Tanto se habÃa perdido en el periodo de un par de fatales horas, él sabÃa ahora que realmente era más oscuro que lo oscuro. No perderÃa a Kotaro también.
â No lo odiaba tanto â. Susurró Kotaro, mirando tristemente hacia el lugar donde el cuerpo de Toya estuvo tumbado momentos atrás. Ambos habÃan amado a Kyoko y ella les habÃa tenido afecto a ambos de vuelta, nunca escogió a uno por encima del otro cuando peleaban, hasta esta noche. Los destinos solo le habÃan dado unas pocas horas, y al menos Toya no tenÃa conocimiento de ello.
Su mano se curvó en un puño y lo tensó. Toya se hubiese enojado, pero estarÃa vivo. â PreferirÃa enfrentar su ira⦠esto no⦠esto no â. Su voz flaqueó.
Los dos habÃan tratado de protegerla, pero ahora Toya⦠los ojos azul hielo de Kotaro nadaron con lágrimas sin derramar. â Nunca lo odié.
â Ãl sabÃa que no â. Le dijo Kamui llevando a Kotaro en la dirección del único lugar seguro que conocÃa: al hechicero, la casa de Shinbe. Necesitaba decirle a su amigo acerca del destino de Toya⦠y el de Kyoko. Shinbe sabrÃa qué hacer, de alguna forma, siempre lo sabÃa.
â Mataré al bastardo de Hyakuhei â. Gruñó Kotaro tirando de Kamui en contra de su represión, y su naturaleza de Lycan salÃa a la superficie. â La mató, y mató a Toya por ella. Cuando lo encuentre deseará haber nacido humano.
Como si el aire hubiese sido sacado de golpe de dentro de él, el cuerpo de Kotaro se estremeció. SabÃa que Toya era mucho más fuerte de lo que habÃa reconocido, pero sin Kyoko para proteger, Toya perdió su voluntad de pelear. Hyakuhei supo eso antes de que la pelea comenzara.
La pena de Toya lo habÃa exaltado, lo habÃa vuelto impaciente. â Si tan solo hubiese esperado unos momentos más, Kyou pudo haberlo salvado â. La tristeza colgaba de cada sÃlaba mientras Kotaro limpiaba con rabia las lágrimas que silenciosamente dejaban rastro en sus mejillas.
â QuerÃa salvarlos a ambos⦠Kyoko â. El dolor de su cuerpo debilitado era demasiado mientras cerraba sus brillantes ojos azul hielo y se rindió a la nada que calmarÃa el dolor por un corto tiempo.
Kamui asintió levantando el cuerpo blando de Kotaro y lo cargó. â Has hecho suficiente. Descansa por ahora â. Susurró. â Es mi turno de hacer de salvador.
CapÃtulo 2
A la hora antes del amanecer, Kamui merodeó por encima de una tumba sin nombre. Los dos hombres parados a su lado eran lo que le quedaba. HabÃa observado a Shinbe usar sus poderes telequinéticos para remover la tierra de la tumba de Toya y expandirla lo suficiente para dos cuerpos.
Shinbe y Kotaro ahora tenÃan la misma expresión de tristeza y fuerza terca. Kamui sabÃa que intentaban mantenerse fuertes por él, pero podÃa ver a través de la melancolÃa que ambos escondÃan.
Todos clavaron sus ojos en la tumba, la dura realidad de ella hundiéndose allÃ. No se suponÃa que las cosas terminaran asÃ⦠no se supone que el lado bueno pierda, o muera. Shinbe los habÃa ayudado a decidir qué hacer. Recuperaron el cuerpo de Kyoko, la habÃan traÃdo a la tumba donde Kyou habÃa puesto el cuerpo de su hermano, y los enterraron juntos.
Toya lo hubiese querido asÃ, era lo único que se sentÃa correcto.
Kamui habÃa sido incapaz de cargar el cuerpo de Kyoko al lugar de la tumba una vez que lo encontraron. No era la sangre que la rodeaba lo que le molestaba, era simplemente desgarrador ver a alguien tan bueno y puro que alguna vez tuvo tanta luz dentro de ella, que te dolÃan los ojos de verla acostada ahà en la obscuridad con los ojos abiertos y ciegos.
Sintiendo el shock de Kamui y viendo que sus manos temblaban, Kotaro se adelantó y la levantó con cariño entre sus brazos tratando con todas sus fuerzas de ignorar la rigidez en sus extremidades como las sintió. No podÃa permitirse sentir otra cosa que no fuera rabia y tristeza en ese momento. Si él hubiese dejado entrar el resto y lo mucho que la habÃa amado, se hubiese desplomado sobre sus rodillas, la pena le pesaba mucho.
Ver la mirada en el rostro de Kamui fue suficiente para ayudarlo a controlar sus propias emociones⦠también ayudó el entumecimiento que sentÃa. Kamui no era humano, tampoco era criatura⦠lo que sea que fuera, su corazón se rompÃa. Kotaro decidió que de ahora en adelante vigilarlo serÃa su asunto, aunque el chico probablemente no lo necesitara.
Kamui limpió las lágrimas de sus ojos, tratando de ser fuerte como Kotaro y Shinbe. Su incontrolable cabello morado se ondulaba al viento mientras miraba hacia la tierra recientemente removida. Se habÃa quitado su túnica y gentilmente los envolvió en ella para aumentar el poder del hechizo que estaba por lanzar.
Cerrando sus ojos brillantes entrelazó sus dedos, entretanto unas alas igualmente iluminadas brotaron de su espalda en un ajetreo de plumas. Brillaron con unos colores muy intensos, desconocidos para el ojo humano.
Shinbe y Kotaro dieron un paso hacia atrás sorprendidos, entendiendo de repente lo que era Kamui. La palabra ángel rondaba sus labios, pero él se veÃa muy triste. Como un ángel con el corazón roto, un ángel caÃdo.
Con dedos gentiles, Kamui quitó una pluma de su ala derecha y sostuvo su palma al frente. La triste y serena expresión en su rostro no titubeó. Sus ojos brillaron con un destello de esperanza a la vez que golpeó la repentinamente afilada pluma sobre su palma provocando un corte profundo.
El lÃquido carmesà se encharcó en su palma y Kamui lentamente cerró su puño encima antes de llevarlo encima de la tumba sin marcar. Las gotas sagradas de la vida de su sangre cayeron en la tierra haciendo que brillara con un poder azul eléctrico sobrenatural.
Shinbe y Kotaro solo podÃan estar parados y mirar asombrados mientras esto sucedÃa. No se atrevÃan a moverse por miedo de interrumpir el rito que Kamui estaba llevando a cabo. Ambos entendieron que estaban presenciando algo increÃble y sin duda nunca lo volverÃan a ver.
El aire alrededor de Kamui se arremolinó en un vórtice que lo rodeaba con una luz azul fluorescente. Su voz en eco dejó sus labios aparentando ser más viejo y sabio de lo que lo habÃa sido para sus recuerdos, rebotó cruzando los cielos, un sonido aterrador llevado por kilómetros haciendo que lo que lo escuchara se reverenciara ante su poder.
â Cien años tomaráâ¦
Esta vez por tu bien permaneceremosâ¦
Cuando la sangre de un Guardián se derramaâ¦
Es hora de que la profecÃa se cumplaâ¦
Solo entonces dos almas reviviránâ¦
Trayéndolas a la luzâ¦
Destinadas a combatir la magia oscura de la nocheâ¦
Con esta promesa, nosotros los inmortales levantaremos nuestras armasâ¦
Protegiendo a aquellos renacidos de más dañoâ¦
En manos de piedra y mármol a nuestro enemigo le daremosâ¦
El único deseo que este desea⦠dentro de la luz para vivir.
Mientras el vórtice envolvÃa a Kamui, una pluma brillante de cada ala iluminada se soltó y rompió hacia dentro del ciclónâ¦cambiando como dos pequeñas dagas para dispararse directamente hacia abajo, aterrizando en la tumba. Las relucientes plumas se quedaron atascadas en la suave tierra por unos breves momentos antes de hundirse en el suelo para emerger con las almas de sus amigos.
Las rodillas de Kamui golpearon el suelo al dispersarse el hechizo, enviando un terremoto hacia todas las direcciones. â Hasta que nos encontremos de nuevo, Kyoko⦠Toya â, susurró Kamui sintiendo la soledad acercándosele. â Quizá la siguiente vida será un tiempo mejor y más brillante.
Shinbe se mantuvo en silencio a su lado, sin desear nada más que derramar lágrimas, pero no se podÃa permitir ese lujo. Hyakuhei aún estaba ahà afuera y Shinbe sabÃa que el vampiro de corazón oscuro eventualmente vendrÃa por él. El enemigo sabrÃa lo que habÃan hecho. BorrarÃa todos los rastros que pudiera por ahora.
Buscando dentro de su bolsillo, Shinbe sacó una botellita amatista llena de un polvo mágico intemporal. Rociando ligeramente la tierra, caminó en cÃrculo alrededor de la tumba para protegerla de ojos fisgones. La tierra se volvió instantáneamente sólida para esconder la ubicación de la nueva tumba.
Los ojos de Shinbe se iluminaron del mismo color amatista mientras susurraba palabras que solo él podÃa entender.
Sintió un vÃnculo antiguo entre hermanos que habÃan luchado una batalla eterna con la obscuridad abrasando su alma para convertirse en un sÃmbolo de protección sobre la tumba. Encima del lugar donde sus amigos yacÃan, crecieron flores sin necesidad de que se plantara ninguna semilla. Flores de cinco colores aparecieron en vides espinosas⦠plata⦠dorado⦠azul hielo⦠amatista⦠y un brillante polvo de arcoÃris.
â Me voy â. Dijo Shinbe después de un largo silencio. No querÃa que su presencia diera la ubicación de los otros y supo que era tiempo de continuar. Su mirada saltó hacia el arbusto de flores de extraños colores. Toya y Kyoko ahora estaban protegidos de Hyakuhei y el hechizo no serÃa perturbado.
Por ahora, era lo único que podÃa ofrecerles además de tristeza.
Kamui miró al hechicero, sorprendido ante su nuevo desempeño. â ¿Qué? Pero⦠¿Por qué? â Abrió sus ojos en un momento de pánico⦠¿Ahora todos lo dejarÃan? ¿No era suficientemente malo haber perdido a Toya y a Kyoko?
Sintiendo el miedo de Kamui elevarse, Shinbe colocó una mano firme en el hombro de su amigo e intentó explicarse. â Sabes tan bien como yo que Hyakuhei se enterará de lo sucedido aquà â. Miró a Kotaro por encima del hombro de Kamui sabiendo que el Lycan entenderÃa su deserción.
â Tú podrás escapar de sus ojos siempre vigilantes, pero yo no poseo esa clase de poder. De todas formas seré capaz de esconderme, pero no estoy seguro de por cuánto tiempo â. Shinbe soltó un largo suspiro y miró a la luna colgando baja en el cielo. â Mis dÃas tienen un número en ellos ahora â. Una suave sonrisa ladeó las comisuras de sus labios como si supiera un secreto. â Que asà sea.
â Abordaré el siguiente barco que vaya al oeste sobre el océano. Allà tendré una mejor oportunidad de mantener mi identidad a salvo de Hyakuhei y quizá incluso de encontrar una forma en que mi alma reencarne al mismo tiempo a nuestros queridos amigos â. Ãl esperaba que lo que estaba diciendo fuera cierto. Ellos lo necesitarÃan cuando llegara el momento.
Kamui echó un vistazo a la tumba debajo de él, luego a sus amigos con mayor calma de la que habÃa sentido desde que esta pesadilla de tarde habÃa comenzado. No querÃa que Shinbe fuera la siguiente vÃctima, asà que, sÃ, entendió. Gentilmente arrancó una pluma arcoÃris de su ala derecha y la presionó contra el cuello de Shinbe.
Shinbe jadeó cuando empezó a resplandecer brillantemente con fuerza antes de que su piel la absorbiera. Miró hacia abajo y vio el breve contorno de la pluma justo debajo del cuello de su túnica.
â Eso ayudará cuando llegue el momento â. Dijo Kamui con una sonrisa y le dio a Shinbe un fuerte y comprensivo abrazo. No perderÃa a Shinbe por mucho tiempo, sin importar qué.
â Nos veremos de nuevo mi amigo â, susurró Shinbe antes de alejarse del abrazo de Kamui. Ãl le asintió a Kotaro con la cabeza sabiendo que el Lycan cuidarÃa de Kamui por todos ellos. Shinbe miró atrás a la tumba, luego apartó sus ojos dejando que su flequillo cayera para esconder la tristeza. â Que asà sea â. Susurró de nuevo mientras desaparecÃa dentro de la obscuridad envolvente.
â Niño ¿estás listo? â preguntó Kotaro en voz baja mientras mantenÃa su espalda hacia la tumba. Supo que no podÃa quedarse. Shinbe tenÃa razón⦠mientras más lejos estuvieran, mejor protegido quedarÃa el hechizo.
Kamui querÃa refunfuñar ante el sobrenombre que Kotaro le acababa de dar, pero no tenÃa el corazón. Su corazón estaba enterrado en la tierra a sus pies y, si le tomara hasta el final de los tiempos, verÃa a Hyakuhei pagar por sus crÃmenes.
â SÃ, dijo Kamui, pasando el brazo por sus ojos â. Estoy listo.
Kotaro puso un brazo alrededor de sus hombros y lo guio. El Lycan descubrió que no podÃa derramar otra lágrima por la mujer que habÃa amado con todo su ser. Su alma se sentÃa como si alguien la hubiese tirado de su cuerpo, rasgado en trizas y solo le hubiese devuelto la mitad de ella.
Si el hechizo que habÃan hecho Kamui y Shinbe habÃa conseguido funcionar, verÃa a su amada Kyoko de nuevo. Ãl no podÃa evitar sonreÃr por todas las travesuras que él y la reencarnación de Toya harÃan para ganarse el afecto de Kyoko. Ãl pelearÃa por ella felizmente de nuevo si tan solo Toya volviera. Después de todo, los amaba a los dos.
Peleó contra la urgencia de mirar nuevamente hacia la tumba. â Cien años es un largo tiempo para esperar, pero estaré ahà para ti⦠Kyoko.
*****
Más de cien años en el futuro⦠hoy en dÃa.
Una figura solitaria se alzaba en el techo del edificio más alto, mirando desde arriba la ciudad llena de gente. Sus rasgos nunca traicionaron el recuerdo en su corazón destrozado de su único hermano yaciendo solo y sin vida en el frÃo y duro suelo siglos atrás. Su corazón que una vez latÃa cálido, estaba preso en las garras del sádico monstruo que los habÃa creado a ambos.
Ãl habÃa hecho todo lo que estaba en su poder para separarse de la maldad que lo habÃa rodeado silenciosamente. Asà como los humanos de este mundo, él solo se alimentaba de los animales que la naturaleza proveÃa. Aunque la obscuridad es lo único que tenÃa permitido, pues es asà la maldición de un vampiro, él nunca se convertirÃa en el demonio que su tÃo habÃa planeado.
En varios de los últimos años algo dentro de él se movÃa⦠una nostalgia que no podÃa entender y no habÃa sentido en más de cien largos años.
En la mente de Kyou se repitieron los recuerdos nunca olvidados acerca de un hombre joven que una vez fue inocente y que habÃa llenado su vida de felicidad, incluso en un mundo de obscuridad. Toya⦠habÃa estado tan lleno de vida⦠con sonrientes ojos dorados y la ignorancia de un niño. Una vez más trajo una punzada de culpa a su corazón por no haber sido capaz de proteger a su hermano pequeño.
Los ojos dorados como el sol que se habÃan endurecido por los cientos de años de soledad, sangraron de rojo al recuerdo de una promesa que aún tenÃa que cumplir. Con cada década que pasaba, Kyou se habÃa hecho mucho más fuerte. Muchas veces se habÃa acercado, pero el objeto de su odio e ira lo eludÃa en cada oportunidad.
No descansarÃa hasta que la vil creatura que habÃa buscado se retorciera en agonÃa a sus pies y su alma fuera lanzada al infierno a donde pertenece.
La mirada de Kyou fue atraÃda hacia el único lugar sereno de toda la ciudad: el parque silencioso en el centro. â Lugares asà no deberÃan estar cerca de tanta maldad â, murmuró hacia la noche. Dando un salto del edificio, Kyou continuó su búsqueda como habÃa hecho por tantos siglos. Hyakuhei pagarÃa con su propia vida el haber tomado al único que siempre le importó o que siempre le importarÃa. Su hermano se habÃa perdido para siempre y nunca más volverÃa.
â Toya⦠â susurró Kyou desapareciendo en la noche, dejando detrás la imagen de un ángel vengadorâ¦
*****
El parque estaba siempre tranquilo a esta hora del dÃa. Aún era la tarde y el sol estaba alto en el cielo. Kotaro paseaba lentamente por las calles cercanas al centro donde se encontraba un enorme bloque de mármol. No tenÃa idea de dónde venÃa⦠habÃa estado ahà por más tiempo de lo que podÃa recordar, era incluso más viejo que la ciudad en sÃ. Todo lo que sabÃa con seguridad era que sentÃa una abrumadora sensación de paz cuando estaba cerca.
â ¿Quién pensarÃa que esa roca cuadrada traerÃa pensamientos tranquilos? â murmuró Kotaro para sÃ.
Tomando otro camino entre los árboles, se dirigió hacia la piedra para poder observarla. Incluso si habÃa sido completamente feliz ese dÃa, el solo asegurarse de que seguÃa ahà lo hacÃa sentir mejor.
Kotaro se detuvo en su rastro cuando entró al centro donde estaba y frunció el ceño al individuo sentado en posición de indio encima de la roca con los codos en sus rodillas y su barbilla apoyada en sus manos. El cabello corto y morado oscilaba en la suave brisa haciendo que el hombre joven pareciera infantil.
â ¿Qué demonios estás haciendo aquÃ? â exigió Kotaro.
Kamui sonrió sin mirarlo. En su lugar, él asintió en la dirección de la universidad en la distancia. â Esperando a que empiecen las clases.
Kotaro agitó su cabeza y continuó antes de detenerse de nuevo y voltear para encarar a Kamui. â ¿De qué estás hablando? Tú ni siquiera vas a esta escuela.
Kamui guiñó el ojo antes de desvanecerse de la existencia en una ráfaga de brillante polvo de arcoÃris. â Lo sé.
Kotaro miró con furia el polvo revuelto alrededor antes de que desapareciera completamente. â A veces ese chico es un completo enigma â, informó al ahora espacio vacÃo, y luego sus ojos se movieron hacia abajo como acariciando la piedra. Escuchó el sonido de pies corriendo que golpeaban el pavimento, pero no se dio realmente cuenta hasta que alguien le tocó el hombro. Literalmente saltó y giró para ver a Hoto y Toki inclinados con sus manos descansando en sus rodillas tratando de recobrar el aliento.
â ¿Qué los ha hecho perder el aire? â preguntó Kotaro con una sonrisa de suficiencia mientras recobraba la compostura.
Hoto ondeó un pedazo de papel en frente de él. â Para ti⦠de la policÃa⦠importante.
Kotaro tomó el papel, â ¿de la policÃa, eh? Debe ser realmente importante para hacerlos correr tal maratón.
Toki asintió antes de caer sobre su costado para descansar. Hoto simplemente se hundió hasta las rodillas y descansó su cabeza en la grama.
â Ustedes dos son los más grandes flojos que he visto â, se quejó Kotaro de buena manera.
â Costado duele â, se quejó Toki. â Debo volver⦠a la⦠oficina⦠con aire acondicionado.
Kotaro suspiró en resignación y los dejó para hornearse bajo el calor del sol antes de abrir la nota. Su mano se cerró, arrugando el papel que acababa de recibir de la estación de policÃa no lejos del campus. Otra chica habÃa desaparecido sin dejar rastro. HabÃa estado gastando un largo tiempo investigando las desapariciones de muchas chicas jóvenes, lo que eventualmente lo llevó a la universidad donde ahora era el nuevo jefe de seguridad.
Sus pensamientos inmediatamente dieron vuelta hacia su amada Kyoko. Kotaro la habÃa encontrado de nuevo y justo como esperaba, Toya no estaba lejos. Una cosa que lo habÃa sorprendido era el hecho de que Toya habÃa renacido normal, humano, o eso parecÃa.
A veces podÃa sentir al verdadero Toya descansando justo debajo de la superficie⦠sin ser consciente de su propia existencia, pero hasta ahora esa parte de él ha permanecido dormida. â Gracias a Dios por los pequeños favores â. Kotaro pasó una mano agitada por su cabello despeinado por el viento.
Le iba bien que ninguno de ellos recordara el pasado, pues era un recuerdo que era mejor que estuviese olvidado. Ãl deseaba tener el mismo privilegio de olvidar⦠pero para él, la memoria permanecÃa, y lo despertaba frecuentemente en la noche sudando frÃo.
Mientras dejaba el parque se encontró de pie en el camino de piedra en frente del campus. Kotaro levantó sus ojos azules como el hielo en la dirección a donde Kyoko vivÃa. Frunció el ceño mientras la preocupación dejaba marcas en sus rasgos y tuvo la repentina urgencia de pasar por âsu mujerâ para asegurarse de que estuviera bien.
TenÃa la parte larga de su cabello negro en capas echada hacia atrás con una banda que colgaba baja. El resto de su cabello, desde su flequillo hasta la coronilla se veÃa constantemente naturalmente despeinado por el viento, dándole la apariencia de un chico malo punk pero que le quedaba muy bien. Esta apariencia le habÃa servido en más de una ocasión en años recientes.
Su cuerpo era alto con músculos delgados, pero las apariencias engañan. No tenÃa un gramo de grasa extra y era más fuerte que cincuenta hombres humanos juntos. Las únicas personas que conocÃan de su fuerza inhumana eran los que decidieron darle malos momentos o se atrevÃan a meterse en su camino. Y esos pocos estaban muy asustados para decir palabra. Nadie en el campus sabÃa del lado secreto de Kotaro y él querÃa mantenerlo de esa forma.
Kotaro era responsable de la seguridad de cada persona que caminara en el campus, fuera visitante, estudiante o miembro de la facultad. Algunas mujeres jóvenes habÃan comenzado a desaparecer a un ritmo alarmante en esta área, sobre todo cerca de la reja eléctrica que rodeaba los suelos de la universidad.
Un rugido grave se formó muy dentro de su pecho mientras inhalaba los aromas que lo rodeaban. El aire habÃa sido contaminado con un antiguo olor, maligno. Kotaro se estaba acercando a quien era responsable de más que solo las chicas perdidas⦠podÃa sentirlo. Dejando esos pensamientos a un lado por ahora, comenzó a caminar rápidamente hacia los departamentos de alrededor que ubicaban a muchas de las estudiantes universitarias inocentes.
Ãl irÃa a reportarse con Kyoko y si ella lo dejaba, sus ojos se oscurecÃan atractivamente, él no se irÃa de su lado por el resto del dÃa, o la noche. Solo esperaba que hoy Toya no estuviera esperándola de nuevo. Ãl la querÃa toda para él. Después de todo, ella era de verdad su mujer y ese âchicoâ tendrÃa que conseguirse una vida.
Sus pasos se enlentecieron por un momento ante la ironÃa de ello, estaba feliz de que Toya ahora al menos tenÃa una vida. Una sonrisa de satisfacción casi entretenida apareció mientras mentalmente amenazaba esa vida si Toya no paraba de acosar a Kyoko todo el tiempo.
Solo pensar en ella sentada a su lado en el cómodo sofá, comiendo palomitas y viendo una pelÃcula cursi sonaba como la tarde perfecta. Ellos compartÃan algo asà al menos una vez a la semana y para él, esa era su parte favorita de la semana. TenÃa su tiempo ininterrumpido con la belleza de cabello cobrizo. No importaba si estaban viendo una pelÃcula o solo se sentaban en su sofá a hablar: él solo amaba la sensación de ella acurrucada a su lado.
Kotaro sonrió para sà mismo con satisfacción mientras se preguntaba cómo serÃa estar siempre a su lado, dÃa y noche.
Su sonrisa se desvaneció ante su siguiente pensamiento⦠Kyoko no lo habÃa escogido sobre Toya aún, en realidad. Al menos no en esta vida. â Algunas cosas nunca cambian â, miró hacia arriba como enviando un silencioso y sarcástico âgracias por la ayuda en esa áreaâ a cualquiera que estuviera escuchando. Algo le dijo que los dioses tenÃan que tener el sentido del humor más perturbador.
*****
Finalmente, los exámenes finales se habÃan terminado y Kyoko habÃa estado cantando esas palabras toda la tarde. HabÃa sido una chica buena y estudió hasta que se hartó de ello, pero habÃa valido la pena. Ella sabÃa que habÃa sacado puras ases en esos malvados exámenes. Solo ese pensamiento le habÃa hecho querer bailar felizmente en todo el camino de vuelta a su departamento hoy.
De hecho, la primera cosa que habÃa hecho tan pronto entró por la puerta fue arrojar sus libros como si estuvieran infestados por una enfermedad y finalmente sucumbió a la urgencia, interpretando un âbaile felizâ espontáneo justo en la puerta de entrada, como que tenÃa un poco de friki en ella después de todo.
Esto siguió inmediatamente después de su propia ejecución de un baile de touchdown que le habÃa visto hacer a Toya una vez, sacudiendo sus nalgas todo el camino del pasillo a su baño asà ella podrÃa darse un baño caliente de burbujas. Kyoko decidió que si iba a hacer esto entonces lo harÃa bien, asà que fue a encender el estéreo y agarró unas cuantas velas.
Aún hacÃa lindos sonidos de victoria para el momento en el que la bañera se llenó e hizo un breve trabajo con su ropa quitándosela y lanzándola a donde le complaciera. âEs muy probable que encuentre mi ropa interior colgando del ventilador del techo cuando termineâ pensó para sÃ, luego se encogió de hombros y se metió en el agua.
Se deslizó más abajo en la bañera para dejar que las burbujas que flotaban acompañando la superficie acariciaran su cuello y hombros. Sus ojos verdes esmeralda, que a veces eran conocidos por volverse tormentosos en un instante, brillaban con alegrÃa.
Las ondas de su cabello cobrizo estaban apiladas de cualquier modo encima de su cabeza y su piel sedosa y suave ahora estaba escondida bajo las burbujas. Era una chica feliz⦠y todo lo que realmente querÃa hacer era relajarse por el resto del dÃa. Un poco de música suave de fondo, algunas velas de olor dulce encendidas alrededor del baño y era el escenario perfecto.
Cerró sus ojos a sabiendas de que la imagen de él pronto se enfocarÃa, como si esperara por ella. Era el secreto que ella guardaba.
Los ojos azules como el hielo la observaron desde dentro de su mente. Ella habÃa tenido sueños sobre él en las noches que ahora podÃa evocar incluso durante sus horas despierta. Mientras más profundo se enrollara en el sueño, más real se hacÃa, hasta que parecÃa que él estaba ahÃ, arrodillado al lado de la bañera.
Sus labios se ladearon en una sonrisita sensual mientras acercaba su brazo y tomaba el paño de ella, sus ojos se volvÃan tan brillantes como una flama azul.
â Los sueños son agradables â, susurró mientras rodaba su cabeza hacia un lado dejándolo hacer lo que querÃa.
âRing, Ringâ. Uno de los sonidos más irritantes del mundo hizo eco a través del apartamento. Kyoko se sacudió hacia el frente en la tina derramando el agua sobre la orilla y al suelo de azulejos. Levantando su mano hacia su mejilla, ella pudo sentir el calor ahà y se sonrojó a la vez que el teléfono sonaba de nuevo.
â ¡Chispas! â se levantó rápidamente sabiendo que el teléfono estaba al final en la sala de estar. Saliendo del agua, agarró la bata de seda de la encimera y la envolvió en ella mientras corrÃa para contestarlo.
Dándose cuenta de que dejaba un rastro de agua, hizo una nota mental para recordar llevar el teléfono inalámbrico al baño con ella la próxima vez.
En el otro extremo del repique irritante, Suki tocó con sus uñas en la encimera de la cocina deseando que Kyoko se apurara y tomara el teléfono. Ella tenÃa esta molesta sensación de que Shinbe estarÃa aquà en cualquier momento, y ella no querÃa que él se enterara de nada de lo que estaba planeando.
Escuchó el clic en el otro extremo. â ¡Finalmente!
Kyoko empujó el teléfono lejos de su oreja, lo miró con furia y lo colocó de nuevo en su oreja. â ¡Suki, estaba en el baño! â Kyoko casi se quejó mientras miraba con anhelo hacia atrás a la puerta del baño donde sabÃa que el agua estaba aún caliente y con aroma a jazmÃn. La llamaba a volver y disfrutar, y asà lo hizo en el sueño. Se mordió el labio inferior mientras arrastraba sus ojos lejos de lo que querÃa.
â ¿Estás ahà parada desnuda? â Suki se rio disimuladamente sabiendo que Kyoko se sonrojaba fácilmente.
â ¡Suki! â gritó Kyoko al auricular. Su amiga simplemente tenÃa un sentido del humor retorcido, que probablemente venÃa de pasar mucho tiempo con Shinbe. Sonrió con picardÃa mientras replicaba, â ¿necesitabas algo? Tengo un baño caliente y lleno de vapor llamando mi nombre, estás interrumpiendo mi pequeña cita.
â ¿Cita? â Suki miró al teléfono y volteó los ojos. â Definitivamente necesitas ayuda, Kyoko. ¿Quién alguna vez escuchó sobre ponerse romántico en el agua del baño sin alguien más ahà contigo? Al menos ten una chispa de imaginación y piensa en un hombre sexy que limpie tu espalda mientras estás ahà â. Suspiró con un tono exasperado sin ser consciente de que justamente acababa de impactar a Kyoko hasta la médula por lo cerca que estaba de su imagen mental.
â De todos modos, tú y yo vamos a tener una noche de chicas para celebrar que se acabaron los finales â, chirrió Suki. Ella no iba a dejar a Kyoko decir que no.
â No tomaré un no por respuesta, asà que comienza a prepararte. Y usa el atuendo que compramos el fin de semana pasado. Yo haré lo mismo â. Suki inhaló profundamente y rápidamente comenzó antes de que Kyoko tuviera oportunidad de decir alguna palabra. â Está lista a las 7:30. Te quiero. ¡Adioooós!
Kyoko parpadeó cuando el teléfono hizo clic señalando que la lÃnea estaba desconectada. Sus labios seguÃan separados porque habÃa estado lista para decir ânoâ a la primera oportunidad. Envió una mirada silenciosa a la pared lejana de la sala de estar que separaba los apartamentos de ambas chicas preguntándose si Suki habÃa llamado desde ahà o desde su celular en alguna otra parte.
Suspiró mirando al identificador de llamada. â Celular, con razón â. No hace falta golpear la pared entonces. Pero la imagen de sus manos alrededor del cuello de Suki le puso una sonrisa en el rostro. â Aunque puedo fingir.
Lanzando el teléfono inalámbrico de nuevo a la encimera, Kyoko miró hacia abajo a la bata de seda adherida a su cuerpo húmedo y gruñó. El agua tibia que aún estaba en su piel se habÃa vuelto frÃa y daba una sensación de hormigueo, haciendo que se le erizara la piel por el frÃo. Rápidamente se volteó para volver a su baño.