Excursión al hombre violento

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”Es un amor fiel y exclusivo hasta la muerte. Así lo conciben el esposo y la esposa el día en que asumen libremente y con plena conciencia el empeño del vínculo matrimonial. Fidelidad que a veces puede resultar difícil, pero que siempre es posible, noble y meritoria; nadie puede negarlo. El ejemplo de numerosos esposos a través de los siglos demuestra que la fidelidad no solo es connatural al matrimonio, sino también manantial de felicidad profunda y duradera.

”Es, por fin, un amor fecundo que no se agota en la comunión entre los esposos, sino que está destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas. El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole. Los hijos son, sin duda, el don más excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres”8.

La sociedad en toda su biografía histórica, con la evolución de los tiempos, ha llegado a la maduración, y a la consolidación del matrimonio a través del casamiento para perdurar en la vida, llevando como fortaleza la sólida unión del hombre con la mujer. La institución del fenómeno del matrimonio es la célula básica y fundamental que nutre a la sociedad. Un crecimiento con la complementación sincera y desinteresada hará a la familia feliz para conducirse enriquecedoramente en su trayectoria por la vida, proveer así a la cristalización y continuación de la especie y reescribir la historia.

5 Virginia Satir. Relaciones humanas en el núcleo familiar, Pax, México, 1991, p. 197.

6 Estanislao Bachrach. Ágilmente, Sudamericana, Buenos Aires, 6.ta edición, 2013, p. 33.

7 Ibid., p. 87.

8 Pablo VI. Carta Encíclica. Humanae vitae, San Benito, 1.ra reimpresión, 2004.

LA UNIDAD HOMBRE-MUJER

Desde el origen de la vida humana el hombre aparece al lado de una mujer en una unidad fundacional y primordial para la continuidad de la vida en el planeta. El hombre no puede vivir aislado de la mujer; vivir en soledad no hace bien, por eso, ella es la única persona con quien puede complementarse para generar vida, es la parte más importante de la unión, es la mayor riqueza junto a él, es lo que da sentido a la vida. Es una persona fundamental en el acompañamiento, como esposa, como madre en la crianza de los hijos, como una gran maestra en la vida y una multiplicidad de roles que su formación como mujer es capaz de realizar. Desconocer a la mujer como parte en la vida del hombre y maltratarla es un error, que lleva al empobrecimiento. Ella representa la parte femenina del conjunto, es la otra mitad que produce la integración, sin la cual el nacimiento de la vida es imposible; la parte femenina que hace real a esa unidad de los dos géneros y produce las maravillas del crecimiento social. Siendo estructuralmente distinta al hombre, posee otras fortalezas que constituyen la base esencial de la existencia. También tiene la capacidad para desenvolverse en infinidad de tareas y ejecutar eficientemente distintos proyectos, tanto en el seno del hogar como afuera, además una apropiada capacidad para actuar en cualquier trabajo o actividad, ya sea en la parte técnica, en la ingeniería, en la medicina, en la investigación, en el deporte, en la dirigencia y múltiples dinámicas, demostradas a través de la historia. No tener en cuenta sus atributos, desconocer su inteligencia, negarle el espacio que merece, es perder la posibilidad de contar con una historia evolutiva, próspera, con una comunidad conviviente en búsqueda de desarrollo. Cuidar la armonía entre ambos, el buen entendimiento, la lealtad y el respeto es responsabilidad del hombre.

Dentro de la unidad cada parte ocupa diferentes roles y estos a su vez se alternan entre ellos. La complementariedad es una de las herramientas que se caracteriza de manera sobresaliente, que ayuda a potenciar y dinamizar el conjunto. Las discusiones y los diferentes puntos de vista son esenciales para el enriquecimiento; generan mayor ganancia si se realizan de manera pacífica, sincera y positiva. El hombre no tiene que destruir los vínculos que lo unen en la formación de su familia; diariamente tiene que reforzarlos a través del cariño, la comprensión, el respeto, la tolerancia; esta virtud la tiene que desarrollar extensamente. Cultivar los valores que hagan al engrandecimiento tanto espiritual como formativo de la pareja, como son la honestidad, la fidelidad, la verdad, la justicia, y por sobre todas las cosas la voluntad, son los pilares básicos. Construir una familia teniendo en claro estos valores va a ser el principio para lograr la armonía y un estándar de vida que los mantenga firmes en la unión.

No actuar de acuerdo a valores positivos conducirá a un error de difícil solución. Pretender el arreglo de los conflictos con violencia llevará a mas equivocaciones, se pasará al sendero más complicado que sin duda dará nacimiento a más desencuentros; abandonarán el camino de los principios básicos, lo que no resolverá las diferencias; se pueden llegar a producir grandes y profundas heridas que perdurarán de por vida, de las cuales no será fácil salir. Con la utilización de la violencia, el empobrecimiento comenzará a dejar sus huellas, la vulnerabilidad hará su aparición, pasando a vivir en una situación de rigidez tanto para el violento como para el resto del conjunto. La decadencia grupal no tendrá fin, aparecerán las enfermedades y se multiplicarán, le seguirán los problemas económicos, desaparecerán las oportunidades de edificar una familia con una base sólida y proyección futura. Las discusiones se transformarán en humillaciones de manera constante; para luego pasar a otros tipos de malos tratos, hasta culminar con la pérdida de vidas.

Cuando un individuo maltrata a la mujer, este acto tiene consecuencias muy dolorosas no solo para las personas que resultan ser víctimas directas, quienes sufren las humillaciones que las desestabilizan emocionalmente, sino también para todas aquellas otras que indirectamente tienen algún vínculo con el grupo. El hombre violento lleva esta actitud también a su ambiente laboral donde va dejando marcas que lo irán marginando; su trabajo no será demasiado productivo ni de calidad, lo mismo que la relación con sus compañeros. En definitiva las consecuencias son perjudiciales tanto para el individuo como para el resto de la familia no conviviente.

DÓNDE SE FORMA

UN HOMBRE VIOLENTO

El hombre violento se forma en el seno familiar. Allí se generan las condiciones y circunstancias para que el individuo incorpore a su inconsciente todo el repertorio de maldades que luego desplegará, durante su niñez, recrudeciendo al abandonar esta etapa e iniciar su ciclo de la juventud, extendiéndose a la vida adulta. Ante algún conflicto que encienda el fuego para el comienzo de la descarga emocional9. Habrá una transformación en su comportamiento, se olvidará de las buenas costumbres, de la buena educación, del buen trato que hasta entonces tenía oculto. El cariño, el amor, todo lo bueno que sentía, a partir de este momento quedarán de lado y comenzará una etapa de muchos problemas y decadencia hasta llegar al castigo corporal.

Son muchos los factores que inciden para la formación de un hombre violento. El más importante es el trato que la madre recibe durante su embarazo. Desde el primer día de gestación se inicia la etapa en donde el embrión comenzará a absorber lo que a la madre le suceda o haga; una madre consciente y con deseos de generar una nueva vida se preocupará totalmente por ese niño por nacer, le brindará todo su cariño, atención, cuidados, lo único valioso para ella es ese ser que lleva en su vientre materno. Durante nueve meses se abocará a la atención y protección de su bebé. Mientras que una madre que ha carecido del afecto en su formación como mujer posiblemente obrará de manera diferente, conforme a su situación. Es probable que haya problemas de alimentación, consumo de estupefacientes, cigarrillos, o alcohol, de la misma manera si su pareja es alcohólico, drogadicto, fumador o con características de hombre violento. Todo lo negativo que a la embarazada le suceda, le sucederá a la persona alojada en su interior de madre, por ello es tan interesante que, al conocerse la situación de embarazo, sea conveniente que ambos progenitores inicien una protección basada fundamentalmente en el cariño hacia el nuevo ser en gestación. Luego del nacimiento, y hasta alrededor de los tres años10, como lo han dicho científicos, actuales investigadores del cerebro, quedan huellas que le pueden generar serios trastornos; es una etapa en donde es necesario un cuidado muy especial del niño; lo que le suceda en el momento más importante de la formación de su psiquis es presumible que quede grabado en su inconsciente de por vida, lo que lo llevará a actuar de la manera acorde a como fue instruida esa mente.

Todo lo negativo que la futura mamá reciba lo recibirá su feto, desde una simple discusión familiar hasta la falta de alguna necesidad básica, algún altercado en la calle, o un accidente de cualquier naturaleza; el medioambiente adquiere una gran importancia en la gestación del embrión, no es lo mismo una madre que vive en una casa precaria con instalaciones deficientes, con peligro de derrumbes, donde pululan los roedores, los insectos, también carente de elementos de confort o comodidad, de protección del frío, del calor, al lado de sectores pocos propicios para la convivencia de la gente, basurales, sectores inundables, inexistencia de agua potable, servicios de salud lejanos e inaccesibles, que vivir en barrios organizados e higiénicos, viviendas aptas para la vida de la gente, con servicios de luz, gas, agua potable, y libre de basurales, además con la seguridad de poseer una obra social que le genere todas las condiciones e instrucciones necesarias para la gestación de un buen embarazo. El uso que se haga del consumo de alcohol, el cigarrillo, las drogas, las discusiones familiares, hasta la forma en como se resuelven los problemas en el hogar, por parte de ambos miembros, se verán reflejados en la salud y en general el bienestar de ese nuevo ser.

 

Al niño, si en vez de cariño, atención, protección alimentación y respeto, lo trataron sin afecto, con castigos y malos ejemplos como ser peleas entre familiares, gritos entre los mismos progenitores, entre hermanos, si hay alguien que es drogadicto, alcohólico, o fumador dentro del grupo, o si se pasa la mayor parte del día en la calle; esto acrecienta las posibilidades de que ese niño cuando sea hombre desarrolle esos ejemplos como su forma de vida.

La falta de participación de los padres en encuentros comunitarios, la falta de socialización fuera del hogar, la falta de visitas a familiares, son cuestiones que aíslan al ser humano y lo limitan a un pequeño círculo en donde la capacidad para el aprendizaje se achica, puesto que es a partir del diálogo, de la interacción con los otros, de la posibilidad de mirar en los demás cómo van resolviendo sus conflictos, su forma de hacer, su forma de resolver situaciones; el aprendizaje es continuamente incorporado a través de las imitaciones de cómo los demás enfrentan los inconvenientes, las manera de decidir. El aislamiento clausura las posibilidades de la comunicación, por ende el crecimiento tanto intelectual como espiritual se ven limitados. De ser creativos se trata, como dice Bachrach; ya no es posible tener criterios de épocas y siglos anteriores. Todo el mundo ha cambiado, necesitamos modificar, convertir nuestras formas de decidir, realizar nuestra actividad de manera diferente, pensar que en el hacer hay un sinnúmero de alternativas para crear cosas nuevas, teniendo la posibilidad de mejorar ampliamente toda la vida de nuestras familias.

“La eficiencia para aprender algo está relacionada con el ambiente emocional en el cual se está aprendiendo” 11.

El niño que creció en un ambiente de caos y sin una terapia adecuada, ya adulto tiene más posibilidades de transformarse en un maltratador. Esto se podrá comprobar en el trato a sí mismo o a terceros. El maltrato se dará en cualquier tiempo y lugar, además de que no hay barreras entre niveles sociales. Las peleas y conflictos se suceden y presentan en la gran mayoría de los hogares, no hay discriminación entre uno de ricos, otro de no ricos, aunque por las consecuencias que a la sociedad afecta, en los hogares de mayor formación intelectual y de poder económico, se encuentran y surgen los hombres más violentos. La violencia está enquistada en casi todos los espacios familiares, laborales, educativos, profesionales, políticos y por donde el hombre transite.

Cuando se observa a un albañil trabajar en su profesión, donde tiene que desarrollar una gran fuerza física; también cómo va diseñando todo su plan diario de tareas, resolviendo todos y cada uno de los inconvenientes que le van surgiendo; se puede apreciar con admiración su destreza, conocimiento e inteligencia. De la misma manera la gran mayoría de los hombres que diariamente trabajan, y ocupan los espacios laborales desarrollan una inmensa creatividad. Muchos resuelven los problemas que un ingeniero, un economista o cualquier otro profesional no lo puede hacer; todo ese caudal de inteligencia y capacidad para resolver de manera eficiente dentro de su actividad laboral y la toma de decisiones no se plasman de la misma forma en el seno del hogar y quehacer familiar. Tienen una gran habilidad e inteligencia para superar cualquier inconveniente complicado y en el lugar del trabajo, donde pensamiento y manos actúan con una gran armonía y destreza. Pero muchos carecen de la fortaleza para trasladar esas mismas formas al interior del hogar; aquí las decisiones son diferentes, se transforman al llegar a su casa, cuando ven a su propia familia, optan por la aplicación y despliegue de la violencia, donde quedan atrapados con esos ejemplos los menores.

9 Alice Miller. Salvar tu vida, Tusquets,, Buenos Aires, 1.ra ed., 2009, p. 239.

10 Alice Miller. El cuerpo nunca miente, op. cit., p. 165.

11 Estanislao Bachrach, op. cit., p. 95.

EL HOMBRE VIOLENTO

La característica principal del hombre violento es su inestabilidad emocional; es una persona racional cuando, en soledad, planifica el momento para luego dar rienda suelta su instinto maltratador; después se transforma en irracional cuando inventa cualquier excusa para iniciar el conflicto. No tiene miramientos hacia lo que pueda suceder más adelante. En el caso de un grupo familiar las consecuencias no se limitan a la víctima, sino a todos los que conforman el grupo y además se extiende hacia otros familiares no convivientes con el violento; como ser los vecinos, quienes muchas veces tienen que escuchar los gritos y golpes, sin poder hacer demasiado para evitarlos. Un niño que ve cómo es maltratada su madre recibe lesiones cerebrales de gran importancia que es muy probable que nunca se sanen, ese mismo niño en la adultez quizás resuelva los problemas de la misma manera que vio como lo hacían con su madre, o también puede trasladar estas formas de solucionar sus diferencias en el campo laboral o cualquier espacio de la vida diaria. Si por alguna razón tuviera que conducir o decidir sobre conjuntos grandes de personas, estas también sentirán el rigor de sus decisiones. Por ejemplo, en la administración de personal, en la política, en el deporte, o en cualquier lugar donde haya gente que dependa de sus decisiones.

Quien maltrata sabe del daño que ocasiona a la víctima, porque ese es su objetivo, producir daño; también conoce y planifica el momento del ataque. El violento por lo general saca a su probable víctima afuera del entorno familiar, donde es el lugar natural para la protección de la mujer; la lleva a un espacio en donde no podrá ser socorrida, allí comienza a desenvolver su plan, desplazada ya del entramado familiar cercano, donde la víctima no cuenta con posibilidades de defensa, aquí se encuentra acorralada y nada puede hacer para pedir ayuda; cuanto más lejos pueda separarla de su grupo íntimo, lo hará. Pero en cambio es posible que no conozca las consecuencias por las que pasarán los familiares, pero eso no le interesa, el sufrimiento del otro no está en sus planes, él ya padeció esos sufrimientos, por ello planifica su venganza (esta venganza lo más probable es que él no la conozca, pero sí lo sabe su inconsciente y actúa acorde con ello); eso no lo puede sentir porque antes él también fue víctima y nadie sintió nada por su tortura, aquí la crueldad que aplique puede ser equivalente a los dolores y humillaciones que él sintió cuando en su infancia recibió los castigos de sus mayores, o, en muchos casos esto se puede potenciar y adquirir niveles de inhumanidad, donde también es factible que se produzcan muertes.

Muchos hombres violentos, especialmente los que desarrollan la violencia invisible, se reúnen en diferentes espacios para acordar formas de presionar a sindicalistas, diputados, senadores y lograr que sus deseos se transformen en realidad a través de las leyes del parlamento. Así modifican sistemas educativos, mueven montañas para juntar un poco de oro, contaminan el agua y los campos de grandes poblaciones que las necesitan; se realizan monumentales desmontes, simplemente sentados muy cómodos en un buen almuerzo, en una excelente cena, en un lugar privado, también trabajan dentro de los grupos políticos, y los sindicatos; son innumerables los lugares en donde se instalan con el fin de desarrollar sus instintos de maldad y avaricia.

Muchos padres optan por criar a sus hijos de manera tosca, les exigen que aprendan rápidamente cosas para las cuales aún no están los niños preparados, que no forman parte todavía de su actividad. Ellos necesitan un tiempo prudencial y un espacio que sea adecuado y coherente con su edad para incorporar los conocimientos que les permitan desarrollar su mente, no todos comprenden en el mismo tiempo, unos aprenden rápidamente, otros necesitan lapsos o períodos mayores para lograr un entendimiento adecuado; además tienen que crecer en un ambiente familiar apropiado a las normas comunes de convivencia.

Ser violento es sinónimo de ignorancia; ignorancia para saber convencer o llegar a acuerdos de manera pacífica con el otro, ya sea con palabras, con hechos, con ejemplos; a quienes tienen poder, ese poder los enceguece y no pueden ver o intentar tratar las situaciones desfavorables que sufren las personas. Esa ignorancia, ese no tener la capacidad de darse cuenta, genera mucho daño a quien o a quienes involucra. Se demuestra diariamente en todos los ámbitos de la sociedad, por ejemplo: en la calle, cuando se conduce un vehículo de forma irresponsable no haciéndose eco de las normas de tránsito, especialmente cuando no se respetan las velocidades máximas permitidas o se cruzan los semáforos en rojo o se acelera cuando se va a producir un cambio de luz, más otros innumerables tipos de infracciones que generan diariamente altos niveles de muertes que son de público conocimiento, en rutas, también en autopistas. Cuando se realizan tareas y no se tiene el cuidado de hacer las cosas con la debida responsabilidad, además de no cumplir con los momentos adecuados en los tiempos previstos. Cuando en los hospitales no se administran los medicamentos de acuerdo a las dosis indicadas por los profesionales, para cada paciente en particular. Cuando en cada actividad los trabajadores no son precisos al efectuar su tarea. Cuando se procesan los alimentos y no se tienen los cuidados de limpieza e higiene correspondientes. Cuando en la formación e instrucción de los estudiantes no se sigue lo establecido dentro del sistema educativo y se enseñan criterios y temas particulares. También dentro de las ciencias cuando son utilizados los conocimientos para beneficio del mal, lo demuestran diariamente los productores de todo tipo de drogas para el uso perjudicial del ser humano. Todo esto y un sinfín de ejemplos producen grandes daños a la sociedad y muchos, como se puede apreciar, generan de manera silenciosa un gran agravamiento a la salud de la comunidad.

La violencia genera un largo e interminable camino de víctimas y victimarios tal como hoy la realidad lo muestra diariamente. Es necesario interrumpir este circuito del maltrato; intentar minimizar significativamente la cantidad de hombres violentos; a los fines de evitar su continuidad y la multiplicación de generación en generación; puesto que cada vez habrá más gente violenta y será imprescindible dictar cada vez más leyes para controlarla, lo que seguramente producirá efectos contrarios. Cada vez serán más las heridas que hay que curar, es un itinerario ascendente e interminable. No efectuar cambios dentro de la organización familiar es potenciar los daños, es dar vía libre al crecimiento de la violencia. El que sufre, cuando llegue a la edad de compartir con sus propios hermanos pequeños, comenzará a desarrollar actitudes de violencia dentro del mismo conjunto familiar, luego saldrá hacia afuera cuando llegue la edad escolar, aquí de a poco se irá potenciando hasta arribar a la edad adulta, donde tomara represalias que la sociedad tendrá que soportar. Además puede dirigir el maltrato contra sí mismo, cuando bebe alcohol y fuma en exceso, cuando se droga, cuando se propina autogolpes, también de un sinnúmero de formas de autolesionarse. El camino es cada vez más difícil para encontrar una salida y con el tiempo se irá naturalizando o podría llegar al suicidio o al asesinato de gente inocente. El pedido de la familia para que se controle, no haga daño, no será ninguna solución, dado que el momento para educar y no generar estas situaciones negativas era otro, era en el momento de la infancia, ahí es donde no se realizó la conducción que el niño necesitaba; ahora es más complicado, el adolescente o adulto ya no escucha a sus criadores, escucha otras voces como son la de sus amigos o la de quienes los pueden manejar, sea para conducirlo por el sendero del bien o por el sendero del mal. Lo que se tiene que tratar es el problema que originó o dio nacimiento al hombre violento.

 

Poder expresar el dolor que siente la víctima no es muy sencillo, puesto que no existen los términos para definirlo. El castigo severo a un niño indefenso produce llagas en el alma, ya no heridas físicas, no es posible explicarlas porque no hay en la lengua palabras para nombrar esa pena, esa humillación; una mujer castigada y con todo su ser trillado a golpes no puede decir nada, su persona ha sido reducida a la nada, por eso a las víctimas la única explicación que les queda es el guardar silencio, silencio sepulcral. La falta de respeto, la omisión, la ofensa, la humillación, el atropello, generan en el ser humano una impotencia que produce daños profundos al cerebro, las heridas recibidas no cicatrizan nunca, se traducen en falta de comprensión, una inteligencia limitada, ver una realidad muy distorsionada, son atraídos por la soledad, el silencio, la sumisión. Ya adulto, un niño maltratado, a la edad de lograr su propio sustento con su trabajo, es probable que se encuentre poco capacitado y se vea limitado a tomar lo que el destino le ofrezca y lo condicione. Las decisiones que toma le generan grandes dudas y quizás tome el camino que menos lo favorezca; sus pensamientos son muy rápidos, lo mismo que sus elecciones, que probablemente lo lleven a cometer más errores. De esta manera irá ingresando en un mundo rústico para convertirse en un ser violento.

Muchas de las enfermedades y heridas que la sociedad posee derivan como consecuencia de hombres violentos; primero se trataba de perjuicios mentales que, al persistir los malos tratos, se transforman en daño físico. Uno de los errores que se cometen es por omisión. Es no hacerse cargo de la familia que han generado, dejarla a la deriva, abandonarla, partir en busca de soluciones fuera del hogar; muchos de estos abandonos son por el regreso a la casa paterna o materna, donde se encontraban más cómodos y tranquilos. Esto es no tener las cosas claras, encontrarse en un estado de confusión muy alto. Iniciar una familia para luego abandonarla; hay mujeres que tienen varios hijos de diferentes padres, todos medio hermanos; hay hombres que no tienen noción de la cantidad de hijos que han generado y muchos hacen vida de solteros, nunca se hacen responsables de sus actos. También hoy en todas partes se dan estas situaciones en donde hay chicos que seguramente nunca sabrán cuántos hermanos tienen o si son hijos únicos. Su historia familiar es muy corta y los vínculos se disipan. Cuando en realidad el hombre tiene la necesidad de conocer sus antepasados, saber su historia personal para poder evolucionar positivamente.

Llevar a las poblaciones a vivir en situaciones de extrema miseria es parte de la violencia invisible. Aquí es donde por omisión, especulación, o avaricia los grandes y pequeños empresarios ejecutan a la gente al no pagar los salarios suficientes para que los trabajadores y su familia puedan salir de las carencias de alimentación, vestimenta, vivienda; a pesar de las ayudas que reciben del Estado. También la clase dirigente, los políticos, los intelectuales, los economistas son responsables de esta violencia, por ocupar espacios para los cuales no están capacitados o estar mirando hacia otro lado y no generar las condiciones para una vida que dignifique al ser humano. Generar cada día más gente carenciada es una burla y una ofensa a la dignidad de las personas.

Ser negligentes es un atentado a toda la población, dado que genera situaciones negativas, por no ser efectivos en su actividad, ser displicentes, estar en un lugar en donde tienen un jefe o bajo la sombra de un familiar oculta su falta de méritos; ocupar espacios para los cuales no están bien capacitados; no poner sus conocimientos al servicio de quienes lo necesiten; no estar dispuestos a trabajar en bien de la comunidad; también la no participación de gente formada y capacitada que decide no actuar y se encuentra ocupando el cargo solo para percibir sus honorarios. Este tipo de violencia se ve especialmente en las oficinas o empleos públicos.

Muchos hombres diariamente viajan por nuestro país, de norte a sur y de este a oeste en búsqueda de trabajo, porque en sus lugares de origen las políticas aplicadas no generaron las condiciones necesarias para que ellos puedan desarrollar sus habilidades y formar allí su familia e instalarse definitivamente en su tierra; en su mayoría son jóvenes que no tienen posibilidades de ingresar en el sistema del trabajo; se ven en la obligación de buscar otros horizontes a pesar del desarraigo que esto genera; sin duda es otro aspecto de la violencia. Muchos de estos jóvenes abandonaron la enseñanza secundaria, al no tener perspectivas de futuro y los que han tenido la posibilidad de culminar su formación media también migran porque no existen espacios para el desarrollo de su especialización o esa especialización se transformó, ya caducó como consecuencia del avance y modernización tecnológicos, por lo que queda una gran población sin trabajo ni posibilidad de actualizarse. En ese camino van dejando familias a medio formar e hijos, y es posible, en algunos casos, que ni ellos sepan que son padres.

La persona violenta va de manera permanente produciendo víctimas, lo hace naturalmente puesto que está adiestrado para eso. La actuación violenta la realiza en la calle, en las oficinas públicas, en los supermercados, en todos lados. En cambio las víctimas no han sido formadas para sufrir los atropellos, son situaciones nuevas para ellas. No pueden salir a manifestar su asombro por la situación vivida y, cuando salen a pedir ayuda, desde el entorno familiar se muestran incrédulos, por lo general se les pregunta qué hicieron ellas para merecer ese tratamiento. Es muy común aquel pensamiento que dice “algo habrá hecho”12. Esa es la manera que tiene una gran parte de la gente para sacarse el problema de encima y no hacerse cargo de su propia creación, mirar hacia otro lado, no escuchar, cerrar puertas. Otra manera de cerrar puertas es enseñar que el niño aprenda a defenderse solo. Hoy se puede apreciar en muchos clubes, sociedades de fomento, gimnasios, a niños y adultos preparándose en defensa personal y ataque; están aprendiendo a golpear; una vez adquirida esa herramienta es un elemento que en cualquier momento se puede utilizar, e incluso se puede utilizar sin piedad. El violento siempre muestra puertas afuera un comportamiento adecuado, es una persona consciente, también muy racional y medida en sus palabras, sabe disimular muy bien el daño que genera. Esos caminos los conoce de manera excelente y son su clave de seguridad para caminar libre e impune por la vida, haciendo gala de una pasividad y racionalidad hacia afuera, mientras que interiormente su instinto irracional está latente.

Las víctimas deciden no salir a pedir socorro primero por las huellas de los golpes, moretones, pérdidas de piezas dentarias, fracturas, torceduras, dolor corporal, después al no tener otra alternativa deciden ir a solicitar asistencia a un hospital o centro de salud, donde manifiestan que se cayeron o tuvieron un accidente en el hogar. Se pueden ver también pellizcos, quemaduras, lastimaduras de todo tipo, muchas veces con la imposibilidad de trasladarse por sus propios medios como consecuencia de las palizas y el maltrato, después por vergüenza. Además su autoestima está destruida, las marcas físicas y el espíritu no permiten una coordinación armónica, su psiquis ha quedado parcialmente bloqueada. Se inicia un largo camino hacia la soledad, se rompen algunos vínculos familiares, lo mismo que con vecinos y amistades. Los hijos pasan a ser el soporte espiritual de la madre, todos juntos, madre e hijos se unen en esta crisis, y pasan a quedar aislados. El violento siempre es asistido por la impunidad, disfruta de su autoritarismo y arbitrariedad, que lo protegen puertas adentro. Todo maltrato deja huellas profundas en el espíritu y sentimientos de la familia, son heridas que urgentemente requieren asistencia.

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