Tanzania, Kilimanjaro, Zanzíbar

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Sisal salvaje o agave mexicano (Sansevieria ehrenbergiana). En Olduvai.

Cítricos. Lima, limón, naranja verde, pomelo.

Aguacate. Árbol de hojas persistentes importado de Centroamérica, de la misma familia que el laurel, el alcanforero y el canelero.

Plátano. Tiene la particularidad de no reproducirse más que por reanudación de los pies ya existentes. Hay numerosas variedades.

Guanábano (Annona muricata). Produce la guanábana.

Mango. Árbol muy amplio, de follaje denso verde oscuro, de la misma familia que el anacardo.

Papayo. Tiene la particularidad de existir en versión masculina o femenina. Sólo estas últimas producen frutas, pero hace falta aproximadamente un pie masculino para diez hembras.

Palmera dum (Hyphaene thebaica). De tamaño pequeño. Se extrae el crin vegetal y se puede beber el zumo.

Palma aceitera, palma datilera y cocotero (el más alto, de 25 m). Sus fibras se utilizan para la fabricación de la rafia (pero es una variedad malaya que da el mimbre, más gruesa).

Pasiflora. Sus órganos evocan los instrumentos de la Pasión de Cristo, de ahí el nombre del fruto de la pasión que nos da.

Borassus. Palmera de la que se come el corazón o palmita, y se utiliza el fruto para elaborar el vino de palma.

Árbol del viajero. Sus palmas, naturalmente dispuestas en abanico, recogen el agua que se obtiene en el tronco y puede así ser bebida por posibles viajeros.

Árboles con flor

Buganvilla. Arbusto de largos tallos cubiertos de flores rojo violáceo. Originaria de Estados Unidos, su nombre proviene del navegante y escritor francés Bougainville, que dio la vuelta al mundo en los años 1760.

Aromo. Acacia de pequeñas flores amarillas o rosas muy aromáticas, de la familia de las mimosáceas.

Flamboyán. Árbol típicamente africano, de bellas flores rojas, procedente de la familia de las leguminosas (frutos en forma de vainas), como el árbol de Judas o el algarrobo.

Franchipán. Arbusto con flores blancas de corazón amarillo, muy odoríferas.

Hibiscus. Arbusto de flores de color malva.

Jacarandá. Gran árbol de numerosas flores de color malva, cuya madera, llamada palisandro, es muy apreciada en ebanistería.

El manglar

El manglar es un medio específico de las regiones costeras intertropicales: zonas difícilmente penetrables de árboles mangles, con sus raíces en forma de arcadas y neumatóforos (es decir, que rebrotan fuera del suelo para respirar cuando el árbol está encenagado), y sus semillas, que brotan en el árbol mismo dando una plántula en forma de flecha.

Estos mangles crecen en la arena y en el cieno, muchos organismos se desarrollan allí: larvas, insectos, peces jóvenes, erizos, gusanos, moluscos, cangrejos y otros crustáceos, así como aves en cantidad, serpientes y monos. El manglar es un ecosistema bastante protegido, y aún así es una buena fuente de madera y comida para los habitantes de los alrededores.

Otros árboles


SERENGETI NATIONAL PARK - Parque Nacional del Serengeti

© Stephan SZEREMETA

Caoba, cacao, calabazo, karité (cuyas semillas producen una materia grasa de uso culinario y cosmético), eucaliptos (árbol importado de Australia a África oriental, conocido por su olor agradable y utilizado en construcción por su gran tamaño y su fácil crecimiento), néré (mimosácea cuyas semillas y raíces son empleadas en la medicina tradicional); gomero (en matorral), teca, almendro malabar (árbol ornamental cuya madera se utiliza también en carpintería), árbol del pan (o frutipán, árbol de jaca, originario de Asia tropical, cuyo enorme fruto compuesto de almidón debe ser cocido para comer).

Historia


Historia - Grabados vuelta al mundo, elefante

© Tom Pepeira – Iconotec

Cronología

1,7 millones de años a. C.: rastros de vida de Homo habilis y Homo erectus en las gargantas de Olduvai, en el Ngorongoro.

1498: el explorador portugués Vasco de Gama, camino hacia las Indias, es el primer europeo que atraca en las costas tanzanas, en Tongoni.

1506: los portugueses controlan la mayor parte de las costas de África oriental.

1699: los portugueses son expulsados de Zanzíbar por los omaníes.

1873: Gran Bretaña impone la abolición del comercio de esclavos al sultán de Zanzíbar.

1886: Alemania y Gran Bretaña firman un tratado que delimita sus respectivas zonas de influencia en Tanganica y Kenia. Zanzíbar se convierte en un protectorado británico.

1905-1906: la rebelión Maji Maji es aplastada de forma sangrienta por los alemanes.

1919: Gran Bretaña hereda la administración de Tanganica tras la disolución del imperio colonial alemán.

1961: independencia de Tanganica.

1963: independencia del sultanato de Zanzíbar.

1964: Tanganica y Zanzíbar se fusionan para crear la República de Tanzania.

1978-1979: guerra entre Tanzania y Uganda, que termina con la fuga del dictador ugandés Idi Amin Dada.

1992: instauración del pluripartidismo.

2015: John Magufuli se convierte en el quinto presidente de la República de Tanzanía.

Orígenes

Como muchos países africanos, Tanzania tiene una historia larga e interesante. Una historia que se remonta a varios millones de años, ya que fue en el valle del Rift, desde Etiopía hasta Tanzania pasando por Kenia, donde surgió la Humanidad. El cráneo descubierto en 1995 en la región del lago Turkana se remonta, en efecto, a cuatro millones de años. Las huellas fósiles de pisadas de Laetoli, descubiertas en 1979, a 28 km al sudoeste de Olduvai, en Tanzania, datan de 3,7 millones de años. El esqueleto de Lucy, sacado a la luz en 1974 en el valle del Omo, en Etiopía, por una expedición franco-americana (incluyendo especialmente a Yves Coppens), tiene poco menos de 3 millones de años; se trata del Australopithecus afarensis (de la región del pueblo afar). Y el primer cráneo encontrado en julio de 1959 por el Dr. Louis Leakey en la garganta de Olduvai en Tanzania, el Australopithecus zinjanthropus (de Zinj, nombre árabe de la costa de los países de África oriental), tiene aproximadamente 1,8 millones de años.

El gran interés que el valle del Rift despierta para la Paleontología data de 1911, año en el que un entomólogo alemán, el profesor Katwinckle, encontró por casualidad los fósiles de animales prehistóricos aparecidos en la superficie del suelo, cuando iba en busca de mariposas rarísimas en la garganta de Olduvai, una región remota y de muy difícil acceso del Tanganica. Los ejemplares que trajo despertaron un gran interés en Alemania, y en 1913 se organizó una expedición bajo la dirección del profesor Hans Reck. Este permaneció tres meses sobre el terreno antes de traer un gran número de fósiles a Europa, algunos de ellos visibles en el Museo de Berlín. En 1933, el arqueólogo Leakey, después de conocer estos descubrimientos, decidió viajar a Olduvai, con Mary, que iba a ser su esposa, y el profesor Reck. Los Leakey realizaron excavaciones, él hasta su muerte en 1972, ella —fallecida en 1996— hasta principios de los años 1980.

Lo extraordinario del sitio de Olduvai es que expone en sus estratos un resumen de la evolución humana. El National Museum, en Dar es Salaam, reúne la mayor parte de los descubrimientos que se hicieron. En Isimilia, cerca de Iringa, un museo reúne también una colección muy interesante de instrumentos prehistóricos encontrados en el cauce de un río de los alrededores. Y la región de Kondoa Irangi, entre Arusha y Dodoma (centro de Tanzania), es muy conocida por sus pinturas rupestres, que datan de la Edad de Piedra tardía. Los refugios rocosos, numerosos en la región, que eran el hábitat más corriente del Homo sapiens, se prestaban perfectamente a este tipo de expresión.

 

Poblamiento

El poblamiento original

Actualmente en Tanzania siguen viviendo los que se consideran los últimos supervivientes de la Edad de Piedra, descendientes directos del Homo habilis de la región de Olduvai. Son los khoisan, primos de los bushmens del Kalahari (desierto que se extiende en Botsuana y, en menor medida, en Namibia y Sudáfrica), con quienes comparten su lenguaje a través de clics (la lengua chasquea sin cesar contra el paladar). En realidad coexisten aquí dos grupos: los sandawe, al sur, cerca de las rocas pintadas de Kondoa, y los watindiga, o hadzabe, en el norte, en la orilla nororiental del lago Eyasi, cerca del Ngorongoro, en cabañas trogloditas de tipo casi prehistórico. Los sandawe viven de la ganadería, mientras que los watindiga tienen una economía basada en la caza y la cosecha. Cazan con arco y recogen raíces, tubérculos, bayas y miel salvajes. Es extremadamente conmovedor, aunque difícil debido a las distancias y a los obstáculos, ir al encuentro de estos hombres que viven en otra edad. Son pequeños, tienen la piel más bien clara, los rasgos más finos que los bantúes, pero son braquicéfalos (cráneo tan amplio como largo, por oposición a dolicocéfalo).

El poblamiento del Noroeste

Se produjo un segundo poblamiento hacia el año 3.000 antes de nuestra era, la de los couchitas. Este pueblo de pastores, mencionado por la Biblia (Kush es uno de los cuatro hijos de Cham, a su vez uno de los tres hijos de Noé), introdujo la cría de ganado vacuno en África oriental y, conociendo la técnica de cultivo del mijo, se sedentarizó rápidamente, especialmente en la región de Mbulu (altas mesetas a unos 42 km al sur de Karatu). Organizados por clases de edad, practicaban la circuncisión. No trabajaban el hierro, pero usaban la piedra pulida, especialmente para la confección de muelas o recipientes.

Estos pueblos negros caucásicos, los iraqw y los burungi de hoy, están próximos a los somalíes y a algunas etnias del sur de Etiopía, Sudán (barabra y galla) y también del sur de Egipto y Arabia. Se les atribuye, sin duda por error, la construcción de la ciudad de Engaruka, entre Natron y Manyara. Aunque esté en ruinas desde hace más de 300 años, esta ciudad ha sido testigo de un dominio excepcional de las técnicas de irrigación y de las construcciones de piedra. Probablemente, los antiguos couchitas la ocuparon en un momento de su historia, antes de dejarla bajo la presión de los recién llegados (masái o tatog), pero nada nos permite pensar que fueron los constructores. Ninguna de sus obras pone de manifiesto semejante conocimiento.

El poblamiento masivo del Oeste: los bantúes

Los bantúes, con la piel más oscura y los rasgos más gruesos, llegaron masivamente desde el África ecuatorial entre el año 1.000 a. C. y el 1.000 d. C. Eran agricultores y conocían bastante bien la metalurgia, que introdujeron en la actual Tanzania, entonces inmenso territorio separado del oeste por los Grandes Lagos, y cuyas montañas ofrecían en sus vertientes amplias superficies de tierra fértil y bien regada, propicia para el cultivo después del desbroce.

Los bantúes introdujeron nuevos cereales, ropa nueva, joyas a base de perlas y herramientas de metal. Llegaron a través de los actuales Burundi y Ruanda, entre los lagos Tanganica y Victoria, fundaron algunos reinos y asimilaron a una gran parte de la población autóctona khoisan y couchita; la accidentada orografía del terreno permitió la supervivencia de pequeños grupos aislados (los hadzabe, por ejemplo, que ya no son más que un millar, hoy). Un subgrupo bantú, los sonjo, que viven actualmente a unos cincuenta kilómetros de Engaruka, en la meseta que conduce al norte hacia las llanuras del Serengeti (región de Wasso), podría estar en origen de esta ciudad: practican el riego, no construyen en piedra y no simulteanean la ganadería y la agricultura. Al mismo tiempo, en el reino del Gran Zimbabue, en la Edad de Hierro africana (XIII-XVI), los agricultores bantúes shona construían su capital con bloques de granito ajustados sin mortero y mantenían relaciones con los persas y los chinos gracias a los suajili, pueblo del litoral.

La llegada masiva de los bantúes tuvo como resultado la organización de las poblaciones en un centenar de tribus (los bantúes representan el 98% de la población), cada una encabezada por un líder.

El poblamiento del Norte (los nilóticos)

La población más tardía se debió a la llegada beligerante de grupos de pastores y de guerreros procedentes del Alto Nilo. Los tatogs de hace unos cientos de años, al igual que los masáis un poco más tarde (a partir del siglo XVIII), eran excelentes guerreros, especialmente cuando se trataba de un asunto de ganado o de pastos. Sus armas se componían de un rompecabezas fabricado a partir de una raíz de acacia, de una lanza (dos piezas de hierro forjado sólidamente enmangadas a una pieza de madera) y de un cuchillo largo con una hoja de 35 cm a 50 cm de largo, que se parecía a las espadas romanas (que circularon por el valle del Nilo). En ocasiones, este armamento se completaba con un escudo muy resistente hecho con piel de búfalo. Los tatogs son grandes, tienen rasgos finos y la mirada orgullosa. Sus oponentes les llaman barabaig o wamangati («los hombres valientes»). Tras haber expulsado sin dificultad a las poblaciones que no tenían tradición guerrera, los tatogs y los masáis se enfrentaron ferozmente por el dominio de la región oeste del Ngorongoro y de las llanuras del Serengueti. Los masáis acabaron imponiéndose y los tatogs fueron expulsados más al sur, sobre todo alrededor del monte Hanang, un macizo montañoso (3.417 m).

Los wa arusha, que vivían en la zona de la ciudad homónima a la llegada de los colonos, también están emparentados con los masási, a pesar de haberse vuelto sedentarios y agricultores.

Una invasión de alcance limitado

Unos cincuenta años antes de la aceleración de la colonización portuguesa en Mozambique, y la ocupación provisional de la región del lago Malaui por algunas tropas alemanas, los ngoni, sangrientos guerreros de origen bantú procedentes de África austral a través de la actual Zambia, y relacionados con los zulúes y xhosas de Sudáfrica, invadieron brutalmente el sur de la actual Tanzania. Tuvieron tiempo de aplastar algunas tribus bantúes antes de ser bloqueados al este por los yao y al norte por los hehe, etnias mucho más fuertes en número. Hoy están asentados en tierras fértiles, en la región de Songea, donde se dedican principalmente al cultivo del té de la forma más pacífica.

Apertura por el océano Índico y la esclavitud

En el año 700 a. C., según dicen, el faraón Necao pidió a los fenicios —grandes navegantes— que dieran la vuelta al continente africano en barco llegando tan lejos como pudieran. Se habla incluso de expediciones terrestres anteriores que habrían alcanzado Mozambique. Así, desde la Antigüedad, los primeros visitantes vinieron a la costa para intercambiar productos, ya fuese con los cazadores y agricultores del interior, o con los pescadores y agricultores de la costa, los zinj o zanj, cuyo rastro se mantiene en el nombre de Zanzíbar. Los mercaderes de la península arábiga, especialmente del Yemen y de Omán, Fenicia, India, del golfo Pérsico y de Egipto parecen haber estado viniendo desde el siglo V antes de nuestra era para comprar marfil, madera noble, copal (resina utilizada para la fabricación de barnices), resina, oro, pieles de animales, perfumes y esclavos. Ptolomeo, geógrafo griego de Alejandría (primera mitad del siglo II d. C.), evoca por primera vez esta región lejana y describe a sus habitantes como grandes y de piel oscura. Al mismo tiempo, un manual de navegación para navegantes comerciales, El periplo del mar eritreo, menciona la presencia de comerciantes árabes instalados en la costa y casados con mujeres africanas. La influencia musulmana adquiere un carácter cada vez más dominante, especialmente en el siglo IX, y el mestizaje con los bantúes da origen al pueblo y la cultura suajili. A partir de finales del siglo XII, los persas shirazíes empezaron a instalarse masivamente en la costa para promover y controlar el comercio con el interior del continente, haciendo subir sus grandes caravanas hasta más allá de los Grandes Lagos. En particular, construyeron Kilwa. Entre 1499 (el primer paso de un navegante europeo, Vasco de Gama, de regreso de las Indias a la cabeza de tres carabelas) y 1698 se produce en la costa, y en particular en Zanzíbar, Pemba y Kilwa, el intermedio portugués. Los portugueses se imponen de hecho sin dificultad, ya que los persas shirazíes no esperaban en absoluto la llegada de una potencia extranjera competidora y menos aún desde tan lejos. Además, al haberse impuesto fácilmente a las tribus africanas, sus construcciones se parecían mucho más a palacios que a fortalezas. En esa época, los navegantes portugueses describen la costa del país y las islas como impresionantes por su fertilidad y opulencia.

En 1587, los portugueses, que eran pocos y estaban demasiado alejados de sus bases, son masacrados por los habitantes de Pemba. En 1591, el primer navegante inglés hace escala en Zanzíbar. Hacia 1690, Fatuma se convierte en reina de Zanzíbar, pero sigue siendo leal a los portugueses. Al final, serán derrotados ocho años después por una flota de 3.000 hombres enviados por el imán de Mascat (Omán) y tendrán que replegarse hasta Mozambique.

En el siglo XVIII se produce una nueva colonización procedente de Arabia meridional, y especialmente de Omán. La esclavitud adquiere su máximo apogeo. Desde esa época hasta su abolición oficial en 1873, se estima en más de un millón y medio (600.000 entre 1830 y 1873) el número de esclavos llevados desde el interior o capturados en la costa, sin contar los que murieron por el camino. Las necesidades de la península arábiga, de las islas colonizadas por los europeos en el océano Índico, de los sultanes omaníes de Zanzíbar y de Pemba (en particular por las plantaciones de clavos) eran la causa. En 1811 se abrió incluso un gran mercado oficial en Zanzíbar. Dos rutas de caravanas llegaban desde el interior del continente: una desde la cuenca del Zambeze, pasando por las orillas del norte del lago Nyasa (o lago Malaui), hasta Kilwa; la otra desde el lago Victoria, por Tabora hasta Bagamoyo (al norte de Dar es Salaam), que por cierto significa «sin esperanza». En el siglo XIX, los primeros exploradores y misioneros llamaron la atención de los estados europeos sobre las proporciones que tomaba la trata de esclavos en el África oriental, y los sultanes tuvieron que ceder poco a poco ante los occidentales. Pero, a pesar de su abolición oficial, la esclavitud continuó hasta principios del siglo XX.

Los exploradores europeos


Los exploradores europeos - Grabado vuelta al mundo, rinoceronte

© Tom Pepeira – Iconotec

El pastor alemán Johan Ludwig Krapf llegó a Zanzíbar en 1844 y, después de ser bien recibido por el sultán Seyyid Said, se puso a recorrer el Tanganica. Otro pastor alemán, Rebman, fue a su encuentro en 1848 y descubrió el Kilimanjaro. Krapf tradujo el Nuevo Testamento al suajili y ambos empezaron a construir iglesias y escuelas.

Richard Burton y su asistente John Speke, exploradores ingleses en busca de las fuentes del Nilo, llegaron a Zanzíbar en 1856 y emprendieron la subida de la ruta árabe de las caravanas hasta el lago Tanganica. Saliendo de Tabora, Speke llegó al lago Victoria (que le debe su nombre, en referencia a la reina de Inglaterra) en 1858. Regresó de nuevo en 1861 y comprendió que, efectivamente, las cataratas de Jinja (hoy cataratas de Owen en la orilla ugandesa del lago Victoria) eran donde empezaban las aguas del Nilo, 6.670 km río arriba de su delta mediterráneo, un hecho que no consiguió que aceptaran sus contemporáneos. Murió por heridas por bala cuyo origen sigue siendo un misterio.

 

El Dr. David Livingstone remontó primero el río Zambeze desde Mozambique hasta las cataratas Victoria (en la frontera actual entre Zambia y Zimbabue), y en 1866 se dirigió desde Mtwara (costa sur de Tanzania actual) a los lagos Tanganica y Victoria con el fin de determinar la ubicación de las fuentes del Nilo, pero también de descubrir nuevos ejes de comunicación y difundir la fe cristiana. En esta región fue testigo, especialmente, de los horrores de la trata de esclavos e informó por carta al Gobierno inglés sobre la urgencia que había en poner fin a las masacres cometidas por los comerciantes de esclavos árabes o en relación con los árabes.

Henry Morton Stanley. Dado que Occidente permaneció sin noticias de Livingstone durante varios años, el periodista estadounidense Henry Morton Stanley (un inglés huérfano que tomó ese nombre y la nacionalidad estadounidense por esnobismo y raras veces mostró interés por las culturas que descubría) fue en su búsqueda. Lo descubrió en 1872 en Ujiji, cerca de Kigoma, en el lago Tanganica. Livingstone murió de disentería un año después, cerca del lago Bengeulu en Zambia, desde donde su cuerpo fue transportado a pie por dos criados durante 2.500 km hasta Bagamoyo, antes de ser repatriado a Inglaterra. Stanley decidió volver a Tanganica para llevar a cabo la misión de Livingstone, encabezando una expedición de 224 hombres. Partió en noviembre de 1874 y volvió 2 años y 10 meses después, habiendo perdido a todos sus compañeros de origen europeo y a un gran número de cargadores y guías africanos. Sin embargo, la expedición confirmó la tesis de Speke, contraria a la de Burton y Livingstone, según la cual el Tanganica pertenecía al sistema hidrológico del Congo y el Victoria era efectivamente la fuente del Nilo.

Pierre Savorgnan de Brazza (1852-1905) exploraba en la misma época las profundidades de África, más al oeste. Otros exploradores atravesaron lo que se convertiría un día en Tanzania; su recuerdo es menos conocido, pero su destino a menudo fue igualmente trágico. Por ejemplo Oskar Baumann, un austríaco que descubrió el lago Manyara y el lago Eyasi, fue masacrado en 1899 por una tribu poco acogedora a la edad de 34 años.

A estos exploradores se puede asociar una serie de misioneros cristianos, entre ellos los espiritanos de Bagamoyo en 1868 y de Zanzíbar, que llegaron hasta Morogoro y Kondoa; los anglicanos a partir de 1875; los padres blancos a partir de 1878, que se instalaron en Tabora, en el lago Tanganica en Ujiji y Karema, en el lago Victoria en Mwanza y Bukoba; los benedictinos en la misma época, que fundaron misiones en Bihawana cerca de Dodoma, en Iringa, Mahenge y Peramiho en el sudoeste, y en la meseta Makonde.

La colonización alemana

Empresas de comercio alemanas (en particular la Compañía Alemana de África Oriental liderada por Carl Peters) comenzaron a establecerse en el país, firmando acuerdos con los líderes de algunas tribus locales (se trataba muy a menudo de tratados de amistad firmados en alemán con líderes analfabetas). De hecho, la influencia germánica iba a ser poco a poco predominante en la parte continental del país. Al compartir las zonas de influencia, los acuerdos germano-ingleses de la Conferencia de Berlín, en 1886, dieron origen al África Oriental Alemana (Deutsch Ostafrika), que incluía el Tanganica (incluido el Kilimanjaro cedido por la reina Victoria a su sobrino, el káiser Guillermo), así como Ruanda y Burundi. Zanzíbar y Pemba, bajo protectorado británico, permanecían en manos de los sultanes.

La conquista

Carl Peters pagó sólo 2.000 libras al sultán a cambio de adquirir todos los derechos a ejercer su influencia en la zona continental de la región. Hermann von Wissman, oficial superior y comisario del káiser para la Deutsch Ostafrika, llegó a Bagamoyo en 1887. Los alemanes comenzaron entonces a remontar las rutas de las caravanas controladas en el pasado por los árabes, para apropiarse progresivamente de las grandes áreas urbanas y de los pasos importantes. Su táctica era, en primer lugar, conquistar una región, por la fuerza si era necesario (lo que a veces llevó varios años, debido al territorio accidentado y al alejamiento de sus bases), o imponiendo su bandera frente a los jefes tribales, señal de reconocimiento de su autoridad. Luego remplazaban al líder por otro sujeto a ellos. Por último, instalaban un puesto o incluso un fuerte militar para controlar las rutas importantes y organizaban escoltas y patrullas. En especial, se ocuparon de las regiones en las que se habían instalado pacíficamente las misiones (en particular de los franceses, de la orden del Espíritu Santo, de los benedictinos alemanes y de la London Missionary Society), que no habían esperado —para construir iglesias, hospitales y escuelas— que los propósitos comerciales, políticos y quizás humanistas de las autoridades coloniales les condujeran a imponer un control del país por la fuerza. En 1878, fue asesinado un misionero inglés en Tabora por unos saqueadores que atacaban sistemáticamente las caravanas. Los alemanes justificaron su conquista por la urgente necesidad de poner fin a la esclavitud, aún muy presente, a pesar de su prohibición oficial en Zanzíbar.

La resistencia

Mucho más que en los países vecinos, los recién llegados se enfrentaron a la fuerte resistencia de varias etnias, en particular la de los hehes de la región de Iringa. La rebelión comenzó con el rechazo de las concesiones de tierras concedidas por los alemanes para el cultivo de algodón a lo largo del río Rufiji. Pero esta disputa reflejaba un malestar más profundo: conocedores de la situación de las tribus vecinas, los hehes querían salvaguardar su libertad e independencia. Su líder, Mkwawa Mwamyinga, organizó incursiones en los pueblos controlados por los alemanes o sus aliados árabes después de que una de sus delegaciones, enviada en 1891 para solicitar la paz, regresara sin resultados satisfactorios.

Zelewski, apodado el Martillo por las tribus locales debido a su brutalidad, partió a la cabeza de una expedición de 270 soldados y oficiales. Después de haber aplastado varios pueblos hehes, cayeron en una emboscada tendida en una garganta. Diez alemanes murieron, entre ellos Zelewski, atravesado por una lanza sin que tuviera tiempo de bajar de su burro, y los demás dieron marcha atrás. En efecto, los hehes tenían cada vez más armas de fuego, obtenidas del contrabando o bien capturadas a los propios alemanes, o también fabricadas de forma artesanal, como las de los árabes. Desmoralizados por su derrota, los alemanes ya no se acercaron a los feudos hehe durante algún tiempo, enfrentándose además a la oposición de otra tribu, los nyamwezis, que también los mantenían muy ocupados en el oeste, en la región de Tabora.

Las hostilidades con los nyamwezis comenzaron en abril de 1892, cuando una expedición alemana, que desde hacía algún tiempo ya no ocultaba sus intenciones hegemónicas, fue atacada en Tabora. En represalia, los alemanes incendiaron varios pueblos y, en los meses posteriores, atacaron el fuerte nyamwezi tres veces, pero siempre en vano. Sólo en enero de 1893, armados y reforzados por las tropas experimentadas de von Prince, pudieron dar el asalto decisivo. El líder de los nyamwezis, Isike, encerrado en su fuerte, lo hizo explotar, aunque un poco pronto, lo que evitó a los alemanes pérdidas considerables. La explosión no mató del todo a Isike: aún respiraba, así que von Prince lo ahorcó inmediatamente. Posteriormente, esta decisión provocó remordimientos en el comandante alemán, quien declaró reconocer en su oponente a un verdadero héroe. En cualquier caso, la victoria de von Prince llegó justo a tiempo para evitar una alianza de los nyamwezis con los hehes, lo que sin duda habría detenido el avance alemán durante muchos años. En diciembre de 1893, después de una breve pero violenta lucha, los alemanes tomaron un segundo fuerte, el de Nkandi, construido en piedra y con más de 2 km de circunferencia. Mientras tanto, los hehes seguían robando el ganado e incendiando los pueblos de las zonas conquistadas por los alemanes. En 1894 se aliaron con un árabe poderoso, Rumaliza, que había sido derrotado en el Congo por los belgas y se había instalado en Ujiji (en el lago Tanganica) antes de ser expulsado por los alemanes, que en 1896 establecieron un puesto, cinco años después del de Tabora. En la estación seca de 1894, un cuerpo expedicionario de varios miles de soldados, muchos de los cuales eran auxiliares de otras etnias, fue puesto bajo el mando de von Prince (que luego relató su expedición en Gegen Araber und Wahehe). Después de haber esquivado la peligrosa escarpadura que llevaba hasta allí, y donde Zelewski había sido atacado, sitiaron la plaza fuerte de Kalenga, que redujeron a merced tras varias horas de violentísimos combates cuerpo a cuerpo, de casa en casa, y de refugio en refugio. Sin embargo, el líder Mkwawa pudo escapar y llevó a cabo una guerrilla durante cuatro años. Dado que continuaba el acoso de las patrullas y los convoyes alemanes, von Prince acusó a Mpangile (hermano menor de Mkwawa), a pesar de su disposición a favor de los europeos, y lo hizo fusilar junto con otros tres miembros de su familia para disgusto de los hermanos benedictinos y de la propia esposa del comandante alemán. Los enfrentamientos siguieron, hasta que, acosado, hambriento y sintiendo la causa de su pueblo perdida, Mkwawa se suicidó en julio de 1898 en el Ruaha (su cabeza, a la que se había puesto precio, fue cortada por un alemán y transportada a Alemania al museo etnológico de Bremen, donde se conservó con otras 200, de las cuales 53 eran de la Deutsch Ostafrika, hasta su restitución, en junio de 1954, gracias a los esfuerzos del Gobernador británico Twining). Von Prince murió en Tanga en 1914.

El siglo XX

Desde 1886 a principios del cambio de siglo, hubo otros enfrentamientos, de menor importancia pero numerosos, en los que los alemanes aprovecharon las divisiones de las diferentes tribus, que combatía cada una de forma aislada a su enemigo común. En 1897 comenzó la gran epidemia de peste bovina que, durante varios años, diezmó los rebaños de la mayoría de las etnias pastorales de la región, especialmente de los masáis, provocando graves hambrunas.