Martí de Viciana: Libro tercero de la Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y de su reino

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Passados doze días de la prisión de los templarios, e que ya se contavan deziséis de octubre, el rey de Francia, vista la provança que tenía hecha contra las más principales personas de la orden, e que los enormes y detestables crímines de ellos no se podían tollerar ni dissimular, escrivió con sus cartas a los príncipes y reyes christianos dándoles parte y sabiduría de todo, exortándoles y requiriendo que juntamente con él atendiessen a la defensión de la fe cathólica.

Estando el sereníssimo rey don Jaime en el real palacio de la su ciudad de Valencia, en primero de deziembre del año de mcccvii,314 presentes don Jaime Pérez, señor de Segorve y don Juan de Aragón, sus hermanos; Guillem de Aragón, fraile de los predicadores, su confessor, y Gonçalo García; Artal de Azlor; Bernardo de la Abbadía, vicicanceller de Aragón, rescibió cartas del rey de Francia y de fray Roures de Brugaria,315 theólogo de París. Y el rey mandó a Remón, obispo de Valencia, ||39v y a don Ximeno de Luna, obispo de çaragoça, que cada uno en su dióseci, y a fray Juan de Lotgerio, de la orden de los Predicadores, inquisidor general en estos reinos, contra la herética pravedad y apostasía, que juntamente con cada uno de los obispos luego procediessen en forma de derecho a extirpar aquella heregía y secta pestífera. E assí, los prelados, con acuerdo de letrados de consciencia y sciencia, ordenaron y despacharon los edictos apostólicos y reales quales el negocio requería a iii de deziembre del año mcccvii. Con los quales edictos se mandava a ciertos officiales que para cierto día todos los religiosos templarios que en las tierras y señoríos del rey de Aragón se hallasen, fuessen presos y puestos a buen recaudo. Y que todos los bienes de aquellos fuessen secrestados.

Después, el inquisidor general con otros edictos que mandó publicar, proveyó e mandó a los vezinos e moradores de Montssón, Villel, Alhambra, Cantavieja, Orta, Enzinacorba, Ambel, Novelés, Corbis, Torres, Grañién, Puigrey, Aguabiva, Juncosa, Celma, Barbará, Azcón, Miravete y Peníscola que no diessen favor ni ayuda a los comendadores y cavalleros de aquella orden so ciertas penas. Otrosí, mandó con sus letras citatorias a los comendadores y cavalleros de la orden del Temple, que dentro cierto término comparesciessen ante él en el monasterio de Predicadores de la ciudad de Valencia para responder y confessar cómo sentían de la fe cathólica. E que a aquellos, oídos, se les haría complimiento de justicia. E que sino comparescían, procedería contra los rebeldes e contumaces por orden de justicia y de derecho canónico.

Los comendadores y cavalleros del Temple que tenían encomiendas en las sierras de Cantavieja y de sus comarcas y en otros lugares fuertes, y los otros comendadores que tenían encomiendas // en el principado de Cataluña, en las veguerías de Ossona, Bagá, Vich, Berga y de Ripoll, se encastillaron e pusieron en defença e no quisieron comparescer ante el inquisidor. Entonces, el rey mandó llamar a todos los prelados de sus reinos asignándoles jornada que para seis de henero se hallassen presentes en la ciudad de Valencia, para que con el inquisidor general y con otros varones religiosos de sciencia y consiencia se pudiesse deliberar e acordar en la forma del proceder en tan arduo e importante negocio.

Mientra los negocios se tractavan en los reinos de la Corona de Aragón, donde el rey y sus officiales tan devida y atentamente procedían en ello, havemos de tornar a tratar de lo de Francia. Y fue assí, que estava el papa en Puitiers, al qual el rey de Francia havía remetido todos los processos que halla en aquel día se havían actitado contra los cavalleros y freiles y otros religiosos de la orden del Temple. E como su beatitud vido los processos y lo en ellos contenido, mandó encomendar la custodia de los presos al reverendíssimo cardenal Prenestino, por ser persona de muy assentado consejo y docto, el qual cardenal, luego que tomó el cargo de los presos, en presencia de otros reverendísssimos cardenales, reinterrogó muchos de los cavalleros y freiles presos. Y todos confessaron los mismos errores y delictos que en la primera interrogación havían confessado y persistieron en ello.

A cinco del mes de julio del año de mcccviii, estando el Christianíssimo rey de Francia presente, se tuvo consistorio público y en aquél se dixo y adveró que un cavallero de los más principales e importantes de la orden del Temple, que era su cubiculario del papa, espontáneantente confessó, en presencia del reverendíssimo cardenal Ramón de Agout, su sobrino, que entonces escrivía la confessión, ||40 que rescibió el hábito de hedad de onze años, e al tiempo que fue acceptado en la religión, apostató de la fe. E dixo más, que havía visto que un cavallero muy generoso, celebrando el maestre capítulo general en el reino de Chipre, siendo acceptado por la orden y estando presentes más de cient cavalleros y otros tantos religiosos, por medio e inducción del maestre, también havía apostatado.

A XXII de noviembre del año próxime passado mcccvii, el summo pontífice romano havía mandado despachar cartas para todos los príncipes de la Christiandad, y en ellas se contenía haver entendido que en la orden de los templarios ivan solapados ciertos errores, y que les havían descubierto, y que eran contra nuestra sancta fe cathólica. Y que militando en lo exterior, debaxo de hábito de religión, estavan interiormente contaminados de crimen de apostasía y heregía. Y porque era muy notorio que desde el principio que fue instituida su religión havían puesto sus personas y bienes con tanto zelo contra los enemigos de la fe por la recuperación de la Tierra Sancta, no havía dado crédito a ello. Y que después, viniendo a noticia del christianíssimo rey de Francia, que los cavalleros de aquella religión, en la professión que hazían de su orden, expressamente renegavan de nuestro salvador Jesuchristo, y que en sus capítulos adoravan un ídolo y cometían otras cosas nefandas, por esta causa, el rey de Francia, a requisición del inquisidor general de Francia y con deliberación y consulta de los perlados y de personas religiosas de letras y de consciencia de los más famosos de su reino, en un día, con muy gran diligencia que para ello se tuvo, havía mandado prender al gran maestre del Temple y a todos los cavalleros y religiosos de aquella orden para presentarlos al juizio de la Iglesia. E mandó ocupar y secrestar todos tus bienes en poder de personas seguras hasta // ver y saber sus culpas o disculpas. Assí que si fueren libres e inmunes de culpa, se les restituyessen, e si fuessen hallados culpables, en tal caso sus bienes se convertiessen en la conquista de la Tierra Sancta. Que después de todo esto el maestre, espontáneamente y de su grado, en París, havía confessado, en presencia de muy notables personas, la corrupción de su orden y sus errores y lo que nuevamente professavan contra su primera institución.

Por esta causa, para investigar e inquerir sobre un negocio tan grande, havía deliberado de proceder en él con gran vigilancia. E porque cada día crescía la infamia de ellos, requería a todos los príncipes christianos que, muy cauta y secretamente, mandassen prender a todos los templarios que estuviessen en sus reinos en un día y ocuparles sus bienes, assí como el rey de Francia lo havía hecho en sus tierras.

El summo pontífice romano dexó a los juezes ordinarios, y cada uno en su districto, con líbera potestad para que inquiriessen contra todos los culpados y sospechosos de aquellos crimines y errores; con esto, que con ellos assistiessen personas de auctoridad, sciencia y consciencia. E que todas las declaraciones sentencias e condemnaciones que se huviessen de hazer, aunque fuessen contra personas singulares, se hiziessen con intervención, parescer y decreto de los consilios provinciales de la diósecis. E que los ordinarios no juzgassen por sí solamente, sino que hiziessen relación cada uno en su consilio provincial, y en aquél se viessen y determinassen primeramente los processos y se votassen en ellos. Empero, excepto su beatitud, que no pudiessen conoscer ni conosciessen del maestre general de la orden del Temple, ni del visitador de la orden que reside y visita las casas de la orden en Francia, ni del comendador que llaman ultramarino, ni tampoco puedan conoscer de los comendadores de ||40v Normandía y Puitiers y de la Provença, que solos estos reservó para el exhamen y conoscimiento suyo y de la sede apostólica.

Tornando a la Corona de Aragón donde los cavalleros, comendadores y freiles de los templarios se havían hecho fuertes en la veguería de Ossona, en el castillo de Puig-rey,316 Galçeran de Biure, que era lugartiniente en aquella encomienda por Bertrán de Biure y Muñoz, cavalleros, pero siendo requeridos por Jaime de Copones, que era el veguer, le entregaron el castillo. Y assí fueron presos y secrestados sus bienes.

Los que estavan en estos reinos de Aragón alçados en los castillos de Cantavieja y de otros pueblos, se pusieron en resistencia. E como el rey don Jaime entendió la pertinacia de los templarios, y que no querían summeterse a la determinación y juizio de Sancta Madre Iglesia, cometió a Bartolomé Tarín, sobrejuntero de la Junta de Çaragoça, que fuesse contra los alçados y retraídos en las fuerças, y que llevasse las gentes de guerra necessarias de los consejos de Alcañiz y de su tenencia, y de las tenencias de Calatrava y de Montalván, porque los cavalleros del Temple que estavan en el castillo de Castellot, no solamente se fortificavan y bastecían de mantenimientos aquella fuerça, pero aun corrían el término de la Ginebrosa, donde mataron algunos hombres. También en el castillo de Montssón, frey Bartholomé de Bellvís, por la orden y como a lugartiniente del maestre en el reino de Aragón, con muchos cavalleros y gente de sus villas y tierras, se alçó e hizo fuerte. E desde allí proveyó que todos los comendadores de la orden hiziessen lo mismo en sus encomiendas.

 

Otrosí, en el castillo de Xalamera se havía alçado el comendador de ella, con seis cavalleros templarios y mucha otra gente, los quales hazían grandes // daños y males en aquella comarca. El rey mandó que don Alonso de Castelnou, sobrejuntero de las ciudades de Huesca y de Jacca, con gente de guerra bien apercebida, pusiesse cerco al castillo de Xalamera. E como llegó a poner el cerco, batió la villa y la apretó de tal manera que los de la villa se rendieron a don Alonso de Castelnou para el rey a V de hebrero del año mcccviii. E los alçados en el castillo muy obstinados se deffendieron y nunca quisieron obedescer los mandamientos del rey. Esso mismo hizieron los comendadores y cavalleros retraídos y alçados en los castillos de Montssón, de Miravete, y de Cantavieja y de otros castillos y fuerças de Aragón y de Valencia.

Estando el papa en Puitiers por el mes de agosto del año mcccviii, considerando que la religión del Temple estava muy derramada por muchas partes de los reinos, mandó despachar letras appostólicas, con las quales cometió el conoscimiento de las causas, culpas y errores de los templarios a los ordinarios en sus diócesis, dándoles particulares comissiones para proceder contra algunas personas señaladas de la orden, mandando a los ordinarios que lo havían de juzgar que tomassen por adjuntos algunas personas religiosas, doctas y de buena consciencia. Y que se inquiriesse contra los templarios por los artículos que les havían puesto en la acusación. Y que se juzgassen sus causas en cada provincia por consilio metropolitano. E más, delegó su beatitud muchas personas notables que fuessen por diversas partes de la Christiandad, para exhaminar y regonozer los processos e inquirir generalmente contra toda la orden del Temple, con fin de poderla reformar si fuesse possible, e sino, abolirla por consilio general que entendía para este effecto convocar.

Después, a ocho del mesmo mes de ||41 agosto, el papa mandó despachar sus letras citatorias e cominatorias generalmente a todos los de la orden del Temple, para que embiassen sus síndicos y procuradores a la ciudad de Viena, en la qual mandava congregar consilio general para en primero de octubre succesive venidero, con término de dos años siguientes, en el qual consilio se huviesse de tratar y ordenar por estatuto apostólico lo que se devría proveer. E más, mandó el papa al obispo de Preneste, a quien se havía encomendado y encargado la custodia y guarda de las personas de los templarios que se prendieron en el reino de Francia, que representasse las personas de el maestre de la tierra de ultramar y de Francia, de Normandía, de Puitiers y de la Provença, y de los comendadores mayores, ante Su Sanctidad y en el consilio general, para oír la sentencia de lo que allí se ordenasse.

Los cavalleros y comendadores de la Corona de Aragón que estavan alçados en sus castillos y fortalezas, havía nueve meses que estavan cercados y de cada día combatidos por los officiales del rey y gentes de guerra, acordaron de embiar al sumo pontífice una supplicación, notificándole los trabajos que padescían y los males y daños que se hazían a toda la orden por los delictos, de los quales malvadamente toda la orden era acusada, y que Dios del cielo sabía que fue instituida a honra e defensión de su sancto nombre. Y que debaxo de su sancta fe cathólica hasta entonces havían militado, como era a todo el mundo notorio, y que sus obras davan testimonio de la verdadera religión que professavan contra los crímines y delictos que mala y falsamente les eran impuestos. E que no se podía encobrir quantos cavalleros de su orden, en aquellos mesmos tiempos que se dezía que generalmente havían apostatado de nuestra sancta fe cathólica, fueron hechos pieças y martirizados por la defensa // de la fe. Que las dos leyes y la secta podían hazer testimonio en esto y manifestarlo al mundo. Y quantas vezes los que havían sido presos estuvieron encarcelados en poder de infieles. Si huvieran querido renegar del nombre de Cristo Jesu, nuestro Señor, no les cumpliera estar xx ni xxx años y más padesciendo muy dura y áspera prisión y estrema miseria. Porque quiriendo renegar, el primero día pudieran ser libres y les fueran dadas y otorgadas todas las cosas que pudieran codiciar para en este mundo. Afirmavan que en aquellos mesmos días estavan captivos en poder del soldán más de sesenta cavalleros de la orden, que si quisieran hazer o cometer estas cosas de que les inculpan, fueran luego puestos en libertad y se les dieran quantos regalos supieran pedir y escusarían mucha desaventura y miseria que passan. Dezían maravillarse mucho cómo su beatitud podía sufrir que, generalmente, su orden y religión fuesse infamada de tales culpas, contra toda verdad y contra sus obras, siendo tan meritorias manifiestamente. Porque los cavalleros del Temple fielmente havían seguido en las obras la palabra del sancto Evangelio, donde dize ninguno tener mayor caridad que aquél que aventura su ánima por sus amigos.317 Y que considerase quán sancta y necessaria havía seydo su orden para enxalsamiento de nuestra sancta fe cathólica, debaxo de cuya doctrina y amparo ellos se havían criado, de la mesma suerte que la nobleza de toda la Christiandad, desde el principio de su institución y en cuya defensa cada día aventuravan sus personas y vidas. Que si algunos havían confessado que delinquieron en tan abominables delictos, se hiziesse justicia de ellos tan rigurosamente como lo meresciessen sus culpas, y no lo padesciesse toda la orden ni los que estavan innocentes, suplicando a su beatitud que, como a verdadero y buen pastor, con toda brevedad mandasse proveer de ||41v remedio, diziendo que podían ellos dezir con verdad que el lobo havía herido en el rebaño318 de sus ovejas, que por buenas obras y exemplos eran las más útiles y de más fructo. Offresciendo que estarían aparejados a defenderse ante la sede apostólica en juizio e salvar su fe e verdad, assí como era costumbre por todas las tierras del mundo que cavalleros se defendiessen contra qualquier que falsamente le reptasse de algunos delictos, hasta que se entendiesse que estavan libres de toda culpa. Y que aquello havía sido inventado por imbidia o por codicia de haver sus bienes o por falsos testimonios y malvadas sugestiones. Y provaran que son verdaderos, cathólicos y fieles christianos, y que bien y fielmente creyan en la fe de nuestro señor Jesuchristo, assí como la sancta madre Iglesia de Roma, mejor y más firmemente lo cree. E que en su persecución se hazía grande ofença e injuria a nuestro Señor, y a su iglesia y a toda la Christiandad. Y lo que más grave les era, que no hallavan prelado, ni religioso ni letrado que quiera defender su verdad. E que assí incumbía a su beatitud que amparasse aquesta religión como miembro tan principal de la Christiandad.

Entre tanto que se embiaron estas cartas al sumo pontífice, siempre estuvieron alçados en sus castillos y fortalezas, pretendiendo ser libres de aquellos errores y culpas. Entonces fue necessario que el rey de Aragón mandasse ajuntar sus huestes y embiarlas contra los rebeldes e inobedientes. Y la mayor fuerça marchó para Montssón, en cuya defença estava fray Bartholomé de Bellvís. Y a Miravete, donde se havían retraído muchos cavalleros por ser el castillo muy fuerte y casi inexpugnable, en el qual estava fray Bartholomé de Sant Juste, comendador de aquella encomienda. Y a Cantavieja, adonde estavan Ramón de Anglés y Ramón de Galliners, que eran comendadores y personas principales // de la orden, y muchos otros cavalleros. También embió el rey officiales con vanderas y gentes a otras tierras de los templarios. Empero todavía lo más fuerte era Montssón, porque era fuerça principal de la orden, en la qual más gente residía, por haver en ésta convento principal. Contra la qual fuerça llevó el exército don Artal de Luna, governador del reino por el infante don Jaime de Aragón, y llevó las máquinas y artillería de guerra que havía en Çaragoça y en Huesca. Y assentó el campo contra el castillo y le batió muchos días. E un viernes a xvii de mayo año de mcccviiii, los templarios desempararon la muela que está delante el castillo, aunque la tenían enfortalecida. E porque no tenían otra esperança ni remedio, al cabo de pocos días se huvieron de rendir, con el castillo, al rey.

Sobre el castillo de Castellot tenía la gente de guerra Bernaldo Tarín. Este castillo era muy fuerte, por ser en tierra muy áspera y montañosa, y aunque fue de los que más persistieron en defenderse, también fue preso.

Contra el castillo de Cantavieja y otras fuerças de su comarca capitaneava la gente de guerra por el rey Berenguer de Tobía, cavallero319 de mucha experiencia en la guerra. Éste les apretó tanto que se huvieron de rendir los cercados y assí fueron presas todas las fortalezas. Y ocuparon todos los bienes y rentas de la orden del Temple de la Corona de Aragón y les pusieron en secreto hasta que se diesse sentencia en el negocio. Y entre tanto, a todos los comendadores, cavalleros y otros religiosos del Temple pusieron presos y bien guardados en diversos castillos y lugares del reino.

Ya que fueron presos todos los templarios que se pudieron haver en la Corona de Aragón y sus bienes secrestados, como está dicho, el papa cometió al obispo de Valencia, canciller del rey de Aragón, ||42 con breve apostólico el conoscimiento de las causas y processos de los templarios de la Corona de Aragón.

Muy referido está por diversos scriptores que scriven que tienen por justos los processos que se hizieron contra los templarios. Lo contrario afirmaron sant Antonino, arçobispo de Florencia,320 y muchos otros, diziendo que falsamente fueron acusados, mas como quiera que ello suscedió, fue caso y exemplo digno de admiración. Que la malicia se estendiesse tanto entre personas tan diversas y estrañas en condición, y en lengua y en costumbres, y que todos professavan religión y orden de cavallería, que pudiessen depravar sus vidas de tal manera que deviassen de la fe cathólica, y generalmente se contaminassen, porque conviniesse por esta causa ser abolida su memoria. O que la enormidad de delictos gravíssimos y nefandos comprehendiesse a tantos que fuesse tan manifiesta que conviniesse del todo extirparla, como adelante se dirá, sin tener atención a que havía muchos que estavan libres, no sólo de culpa, pero aun de la sospecha de ésta.

El beatíssimo Clemente, pontífice romano, convocó concilio general para en la ciudad de Viena y el rey de Aragón embió sus embaxadores para asistir en aquél,321 y el uno de ellos fue don Pedro Boil, maestre racional de Valencia. Martes Sancto, a xxii de março año de mcccx, el papa mandó congregar ante sí privado consistorio de cardenales y muchos perlados. Y estando en su presencia, cassó y annulló la orden de los templarios por los nefandos errores y delictos en que estavan contaminados los cavalleros y religiosos de ella, aboliendo su estado, hábito y nombre y con su sanctión la reprovó y deshizo, prohibiendo que de allí a delante ninguno professasse aquesta orden ni truxesse el hábito de ella ni se nombrasse templario, reservando lo que se devía hazer de las personas y bienes de // ellos a la ordinación suya y de la Iglesia.

Proveída que fue y publicada la declaración, suscedió que después, a X de abril del mesmo año mcccx, estando presentes en el concilio el rey de Francia y Carlos de Valois, su hermano, y tres hijos del rey, que eran Luis, rey de Navarra, y Phelippe y Carlos.322 El papa promulgó, ante todo el concilio general, la cassassión que havía hecho de la orden del Temple. Y assí fue desecha, aprovándolo el concilio general, al cabo de tantos años que havían professado los cavalleros de ella su milicia contra infieles y havía sido acrescentada por todos los pontífices romanos y reyes christianos.

Después, a vi de mayo, se tuvo la tercera y última seción del concilio y se desolvió el ajuntamiento de los convocados. E como el papa considerase que los cavalleros del Hospital de Sant Juan de Hierusalem, con grande hervor prosseguían la guerra contra infieles por la recuperación de la Tierra Sancta, aventurándose a todo trabajo y peligro, con consulta e deliberación de todo el sacro concilio y de los príncipes christianos que presentes se hallaron, determinó y por estatuto proveyó, que todas las rentas y bienes de los templarios y de la orden del Temple se aplicassen con ciertas condiciones a la orden del Hospital en todos los reinos y tierras de christianos, ecceptados los reinos de Portugal, de Castilla, de Aragón e de Mallorca, porque los embaxadores de los reyes de estos reinos havían informado que estavan obligados a la defença de las fronteras de los agarenos, y por esta causa reservó la determinación de ello a la dispusición de la sede apostólica.323

 

Quanto a las personas de los templarios, se proveyó que se remetía a juizio y dispossición de los concilios provinciales en cada provincia para que, según la calidad de sus personas y estados, se procediesse contra ellos, reservando el ||42v conoscimiento de algunos a la determinación de la sede apostólica; declarando que los que fueren dados por libres de aquellos errores mediante justicia, se sustentassen conforme a su estado de los bienes que havían seydo de aquesta orden. Y con los que havían confessado aquellos errores, según la qualidad de sus personas y tiniendo consideración al modo de la confessión, se moderasse el rigor del derecho y se usasse de mucha misericordia. Con los que fuessen impenitentes y relapsos se mandava hazer justicia y que se guardassen las censuras canónicas. E quanto a aquellos que siendo puestos a qüistión de tormentos, negassen que no eran partícipes de aquellos delictos, se usasse de equidad y los recluyessen por las casas que havían seydo del Temple o en otros monasterios, a expensa de los bienes de aquesta misma orden, con que no estuviessen juntos. Las personas contra quien aún no se havía inquirido y que no estavan debaxo de la mano y potestad de la Iglesia, y los que eran fugitivos y absentes, fueron emplaçados en el concilio general con edicto público precisa e perentoriamente para que dentro de un año comparesciessen personalmente delante sus diocesanos para estar a su exhamen y censura, según por lo allegado y provado se declararía. E fue declarado que los llamados por el edicto que no paresciessen dentro el año del plazo, incurriessen en pena de excomunión; e si perseverasen con ánimo pertinás en ella, por un año desde entonces fuessen declarados y condenados por hereges.

De esta manera se deshizo del todo la orden del Tempe, por culpa de los que la governavan, que se dieron a sus regalos y vicios profaníssimamente con grande obominación, y torpeza, y sobervia y ambición muy crescida, haviendo sido instituida para sustentar los trabajos y peligros de la guerra y ser el fuerte de la Tierra Santa contra infieles. Esto paresció // ser muy necessario para mayor escarmiento y exemplo de toda la Christiandad. Y para que las otras órdenes sigan la misma milicia contra infieles y perseveren en su sancta professión, sin deviar de la verdadera institución de su religión. Adviertan los christianos auditores que la orden del Temple buen principio tuvo en el año de MC. Y porque su medio fue perverso, la fin de ella paró en desolación e del todo fue abolida a X de abril año de mcccx. Assí que duró ccx años.324