Ve la película Los mercenarios 3 (Patrick Huges, 2014), al menos hasta que parten a la misión con Galgo, y escribe tus impresiones. Intenta apreciar alguna aportación de Antonio Banderas a su personaje de Galgo, más allá de la forma de hablar y gesticular, y de su apariencia o energía.

Espero que hayas realizado el ejercicio y tengas tus propias impresiones. A continuación, te expongo las mías:

La presentación de Galgo es diferente a la del resto de personajes de su “submundo”.

Barney —Sylvester Stallone— está reclutando un nuevo equipo y nos los van presentando. Estás presentaciones tienen una serie de elementos comunes, un cierto estilo y estructura. Cuando nos presentan a Galgo vemos algo diferente. Esto nos hace entender que es una aportación del actor.

Además, si tenemos algo de cultura cinematográfica, podremos percibir las similitudes entre la entrada de Galgo con la que en su momento fue la entrada más sorprendente de la televisión, en lo que al género de acción-aventuras se refiere: la entrada del personaje Kato, de Bruce Lee, en la serie El Avispón Verde. El personaje abría una puerta que daba a una escalera descendente, y en la parte inferior se encontraba el avispón verde, atado a una silla y acosado por “los malos”. La instrucción que le dieron a Bruce Lee fue: «Baja lo más rápido que puedas y salva al avispón verde». Su forma de entender la instrucción sorprendió a todos los presentes. No resulta sencillo encontrar la escena original, pero intenta ver Dragón, la vida de Bruce Lee (Rob Cohen, 1993), donde sale esa escena. ¿Te resulta familiar al compararla con la entrada de Galgo? En cualquier caso, la entrada de Kato fue una decisión creativa de Bruce Lee, por lo que nos sirve como ejemplo.

Cuando percibas este tipo de “cosas” que te llamen la atención, como la entrada de Kato, deberías anotarlas y guardarlas en tu caja de herramientas del actor, ya que es muy probable que en algún momento las puedas utilizar como inspiración, como creo que es el caso de la entrada de Galgo.

Regresemos a Los mercenarios 3. Quiero resaltar la forma en que termina la primera escena de Galgo. Fíjate en su modo de girarse al final. Podrás observar una forma marcial de girarse que dimensiona al personaje como ex militar.

Además, en Los mercenarios 3 encontramos algo que sirve muy bien a este propósito de identificar las decisiones del actor y que es el motivo por el que la uso como ejemplo. En un momento dado encontramos a Barney y a Galgo en el hangar de un aeropuerto, mientras preparan el avión para la misión que van a emprender. Entre medias de los diálogos que sirven para seguir presentando al personaje Galgo, se nos informa de que es un miembro del cuerpo militar español de La Legión, cuando este simula desfilar como un “legionario” y canta la canción “El novio de la muerte”. Esta canción y la forma característica de desfilar de ese cuerpo del ejército español son claramente una aportación de Antonio Banderas, malagueño y conocedor, tanto del cuerpo militar como de su forma característica de desfilar y de la famosa canción —es posible que mencionar a Ponce de León también fuera una propuesta suya—. Claramente no son aportaciones del guionista, porque hubiéramos visto algo similar en el resto de personajes de su submundo.

En este ejercicio, que sirve para seguir desarrollando la habilidad de ver con los ojos de un actor, se trata de aprender a percibir lo que el actor, como artista creador de su personaje, le aporta. Después habría que valorar lo acertado o no de dicha aportación, y lo acertado o no de la forma en que se incorporó a la película. En este caso particular, desde mi perspectiva, no se incorporó de la mejor manera posible, lo que hace que sirva muy bien como ejemplo, ya que se percibe claramente y no debería hacerlo. Les faltó que esa aportación se trabajara más en el de guion.

Todas las escenas deben cumplir una función para el desarrollo de la historia. En ocasiones esa función es presentar a un determinado personaje. En este caso ya nos habían presentado al personaje, pero vuelven a mostrar una escena, que realmente no hace avanzar la historia, para profundizar en su presentación. Quizás para darle mayor relevancia a la presencia de un actor de la trayectoria de Banderas, pero deberían haber proporcionado dicha información a la vez que la historia avanzaba.

En cualquier caso, hay que reconocer que esa aportación le proporcionó un sello característico al personaje, al definirlo no solo como exmilitar, que es muy genérico, sino como legionario, que es más particular. Su aportación nos dice mucho más de lo que se nos dice sobre el resto de personajes de su submundo, lo que le hace sobresalir.

Además, como este libro pretende que aprendas a ver con los ojos de un actor, mencionaré que, desde mi perspectiva, la decisión de crear un personaje que no para de hablar y que mantiene un nivel de energía tan alto, atrae la mirada del espectador, pero no produce un resultado agradable. No la veo, por tanto, una decisión acertada. No involucra mi mente para intentar comprender, sino que me da mucha información, más de la que necesito, y con un nivel de energía demasiado alto.