El vuelo del águila

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El vuelo del águila
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El vuelo del águila

Cómo el ser humano aprende a volar

Diseño de portada: Ricardo Aguilar

Tipografía y armado: Verónica Rosas Mercado

Traducción: José Luis Castañeda

© Leonardo Boff

© Ediciones Dabar, S.A. de C.V.

Mirador 42

Col. El Mirador

04920 México, D.F.

Teléfono: 5603-3630, 5673-8855

Fax: 5603-3674

e-mail: contacto@dabar.com.mx

ISBN: 970-652-101-1

Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial núm. 2500.

Hecho en México, febrero 2000.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

1. ¿Que significa dia-bólico y sim-bólico?

2. La realidad es sim-bólica y dia-bólica

3. El hombre sapiens y demens

4. El juego de lo sim-bólico y de lo dia-bólico en el universo

5. El largo camino del ser humano rumbo a la integración

Bibliografía para profundizar

I. RUMBO A LA CIVILIZACIÓN DE LA RE-LIGACIÓN

1. De la insensatez a la sabiduría

2. El fin de las revoluciones del neolítico

3. El Adán dominador y el Prometeo conquistador

4. ¿Qué sueños nos orientan?

5. La civilización de la re-ligación

6. La aparición de una civilización planetaria

7. La hora y el turno del Águila

Bibliografía para profundizar

II. EL ÁGUILA Y LA GALLINA, LO SIM-BÓLICO Y LO DIA-BÓLICO EN LA COSNTITUCIÓN DEL UNIVERSO

1. Las distintas imágenes del universo

2. Cómo es la cosmología contemporánea

3. El planeta tierra y el surgimiento de la vida

4. La aparición de la vida humana

5. La danza cósmica del águila y de la gallina, de lo sim-bólico y de lo dia-bólico

6. Si todo comienza, ¿también todo acaba?

7. Caos y cosmos, diá-bolos y sím-bolos: el triunfo final del águila

Bibliografía para profundizar

III. EL ÁGUILA Y LA GALLINA, LO DIA-BÓLICO Y LO SIM-BÓLICO EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA

1. La evolución bio-socio-cultural dentro de la evolución cósmica

2. ¿Cuál es el motor secreto de la historia?

2.1 Movimiento versus institución

2.2 Utopía versus historia

2.3 Clases versus pueblo

2.4 La casa versus la calle

2.5 Conservadores versus progresistas

2.6 Reforma versus revolución/liberación

2.7 Izquierda versus derecha.

2.8 Lo dionisíaco versus lo apolíneo

2.9 Yin versus yang

3. El águila y la gallina en la civilización planetaria

4. Un rito de tránsito de civilizaciones

5. La nueva meta de la hominización: la noosfera

Bibliografía para profundizar

IV. EL ÁGUILA Y LA GALLINA, LO SIM-BÓLICO Y LO DIA-BÓLICO EN LA CONSTRUCCIÓN DE LO HUMANO

1. El carnet de identidad del ser parlante

2. El ser humano, el último en llegar al escenario de la historia

3. El espíritu: primero en el cosmos después en la persona

4. La subjetividad es cósmica y personal

5. ¿Cuál es la misión del ser humano en el universo?

6. Polarizaciones del ser humano

6.1 Ser humano: hombre y mujer

6.2 Ser humano: utópico e histórico

6.3 Ser humano: poético y prosaico

6.4 Ser humano: ser de necesidades y de creatividad

6.5 Ser humano: terrenal y divino.

6.6 Ser humano: sapiens y demens, sim-bólico y dia-bólico, decadente y rescatable

6.7 Conclusión: el ser humano vínculo de relacionas totales

Bibliografía para profundizar

CONCLUSIÓN LA LUCHA ENTRE EL ÁGUILA Y EL TORO

GLOSARIO

INTRODUCCIÓN

El águila y la gallina, lo sim-bólico y lo dia-bólico: dimensiones de la misma realidad.

El vuelo del águila es la prolongación de la obra anterior, El águila y la gallina: cómo el ser humano se hace humano, en la que intentamos mostrar la coexistencia de la dimensión-águila/ gallina en la realidad circundante del ser humano. Por dimensión-águila entendemos la realidad del ser humano en su apertura, en su capacidad de trascender límites, en su proyecto infinito. Por dimensión-gallina, su enraizamiento, su situación existencial, los proyectos concretos.

Queremos retomar esta preocupación bajo un ángulo parecido, también desafiante y dialéctico: la coexistencia de lo sim-bólico y de lo dia-bólico en el universo, en la historia y en cada persona humana. Al lado del binomio águila-gallina, lo sim-bólico/ dia-bólico también nos propiciará una fecunda experiencia de las cosas. Y ciertamente nos posibilitará un estado de conciencia más globalizador de la realidad.

1. ¿QUE SIGNIFICA DIA-BÓLICO Y SIM-BÓLICO?

Expliquemos, ante todo, los términos sim-bólico y dia-bólico. Su origen filológico se encuentra en el griego clásico. Símbolo/simbólico proviene de symbálein o symbálesthai. Literalmente significa: lanzar (bálein) junto (syn). El sentido es: lanzar cosas de forma que permanezcan juntas. En un proceso complejo significa re-unir las realidades, congregarlas a partir de diferentes puntos y hacer converger diversas fuerzas en un solo haz.

Originalmente existía detrás de la palabra y del concepto símbolo (symbolos) una experiencia singular y curiosa: dos amigos, por conyunturas aleatorias de la vida, tienen que separarse. La separación es siempre dolorosa. Implica sentimiento de pérdida. Los dos amigos tomaron un pedazo de tela y cuidadosamente lo partieron en dos, de tal modo que, unidos, ensamblaban perfectamente. Cada uno llevó consigo su pedazo. Cuando un día volvieran a encontrarse, se mostrarían los pedazos, que deberían ensamblar. En el caso de que ensamblasen, simbolizaba que la amistad no se había desgastado ni se había perdido. Era el símbolo (he aquí la palabra), es decir, la señal de que, a pesar de la distancia, cada cual había conservado siempre felizmente la memoria del otro, presente en el pedazo bien cuidado de tela.

 

De este significado original de sím-bolo, se derivó naturalmente el otro: sím-bolo como señal de distinción. Cada país, cada ciudad, en cierta época, cada familia de renombre, y hoy, cada producto, tiene su marca registrada, su logotipo o su símbolo. Hasta en la religión penetró esa significación. En la teología cristiana, por ejemplo, se acuñó la expresión técnica símbolo de la fe para expresar el credo y los dogmas fundamentales. Son las señales de distinción, la marca registrada de la fe cristiana, diferente de otras formas de fe. ¿Y lo dia-bólico?.

Dia-bólico proviene de dia-bálein. Literalmente significa: lanzar cosas lejos, separadas y sin dirección. Dia-bólico, como se ve, es opuesto a sim-bólico. Es todo lo que desconcierta, desune, separa y opone.

Como se puede fácilmente deducir: la vida personal y social está urdida por la dimensión sim-bólica y dia-bólica. A nivel personal está hecha de amistades, de amores, de solidaridades, de uniones y de convergencias. Al mismo tiempo está atravesada por enemistades, odios, impiedades, desuniones y divergencias. A nivel social, se caracteriza por luchas entre pueblos, entre sistemas sociales, entre clases, entre instituciones y usuarios. Al mismo tiempo, hay en ella convivencia pacífica, pactos de solidaridad y convergencias políticas orientadas al bien común de las naciones y del planeta.

Pero nunca lo dia-bólico y lo sim-bólico se anulan o suplantan totalmente. Conviven siempre en equilibrios difíciles, dinamizando a la vida. ¿No recorrerán toda la realidad, también la cósmica y la natural?

2. LA REALIDAD ES SIM-BÓLICA Y DIA-BÓLICA

Sí, podemos ir más lejos y afirmar: dia-bólico y sim-bólico son principios estructuradores de la naturaleza y del cosmos, de los comportamientos sociales y de la misma naturaleza humana.

En el lenguaje de la ecología se constata, por ejemplo: la naturaleza tiene características de asociación, de interdependencia, de solidaridad y de complementariedad; en una palabra, de cosmos (= armonía y belleza). Al mismo tiempo, tiene características de parasitismo, concurrencia, oposición, antagonismo y destrucción; en una palabra, de caos (=desequilibrio y desorganización).

De la biografía de la Tierra conocemos las inimaginables violencias que se dieron con espantosas exterminaciones en masa. En los últimos 570 millones de años, después de la aparición de los vertebrados, se dieron cerca de 15 devastaciones biológicas en masa. Dos de ellas exterminaron cerca del 90% de la vida de las especies. La primera, con el resquebrajamiento de la Pangea (el continente único originario) y la consecuente formación de los continentes. El fragor fue tan avasallador que la vida animal, terrestre y marítima casi desapareció. Se terminaba el paleozoico.

La segunda sucedió hace 65 millones de años. Se dieron cambios profundos en los climas y en el nivel de las aguas oceánicas. Juntamente con eso un asteroide, de tamaño presumible de 9.6 kilómetros de diámetro, habría chocado con la Tierra, produciendo una catástrofe formidable de fuego, de maremotos, de residuos lanzados al aire, al punto de provocar una noche prolongada de años, infestada de gases venenosos y asesinos. Perecieron los dinosaurios después de 130 millones de años de dominio soberano sobre todas las especies y en todo el planeta. Desapareció el 50% de la vida en la Tierra y el 90% de la vida en el mar. Terminó la era mesozoica. He aquí la presencia devastadora de lo dia-bólico en la naturaleza y en la Tierra.

Existen analistas provenientes de la biología y de la cosmología que sospechan que es inminente otra devastación en masa. Estaría en curso hace ya dos millones de años con los glaciares que, notoriamente, diezmaron vidas vegetales y animales. Pero después del neolítico irrumpió un meteoro, peligroso y amenazador: el ser humano, el homo habilis et sapiens. Con su tecnología, altamente energívora, especialmente hoy, acelera el proceso de exterminación a niveles casi incontrolables. ¿ Será posible evitar el colapso ecológico? Este es el desafío ético y político que se nos plantea. Podemos evitar la amenaza con sabiduría, autocorrección, veneración y compasión. Nuestro libro cree en este proceso de rescate del ser humano y de la Tierra.

Vamos a dar un ejemplo más de la bipolaridad en la naturaleza y en la Tierra. Es sin duda fascinante y tranquilizador caminar en una selva virgen y primitiva, captar la unión de las plantas, detectar los parásitos en los troncos, identificar los grandes árboles, los arbustos, los bambúes y las gramíneas; disfrutar del frescor del aire, de los matices del verde, de la sinfonía de los ruidos, de la filtración de los rayos solares y de la sombra bienhechora. La armonía del ecosistema nos invade y alimenta nuestro centro personal. Es una experiencia de lo sim-bólico.

Sin embargo, si conocemos un poco de biología y de botánica, podemos imaginar la lucha reñida que se traba en el reino vegetal. Las plantas se sobreponen unas a las otras y luchan por garantizar su lugar al sol. En función de ganar espacio, promueven guerras químicas en el subsuelo, con emisión de venenos, inhibidores y bacterias, oponiendo plantas y raíces a otras plantas y raíces. Se intenta vencer al contrincante y eventualmente eliminarlo. Ésta es la acción de lo dia-bólico.

Lo que parecería, a primera vista, cooperativo, asociativo y solidario, aparece ahora como competitivo, biofágico y destructor. Se da ahí la coexistencia tensa y dramática de lo sim-bólico con lo dia-bólico.

Lo que dijimos de la selva, podemos extenderlo a toda la naturaleza. Es madre generosa y al mismo tiempo madre voraz. Es sabia (en ella se dan regularidades y armonías, la articulación de la parte y del todo), y a la vez demente (crueldad en la reproducción cuando el macho muere, como en el caso de la mantis religiosa, extinciones en masa, cataclismos destructores). Produce de todo y también todo lo devora. En ella hay vida y muerte en abundancia. Trillones de partículas y haces energéticos brotan del vacío cuántico en cada fracción mínima de tiempo. Se producen millones de espermas, un sin número de óvulos, flores por millones y semillas incontables. La mayoría desaparece y muere en el momento mismo de nacer.

¿Cómo se ha de entender ese fenómeno de vida y de muerte? ¿Fenómeno dia-bólico y sim-bólico?.

Históricamente, una línea de interpretación ha privilegiado el polo sim-bólico de la naturaleza, es decir, lo cósmico (que viene de cosmos= orden y belleza). Ve la naturaleza cono madre-naturaleza, productora fecunda, nutridora generosa, regeneradora inteligente, creadora sabia de equilibrio y de armonía. El lema es: “la vida vivifica la vida”. Otra interpretación ha enfatizado el polo dia-bólico, es decir, el caótico (que viene de caos= desestructuración). Resalta en la naturaleza la lucha entre las especies con la victoria del más adaptable, la violencia de las bacterias, de animales como el tiburón, y la implacable virulencia de los volcanes y huracanes. El lema es: “tu muerte es mi vida”.

Ambas corrientes hicieron históricamente fortuna. En cierto modo, dividen hasta hoy las opiniones. Inciden en la cultura, en las actitudes de pesimismo u optimismo cultural, político, económico y ecológico. Ante el futuro, producen escenarios de esperanza o de tragedia, según se acentúe más lo sim-bólico o lo dia-bólico.

Encontramos la misma polarización de lo dia-bólico/ sim-bólico en el ser humano, que es, simultáneamente, sapiens y demens. Es portador de inteligencia, de “amorización”, de propósito. Y al mismo tiempo muestra locura, exceso, violencia e impiedad. Profundicemos un poco más en esta cuestión, que deberá fundamentar nuestras reflexiones a lo largo de todo el libro.

3. EL HOMBRE SAPIENS Y DEMENS

Nuestra cultura, arrastrada por el iluminismo, exalta al homo sapiens, al hombre inteligente y sabio, que incluso multiplicó por dos la cualificación y lo llamó sapiens sapiens, sabio-sabio, por su magnífica aptitud conquistadora del mundo, descubridora de los mecanismos de la naturaleza, intérprete de los sentidos de la historia. Reconoce en el ser humano sapiens sapiens una dignidad inviolable.

Curiosamente, los mismos que, en Europa, especialmente a partir de la revolución francesa (1784), afirmaban tales excelencias del ser humano, las negaban en otros lugares: esclavizaban a Africa, sometían a América Latina, invadían Asia. Por donde pasaban dejaban rastros de devastación y de pillaje de las riquezas materiales y culturales. Mostraban el lado demente del ser humano, de lobo voraz y de satanás de la Tierra. Es el homo demens demens.

Hoy, dada la degradación de la condición humana y ecológica mundial, estamos despertando del sueño iluminista. Estamos espantados con la posibilidad de que el ser humano demens demens se haga ecocida* y geocida;1 es decir, con la posibilidad de que elimine ecosistemas y acabe con la Tierra. Ya antes ha demostrado que puede ser suicida, homicida y etnocida.

Colocados los datos así, yuxtapuestos y en mutua contraposición –lo dia-bólico y lo sim-bólico, el sapiens y el demens– se plantea espontáneamente la pregunta: ¿cómo construir lo humano, si en él conviven el ángel de la guarda y el diablo exterminador? ¿Cómo articular un ars combinatoria que permita una alquimia para construir el ser humano utilizando con sabiduría las energías de lo sim-bólico y de lo dia-bólico? ¿Dónde está el mago capaz de esta transformación?

Necesitamos construir puentes, crear un tercer margen, superar oposiciones. Es importante asumir lo dia-bólico y lo sim-bólico en un nivel superior e incluyente. Anticipando una respuesta inicial a este desafío de la naturaleza y del ser humano, diré acerca de las preguntas recién planteadas: las devastaciones de la biosfera fueron de extraordinaria violencia, pero nunca exterminaron completamente la vida. Después de cada hecatombe, la Tierra necesitó 10 millones de años para rehacerse del impacto y reconstituir la biodiversidad. Pero consiguió reconstruir su orden y su armonía. La selva, con sus antagonismos y asociaciones, forma un ecosistema ordenado y bello. La naturaleza, maternal y amenazadora, constituye un inmenso superorganismo vivo, sistema abierto de inter-retro-relaciones que le confiere unidad, totalidad, dinamismo y elegancia. No está biocentrada, como si la vida debiese triunfar siempre. Da lugar a la muerte como forma de transformación. Equilibra, en verdad, siempre vida y muerte.

La vida humana, demente y sabia, es parte y de la historia de la vida, que, a su vez, es parte y fragmento de la historia de la Tierra. La vida humana debe, pues, ser entendida en la lógica que preside los procesos de la Tierra, de la naturaleza y del universo entero. No puede ser tomada como una provincia aparte, desarticulada del todo. Lo dia-bólico debe ser siempre visto en relación dialéctica con lo sim-bólico, y viceversa, aunque nos cueste entender esto. La razón no es todo. Tiene alcance y límites. Existen razones que transcienden la razón; razones que solamente pueden ser alcanzadas por la empatía, la intuición y el corazón. Otras veces permanecen en la dimensión del misterio, posiblemente descifrable sólo en la vida que está más allá de esta vida.

Por eso, a lo largo de este libro vamos a sustentar la siguiente tesis: lo humano se construye y debe construirse, no a pesar de la contradicción dia-bólico/sim-bólico o águila/gallina, sino con y a través de esa contradicción. En la construcción de lo humano entran el caos y el cosmos, el demens y el sapiens, lo dia-bólico y lo sim-bólico.

No solamente lo humano se construye en esa lógica compleja, también el universo. Los conocimientos cosmológicos, las visiones de la nueva física de las partículas elementales y de los campos energéticos, la percepción que la biología molecular y genética nos proporcionan, en una palabra, lo que el discurso ecológico (que incorpora y sistematiza todos estos saberes) nos enseña es la inclusión de los contrarios, la ley de la comple-mentariedad, el juego de las interdependencias. Es la red de relaciones por las que todo tiene que ver con todo en todos los momentos y en todas las circunstancias. Es el funcionamiento articulado de sistemas y subsistemas que todo y a todos engloban. En una palabra, es la visión holística2 y holográfica3.

 

Lo dia-bólico y lo sim-bólico, el águila y la gallina, se encuentran en un sistema mayor que los encierra, los dinamiza y también los supera. En verdad, como veremos, constituyen el motor secreto de la evolución y de todo movimiento universal. Ambos tienen una raíz común: la interdependencia entre todos los seres. Uno necesita del otro, vive con el otro, a través del otro, para el otro. Todos se complementan. Nadie queda fuera de la red de relaciones incluyentes y envolventes. Nadie existe solo. Todos inter-existen y co-existen.

Estas oposiciones son lados de una misma realidad, una, diversa, contradictoria, plural. Cuando hablamos de complejidad, queremos expresar esa naturaleza singular de la realidad.

No existe el ser simple. Todos los seres son complejos; cuanto más relacionados, más complejos. Por tanto, surge la lógica de lo complejo que sobrepasa la lógica lineal de la identidad pura y simple. Es la lógica dialógica que se realiza estableciendo conexiones en todas las direcciones. Las dificultades referentes a la coexistencia de lo dia-bólico con lo sim-bólico se deben al hecho de que se ven separadas y opuestas. No se tiene en cuenta la conexión, no siempre visible y no rara vez misteriosa, existente entre ellos, su mutua pertenencia y complementariedad dentro de un sistema mayor.