Claves secretas de la historia

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Rex Deus: la sociedad secreta más antigua

Gracias al testimonio encerrado en una colección privada de libros masones, pertenecientes al investigador bosnio Dimitrije Mitronovic, ya fallecido, hemos podido descubrir los rituales de una sociedad secreta cuyo origen se remonta a la época de la construcción del Templo de Salomón. Una de las ceremonias era del cuarto nivel y se llamaba «El Maestro Perfecto». En la documentación se mencionaba a Zadok, quien, según una leyenda judía, fue el primer sumo sacerdote de Jerusalén. Zadok coronó al rey Salomón y podría haber sido uno de los fundadores del Rex Deus. Este nombre también se ha asignado a Jaime, el hermano de Jesús, conocido como el Justo (Zadok, en hebreo).

Por otra parte, los manuscritos del mar Muerto y otros documentos antiguos encontrados en el siglo XX, recogen la historia de un grupo llamado «Hijos de Zadok», que serían después la Comunidad de Qumran. Este grupo pertenecía al linaje sacerdotal que se denominaría Rex Deus, poco después de la destrucción del Segundo Templo, en el año 70. En el grado catorce, según los libros de Mitronovic, conocido como «El Caballero Escocés de la Perfección», se rememora la leyenda de cómo el rey Salomón creó una «Logia de la Perfección». Los miembros de esta logia celebraron su primera reunión secreta en la cripta del templo, aún sin terminar. La leyenda sigue diciendo que el templo de Salomón se construyó gracias a ciertos conocimientos antiguos trasmitidos a los judíos por los supervivientes de una civilización destruida en el Gran Diluvio (¿Sumeria?). En este grado, el nuevo hermano recibe un anillo de oro. Es comúnmente aceptado por los estudiosos que este ritual proporcionaba la prueba que necesitaban para dar autenticidad a la orden secreta del Rex Deus, pudiéndola situar originariamente en el templo de Salomón. Es más, la ceremonia descrita sobre este grado explica cómo los descendientes de los miembros de la Logia de la Perfección acompañaron a los príncipes cristianos en sus cruzadas a Tierra Santa y cómo, poco a poco, sus secretos fueron diseminados entre la nobleza europea gracias a la masonería.

Por último, es importante destacar que el redescubrimiento de los manuscritos secretos de la Iglesia de Jerusalén, presumiblemente aún debajo de la capilla de Rosslyn, podría ser crítico para el establecimiento de la Nueva Jerusalén en la Tierra.

De ser cierto y comprobable, la orden de los Templarios se fundó en un momento histórico predeterminado por las familias Rex Deus para crear lo que sería el precursor en el segundo milenio del Nuevo Orden Mundial, preparado para este tercer milenio en que vivimos.

Los rosacruces y los Illuminati

Fue en el siglo XIV, cuando los más altos iniciados de la Hermandad de la Serpiente aparecieron por primera vez. No tardaron en cambiar el nombre de la orden por el de Illuminati. Es interesante mencionar que la palabra bíblica para «serpiente» es «nahash» que se obtiene de la palabra raíz NHSH, a saber: descifrar, reconocer, encontrar. En otras palabras, esta hermandad se fundó para investigar más allá de lo permitido por la «Iglesia institucional».

Según una fuente alemana que prefiere mantenerse en el anonimato, una de las ramas más inquietantes de la orden de los Illuminati en Alemania (distintos de los Illuminati de Baviera) eran los llamados «místicos rosacruces», que aparecieron a principios del siglo IX. Pero no fue hasta el año 1100 cuando se fundó la primera logia oficial de los Rosacruces, en la ciudad de Worms. Los adeptos rosacruces pretendían indagar en el origen extraterrestre del hombre y conocer a fondo las enseñanzas secretas egipcias. Trabajaban con símbolos místicos y en la alquimia. Por entonces, los vínculos entre las ordenes o logias de los Rosacruces y los Illuminati eran muy estrechos y, en los grados superiores, los adeptos de ambas sociedades recibían juntos la iniciación.

El hecho de que los Rosacruces se hagan visibles durante 108 años para luego desaparecer otros 108, dificulta rastrear su trayectoria histórica. Por esta razón, muchos investigadores consideran 1614 como el año de creación de la orden, cuando se publicó en la ciudad alemana de Essen, una carta anunciando su existencia e invitando a nuevos miembros. Esta fase de trabajo hacia el exterior representaría el comienzo de otros 108 años. La carta instaba a sus lectores a que abandonaran las enseñanzas de la Iglesia, así como las directrices del Papa, Aristóteles y Galeno, tildándolas de falsas. También contaba la historia de Christian Rosenkreuz, considerado como fundador de la orden. Muchos rosacruces modernos opinan que este nombre es un seudónimo de un personaje famoso, para algunos sir Francis Bacon, fundador a su vez de la Sociedad Secreta Literaria Rosacruz, en 1580.

La publicación de Fama Fraternitas (1614), La confesión de la Hermandad Rosacruz (1615) y El matrimonio alquímico de Christian Rosenkreuz (1616) produjeron un gran interés en Europa. Se hicieron numerosas reediciones y provocaron una gran polémica, plasmada en varios panfletos, unos a favor y otros en contra, aunque sus autores parecían no saber cuáles eran los objetivos del autor original. Según algunos investigadores, los tres documentos, así como el concepto de la orden de los Rosacruces, eran creación del teólogo Johann Valentin Andrea (1586-1654) que utilizaba la palabra «Ludibrium» para referirse a los rosacruces.

Durante los años de la peste bubónica en Europa, los adeptos rosacruces se mostraron muy activos. Entre sus obras, cabe mencionar al grupo llamado «Amigos de Dios» (orden de San Juan). Este colectivo defendía una enseñanza apocalíptica y exigía una obediencia total a sus miembros.

En la actualidad, la Antigua Orden Mística de los Rosacruces (AMORC) afirma ser la heredera de la tradición rosacruz.

Los masones

La masonería libre es la orden fraternal más grande y extendida del mundo. Originalmente, las cofradías masónicas se limitaban a los «trabajadores de la piedra», pero después de completar la construcción de las catedrales en el siglo XVII —y especialmente en Inglaterra, durante la Reforma—, empezaron a admitir a hombres ricos o de cierta categoría social. Así, las cofradías se convirtieron en sociedades dedicadas a ideales generales, como la fraternidad, la igualdad y la paz. De esta manera sus reuniones se convirtieron en citas sociales en vez de reuniones de empresarios. Cuatro o más de estas cofradías, llamadas «logias» se unieron en la capital inglesa, el 24 de junio de 1717, formando una gran logia para Londres y Westminster, que seis años después sería llamada Gran Logia de Inglaterra. Ésta es la «madre» de los masones libres del mundo, y de ella surgieron todas las grandes logias reconocidas. En 1725 se fundó la Gran Logia de Toda Inglaterra, en York, la de Irlanda se creó en junio del mismo año, y la de Escocia en 1726.

Gracias a la protección que proporcionaron a dicha orden diferentes miembros de la nobleza, la clase empresarial británica vio en la masonería libre un medio de promoción social, haciéndose muy popular para este estamento. Los ideales masónicos de tolerancia religiosa e igualdad iban en consonancia con el espíritu del liberalismo emergente durante el siglo XVIII. Es más, una de las reglas básicas de las órdenes masónicas del mundo angloparlante ha sido considerar a la religión como un asunto personal de cada individuo.

En Estados Unidos, las primeras logias fundadas bajo la autoridad de la Gran Logia de Inglaterra, fueron la Primera Logia de Boston, establecida y la de Filadelfia, ambas en 1733. Antes de la guerra de la Independencia (1775), ya había unas 150 logias; en la actualidad, los estadounidenses representan el 75 por ciento del total de masones del mundo, unos 4,5 millones de personas.

En cuanto a los ritos masónicos, los más empleados actualmente corresponden al Rito de York y al Rito Escocés. El primero data del siglo XVIII y se llama, en su primera fase, «Capitular»; los miembros correspondientes a este nivel son los masones del Arco Real (4 grados); la segunda fase recibe el nombre de «Críptica», y sus miembros son los masones Reales y Selectos (3 grados); la fase final, llamada «Caballeresca», concede a los miembros el título de Caballeros Templarios (3 grados). El Rito Escocés fue creado en Charleston (Carolina del Sur), en 1801 (contempla 33 grados).

Origen de los tres primeros grados

La gran mayoría de los masones libres del mundo no progresan más allá de los primeros tres grados, basados en la leyenda de la muerte de Hiram Abif, conocido como el arquitecto del templo de Salomón.

Según una versión de esta leyenda, Abif era el único conocedor de los secretos de los maestros masones, entre los cuales se hallaba la palabra secreta masónica, es decir, el nombre oculto de Dios. La tradición ocultista nos dice que saber el nombre de una deidad equivale a poseer su poder. De ahí que se supusiera que Abif manejaba el poder de Yahvé y poseyera muchos otros secretos que, una vez finalizada la construcción del templo, pasarían a los otros artesanos, que se convertirían a su vez en maestros masones.

Cuentan que, llegado el mediodía, el insigne arquitecto tenía la costumbre de ir al Sancta Sanctorum para orar a Yahvé y planificar las obras del día siguiente. Uno de esos días, al terminar sus oraciones, Hiram Abif, se topó con el desagradable final de su historia de modo inesperado. Saliendo por la puerta sur del templo, le flanqueó el paso Jubela, el primero de sus verdugos, que armado con una especie de regla vertical, le conminó a que le revelara sus secretos. Abif no perdió el aplomo ante la clara amenaza de muerte a la que se enfrentaba y contestó que sólo tres personas en el mundo los conocían y sin su consentimiento no podía divulgar ningún secreto. Furioso, Jubela enarboló la regla y asestó un golpe en la sien derecha a su maestro, que dobló la rodilla por el impacto, aunque pudo alcanzar la puerta occidental donde, desafortunadamente, no fue ayuda lo que encontró. Allí estaba Jubelo, otro de sus aprendices, que también le propinó un golpe, en este caso en la sien izquierda, haciéndolo doblar la rodilla del mismo lado. Arrastrándose y perdiendo grandes cantidades de sangre, Abif llegó a duras penas a la puerta oriental, donde fue rematado por Jubelum, que usó una gran maza de piedra para aplastarle la frente.

 

No les quedó otra salida a los tres asesinos que ocultar el cuerpo del arquitecto para evitar la ira del rey Salomón y escapar del país para no ser descubiertos. Escondieron provisionalmente el cuerpo de Hiram Abif bajo unos cascotes y al llegar la medianoche, lo trasladaron a la cima de una colina para enterrarlo. La sepultura fue señalizada con una rama de acacia y hecho esto, los criminales intentaron darse a la fuga. No tuvieron éxito porque no consiguieron que ningún barco los sacara del país y tuvieron que guarecerse en los montes.

Mientras tanto, la ausencia de Abif llegó a oídos del rey Salomón que envió a varias personas a buscarle. La gravedad de la situación hizo que la verdad tardara poco en aflorar gracias al testimonio de doce trabajadores del templo que confesaron al rey que ellos y otros tres más (Jubela, Jubelo y Jubelum) habían conspirado para arrancar los secretos masónicos a su maestro.

En el último momento habían dado marcha atrás, pero supusieron que los otros no, dando muerte a su jefe. Agradecido por su honestidad, el rey los envió en grupos de tres para buscar el cuerpo de Hiram Abif.


Tras varias semanas de búsqueda dieron con los restos del arquitecto e informaron a Salomón de su hallazgo. Éste les ordenó levantar el cadáver de la sepultura mediante el «apretón de manos de un aprendiz», correspondiente al primer grado de la masonería. Al fracasar en su intento, el rey les dijo que probaran el «apretón de manos de un artesano compañero», del segundo grado. Tampoco lo consiguieron, y, entonces, el mismo Salomón se presentó en el lugar donde yacía Abif para levantarlo con el «apretón de manos de un maestro masón», o tercer grado. Gracias a ello, no sólo pudo levantarse el cuerpo sino que la vida regresó a él de nuevo. La primera palabra que pronunció en su nuevo estado, fue recogida por los masones y utilizada en sustitución de la perdida con su muerte. Desde entonces ha sido trasmitida de generación en generación hasta la actualidad. Muchos historiadores y escritores masones enmarcan la historia de Hiram Abif dentro del mito, mientras que otros están convencidos de su autenticidad.

Acerca de los tres primeros grados de la masonería, los investigadores británicos Christopher Knight y Robert Lomas dicen en su libro La clave masónica: «El personaje central de la masonería libre es el constructor del templo de Salomón, Hiram Abif, que fue asesinado por tres de sus propios hombres. La muerte estilizada y resurrección del candidato es el hecho que convierte a uno en “maestro masón” y cuando está levantado de su tumba, el lucero de la mañana está en el horizonte».

La logia de los Illuminati

Varios grupos sin conexión entre sí se han identificado con el nombre Illuminati, que en latín significa «alumbrados» o «iluminados». En algunos casos, esta denominación se debía a la posesión de textos gnósticos u otra información oculta no disponible para el público. En el siglo XV, otros grupos afines reivindicaron que la iluminación venía del interior de cada persona como resultado de una conciencia alterada o de un despertar de la conciencia. Los «alumbrados» españoles pertenecían a este último tipo. Las primeras referencias históricas a los «alumbrados» en España se remonta a 1492. Éstos tenían un origen gnóstico, y su filosofía se extendió en la Península gracias a la influencia italiana. Uno de sus primeros líderes, fue una campesina nacida en Salamanca, conocida como la beata de Piedrahita, cuyas pretendidas conversaciones con la Virgen y Jesús llegaron a conocimiento de la Inquisición en 1511, aunque gracias a un protector no tuvo que enfrentarse al todopoderoso organismo. Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, no fue tan afortunado. En 1527, cuando estudiaba en Salamanca, fue llevado ante una comisión eclesiástica acusado de simpatizar con los «alumbrados» consiguiendo eludir el castigo con una amonestación. Otros acusados de Toledo fueron sometidos a latigazos y encarcelamiento en 1529. En los años siguientes, y hasta principios del siglo XVII, muchos otros «alumbrados» fueron perseguidos por la Inquisición, sobre todo en Córdoba.

En su novela Ángeles y demonios, el escritor estadounidense Dan Brown plantea que Galileo era miembro de los Illuminati. Una afirmación sin otra validez que la de aportar intriga a la trama de la novela. Sí que es cierto, por otra parte, que en 1610 fue invitado a formar parte de una sociedad italiana de científicos e investigadores llamada Academia de los Linces (Accademia dei Lincei), fundada por Federico Cesi en 1603.

El nombre de este grupo procedía de Lynceus, el argonauta de la mitología griega dotado de una perspicaz vista. Junto con Cesi, el matemático Francesco Stelluti, el médico Johannes Eck, de los Países Bajos, y Anastasio de Fillis fueron los primeros miembros de la Academia, y vivían en comunidad en la casa del fundador, donde el anfitrión les proporcionaba libros y equipos de laboratorio. En un documento de 1605, se publicaron los objetivos de la Academia:

[...] no sólo adquirir conocimiento de cosas y sabiduría y vivir juntos legal y piamente, sino también mostrarla a los hombres de una manera pacífica, tanto oralmente como por escrito, sin causar daño.

Tanto el padre de Cesi como los aristócratas romanos estaban en contra de la Academia de los Linces. Acusaron a sus miembros de practicar magia negra, oponerse a la doctrina católica y llevar una vida escandalosa. Eck fue obligado a marcharse de Roma y durante algún tiempo sus miembros estuvieron esparcidos. Sin embargo, Cesi mantuvo la unión de los miembros por correspondencia.

Galileo fue el miembro más famoso y las publicaciones más prestigiosas de la Academia de los Linces fueron las suyas. En primer lugar apareció su «Tratado sobre las manchas solares» (1613) y luego, «El ensayador» (1623).

Con la captación de Galileo, el número de miembros del grupo creció hasta 32.

La muerte de Cesi, en 1630, precipitó el fin de la Academia.

El Priorato de Sión

Esta sociedad secreta, menos conocida, salió a la luz por el protagonismo que le concedió el mencionado Dan Brown en El código Da Vinci. En este bestséller mundial, se habla del Priorato de Sión como la sociedad que protege uno de los secretos más guardados del cristianismo no ortodoxo: la supervivencia de Jesucristo, su matrimonio con María Magdalena, sus tres hijos y su huida a Francia. El contenido místico de Brown se apoya en buena medida en el libro de investigación de Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, El enigma sagrado. Estos investigadores realizan una serie de afirmaciones sobre esta sociedad, empezando por decir que su historia comienza con la creación de la orden de los Caballeros Templarios, que fueron su brazo armado. El objetivo principal del Priorato era restaurar la dinastía merovingia, que gobernó el reino de los francos entre 447 y 751, en las monarquías de Europa y en el Reino de Jerusalén. Dicha orden, por lo tanto, protegía a los que consideraba los descendientes auténticos de Jesús y María Magdalena.

También especulan sobre las metas últimas del Priorato de Sión, donde la restauración monárquica adquiriría la forma de un Imperio Sagrado Europeo cuyo objetivo sería preparar el camino hacia un Nuevo Orden Mundial de paz y prosperidad. Para lo cual habría que sustituir la Iglesia católica romana por una religión estatal ecuménica y mesiánica, que contaría con el Santo Grial y las reliquias perdidas del antiguo templo de Herodes. Finalmente, se prepararía y coronaría al rey ungido del Gran Israel.

Ambos libros ofrecen una lista ininterrumpida de los grandes maestros del Priorato de Sión entre los siglos XII y XX, incluyendo a personajes como Leonardo da Vinci, Robert Fludd, Robert Boyle, Isaac Newton y Claude Debussy, entre otros —nombres asociados también con otras sociedades secretas como los Rosacruces.

Conclusiones

Este recorrido a través de algunas sociedades secretas revela que las más importantes poseían unos vínculos estrechos con los primeros nueve templarios y con sus hallazgos bajo los establos del templo de Salomón. Además de encontrar la línea de sangre que unía a los reyes David y Salomón con las familias Rex Deus de Europa, hallaron unos manuscritos secretos, que probablemente fueran llevados hasta Rosslyn por Enrique St. Clair, el primer barón de Rosslyn. También, es posible que encontraran otras reliquias importantes durante sus excavaciones, incluso el Arca de la Alianza y el Santo Grial.

Los templarios se dispersaron a causa de la persecución de que fueron objeto a principios del siglo XIV. Se piensa que se llevaron sus tesoros, dejándolos en lugares secretos que sólo los iniciados sabrían cómo encontrar. En este sentido, dedico el capítulo 2 a las ingeniosas técnicas empleadas por los templarios para dejar una huella permanente de su paso.

Empecé este capítulo con los Rex Deus y terminé con la sociedad secreta del Priorato de Sión. En el momento en que escribo estas líneas, no se sabe si existe alguna relación entre las dos.

2. Rastreando la huella de los templarios

Durante su estancia en Jerusalén en el siglo XI, los primeros nueve templarios, supuestamente hijos primogénitos de nobles y todos miembros de la sociedad secreta milenaria Rex Deus, buscaron ciertas reliquias y manuscritos debajo de los establos del primer templo, el de Salomón, donde estuvieron alojados durante su estancia de nueve años. Recordemos que, supuestamente, hallaron algunas reliquias de gran valor espiritual (el Arca de la Alianza y el Santo Grial). Además, algunos investigadores afirman que encontraron unos manuscritos con los rituales necesarios para transformar al heredero de un faraón en monarca tras el fallecimiento de su padre. A través de Moisés, esta información fue transmitida a David, el primer rey de Jerusalén y luego empleada por todos los sucesores de su linaje. Otros manuscritos encontrados incluirían descripciones sobre la vida de Jesús que discrepaban con la versión presentada por la Iglesia católica romana, así como información matemática sobre los astros y coeficientes importantes como pi y phi.


Al volver a Europa, y tras formar la orden del Temple, el crecimiento de esta sociedad fue espectacular y en poco tiempo acumuló una riqueza sin parangón, construyendo decenas de iglesias y catedrales por toda Europa. A finales del siglo XIII su poder se hizo incómodo para el Vaticano y para la monarquía francesa. Así, Felipe IV «el Hermoso», rey de Francia, conspiró con el papa Clemente V para perseguir a los templarios bajo la acusación de herejía. Su crimen era venerar a una cabeza llamada Baphomet que según los acusadores tenía relación con el diablo. El resultado de la persecución fue la captura del Gran Maestre de la orden, Jacques de Molay, quien, en un primer momento, no fue condenado a muerte, prometiéndosele recobrar la libertad si confesaba y reconocía sus herejías. Parece ser que el 11 de marzo de 1314 fue llevado, junto con otros miembros de la orden, ante los representantes de Felipe IV y Clemente V para escuchar la sentencia. Su disgusto fue inmenso al descubrir el engaño, ya que la promesa de libertad se transformó en una condena a pasar el resto de sus vidas en la cárcel. Al oír la sentencia, Molay declaró públicamente que las confesiones habían sido obtenidas con astucia y engaños y que por lo tanto, debían ser consideradas nulas y no válidas. Como consecuencia de esta declaración, esa misma tarde del 11 de marzo, Molay y su comendador de Normandía, Godofredo de Charnay, fueron quemados en una pequeña isla del río Sena.

Tras la muerte de Molay, comenzó la «diáspora» de los templarios, y de sus tesoros más significativos, hacia el norte de Europa, llegando incluso a Canadá. Según algunos investigadores dejaron pistas de su éxodo en la capilla de Rosslyn, en Escocia, en la isla danesa de Bornholm, y en la isla del Roble, en Canadá. También dejarían rastros importantes en Francia.

 

La estela de los templarios tiene que buscarse en la geometría sagrada y también en conocimientos secretos que sólo ellos sabían. En este capítulo, vamos a examinar cómo el emplazamiento de sus iglesias y templos contiene información vital para ellos y sus sucesores.

Rennes-le-Château

A unos cuarenta kilómetros al sur de la ciudad francesa de Carcasona, se encuentra el pequeño pueblo serrano de Rennes-le-Château. Se cree que fue el último reducto de grupos tan dispares como los visigodos, los cátaros y templarios, todos vinculados con tesoros perdidos. Más recientemente, en 1885, el sacerdote Berenguer Saunière fue a ocuparse de la parroquia del lugar. Por entonces, el edificio de 800 años necesitaba una amplia restauración debido a su estado general de deterioro. Tras varios intentos, consiguió un pequeño préstamo para poder iniciar las obras.

Durante el proceso de restauración, se retiró una de las piedras angulares del altar. Al parecer estaba hueca y contenía varios documentos, a saber, varios árboles genealógicos y textos en latín transcritos en un código complejo y de difícil interpretación. Con todo, la clave no estaba lejos y se encontraría poco después en la inscripción de una lápida situada en el mismo jardín de la parroquia. No obstante, su traducción al francés todavía distaba de arrojar luz sobre el contenido de los manuscritos:

BERGERE PAS DE TENTATION QUE

POUSSIN TENIERS GARDENT LA CLEF

PAX DCLXXXI PAR LA CROIX ET CE CHEVAL

DE DIEU J’ACHEVE

LE DAEMON DE GARDIEN A MIDI

POMMES BLEUS

La traducción al español sería: «PASTORA, SIN TENTACIÓN, QUE / POUSSIN, TENIERS TIENEN LA CLAVE / PAZ 681 POR LA CRUZ Y ESTE CABALLO / DE DIOS, YO TERMINO [O DESTRUYO] / ESTE DEMONIO DE LA GUARDA A MEDIO DÍA / MANZANAS AZULES».

Según los investigadores británicos, David Wood y Ian Campbell, autores de Poussin’s Secret (El secreto de Poussin), era tal la importancia de estos descubrimientos que Sauniere fue enviado a París con la bendición del obispo de Carcasona. Se desconoce el objeto del viaje, aunque se sabe que durante su estancia en la capital, Sauniere visitó el Louvre, donde compraría copias de tres pinturas, una de ellas muy importante para sus investigaciones posteriores.

Parece ser que al regresar a su pueblo, el párroco se hizo muy rico sin que haya trascendido la causa de su inesperada buena fortuna. Lo que nos ha llegado, es que Sauniere gastó un capital en la restauración de la iglesia y que llenó el edificio de imágenes polémicas, contrarias al espíritu de la fe de la que era valedor.

De las copias adquiridas en el Louvre, Los pastores de la Arcadia, de Poussin, se convirtió en centro de atención de las investigaciones del nuevo mecenas. El significado de la obra quedó magnificado cuando Sauniere descubrió que el original había sido comprado por el rey Luis XIV, cuyo interés surgió después de leer una extraña carta enviada al jefe del Tesoro de la Corona, Nicolas Fouquet, por su hermano, el abad Louis Fouquet, tras el encuentro que éste tuvo con Poussin en Roma. Entre otras cosas, se decía lo siguiente:

[...] Los dos discutimos ciertas cosas que te explicaré con todo detalle —cosas que te darán, a través de Monsieur Poussin, unas ventajas que incluso los reyes tendrían dificultad de sacar de él, y que, según me decía, es posible que nadie más las redescubra en los siglos venideros—. Además, son cosas tan difíciles de descubrir que nada que existe en la tierra en este momento puede tener un valor tan grande ni ser igual.

Estas palabras apuntan hacia la existencia de algo mucho más espiritual que el oro. De hecho, su obra contiene suficiente evidencia de que conocía la existencia de una geometría sagrada en la zona de Rennes-le-Château. Es evidente también de que se trataba de algo de vital importancia por lo que debería permanecer encriptado evitando su destrucción.

Según el investigador español Enrique de Vicente, autor del libro Las claves ocultas del código Da Vinci, Poussin fue miembro de la sociedad secreta el Priorato de Sión, que defiende un Jesucristo hombre, casado con María Magdalena y padre de tres hijos. Quizá esto hecho prueba que la pintura que estamos considerando aquí contiene pistas ocultas sobre algún secreto que data del tiempo de los templarios.

David Wood, uno de los autores de Poussin’s Secret, es cartógrafo y, durante más de once años, estudió la geometría de las iglesias, cimas montañosas y restos megalíticos de la región del Languedoc. Desde el principio andaba tras la pista de una geometría sagrada sobre la base del pentágono, cuyos ángulos miden 36 º. Aunque sus mediciones probaban la existencia de una estructura pentagonal en la zona, pronto descubrió que la figura no era regular ya que situando un círculo sobre siete marcadores de identificación (iglesias, etc.) obtuvo cuatro ángulos de 36 º dentro del círculo, pero faltaba el quinto. No obstante, al extender los lados del triángulo que no hacía intersección para dar el quinto vértice, consiguió el encuentro más allá del límite norte del círculo y su ángulo era también de 36 º (un resultado considerado imposible por los matemáticos modernos), hasta comprobar por sí mismo su autenticidad.

Conviene recordar que el pentagrama era un símbolo secreto de la escuela Pitagórica y para el ocultista Paracelso abarcaba todas las fuerzas arcanas de la naturaleza. También la estrella de cinco puntas es un símbolo femenino, en contraste con el hexagrama masculino.

Para estudiar el pentagrama con un vértice extendido, Wood procesó sus mediciones de ángulos y distancias con ayuda de un programa informático de diseño asistido (CAD), que suele utilizarse en ingeniería y arquitectura para diseñar edificios. Descubrió que la figura guardaba una relación directa con la constante f (la sección áurea) mediante la ecuación: seno 18 º = f/2.

Según Wood, y también Campbell, coautor del mismo libro, los creadores del pentagrama extendido de Rennes-le-Château estaban indicando tres datos importantes para quienes conocieran la existencia (1) de la división «partir por la mitad», (2) del uso de la relación del seno y (3) del número 18.

Volviendo al código descifrado de los textos descubiertos por Sauniere en su iglesia, tanto la extraña frase «POUSSIN TENIERS GARDENT LA CLEF, PAX 681», como la copia de la pintura Los pastores de la Arcadia, que el párroco trajo de París, merecen consideración aparte. La primera pista la ofrece el 681, un número pitagórico ya que la relación entre los valores seno de los ángulos de un triángulo cuyos lados midan 6, 8 y 10 unidades es 0,6, 0,8 y 1,0, respectivamente. Esto importa si tenemos en cuenta que dentro de la parroquia en cuestión, hay una pintura que retrata a unos romanos jugando a los dados para conseguir la ropa de Jesús. Se ven las caras de dos dados con los valores 3, 4 y 5. Otra pista se encuentra en las palabras «POUSSIN TENIERS GARDENT LA CLEF». Wood y Campbell sostienen que una persona con mente matemática diría que la clave está en las palabras «POUSSIN» y «TENIERS», ya que en inglés la palabra «seno» es «sin», luego su inclusión en POUSSIN es intencionada. Se repite en TENIERS, pero al revés, y estas letras son las únicas comunes en ambos nombres.

Servidor discrepa con Wood y Campbell, ya que en inglés la palabra «seno» es «sine» y no «sin», y el nombre Poussin no contiene la palabra «sine». Los dos nombres, Poussin y Teniers contienen la palabra SIN que probablemente se refieren al dios caldeo de la Luna. El apellido Teniers contiene la palabra «sine» (seno) que es un homófono de otra palabra inglesa, «sign» que significa «señal».