Psicoterapia Integrativa EIS

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Introducción ~

Este libro estuvo a punto de no existir. A través de los años, fueron muchas las veces en las que me vi tentado de abandonarlo.

¿Por qué?

Simplemente porque el esfuerzo era demasiado. El escribir este libro me ha tomado más de 12 años. En horas, son literalmente miles; porque suman miles las horas de trabajo invertidas en lecturas de artículos, de libros, de fichas clínicas, de apuntes, en reflexiones, en redacción… Esto, sin contar mi trabajo clínico cotidiano, el cual he ido volcando – al menos parcialmente – en el libro que presento ahora. Esfuerzos, todos, trasladados finalmente al computador. Si el lector constata solamente la extensión del libro – y la amplitud de la bibliografía revisada – coincidirá conmigo en concluir que el esfuerzo no ha sido menor.

Desafortunadamente, los esfuerzos desplegados no garantizan en modo alguno la calidad de una obra. Bastaría un operar "con las tintas cargadas", para que los sesgos comiencen a cercenar el valor de los esfuerzos.

Adicionalmente, fueron muchas las veces en las que me pregunté por el sentido de tanto esfuerzo… cuando el autor de estas líneas peina canas hace ya algunas lunas.

La pregunta, acerca del sentido de todo esto, tiene sus fundamentos. Cuando cada vez se lee menos, yo presento una obra de 1436 páginas. Cuando los estudiantes buscan "el resumen del resumen", yo les presento una obra muy extensa. Cuando los enfoques compiten por aportar terapias rápidas, fáciles, en línea con el "cómo aprender alemán en 10 días", yo presento una obra de 1500 páginas. Cuando las personas están buscando satisfacciones máximas – con esfuerzos mínimos – en línea con la "felicidad express", yo presento una obra extensa, cuya lectura demanda un esfuerzo no menor.

Como si lo anterior fuera poco, el valor del conocimiento válido tiende a transarse a bajo precio en nuestros territorios psicoterapéuticos.

Es así que, para algunos, la realidad es multiversa; no hay "una" versión más válida de la realidad. No hay "una" versión mejor de las cosas. Los "observadores" son constructores de realidades… más que descubridores. Por lo tanto, observadores – y observados – se mueven en un contexto de relativismos múltiples. Unos y otros van generando, en sí mismos, caleidoscopios cambiantes… cuyo "valor de verdad" es demasiado escaso. En este contexto, más relevante es el respetar la "verdad" de cada cual, aun cuando de "verdad" tenga muy poco… y aunque no vayamos acumulando conocimiento alguno. Es así que cada caleidoscopio muestra lo suyo; y, "lo suyo", pasa a ser respetable "per se"… por respeto a las personas, no por su validez.

Obviamente, si no tenemos acceso a "verdad" alguna, y si no tenemos acceso a conocimiento válido alguno… ¿para qué tomarse la molestia de escribir un libro de 1500 páginas?

A partir de estos considerandos, este libro – que en sus contenidos pretende ir de la mano de los tiempos – podría estar epistemológicamente "fuera de época". Adicionalmente, por su extensión, pareciera estar formalmente desubicado, y fuera de "timing". En el contexto sociológico actual, los potenciales lectores parecieran brillar por su ausencia.

De este modo, cuando el esfuerzo es tanto y los lectores pueden ser pocos, el sentido de perseverar escribiendo el libro se empieza a desvanecer.

Si lo anterior fuera todo, simplemente no habría libro. Todo habría terminado antes de comenzar. Sin embargo… lo anterior no lo es todo.

Más allá de los múltiples "peros", el escribir el libro sí tiene sentido. Tanto sentido tiene… que terminé escribiéndolo. Tanto sentido tiene que, desde mi óptica – poco imparcial – considero que es uno de esos libros que realmente vale la pena de ser leído. ¿Opinión fundamentada?... habrá que ver.

Exploremos brevemente los territorios que, en mi opinión, le dan sentido al libro. Por ahora, dejaremos fuera la temática epistemológica, la cual es abordada amplia y directamente al interior del libro.

Si me preguntan por las fortalezas que han venido mostrando los psicoterapeutas – a través del tiempo – mencionaría principalmente tres: la vocación de ayuda, los esfuerzos por ayudar, y… la creatividad. A estas fortalezas, por supuesto, es posible agregar muchas otras.

A través de los años, desde el recién explicitado trasfondo de vocación, de esfuerzos, y de talento creativo, han venido emergiendo un Sigmund Freud, un Ilich Pavlov, un B. F. Skinner, un Carl Rogers, un Gregory Bateson, un Albert Bandura, un Viktor Frankl, etc. A todos ellos – y a muchos otros – los valoro mucho. Aún más, a todos los recién mencionados los admiro. Y a todos ellos, y a muchos otros, les agradezco… aquello en lo cual nos han aportado realmente.

No obstante lo anterior, a ningún autor "le compro" todo... ni mucho menos. ¿Por qué? Porque, a la luz de una mirada panorámica y completa, cada autor se ha equivocado bastante más que lo que ha acertado. Digo esto, no a partir de la hipercrítica o de la descalificación, sino a la luz de la mejor investigación existente hoy en día.

Por otra parte, cuando las más variadas teorías y técnicas – de los diversos enfoques – conducen a resultados psicoterapéuticos muy parecidos, es porque lo "común" de los enfoques es lo que explica el resultado común. Cuando sistémicos, humanistas, cognitivistas, psicodinámicos, etc., llegan "casi" al mismo lugar – en términos de sus aportes a los pacientes – ese aporte común no lo explican ni la teoría sistémica, ni la humanista, ni la cognitiva, ni la psicodinámica, etc. El avance común lo explican los factores comunes. Lo constatable es que, en este contexto de resultados terapéuticos tan parecidos, los aportes específicos de cada enfoque pierden fuerza. En medio de este panorama, no parecieran ser demasiado relevantes ni las teorías específicas de cada enfoque, ni sus estrategias clínicas específicas.

Lo que sí establecería diferencias entre los resultados de los enfoques, son algunas técnicas específicas desarrolladas por algunos enfoques.

Adicionalmente, las teorías que se han venido generando, aportan en ciertos sentidos y perjudican en… muchos otros. Aportan, aquellas teorías que han logrado explicar bien algunos segmentos de la dinámica psicológica; aportan, cuando se las aplica a esos segmentos… en los cuales esas teorías funcionan. Perjudican, cuando esas mismas teorías son llevadas a explicarlo "todo", en circunstancias que son válidas solo para algunos segmentos. Es entonces cuando reducen y simplifican; y pasan a encauzar todo en una dirección estrecha. Es entonces, cuando esas teorías fuerzan las miradas, impidiendo que se perciban otros aportes valiosos. Y, puesto que prácticamente el 100% de las teorías existentes adolecen de estos defectos, las teorías han terminado por ser perjudiciales. Y, por ello, han venido cayendo en el desprestigio… incluso en el desuso.

Y, en el ámbito de la "integración", las cosas no parecieran estar funcionando mejor.

Es un hecho que la palabra integración "viste"; suena bien y resulta atractiva. Por lo cual, son muchos los psicoterapeutas que desean ser integrativos o se califican como integrativos. En los hechos, sin embargo, no queda en absoluto claro qué significa ser integrativo. Por lo pronto, dista de estar claro "lo" que se va a integrar. Es así como los criterios de selección, con respecto a lo que será integrado, tienden a ser pobres y muy disímiles. Por lo que, en la práctica, se ha venido "integrando"… casi cualquier cosa.

Y las teorías "integrativas" no han estado muy a tono con su nombre. O "subintegran", o "mezclan" esto con esto otro, o "combinan", o "juntan", o bien "pescan de aquí" y "pescan de acá".… Como lo sintetiza magistralmente el "Master of the house" en Los Miserables: "Mix it in a mincer and pretend it’s Beef". Dicho esto mismo, en español y aplicado a nuestra temática: "Mezclemos esto, y esto, en una mezcladora… y hagamos creer que es integración".

Por estos senderos, nos estamos encaminando a la gestación de cientos de teorías "integrativas", que mezclan muchas cosas… pero que integran pocas. Es así como "el mercado", se ha venido poblando de propuestas "integrativas" de toda índole. La mayoría de dudosa calidad; pero que cuentan con "consumidores" más que dispuestos a "comprar", y a aplaudir…

Un problema que contribuye a explicar el panorama que estoy exponiendo, es que el pensamiento crítico y autocrítico – en nuestros territorios psicoterapéuticos – ha pasado a constituir una "rara avis".

Es así que, en los territorios de la integración, se aplica aquello de "mucho ruido y pocas nueces". Es que hablar de integración – y atraer adeptos – es relativamente fácil; integrar realmente… no lo es tanto.

Por supuesto, algunas de las teorías integrativas que se han propuesto son mejores que otras. Aportes de Albert Bandura (1986), de Theodore Millon (2000), y de otros, pueden ser citadas como ejemplos de aportes comparativamente mejores.

Sin embargo, no me parece exagerado, el sostener que a la fecha no se ha propuesto teoría alguna, capaz de dar cabida – completa y coherente – al conjunto de conocimientos válidos existentes en la disciplina. Por consiguiente, no resulta exagerado decir que, a la fecha, no se ha propuesto teoría integrativa alguna capaz de fundamentar una psicoterapia integrativa… que amerite su nombre en plenitud.

Por donde abordemos el tema va quedando claro que, en la psicoterapia contemporánea, abundan y sobreabundan las discrepancias: desacuerdos epistemológicos, desacuerdos metodológicos, tendencia a "encontrar" lo que cada cual quiere encontrar, desacuerdos etiológicos, desacuerdos diagnósticos, desacuerdos técnicos, dificultades para ir más allá del efecto placebo, dificultades para ir más allá de los factores comunes, multiplicación errática de más de trescientos enfoques "discrepantes", tendencia al "empate" entre esos mismos enfoques, etc. Todo esto, teniendo como trasfondo permanente, una irrenunciable tendencia al reduccionismo por parte de los teóricos de la psicoterapia.

 

Todo lo cual va trayendo consecuencias. Es así como son muchos los psicoterapeutas que han venido optando por abandonar – y por desechar – esas teorías estrechas y reduccionistas. No es de extrañar, entonces, que el eclecticismo se esté fortaleciendo por doquier.

Todos estos considerandos, muestran que son muchos los factores que contribuyen al panorama desordenado y errático que presenta nuestra disciplina. Sin abundar en cada aspecto, lo más claro de todo es que la psicoterapia requiere – con urgencia – comenzar a transitar por caminos diferentes. Caminos que le permitan llegar a lugares diferentes. Caminos que le permitan decantar, sintetizar y organizar los conocimientos válidos hasta aquí alcanzados. Caminos que le permitan evolucionar mejor.

Mantengo la expectativa que, a medida que el lector progrese en la lectura de estas páginas, se dará cuenta que este libro va aportando respuestas… que responden realmente a los desafíos de fondo de la psicoterapia contemporánea. Respuestas, que se avienen con las "exigencias de los tiempos". Por supuesto, no se trata de respuestas finales; no se trata de pretender la posesión de la verdad. Se trata de probables mejores respuestas, surgidas desde un "punto axial" más adecuado. Por supuesto, el libro no procura aportar "todas" las respuestas; pero sí unas cuantas… muy importantes, muy de fondo.

Este libro pretende equilibrar los aportes conceptuales con los aportes clínicos. Por lo tanto, dista mucho de ser "pura teoría". En mi opinión – que no pretende ser LA opinión – las "respuestas" que propone este libro calzan bien con sus ambiciosos objetivos centrales: aportar profundidad a la comprensión y potencia al cambio en psicoterapia. Y sus páginas están llenas de ejemplificaciones clínicas. Adicionalmente, creemos que el libro contribuye a perfilar un mejor camino para la evolución de la psicoterapia.

En este sentido, el libro que estoy presentando "suena" a ambicioso… porque lo es. Acaso puede sonar a mesiánico, o bien a megalomaníaco… pero no lo es. Un mérito esencial de este libro – si es que lo tiene – se relaciona con procurar rescatar lo válido que han venido aportando "otros". Cuando me refiero a avanzar "sobre los hombros de muchos, enfrentando los problemas de todos", lo que quiero decir es que nosotros deseamos nutrirnos – decididamente – de lo que muchos han venido aportando a través de la historia de la psicoterapia. Paradójicamente, esos aportes – recontextualizados en un encuadre no-reduccionista – pueden aportar mucho más que en su versión original.

De este modo, una cosa es que los psicoterapeutas no hayan propuesto una teoría realmente integrativa. Otra, muy diferente, es que no hayan aportado absolutamente nada.

En este libro procuramos "pensar en grande". Esto involucra el lanzar una mirada "de helicóptero", que nos permita superar la tendencia endémica de los psicoterapeutas… en el sentido de mirar solo segmentos de la dinámica psicológica. Al romper con este estilo reduccionista, este libro involucra algo así como… una "revolución en la mirada".

Las propuestas de este libro pretenden ser sólidas, y procuran estar bien fundamentadas. Por supuesto, el lector podrá evaluar, valorar, cuestionar, e incluso descalificar, lo que aquí iremos proponiendo. Está en su pleno derecho; es posible que vaya valorando también. Y, cualquiera sea su evaluación… bienvenida sea.

En la redacción de este libro, he procurado introducir la mayor cuota de "amenidad" compatible con una obra de esta naturaleza. Una vez más, al lector le corresponderá evaluar, en definitiva… cuán ameno logré ser.

Hemos sostenido que diversos autores y enfoques aportan algunos "segmentos de conocimientos válidos". Y algunas "estrategias clínicas válidas". Lo que ocurre es que, esos aportes válidos, han sido insuficientes como para inclinar los resultados terapéuticos a favor del respectivo enfoque.

Si cada autor y cada enfoque aportara "cero", una integración de ceros no nos aportaría nada. Tampoco aportaría el procurar integrar "partes incompatibles". Como lo han señalado algunos, integrar la química con la alquimia… no es mucho lo que aportaría; tampoco el integrar la materia con la antimateria; ni el "realismo ingenuo" con el "constructivismo radical".

Por lo tanto de lo que se trata, es de ir conectando e integrando los múltiples "segmentos de conocimientos válidos", generados por muchos autores y por diversos enfoques; segmentos válidos, que se encuentran dispersos por doquier. Pero que se encuentran integrados en su operar en nosotros, en nuestro devenir psíquico cotidiano. Es así como nuestras "evidencias" proceden de los hallazgos empíricos y fenomenológicos, de la práctica clínica y del operar integrativo "in vivo" de nuestra dinámica psicológica.

Como lo he reconocido en líneas anteriores, los objetivos de esta obra distan de ser modestos. Sin embargo, desde nuestra óptica, se relacionan con la esencia misma de nuestro quehacer. El presente libro apunta a lo medular, y evita en lo posible "irse por las ramas". Se hace más que urgente el que alguien aborde esta tarea; si nos va mal, ya vendrá alguien que pueda hacerlo mejor.

En este libro, nos hemos propuesto ser guiados por objetivos de la mayor significación.

Por lo pronto el libro, si bien entrega información actualizada de la mayor relevancia, no se limita a ello. Procura entregar un modo diferente de aproximarse a la psicoterapia. Un modo diferente, actualizado, creativo, fundamentado y sólido Es así como, en cada momento, estaremos tomando posiciones; sin intentar decir lo políticamente correcto, sino que lo cognoscitivamente correcto y lo clínicamente correcto. Y, con el mayor respeto hacia nuestros colegas, aunque puedan pensar de otra manera. Respeto personal: distinto de valoración de todas sus posturas.

Y nuestras propuestas… ¿serán mejores?

Es esencial que sean mejores. Pero no es tan fácil que lo sean; y, en cualquier caso, no puedo calificarlo yo.

En un esquema del tipo "lo mío es tan bueno como lo tuyo"… nos llevamos todos bien; pero el conocimiento no progresa nada. El solo "llevarnos bien", no conduce demasiado lejos; el "llevarnos bien para progresar" pasa a sonar mucho mejor. De este modo, el que logremos progresar es uno de los "leitmotiv" del presente trabajo.

El lector encontrará que los conceptos, teorías y conclusiones aquí expuestos, procuran ser consistentes con los datos válidos que aportan las mejores evidencias existentes.

En estas páginas, se procurará especialmente que los análisis, las discusiones, los planteamientos y las conclusiones… muestren solidez. En el actual contexto psicoterapéutico, en el cual cualquiera propone cualquier cosa, y en el cual un enunciar carismático predomina por sobre una demostración fundamentada, la búsqueda de solidez constituye un plus de la mayor significación.

En este libro, el lector constatará una actitud permanente de búsqueda de una síntesis del conocimiento válido existente. Lo cual involucra el rescatar el conocimiento válido, dondequiera que se encuentre, a fin de poder realizar una especie de "arqueo de caja"… del conocimiento válido que la psicoterapia ha venido acumulando en el tiempo.

Sin embargo, no se trata de rescatar para "amontonar"; se trata de rescatar para integrar; organizadamente, en el contexto de una totalidad coherente. Y este rescatar lo válido, organizadamente, pasa a ser fundamental a la hora de nutrirnos de nuestra historia.

Es así que, en estas páginas, el lector encontrará una búsqueda "omnipresente" de integración… la cual desde nuestra óptica involucra el conectar – en una totalidad coherente – las partes válidas diferentes que vayamos encontrando.

Los autores coinciden en que la principal diferencia entre una aproximación ecléctica, y un enfoque integrativo, consiste en que este último involucra la presencia de una teoría integrativa guiadora… para todo el quehacer del enfoque. Es así como, la calidad de la teoría integrativa involucrada en cualquier enfoque integrativo, determinará en definitiva la calidad del enfoque en cuestión. El tema no es menor; enfoques integrativos – carentes de teorías realmente integrativas – pueden aportar desorden y pueden parecerse mucho a aproximaciones meramente eclécticas.

Es así que, aquí, procuramos proponer algo diferente. Una teoría integrativa que "califique para el cargo"… y que sea capaz de guiar el desarrollo y la práctica clínica de una psicoterapia realmente integrativa.

Por lo tanto, en estas páginas, se procurará el ir generando una teoría completa, integrativa y no reduccionista, la cual surge a partir de los datos válidos que han venido aportando las evidencias. Una macro-teoría, capaz de abarcar los 360 grados de la dinámica psicológica, sin dejar conocimientos válidos "en el tintero", y sin permitir el ingreso de conocimientos de dudosa validez o simplemente no válidos. Y capaz de ayudar a guiar la evolución de la disciplina.

En estas páginas, se propondrá una psicoterapia integrativa capaz de aportar potencia al cambio, con la consiguiente contribución a nuestros pacientes.

A través del libro veremos cómo, el dar "profundidad a la comprensión", se relaciona directamente con lo que entrega nuestro Supraparadigma Integrativo. Y cómo, el aportar "potencia al cambio", se relaciona directamente con nuestra Psicoterapia Integrativa (EIS). Tan fundamental es esto, que ha sido llevado al título del libro que aquí estamos iniciando.

Por supuesto, el "procurar y el buscar" son diferentes del "alcanzar y el lograr". De este modo, el grado en el que se vayan alcanzando los loables objetivos recién expuestos, lo decidirán otros; entre ellos, quien esté leyendo estas líneas. Y lo ratificará -o refutará -el tiempo.

En estas páginas estamos aportando un enfoque psicoterapéutico diferente. Enfoque que – por exigencias del conocimiento y de los pacientes – necesitamos que sea "mejor" que los enfoques existentes. Si se tratara tan solo de "otro enfoque más", este se agregaría a los cientos de "empatantes" enfoques existentes. En ese caso, simplemente, no merecería existir.

Lo anterior, sin embargo, no significa desconocer la importancia de la persona del terapeuta. Sí involucra asumir que, una persona adecuada, potenciará su accionar a través de un enfoque a su vez adecuado. Por tanto, mientras mejor sea el enfoque, y entre más adecuada sea la persona del terapeuta, mayores serán los beneficios para los pacientes.

En el contexto explicitado, nuestro interés en "superar" a los demás enfoques no deriva de motivaciones mezquinas, competitivas o prepotentes; constituye más bien una necesidad evolutiva. La disciplina, y los pacientes, no necesitan en modo alguno de "un mero enfoque más".

Entiendo que estas afirmaciones puedan generar "anticuerpos" en muchos colegas. Como lo hemos señalado tantas veces, los psicoterapeutas hemos venido prefiriendo estilos más humildes; en línea con "estas propuestas pueden valer tanto o menos que las tuyas". Grato en lo afectivo… inconducente en lo evolutivo.

Es el conocimiento el que nos exige que un nuevo enfoque sea mejor. Y son los pacientes los que nos exigen, con urgencia, tratamientos mejores… y a un costo menor. Es así como los pacientes no nos dirían "llévense bien"; nos dirían "ayúdennos más y mejor".

No deja de ser curioso que, existiendo alrededor de trescientos enfoques de psicoterapia, ninguno nos resulte satisfactorio. ¿Es que evaluamos desde la descalificación excesiva? ¿Es que, a través del criticar a otros, deseamos "abrirnos un espacio" para justificar nuestra propia existencia? ¿O es que tenemos razones válidas para no optar por ninguno de los enfoques existentes? Estas páginas contribuirán a despejar estas interrogantes.

A nuestros lectores les haré una promesa; y se trata de una promesa no menor. Cursa así: el leer este libro valdrá realmente la pena, para todo psicoterapeuta… sea para coincidir, sea para discrepar. Por supuesto, una vez más, corresponderá al lector el ir estableciendo el grado en el cual seré capaz de ir cumpliendo esta promesa.

 

Con las exigencias que me he venido autoimponiendo, los lectores quedan empoderados en un grado superlativo. Como para concluir: "el libro no le hace honor a lo ‘prometido’ por su autor"; o bien: "sí, ha cumplido". O… "ha cumplido parcialmente". Este riesgo evaluativo, mayúsculo, lo asumo con la mejor de las disposiciones. Es que, así como existe el "derecho de autor", podemos enfatizar aquí que existe el "derecho del lector".

El lector podrá preguntarse, también, acerca de los méritos que se requieren para escribir un libro de esta envergadura; la inquietud es de la mayor importancia. Sin embargo, no soy yo el indicado para responder a esto.

Lo que sí puedo aseverar es que, en estricto rigor, no existe una condición que garantice que un autor hará bien un trabajo como este.

Dicho lo anterior, solo quisiera intentar una argumentación en mi favor. Por supuesto, el escribir un libro como este requiere de esfuerzo, seriedad, información amplia, creatividad, experiencia clínica y mil otros requisitos… los cuales puedo cumplir en mayor medida o menos. Sin embargo, entre las condiciones requeridas para escribir este libro hay una que, a mi juicio, resulta esencial. Una condición con respecto a la cual creo poseer "alguna" ventaja comparativa... estoy ingresando al territorio de las actitudes.

Se trata de un territorio que integra cogniciones y afectos. En estas latitudes, mi argumentación pasa a cursar así: "El autor de este libro reúne un requisito importante para escribirlo; y es el que ha procurado construir – en sí mismo – una actitud en la cual, decididamente, el conocimiento válido – venga de donde venga – está primero".

Reclamo para mí esta "ventaja comparativa". Porque, a través de gran parte de mi trayectoria profesional, he venido cultivando una actitud de apertura amplia y completa… en busca del conocimiento. Una actitud que me permita acceder al conocimiento válido, en todas sus dimensiones, esté donde esté, me "convenga" o no, lo haya propuesto este o aquel… Purificando – en la línea de las reducciones "eidéticas" y "fenomenológicas" – he procurado, con una motivación muy profunda, el colocar al conocimiento válido como mi "punto omega": prioritario, en todo mi quehacer profesional.

Se trata, en mi opinión, de la condición más necesaria de todas... Se trata, en un sentido de fondo, de una condición absolutamente necesaria para escribir este libro. Necesaria, pero ni remotamente suficiente. Sin un intento serio por ubicar al conocimiento válido en primera prioridad, simplemente no podría escribir este libro. Sin embargo, el cumplir con este requisito no "garantiza" – en modo alguno – la calidad del libro.

El priorizar el conocimiento válido nos conduce a la temática del "desde donde" observar. La idea es que logremos ubicarnos, en un punto que, nos permita observar la totalidad de la dinámica psicológica. Y, desde ese punto, mirar sin sesgos en todas las direcciones.

Sin embargo, el tan solo "mirar" no basta. Porque mirar es distinto de ver, especialmente en nuestros territorios psicoterapéuticos. Al respecto, resulta esencial el que seamos capaces de rechazar, como no válido, aquello que "nos agrada" pero que no califica a la hora del conocimiento. Y que seamos capaces de aceptar como válido, aquello que "no nos agrada", pero que sí califica a la hora del conocimiento.

En el que prioricemos el conocimiento válido, y en el que logremos observar con la amplia óptica explicitada, reside en una gran medida el mérito como para escribir este libro.

Lo anterior involucra, desde luego, mirar hacia los 360 grados de la dinámica psicológica. Mirar… y procurar ver. Dejando de lado, en la medida de lo posible, prejuicios, afinidades, simpatías, amistades, y/o conveniencias… "nacionales" y personales. Desde esta actitud básica, el conocimiento válido lo es por sus propios méritos; y pasa a ser realmente lo primero. Eso es lo que he procurado hacer por mucho tiempo.

A la hora de las prioridades, y a continuación del conocimiento, se ubican los pacientes. Los cuales, sin duda, pasarían a ser los primeros beneficiados… si logramos ir accediendo crecientemente a conocimientos válidos.

Y, si bien todos los psicoterapeutas dirán que asumen que el conocimiento es lo primero, en los hechos, muy pocos aplican aquello. En los hechos, son millares los psicoterapeutas que se dejan aprisionar "pasivamente" por sus deseos ("wishful thinking"); por sus creencias preestablecidas, traducidas en "sobre-compromisos" con sus respectivos enfoques ("allegiance effect"). Y son muchos los "aprisionados" por sus conveniencias personales. Todo lo cual deriva en miradas estrechas y reduccionistas, y/o en sesgos al autoservicio… y no al servicio del conocimiento.

El presente libro, se inserta en el contexto de la evolución de la psicoterapia. Y, al respecto, una cosa es como ésta está evolucionando, y otra es cómo queremos que lo haga. En este sentido, pretendemos ser un aporte para que la psicoterapia evolucione de la mejor manera. Una vez más, pretender es distinto de lograr.

En el libro, voy elaborando – en forma más actualizada, más completa y tal vez más "profunda" – cosas dichas por mí anteriormente. Y voy abordando, y proponiendo, muchas cosas nuevas… dichas aquí por primera vez.

Para quienes lean con interés estas páginas vayan – desde ya – mis agradecimientos. Es uno de los mejores "regalos" que podría recibir.

Dada la envergadura y el carácter integrativo de esta obra, decidí solicitar cuatro Prólogos diferentes. Para lo cual me dirigí a algunos de los psicoterapeutas más destacados del mundo; cada cual con una orientación algo diferente. Es así que los Prólogos de este libro han sido escritos por: el Dr. Jorge Gissi, destacado psicoterapeuta chileno, con una fuerte formación humanista-sistémica; el Dr. Edward Craighead, psicoterapeuta cognitivo-conductual de amplia y notable trayectoria; el Dr. John Norcross, uno de los psicoterapeutas más destacados del mundo en el ámbito de la psicoterapia basada en las evidencias; y el Dr. Paul Wachtel, con una fuerte formación psicodinámico-integrativa, autor de libros clásicos que han sido traducidos a los más diversos idiomas. Todos ellos aceptaron amablemente esta invitación. Y se han referido a esta obra – y también a mi persona – en términos que comprometen mi más profunda gratitud.

Agradezco además a mis profesores, pacientes, alumnos, compañeros de ruta… por lo mucho que han contribuido a mi evolución. Agradezco especialmente a mis compañeros del Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa; el Instituto se ha venido haciendo "grande", probablemente por el enfoque, y con seguridad por el trabajo abnegado de sus integrantes. Vaya un agradecimiento tremendo para mis preciosos y apoyadores hijos: Roberto, Marcela, Cristián, Nicolás y Sebastián. Para el Nicolito regalón y para el lindo del Tatán… el agradecimiento es directo; por sus apoyos "logísticos" al libro, de máxima calidad. Pero cada uno de mis hijos – con su apoyo afectivo y con su lucidez intelectual – , de un modo u otro ha enriquecido estas páginas.

Al finalizar esta introducción al libro, vaya también otro agradecimiento. ¿A la vida?... porque la vida me ha permitido – en lo profesional – ser aquello que hubiera querido ser: un psicoterapeuta. Para conocerme mejor, y para conocer mejor a los seres humanos. Para ayudarme, por esta vía, a intentar ser mejor. Y para procurar, a través de mi quehacer psicoterapéutico, ayudar a tantos que lo necesitan tanto.

Al culminar este "pasaje de agradecimientos", vaya finalmente un ¡gracias! contundente, mayúsculo, pleno de significación existencial. Esta vez, para mi esposa, la psicóloga Verónica Bagladi Letelier. Sin sus aportes, la calidad de este libro sería mucho, pero mucho menor; y quien escribe estas líneas, sería mucho, pero mucho peor. En cada página, en cada segmento, en cada rincón de este libro, está mi Veritinita… con su apoyo afectivo, con su inteligencia, con sus consejos, con sus aportes informáticos, con los aportes derivados de su práctica clínica, con sus críticas "implacables", con su sapiencia, con su tremenda vocación profesional. En suma, con lo que puede aportar la mejor de las esposas, y una de las mejores psicólogas que he conocido. Al ser esto tan profundamente así, simplemente… no hay palabras.