Fotografía infantil

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CONSEJO
EL JUEGO… Y LA RISA

Fred Rogers: «El juego es realmente el trabajo de la infancia»

El juego es una pieza clave en el aprendizaje y la interacción social de los niños. El juego les permite entretenerse, así como descubrir y aprender de su entorno. Los pequeños no entienden muchas cosas del mundo de los adultos: ¿para qué les llevan con un desconocido que se esconde detrás de un aparato negro y les marea la cabeza con fogonazos de luz? La primera tarea del fotógrafo es conseguir que los pequeños no lleguen a esa percepción. Los niños se sienten atraídos por el juego y está en sus manos saber aprovechar esa tendencia natural para que colaboren con usted sin esfuerzo y pasando un buen rato.

Olvide su cámara, siéntese con su protagonista en el suelo con algún juguete o muñeco y plantéele un juego que consista en una tarea sencilla. Puede pedirle que mueva la cabeza del muñeco para contestar a las preguntas que usted le formule, o que haga andar o parar al muñeco cuando se lo indique, o que pulse el botón del resorte para hacer salir a un muñeco de una caja. Procure que los movimientos que le solicite sean fáciles de entender y vincular a una palabra; no los asocie a una señal visual porque entonces el niño fijará demasiado la mirada en su mano. Por último intente que la secuencia posible de movimientos facilite una pose adecuada del pequeño.

Motívele a reír; el niño reaccionará de manera muy diferente si ve que usted se ríe por los fallos de sincronización de los movimientos del pequeño, en vez de agobiarlo con una perorata cada vez que no se mueve justo cuando usted le indica. La risa, al igual que el juego, desencadena toda una serie de reacciones fisiológicas, cognitivas y emocionales que facilitan el aprendizaje, la sociabilidad, la liberación del estrés acumulado y permiten que el niño sea más abierto a nuevas personas y experiencias. Planee, memorice y practique algunos recursos para provocar la risa en un niño: desde muecas y sonidos de animales para los más pequeños, a chistes o parodias de personajes para los mayores. Incluso algo tan simple como hacer que el niño lo perciba a usted como que juega al escondite detrás de la cámara puede convertirse en una fuente de carcajadas en el pequeño.


En el almacén de Manuel González se encuentran ositos y animales de peluche, mariposas, margaritas y otras flores, con los que puede distraer a los niños para que aparezcan más naturales y menos pendientes de la cámara. En este caso le propuso a la niña un juego sencillo con la margarita En esta fotografía, como es habitual en él, utiliza la estrategia acción/reacción: la mamá está al lado de la cría y la incita a mirar a la margarita o bien a arrancarle una hojita, consiguiendo esta instantánea, tan natural y fresca, al disparar cuando tenía la mirada concentrada en la acción sobre la flor. Hasta los 3 años, los niños tienen que concentrar toda su atención para lograr coordinar sus movimientos, de modo que solicitarles una acción concreta sobre algo les induce a permanecer atentos con todos sus sentidos en ello, facilitando al fotógrafo posturas y gestos más naturales.

Canon 5D Mark IV, Canon 135 mm f/2, ISO 800, f/5, 1/250 s.

Peculiaridades de la fotografía de niños

IMPREVISIBLE

Una sesión fotográfica con niños puede ser muy imprevisible, tanto en sentido positivo como negativo. Es posible que se encuentre con un niño que se expresa de forma muy natural ante la cámara y permita que la sesión fluya fácilmente; pero también que al pequeño no haya forma de mantenerlo quieto por ser hiperactivo o, simplemente, porque no le gusta el entorno del estudio del fotógrafo.

La planificación previa de una sesión fotográfica con niños puede ahorrarle mucho tiempo. Empiece por ofrecer a sus padres una serie de sugerencias sobre el descanso previo que debería haber tenido el niño, la hora ideal para las fotografías, etc., en función de la edad del pequeño. Expréseles también que siempre hay que contar con factores imponderables, desde aquellos niños que vienen aterrorizados por experiencias cercanas desagradables, por ejemplo visitas al médico, a otros que se enojan cada vez que se les propone cambiar de vestuario.

Sobre todo busque establecer una buena comunicación con el niño; entonces observará cómo fotografiarlo se convertirá en una experiencia estimulante por la cantidad de sorpresas que puede ofrecerle. Esté muy atento a la inocencia con que le pueden proponer ideas divertidas y emocionantes. Muchas veces no necesitará más que sugerirle el inicio de una historia, preguntándole por el nombre de su muñeco o indicándole que agite la caña con la bandera pirata, para que el niño le sorprenda con toda una aventura de conquista improvisada en su estudio o en el bosque donde se encuentre.

RÁPIDA

A excepción de los recién nacidos, ¡o cuando duermen la siesta!, le resultará difícil mantener quietos a los niños que fotografíe. Por naturaleza los niños están en constante movimiento: desde los pocos meses y hasta los tres años necesitan practicar constantemente el control de sus movimientos para agarrar cosas, andar, etc.; después, simplemente por explorar y aprender del entorno. Además muchos de ellos no paran de gesticular y hacer mohines cuando están frente a una cámara.

Tendrá que acostumbrarse a esa dinámica por parte de los pequeños e intentar reconducir la sesión hacia una atmósfera de colaboración. Si el niño se siente escuchado y comprendido, si observa que usted le habla en un tono tranquilo y pausado, que le ofrece posibilidades de jugar, mantendrá una actitud más reposada y colaborativa. Por el contrario, si aprecia que usted no le presta atención o que le habla en un tono imperativo, el niño rápidamente lo captará, se sentirá solo y demandará mayor atención llorando o moviéndose agitadamente. Para Pepa Valero “la paciencia es la madre de la ciencia en este tipo de fotografía. A mí me llegan muchos niños llorando y pataleando, pero con paciencia he conseguido calmarlos a todos. No hay más secreto que darles su tiempo y espacio para que el niño te sienta como alguien cercano, como un amigo, y eso requiere tiempo. Lo mínimo que se necesita es una hora, incluso cuando son pequeñas sesiones requieren ese tiempo, no puedes hacerlas en quince minutos. Si coloco una sesión cada quince minutos, no hay suficiente tiempo para que el niño pueda adaptarse”.

Busque calmarlos y no sobreexcitarlos con sus propuestas de juego. Tómese su tiempo para sentarse con ellos en el suelo, dejar que le cuenten sus aventuras con sus muñecos y conseguir que se relajen con usted. Propóngale tareas sencillas pero que requieran de una cierta atención para realizarlas, al objeto de que concentre todos sus sentidos en ello y relaje la atención hacia usted y la cámara. Si todavía el niño se encuentra demasiado nervioso, quizás por timidez o miedo al entorno del estudio, deje que se calme en brazos de su madre o padre mientras aprovecha para tomar algunas fotografías de ellos juntos. Y si incluso eso falla, siempre le queda el recurso de la chocolatina y esperar a que haga efecto el poder ‘sedante’ de la golosina.


Aunque la sesión se desarrolló en exteriores, Alba Soler recurrió al flash para conseguir detener el movimiento constante de este niño. Le propuso diversos juegos sobre esta traviesa de ferrocarril, retándole a abrirse de piernas sobre el puente improvisado. Para que el bosque al fondo no distraiga, usó un objetivo tele corto de 85 mm y un diafragma bastante abierto de f/2, lo que le permitió una profundidad de campo muy reducida y que únicamente el plano del niño estuviera enfocado con nitidez.

Canon 5D Mark III, Canon 85 mm f/1,2, ISO 200, f/2, 1/160 s.

Hay ocasiones en que no le quedará más remedio que disparar en ráfaga para poder captar movimientos, gestos y expresiones rápidas. Si el niño es un apasionado de su bicicleta, el columpio es su sitio preferido o no para de saltar a la comba… ajuste su exposición y dispare en ráfaga. También resulta muy útil esta técnica cuando fotografíe a un preadolescente que empieza a tener demasiada consciencia de su propia imagen, porque así podrá captarlo en los intervalos entre momentos demasiado posados.

SESIONES BREVES

Nuestros tres fotógrafos coinciden en que las sesiones con niños tienen que desarrollarse en algo menos que una sesión equivalente con adultos; aunque si se suma el tiempo que hay que darles a los pequeños para acostumbrarse a un nuevo entorno y para descansar entre tomas en realidad el tiempo requerido viene a ser muy similar. Si una sesión de retrato de adultos con tres o cuatro cambios de ropa viene a durar una hora y media, calcule que tendrá alrededor de una hora si se trata de un niño pero añada al menos otra media hora para aclimatación y descanso entre tomas. Si parte de esa hora de trabajo real en estudio y considera en unos cinco minutos el tiempo necesario para realizar cada cambio de vestuario, el tiempo real que le quedará para fotografiar será de unos cuarenta y cinco minutos o sea unos 10 a 15 minutos para cada atuendo.

 

Para Alba Soler, la clave es no agobiar al niño con el tiempo: “No voy acelerada haciendo la sesión, así que me tomo de una hora y media a dos horas y media máximo. Prefiero ir con tiempo, porque a lo mejor nada más llegar el niño necesita adaptarse al entorno o exige parar un cierto tiempo la sesión, porque necesite descansar, merendar o jugar sin que nadie le esté diciendo donde colocarse todo el tiempo. Mucha gente piensa que dos horas es mucho para un niño; pero es al contrario, el niño se estresa menos si vamos con más tiempo”.

Manuel González, lógicamente bajo su criterio y experiencia de trabajar en fotografía infantil desde hace muchos años, opina que “los niños de 1 a 4 años aproximadamente no aguantan más de una hora metidos en el estudio. Pasado este tiempo el crío va perdiendo la energía y el consiguiente interés por todo lo que le rodea. Por regla general mis sesiones infantiles tienen una duración de una hora, exceptuando recién nacidos que van de 3 a 5 horas”.

Algunos fotógrafos, como Pepa Valero, han diseñado varios tipos de sesiones con distinta duración dependiendo de la edad: “Puedo ir de una sesión mínima de 45 minutos hasta 4 o 5 horas. Si los padres quieren algo muy extenso, en estudio y exteriores, con y sin familia, hay veces que divido la sesión en dos días. Ese tipo de sesiones largas únicamente son posibles a partir de los siete años en adelante. Hay muchos niños que se cansan y entonces es conveniente saber parar la sesión, para quizás continuar al día siguiente si es necesario”.

FASCINANTE

Los niños son criaturas fascinantes, aproveche los momentos mágicos que seguro le brindarán, por ejemplo cuando tienen menos de 10 años todavía no son completamente conscientes de su propia imagen y, por tanto, son mucho más espontáneos y menos reservados a la hora de disfrazarse o actuar. Con muy pocos elementos que usted aporte y una oportuna sugerencia de aventura podrá activar su imaginación. Alba Soler indica “la importancia de incluir en la mochila de equipo algunos pequeños objetos, por ejemplo unas mariposas de plástico, y después simplemente con preguntarle ‘¿de dónde ha venido esta mariposa?’ es suficiente para que el niño se concentre en ella, se olvide de la cámara y brote la magia de su fantasía. Para mí los niños o la infancia serían como los momentos ideales para soñar, donde no tienes ningún prejuicio ni ninguna responsabilidad. Puedes pensar libremente: ¿qué voy a hacer de mayor?, ¿dónde voy a vivir? Al realizarle una foto a un niño estamos recogiendo dichas sensaciones. Cuando le hacemos una foto con los ojos cerrados, estamos transmitiendo todo eso: ¿qué estará soñando?, ¿cómo va a ser su vida?”.


Con niños mayores, Alba Soler prepara sesiones más tranquilas donde busca captarlos absortos en su mundo interior y menos atentos a la cámara. Con algunos funciona muy bien ofrecerles algunos libros antiguos con ilustraciones atractivas y dejarles un rato para que los curioseen. Después puede indicarles que se recuesten e imaginen en cual de esas historias les gustaría aparecer junto a los personajes. Alba preparó una iluminación sencilla, situando un Flash Profoto con reflector de belleza (Beauty Dish) arriba a la izquierda, para incrementar un poco la iluminación en la zona central de la imagen que estaba en la sombra del árbol y ajustando su potencia para que la propia luz natural le sirviera como luz de relleno de sombras.

Canon 5D Mark III, Sigma 50 mm f/1,4, ISO 400, f/4,5, 1/200 s.

Las claves

CONOCER CADA EDAD

Cada niño es un mundo en sí mismo; no obstante hay una serie de patrones comunes de comportamiento que dependen mucho de la edad del pequeño y por ello le insistiré en los capítulos siguientes cómo abordar su forma de tratarlos durante la sesión fotográfica. Hay edades cuando podrá convencerlos fácilmente para seguir sus instrucciones, mientras que en otras el niño deseará imponer sus condiciones y tendrá que negociar con él.

En general, procure que el niño llegue relajado a su estudio y se mantenga así la mayor parte de la sesión. Para ello es fundamental que los padres no creen demasiadas expectativas al pequeño sobre la sesión en las conversaciones previas; más vale que bromeen con él sobre el estudio o el fotógrafo y le cuenten de forma divertida cómo le hicieron fotos a los padres cuando eran pequeños, a que lo atosiguen con indicaciones absurdas sobre cómo tiene que comportarse y lo que se espera de él.

Un buen fotógrafo de niños es una equilibrada combinación de madre, padre, sicólogo, compañero de juegos… ¡y por supuesto experto en fotografía! No obstante, de nada le servirán sus amplios conocimientos de fotografía si no logra calmar una rabieta o proponerle un juego que le entusiasme. Para ello es fundamental que conozca las peculiaridades de cada edad, sus problemas más habituales y cómo enfrentarse a ellos con éxito. Nunca pierda la oportunidad de aprender de los niños, incluso cuando no está fotografiándolos y, simplemente, se encuentra visitando a una pareja de amigos con niños pequeños. Pepa Valero reconoce que “el día a día me ha hecho conocer al niño y saber las peculiaridades de cada edad. Es curioso que hay veces que estoy en la playa y oigo una rabieta detrás de mí y digo ‘un niño de dos años’, escucho a otro y calculo un año y medio…¡Y no fallo!, ¡los tengo cronometrados! Me los conozco al dedillo”.

Mientras más domine sus peculiaridades y haya interactuado previamente con niños de todas las edades, con mayor facilidad logrará que fluya la sesión fotográfica sin problemas. Quizás por ello, tantos fotógrafos de niños consideran que han empezado realmente a saber cómo fotografiar a los pequeños cuando han tenido sus propios hijos y han debido afrontar las peculiaridades y problemáticas del desarrollo del niño en cada edad. Pepa Valero considera que “no es fundamental tener hijos para entenderlos, al igual que hay excelentes profesores que no los tienen, pero es natural que a raíz de ser padre o madre tu forma de trabajo cambia”.

Manuel González opina que “bajo mi criterio, el ser papá de dos crías maravillosas, Natalia de 12 años y María de 10 años, pienso que no me ha cambiado mi forma de trabajar con críos, Eso sí, he de decir que esa combinación de la que hablabais arriba de madre, padre, psicólogo, compañeros de juego, quizás me haga tener otra visión a la hora de abordar una sesión infantil. Pero lo que si tengo clarísimo que a quien no le gusten los críos y tenga esa paciencia, con toda probabilidad le cueste más abordar las sesiones. La paciencia y dejar fluir la sesión son primordiales para que el crío se encuentre cómodo en el espacio extraño en el que está. Por regla general seguir esta forma de actuar me lleva a conseguir una sesión con éxito”.


Conocer cada edad y sus peculiaridades físicas y sicológicas es fundamental para iniciarse en la fotografía de niños. Entre los 6 meses y el año los bebés se llevan todo a la boca, pues para ellos es otra manera de explorar el mundo. Además le están saliendo los dientes y le molestan las encías, de modo que suelen intentar mitigarlo masticando lo que encuentran a su alrededor. El fotógrafo Manuel González conoce perfectamente este período y tiene varios peluches que pueden dar juego a imágenes divertidas cuando el niño empiece a explorarlos y morderlos. También sabe que no pueden quedarse erguidos al sentarse, por lo que coloca al niño en un cesto de tamaño reducido que le ayude a mantenerse sentado sin caerse.

Canon 5D Mark III, Canon 24-70 mm f/2,8 @ 38 mm, ISO 100, f/22, 1/60 s.

NARRAR SUS HISTORIAS, INCENTIVARLAS MEDIANTE EL JUEGO Y LA MÚSICA

Ofrézcale espacio y tiempo para que le sorprenda, haga que el niño se sienta libre en su presencia, de forma que no coarte su imaginación… déjele que se sienta un poco ‘salvaje’ y vea la sesión como un juego más. No conozco niños que no deseen jugar… de modo que esa tiene que ser su arma secreta: el juego. Cuando el niño se concentra en un juego, su mente se focaliza en él y ya no está preocupado por el fotógrafo o por el entorno del estudio. Por ejemplo: indíquele que se prepare para salir corriendo o que suelte su cometa cuando usted cuente hasta tres. Pídale que imite las toses de su padre o los ladridos de su perro…

Alba Soler considera que “la situación óptima es de juego controlado. En mi forma de disparar no propicio situaciones donde el niño vaya corriendo o se mueva rápido. Soy más de posado aunque sean muy pequeños. Siempre es una situación controlada, sí que les doy juguetes, una pelota, cosas con las que jugar… pero les pido que la encesten en algún punto, si tienen que coger una flor… debe ser esa flor en concreto. Estoy preparada por si se mueven pero intento no propiciar que corran o se muevan del sitio donde deseo, porque he elegido ese sitio con esa luz, ese encuadre, esas características… Es más fácil sentarlo y, por ejemplo, darle un camión para que lo llenen de piñas, así mientras lo llenan el niño no se moverá de allí”.

Pepa Valero sugiere usar la música para que el niño pierda el miedo al estudio: “A mí me funciona mucho el cantar, ¡y mira que canto mal!, o simplemente ponerle algo de música. Hay veces que canto muy flojito y entonces, si logro mantener callados a los papás porque siempre se eleva mucho la voz en el estudio, el niño empieza a perder los miedos y a querer acompañarme cantando o bailando. Otra cosa que funciona también muy bien, con niños de dos años que suelen ser muy rebeldes, es la compañía de un hermano o primo mayor, porque lo que haga el mayor lo imitará también el pequeñajo. Si no quiere hacerse fotos, empiezo tomándole fotografías al primo o al hermano; inmediatamente tengo ya al pequeño que quiere que se las haga a él.

EMPATÍA Y ASTUCIA

Un niño de corta edad es mucho más espontáneo e inocente que un adulto, lo que en muchos casos facilita la interacción con ellos. No son tan conscientes de sí mismos ni capaces de avergonzarse y retraerse. Lo que sienten lo expresan directamente en su cara y gestos, permitiendo al fotógrafo atento lograr imágenes de gran intensidad emocional. Sus reacciones son más fáciles de prever pues responden de forma más regular a los estímulos, al no estar tan influidos por la racionalidad que domina los comportamientos adultos.

Pero también la interacción puede ser mucho más compleja, porque no son capaces de comunicar verbalmente todo lo que sienten. Tienen desconfianza y miedo; ante nuevas situaciones sus reacciones pueden desbordarle y empezar a llorar o gritar. Entre las claves para conseguir sesiones fotográficas agradables para el niño, la familia y el fotógrafo posiblemente las dos más importantes sean: empatía y astucia. La empatía, el situarse en la cabeza y sentimientos del niño, le ayudarán a anticipar sus miedos, analizar sus actitudes y comprender sus acciones. De ese modo conseguirá reunir mucha información que le posibilitará diseñar un entorno inicial satisfactorio para el niño, así como poder reaccionar a los problemas que surjan durante la sesión.

Cierre los ojos e intente imaginarse dentro de la mente de un niño de dos o tres años. Acaba de comenzar a ir a la guardería, lo que le ha costado varias rabietas pero, más o menos, se ha empezado a acostumbrar a los vivos colores, al ambiente de juego y los amigos que empieza a hacer. Ahora su madre le ha dicho que van a ir a casa del fotógrafo para que le haga unas fotos. Entra en un lugar extraño y oscuro, donde la única zona donde hay luz está sin ningún mueble y con un suelo muy raro de color blanco, sin esquinas. Está empezando a aprender a bajar las escaleras por sí solo, a controlar el miedo al vacío, pero de pronto le depositan en una superficie sin texturas y que parece que puede hundirse en cualquier momento. ¿Cómo cree usted que reaccionaría? Es bastante probable que entrara en una situación de pánico y deseara que sus padres lo sacaran fuera de allí cuanto antes.

 

Cuando la madre o el padre llevan a su hijo al estudio de un fotógrafo, que desde luego es lo menos parecido a su hogar o a la guardería, deben esperar que al niño tarde un cierto tiempo en acostumbrarse al lugar y al fotógrafo. Aunque le daremos una serie de consejos para conseguir un entorno agradable para esa primera experiencia, considere fundamentalmente que es el momento de la empatía con el niño, de ponerse en su lugar y ofrecerle todo el cariño que demanda. Una vez superada la fase de aclimatamiento, puede encontrarse con un niño sociable, simpático y encantado de seguir sus indicaciones.

Para Pepa Valero “también es muy importante que únicamente una persona le hable al niño, que solo una esté a su nivel. Si el niño está a tres metros, debe haber otra persona que conozca (su madre o padre habitualmente) que se encuentre de treinta a cincuenta centímetros de él, mientras que mi ayudante también se suele quedar cerca jugando con él. Tanto en el estudio como en exteriores, si al niño se le deja solo y a tres metros, frente a él, se encuentra el fotógrafo, sus padres y todas las demás personas, su reacción inmediata es pensar ‘Yo también me voy. ¿A mí por qué me habéis dejado solo aquí? ¿Qué juego hay aquí, si estoy yo sólo y vosotros lejos?’ y deseará buscar la compañía y acercarse a donde están todos”.

Manuel González indica cómo “dependiendo del temperamento o personalidad las indicaciones al crío las hará la mamá o el papá o yo mismo; pero nunca le vamos a dar esas indicaciones u órdenes tres personas, porque así el niño se aturulla y no sabrá a quien hacer caso. En críos más introvertidos, por regla general, esas órdenes serán realizadas por el papá o la mamá, lógicamente bajo mi guión, a diferencia de críos extrovertidos con los que esas peticiones las daré yo. Siempre comento que esa psicología debe tenerla un fotógrafo infantil y captar rápidamente la personalidad del crio actuando en consecuencia para el buen desarrollo de la sesión”.


Para que se acostumbre al espacio del estudio, un niño de corta edad requiere de un periodo de aclimatamiento donde la madre o el padre se encuentren muy cerca de él. Manuel González le pidió a la madre que sostuviera la bufanda mediante un hilo transparente, mientras se mantenía próxima al pequeño. Fíjese en el gesto tan expresivo y tranquilo del niño, ¡no siempre tiene que captar una sonrisa para conseguir una buena fotografía!

Canon 5D Mark III, Canon 85 mm f/1,2, ISO 125, f/4,5, 1/200 s.

Si el niño empieza a tener una actitud poco cooperativa, es el momento de comenzar a usar toda su astucia y cartera de trucos para distraerlo, de modo que la mente del pequeño se dirija hacia algo fuera de la experiencia de la sesión. Unas figuras de colores, un muñeco de peluche o, simplemente, usted imitando el ladrido de un perro pueden bastar para conseguir fijar su atención y activar su imaginación, de forma que olvide el lugar donde se encuentra.

Ofrézcale algunas recompensas; Pepa Valero asegura que según su experiencia “no hay nada que una chocolatina no pueda conseguir…” También nuestros tres fotógrafos suelen usar otro truco basado en la sicología inversa: “cuando desee que el niño haga algo, indíquele justo lo contrario… Si quiere que se suba a la silla, dígale que no se suba y espere a su reacción. Lo más probable es que en unos segundos intente subirse a ella”.

CONSTRUYENDO UNA RELACIÓN LARGA Y PERIÓDICA

A medida que vaya teniendo mayor soltura fotografiando niños, logrará que ellos le aprecien y consideren sus encuentros como una experiencia divertida y entretenida con la que disfrutarán. Al establecer un vínculo con el pequeño logrará que al niño le apetezca volver a tener una sesión de fotografías, ya sea en estudio o en exteriores.

Desde un punto de vista comercial le interesa empezar a construir esa relación con los padres cuanto antes, por lo que muchos fotógrafos realizan ofertas especiales para sesiones de embarazadas o de ellas con sus parejas. Si logra captar las bellas curvas de su cuerpo o la chispa de amor entre ellos durante el embarazo, muy probablemente conseguirá, en breve, una reserva de sesión para cuando llegue el bebé. En el capítulo dedicado a la promoción de su estudio le aconsejaré algunas campañas que puede planificar para las distintas edades, de manera que logre la fidelización de sus clientes.

“Evidentemente –indica Alba Soler– el momento estrella es cuando nacen y todo su primer año. Después me piden mucho inmortalizar el primer cumpleaños, bien en exterior o en estudio, dado que es un periodo muy especial para los padres, porque ven cómo el niño empieza a andar y a hablar. Posteriormente también se solicita todo lo que es 2 o 3 años porque los padres empiezan a darse cuenta de que el niño va creciendo y dejando de ser bebé. A continuación hay un rango de edad bastante vacío hasta la Primera Comunión. Ese es uno de los períodos que a mí, personalmente, más me gustan; sin embargo los padres no lo acaban de valorar, tampoco saben qué momento es mejor, porque realmente da lo mismo con 4, que con 5, 6 o 7 años. En el fondo se les considera a todos niños de edad media y el pensamiento de la mayoría de la gente es: ‘Si no es este año cuando le lleve a una sesión fotográfica, será el que viene’ pero van dejando pasar los años y llega la Comunión sin que la hayan realizado”.


Para algunas tomas, es necesaria la calma total del niño para conseguir los resultados que hemos imaginado, son tomas que requieren algo más de tiempo y un poco de paciencia por parte del modelo. Lo primero es que esté lo más cómodo posible, que no le duela nada, que no le pique nada… y si hay algo que pueda ser incómodo y no podemos evitar, intentar darnos prisa. En esta fotografía, tiene una pieza de tela cubriendo toda la espalda para que su piel no esté en contacto directo con la tierra. Y para conseguir su participación Alba recurre a la colaboración del niño en la “obra de arte” que están creando juntos. Explicándole cada detalle de la imagen, cómo va a acabar siendo, cómo se va a realizar y qué tiene que hacer el niño. De esta forma se implican en la toma y hasta corren a ver en el visor cómo ha quedado! La iluminación proviene de un flash Profoto modelo B1 Con un accesorio tipo reflector de belleza (Beauty Dish) situado a la derecha, con las sombras suavizadas por la luz natural que había en la escena.

Canon 5D Mark II, Canon 50 mm f/1,2, ISO 200, f/5,6, 1/200 s.

A lo largo de los primeros años de vida de los niños hay muchos momentos mágicos que puede plantear a los padres y captar con su cámara fotográfica. Algunos tienen gran relevancia para los padres y casi siempre serán ellos los que le busquen a usted, como el bebé recién nacido o la Primera Comunión en las familias católicas. Sin embargo, si desea hacer crecer su negocio fotográfico, o simplemente es un papá o mamá con deseo de mejorar sus fotografías, explore también las historias que le pueden aportar los niños y niñas en cada edad: cuando empiezan a andar, su primer pastel de cumpleaños, jugando a merendar con sus muñecas, sus escondites favoritos, conquistando rincones del bosque con su tirachinas y bandera, buscando sus flores preferidas….

Este libro condensa la gran experiencia de tres estudios fotográficos especializados en la fotografía de niños y todas sus páginas están cargadas de información útil. No obstante, dependiendo de sus conocimientos y experiencia, le aconsejo que lea este libro de dos formas diferentes. Si es profesional de la fotografía o cuenta con una cierta formación y experiencia, puede comenzar a leer a partir del capítulo 5 donde se empiezan a analizar las peculiaridades de fotografiar a niños en distintas edades, para continuar después con los capítulos dedicados a postproducción, gestión y promoción del estudio. En caso de que usted sea una madre o padre aficionado avanzado a la fotografía, le invito a leer antes los capítulos 2, 3 y 4 donde se describen los equipos más recomendables, así como técnicas básicas para construir mejor sus reportajes y conseguir imágenes bien compuestas e iluminadas.