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Historia de Teruel

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Capítulo VIII

Los esqueletos de los Amantes de Teruel

Según resulta de las apuntaciones del archivo de S. Pedro, y de Escrituras públicas y demás documentos justificativos que en su citado libro trae el Sr. Gabarda; el año 1555, siendo juez de Teruel Miguel Perez Arnal, al labrarse una capilla antigua de la Iglesia de San Pedro, se hallaron los cuerpos de D. Diego Martínez de Marcilla y de Doña Isabel de Segura, en un sepulcro y enteros, sin estar casi nada gastados.

En 13 de Abril de 1619, fueron encontrados sepultados juntos en la capilla de los Santos Médicos Cosme y Damian, en la misma parroquia de San Pedro, los esqueletos de dichos Amantes, con señales evidentísimas de ser los pertenecientes a D. Diego y D.ª Isabel.

En 1708, con motivo de la nueva obra que se hizo en la Iglesia de San Pedro, fueron trasladados al claustro inmediato que tiene la parroquia y que servía de cementerio, y allí se colocaron los dos juntos, puestos en pie, en un armario metido en la pared, donde recibían las visitas de casi todos los forasteros estrangeros o nacionales, que aun cuando solo se detengan pocas horas en Teruel, rara vez dejan de acudir a satisfacer su curiosidad.

Sobre dicho armario se leía:

Aquí yacen los celebrados Amantes de Teruel, D. Juan Diego Martínez de Marcilla y D.ª Isabel de Segura. Murieron en 1216 y en el de 1708 se trasladaron a este panteon.

En el año 1814 cuando pasó el rey D. Fernando VII por Teruel, se sacaron del armario los dos esqueletos de los Amantes y los colocaron adornados en la sacristía de la Iglesia de S. Pedro donde fueron visitados por el rey y la grandeza de su comitiva, restituyéndolos después a su morada ordinaria.

En Mayo de 1854, después de haber adquirido los fondos necesarios para erigir a los dos esqueletos un sitio mas decente y que correspondiera a su justa celebridad, fueron trasladados con gran regocijo de los teruelanos al salón que se les tenía hecho en el mismo claustro de la Iglesia parroquial de S. Pedro, y se les colocó en una magnífica urna de nogal con preciosos embutidos, construida por el ebanista D. Antonio Lacarrier, natural de París y concluida por su discípulo D. Policarpo Serrano, también ebanista y vecino de Teruel.

Dicha Urna, que hemos examinado detenidamente, es un templete de orden corintio, sostenido por ocho columnas, que se le puede dar vuelta al rededor y ser vistos los Amantes con toda claridad: la figura es octógona y tiene un metro y noventa centímetros de ancho, y cuatro metros, cuarenta y cinco centímetros de alto: se compone de seiscientas quince piezas de pino para la armazón interior, de ochocientas noventa y seis de nogal y de cuatro mil nuevecientas veinticinco de doradillo, que al todo hacen 6436 piezas.

El Salón, que es una nave rectangular, está dividido por su longitud en cuatro espacios de tres metros: tiene cuatro pilastras por lado que limitan los espacios, y en cada uno de ellos hay un cuadro apaisado con molduras de relieve, y encima de la puerta de entrada por la parte interior hay otro cuadro igual a los anteriores: sobre dichas pilastras descansa el cornisamento y se elevan unos esbeltos arcos apuntados y decorados con molduras, y el todo está cubierto por bóveda de arista, formando el conjunto de este salón, una bella nave que pertenece al orden gótico-bizantino.

Los esqueletos de los Amantes, están bien conservados, y solo cubiertos con unas enaguas cortas de gasa muy trasparente, para que puedan ser vistos y examinados por los que les visiten: el de D.ª Isabel está a la derecha del de D. Diego, y es de admirar como después de tanto tiempo se hallan en tan buen estado.

¡Y qué diferente efecto, dice el Sr. Gabarda, produce la vista de estos ilustres esqueletos a la curiosa multitud que los visita! El vulgo admirador se sobrecoge por un especie de pavor sagrado; el liviano superficial sale haciendo asquillos, porque sus ojos no han visto mas que los materiales despojos de la humanidad; el ilustrado naturalista contempla absorto el prodigio de este fenómeno físico; y el sabio, que penetra el poder de las pasiones y la moralidad de las acciones humanas, esperimenta en su presencia un recogimiento respetuoso, que evocando los pensamientos mas serios, le hace esclamar en el silencio de su corazón; ¡Padres de familia! procurad con la educación, con vuestro ejemplo, con la persuasión y hasta con vuestra autoridad, precaver a vuestros hijos del trato e inclinaciones con aquellas personas, que vuestra prudencia no juzgue convenientes para unir con ellas la sangre, la fortuna y el nombre de vuestra alcurnia; pero si vuestro descuido, o la imperiosa voz de la naturaleza, en fuerza de irresistibles simpatías, han llegado a crear la necesidad de la unión de dos almas sensibles, respetad este inesplicable enajenamiento del amor, esta pasión que consume y alienta, que no se enciende mas que una vez en la vida, y que sacrificada con violencia, termina desastrosamente castigando la terquedad de los padres con dolorosos remordimientos, que les acompañan hasta las tristes sombras del sepulcro.

Sobre los AMANTES DE TERUEL han escrito: Juan Yagüe de Salas, un poema; Juan Perez de Montalvan, una comedia; Andrés Rey de Artieda, una tragedia; D. Juan Eugenio Hartzenbusch, un drama; Renato de Castel-Leon, una novela histórica; D. Isidoro Villarroya, una novela; D. Esteban Gabarda, una historia y además en distintas épocas han escrito en menor estensión sobre dichos AMANTES, Blasco de Lanuza, Don Isidoro Antillon, D. Pedro Albentosa, y algunos otros.

Capítulo IX

Los Obispos de Teruel

Pocos años después de la fundación de Teruel, su primitiva Iglesia de Santa María fue parroquial, como luego lo fueron las de San Salvador, S. Miguel, San Juan, San Pedro, San Andrés, Santiago, San Martín y San Esteban, la cual fue unida a la de S. Pedro en 1292: la misma de Santa María se hizo Colegiata en 1423, con autoridad de Don Alonso, Obispo de Zaragoza; dándole constituciones en 1425. El Rey D. Pedro el IV ennobleció a Teruel con el título de Ciudad, aunque solicitó de la Santa Sede la erección de Catedral, no tuvo efecto hasta que a petición de Felipe II fue erigida por Gregorio XIII en 30 de Julio de 1577, y arreglada por Sisto V en Bula de 5 de Octubre de 1587, y confirmada después por Clemente VIII por la suya de 3 de Julio de 1593.

Al fallecimiento de D. Fernando de Aragón, Arzobispo XIII de Zaragoza, ocurrido en 29 de Enero de 1577, fue nombrado en este año Obispo de Teruel, D. Juan Perez de Artieda, Canónigo de Zaragoza, pero como murió antes de ser consagrado no empezamos por él el Catálogo de los Obispos, y sí por el que realmente lo fue.

PRIMER OBISPO DE TERUEL, Don Andrés Santos: este Prelado nació en Quintanar de la Vega, diócesis de Leon: fue inquisidor en los tribunales de Llerena, Cuenca, Córdoba, Valladolid y Zaragoza: tomó posesión en 20 de Diciembre de 1578, y fue muy estimado de los teruelanos por sus virtudes, talento y prudencia: hizo varios reglamentos conforme a los cánones y disciplina de la Iglesia, y de algunos se hace memoria en las Constituciones Synodales de su sucesor: la Iglesia de Teruel le debe su primer forma y orden, cuyos servicios fueron tan agradables al Rey que le trasladó a la metropolitana de Zaragoza en Marzo de 1579; salió de Teruel en 28 de Julio del mismo año, y la mayor parte de los vecinos de esta ciudad le acompañaron hasta una gran distancia, habiendo sido sentida por todos su partida, especialmente por los pobres. Asistió después a las Cortés de Monzon, murió en 13 de Noviembre de 1585, y fue enterrado con la mayor solemnidad en el templo del Salvador de la ciudad de Zaragoza.

2. D. Jayme Gimeno de Lobera: natural de Ojos negros pueblo de la provincia de Teruel: era Arcediano de la Cámara de Huesca y Jaca, y Juez de competencias de Aragón: fue nombrado Obispo de Teruel en 25 de Noviembre de 1579 y tomó posesión en 10 de Junio de 1580, edificó la casa episcopal, gastando en está obra doce mil ducados; hizo Estatutos para el buen gobierno de la Catedral que aprobó y confirmó Clemente VIII en su Bula de 3 de Julio de 1593: se celebró con su autoridad en la ciudad de Teruel el primer Sínodo diocesano en el mes de Febrero de 1589, cuyas constituciones arreglaron el buen orden en el culto divino y funciones de dicha Iglesia. Visitó el Obispado dejando en todas partes memoria de su liberalidad y misericordia con los pobres, y consagró la Iglesia de Camañas, pueblo de la provincia de Teruel. En la Catedral hay un Crucifijo de marfil en Cruz de plata dorada y otras alhajas que recuerdan su episcopado. En las alteraciones del orden en el Reino, fue nombrado Virrey, y después de haber procurado la paz se restituyó a su Iglesia, en donde murió en 12 de Diciembre de 1594. Sus entrañas fueron sepultadas en el Presbiterio de la Santa Iglesia Catedral de Teruel, y su cuerpo fue trasladado a Zaragoza a la Iglesia del Pilar y colocado en la capilla de San Miguel, que había sido construida a sus espensas.

3. D. Francisco de Val, natural de Cogolludo en el Obispado de Sigüenza, era Arzobispo de Callér en Cerdeña cuando fue nombrado para la Iglesia de Teruel, y habiendo pasado a Roma murió allí y no se verificó su residencia.

4. D. Martín Ferrer, natural de Daroca, provincia de Zaragoza, fue Colegial Mayor de San Ildefonso en Alcalá de Henares y Canónigo de la metropolitana de la capital de Aragón: en 1593 fue electo Obispo de Albarracin en donde permaneció tres años y algunos meses, dando ejemplos de su piedad con los pobres socorridos por sus limosnas; a su costa se edificó la torre de aquella Catedral, Iglesia que nunca olvidó pues en 1604 dotó competentemente la solemnidad de la octava de la fiesta al Smo. Sacramento. Fue trasladado a la silla episcopal de Teruel y tomó posesión de ella en 25 de Setiembre de 1596, y la gobernó por espacio de diez y ocho años, aclamándosele universalmente con el tierno título de – Padre de los pobres. Dio perfección a la obra de la casa episcopal, y en sus días y a costa suya fueron levantadas las naves laterales de la Catedral, la cual conserva también otras memorias de su liberalidad, como son: el terno negro de terciopelo bordado en oro, un palio de tisú y cenefa de terciopelo carmesí, y el verjado y sillería del coro: fundó un Colegio en la Universidad de Alcalá de Henares para estudiantes teólogos de Aragón, con dotación de mil escudos anuales: en Daroea se construyó a sus espensas una capilla y capellanía, cuyo patronato es de la casa del Marqués de Villalba. En el año 1612 celebró Sínodo en Teruel y en él se formaron constituciones muy importantes para el servicio de Dios y provecho de los fieles: después de haber gobernado diez y siete años la Iglesia de Teruel, fue promovido a la de Tarazona en Abril de 1614, continuando los ejemplos de humildad y caridad con los pobres: en los años 1614 y 1615 asistió al Concilio provincial de Zaragoza, en donde hizo brillar su celo y doctrina. Murió en 28 de Noviembre de 1631 y fue sepultado en su capilla de Daroca.

 

5. D. Tomás Cortés: natural de Huesca, Canónigo de aquella Iglesia; del Obispado de Jaca fue trasladado al de Teruel, y tomó posesión de esta Silla en 5 de Noviembre de 1614; gobernó este Obispado con mucha prudencia y paz en medio de algunas discordias que ocurrieron entre los pueblos: murió en Huesca el 9 de Diciembre de 1624 y fue sepultado en el presbiterio de la Iglesia de San Lorenzo en la que había fundado un priorato y raciones.

6. D. Fernando Valdés y Llano, natural de Cangas de Tineo, del Obispado de Oviedo en el Principado de Asturias; fue inquisidor de Barcelona, Salamanca y Toledo; electo Obispo de Teruel, entró en esta ciudad el 13 de Diciembre de 1625. En Octubre de 1627 celebró Sínodo diocesano: en 1632 fue trasladado al Obispado de Leon. De allí pasó al Arzobispado de Granada, y a instancia del Conde Duque de Olivares, le nombró S. M. para Presidente del Consejo de Castilla, y en el desempeño de este honorífico empleo, murió.

7. D. Pedro Apaolaza, hijo de Moyuela, pueblo del partido de Belchite en la provincia de Zaragoza; nació en 13 de Julio de 1567, siguió su carrera literaria en la Universidad Cesaraugustana, donde fue graduado de Maestro en Artes y de Doctor en Sagrada Teología: siendo Beneficiado de la Iglesia de su pueblo, pasó a Rector de la Iglesia de Santa Cruz de Zaragoza, y después de la de Torres los Negros, lugar del Arzobispado. En sus curatos dio los mayores ejemplos de celo y piedad; su virtud y literatura hiciéronle digno de la Abadía de San Victorian en 1612, con cuyo carácter fue diputado del Reino de Aragón en 1620, y luego fue elegido Obispo de Barbastro y tomó posesión en 19 de Noviembre de 1622, en que fue trasladado a la Silla de Teruel, habiendo renunciado antes los Obispados de Orihuela, Lérida y Mallorca: en 18 de Agosto de 1635 y después de gobernar su Obispado por espacio de diez años, fue promovido a la Metropolitana de Zaragoza de la que tomó posesión en 1.º de Marzo de 1635: en todos los Obispados manifestó el caudal de su doctrina, su celo en la reforma de costumbres, e hizo brillar su paciencia en algunas persecuciones que padeció; su humildad se insinuaba en su trato que se llevaba tras de sí el respeto y la admiración de las gentes; en sus frecuentes visitas diocesanas dejó decretos muy edificantes y empleó sus rentas en el socorro de los pobres; cincuenta de estos asistieron en Teruel a su mesa el día y octava de su cumple-años el primer año de su Obispado en la misma ciudad: dejó fundaciones piadosas en la Iglesia de su patria; renovó la capilla de N.ª S.ª de la Blanca en la Metropolitana del Salvador de Zaragoza; dotó las cátedras de Filosofía y Teología en su Universidad; dio a conocer su literatura en los dos tomos que escribió con el título de Mensa Eucharistica paraneticis excursionibus illustrata, y en otras diferentes obras y sermones que se hallan impresos: su oratoria sagrada es digna de compararse con la de los Santos Padres de la Iglesia y sus sermones eran tan frecuentes que en ocasión de haber enfermado de gravedad en Teruel el orador cuaresmero, predicó él en días alternados, llamando tanto la atención que la Catedral el día de sermon llenábase de oyentes de la población y de fuera, que se disputaban la entrada por colocarse donde poder oírle mejor: otra vez en la Iglesia del Hospital de Zaragoza faltó también el orador de cuaresma a consecuencia de haber tenido que salir de la ciudad por muerte de su madre y una hermana; con este motivo el ilustrado paisano y Obispo de que hablamos, predicó todos los días con el mayor fruto, siendo la admiración de todos los zaragozanos, quienes le regalaron un precioso terno: también los teruelanos le hicieron regalo de un anillo de muchísimo valor, pero él pidió permiso para venderlo y su producto fue repartido entre los mendigos, quienes le dieron el honroso dictado de El Obispo de los pobres. Desempeñó su ministerio apostólico con gloria inmortal, y murió en olor de santidad en Zaragoza en 25 de Junio de 1643: fue depositado su cadáver en dicha capilla del Salvador y al año siguiente trasladado a la Iglesia de Moyuela.

8. D. Juan Cebrian, natural de Perales, pueblo de la provincia de Teruel; su familia noble es conocida con el título del Condado de Fuenclara: entró religioso mercenario en el convento del Olivar donde profesó solemnemente y cultivó su talento en los estudios literarios, logrando todos los grados del Orden hasta el Magisterio general de la misma electo en Toledo en 1617. Noticiosa la Córte de sus virtudes y saber, el rey D. Felipe IV, le nombró Obispo de Albarracin, cuya Iglesia gobernó desde 1632 hasta el 12 de Febrero de 1635, que fue promovido a la silla episcopal de Teruel, de la que tomó posesión en 31 de Agosto del mismo año, y la gobernó hasta el 21 de Junio de 1644, que fue nombrado Arzobispo de Zaragoza: la presencia del rey, y las públicas aclamaciones de la nobleza, el clero y el pueblo, hicieron solemnísima su entrada en aquella ciudad, acompañándole desde su convento de San Lázaro hasta la Iglesia. El Rey le nombró de su Consejo de Estado Embajador y para acompañar a la reina D.ª Mariana de Austria que venía a casarse con el rey. Desempeñó la comisión de conducir el cadáver del Príncipe D. Baltasar al sepulcro del Escorial, con la mayor magnificencia. El mismo Rey le dio el nombramiento de Capitán general de Aragón. Sus virtudes pastorales fueron de acuerdo con su política y se vio su caridad en el socorro de los enfermos en la peste del año 1651, y sus limosnas con los pobres fueron estraordinarias: como obras debidas a su piedad citaremos la renovación de su convento del Olivar, la fundación del Colegio de San Pedro Nolasco para los estudios de los religiosos de la provincia, y el convento de Capuchinas de Zaragoza débele toda su perfección: casi en vísperas de perder para siempre la salud, marchó a Juslibol, pueblo cercano a Zaragoza y construyó de su bolsillo varias casas sobre cuyas puertas se lee el nombre de su fundador: murió en el mismo pueblo el día 27 de Diciembre de 1662, dejando dispuesto que su corazón se llevase a su Iglesia de Perales y su cadáver fuera enterrado en la Iglesia de las Capuchinas.

9. D. Domingo Abad y Huerta, natural de Cubél, provincia de Zaragoza; fue inquisidor de Barcelona donde sufrió mucho por su fidelidad en los días de las turbaciones de aquel Principado, pero el Rey Felipe IV le premió nombrándole Obispo de Teruel, de que tomó posesión en 19 de Setiembre de 1644: los breves días de su pontificado privaron a esta Iglesia de las esperanzas que concibió en los ensayos de su celo por la paz y felicidad de los teruelanos: murió al año y medio de su residencia en 16 de Mayo de 1646: su cuerpo fue enterrado al lado derecho del Presbiterio de la Catedral, quedó heredera y enriquecida con sus preciosos pontificales.

10. D. Diego de Chueca, hijo de Calcena, villa de la diócesis de Zaragoza, en cuya ciudad hizo su carrera literaria, obtuvo el grado de Teología, desempeñó cátedra de la facultad y consiguió la Canongía Magistral de la Iglesia metropolitana donde frecuentemente predicó la palabra divina con mucho fruto y edificación: el Rey Felipe IV le nombró Obispo de Barbastro y luego de Teruel, donde tomó posesión en 5 de Setiembre de 1647, verificando su entrada en la ciudad el día 29 del próximo mes: celebró Sínodo diocesano en 1657 y en él se arreglaron todas las cosas pertenecientes al buen gobierno de la Catedral, de las parroquias de la ciudad y las de las aldeas, tanto en sus rentas como en sus funciones eclesiásticas. De acuerdo con el Cabildo procuró la dotación competente de la renta de la fábrica de la Iglesia Catedral y contribuyó para ello anualmente con sumas considerables de sus rentas, gastando también en equipar de ornamentos la sacristía mayor. En sus días se hizo la fundación del convento de Monjas descalzas de Santa Teresa, en cuya fábrica gastó mas de 40,000 escudos, y al regreso de su primera diputación del Reino se trajo de Zaragoza, en 1660, las Madres fundadoras que salieron del convento de aquella ciudad, conocido con el nombre de su fundador Diego Fecét, con el vulgar de las Fecetas, debiéndose a su piedad este virtuoso establecimiento, que desde entonces ha estado sujeto a la jurisdicción de los Obispos: murió en Zaragoza el 18 de Junio de 1672.

11. D. Diego Antonio Francés, hijo de Zaragoza, estudió jurisprudencia en su Universidad, fue Arcipreste de Daroca, dignidad de la Iglesia metropolitana, luego Obispo de Barbastro y después de Teruel: tomó posesión en 18 de Mayo de 1673, y en 22 de Junio siguiente pasó a Tarazona.

12. D. Andrés Aznar, natural de Zaragoza, religioso agustino, Obispo de Jaca, y luego de Teruel, del que tomó posesión en 17 de Julio de 1674, y haciendo la visita de la diócesis murió en Bueña en 5 de Mayo de 1682.

13. D. Gerónimo Zolivera, nació en Barbastro, electo Obispo de Teruel, tomó posesión en 20 de Abril de 1683, fue a Zaragoza diputado del Reino en 1685: en sus días se reedificó la nave mayor de la Catedral de Teruel, a él se debe la capilla que hay frente a la nave izquierda dedicada a María Santísima, enriqueció la sacristía con varias alhajas, y a sus espensas hízose un magnífico aparato fúnebre con terno, cubierta de tumba y blandones para los Oficios de Difuntos; perfeccionó la obra de la casa Episcopal, formando una portada de buen orden de arquitectura en donde se ve el escudo de sus armas, todo de piedra: en sus días edificáronse también los graneros de Camarillas y la Puebla para la recolección de los frutos de la Mensa episcopal: murió en 28 de Marzo de 1700, y su corazón fue depositado en su capilla, llamada vulgarmente el Diario.

14. D. Manuel Lamberto Lopez, natural de Zaragoza, de familia nobilísima, conocido con el título del Marqués del Risco, que heredó su hermano D. Juan Luis Lopez, Regente del Supremo Consejo de Aragón: estudió Jurisprudencia en aquella Universidad, fue Catedrático de Cánones, Dignidad de Chantre de la metropolitana, e inquisidor del santo oficio en Zaragoza y Valencia. Felipe V, le nombró Obispo de Teruel; tomó posesión en 4 de Junio de 1701; hizo muchas limosnas, y costeó el retablo mayor de la Iglesia de San Martín, el de las Monjas descalzas de Teruel, y el de las Agustinas de Rubielos: murió en su cuarto habitación repentinamente al llegar de paseo el día 1.º de Abril de 1717: su pérdida fue llorada universalmente y fue enterrado con gran pompa en la Catedral.

15. D. Felipe Analso de Miranda Ponce de Leon, natural de la villa de Grado en el Principado de Asturias, de la familia del Marqués de Valdecarza: estudió Jurisprudencia y Cánones en Salamanca, se hizo Bachiller en Cánones en la Universidad de Oviedo, y después Obispo de Teruel,14 habiendo tomado posesión en 8 de Noviembre de 1720; en los primeros años de su Pontificado trató de construir un Seminario conforme al Santo Concilio Tridentino y no siéndole posible por las dificultades que se presentaron, se contentó con fundar uno clerical, para instrucción de los que se dedicaban al estado eclesiástico; y al efecto fue construido el edificio en Villavieja; constantemente procuró con oportunas providencias la mejor instrucción del clero; decoró todos los templos de Teruel; contribuyó con sus caudales para la erección de una capilla dedicada a San Francisco de Paula en la Iglesia de San Andrés; fue muy limosnero, y consagró al Obispo de Albarracin Don Juan Navarro y Alonso: murió en 20 de Agosto de 1731 y fue sepultado en la Iglesia de Santa Teresa.

 
14Antes de este fue nombrado Obispo de Teruel, D. Juan Andrés Capero, natural de Castellon de la Plana, siendo ya Obispo de Lugo, pero al ir a tomar posesión de su nuevo Obispado, murió en Valencia el 10 de Marzo de 1719.