Incursiones ontológicas VII

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Aprendizaje de Segundo Orden: Estos aprendizajes requieres de un cambio más profundo que solo a nivel de acciones, requiere un cambio a nivel del observador. Se requiere de un cambio a nivel de observador.

Al mirar estos tres elementos de manera horizontal observamos que los resultados son producidos por acciones y estas suelen condicionarse por el tipo de observador que las realizan y a su vez están condicionado por el sistema en que están insertos, por tanto, para lograr cambio más profundo es necesarios introducir cambios en el sistema en que opera el observador.

Aprendizaje Transformacional: Este tipo de aprendizaje opera a nivel del observador, pero a niveles de profundidad distinta, en la forma de ser, de devenir y de diseñarse frente a sus sistemas, acciones y resultados que quiere obtener.

“Cuando el observador evalúa los resultados y le satisfacen, suelen confirmar la validez de su observación y de su actuar y sigue actuando igual.

Cuando el resultado no le satisface suele tener dos opciones: A pesar de no estar satisfecho sigue actuando igual, o bien busca aprender” (Newfield Consulting, 2019)

3.2 Estructura de Coherencia.

En búsqueda de interpretarme surge en mí, el siguiente perfil unitario:

Hasta ahora he navegado entre mi historia y estructura, entre emociones, palabras y sensaciones en mi cuerpo.

Me invito a mirar con ojos de águila la unión de los elementos; mis emociones emergen, mi cuerpo se conmueve y mi mente corre, es como en palabras de Echeverría “los dominios primarios de mi biología o ejes del observador; cuerpo, emoción y lenguaje estuvieran tomados de la mano en todo momento y a cada instante para comprender mi actuar, mi decir y mi sentir en un sistema dado y que dada mi historia y estructura me conforma en la particular observadora que estoy siendo de cierta comprensión coherente”. (Echeverría R. , El Observador y su Mundo, Volumen II, 2010, pág. 162)

En palabras de O. (Anzorena) en su artículo “Distinciones y características de la práctica del coaching ontológico”, se denomina Estructura de Coherencia a “la relación de interdependencia que se establece entre los dominios del observador y es por esto que en los procesos de cambio más profundos no basta con modificar la interpretación para que la persona esté en condiciones de llevar a la práctica las nuevas acciones, sino que es necesario que se produzca una transformación en la estructura de coherencia, es decir, que podamos producir un desplazamiento en el mismo sentido tanto en la emoción como en la corporalidad, para así poder articular una nueva coherencia en el observador”.

Así, en búsqueda de mi estructura de coherencia me parece que, dado que me incorporé en un sistema familiar en donde conviví con hechos de pérdidas, abandono, violencia, falta de cuidado, silencios emocionales, vulneraciones sexuales y falta de cuidados por las personas que debían haberme protegido, es que, en mi proceso de constitución de persona, proceso de individualización y con el objetivo de buscar seguridad y resguardo, aprendí a caminar de la mano de distintas luces y sombras.

Entre ellas aprendí a: encerrarme en mí, a no expresar mis emociones, a vivir en el miedo e inseguridad, a cuidar celosamente lo que creía mío, a callar lo que sentía, a no usar mi palabra para comprender y ser comprendida, como centro de la confianza (Sánchez, 2018), a arrancar del dolor, a sentirme víctima del desamor, a sentirme huérfana en mi soledad, desconectada de mí y de mí cuerpo, a buscar fuera de mí la seguridad, a abandonar y abandonarme, a ser arrogante buscando incansablemente que me vieran, que me valoraran y que me quisieran “como un intento por hallar comprensión y reconocimiento como individuo único y singular por parte de los demás mediante la compasión ajena” tal como menciona Maximiliano Hernández (Hernández, 2018), haciendo de esta búsqueda el sentido de mi vida.

Me sentí ignorada, con mucha pena y rabia y lo único que me quedó como recurso, fue defenderme del mundo utilizando ciertos patrones, como la victimización y la arrogancia castigadora y cobradora buscando la reparación propia por no ser valorada, que, en palabras de Aristóteles y de manera metafísica “se prefiere sobre todo a sí mismo” mencionada en “La gran moral, capitulo. XXVI (Azcárate, s.f.)” y que frente a la posible ceguera de los demás, pasé por encima, pero que en definitiva no tiene que ver con los otros, sino que con mi propia seguridad.

Creo que, frente a esos hechos, me transformé en una niña solitaria, asustada e insegura, que no entendía por qué ocurrían las cosas y que hoy frente a situaciones parecidas me siento amenazada siendo la misma niña en cuerpo de adulta, diciéndome a mí misma “otra vez estás frente al abandono, al desamor, falta de cuidado y desvalorización” “no me están viendo” “me están ignorando”, “me van a abandonar”, “me van a traicionar” “mi dignidad está vulnerada”.

Me asusto, me da miedo y siento que debo defenderme y arrancar del dolor lo más rápido posible para no volver al eterno retorno. Es quizás como afirma D. Goleman en 1966 (Golemam, s.f.)cuando hace referencia a “El secuestro de la amígdala en la inteligencia emocional: ¿por qué puede importar más que el IQ? Como “respuesta emocional inmediatas y abrumadoras, y fuera de toda medida con el estímulo real, ya que ha realizado una amenaza emocional mucho más significativa”.

Es como si mi cerebro emocional o amígdala recibiera un estímulo desde el tálamo que coincide con alguno de mis recuerdos o emociones pasadas y me indicará que es una amenaza, una lucha, situación de vuelo o congelamiento, activándose mi eje Hipotálico -hipófisis -suprarrenal y secuestrara a mi cerebro racional y actúo como si solo necesitara defenderme y arrancar, como una forma de defender mi libertad y valor en igualdad con otros, validándome y otorgándome valor a mí misma, el cuál bajo mi mirada se me está siendo arrebatado, tal como lo postulan Kant y Hegel buscando “defender mi dignidad” citados en El concepto de la dignidad humana, Ramon Valls (Valls, 2015).

Pareciera que emerge un mecanismo en mí: “me asusto” y comienzo a buscar explicaciones en mi cabeza como para entender lo que está ocurriendo y, al no encontrarla, comienza a crecer en mí una bola de rabia, como si sintiera que están tocando nuevamente esas heridas de niña y busco defenderme de dos formas; una sintiendo que es injusto y me está afectando como víctima o como teniendo que luchar y pasar po encima de los demás en arrogancia. Al parecer mis sombras: “victimización y la arrogancia”.

Hace un tiempo, pensando en situaciones en que se veía comprometida la dignidad, recordé a mí hermana y me encontré escribiendo:

“A ella le cuesta tomar decisiones relacionada con una pareja, si bien ella sabía que él no quería nada serio con ella y estaba sufriendo, ella continuaba con él por miedo a quedarse sola ajustándose a las decisiones que él tomaba. Creo que le falta seguridad en sí misma, confianza en ella para tomar sus propias decisiones.”

Al verla llorar, débil, sufriendo, y que su pareja no la valora y que no la ve, me duele, pero también me enoja verla resignándose por un poco de amor. Al hablar con ella, la cuestioné desde mi arrogancia como queriendo entregarle algún arma para defenderse y mostrarle que tal vez ni siquiera es amor lo que él estaba dándole, pero en mi conversación interior solo surgía la pregunta ¿cómo ella no es capaz de decidir y confiar en ella y decidir? ¿cómo deja que la pasen a llevar así?

Pero, en realidad, lo que estaba viendo era mi imagen en el espejo, tenía resonancia directa conmigo y el espacio de mis miedos y faltas de seguridad al sentir que otros toman el poder y espacios de incertidumbre y vulnerabilidad los que no sé habitar y que necesitan ser defendido.

3.3 El Miedo

Se me aparece el miedo como una emoción primaria, como “el origen”. Me parece que aprendí del miedo mucho antes que llegara a este mundo, creo que recibí el miedo de mi madre, de su abandono, de su pena, de sus frustraciones y del desamor vivida por ella mucho antes de mí.

Al llegar al mundo sentí miedo al abandono, a la falta de compañía, de cuidados, de abrazos, de cariños, de atención, de mimos y seguridad. Creo que aprendí a sentir miedo del miedo y a no saber qué hacer con ellos.

¿Cómo siento el miedo? Es helado, es obscuro, se cierra mi campo visual, se agita mi respiración, se inhala incertidumbre, me habita el caos, se cierra mi mente y busca escapar en procura de alguna certeza que me alivie, se cierra mi garganta y no salen palabras, mis pies se agitan, mis manos se inquietan, sudan y luego se paralizan, mi piel se eriza y el estómago se contrae. No hay un orden, muchas veces estuve y he estado frente a él, a veces me paralicé, otras arranqué y en otras me disfracé para no ser vista por él.

Estuve muchas veces frente al miedo y sigo estándolo, pero hoy lo reconozco, soy capaz de mirarlo de frente y preguntarme ¿qué miedo está apareciendo?

Algunos ya son conocidos, otros parecieran ser nuevos, pero me miro y los miro con profunda compasión y los abrazo y me abrazo buscando quietud, preguntándome ¿qué posibilidades me estará queriendo entregar? Es una sensación muy nueva, una forma distinta de relacionarme con el miedo, me hace sentir que su poder disminuye y que puedo amigarme con él. “Te miro, te reconozco, te siento y te abrazo”.

3.4 La Rabia.

Desde la rabia, mi cuerpo es grande, con un gran orificio en la boca del estómago, ojos pequeños, mi campo visual se cierra, respiración agitada, manos grandes que buscar castigar y cobrar por el daño realizado, siento que debo pasar por encima del otro ganándole y haciéndolo sentir disminuido como lo hacía mi madre cuando nos castigaba y nos golpeaba. Me imagino siendo un león que necesita defenderse.

 

Desde aquí, mis juicios están relacionados con “Debo ser más fuerte y pasar por encima de los demás”, “buscar palabras inteligentes que me permitan defenderme” “yo tengo el poder sobre los demás” y termino cobrándoles a los otros lo que yo creo que son sus errores y abandonos.

3.5 Victimización.

Desde la victimización, me parece que busco llamar la atención de los otros a través de la pena que pudieran sentir hacia mí; de esa forma alcanzo su atención y soy vista, creo que en esos momentos mi cuerpo se empequeñece, siento que de alguna manera los otros se acercan a mí. Me digo: “si yo me muestro débil, los otros sentirán pena por mí y me querrán”, ¿si yo he sufrido tanto. cómo no me van a querer?

Me he visto en discusiones con otras personas preguntándoles, ¿por qué me haces esto?, ¿por qué me abandonas?, ¿hasta cuándo me haces esto?

Siento que esta sombra me ha resultado en ocasiones y he logrado que los demás estén cerca de mí, pero también he visto que, al final, igual se alejan y pasado un tiempo ya se cansan de la misma historia y similar comportamiento.

Si pudiera identificar la luz de mi sombra con máscara de victimización, creo que es la resiliencia y la valentía (otras máscaras) que he usado hasta ahora para ser quién estoy siendo y vivir la vida que he tenido, cuidándome a mí misma, manteniéndome a salvo. Y que de alguna forma han servido como la espada y los hilos de Ariadna en la leyenda del Minotauro que me han guiado hasta hoy. Sin embargo, pareciera que hoy esta máscara de victimización ya no está siendo tan cómoda.

3.6 Arrogancia.

Desde la arrogancia, pareciera que busco ser vista, de cierta manera admirada. Mi mirada está por encima de otros y mi voz es más ronca y rebuscada, como si quisiera mostrarme más inteligente, siento mi cuerpo en contracción. Desde aquí me digo: “habla, no te quedes callada, de lo contrario, no te verán”, “no dejes que el otro te diga que hacer” “yo puedo sola, no necesito a nadie más”, “si pido ayuda, te verás inferior”, “si me muestro débil, me veré indigna”.

Las acciones que realizo desde aquí tienen relación con el reconocimiento, valoración y la sobre exigencia, como, por ejemplo; tener muchos trabajos y trabajar entre doce y catorce horas y hablar, hablar y no escuchar.

Acciones que resiento desde mi cuerpo; dolor de espalda, no poder dormir, cansancio extremo; costos que no quiero seguir empeñando.

Al escuchar mi relato, mis cuentos y mis narrativas hasta aquí, siento que de alguna manera entré en el eterno retorno de Nietzsche en búsqueda de sentido tal como es mencionado por Echeverría interpretando a Nietzsche en “Mi Nietzsche” “los seres humanos se verán confrontados con la necesidad de generar por sí mismos contenidos de sentidos que le serán necesarios para vivir. Sin embargo, estos contenidos de sentidos tendrán inevitablemente a “disiparse”, generando nuevas crisis de sentido” (Echeverría R. , Mi Nietzche, La Filosofía del Devenir y el Emprendimiento, 2013, pág. 212).

Escuchando mis propias palabras y de alguna manera viéndome atrapada en mi propio laberinto, tal como Teseo aferrado al hilo de Ariadna, deseo diseñarme de otra manera y ser jardinera de mi propio devenir, ¡ya no quiero estar ahí!, quiero tomar el hilo de mis luces ver mis posibilidades y comenzar a ser la creadora de una nueva “YO”, eligiendo una nueva forma de devenir, una nueva forma de diseñar estratégicamente mi identidad. (DEI).

Hoy quiero contar otra historia de mí misma, quiero tener otra narrativa y tejer nuevos sentidos para mí, quiero tener otros juicios, otro lenguaje y otras acciones, quiero como menciona Echeverría “que de acuerdo con las historias que nos contemos, nos constituimos en distintos observadores y con ello definimos diferentes posibilidades de acción” (Echeverría R. , pág. 186) quiero ser una observadora distinta, una persona distinta, por tanto lo escrito anteriormente, aunque algunas palabras se escuchen como en presente declaro “QUE YA ES PARTE DE MI HISTORIA”.

4. Creación de mi propia Obra de Arte.

Hoy me veo frente a esta desesperación, y puedo pedir ayuda y escuchar mi corazón, conectarme con mi dolor y mis miedos y comprender que, si bien estos no se irán, puedo conectarme con ellos y quedarme un minuto para observar qué está emergiendo en mí.

Darme cuenta de que no tiene que ver con el ser que tengo en frente, sino que tiene que ver con una relación y conexión conmigo misma, me doy cuenta de que cuando hablo desde mi corazón, desde mi emoción, puedo tener resultados distintos.

Puedo comprender que no es que me dejen sola, sino que yo me dejo sola y me abandono, que no es que el otro me proteja, sino que yo hace mucho tiempo que me protejo y que quedarme sola no tiene que ver con el abandono, sino, que solo con compañía.

Que puedo estar conmigo en una cita y disfrutar conectándome con mi cuerpo, tocándome, reconociéndome, iniciando una relación conmigo y que, si bien en mi historia hubo una niña herida, solitaria, abandonada, descuidada y vulnerada, hoy soy una mujer que tiene la posibilidad de elegir ser distinta, tomar mi rabia, sentirla, validarla y transformarla.

Al leerme y escucharme descubro nuevas posibilidades para mí y, tal como lo menciona Echeverría “que la primera puerta de salida del laberinto, es el lenguaje y la acción” podría tomar mi espada y los hilos de Ariadna para construir una nueva versión de mí “reinterpretándome” y que en palabras Harlene Anderson citada por Echeverría en “El observador y su mundo” (p.29) puedo tener una narrativa distinta en dónde “mi forma discursiva a través de la cual organizo, doy cuenta, confiero sentido y comprendo, participo de una nueva generación de sentido de las cosas y de mí misma” tengan otro color, olor y textura.

Además, me surge declarar que “Hoy no quiero estar ahí, que agradezco a mis miedos y a mis sombras el haberme acompañado estos 49 años, pero que hoy ya no son necesarias, queriendo en palabras de Echeverría “ser yo misma trascendiendo la persona que he sido y queriendo ser una persona que sabe de sus sombras, se encuentra y se reconcilia con ellas, aunque eso signifique mantenerlas” (Rafael Echeverría, La Estructura del Alma Humana. Persona y Sombra, de Nietzche a Jung., 2003, pág. 3).

Quiero mirarlas, abrazarlas y susurrarles al oído que “ya estoy bien”, que me haré cargo, que seré valiente y que decido ser la protagonista de mi transformación a partir de sus regalos, tal como lo menciona Echeverría “A diferencia de la transformación por evolución, la transformación por creación remite a un creador que opera sobre lo existente provocando cambios que son el producto de un diseño´”, por tanto, que pueden descansar para yo permitirme “diseñar mi nueva Identidad”.

Es abrir mi cuaderno de las posibilidades y tomar mi poder para poder crear mi repertorio, mi nueva narrativa, mi nueva escena es en palabras de Echeverría pararme “desde el camino del poder y definirme, no como un ente contemplativo que se deleita en la observación de la verdad, tampoco como un alma en pena que transita por un camino de pruebas y sufrimientos, sino como un creador de su propia vida” (Echeverría R. , Ontología del Lenguaje, 1994.p.409) es tomar mi capacidad de acción y participar en la generación de una mejor versión de mí misma y de mi mundo en libertad, “cambio yo y cambia todo”, dejando a tras lo que Nietzsche cita en Ontología del Lenguaje, “el espíritu de gravedad” (Echeverría,p.410) incorporando liviandad a mi nueva obra.

Liviandad como la de aquel niño que juega en la arena construyendo castillos de arena, para luego verlos irse con las olas del mar, como una posibilidad de crear mi propia obra de arte des un lugar de transformación en paz y en conexión con la ambición y determinación de ser una nueva “yo” en movimiento, con la mirada en el futuro y en la hermosa posibilidad de elegir quien quiero ser.

4.1 Diseño Estratégico de Identidad.

Tomándome de mi decisión de diseñarme distinta, de crear una identidad diferente a lo que he traído y comprendiendo que somos seres lingüísticos y que “el Lenguaje nos constituye y nos convierte en el tipo de ser humano que somos” (Echeverría R. , pág. 193) y que los juicios se nos presentan como fenómeno lingüístico que nos develan es que me gustaría realizar mi propuesta para diseñarme distinta, en ella incorporo como situación actual el juicio de quien pudiera estar siendo y lo asocio a acciones que estoy realizando desde mi emocionalidad, cuerpo y lenguaje para luego diseñar el juicios a futuro que quiero generar y diseñar las futuras acciones que haré para dar base al nuevo juicio.

Luego identifico los posibles aprendizajes que puedo emprender hoy mismos y declaro posibles aprendizajes de primer orden (acciones) y aprendizajes de segundo orden a nivel del tipo de observadora que podría llegar a ser si implementara mi nuevo diseño de identidad y aprendizajes transformacionales que me están permitiendo generar una nueva mirada de mi hoy.

4.1.1 DEI


JUICIOSSituación actual: juicios que no quiero más dentro de mi identidad“Soy insegura de mí y busco reconocimiento, valoración y ser vista tanto por mí familia nuclear, actual, laboral, amigas y comunidad”.Situación futura: juicio que quiero generar“Ser segura de mí misma encontrando la valoración de quien soy para poder acompañar, convocar, compartir y escucharme y escuchar a otros con liviandad y amorosidad”.
ACCIONESSituación actual: acciones que hago hoy que dan base a ese juicio en mí y en los demás. Emoción:“me siento amenazada”“siento que no soy suficiente”Tengo miedo de decir o hacer o compartir mi mundo interior”“siento desconfianza hacia las acciones de los demás”“me siento insegura de lo que hago o de merecer amor”“siento que debo estar constantemente demostrando quién soy”“busco reconocimiento”Corporalidad: “pongo caras de disgusto para que el otro se dé cuenta de mi molestia”. “me distancio de las personas “trabajo, trabajo muchas horas y en muchos lugares”. “mi cuerpo es rígido, y presento dolores de espalda y cuello” “me cuesta dormir”Lenguaje:“discuto, con mi palabra busco castigar a los demás cobrándoles lo que a mí no me gusta y si no siento eso, me callo y no hablo más” (rutina defensiva del callar).“tengo narrativas de victimización o de arrogancia”Situación futura: acciones que haré para dar base a juicios distintos“pensar que el otro es un observador distinto con sus propias capacidades y necesidades y que necesita un tiempo distinto” Emoción:“sentir confianza en mí y en mis actos”“sentirme liviana”“ser amorosa conmigo”“sentirme segura de mí y en quien me he ido conformando”“conectarme con la apertura de abrir mi mundo interior en paz, confianza y tranquilidad”.“conectarme con mi emoción”Corporalidad: “respirar muy lentamente y despacio” “bailar” “cantar” “poner mi mano en mi corazón antes de responder o iniciar alguna acción que me parezca compleja y sentir mi corazón”Lenguaje: “Hacer silencios y pausas” ESCUCHAR. “Fundar mis juicios”

4.2 Estrategias de Aprendizaje.


Acciones que puedo emprender hoy mismo: ✓“respirar muy lentamente y despacio y poner mi mano en mi corazón para sentir que me conecto conmigo”
Aprendizaje de primer orden: ✓Callar y escuchar más la emoción del otro.✓Repetir lo inmensa y valiosa que soy.✓Con mis amigas iniciar algunas reuniones y decirles lo importante que son, potenciando mi vínculo.✓Con mi esposo, he de decirle que lo amo y que lo dejo libre para que tome sus decisiones y que esté donde quiere estar, pero también invitándolo a tomar decisiones juntos.✓En mis discusiones, no responder de inmediato, sin tocar mi corazón antes.✓En mi trabajo, no responder de las primeras, escuchar las propuestas de mis compañer@s e indagar sus inquietudes.
Aprendizaje de segundo orden:✓Comprender mi estructura de coherencia, y recordarme que hoy no soy aquella niña herida e insegura que añoraba ser querida y vista por los que la rodeaban, que para sobrevivir necesito defenderse y resguardarse en su propio mundo. Que la victimización y arrogancia ya no me sirven para la identidad que quiero construir. “quiero liviandad y amorosidad en mi vida y en mis relaciones” 1.- Con mi familia de origen, disfrutar más con su compañía y no sufrir cuando siento que no les importo, no tener expectativas relacionadas con ellos y como me ven.2.- En el espacio de las amistades, confiar más y crear más vínculos desde mi confianza.3.- En el amor, confiar más en mí, en el amor que entrego, en el valor que me doy y en el amor que me declaran.4.- En mi espacio laboral, escuchar más y bajar mis barreras de defensa.5.- En mi identidad pública, actividades con la comunidad y relación con el mundo externo hacer cosas y participar de acciones comunitarias, desde gozo por hacerlas y no por la necesidad de visibilidad.6.- En desarrollo de mi mundo interior y espacios propios, generar más espacios personales y compartirme.
Aprendizaje Transformacional✓Desde la Aceptación, he aprendido a aceptar mi historia y el pasado con todas sus vicisitudes como elementos necesarios para conformarme en quien estoy siendo, abrazo esas sombras y luces que surgieron como elementos que me ayudaron a llegar a ser quien soy.✓Desde el Agradecimiento a todos quienes hasta ahora han sido parte de mi historia y que me entregaron desde sus posibilidades el amor, cuidado y compañía y que me enseñaron sobre el miedo, el cuidado, mis formas de defensa, la valentía, el amor, la compañía, la resiliencia. En resumen, quienes me acompañaron a mirar mis luces y mis sombras para desde ese lugar poder decidir en libertad mi devenir.✓Desde la Integración, a comprender que todo lo vivido es necesarios para ser quien quiero ser y que me permite mirar desde una observadora distinta abrazando mi historia, integrándola y mirar hacia el futuro que quiero construir, tal vez con la posibilidad de mirar con amor en quien me constituiré en adelante. ✓Desde la Transformación, a tener la hermosa posibilidad de saber que estoy en constante cambio que me posibilita a mirarme como una mujer en movimiento y que en adelante veré venir nuevas “YOES”, pero que tengo la posibilidad de ser quien quiero ser.

5.Aporte Ontológico.

 

Al inicio de este viaje, cuando me pregunté sobre ¿cuál es mi dolor más profundo?, ¿cuál es la grieta que atraviesa mi vida? pensé y sentí que era “el cuidado” y de ahí se desprendían frases como ¿cuánto me habían cuidado?, ¿cuánto no me cuidaron? y ¿cuán importante hoy era ser cuidada?, sentía una sensación de resignación y de injusticia hacía los demás que no me valoraban y no veían los tremendos esfuerzos que yo realizaba, sentía que yo era la víctima de los demás. Y pasaba por mi mente una cierta lastima y resignación de mí misma por la historia vivida. Esos eran mis juicios y para mí era el dolor más grande que llevaba en mi interior “guardados”, sintiendo que ya no se podía hacer nada, por tanto, fueron acallados hasta el momento en que comencé a conversar con ellos.

Al escribir en un principio, dolía mucho ir a mirar el cuidado en mi vida. Surgían las lágrimas sin cesar, parecía que entraba en un mundo de recuerdos que volvían a tomar vida.

En algunos relatos, me parecía más fácil escribir, ya los había contado tantas veces que parecía tener un color y una voz propia, era historia conocida y hasta la emocionalidad era una habitualidad “eran los cuentos que me había contado durante mi vida” y sentía que me dolía, pero no lograba saber ¿por qué?

Cuando comencé a realizar “fenomenología”, es decir a entrar en el recuerdo a mirar, a sentir, a oler y recordar cada uno de los detalles. Mi cuerpo, mi emoción y mis palabras parecía entrar a un mundo el que no había habitado antes, me parecía que en el momento de escribir tenía emociones que no recordaba y mi cuerpo recordaba sus movimientos, era como sumergirme en la profundidad de la historia.

Fui descubriendo nuevos colores y cada vez que entraba descubría nuevos elementos, como por ejemplo al mirar una fotografía de pequeña y conectar con la música de esos tiempos me descubría al lado de mi madre vestida de marinera y con unos pinches hermosos pude ver que, si fui cuidada, entonces parecía que me quedaba sin repertorio y me preguntaba ¿cuál era mi real dolor?

Luego, fui a contrastar juicios, pregunté a mi familia, recordé parte de esa historia junto a mis hermanos y madre y el recuerdo volvió a tomar un color distinto, apareció en mí una nueva comprensión, parecía que el mundo no era tan pequeño como lo había estado viendo.

En paralelo, fui acompañada por sesiones de coaching que luego de las indagaciones y los quiebre que presentaba, me llevaban a mirar a una niña asustada que buscaba ser vista, escuchada y valorada y que al parecer hoy se estaba repitiendo ese mismo sentir frente a mis hijos, mi esposo, mi mamá o en mi trabajo. Comencé a observar patrones que se repetían hoy en mi ser adulta, como por ejemplo frente a un desafío de hacer clases en una universidad y a una crítica de mis estudiantes, sentí que se me apretó el estómago, me sentí insegura y pensé que se pondría en juego mi identidad pública e hice lo que siempre estaba acostumbrado a realizar “estudiar y trabajar mucho para que mi imagen no estuviera comprometida y me vieran y valoraran como una profesora de excelencia“, comencé a buscar esa imagen que se defiende a través de la arrogancia.

Frente a mi esposo y a una situación en que él se fue a vivir a la casa de la playa, sentí en un primer momento que me abandonaba y que solo le importaba él, luego me sentí insegura de nuestra relación y en cada momento que estábamos juntos eran discusiones en las que buscaba castigarlo como buscando un acto reparador. Sentí miedo a que me abandonara y solo comencé a defenderme sintiéndome víctima, pero como no resultaba comencé a defenderme desde el enojo y al parecer que estaba consiguiendo lo contrario a lo que me daba miedo “que me abandonara”, me vi defendiendo celosamente lo que creía mío o prometido, pero que en definitiva el amor es un regalo y no una obligación.

En la identificación de mis patrones, me fui dando cuenta que frente a situaciones en que me veo amenazado mi valor propio o no reconocida, siento miedo, me paralizo por algunos momentos y luego como un mecanismo de defensa aparece el enojo para defenderme y luego como si eligiera una forma de continuar me aparecen dos caminos; “La arrogancia” y/o la victimización”, las que utilizaba para que me vieran y me valoraran, Hoy hace sentido la estructura de coherencia ontológica que se me presentaba.

Dado que nací en un sistema familiar de abandono, descuido, orfandad y violencia en que no había tiempo para ser vista, aprendí a defenderme sola, a callar, a hacer lo imposible para que me miraran y hoy frente a situaciones de abandono, o de no ser validada, mi valor propio se ponía en juego y buscaba defenderme sintiéndome una víctima del desamor y, abandono y falta de cuidado. Mis ojos estaban puestos fuera de mí. Sin embargo, también descubrí luces que me acompañaron para ser la Valente mujer en la que me he convertido.

A medida que fui indagando en mi propia naturaleza, fui mirando mi sistema y fui observando mis patrones, fui comprendiendo mi estructura de coherencia y, si bien hoy sigue apareciendo, soy capaz de mirarme y comprender mis mecanismos. Debo mencionar que cada vez aparecen menos esas formas de defensa, pareciera que al identificarlas ya no son tan necesarias y pierden protagonismo y cuando las veo aparecer desde mi ser adulta, las abrazo para preguntarme ¿cuál es el miedo que está apareciendo hoy?

Al observar mi luces y sombras y quizás comprender su origen, siento que el poder está en mí, que no necesito poner en juego mi valor en los ojos de los demás, sino que abrazarme e identificar que ya no es necesario defenderse, que hoy soy la adulta que se hace cargo de sí misma para continuar el camino que yo quiera construir recordando los aprendizajes que me acompañan a tomar la transformación que quiero lograr desde la “Aceptación”, el “Agradecimiento” y la Integración.