Tennessee Williams y la Norteamérica de posguerra

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La libertad y la igualdad tan presentes en la grabación no eran más que un espejismo que la propaganda quería presentar a la ciudadanía como algo cierto y real. Silenciadas quedan las opciones de ser madre sin contraer matrimonio y/o sin renunciar a su empleo, o de dejar de lado la idea de la maternidad y/o el matrimonio en su totalidad. Sin duda, el video respalda el mensaje lanzado a los ciudadanos tras el fin de la guerra: el matrimonio y la familia son el punto de apoyo de los valores éticos y morales que sostienen a la nación, y que hacen su supervivencia posible.

Las mujeres debían seguir viviendo con la responsabilidad de satisfacer las expectativas que los roles de género tradicionales establecieron para ellas: esposa, madre y ama de casa. La mujer podía trabajar, pero su ocupación no debía afectar su condición femenina negativamente, por lo tanto la maternidad y el matrimonio minimizaban el riesgo de que la feminidad se viese comprometida a causa del trabajo. Como dice el narrador en el video sobre la mujer que renuncia a su empleo, ella no concibe una vida sin hijos, sin alguien a quien amar y cuidar, porque entonces solo estaría viviendo su vida a medias.

Si bien las mujeres se veían encorsetadas por los dictámenes del patriarcado en cuanto al rol que debían desempeñar, esto no presuponía para los hombres el gozar de plena libertad para decidir cuál era su papel dentro de la sociedad, y así poder desoír las órdenes del mismo patriarcado que tanto oprimía a la mujer. A pesar de que Hollywood, el ejército, y la propaganda ofrecían imágenes similares de la integración del veterano, aunque no totalmente idénticas, eran el veterano y su familia los únicos que conocían la dificultad que entrañaba el tener que ajustarse a esos estrechos márgenes en los que se veían obligados a vivir. El comportamiento del veterano había estado severamente controlado durante su participación en la guerra, y su mente también había estado sometida a mucha presión, lo cual agravaba el proceso de adaptación. Muchos de ellos tenían pesadillas, paranoias, miedos infundados, y en ocasiones daban muestras de un comportamiento agresivo que recaía sobre sus seres queridos. No sabían muy bien cómo comportarse dentro de la vida familiar, y del mismo modo, su familia tampoco sabía muy bien cómo comportarse alrededor de ellos.

Una vez en casa, la esposa e hijos eran conscientes de que su esposo y padre ya no era el mismo. El veterano no quería mostrarse como alguien débil, puesto que durante la guerra la sociedad había pensado en ellos como los héroes que habían puesto en riesgo sus vidas para salvaguardar la libertad de su país y del mundo. Un héroe no podía, ni debía, dar muestras de fragilidad o arrepentimiento. En Stiffed: The Betrayal of the American Man (2000), Susan Faludi habla sobre Audie Murphy, quien fue un emblema de estos problemas, dado que participó activamente en el campo de batalla y se convirtió en portavoz de los males de la guerra. Faludi nos cuenta que Murphy fue soldado durante la Segunda Guerra Mundial, recibió la Medalla al Honor, y actuó en producciones de Hollywood encarnando siempre a estereotipos patrióticos, como por ejemplo los cowboys. Sobre Murphy, la autora incluye un dato más que relevante, los 240 alemanes a los que el soldado había matado, hecho que fue ensalzado por la prensa de la época (376).

Según la información que Faludi extrae de la autobiografía de Murphy, titulada To Hell and Back (1949), este aparentaba ser un hombre fuerte cuya labor en la guerra le llenaba de orgullo, pero la realidad era que quedó marcado por su actuación en el campo de batalla. Es justo pensar que el caso de Murphy es extremo, dado el elevado número de muertes de las que fue responsable; sin embargo, cuando el soldado habla de la primera vez que mató a alguien, confiesa que no sintió ni orgullo ni remordimiento, simplemente indiferencia, sentimiento que le acompañó durante la guerra (Faludi 376). El testimonio de Murphy es esclarecedor a la hora de entender las consecuencias que tal grado de violencia puede tener sobre la mente humana. A través de sus palabras podemos entender lo difícil del proceso de volver a vivir en una sociedad civilizada, sobre todo después de haber cometido actos para nada civilizados. Este veterano, tal y como nos cuenta Faludi, tuvo que cargar con el peso de conocer su propia capacidad para matar (376). Por lo tanto, es imposible negar que los veteranos regresaron habiendo cambiado para siempre, y con vivencias que habían hecho que su visión del mundo fuese distinta. En cualquier caso, no todos los excombatientes fracasaron en su intento de volver a la normalidad.

Los casos de los veteranos que no tuvieron éxito en adaptarse a la vida como civiles dieron lugar a una apreciación distinta de los resultados de intentar seguir las reglas, de ajustarse y adaptarse a lo que les dictaba el ejército, y más tarde a lo que les dictaba la sociedad. Los hijos de esta generación comenzaron a ver que no desafiar al sistema no garantizaba el éxito ni la felicidad, por lo que empezó entonces a emerger una atracción hacia lo rebelde, atracción de la que acabaron germinando producciones tan emblemáticas como The Wild One (1953) o Rebel Without a Cause (1955).

Stanley Kowalski: y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos

En 1951 tiene lugar el estreno de la adaptación al cine de la obra de Tennessee Williams: A Streetcar Named Desire (1947). El estreno de la obra en Broadway había tenido lugar en 1947, y tanto sobre el escenario como en la gran pantalla, Marlon Brando fue el actor seleccionado para encarnar al personaje de Stanley Kowalski. Sobre el papel, Williams consiguió que el lector pudiese imaginar a Stanley como un hombre muy masculino, sexual, y agresivo. Sin duda, Brando supo transmitir estas cualidades del personaje, y su interpretación quedaría para siempre grabada en la retina y la memoria del público.

No obstante, a pesar de la abrumadora impresión que tenemos de Stanley como un ser casi animal a lo largo de la obra, podemos observar otros elementos del comportamiento y de la personalidad del personaje que nos permiten ver otro lado de él, un lado más intelectual y racional, quizás lo que queda del Stanley de antes de la posguerra. Es llegados a este punto donde su papel de Sargento Mayor del Cuerpo de Ingenieros entra en juego. Aunque Tennessee Williams nos permite saber pocas cosas sobre el pasado de Stanley, existen ocasiones en las que su comportamiento deja entrever las aptitudes que le permitieron ser parte de dicha unidad militar.

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos cuenta con una larga trayectoria, y jugó un papel fundamental durante la Segunda Guerra Mundial. Richard C. Anderson, Jr., especialista en historia militar, indaga en la función de este sector, y explica que tenía como misión preparar el terreno antes de que los soldados pudiesen avanzar, lo cual implicaba un sinfín de tareas de logística, tales como realizar demoliciones, poner obstáculos, construir puentes, hacer reparaciones, realizar labores de mantenimiento, suministrar agua, y llevar a cabo tareas topográficas (Anderson, 2007). Por otra parte, la Segunda Guerra Mundial produjo cambios en la estructura del Cuerpo de Ingenieros. Según exponen los autores de The Corps of Engineers: The War Against Germany (Beck et al., 1985), tras el resultado de las tácticas empleadas por las fuerzas alemanas contra Francia y Gran Bretaña, el Congreso estadounidense respondió con un aumento de los fondos destinados a la defensa militar del país (4); el Cuerpo de Ingenieros aprovechó esta inyección de fondos no solo para reponerse, sino también para actualizarse, puesto que ante la perspectiva de una nueva guerra, no podían seguir usando los mismos métodos ni la misma organización que habían tenido hasta entonces (Beck et al. 4).

Obviamente, su labor entrañaba un gran riesgo, por lo que requería de personal preparado y meticuloso para desempeñar cada una de las tareas. El periodista Ernie Pyle alabó la labor de estos hombres en su libro Brave Men (1944), obra en la que documentó su experiencia como periodista de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Pyle hace referencia a la campaña que tuvo lugar en Sicilia, y afirma haber escuchado a generales y soldados decir que aquella guerra era una guerra de ingenieros, algo con lo que el autor está totalmente de acuerdo, y recalca que los avances que se produjeron contra el enemigo fueron gracias a los ingenieros que despejaron los caminos, quitaron las minas, y lograron encontrar rutas alternativas a los puentes que habían sido destruidos (58). La bravura de esta unidad del ejército también cobra importancia en el himno del Cuerpo de Ingenieros, titulado “Essayons”, en el cual uno de los versos reza: “We get there first and then we take the risks”.

Si volvemos al personaje de Stanley, nos resulta difícil pensar en él como alguien cuidadoso, inteligente o paciente. Sus gritos, sus arranques de ira, y su vocabulario suponen un filtro difícil de traspasar para ver qué hace de Stanley un ser racional, y qué hace que sea creíble el dato que tenemos de su pasado como ingeniero. Es precisamente al observar sus acciones menos ruidosas, cuando encontramos ejemplos que hacen que nos demos cuenta de que Stanley tiene, de hecho, las cualidades que su profesión requería.

La trama de A Streetcar Named Desire (1947) da comienzo cuando Blanche llega al hogar de los Kowalski, donde su hermana Stella vive con Stanley. A lo largo de la obra, Stanley demuestra su capacidad para buscar e interpretar indicios que le permiten desenmascarar a Blanche, poniendo así de manifiesto esa meticulosidad que habría sido característica de su etapa como ingeniero durante la guerra. Stanley comienza a sospechar de Blanche desde la escena II, en la que Stella le cuenta que su hermana le ha confesado que han perdido la propiedad en la que ambas crecieron:

 

STANLEY: Uh-hum, I saw how she was. Now let’s have a gander at the bill of sale.

STELLA: I haven’t seen any.

STANLEY: She didn’t show you no papers, no deed of sale or nothing like that, huh?

STELLA: It seems like it wasn’t sold.

STANLEY: Well, what in hell was it then, given away? To charity?

STELLA: Shhh! She’ll hear you.

STANLEY: I don’t care if she hears me. Let’s see the papers! (ii. 17)

Claramente Stanley no confía en Blanche, y por eso indaga en el pasado de la protagonista. En su guerra personal contra Blanche, Stanley utiliza sus dotes de buen ingeniero, y explora primero el terreno en el que se encuentra antes de lanzarse al ataque para conseguir su objetivo, que no es otro que hacer que su cuñada se enfrente a la verdad de los hechos que la han llevado hasta Nueva Orleans, y así poder contar con el apoyo de Stella para exigirle a Blanche que se marche. Mientras la historia transcurre, Stanley no oculta la suspicacia que el comportamiento de este personaje femenino despierta en él. Llegados a este punto, es posible establecer una conexión entre la labor constructiva de Stanley en la guerra, y la labor constructiva del personaje una vez que vuelve a estar en suelo estadounidense. Esta última cobra especial relevancia si tenemos en cuenta que los ingenieros no solamente preparaban o despejaban el terreno en territorio extranjero, sino que, tal y como exponen Byron Fairchild y Jonathan Grossman en The Army and Industrial Manpower (2002), en su propio país también eran uno de los cuerpos responsables de determinar dónde se podían construir fábricas o plantas, las cuales tenían como fin fabricar material para la guerra (101-102).

En un ejercicio de metaforización, Stanley vería el hogar que ha construido con Stella como la tierra invadida por un personaje foráneo, en este caso Blanche, por lo que debe servirse de todo su conocimiento y entrenamiento para salvaguardar su espacio.

El protagonista comienza con sus indagaciones y guía de manera dominante el discurso (literario/teatral/fílmico), de manera que sus ideas sobre Blanche van edificando una imagen de la mujer sin ninguna mella. Además, no tenemos motivos para pensar que esta imagen sea falsa, ya que Stanley se presenta como alguien sincero; dicha impresión se ve reforzada por la misma Blanche cuando describe a su cuñado como directo y honesto en la escena II (ii. 21). Por otra parte, en la escena VII, Stanley afirma que ha confirmado de manera fiable las sospechas que tiene sobre Blanche (vii. 70), de forma que una vez más tenemos la oportunidad de observar la racionalidad que le permite poner sus propios recursos y cualidades a su servicio. Esa actitud precavida que le lleva a comprobar una información antes de seguir adelante con su plan habría sido un requisito para cualquier ingeniero que hubiese participado en el conflicto bélico.

Tanto para el Stanley que combatió en la guerra como para el de la posguerra, las siguientes eran condiciones sine qua non: el rigor en la investigación sobre si el avance era posible, indagar sobre la existencia de posibles peligros u obstáculos de los que había que deshacerse, y asegurarse de que cualquier decisión era tomada con responsabilidad. Los ingenieros también se encargaban de limpiar de minas los campos, de crear mapas, y de poner trampas y obstáculos al enemigo, todo con el fin de que los batallones a los que acompañaban y supervisaban pudiesen seguir adelante con la mayor garantía de seguridad posible. De manera que eran considerados especialistas de élite, y de hecho, había ocasiones en las que también realizaban tareas de combate si era necesario (Anderson, 2007).

Mitch, el amigo de Stanley, demuestra esta misma capacidad de comprobar la información que ha obtenido antes de dar el siguiente paso. Mitch y Stanley sirvieron juntos en la misma unidad del Cuerpo de Ingenieros, y es por lo tanto razonable asumir que él también posee esas cualidades que le habrían permitido formar parte de dicho sector. En la escena IX vemos de forma evidente la similitud entre el comportamiento de ambos, ya que se centran en la búsqueda de la verdad sobre Blanche:

BLANCHE: Who told you I wasn’t – ‘straight’? My loving brother-in-law. And you believed him.

MITCH: I called him a liar at first. And then I checked on the story. First I asked our supply-man who travels through Laurel. And then I talked directly over long-distance to this merchant. (ix. 87)

Aunque ha sido Stanley, su amigo y compañero de unidad, el que le ha dicho la verdad sobre Blanche, Mitch ha hecho su propia labor de investigación sobre ella. Cualquier precaución es poca a la hora de atacar, ya que las pérdidas podrían ser irreparables.

El comportamiento de Stanley para con Mitch al contarle la verdad sobre Blanche nos muestra otro lado más positivo del personaje, ya que pone de manifiesto un fuerte sentido de la amistad, y un gran instinto protector. Por esta razón, Stanley se ve en la necesidad y en la obligación de contarle lo que sabe sobre su cuñada. Mitch parece estar cegado por sus sentimientos hacia ella, y tanto el público como Stanley ven esta ingenuidad latente en él. De manera que el protagonista, al ser capaz de percibir que hay algo sospechoso en su cuñada, guía a Mitch hacia su salvación. Una vez más, es posible observar una correlación entre las acciones de Stanley y su papel durante la guerra, ya que uno de los deberes de los ingenieros era señalar el camino a seguir, y es esto precisamente lo que Stanley hace por Mitch, le muestra el camino, igual que hizo con Stella cuando la conoció y cuando le cuenta la verdad sobre su hermana. Además, gracias a las pesquisas de Stanley, Blanche se ve forzada a reconocer los motivos que la han llevado hasta Nueva Orleans cuando Mitch se enfrenta a ella en la escena IX.

Entonces, vemos que el personaje ha conseguido despejar los obstáculos que Blanche había dispuesto para entorpecer el sendero que llega hasta la verdad de su situación. Stanley se convierte así en una suerte de luz que funciona como antítesis de la oscuridad en la que Blanche prefiere vivir, y en la que ha envuelto a su hermana y a su pretendiente. De manera que es posible concluir que Blanche, Stella, y Mitch están metafóricamente ciegos. Es más, dicha “ceguera” se verbaliza al final de la escena II, cuando Blanche y Stella salen a cenar:

BLANCHE: Which way do we – go now – Stella?

VENDOR: Re-e-d ho-o-ot!

BLANCHE: The blind are – leading the blind! (ii. 25-26)

El comentario de Blanche y el silencio de Stella dan sentido a esta ausencia sensorial metafórica. Por otra parte, la necesidad que Mitch tiene de ver a Blanche bajo la luz en la escena IX pone una vez más de manifiesto las consecuencias de la luminosidad que las acciones de Stanley han aportado a los hechos. Consecuentemente, los personajes necesitan esta claridad para poder ver y aceptar la realidad de lo que está sucediendo. Por lo tanto, esta faceta ofrece un enfoque positivo sobre el protagonista de la obra, y, a la vez, sobre la labor de los ingenieros.

Quisiera ahora centrarme en cómo las tareas de construcción y destrucción que tenían asignadas los ingenieros durante la guerra se reflejan en las acciones del personaje de Stanley. Desde el comienzo de la obra, sabemos que Stanley y Stella están casados y que pronto serán padres. Esta estructura la damos por hecha, pero antes de existir como tal ha tenido que ser construida en un proceso complicado. Esto se debe a las diferencias entre los Kowalski y los DuBois, de las cuales Stanley es consciente: “The Kowalskis and the DuBois have different notions” (ii. 19). Este lado constructor del personaje, del cual ha tenido que hacer uso para formar la vida que tiene con Stella, se suma a aquellas facetas difíciles de distinguir dentro del carácter destructivo de Stanley. El protagonista ha tenido que realizar una “misión de rescate” para poder llevar a cabo la creación de su núcleo familiar, con esto me refiero al hecho de “rescatar” a Stella del sino que supone llevar el apellido DuBois en la obra, y hacer que pase a convertirse en una Kowalski. Este concepto lo expone Stanley con sus propias palabras en la escena VIII: “You showed me the snapshot of the place with the columns. I pulled you down off them columns and how you loved it, having them colored lights going!” (viii. 81).

Stanley dice que Stella le mostró una foto de lo que suponemos era Belle Reve, lugar del que la liberó como encarnando un personaje de cuento de hadas. En la obra Belle Reve es también un estado mental,1 en el cual vive Blanche y del que Stella logró huir con la ayuda de Stanley, pues él consiguió reestructurar y reconstruir a Stella desde dentro, para que así olvidase su pasado y pudiesen construir una vida juntos en Nueva Orleans.

En consonancia con la estructura narrativa de los cuentos de hadas, Stanley logra que Stella dé el paso de la infancia a la madurez, a través de su propia sexualidad casi animal. Prueba de este poder del protagonista son las palabras de Stella en la escena IV: “But there are things that happen between a man and a woman in the dark – that sort of make everything else seem – unimportant” (iv. 46). En cualquier caso, la sexualidad de Stanley resulta ser un arma de doble filo, puesto que hace las veces de constructora y destructora, dependiendo de las necesidades del personaje. Su sexualidad le sirvió de herramienta para construir a la Stella que vive con él, la que siempre regresa a su lado a pesar de todo, tal y como ocurre al final de la escena III después de que Stanley le haya pegado. Paralelamente, esta misma sexualidad se vuelve destructora cuando viola a Blanche, a la que necesita destruir para que no acabe con su núcleo familiar. Si finalmente Stella prestase atención a las advertencias de Blanche sobre Stanley y decidiera huir con ella, sería como regresar a Belle Reve, lugar en el que todavía habita la mente de la mayor de las DuBois, y supondría el fin de lo que Stanley ha creado. Es imposible obviar que los ingenieros también destruían obstáculos, y Blanche es uno para Stanley, quien no duda en demolerlo para poder seguir avanzando y construyendo.