Políticas públicas y regulación en las tecnologías disruptivas

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El nivel educativo de un individuo condiciona su posibilidad de acceder a las TIC, la manera de hacerlo y el nivel de desenvolvimiento que pueda tener en ellas, lo que a su vez constituye una limitante para el acceso a la información y al conocimiento al que se puede llegar por medio de estas tecnologías.

Se ha hablado de analfabetismo digital para hacer referencia a la ausencia de capacidades que permiten el uso y apropiación de las TIC y el acceso a los diferentes beneficios que de ellas se derivan, lo que suele ir ligado directamente con el nivel de educación que ha tenido una persona en estos asuntos.

Lo anterior resulta preocupante si se tiene en cuenta la brecha educativa que hay actualmente en Colombia: 56 de cada 100 colombianos no han culminado su secundaria, siendo 7,3 el promedio de años de escolaridad en el país, lo que es grave si se tiene en cuenta que, de conformidad con la CEPAL, culminar el bachillerato constituye el umbral mínimo para aspirar a niveles de bienestar y desarrollo a lo largo de la vida. Además, de quienes culminan ese nivel de estudio, solo el 38% continúa su camino hacia la educación superior de acuerdo con la información dada por esta organización, y de aquellos que se gradúan de un pregrado, solo 3 de cada 10 culminan un posgrado y únicamente 16 personas por cada millón de habitantes terminan un doctorado, siendo así Colombia uno de los países con menor porcentaje de adultos con estudios universitarios, pese a ser uno de los que pertenecen al grupo donde este tipo de estudios generan más ganancias (NinezYA, 2018; Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, 2019; Adecco, 2016; El Espectador, 2019; Comisión Económica para América Latina y El Caribe –CEPAL–, 2013).

Esa brecha educativa tiene un impacto directo en las condiciones de pobreza y vulnerabilidad de los hogares, siendo una de las vías principales por la cual estas condiciones se transmiten y reproducen a lo largo de la vida de las personas, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud de 2015 (El Mundo, 2018).

Por ello, es de vital importancia superar la brecha educativa y para esto resulta imprescindible incluir en los programas de estudio –de los diferentes niveles educativos– componentes relacionados con la implementación, uso y aprendizaje de las herramientas TIC, como sugiere la vanguardia internacional, pues de lo contrario lo único que se hará será potenciar y perpetuar la brecha existente.

4. LA BRECHA DIGITAL Y LOS GRUPOS ÉTNICOS

Otro factor relacionado con la exclusión del mundo digital es la pertenencia a un grupo étnico. En respuesta a esto, las comunidades indígenas colombianas, en virtud de su autonomía y autodeterminación, publicaron un documento denominado “Política Pública de Comunicación de y para los Pueblos Indígenas”, donde establecen la manera en la que consideran que deben ser incorporadas las TIC a sus comunidades, de conformidad con sus necesidades particulares, reconociendo la importancia de estos medios en sus formas propias de comunicación. Así, por medio de este documento, pretenden que el Estado fortalezca la comunicación indígena propia, el uso y apropiación de los medios modernos de comunicación, y que se garantice el derecho indígena a la comunicación, información y a su visibilidad y articulación con otros sectores (Comisión Nacional de Comunicación de los Pueblos Indígenas CONCIP – MPC, 2017).

Al respecto, es preciso hacer referencia a la necesidad de generar la oportunidad para estas comunidades de acceder, hacer uso y apropiarse de las TIC, desde un enfoque diferenciado que sea respetuoso de las tradiciones, costumbres y cosmovisión de estas comunidades, acorde con su lengua y útil para las pretensiones y necesidades de comunicación –tanto al interior como al exterior de la comunidad– que se tengan.

En ese sentido, tal como lo expone Movil (2019), la implementación de este tipo de tecnologías debe hacerse teniendo en cuenta las características propias de cada comunidad indígena, respetando su diversidad cultural y étnica y promoviendo derechos como el acceso a la información, la libertad de expresión, la educación, el libre desarrollo de la personalidad y la participación.

Así mismo, resulta oportuno destacar la importancia de establecer la opción de una multicanalidad para las comunidades o miembros de ellas que sean reticentes a utilizar este tipo de tecnologías, pues no se trata de forzarles a usarlas, sino de otorgar una herramienta que sea útil para los fines que ellos determinen.

5. LA BRECHA DIGITAL Y LA UBICACIÓN GEOGRÁFICA

La ubicación geográfica de una comunidad es uno de los factores que determinan sus posibilidades de acceder a las TIC: particularmente, se ha visto cómo el hecho de habitar en áreas rurales dificulta el acceso, uso y apropiación a estas, debido a aspectos como los costos que implica para los operadores llegar a determinados territorios de difícil acceso, la baja cantidad de personas que demandan el servicio en esas zonas y, en consecuencia, la poca rentabilidad que esto significa para los prestadores del servicio, que se traduce en la reducción del interés de invertir en estos lugares.

Para ejemplificar esta situación, puede verse cómo ciudades principales de Colombia –como Medellín o Bogotá– logran indicadores de penetración y acceso a internet similares a los de países desarrollados, en tanto que departamentos caracterizados por ser mayoritariamente rurales –como Chocó o La Guajira– presentan un gran rezago en este sentido, según expone Constaín (2019b).

Otras cifras que demuestran esta brecha han sido presentadas por el MinTIC, que ha indicado que en Colombia solo una de cada dos personas cuenta con internet fijo o móvil, determinando que el sector rural es el más afectado por la ausencia de la conectividad; estadística que concuerda con la presentada por esta misma entidad que señala que en el país solo cerca de 21,7 millones de personas tienen acceso a internet, por lo que es un reto llegar a los 23,8 millones de habitantes que aún no cuentan con esta herramienta, principalmente por encontrarse en regiones apartadas y/o pertenecer a un estrato socioeconómico bajo (El Nuevo Siglo, 2019; MinTIC, 2019b). Esta situación tiene gran relevancia en el contexto colombiano, si se tiene en cuenta que, según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2015), únicamente el 0,3% del territorio del país corresponde a áreas urbanas.

Atendiendo a las particularidades de estas poblaciones, es importante la opinión de Atehortúa6, quien indica que las redes móviles inalámbricas no deben verse como un negocio sino como una estrategia de conexión de todos los rincones del país, incluso con accesos gratuitos (Quinceno, 2018).

Adicionalmente, se sugiere tener una visión tecnológica que tenga en cuenta las particularidades geográficas de estos territorios para solucionar estos problemas de conectividad. Al respecto, indica Montes (2019) que, aunque actualmente se ve como respuesta a estas contingencias la instalación de torres, radios y cables, esto puede resultar más costoso en algunas zonas del país, en las que convendría más pensar en soluciones aéreas que lograrían una mayor cobertura y masificación del servicio a menores costos, como ocurre con los satélites.

Por ello, ante las dificultades geográficas, es necesario que se desarrollen políticas públicas con enfoque territorial, que respondan a las necesidades de los habitantes de las áreas rurales y les presten la conectividad que requieren. Además, es vital que se incentive la inversión, punto en el que el Estado tiene un rol fundamental al momento de regular y legislar, siendo este un ejercicio que debe realizar teniendo siempre en cuenta la universalidad que caracteriza al servicio público de las telecomunicaciones y garantizando, además, la calidad, velocidad y precios de la conectividad.

6. LA BRECHA DIGITAL Y LOS GRUPOS ETARIOS

Las nuevas generaciones han nacido dentro del contexto del ecosistema digital y, por ello, a ellas les resulta más sencillo hacer uso de todas las nuevas tecnologías que tienen a su disposición. En el escenario contrario se encuentran las personas mayores, a quienes por la curva de aprendizaje y cambio en las costumbres que implican les cuesta un poco más su uso. En ese sentido, se ha hablado del primer grupo como nativos digitales y del segundo, como inmigrantes digitales.

La curva demográfica realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (2018b), derivada de los censos poblacionales de 1985, 1993, 2005 y 2018, muestra cómo este grupo de inmigrantes digitales tiende a crecer cada vez más, tanto para hombres como para mujeres. De lo anterior se deriva la importancia de incluir en las políticas públicas a esta población, pues para ellos este entorno representa un ecosistema nuevo y complejo. Pese a que el uso de internet por parte de estas personas ha aumentado, su uso sigue siendo considerablemente bajo en comparación con las personas que tienen entre 15 y 59 años (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2019).

Debe destacarse que este más que un tema de acceso es de uso y apropiación de las TIC, pues de conformidad con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2019), aunque muchas de estas personas mayores viven en hogares que tienen acceso a internet, un gran porcentaje de ellas no utilizan esta herramienta7.

En cuanto a las mujeres en Colombia, se ha visto la relación clara que demuestra la correspondencia directa entre edad y desconexión; así, a manera de ejemplo, se tiene que el 56% de las mujeres de más de 55 años no ha superado ni siquiera la barrera de acceso, ni el 35% de aquellas que están entre los 45 y 54 años.

 

Por todo esto, es de gran importancia tener en cuenta a esta población creciente al momento de buscar cerrar la brecha digital, pues representan un porcentaje importante de personas que están perdiéndose de los beneficios que podrían representar las TIC en sus vidas.

CONCLUSIÓN

Resulta evidente que la existencia de los factores mencionados contribuye a la creación y aumento de la denominada brecha digital, entendida como la desigualdad en términos de acceso, uso y apropiación8 de las TIC, que se da como consecuencia de su presencia.

Junto a esos factores, existen otras barreras, como el lenguaje (puesto que la mayoría de información disponible en internet se encuentra en inglés, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, 2001), las dificultades que puede implicar acceder a este tipo de tecnologías para la población que se encuentra en alguna situación de discapacidad, entre otras, que llevan a la ampliación del tamaño de la brecha.

Debe decirse que estos factores suelen ir de la mano, lo cual hace que el impacto en la generación de desigualdad sea mayor. A manera de ejemplo, las áreas rurales más apartadas suelen coincidir con los lugares del país donde se encuentran los índices más altos de pobreza multidimensional, los menores niveles de calidad en la educación y con las zonas donde existen las menores tasas de penetración de internet fijo (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2015; Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 2018c; Portafolio, 2019; Semana, 2019; Comisión de Regulación de Comunicaciones, 2019).

Como respuesta a esta situación, es necesario pensar en una política de inclusión digital que tenga presentes los factores mencionados y, en ese sentido, se genere con un enfoque territorial y diferencial, teniendo en cuenta las particularidades y necesidades de las zonas y poblaciones que pretende incluir, para que cumpla con los objetivos que se propone. La política pública y las medidas que se tomen para lograrlo requerirán estudios periódicos de los proyectos que se llegue a implementar para determinar la eficiencia, eficacia y el impacto en la utilización de los recursos asignados a los proyectos, para poder determinar la continuidad de estos9.

II. LA INCLUSIÓN DIGITAL

Tal como lo ha afirmado Constaín (2019), factores como el lugar, el contexto económico, u otros en los que nace una persona, no deberían determinar sus posibilidades de acceder a las TIC, habida cuenta de que hoy en día se les considera una de las herramientas más importantes para hacer parte del mundo globalizado; es por ello que, para superar esa problemática de la brecha digital, se ha hablado de inclusión digital, siendo este un concepto que ha venido evolucionando: en un primer momento, esta estuvo orientada a resolver la brecha en términos de acceso a las TIC y, en ese sentido, se entendía que buscaba lograr un despliegue de redes e infraestructura, para alcanzar así la universalidad de la prestación del servicio de internet y comunicaciones (Herrera, 2010); posteriormente, se vio la importancia de incluir en este concepto la necesidad de que las personas aprendan a hacer uso de estas herramientas TIC y, más allá de eso, que aprovechen los beneficios que esto puede significar en sus vidas, llegando así a una verdadera inclusión digital, que permita a todos quienes pudieron ser excluidos por los factores generadores de la brecha digital que se inserten en este campo y mejoren su calidad de vida a través de ellas, utilizándolas para dar respuesta a sus necesidades de la mejor manera posible.

En la actualidad, se entiende la inclusión digital en esta última acepción, es decir, como manera en la que los individuos y comunidades acceden, usan y se apropian de las TIC, para satisfacer sus necesidades particulares y colectivas, accediendo a las oportunidades que implica la era digital, por medio de cinco elementos principales que ha definido la National Digital Inclusion Alliance (2017): 1) un servicio de internet robusto y asequible; 2) dispositivos que permitan la conexión a internet y respondan a las necesidades del usuario; 3) acceso a la alfabetización digital; 4) soporte técnico de calidad, y 5) aplicaciones y contenido en línea diseñados para permitir y fomentar la autosuficiencia, la participación y la colaboración.

De esta manera, la inclusión digital, al buscar eliminar factores que históricamente han contribuido a la generación de desigualdad económica y social, contribuye a la supresión de los mismos al permitir que todos los individuos y comunidades puedan obtener el provecho que las TIC puede significar en sus vidas en esos aspectos, de acuerdo con las necesidades que se pretenda resolver. Privar a los grupos excluidos por la brecha social de estas herramientas sería un elemento que incidiría en la ampliación de la desigualdad, excluyéndolos de la participación, oportunidades económicas, herramientas educativas y demás beneficios que trae consigo.

La inclusión digital, así entendida, guarda armonía con el artículo 365 de la Constitución Política de Colombia (1991) que dispone que “los servicios públicos son inherentes a la finalidad social del Estado. Es deber del Estado asegurar su prestación eficiente a todos los habitantes del territorio nacional”, entendiendo que las telecomunicaciones son un servicio público10. De esta disposición se deriva la obligatoriedad para el Estado de buscar la universalidad en su prestación.

Lo anterior, a su vez, es plenamente coherente con las obligaciones internacionales adquiridas por Colombia en la materia. Al respecto, cabe señalar que mediante Ley 46 de 1985, el país aprobó y ratificó el Convenio de la Unión Internacional de Telecomunicaciones –UIT–, organismo internacional que tiene como uno de sus pilares buscar el acceso y servicio universal a las telecomunicaciones.

Resulta entonces que la inclusión digital trae consigo, además de los beneficios nombrados para los individuos y sus comunidades (como la eliminación de la desigualdad, acceso al conocimiento, posibilidades de generación de ingresos, movilidad social, entre otras) ventajas para la economía del país: de acuerdo con el Banco Mundial (2016), incrementar en 10 puntos porcentuales la penetración de la banda ancha, puede incrementar el PIB de una economía en desarrollo en un 1,38%; adicionalmente, el Departamento Nacional de Planeación (2018) determinó que triplicar la velocidad promedio de conexión a internet, el PIB per cápita podría aumentar hasta un 18,4, e incrementar el índice de digitalización en 1%, aumentaría la productividad del país en un 0,23%.

En conclusión, estos beneficios pueden permear todos los sectores de la economía y brindar oportunidades a todos los ciudadanos que reduzcan los altos índices de desigualdad –que se dan en varios ámbitos en Colombia–. De allí se deriva la importancia de cerrar la brecha digital e incluir a los más vulnerables en el nuevo ecosistema digital.

III. LA INCLUSIÓN DIGITAL COMO HERRAMIENTA PARA ALCANZAR LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE –ODS–

Por medio de la Resolución 70/1 de la Asamblea General de las Naciones Unidas (2015), todos los Estados Miembros de este organismo adoptaron los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible –ODS–, que son 17 propósitos, relacionados entre sí, que buscan poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas en el mundo gocen de paz y prosperidad para el año 2030, conjugando las tres dimensiones del desarrollo sostenible (económica, social y ambiental).

Frente a las TIC, esta resolución dispone:

La expansión de las tecnologías de la información y las comunicaciones y la interconexión mundial brinda grandes posibilidades para acelerar el progreso humano, superar la brecha digital y desarrollar las sociedades del conocimiento, y lo mismo sucede con la innovación científica y tecnológica en ámbitos tan diversos como la medicina y la energía.

A continuación, se hará una breve mención a la forma en la que las TIC pueden aportar al logro de los 17 ODS y, a su vez, a la inclusión social (impactando esta última los primeros). Para ello, los mismos serán clasificados en función del propósito al que apunten, pudiendo tratarse este de: personas, planeta, prosperidad, paz y justicia, o alianzas11.

– PERSONAS

Objetivo 1. Poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo.

Objetivo 2. Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.

Objetivo 3. Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades.

Objetivo 4. Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos.

Objetivo 5. Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas.

Previamente, en el acápite referido a la brecha digital, se estudió la manera en la que los ingresos económicos, el área geográfica de habitación, el grupo etario, el nivel educativo y el género se constituyen como algunos de los factores que condicionan el acceso, uso y apropiación de las TIC. En ese sentido, este objetivo de “personas” pretende reducir y eliminar la desigualdad en esos aspectos, propósito para el cual es útil la inclusión digital, como se analizó con anterioridad.

Así, para lograr este propósito, las TIC se convierten una herramienta clave: como se señaló de manera previa, estas son un instrumento que conlleva el crecimiento de la economía de un país y de potenciar el aumento de ingresos a nivel individual; reflejo de ello se ve en que, por ejemplo, de acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación (2018), en las condiciones actuales del país, aumentar en 50 puntos porcentuales la penetración de internet para los quintiles de ingresos 1 y 2, puede reducir el índice de Gini entre 0,30 y 1,26%. Por su parte, la Resolución 70/1 establece que, para la erradicación de la pobreza, se debe garantizar que para el año 2030 todas las personas, en particular los más pobres y los vulnerables, tengan el mismo acceso a las nuevas tecnologías apropiadas.

Por otra parte, la apropiación de las TIC también es clave por facilitar el ingreso y aumentar la competitividad de los individuos en el mercado, sin mayores requisitos: estas permiten a las personas iniciar negocios de emprendimiento desde sus dispositivos móviles y facilitan las transacciones mediante los múltiples servicios financieros digitales, lo cual es de gran importancia si se tiene en cuenta que se ha demostrado cómo el acceso a este tipo de servicios contribuye a salir de la pobreza (Unión Internacional de Telecomunicaciones, 2018).

En cuanto a la aplicabilidad de las TIC en el campo de la seguridad alimentaria y la agricultura, se ha evidenciado cómo a través de estas puede informarse de manera instantánea a la población productora acerca de las noticias relevantes para su labor, como el estado meteorológico, de vías o programas del gobierno relacionados; aunado a ello, estas tecnologías permiten el acceso a gran cantidad de información especializada y útil para el desarrollo de sus tareas. Asimismo, este instrumento permite un canal de comunicación directo entre productores, comercializadores y consumidores –e incluso solo entre los primeros y los últimos– que reduce de manera importante los costos de intermediación y facilita la información sobre el nivel de demanda, evitando el desperdicio de alimentos y mejorando la eficiencia de la cadena de suministro (Unión Internacional de Telecomunicaciones, 2009). Todos estos beneficios son sumamente importantes y solo se logran mediante la inclusión digital, recordando que, como se dijo, una de las causas más importantes de la brecha es la habitación en áreas rurales y apartadas.

Ahora bien, en cuanto a la atribución de las TIC para aportar a la salud y bienestar de la población, se ha visto cómo gracias a estas herramientas ha sido posible repensar el sistema y ampliar su cobertura al hablar, por ejemplo, de telemedicina. Tener la posibilidad de agendar y tener consultas médicas por internet, de difundir la información de promoción y prevención, de realizar monitoreo a distancia, de consultar la historia clínica electrónica, de hacer uso del Big Data para el establecimiento de modelos predictivos, entre otras, son algunas de las múltiples ventajas en las que se puede traducir su implementación en los ámbitos de la salud. De allí se deriva la importancia de ampliar el acceso a estas tecnologías y robustecer la conectividad en las zonas apartadas donde es difícil el acceso al derecho a la salud, para ofrecer esta como una de las soluciones a la población12. Es tal la relevancia de esto último, que incluso se ha visto como a través de drones puede llegarse a estas áreas, usándolos para distribuir vacunas y sangre en países africanos (Hierro, 2019). Esto, a su vez, implica una reducción significativa de tiempo y de los costos del sistema de salud, mejorando la calidad de vida de las personas, descongestionando el sistema, optimizando el servicio y facilitando la redistribución de recursos.

 

Por otra parte, no existe duda alguna acerca de la importancia que tienen las TIC como herramienta facilitadora de la educación en la actualidad. Frente a este punto, la resolución en comento hace énfasis en la necesidad de formar a las personas en tecnologías de la información y las comunicaciones, lo que demanda grandes esfuerzos en ese sentido, recordando que, como se vio, en la actualidad existe un gran déficit de profesionales en esta área en el país. Adicionalmente, la posibilidad de formación a distancia y en estas tecnologías implica la inclusión de la población tradicionalmente relegada (por motivos socioeconómicos, étnicos, de género, entre otros) a la sociedad del conocimiento, reduciendo la desigualdad.

Por último, cabe indicar que las TIC son un instrumento que permite buscar la igualdad de género, por una parte, amplificando la voz y opinión de las mujeres a través de estos medios, permitiéndoles llegar a espacios donde antes no podían hacerlo; y también empoderándolas a través del acceso a la educación y ventajas socioeconómicas que implican las TIC, facilitando su ingreso a campos –como el de las tecnologías– que tradicionalmente han sido ocupados de manera predominante por hombres. De allí se entiende que la Resolución 70/1 haga especial énfasis en la importancia de la mejora de las TIC para el empoderamiento femenino.

Así, se evidencia la manera en que las TIC aportan directamente al mejoramiento de la vida de las personas, a través de la reducción en términos de desigualdad, pobreza y hambre que significan, y el aumento en inclusión femenina, nivel de salud y educación que conllevan.

– PLANETA

Objetivo 6. Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos.

Objetivo 12. Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.

Objetivo 13. Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.

Objetivo 14. Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible.

Objetivo 15. Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad.

Apuntando hacia el propósito de lograr un medioambiente sano y sostenible, las TIC juegan un rol esencial al ser uno de los principales medios de difusión, educación y concientización de las personas en estos asuntos, permitiéndoles tener los conocimientos necesarios para llevar estilos de vida y modelos de gobierno y negocio que sean armónicos con la naturaleza.

También es de vital importancia que las TIC, en términos de su producción, uso e industrialización, sean manejadas dentro del marco de la sostenibilidad. A manera de ejemplo, se ha evidenciado cómo los residuos electrónicos creados por las TIC han aumentado; en respuesta a ello, se han generado diversas iniciativas, como la de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, que ha propuesto la creación de una coalición para la gestión de este material, donde una de las destinaciones importantes puede ser el reciclaje; esta entidad también ha adelantado esfuerzos para la elaboración de políticas y normas internacionales que propendan por la reducción de la energía que se emplee en el suministro de productos y servicios TIC (Unión Internacional de Telecomunicaciones, 2018). Por otro lado, es importante destacar cómo la evolución misma de estas tecnologías permite repensar el modelo productivo bajo el que se han estado desarrollando, permitiendo la generación de alternativas sostenibles. Un ejemplo de ello es la computación en la nube.

Al mismo tiempo, el uso de las TIC aporta de manera importante a la lucha contra el cambio climático, pues su implementación en varios ámbitos, como la educación y el trabajo, permite que estas actividades puedan ser realizadas a distancia, generando una disminución importante de contaminación en términos medioambientales13, al permitir que las personas puedan realizar determinadas actividades desde sus hogares y no deban desplazarse a otros sitios, con la respectiva reducción de gases contaminantes y mejoramiento de la calidad de vida que esto implica. Esto es importante puesto que, si bien se ha estimado que cerca del 2% de emisiones de CO2 son producidas por el sector TIC, al mismo tiempo se debe ver el gran potencial de estas para disminuir la emisión del 98% restante. Las TIC, además, pueden reducir de manera importante las emisiones de gases de efecto invernadero, por medio de la creación de ciudades inteligentes, sistemas de transporte inteligentes, redes inteligentes, entre otras tecnologías (Bueti, 2017).

Finalmente, es preciso indicar que estas tecnologías son una gran herramienta en el monitoreo de océanos, vida marina y terrestre, al permitir la asignación y coordinación del espectro de radiofrecuencias y las órbitas de los satélites, jugando un rol fundamental en materia medioambiental (Unión Internacional de Telecomunicaciones, 2018).

De esta manera, se concluye de este propósito que es preciso desarrollar directrices que maximicen los beneficios que puede significar para el medioambiente el uso de las TIC, pensadas como una herramienta en el marco de la sostenibilidad, impactando, a su vez, en la calidad de vida de todas las personas que habitan en el planeta.

– PROSPERIDAD

Objetivo 7. Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos.

Objetivo 8. Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.

Objetivo 9. Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación.

Objetivo 10. Reducir la desigualdad en los países y entre ellos.

Objetivo 11. Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.

Se ha hecho un especial énfasis, a lo largo de este escrito, en la manera en la que las TIC reducen la brecha socioeconómica e impactan positivamente la economía de un país. De ahí la importancia de la inclusión digital y su impacto en los ODS, propiciando un crecimiento armónico y equilibrado del país que reduzca las diferentes formas de desigualdad. Una de las formas en las que las TIC aportan a ello es a través de las oportunidades que implican en términos de empleo pleno, productivo y decente: el teletrabajo, sin lugar a duda, es un modelo que lleva a concentrarse en la productividad, en la importancia de los resultados por encima de la cantidad de horas que se pasan en una oficina, en la calidad de vida de los trabajadores, entre otras ventajas. Es por ello que los gobiernos estatales deben adelantar esfuerzos para que esta modalidad de labor sea una realidad a la que todas las personas puedan acceder y de la que las empresas puedan disponer, sin limitaciones educativas, de género, geográficas, ni económicas. Por otra parte, la generación de emprendimientos que permiten las TIC es una de las potenciales fuentes de empleo que estas significan.