Refugiados ambientales

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Introducción

Dimensiones interdependientes

Lo global, lo regional, lo local y lo humano son cuatro niveles interdependientes que se tienen que considerar en su conjunto. En este libro, usaremos lo global en referencia a la Tierra y sus variaciones climáticas; para lo regional, la Cordillera de los Andes; el nevado de Huaytapallana representa el nivel local; y un ritual en el nevado de Huaytapallana, la dimensión humana.

1. Nivel global

Las variaciones climáticas que experimentará la Tierra en este siglo nos permiten reconocernos como parte de un proceso que afecta nuestras vidas, en particular a través de la migración forzada. A continuación, presentamos mapas que ilustran las variaciones del calentamiento global, lo que afecta directamente el cambio climático.

Mapa 1. Temperaturas lineales (°C) para el periodo 1974-2004


Alcances de temperatura lineal para el periodo 1974-2004

Mapa 2. Calentamiento global (°C) para el periodo 2011-2099


Modelo multimodal de medición del calentamiento global (temperatura de la superficie del planeta Tierra de acuerdo al escenario A1B, medido por el IPCC.

Fuente: IPCC, 2007.

El cambio climático y su impacto sobre la población no son fenómenos aislados. Los impactos han sido mayores en los países tropicales y pobres, sobre todo en los últimos sesenta años, en la seguridad tanto interna como internacional. Por su parte, el cambio climático es un problema global que requiere de soluciones también globales. Las migraciones ambientales, a su vez, son resultado directo de este y requerirán soluciones globales, regionales y locales.

El concepto de cambio climático ha cambiado a lo largo de los últimos años. Fue en 1984 cuando se empezó a sentir como un proceso que ocurriría en el futuro como consecuencia del calentamiento global y fue entonces que se acuñó el concepto de «migrantes climáticos». En la década de 1990, se les llamó «ecomigrantes» y, en los diez últimos años, los conceptos se expandieron y se denominó a los migrantes climáticos «refugiados ecológicos», «migrantes inducidos por el cambio climático» y «refugiados ambientales». Sin embargo, a pesar de los progresos en las definiciones, todavía no existe una legislación global que incluya todas las particularidades de este tipo de migración, básicamente porque aún persisten los conflictos generados entre los catastrofistas, los moderados y los escépticos. Mientras esto sucede, el número de migrantes ambientales aumenta año a año.

Una de las dificultades para abordar el problema proviene de los mismos afectados, porque tienen enormes diferencias internas y externas, a pesar de que producen un impacto local: unos lo sienten y han tomado conciencia; mientras otros no, o están apenas empezando a sentir su propia condición. Algunos datos que presentamos a continuación nos revelan la magnitud del problema. En los países pobres, el cambio climático produjo 884 885 víctimas, con pérdidas de 401 millones de dólares, mientras en los países ricos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) hubo 61 918 fallecidos, aunque perdieron 715 millones de dólares. Esta última diferencia se debe al mayor valor de las propiedades e instalaciones (PNUD, 2007).

De acuerdo a Norman Myers (2002) —uno de los más destacados especialistas en migración ambiental—, para el año 2050, alrededor de doscientos millones de personas serán consideradas como desplazados climáticos, en particular en regiones altamente pobladas, como las riberas del río Nilo en Egipto o las orillas a lo largo del río Ganges en la India, donde se afectarán 1,5 millones de hectáreas de terrenos de cultivo.

Culpar exclusivamente al cambio climático por la migración forzada poblacional es muy parcial, porque hay hasta tres tipos de factores concomitantes que influyen en él: poblacionales, culturales y políticos. Por ejemplo, Asia y África son similares a Latinoamérica en la naturaleza de las lluvias, granizadas, horas de sol y densidad demográfica, pero estas afectan a la población con intensidad diferente. Según estudios de IPCC, la elevación de un metro en el nivel del mar obligará a decenas de millones de personas a desplazarse en Bangladesh para el año 2080; además, para 2050 (Hemming y otros, 2007), se elevará el nivel del mar entre 35 y 80 cm.

Se estima que son 45 millones las personas anualmente expuestas al riesgo de inundaciones y eventos extremos del cambio climático, siendo las zonas de la costa las más vulnerables. Según el IPCC, para el año 2050, el estrés hídrico será el doble del actual, lo cual tendrá un efecto directo en la seguridad alimentaria, otra razón para el desplazamiento poblacional (Stern, 2006).

Ante este escenario, la prevención, reformulación y mitigación, antes de que ocurra la migración forzada, será la única alternativa. La migración compulsiva debe ser una decisión final, porque la población suele ser muy renuente a abandonar su lugar de origen, ya que allí están su familia, sus recursos y su modo de vida, la continuación histórica que forma parte de su cultura y sociedad. Un segundo problema es decidir dónde ir y la incertidumbre sobre si el migrante y su familia tendrán condiciones mínimas de vida. En casi todos los casos, la migración forzada implica la desintegración de la unidad familiar, aunque la revolución de las comunicaciones redujo el costo emocional al que necesariamente se enfrentan los migrantes.

La revolución en las comunicaciones también contribuyó a la difusión rápida, a veces en tiempo real, de las noticias sobre el cambio climático y las migraciones. Ahora se puede conocer lo que ocurre con los eventos en el Sistema Solar y más allá de nuestra galaxia, porque la Tierra no es un planeta independiente de lo que sucede en el cosmos. De igual manera, el gran interés académico y científico sobre el cambio climático nos permite conocer, a través de estudios y publicaciones, lo que ocurre y ocurrirá en nuestro planeta. Ese conocimiento aún es parcial, porque los que pueden acceder a dicha variedad de información son un grupo privilegiado o una élite; la enorme mayoría —sobre todo en países de África, Asia y América Latina— no tiene conocimiento del tema, lo cual es un obstáculo para el establecimiento de decisiones políticas globales, pues se suma al enorme desacuerdo sobre políticas ambientales —y en particular sobre el tratamiento para con los migrantes forzados— que existe entre los países ricos, emergentes y subdesarrollados.

2. Nivel regional

En el mundo existen dos grandes cadenas de montañas: el Himalaya y los Andes. Entre las dos, proveen agua a más de la mitad de la población mundial. En el caso de Los Andes, abarcan toda la franja occidental de América del Sur, desde la Patagonia hasta Panamá, y al interior de la cadena andina se encuentra la Cordillera Blanca, que es la que tiene la mayor cantidad de hielo en el mundo (Morales Arnao, 1998), con muchos picos sobre los 6000 msnm y veintidós glaciares individuales que cubren un área de 723,4 km2, así como 192 glaciares que miran al este y cubren un área de 215 km2.

Mapa 3. Mapa de la Cordillera de los Andes


Fuente: ESRI, Google Maps, 2013. Elaboración de Frank Altamirano.

Por razones naturales y antropogénicas, el clima en la Tierra está cambiando, como analizamos en la descripción de la dimensión global. Muchos glaciares en los Andes y el Himalaya están retrocediendo, como es el caso del nevado de Huaytapallana en el Perú.

Las causas naturales son la oscilación cíclica de la Tierra, que se remonta a la formación de las montañas. Entre las razones antropogénicas que contribuyen al deterioro de los glaciales, están el decrecimiento de la calidad y cantidad de recursos renovables como el agua en áreas entre los 2000 y los 4500 metros de altura, así como la presión demográfica de poblaciones urbanas y rurales. El incremento de la población es mayor en los sectores campesinos que entre la población urbana, aunque la migración laboral y la migración interna hacen que las zonas rurales pierden una parte de esa población.

El incremento de la población implica el aumento de la demanda para el consumo, a lo que se agrega la falta de renovación de los recursos, porque en muchos casos todavía se piensa que estos son ilimitados. La falta de conciencia ecológica de la población, tanto rural como urbana, contribuye al deterioro ambiental. Además, la inequidad en el acceso a los recursos entre sectores sociales y económicos hace que algunos sectores de la población utilicen mayores recursos, especialmente no renovables, como los productos provenientes de la minería y los hidrocarburos.

Todas estas razones producen condiciones para que se den conflictos que influyen en la decisión de migrar hacia ciudades cercanas o grandes de la costa y selva, o incluso hacia fuera del país. Asimismo, los conflictos socioambientales entre las empresas de explotación minera y las comunidades circunvecinas a las que aquellas afectan de manera directa o indirecta, en particular en la calidad del agua y aire, conducen también a la migración forzada.

La región andina y la ceja de selva como sistema ecológico complementario están sujetas a los cambios globales, los que son resultado de la interacción de tres componentes:

1 El capital natural o los recursos renovables, que definen los ecosistemas que interactúan con el hombre.

 

2 El comportamiento humano. Hay sociedades y culturas que por tradiciones culturales tienden a proteger el entorno sin necesidad de tener influencias ecologistas externas, lo que les ha permitido vivir en confraternidad con la naturaleza.

3 Las instituciones locales, que tienen la responsabilidad sobre el gobierno local que influye en el uso de esos recursos.

En el Perú, se estima que la pérdida de glaciares es del 40% —según el Insituto Nacional de Investigaciones en Glaciares y Ecosistemas de Montañas (INAIGEM)—, proceso que no solamente contribuye a la migración forzada, sino también al desplazamiento de plantas y animales. Los primeros se mudarán de las zonas calientes a las frías, porque estas aumentarán su temperatura; mientras los animales también se desplazarán, ya que sus alimentos se moverán hacia zonas más altas.

Es cierto que el cambio climático no es por sí solo la causa de todos los movimientos de personas, plantas y animales, pero sí es un resultado del cambio global.

El cambio regional en el sistema andino y la ceja de selva también se debe a la interacción de cuatro componentes mutuamente complementarios, pero independientes (cfr. Altamirano, 2010, pp. 23-35). Estos son:

1 Dimensión biofísica: abarca la masa geográfica y geológica que incluye sus formas de vida y su proceso cíclico de nacimiento, vida y muerte, que es una ley de la naturaleza para renovarse permanentemente.

2 Dimensión tecnológica: se refiere a las transformaciones de la materia prima —renovable y no renovable— en instrumentos que le sirven al hombre para subordinar a la naturaleza y transformarla para sus fines de consumo.

3 Dimensión cultural: implica todo aquello aprendido a través de generaciones que permite el tratamiento de los recursos del entorno y el desarrollo de saberes artísticos y lingüísticos. Aquí se incluyen los imaginarios sobre su naturaleza, religiosidad y relación cosmogónica, además de la relación con los fenómenos naturales.

4 Dimensión socioecológica: llamada también ecosistema, que muestra la existencia de dos modalidades de cambios: los locales o localizados, que sufren alteraciones profundas; y los aumentos de movimientos sinérgicos, que pueden tornarse globales. Algunos de los impactos que produce el cambio climático son la pérdida de la biodiversidad, la desertización, la deforestación, la salinización del agua y los cambios en los modelos de asentamiento y reasentamiento humanos, como el tránsito de patrones poblacionales dispersos a uno lineal o concentrado. Estos no son migraciones estrictamente, sino movimientos o movilizaciones humanas que operan dentro de un contexto local más o menos amplio que se produce por matrimonios, oportunidades laborales o políticas económicas, como la provisión de servicios de energía eléctrica, postas médicas, agua potable, escuelas y centros de esparcimiento colectivo.

Los patrones poblacionales lineales suelen ubicarse a lo largo de ríos y carreteras que permiten una mejor comunicación, así como la compra y venta de sus productos. Este tipo de readaptación suele tener costos ecológicos, porque implica concentraciones poblacionales, además del abandono de terrenos fértiles para ocupar terrenos estrechos. En la costa peruana, también tiene altos costos, porque la población se ubica en los valles y ciudades, que en un 80% dependen del agua que proviene de los glaciares andinos.

A las cuatro dimensiones anteriores hay que añadir una quinta referida al contexto político, es decir, la relación entre las autoridades del Estado con la población local o regional. La experiencia revela que, además de los cambios demográficos, espaciales y de organización local, el Estado se atribuye una manera de gobernar: si es populista, privilegiará a la masa o población desprotegida; si es de derecha, dará mayor importancia a las inversiones y a la actividad extractiva de exportación. Consecuentemente, el Estado o el gobierno de turno también es responsable de la realidad socioecológica local, supralocal y hasta regional.

2.1. La realidad socioecológica local

Se denominan «locales» a los ámbitos territoriales más pequeños dentro de las regiones. Estos pueden ser grupos etnolingüísticos, parroquias, comunidades de indígenas o campesinas, tribus, distritos o provincias, dependiendo del grado de dominación que el Estado mantiene o de la forma como los mismos pobladores los llamen.

Los efectos inmediatos del cambio climático se observan en las localidades y las poblaciones tienen distintas maneras de responder a ellos. Algunos están más organizados que otros y el grado de organización depende de sus experiencias previas; su grado de identidad cultural local; su memoria colectiva de largo, mediano y corto alcance; su territorio o ámbito físico; la naturaleza de la población, sus estructuras socioeconómicas y políticas internas; sus concepciones del tiempo y del espacio; sus capacidades de organización ante fenómenos climáticos que les son comunes a todos independientemente de sus divisiones y conflictos internos; así como de la vinculación con esferas supralocales, como son las regiones y el país al que pertenecen.

Se puede encontrar información fiable, tanto cuantitativa como cualitativa, sobre el cambio climático y sus efectos en las localidades, además de datos poblacionales que proporcionan las agencias estatales de cada país.

Fotografía 1. El nevado Huaytapallana


Fotografía: Teófilo Altamirano, julio de 2013.

La localidad es el espacio donde se recogen los datos primarios que proporciona la población sobre sus percepciones, imaginarios, grados de participación o no, así como sobre los efectos del cambio climático sobre sus vidas, sus familias, sus organizaciones locales y sus actividades económicas, principalmente la agricultura y la ganadería. También puede encontrarse información sobre el control, el manejo y las respuestas individuales y colectivas ante el cambio climático, así como sobre su articulación con las esferas supralocales; además, se encuentran datos de las migraciones climáticas y no climáticas, dos tipos de migración que las poblaciones están empezando a diferenciar.

Metodológicamente, la elección de la localidad para los estudios sobre el tema de la investigación implica la selección de indicadores ecológicos, geográficos, poblacionales y políticos. Esta no es una tarea fácil, porque la validez del estudio en muchos casos depende de dicha selección. Cuando esta ha sido mal identificada, ni los datos ni su posterior análisis e interpretación tendrán la consistencia y la rigurosidad científica necesaria; en consecuencia, cualquier decisión que se tome se basará en errores que afectarán de manera negativa a la población local. La participación de los pobladores en el diseño y en el proyecto sobre cambio climático o migración forzada y en la toma de decisiones será necesaria por dos razones: porque se debe cumplir el principio ético de incluir a la población —requisito que exigen los organismos internacionales y los propios Estados— y porque los beneficios del proyecto —o la falta de ellos— serán para los pobladores locales. En general, tanto los organismos internacionales como las instituciones del Estado tienen una presencia corta, aunque en algunos casos esta se puede prolongar, como sucede cuando es necesario monitorear el comportamiento climático, la disminución o aumento del agua, los cambios en las estaciones o los ciclos de migración forzada, así como cuando se miden los retrocesos glaciares y su relación con el agua.

Las capacidades de adaptación y resiliencia o la migración forzada tienen lugar en las localidades, al igual que los procesos de capacitación, la toma de conciencia y la experiencia previa. Los resultados de las experiencias sobre implementación de políticas ambientales en las localidades son de enorme importancia, porque pueden ser ejemplos concretos replicables en otros lugares del mundo. También los errores y la falta de incorporación de la población local en el proceso de la aplicación del proyecto sirven de lección, tanto para quienes hacen las políticas como para la población local. En muchos lugares se aprende más de aquellos proyectos fallidos.

Para ilustrar el nivel local, seleccionamos el nevado de Huaytapallana, la cuenca del Shullcas y la ciudad de Huancayo, en la sierra central del Perú; adicionalmente, incluimos la cuenca del Perené en la selva central del Perú. En el capítulo 5, se analiza este caso y se pone mayor énfasis al aspecto mágico-religioso, simbólico y ritual, aspectos ausentes en estudios ambientales y de cambio climático.

2.2. El factor humano

La ecología no debe prescindir del factor humano, pues la interacción entre el hombre y la naturaleza hace posible la dinámica ambiental. La presencia humana y de sus organizaciones define las condiciones que hacen posible una convivencia en equilibrio con el ambiente.

Fotografía 2. Actores sociales y culturales


Fotografía: Teófilo Altamirano, julio de 2013.

La población ejerce presión sobre el medio ambiente y sus recursos renovables y no renovables. En general, el factor humano es responsable de su propia reproducción biológica y social. Cuando las necesidades de la población exceden los recursos, se produce un desequilibrio ambiental. La redistribución equitativa de los recursos, en general escasos, puede ser una manera de reducir el riesgo de deterioro en el medio ambiente.

La dimensión humana también se refiere a los patrones culturales que condicionan la manera como se usan los recursos. Ciertas sociedades y culturas no requieren de abundancia de recursos para su propia reproducción, pero otras sí. La diferencia, en general, estriba en la producción, así como en su uso y distribución. Esta puede ser agropecuaria, extractiva, artesanal, etc., resultado de la combinación del trabajo, el capital, el manejo de la información y la experiencia que se transmite de generación en generación. Los sistemas de herencia son propios de cada sociedad. Además, la herencia, que en parte reproduce la igualdad o desigualdad social, es de dos tipos:

1 La herencia física: cada individuo y familia cuenta con recursos financieros o capital monetario, además de patrimonio, como tierra, agua, bosques, minas, animales domésticos, instrumentos de producción agropecuaria o artesanal, vivienda, etc. El capital monetario está representado por los ahorros, ingresos por trabajo, venta de productos, etc. En sociedades campesinas e indígenas, estos recursos son muy escasos.

2 La herencia cultural: cada familia, sociedad y cultura tiene un estilo de vida, una forma de ser y un comportamiento que se manifiestan dentro del proceso cultural. Así, una persona que pertenece a un grupo, clase social o grupo étnico heredará sus bienes físicos y culturales a la siguiente generación, la cual los transmitirá de igual manera a la generación que viene. Esto sucede en sociedades y culturas que mantienen una continuidad. En aquellas donde prima la desigualdad, la herencia cultural puede alterarse con la migración voluntaria o forzada y con la movilidad social y económica.

Los cambios climáticos se producen en este contexto humano. Los procesos no actúan en el vacío, sino dentro de una determinada población y demografía. Generalmente, el impacto del cambio climático es mayor en poblaciones rurales campesinas e indígenas o en centros urbanos populares marginalizados ecológica y económicamente, que no cuentan con recursos para la mitigación. Es cierto que el mayor capital con el que cuenta esta población es social y cultural, en tanto el financiero está ausente o casi siempre proviene de afuera, sea del Estado o de instituciones privadas nacionales o internacionales.

Un aspecto común a estas poblaciones es que no son las principales causantes del cambio climático. Los causantes son los países ricos, que además cuentan con recursos financieros y técnicos y son los que sufren menos los impactos del cambio climático. Algunos de estos países ya se están beneficiando del calentamiento global porque: el cambio climático hará posible una mayor producción agropecuaria; la desglaciación permitirá la apertura a nuevas fuentes agrícolas; y los casquetes de hielo, al derretirse, permitirán nuevas rutas de navegabilidad, transporte y comercio marítimo. En consecuencia, los países ricos recibirán oportunidades de prosperidad económica, mientras que los migrantes climáticos en países pobres buscarán cómo sobrevivir al cambio climático. Las capacidades de adaptación a las nuevas condiciones climáticas y a sus efectos, la resiliencia frente a los cambios, las respuestas y estrategias de acción colectiva e individual o la decisión de migrar forzosamente hacia otros lugares y la posterior readaptación a nuevos e inciertos contextos socioculturales, económicos y políticos son, en conjunto, respuestas humanas a las nuevas condiciones ambientales y climáticas.