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Historia de Teruel

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Capítulo X

Los Obispos de Teruel
(Conclusión.)

16. D. Francisco Perez Prado y Cuesta, natural de Aranda de Duero en el Reino de Leon, fue inquisidor de Córdoba y Sevilla, el Rey Felipe V le nombró en 1732, Obispo de Teruel, de cuyo cargo tomó posesión en 7 de Noviembre del mismo año. En casi los veintitres de su Pontificado, no hubo día que dejara señalado con los rasgos mas brillantes de las virtudes propias del Obispado, hallándose retratados en tan digno Prelado todos los caracteres retratados en la carta del Apóstol a Timoteo; su espíritu verdaderamente apostólico estuvo siempre solícito del bien de la Iglesia; desposado con la de Teruel por su ordenación y consagración, nunca quiso dejarla, renunciando la mitra de Jaén y de Palencia que le fueron ofrecidas, y solamente se vio obligado a ansentarse de su silla, por la causa pública de la Religión y del Estado, a la Córte de Madrid a donde Fernando VI le llamó, nombrándole inquisidor general de las Españas y Comisario general de la Cruzada, sin olvidar por esta separación la solicitud de su amada Iglesia de Teruel, como los primeros años de su residencia en ella, tomando noticia exacta de todas las necesidades públicas y particulares de su diócesis, aplicando los remedios oportunos en todo lance y favoreciendo siempre todas las piadosas empresas que animaba con sus facultades.

El Hospital general de Teruel débele toda su perfección en la obra de la Iglesia, ensanche de las habitaciones, arreglo y aumento de sus rentas, en que gastó 14,475 rs: todas las comunidades religiosas fueron participantes de sus limosnas en que empleó mas de cien mil pesos: familias enteras le debieron su subsistencia, entre ellas algunas de las mas distinguidas, cuyos gastos con las cantidades repartidas en las limosnas diarias esceden de treinta y cuatro mil pesos: en las Monjas de Santa Teresa costeó la obra de la enfermería y cerca; en las de Rubielos la obra de escalera; en la Catedral de Teruel hizo la Custodia de plata, fabricada en Córdoba, en la que gastó veintidos mil pesos; ropas de la sacristía y varias alhajas de plata para el altar mayor fueron regaladas por el mismo: la capilla de la Concepción detrás del claustro del altar mayor le costó cuatro mil pesos; la dotación de su fiesta y octava mas de cinco mil pesos: en el Capítulo general dotó igual solemnidad por otra segunda octava: en varios templos de la ciudad y Obispado cuidó de erigir capillas en honor de la Purísima Concepción, como en la de San Pedro que consagró: en la de S. Miguel procuró colocar dicha imagen en el altar mayor cuyo retablo levantó a sus espensas grabando allí sus armas, y contribuyendo a la fábrica con copiosas limosnas hasta que vio concluida obra tan magnífica: en resumen, en gastos de Iglesia empleó 7,666 pesos.

La fundación, dotación y construcción del colegio de los Jesuitas ocuparon la atención del célebre Prelado de que hablamos, en los últimos años de su Pontificado, y la dirección y política de aquellos P. P. consiguieron en siete años ver levantada su fábrica y edificio con la mayor magnificencia, empleando en dicha obra mas de ciento trece mil pesos, sin contar las pinturas y alhajas que se colocaron después en la Iglesia y en el Oratorio, sagrados lugares que justamente llaman la atención del viagero.

El mismo Sr. Obispo murió en Madrid el 10 de Julio de 1755, a la edad de 78 años, y fue depositado en la Iglesia del Colegio Imperial y trasladado a los seis años de su fallecimiento a la del Colegio de Teruel, celebrándose sus exequias el día 13 de Octubre de 1761, habiendo asistido todas las corporaciones civiles y militares de la población y muchas comisiones de las ciudades, villas y lugares de la provincia: su cuerpo fue colocado en un magnífico sepulcro de mármol al lado derecho del Presbiterio.

17. D. Francisco Perez de Baroja, natural de Autól, diócesis de Calahorra; siendo Canónigo Magistral de Valladolid fue presentado para Obispo de Teruel, y que tomó posesión en 30 de Enero de 1756 y murió en 29 de Marzo de 1757, siendo sepultado en el panteon de la Catedral.

18. D. Francisco José Rodriguez Chico, natural de la Nava del Rey, villa del Reino de Castilla la vieja: estudió en Salamanca, fue Canónigo en Leon, haciéndose notable ya por su asistencia diaria a los enfermos pobres, entre quienes repartía todo lo que tenía: el Rey Fernando VI le nombró Obispo de Teruel, de cuya silla tomó posesión en 27 de Noviembre de 1757, y al cabo de los cuatro meses de su llegada, comenzó su visita con el fin de mejorar el estado de sus Iglesias: la dotación de los curatos, la unión de beneficios incongruos, los planes de dotación de las raciones de los templos de la ciudad y la buena administración de sus rentas, sus desvelos por el buen gobierno del Hospital general, la economía de su vida para dar de comer a un crecido número de pobres en unos años estériles, su celo en procurar la instrucción de los eclesiásticos y del pueblo de todo su Obispado; son un testimonio de su pastoral solicitud. Pero en donde trabajó con el mayor esmero fue en los tres establecimientos debidos a su ilustración y caridad: fue el primero, la Casa para la enseñanza de las niñas, cuya obra hizo a sus espensas, aseguró la dotación y proveyó de maestras útiles para la instrucción de las educandas en toda labor de mano, y en las letras y catecismo: el segundo fue el de la Biblioteca pública dentro de la misma casa episcopal, enriquecida con abundantes libros para la instrucción de los amantes de la sabiduría, proveyéndola de un Bibliotecario dotado suficientemente con una pensión de trescientos ducados sobre la Mitra: fue el establecimiento tercero, el Seminario Conciliar, establecido en el Colegio de Jesuitas bajo el Real patronato y soberana protección del monarca D. Cárlos III, y sus sucesores, bajo la advocación de la Concepción de María Santísima y Santo Toribio de Mogrovejo, como todo se halla espreso en el decreto de erección, constituciones, dotación, gobierno y enseñanza, dado en su Palacio episcopal de Teruel a 10 de Setiembre de 1776: son bien notorios los felices frutos que goza la ciudad y obispado con este santo y útil establecimiento debido al celo constante y prudente de su Illmo. Fundador, que murió en 12 de Marzo de 1780, siendo sepultado en el panteon de la Catedral.

19. D. Roque Martín Merino, natural de Fuentes de Don Bernardo en Castilla la vieja, provincia de Palencia: fue beneficiado de la Iglesia de su pueblo, Canónigo lectoral de Coria, hizo oposiciones en Burgos, Zamora, Salamanca y Santiago, y a pesar de su vasta erudición y admirable elocuencia, sufrió los reveses de la ingratitud con ánimo sereno: el Rey D. Cárlos III, le nombró capellán mayor de la Iglesia primada de Toledo, y desempeñando este alto cargo se dio a conocer en varias obras que escribió y en otras que corrigió, entre estas el breviario mozárabe conforme al rito gótico: el mismo monarca le elevó al obispado de Teruel: apenas tomó posesión, giró una visita por las Iglesias de su diócesis, examinó a casi todos los eclesiásticos y a cada uno colocó en el lugar que le correspondía, administró muchas veces la confirmación en la Iglesia de la Merced (en el arrabal de Teruel), y la arregló hasta igualarla con las de la ciudad; se llevó y mantuvo en el palacio a todos los religiosos del convento de San Francisco, cuando este fue inundado por haber salido de madre los ríos Guadalaviar, Turia y Alfambra, y cubierto las aguas toda la vega, ocasionando este desbordamiento desgracias personales y pérdidas de gran consideración; no pudo llevar a cabo su pensamiento de renovar el estilo arquitectónico y ensanchar la Catedral, dio cuatro mil pesos para la fábrica, parte de los cuales empleó después el Cabildo en blanquearla y enriquecer la Sacristía con preciosos pontificales; el ilustrado Obispo que nos ocupa, murió en 6 de Noviembre de 1794, siendo enterrado en el panteon.

20. D. Félix Chico, hijo de Castalla en el reino de Valencia, en cuya Universidad estudió Teología y Cánones. Fue Abogado de los Reales Consejos, beneficiado de la parroquia de San Andrés, Arcediano de la Iglesia de Santa María del Mar en Barcelona, Canónigo Doctoral de la metropolitana de Valencia, Censor de la Real Sociedad de Amigos del País, y Caballero gran Cruz de la Real y distinguida orden de Cárlos III: el Rey Don Cárlos IV le nombró Obispo de Teruel y tomó posesión en 10 de Julio de 1795, distinguiéndose desde luego por su celo en colocar a todo su Obispado al nivel de los mas notables de España, y la obra grande de su piedad que hará eterna su memoria en Teruel y su provincia fue, la fundación de la Casa-Hospicio de Misericordia; en ella agotó toda la actividad y desvelos de su celo, trazó los planos un sabio arquitecto de la Academia de Zaragoza, conforme al magnífico diseño de la Casa de la capital y procurando competir con esta en la magnificencia: el Monarca, el Obispo, el Clero, el Ayuntamiento y el Pueblo, todos contribuyeron a dar cima a la obra, cuya primera piedra colocó y bendijo el Señor Rico, el cual después no pasaba día por malo que fuese que no hiciera su visita al sitio donde tan benéfica casa se edificaba. Murió en 31 de Mayo de 1799, y se le hizo el entierro el 4 de Junio siguiente, al que asistió todo el pueblo y cuantas niñas y niños había en la Misericordia.

21. D. Francisco Javier Lizana, nació en Arnedo, Obispado de Calahorra, estudió gramática y filosofía con los jesuitas de Calatayud, jurisprudencia civil y canónica en la antigua Universidad de Oñate y en la no menos antigua de Zaragoza15 donde recibió los grados de Licenciado y de Doctor y el claustro le nombró Presidente de la numerosísima Academia de dicha facultad: fue Doctoral de Sigüenza, Penitenciario de Zamora, Gobernador de esta Mitra, Obispo Auxiliar del Arzobispado de Toledo, y después por nombramiento del Rey D. Cárlos IV, Obispo de Teruel en cuya ciudad hizo su entrada el cuatro de Diciembre de 1799; el mismo día, esplicó su celo por el decoro del Templo y dio orden de hacer colgaduras de terciopelo carmesí y galones de oro para el Presbiterio y de damasco para las columnas, colocándose todo a sus espensas: al día siguiente manifestó su misericordia y beneficencia, llevando la primera atención de sus visitas los pobres enfermos y encarcelados a quienes socorrió con largueza y con saludables exhortaciones que repetía casi todas las semanas, atrayendo con su ejemplo a muchos de los sacerdotes que le ayudaban en estas laudables tareas: manifestó mucho celo por las Iglesias de su Obispado, formó una Congregación de ministros del Señor para predicar al pueblo en la Iglesia del Seminario y sus oficinas fueron notables por la diligencia y acierto con que eran despachados cuantos asuntos afluían a ellas: en 1802 fue promovido al Arzobispado de Méjico, sintiéndose mucho en la provincia la ausencia de tan ilustrado y laborioso Prelado.

 

22. D. Blas Joaquin Alvarez de Palma, nació en Jerez de la Frontera, Arzobispado de Sevilla, fue presbítero confesor y predicador en varias diócesis, hízose licenciado en Teología en la Universidad de Granada, y siendo Obispo de Albarracin fue trasladado al de Teruel en 1802, tomó posesión en 24 de Febrero de 1803, y en 19 de Diciembre de 1814 fue promovido al Arzobispado de Granada.

23. D. Felipe Montoya y Diez, natural de Griota, Obispado de Palencia: siendo Lectoral de Plasencia, fue electo para la Silla de Teruel en 22 de Julio de 1815, tomó posesión en 28 de Setiembre del mismo año, y murió en Valencia el 12 de Marzo de 1825.

24. D. Jacinto Rodriguez Rico, natural de Villamayor, diócesis de Leon: siendo Dean de Zamora fue nombrado Obispo de Teruel: tomó posesión en 20 de Marzo de 1826, y fue trasladado a Cuenca en Junio de 1827.

25. D. Diego Martínez Carlón y Teruel, hijo de Lorca, diócesis de Cartagena: era Chantre de Almería, cuando fue electo Obispo de Teruel, y preconizado en Roma en 25 de Junio de 1827: tomó posesión en 8 de Octubre del mismo año, y fue trasladado a Jaén en 23 de Febrero de 1832.

26. D. José Asensio de Ocón y Toledo, natural de Albarracin, de la misma diócesis: siendo Obispo de Palencia fue trasladado a la silla de Teruel, en 24 de Febrero de 1832, tomó posesión en 13 de Junio del mismo año, y murió en 2 de Diciembre de 1833.

27. D. Antonio Lao y Cuevas; nació en Tiñana, villa de la diócesis de Guadix; era Abad mayor de la Colegiata del Salvador de Granada, fue nombrado Obispo de Teruel en 16 de Agosto de 1847, tomó posesión en 17 de Diciembre del propio año y trasladado a Guadix en 1849.

28. D. Jaime Solér y Roquér, natural de San Juan de las Abadesas en Cataluña, fue Canónigo Magistral de la Catedral de Vich, y nombrado Obispo de Teruel en 21 de Julio de 1847, tomó posesión en 7 de Octubre de 1850, y murió en Segorbe el 21 de Marzo de 1851.

29. D. Francisco Landeira y Sevilla, hijo de Ribeira de Santa Eugenia, pueblo de Galicia; fue Catedrático de Teología en la Universidad de Madrid, y electo Obispo de Teruel, entró en esta ciudad en la tarde del 7 de Diciembre de 1852: – Dos o tres días habían trascurrido desde esta entrada, cuando supo que desde la guerra civil el Seminario se hallaba ocupado militarmente y la Iglesia convertida en depósito de armas y proyectiles: enseguida empezó sus gestiones para que estos efectos desapareciesen de allí y una vez conseguido, hizo mejoras en el Seminario, volvió a su Iglesia las imágenes que se hallaban distribuidas en los templos de la ciudad, se llevó procesionalmente la imagen de la Virgen de los Dolores, y con motivo de la bendición de la Iglesia se celebró una fiesta solemnísima como pocas veces se ha visto en Teruel, y jamás los vecinos de esta capital han contemplado la misma Iglesia tan ricamente engalanada y con tanta profusión alumbrada. Este Obispo fue uno de los mas queridos de los teruelanos, y de los pueblos de la provincia, ya por su celo en el buen gobierno de sus diocesanos, ya por sus reconocidas virtudes, ya por su vasta erudición, ya por la afabilidad de su trato, ya, en fin, porque estendido el cólera en la capital y pueblos de su diócesis, fue el consuelo de los enfermos pobres atacados de aquella epidemia, entrando en sus casas, acompañándoles muchos ratos y llegando su anhelo por socorrer sus necesidades hasta el punto de vender su coche y las mulas, cuyo producto en dinero lo distribuyó enseguida entre los enfermos mas pobres. ¡Nunca olvidará la provincia de Teruel el nombre de tan buen Obispo! ¡No era de estrañar que fuese tan sentida su traslación a Murcia en el año 1862!

30. D. Francisco de Paula Gimenez y Muñoz, nació en 8 de Abril de 1807 en Bliecos, pueblecillo de la provincia de Soria, diócesis de Osma: estudió en el Seminario Conciliar del Burgo de Osma, recibió el grado de Bachiller en Teología en la Universidad de Zaragoza y los de Licenciado y Doctor en la misma facultad en la de Valladolid; hizo oposiciones a la Lectoral de Osma, y a las Penitenciarías de Sigüenza, Avila y Segovia: obtuvo por oposición la Magistral de Salamanca, de cuyo Seminario fue Catedrático: presentado para la Silla de Teruel en 25 de Setiembre de 1861, preconizado en Roma en 23 de Diciembre del mismo año, y consagrado en Salamanca en 27 de Abril de 1862, entró en Teruel el día 3 de Junio de 1862. Este Obispo, Caballero gran Cruz de Isabel la Católica y Socio correspondiente de las Academias Española y de la Historia, visitó con celo verdaderamente apostólico toda la diócesis, administrando el santo Sacramento de la Confirmación hasta en los pueblos mas pequeños, y dirigiendo en todos ellos su paternal y cariñosa voz a los fieles: reedificó la escuela de la enseñanza y reconstruyó el ex-convento de Capuchinos en las inmediaciones de Teruel, para establecer en él como estableció una casa de misión y corrección16. Escribió y publicó varios artículos en la Revista Católica, Pastorales y discursos llenos de erudición, entre ellos el que pronunció en Madrid por encargo de la Academia Española, en el aniversario de Cervantes, año 1864. Después de una larga y penosa enfermedad que sufrió con edificante conformidad y resignación, falleció el día 3 de Junio de 1869.

Capítulo XI

Hijos notables de Teruel

Mucho podríamos estendernos en este Capítulo, pero atendiendo a los límites que nos hemos señalado, y reservándonos ocasión para tratar de este asunto, en otro o en otros volúmenes; vamos a dar noticia de algunos turolenses que se han distinguido en las ciencias, artes y letras.

D. JUAN ANTONIO MUÑOZ, dominico, notable por su ilustración y por sus buenas dotes oratorias; hizo traducir del griego vulgar en idioma aragonés, las Vidas de Plutarco.

D. JUAN CEBRIAN, Maestro en Teología, Canónigo de la Santa Iglesia metropolitana de Zaragoza, después de la mitad del siglo XV; fue muy erudito y virtuoso, escribió algunas observaciones y notas eclesiásticas y una Memoria geológica sobre los alrededores de Teruel.

FR. PEDRO GARCÉS DE MARCILLA, octavo Obispo de Albarracin, hombre de muchísimo carácter y de un talento poco común, hizo varias mejoras en las Iglesias de aquella ciudad, especialmente en la Catedral; dejó escritos Varios tratados y papeles relativos a la Unión de las Iglesias de Albarracin y Segorbe y forma canónica de su establecimiento.

D. ANTONIO SANCHEZ MUÑOZ, oriundo de la antigua y noble familia de este apellido, y de la línea de Don Pascual Muñoz, ilustre ciudadano de Teruel, del que trata el Rey D. Jaime I de Aragón en su Historia, alabándole por su industria y bienes con que le sirvió en la conquista de Valencia: el de que ahora hablamos, estudió en la Universidad de Salamanca, fue Doctor en Cánones, Catedrático de esta facultad, Obispo de Albarracin y Segorbe, asistió al Concilio general de Leon que celebró el Papa Gregorio X en el año 1274, y escribió una docta Defensa y Memoria sobre las pretensiones de los Arzobispos de Toledo y Tarragona para enclavar en su diócesis la Iglesia de Albarracin.

GIL SANCHEZ MUÑOZ: Aislado vivía en Peñiscola D. Pedro Martínez de Lunas, que años atrás había sido elegido Papa, con el nombre de Benedicto XIII; y aunque el Concilio de Constanza lo declaró cismático, escomulgado y anti-papa el 26 de Junio de 1417, y el rey de Aragón D. Fernando I le negó la obediencia, siguió inalterable en su propósito hasta el último instante de su vida, haciendo jurar a los cardenales que tenía a su lado que le nombrarían sucesor. Así lo cumplieron, eligiendo a D. Gil Sanchez Muñoz, natural de la ciudad de Teruel, canónigo de Barcelona y muy afecto a la causa de Benedicto: decidiose Sanchez Muñoz a admitir el cargo por las vivas instancias de Alonso V de Aragón, que por motivos políticos y personales, quería valerse de él en contra de ilegítimo pontífice Martíno V. Esto sucedía en 1429, pero en 1434, hizo renuncia Gil Muñoz de la tiara dejando el nombre de Clemente VIII que había tomado, y contentándose con el obispado de Mallorca con que le agració el verdadero pontífice, terminando así aquel gran cisma que había durado cincuenta años. En otro lugar volveremos a hablar de este Obispo, debiendo añadir ahora que en el archivo de Teruel se guarda la carta que escribió a los teruelanos, participándoles su renuncia del pontificado, en obsequio de la paz de la Iglesia.

FRANCÉS DE ARANDA. Nació también en Teruel en 1396, fue consejero de los reyes de Aragón D. Juan I y D. Martín, y fue elegido para representar al reino de Aragón en el Parlamento de Caspe: ya de edad madura, se retiró a la Cartuja de Portaceli (Valencia), de donde no quiso salir a pesar de las reiteradas instancias que se le hicieron para volver a su antigua privanza. Fundó la Santa Limosna de Teruel para socorro de pobres vergonzantes, y dotación de doncellas menesterosas, para cuyo objeto dejó las salinas de Armillas que le pertenecían, redactando el mismo los Reglamentos para la buena administración de su pio legado. Murió en Portaceli a la edad de 85 años en 1441.

D. GERÓNIMO RIPALDA: sabio jesuita que nació en 1536, y a la edad de quince años entró en el instituto de San Ignacio de Loyola: gran parte de su vida residió en Toledo, donde esplicó con lucimiento humanidades, filosofía y teología, y donde murió en 1618 a la edad de 84 años, dejando escrito el Catecismo y esposición breve de la doctrina cristiana, que aun sirve de texto en las escuelas públicas, y del cual se han hecho innumerables ediciones en España y en todas las naciones católicas de Europa, dejando también traducido el libro de Kempis Contemptus Mundi, o sea la Imitación de Cristo.

D. JUAN YAGUE DE SALAS: Hijo y ciudadano de Teruel y secretario de su Concejo; tuvo cierta popularidad en su época, y ha llegado su nombre hasta nosotros por su poema titulado: Los Amantes de Teruel, impreso en Valencia en 1616, obra de escasa valía como producción literaria, pero que no carece de importancia bajo el punto de vista histórico, ya por las noticias que contiene sobre la historia antigua de Aragón, historia la mas notable de los antiguos reinos de España; ya por reunir las tradiciones que se conservaban en su tiempo sobre el patético episodio de los Amantes.

D. JUAN MARTINEZ SALAFRANCA: Nació en la misma ciudad el 9 de Mayo de 1677, en cuya parroquial de San Pedro fue bautizado: siguió la carrera eclesiástica, y aunque pudo alcanzar altas dignidades en la iglesia, nunca quiso salir de su modesta posición de presbítero. Residió muchos años en Madrid, consagrado al egercicio de su ministerio y a estudios históricos y literarios. En 1737 se asoció con D. Francisco Manuel Huerta y con D. Leopoldo Gerónimo Puig, para la publicación del Diario de los literatos, el primer periódico que se publicó en España: fue esta publicación de crítica literaria, y sus redactores no carecían de la ilustración, entereza y criterio que requieren esta clase de trabajos; pero ya fuese por la oposición de escritores coetáneos, ya consistiera en que la nación no estaba todavía en estado de apreciar la delicadeza de su crítica, ello es que no vivió el Diario, mas que un año y nueve meses, en cuyo tiempo se publicaron siete tomos en octavo. Salafranca reunía dotes de escritor de primer orden, pues además de estar muy versado en los idiomas del latín, griego, hebreo, francés e italiano, era grandísima su erudición en ciencias eclesiásticas, historia y bellas artes, y su estilo puro, correcto y de una sencillez elegante: fue académico cofundador de la Academia de la Historia: escribió muchas obras, entre las cuales solo citaremos las siguientes: Memorias eruditas para la crítica de artes y ciencias: se publicaron dos tomos y dejó manuscritos el tercero y cuarto. —Gramática italiana, castellana, latina, hebrea y griega.Población de Teruel y noticias sacadas de los antiguos anales de esta ciudad que se conservan en su Archivo.Advertencias pertenecientes a la ciudad de Teruel y sus jueces.Método de estudios.Reyes que han visitado la ciudad de Teruel.

 
15No podemos menos de aprovechar esta ocasión para recomendar a nuestros lectores la Historia de la Universidad de Zaragoza, escrita por la envidiable pluma del que fue nuestro ilustrado Maestro y nuestro imparcial Mecenas, y ahora nuestro verdadero amigo, D. GERONIMO BORAO, justamente llamado Príncipe de los literatos aragoneses contemporáneos.
16Esta casa se halla cerrada desde los sucesos políticos de 1868.