Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas

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Por alguna razón ella parecía pensar que él saldría de su camino para verla solo porque habían sido amigos desde secundaria. Tenía la intención de corregir esa idea equivocada. – Sí, Kyoko, si alguna vez necesitas alguna ayuda, estaría encantado de ser tu tutor en cualquier momento –. Secretamente quería golpear su cabeza contra la pared de ladrillo sabiendo que una vez más sonaba como un mejor amigo y no como material para novio.

Suki sacudió su cabeza silenciosamente viendo la miseria en los ojos de Tasuki mientras él le sonreía a Kyoko. “Pobre chico”, pensó para sí mientras una sonrisa traviesa se extendía en sus labios. Él solo necesitaba un empujón en la dirección correcta.

*****

Los ojos de Kyou se entrecerraron mientras la multitud de niños inocentes crecía. “Demasiados para que Hyakuhei escoja”, reflexionó. Siempre era lo mismo. Quitar la vida y salirse con la suya, justo como ese monstruo se había salido con la suya en el pasado. Sus garras agarraron la repisa de la ventana con frustración preguntándose si podría detener la masacre.

Tendría que acercarse y mezclarse con la multitud. Sonriendo ante el pensamiento de su cabello plateado y ojos extrañamente color oro, siempre mezclándose, Kyou volvió su atención a la masa reunida.

Echó un vistazo al estacionamiento una vez más, su vista se detuvo. Su mirada sorprendida se deslizaba sobre un grupo de tres apiñados más cerca del frente de la multitud. El aura que rodeaba el triángulo era sorprendentemente diferente de los otros humanos. El suave tinte de luz blanca pura que rodeaba el grupo deslumbró la visión interna de vampiro de Kyou.

Disminuyendo la intensidad de su mirada, Kyou sacudió su cabeza y ojeó al grupo de nuevo. Incluso con sus sentidos atenuados a propósito, pudo detectar un débil resplandor arremolinado alrededor de las tres figuras. Un débil brillo de polvo de arcoíris vino directamente de encima de ellos ensombreciendo la luz como para esconderla de sus ojos.

Kyou buscó en el cielo encima de ellos solo para ver la noche. Sus ojos se entrecerraron entendiendo más de lo que se suponía antes de devolver su mirada al grupo.

Nunca había visto algo así en su vida interminable. Un débil recuerdo captó su atención causando que mirara al grupo con los ojos abiertos como platos. Estaba recordando las palabras de su hermano menor antes de que Hyakuhei lo asesinara tan agresivamente. –Si tan solo pudiéramos conseguir el Corazón de Cristal del Guardián, entonces quizás podríamos ser libres de la obscuridad, hermano.

Kyou se había burlado al decirle a Toya que la joya era solo un mito e imposible de hallar, incluso en las leyendas. Toya había ignorado esa réplica, – el aura de aquella que protege a la joya brillará con luz santa. ¿No quieres ser libre?

Un sentimiento de melancolía se instaló en Kyou con el recuerdo de la pregunta de su hermano. Él hubiera dado lo que fuera para liberar a su hermano de la vida a la que Hyakuhei lo había metido. La brisa entró por la ventana soplando su largo cabello lejos de su rostro como diciéndole que se fuera, como si Toya en persona le estuviera diciendo que se fuera.


Reuniendo la obscuridad que rodeaba su letal cuerpo, Kyou emergió desapercibido entre la multitud de juventud ignorante, y su mirada intensa nunca dejó el lugar donde la más pura y suave luz brillaba.

*****

Kyoko soltó una risita cuando vio a Suki moviendo sus cejas detrás de la espalda de Tasuki. Suki había estado saliendo demasiado con Shinbe últimamente. Cruzó los ojos y sacó su lengua casi haciendo a Suki doble en un ataque de risa, luego la mirada despareció instantáneamente cuando Tasuki se volteaba para ver de qué se reía Suki.

Esto hizo que Suki se agarrara de la pared para evitar que sus rodillas se desplomaran mientras Kyoko solo se encogía de hombros diciendo: – ¿quién sabrá qué mosquito le picó? Ella nunca ha sido normal –. Levantó una ceja añadiendo: – tengo que sacarla de su locura al menos una vez a la semana o se pone incluso peor, y trata de morder los árboles en frente del dormitorio.

Tasuki se sonrió acercándose a la oreja de Kyoko como si fuera a susurrarle pero luego dijo, en una voz suficientemente alta para que Suki escuchara: – quizás a nuestro regreso a casa esta noche deberías llevarla de vuelta.

Kyoko asintió felizmente, luego sintió el vello de la nuca erizarse como si alguien la estuviera observando. Esperando que no fuera Toya siguiéndolas, trató de ignorarlo manteniendo su atención en Suki y Tasuki.

Suki finalmente agarró suficiente aliento para recordarle a Kyoko que iban a tener una fiesta de pijamas en la habitación acolchada más tarde en la noche, luego le preguntó a Tasuki si le gustaría unírseles. – Incluso tenemos una camisa de fuerza para la ocasión –. Sacó su lengua hacia ambos.

– Guarda esa cosa antes de que lastimes a alguien –, le replicó Kyoko y fue rápidamente recompensada cuando la mandíbula de Suki se cayó.

Mientras la fila comenzaba a avanzar, Kyoko miró sobre su hombro preguntándose quién la estaba observando. Solo vio las luces del estacionamiento y una horda de gente esperando para entrar, luego frunció el ceño a su propia paranoia. El sentimiento de intranquilidad de que alguien la estaba observando se rehusaba a dejarla y la preocupaba. Recordaba a Kotaro advirtiéndola sobre un acosador alrededor del campus y de repente deseó haberle dado una pista de a dónde iban a estar.

Suki tomó su mano y la jaló consigo, puesto que comenzó a retrasar la fila. Kyoko ignoró el sentimiento escalofriante mientras entraban al edificio y su atención era atraída hacia el interior del inmenso club.

Kyou la había visto voltearse como si lo sintiera y se preguntara por ello. Los ojos de Kyoko se habían dejado llevar muy lentamente hasta el mismo lugar en que él estaba de pie, pero él sabía que ella no podía verlo en las sombras. Bajo el manto de obscuridad, él la mantenía dentro de su visión mientras entraba en el establecimiento.

Su mirada dorada se movió por la habitación sabiendo que había más que humanos en el espacio tenuemente iluminado, pero eran amenazas de bajo potencial y no merecían su atención.

Suki los guio a un área cerca del bar para que no tuvieran que ir muy lejos por las bebidas y aún tener una buena vista de la pista de baile. La música ya había comenzado pero no muy alto como para gritar para ser escuchado.

Kyoko estaba estupefacta de lo agradable que era el lugar adentro. Comenzaba a sentirse contenta de dejar que Suki la acosara para venir. Después de todo, tenía que haber más para vivir que estudiar, que era todo lo que había hecho por más de una semana. Toda la energía en el lugar era adictiva y sonrió con entusiasmo. Era uno de esos raros momentos en que Kyoko había sentido que podía pasar cualquier cosa.

En vez de mesas y sillas reales, el establecimiento tenía sofás demasiado rellenos aquí y allá con pequeñas mesas de vidrio para colocar las bebidas. El club mostraba principalmente los colores morados, azules y negros, los cuales le daban un toque de misterio y magia con todas las luces cambiando constantemente, y que a su vez creaba la sensación de una pandemia sensual. La atmósfera del club era casi embriagante.

Las sombras profundas le daban privacidad a quienes la buscaban, y Kyoko se sonrojó pensando en las cosas que a veces sucedían en las sombras, cosas que ella aún debía experimentar. Su mente volvió a preguntarse qué hacía Kotaro antes de que ella devolviera rápidamente su atención a sus amigos con un aire de culpabilidad.

Kyou tomó asiento en la esquina más oscura, cerca del aura intensamente pura. Observando al grupo que ahora podía ver que el brillo provenía solo de una de ellos. Sus ojos se suavizaron por primera vez en innumerables años, por solo un instante al verla sonreír capturando la majestuosidad del club. Era como ver al sol y eso era algo que no había hecho en un largo tiempo.

Ella era hermosa, con cabello caoba suelto y largo compensado por la sedosa camisa blanca que usaba.

La mirada de Kyou escaneó su cuerpo perfecto, capturando la piel expuesta en su cintura y la corta mini falda seguida de unas piernas bien formadas antes de levantar de nuevo a su cuello, que estaba expuesto. Siguió el arco arriba hacia su rostro con un gruñido de desaprobación. Estaba volteada a un ángulo y se encontró a si mismo necesitando ver sus ojos, los ojos eran el espejo del alma.

Sus instintos estaban reaccionando de formas en que no había experimentado antes. Este sentimiento que no podía describir lo agitaba y de alguna forma le recordaba a su hermano. No le gustaba lo desconocido.

Oscureció las sombras a su alrededor al ella voltearse, haciendo un barrido con su mirada por encima de él pero él los había visto. La vista casi le había quitado la respiración de su cuerpo. Tenía los ojos de esmeralda cubierta de inocencia, pero también pudo ver la travesura y el poder escondido ahí.

Kyou apretó su puño tan fuertemente que pudo sentir gotas de sangre formarse donde sus uñas afiladas habían perforado su piel. ¿Por qué había ese tipo de inocencia aquí, en un lugar como este? No debería estar permitido. Sintió un gruñido comenzar en el fondo de su pecho y trató de suprimirlo.

Si esta corazonada era correcta y Hyakuhei hiciera una aparición, entonces las cosas se podrían poner muy peligrosas muy rápido. ¿Era ella la que tenía el Corazón de Cristal del Guardián en su interior? Las palabras de su hermano vinieron una segunda vez para atormentarlo.

 

“… hermano, si lo encontramos entonces podemos ser libres de él…”

Bloqueando los demás sonidos dentro del club, Kyou dirigió todos sus sentidos a ella, así podía saber más y prepararse. Sus encantados ojos color oro casi brillaron mientras se metía en los pensamientos del grupo sentado en la mesa de ella. Escuchar los pensamientos de mortales era un vicio que no había usado en un largo tiempo.

Tasuki se ofreció a buscar la primera ronda de bebidas ya que el barman era su primo. No iba a desperdiciar su única oportunidad de impresionar a Kyoko. Él sabía que ella pensaba en él como un amigo, pero él quería mucho más, si tan solo ella pudiera abrir sus ojos y ver la devoción que él le ofrecía. Nunca habría un hombre que pudiera amarla más que él. Era simplemente imposible.

Suki sonrió al escuchar que él conocía al barman y le pidió a Tasuki que les trajera a todos unos tés Long Island bien fríos. Tasuki le dedicó un guiño sonrojado a Kyoko, asintiendo y diciéndoles que volvería pronto. Se fue a buscar las bebidas de las chicas lo más rápido posible.

Los ojos de Kyoko se redondearon mientras clavaba los ojos en Suki. – ¿Té Long Island? Pero si somos… – Suki movió una mano desdeñosa para callarla.

– Vamos Kyoko. ¡Vive un poco! Los finales se acabaron y además… hemos bebido antes –, Suki trató de calmar a Kyoko al sonreír y voltear sus ojos. Esperando cambiar de tema, agregó: – debo admitir Kyoko que en ese atuendo y tus curvas… no te ves menor de edad –. Se rio en voz alta ante la mirada sorprendida en el rostro de Kyoko.

Kyoko miró a Suki escépticamente. – Dos veces, Suki. He bebido dos veces y apenas recuerdo cada vez… y no necesito vestirme así para probar qué edad tengo –. Kyoko se ruborizó al poder recordar lo que se presentó la última vez en su cumpleaños. Por Suki, ella no recordaba mucho sobre su propia fiesta de cumpleaños.

Recordaba el enorme bol de fruta que Suki le había dado con una sonrisa tan inocente. Sabía de la debilidad de Kyoko por la fruta y había jugado con eso. Kyoko se había comido casi todo el bol sin darse cuenta de que había sido impregnado de alcohol.

“Ella me va a meter en problemas de nuevo… ¡eso lo sé!” Lloriqueó Kyoko silenciosamente para sí y mentalmente se desplomó derrotada. Los otros solo habían bromeado sobre esa noche, algo sobre cómo Kyoko había olvidado caminar… ¡o hablar!

Suki sonrió, encogiéndose de hombros. – Así que esta es la tercera vez –. Le sonrió contenta a Tasuki mientras traía las bebidas agarrando uno para ella ansiosamente.

Kyoko mordió sus labios, luego balbuceó algo sobre “tres strikes y estás fuera”, pero se volteó y sonrió a Tasuki de todas formas. Había algo como presión de grupo después de todo, y siendo lo inocente que era, se rindió.

– Tres tés Long Island como se solicitó –. Tasuki se sentó entre las chicas y dio un sorbo a su bebida. Sintió el calor alzarse de repente dentro de la habitación porque la bebida estaba muy fuerte. Mirando de reojo detrás de Kyoko vio a su primo detrás de la barra. La sonrisa traviesa en el rostro de su primo le hizo saber que las bebidas estaban más fuertes de lo normal.

Tasuki sacudió la cabeza y miró de vuelta a las chicas. – Por los finales, para que los pasemos todos brillantemente –, brindó Tasuki. Luego mirando a Kyoko a los ojos agregó: – Y porque no perdamos contacto con el otro de nuevo, sin importar qué.

Kyoko se sonrojó y sonrió tímidamente mientras tomaba su bebida de su mano extendida. Tomando un sorbo apresurada, sus ojos se abrieron cuando decidió que en realidad le gustaba el sabor. – Si no puedes vencerlos, úneteles –, guiñó el ojo a Suki con cordialidad.

Metió de golpe una pajilla en la bebida y a los diez minutos siguientes de risas y payasadas, el té helado Long Island desapareció. A Kyoko se le ruborizaban las mejillas en tanto que los efectos del alcohol lentamente fluían por su cuerpo.

Y Tasuki, habiendo tomado el suyo a la misma velocidad que Kyoko, ahora se sentía más cómodo y con un poco más de valor al preguntar a las chicas si querían bailar. Sus ojos se oscurecieron atractivamente mientras tomaba la mano de Kyoko y la guiaba a la pista de baile con Suki sosteniendo la otra mano de Kyoko.

Él solo supo que esta noche sería la mejor de sus noches en la universidad y nunca olvidaría un solo momento de ella.

A tan solo unos metros de distancia, Kyou observó al joven llamado Tasuki estirar el brazo y tomar la mano de la chica de ojos verdes y sintió la necesidad de romper los dedos ofensivos del joven atreviéndose a tocarla. Los sentimientos inocentes por la chica se podían leer claramente en sus ojos y pensamientos, pero aún no confiaba en él.

Kyou lo había visto suceder muchas veces observando la vida nocturna. Un joven les da bebidas a las chicas y luego toma ventaja de su inocencia. Sus ojos se tiñeron de carmesí mirando al chico guiar a las chicas a la pista de baile. Kyou sintió la necesidad de tomar a la chica de cabello caoba y esconderla de cualquiera que quisiera herirla o poseerla.

Se preguntó ligeramente por su propia posesividad hacia la chica. Si ella era la que retenía el Corazón de Cristal del Guardián, entonces, ¿qué debería él hacer? Una cosa que Kyou sabía era que, antes de dejar que Hyakuhei la tuviera, la mataría con sus propias manos.

Si la leyenda era cierta y Hyakuhei ponía sus manos en el poder del Corazón de Cristal del Guardián, no habría forma de detenerlo.

*****

Kamui se sentó invisible, encima de uno de los altavoces enormes en frente del DJ viendo la pista de baile donde Kyoko y Suki estaban bailando con un joven. Levantó una ceja cuando se dio cuenta de quién era este chico. Una sonrisa muy secreta ladeó sus labios viendo la tonalidad amatista que se adhería al chico.

Su atención volvió al otro hombre que estaba acosando a la Sacerdotisa. Ya había tratado de detener la atracción una vez cuando Kyoko aún estaba en la fila, pero el viejo guardián era terco como siempre. Las vibras que Kyou daba eran pesadas y algo contaminadas.

– Kyou, ¿en qué estás pensando? – se preguntó Kamui en voz alta sabiendo que nadie podía escucharlo o verlo. Observando a Kyou observar a Kyoko, reconoció el destino cuando lo vio. El destino siempre había atraído a los Guardianes hacia la Sacerdotisa… sin importar el mundo o la vida.

Secretamente deseó poder organizar un lugar donde Toya y Kyou se vieran pero aprendió a no tratar de usar sus poderes en Kyou. Sintió escalofríos subir por su brazo al pensar en molestar al peligroso Guardián dorado.

Su mirada escaneó la multitud de nuevo sabiendo que Kyou no era por quien debería estar preocupado. Había otros dentro del club que no eran humanos, pero podía sentir la verdadera obscuridad acercarse por momentos. Se preguntaba si Kyou podía sentirlo también.

Kamui asintió para sí. Lo mejor que podía hacer por ahora era ayudar a esconder los poderes de Kyoko de ojos entrometidos. Con ese pensamiento, saltó de los altavoces pero sus pies nunca golpearon el suelo del club de baile.

Capítulo 4

Mientras el trío entraba en la abarrotada pista de baile, Suki y Kyoko inmediatamente comenzaron a mover sus cuerpos al ritmo de la música dejando a Tasuki mirar con fascinación. Los cuerpos calurosos a su alrededor hicieron que su piel se ruborizara mientras el alcohol fluía por sus venas.

El cuerpo de Suki se movió más cerca del de Kyoko poniendo sus brazos alrededor del cuello de la otra y comenzaron a bailar. Riéndose de las payasadas de la otra, bailaron como amantes perdiéndose en el ritmo de la música. Se habían enseñado a bailar así en la escuela elemental hacía mucho tiempo.

Atrapadas en el momento de pura diversión sin adulterar, las chicas se habían olvidado momentáneamente de su tercer acompañante.

Tasuki miró a ambas amigas bailando apasionadamente juntas y sintió calor en sus mejillas. “¡Guao!” Su cuerpo reaccionaba a la escena que se interpretaba en frente de él. Se sentía como si su respiración fuera golpeada fuera de sus pulmones. Mirando el cuerpo de Kyoko frotándose contra el de Suki mientras sus manos vagaban por el cuerpo de la otra casi era más de lo que podía soportar.

Tasuki decidió que quería sumarse a la diversión, y obligó a sus pies moverse antes de que perdiera el valor.

Deteniéndose justo en frente de Kyoko, pudo ver que sus ojos estaban cerrados mientras se movía contra Suki. Su mirada enzarzada con la de Suki en tanto ella sonreía y bajaba detrás de Kyoko lentamente volviendo a subir, acariciando con sus dedos las caderas de su amiga. Esperaba que Tasuki tuviera suficiente valor para bailar con Kyoko así.

– ¿Por qué no te nos unes? ¡Esto es demasiado divertido! – se rio agarrando a Tasuki por la hebilla del cinturón, tirando de él sonrojándose contra Kyoko.

Los ojos de Kyoko se abrieron como platos de la sorpresa sintiendo un cuerpo duro, definitivamente masculino golpearla de una manera muy íntima. Un rubor encendió sus mejillas cuando se dio cuenta de que Tasuki la sostenía cerca. – ¡Ey! – sonrió tímidamente, y decidió que le gustaba la forma en que se sentía su cuerpo contra el de ella. Sabía que podía confiar en que él no pasaría los límites. Él siempre era un caballero.

Sintiéndose osada, Kyoko continuó bailando con Suki moviéndose detrás de ella poniendo una mano en el hombro de Tasuki… alentándolo silenciosamente.

Tasuki no necesitaba nada más que ese simple movimiento para agarrar las caderas de Kyoko y comenzar a moverse con su cuerpo. Sentía que estaba en el cielo con la chica de sus sueños bailando seductoramente contra él. Sintiendo cada curva de su cuerpo frotarse contra él era una dulce tortura que nunca había experimentado.

Sus ojos marrones se suavizaron seductoramente en tanto todo su cuerpo se sentía como si estuviera quemándose y quería sentir tanto de ella como fuera posible. Presionándose más cerca de Kyoko, comenzó a bailar contra ella, moviendo su cuerpo caliente con el suyo como un amante perdido hace mucho tiempo.

Kyoko miró hacia arriba a los ojos de Tasuki y se dio cuenta por primera vez de que eran bonitos copos amatista rociados de orbes chocolate. “Hermoso…” era la única palabra que le vino a la mente. Mientras más profundo mirara… más le recordaba a Shinbe.

*****

El humor de Toya no había mejorado desde que fue al dojo de la universidad esperando quemar un poco de vapor. Había decidido que mejor se iba rápidamente cuando estropeó el saco de boxeo de quinientos dólares. No era su culpa que estuviera imaginando el rostro de Kotaro cuando lo golpeaba.

– ¡Chica estúpida! – gruñó. “¿Por qué siempre era tan difícil de manejar?” Miró hacia nada en particular pensando en el molesto guardia de seguridad con el que Kyoko había salido.

Aún se sentía lívido de cuando escuchó la voz de Kotaro en el apartamento de Kyoko más temprano. Nada le hubiese gustado más que arrancar la cabeza del hombre y meterla donde el sol no le alcanzaría. Toya siempre tuvo un sexto sentido sobre cosas y sus sentidos le decían que Kotaro no era lo que aparentaba ser.

– Un lobo con ropa de oveja va más como él –. Sonrió, luego se sintió ligeramente culpable porque también le escondía cosas a Kyoko. Cosas que él no podía explicar.

Había aprendido desde pequeño a esconder sus habilidades inusuales de otros, habilidades como fuerza inhumana y velocidad, así como sus intensificados sentidos del olfato y la vista. El único problema era que venían y se iban cuando querían. No podía evocarlos en un momento y quizás era algo bueno.

Perdido en sus pensamientos, la piel de Toya se erizó al notar al guardia apoyado contra la puerta del edificio de seguridad. “Hablando del rey de Roma”. Toya miró a Kotaro, casi caminando más allá de él y luego se detuvo sobre sus pasos. – ¿Qué demonios estás haciendo aquí? – gruñó.

Sin prisa, Kotaro se levantó a su máxima altura y caminó hacia donde la supuesta cita de Kyoko estaba de pie gruñéndole. Mirando alrededor y sin verla por ninguna parte, su comportamiento relajado se tensó y Kotaro perforó a Toya con una mirada furiosa. – ¿Dónde está Kyoko? Pensé que estaría contigo esta noche.

 

Si había algo que Toya odiaba era ser confundido y ahorita no estaba de humor para eso. – Tú estúpido malparido… pensé que tenía una cita contigo –, le espetó sin pensarlo.

La jaula de Kotaro ahora estaba seriamente agitada. Kyoko le había dicho que iba a salir con Toya y había sido una mentira. – ¡Maldición!

Sin darle una segunda mirada, se fue en dirección al lugar donde vivía Kyoko esforzándose contra la necesidad de usar su velocidad antinatural. ¿Por qué le había mentido? Si él hubiese sabido que no estaría con el imbécil, la hubiese seguido.

Toya sintió pánico por un momento cuando vio que la preocupación se filtraba a los ojos de su rival y la forma en que se fue a una velocidad vertiginosa no lo hacía sentirse mejor. Algo dentro de él confiaba en Kotaro completamente, pero nunca le diría eso.

Sin siquiera pensar lo que estaba haciendo, se fue detrás de Kotaro a ver a dónde iba. Fácilmente alcanzándolo pero dándose cuenta de la velocidad a la que ambos iban, algunas de las sospechas de Toya se confirmaban. Kotaro era más de lo que parecía… ¿tenían el mismo ADN o algo? Apretó sus dientes sin gustarle ese pensamiento.

En un minuto, Kotaro estaba golpeando la puerta del apartamento de Kyoko esperando contra todo pronóstico de que realmente estuviera allí. Golpeando ambas palmas contra la inocente puerta gritó: – ¡Demonios, Kyoko! ¿Dónde estás? – temor y preocupación se filtraron por cada poro de su ser. – Esto no es bueno –, gruñó.

– ¿Qué no es bueno? – reclamó Toya de pie detrás de Kotaro.

Las vibras que transmitía Kotaro hacían que el pecho de Toya doliera con su intensidad. Si hubiese sabido que Kyoko no estaba con Kotaro, hubiese venido para estar cerca de ella. Debió haber seguido sus instintos y venir de todas formas. Tendría que ponerle una correa a esa chica tarde o temprano.

Kotaro se balanceó habiéndose olvidado de Toya completamente en su prisa de llegar con Kyoko. Ahora teniendo a alguien con quien descargar su ira, se descargó. – ¡Pensé que estaba contigo! – Kotaro tensó su puño y atrajo su rabia dentro de sí antes de ir demasiado lejos. – ¿Y cómo demonios fuiste capaz de mantener el paso? No importa, no respondas eso.

Toya lo miró fijamente, sorprendido de que el guardia de seguridad se diera cuenta, pero que se encogiera de hombros a ello. – Simplemente soy así de rápido imbécil.

Calmando su lado dominante, Kotaro abrió sus perforadores ojos azul hielo, entrelazándolos con la persona que lo iba a ayudar a encontrar a “su Kyoko”. Era suficientemente malo que Toya no hubiese renacido como vampiro para que pudieran simplemente resolverlo a puñetazos, pero ahora Toya estaba recuperando sus habilidades del pasado y no tenía idea de por qué. Para colmo, el mejor amigo de Toya era Shinbe y Shinbe no tenía idea de su pasado tampoco.

Kotaro golpeó la palma de su mano contra su sien preguntándose por qué carajo confiaría en Toya para cuidarla… por segunda vez, cuando había fallado la primera. El hecho de que Toya no recordara nada, hacía imposible para Kotaro vociferarle. Inhaló profundamente ante la verdad, ambos le habían fallado. Sus labios se estrecharon mientras miraba silenciosamente.

Toya lanzó una sonrisa poco entusiasta. – Así que te mintió y te botó diciendo que iba a salir CONMIGO. ¡Ja! – aunque sabía que eso era más o menos lo que ella había hecho con él, no dejaría que Kotaro lo supiera.

Kotaro tomó otra respiración profunda tratando de mantener su temperamento bajo control. Era como hablar con un maldito chiquillo. – Esto no es un juego, punk. Chicas han desaparecido de derecha a izquierda del campus y de la ciudad por más de un mes. Ahora, ninguno de los dos sabe dónde está Kyoko –. Kotaro podía escuchar el pánico en su propia voz, pero lo ignoró. – ¿Tienes alguna idea de a dónde pudo haberse escapado?

Toya podía sentir su pecho destrozarse de preocupación pensando que Kyoko estuviese en peligro. – ¡Maldita sea! – Se volteó hacia la puerta de Suki y comenzó a golpear hasta que escuchó la puerta agrietarse haciendo que aflojara el golpeteo. Sin respuesta.

– ¡Mierda! – Cerca de un estado de pánico, Toya buscó a tientas su celular esperando que Shinbe supiera dónde estaban las chicas. – ¡Sátiro libidinoso, atiende! – gritó al teléfono que aún llamaba. Después del cuatro timbrazo Shinbe finalmente respondió.

– ¡Shinbe! ¿Sabes dónde están Suki y Kyoko? – miró a Kotaro cuando se le acercó como esperando escuchar la respuesta.

En el otro extremo del teléfono, Shinbe sonrió una sonrisa reveladora. – Quizás…

*****

Kyou siguió escondido dentro de la obscuridad mirando a la chica bailar con sus amigos. Había descubierto que su nombre era Kyoko al escuchar su conversación. Hasta ahora, el chico llamado Tasuki había mantenido sus manos para sí mismo, lo que era algo bueno considerando que Kyou había decidido dejarlo vivir mientras no se acercara demasiado a ella. Parecía suficientemente inofensivo; si no, al menos un poco obsesionado con ella.

Se habían abierto espacio hacia la pista de baile, la chica y su amiga habían comenzado a bailar juntas. La forma en que estaban bailando era indecente. “Debe ser el alcohol que consumió tan rápidamente”, se le dificultó pensar de otra forma.

Un gruñido grave vibraba en su pecho mientras su visión era obstruida por un grupo de humanos punk. Escuchado su advertencia, luego viendo la mirada dorada escalofriante que les dio, rápidamente se retiraron al otro lado del club. Las esquinas de los labios de Kyou dieron el indicio de una sonrisa divertida sobre la forma en que se dispersaron inmediatamente.

Devolvió su atención a la pista de baile enfocándose en la chica joven que lo dejó perplejo. La visión que lo saludó hizo que su sangre hirviera de ira. Un gruñido violento vino de un lugar desconocido mientras los ojos dorados destellaron rojo con sangre.

El inofensivo Tasuki estaba bailando con Kyoko como si tratara de seducirla.

*****

Kyoko estaba perdida en la sensación de las manos de Tasuki en sus caderas, acariciando la piel desnuda de su cintura mientras él tomaba control de su danza. En realidad se veía alucinante con su cabello desordenado y bailando sensualmente con ella. Una risita escapó de sus labios al cambio de sus pensamientos.

Mientras lo sentía acariciar su piel expuesta en la parte baja de su espalda, ella se dio cuenta de que sus ojos casi se volvían puro amatista.

Suki, decidió que podría probar algo frío y mojado, y le dio una nalgada a Kyoko. – ¡Vamos, ustedes dos! ¡Requiero alimento! – Se rio por su tonta frase arrastrando a la pareja de vuelta a la mesa que habían ocupado antes en la espera de otra bebida.

*****

Kyou se levantó tratando desesperadamente de calmar su sangre rabiosa. Su usual control vestido de hierro y frío comportamiento se había desvanecido completamente al ser testigo del chico Tasuki que estaba bailando con Kyoko como si fuera su amante.

En el descanso de su mente, sabía que debía calmarse rápidamente, de otra forma, Hyakuhei sentiría su presencia si no lo había hecho ya. Tomando un respiro firme y profundo, mentalmente se reprendió por su estupidez.

Durante siglos había sido un frío demonio de la noche sin emociones. Su resolución era como una montaña que nunca se movía y no podía forzarse a ser sumisa. Sus emociones eran bien conservadas dentro de su frío exterior, irrompible por una razón: para que pudiera esconder su aura del verdadero enemigo.