El misterio en lo cotidiano

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2 de octubre

No hay vocación sin razón de amor. Pero razón de amor no hay que no se diga desde sí misma desde la esencia misma del que ama. Más aún: desde las entretelas del mismo amor. Razón de amor que no quiere suscitar expectativas vanas, ni ofrecer respuestas apresuradas, ni soluciones que no satisfacen... ¿Qué hacer para ponerse en situación de ser capaz de acoger la invitación a superar un cierto estilo de vida, tal vez muy cómodo? La fidelidad es una clave central de la vivencia del cristiano, como la fue de Jesús, y a la vez parece ser una virtud pasada de moda, como si simplemente hablar de ella nos resultara incómodo y casi vergonzante. Pero ¿es verdad que deberíamos arrumbarla en el desván y olvidarnos de ella? ¿Tanto ha cambiado nuestra sensibilidad que ya no nos atrevemos a vivir como él de los pactos sólidos, auténticos, comprometidos?

7 de octubre

¿Cómo fundar en nuestra vida verdaderas fidelidades de deseo? ¿Se puede ser fiel a la promesa dada y, a la vez, vivir intensamente de la fuerza del deseo? ¿No son los deseos algo urgente, pero pasajero, de lo que nunca nos debemos fiar? Pienso que la verdadera fidelidad tiene su cuna en el deseo hondo de la persona, en donde nace la confianza esencial, la estima por los otros, la aceptación confiada de lo bueno y hermoso de la vida. La desconfianza en los deseos debilita la fidelidad y, con frecuencia, nos aboca a una fragilidad grande a la hora de tomar decisiones o de asumir compromisos.

13 de octubre

No debemos dejar que los agravios se pudran en el corazón... En un momento son la gota que rebosa el vaso de nuestra resistencia... ¡No dejar que el sol se ponga sobre nuestras desavenencias es lo evangélico!

7 de noviembre

A Dios le perdemos por inconsciencia, porque con su empuje nos sentimos violados en la intimidad, porque tememos que nos toque lo desconocido. Dejamos de abrir el corazón para no tener que aceptar el escándalo de nuestro desamor, el miedo de nuestra insensibilidad egoísta. Lo que le estorba al corazón no es la presencia de las cosas, sino la ausencia del amor. Lo que nos falta es capacidad de presencia: a nosotros, al hermano, al mismo Dios. Lo que nos estorba es la opacidad en la que vivimos, la oscuridad de lo que no está habitado, pleno. ¿Aprenderemos a dejarnos amar sin miedo, francamente, sin barreras, alguna vez?

3 de diciembre

Una frase leída de corrido en la prensa me hace romper el silencio de meses: «Se está penalizando a los más débiles». ¿Hemos recapacitado en lo que significa? ¿No nos avergonzamos al hablar de un tiempo de espera y esperanza? ¿A qué conversión estamos invocando? ¿Cómo decir Adviento sin sonrojarnos? «El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida que haga lo mismo» (Lc 3,11). Lo más sencillo, sin complicaciones, para preparar el camino del Señor.

4 de diciembre

Dios es más íntimo, por su Espíritu, en el centro de nuestra interioridad de lo que solemos pensar. Más íntimo aún que nuestra misma intimidad, como nos recuerda san Agustín. Ello quiere decir que solo tenemos una forma de saberlo y gustarlo en nosotros: por el ejercicio del amor oblativo, por la dinámica del desprendimiento. La libertad de los hijos es la libertad total de quienes solo buscan vivir sin trabas, desarmados, inviolables, porque en su entrega radical están desprendiéndose de su siempre ansiada e inútil protección y se muestran de verdad muy capaces de descubrir el punto crucial del torrente activo del Amor y la vida.

9 de diciembre

¿Por qué nos empeñamos en pintar de blanco el humo negro de nuestras chimeneas? ¿No sería mucho mejor dejar de contaminar con nuestras combustiones emocionales la convivencia, el diálogo, la cordialidad?

19 de diciembre

Dios, todos los días y a todas horas, nace en verdad, por la gracia y el amor, en cada uno de nosotros. Por este nacimiento es por lo que no debe quedar en nosotros más que una búsqueda simple y pura de Dios, sin ningún otro deseo de tener nada propio, con la única voluntad de ser de él, de darle cabida en nosotros de la manera más íntima, para que él pueda llevar a cabo su obra y nacer en nosotros sin que interpongamos ningún obstáculo...

Si el ser humano prepara así el lugar en el fondo de sí mismo, Dios, sin duda alguna, estará obligado a llenarlo, y a llenarlo completamente; si no fuera así, el cielo se rompería para llenar el vacío. Dios no puede dejar las cosas vacías. Entonces la Palabra de este nacimiento podrá ser pronunciada en ti y tú podrás escucharla. Pero debes saber que, si quieres hablar, él se callará. No se puede servir mejor a la Palabra que escuchándola y callándose. Si tú sales completamente de ti mismo, Dios entrará todo entero; en la medida en que tú sales él entra, ni más ni menos.

2014
DISEÑO DE AMOR COTIDIANO

6 de enero

«Estamos llamados a este abajamiento: ser “vaciados”. Ser hombres que no tienen que vivir centrados en sí mismos, porque el centro de la Compañía es Cristo y su Iglesia. Y Dios es el Deus semper maior, el Dios que siempre nos sorprende. Y si el Dios de las sorpresas no está en el centro, la Compañía se desorienta. Por eso, ser jesuita es ser una persona del pensamiento incompleto, del pensamiento abierto: porque siempre piensa mirando el horizonte, que es la gloria de Dios, siempre más grande, que nos sorprende sin cesar. Y esta es la inquietud de nuestro abismo. Aquella santa y hermosa inquietud». ¡Gracias de corazón, hermano Francisco!

13 de enero

Aunque Cristo haya nacido mil veces en Belén, si no nace en ti estarás perdido para siempre. El Crucificado del Gólgota no te va a librar del mal si no se eleva dentro de ti una vez más y te dejas atraer los ojos y el corazón por él.

31 de enero

En nuestros contextos cotidianos, el problema es más profundo que cambiar de acento en nuestro lenguaje: se trata de algo más serio, de «cambiar de Dios» y descubrir un Dios diferente que se parezca más al Dios de nuestro Señor Jesucristo. Se trata de descubrir que se ha producido un cambio, que se nos ofrece una nueva manera de relacionarnos con el Dios tierno, clemente y misericordioso. Es la revolución de la ternura.

12 de febrero

Debemos ir más lejos: no se trata solamente de dejar los ídolos que reconocemos como tales, sino de descubrir un nuevo rostro en el Dios al que adoramos. Dios en condiciones de igualdad, sin encogimientos ni sometimientos, dejando crecer, gozosos, nuestro ser en su presencia. Dios compañero, amante en condiciones de igualdad, con el que se puede hablar de corazón a corazón, sin culpas ni reproches.

13 de febrero

¿Serán nuestras palabras en Facebook como el mensaje del náufrago en la botella, que se lanza al mar con una incierta esperanza? ¿Cuál será mano y cómo el rostro desconocido que lo tome y lo lea? ¿Le moverá a enviarnos el afecto de otras palabras, de otros ecos, como la huella del pie desnudo en la isla de Robinson?

24 de febrero

Cuando hablamos de Dios, el lenguaje que elaboramos parece sugerir que Dios está en sí, fuera del mundo, como una instancia trascendente y misteriosa, fuera del ser humano. Y se tiene la impresión de que es Dios quien entra y está dentro del ser humano, cuando en realidad es el ser humano quien está dentro de Dios. No hay un don en sí fuera de Dios, no hay gratuidad «en sí»... Lo gratuito se manifiesta a través de un modo de ser del ser humano.

25 de febrero

La gracia solo es gracia para el ser humano cuando emerge desde el mundo en el que estamos insertos. La gracia es el acontecimiento del amor libre de Dios y la presencia en el mundo del Dios liberador de una situación pecaminosa, para una situación humana plena y divinizada. De ahí la necesidad de sumergirnos en la realidad para experimentar la gracia. Esto implica no solo asumir las experiencias de Dios que otros tuvieron, sino hacer la propia, también de Dios y de su gracia.

3 de marzo

Esta es la pregunta clave: ¿quién puede abrirnos el libro de la Vida? Lo escondido de Dios es una vida oculta, negada ante los ojos del mundo. Es una ignorancia culpable que no quiere ver ni oír. Que se cierra en el egoísmo de la mordedura de la serpiente primordial y se niega a abrirse a la alteridad de la vida. ¿Por qué siempre nos sucede que nos empeñamos en la ceguera obstinada, en su oscuridad?

7 de marzo

He comenzado la Cuaresma con el deseo de avivar las cenizas del deseo. ¡Me gustaría colaborar a levantar el velo morado de la Cuaresma! Creo, más bien, que la Cuaresma es el tiempo del noviazgo, de los amores primeros que tenemos que ir poniendo a prueba. Los novios se preparan para la boda, aprenden a conocerse mejor, a aceptarse en sus debilidades, a disfrutar con la mutua presencia. Como Israel en su tiempo de prueba por el desierto, tenemos que probar nuestra fidelidad y confianza en el Señor, que nos conduce y nos guía por este amplio camino. La alianza se completa para el pueblo con el don de las bodas, que es la tierra prometida (prometida, ¿ves?, ¡otro símbolo del noviazgo!). Para nosotros será la Pascua, nueva y eterna Boda, alianza de entrega y de humildad. Por eso, estos días tenemos que ir aprendiendo a amarle mejor, a él en los hermanos más pequeños, a ellos en el Amor mayor...

 

11 de marzo

Ante el gozoso tiempo de Cuaresma que nos aprestamos a vivir, en realidad lo que importa no es tanto el camino que debamos recorrer, sino los encuentros que hagamos en sus vueltas y revueltas. Lo que importa es la pregunta: en estos cuarenta días de camino por el desierto, ¿voy a perderme si voy yo solo? ¿Hay alguien más que me saldrá al encuentro? ¿Dónde y cómo me sorprenderá? ¿Voy a dar algún rodeo para no encontrarme con él?

25 de marzo

«Mujer tan digna de ser amada, tres veces bienaventurada, “eres bendita entre las mujeres y el fruto de tu vientre es bendito”. Hija del rey David y Madre de Dios, Rey del universo, la obra maestra en la que el Creador se regocija..., serás la cumbre de la naturaleza. Porque tu vida no será para ti, no has nacido para ti misma, sino que tu vida será para Dios. Viniste al mundo para él, servirás para la salvación de todos los hombres, cumpliendo el designio de Dios fijado desde antiguo: la encarnación del Verbo, su Palabra, y nuestra divinización. Todo tu deseo es alimentarte de la palabra de Dios, fortalecerte con su savia, “como verde olivo en la casa de Dios”, “un árbol plantado al borde de la acequia”, tú, “el árbol de la vida” que “dio fruto a su tiempo”... El que es infinito, ilimitado, vino para quedarse en tu seno; Dios, el niño Jesús, se alimentó de tu leche. Eres la puerta siempre virginal de Dios; tus manos tienen a tu Dios; tus rodillas son un trono más elevado que los querubines... Eres la cámara nupcial del Espíritu, “la ciudad del Dios vivo, en la que se regocijan las aguas del río”, es decir, el efluvio de los dones del Espíritu. Eres “toda hermosa, la amada” de Dios» (san Juan Damasceno, ca. 675-749).

4 de abril

El amor hace que no temamos solo por nosotros mismos, sino también por aquellos a quienes amamos. Nuestro principal temor ya no será el daño que puedan hacernos, sino el que podamos hacerles, el que todos podemos hacernos unos a otros. Ha sido el Hijo, el Amado, en su bendita entrega, quien nos ha regalado esta última entrada en el misterio de la vida.

18 de abril

En lugar del árbol que provocó la muerte, en medio del jardín, llevaste sobre los hombros el árbol de la cruz hasta el lugar llamado Gólgota. El viernes a las tres, el día en que fue seducido Adán, fuiste clavado, Señor, sobre el madero junto a los criminales. Tus manos, que habían creado la tierra, las extendiste sobre la cruz a cambio de las manos de Adán y Eva, que se habían extendido hacia el árbol donde habían recogido la muerte. Tú en nuestro lugar, siempre vencedor, ¡abriendo ahora las otras puertas del paraíso!

28 de abril

«Lo que vieron nuestros ojos, lo que contemplaron, lo que tocaron nuestras manos de la palabra de vida» (1 Jn 1,1). No podemos guardar por más tiempo el secreto, tenemos que hacerlo oír donde aún no ha sido descubierto. Es una alegría y un compromiso: una obligación de transparentar mejor la dulzura de la entrega, el amor que sabe amar, que espera, que sufre... ¿Cómo podremos escribir de nuevo desde la resurrección la vida ya vivida?, ¿cómo abrirla a otra visión, a otro derrotero?

5 de mayo

«Así, el que vive de fe tiene el alma llena de pensamientos nuevos, de gustos nuevos, de juicios nuevos; horizontes nuevos que se abren ante él, horizontes maravillosos iluminados por una luz celeste y bellos de la belleza divina. Envuelto con estas verdades nuevas, desconocidas por el mundo, necesariamente comienza una vida nueva, opuesta al mundo, al que sus acciones le parecen una locura» (Carlos de Foucauld, 1858-1916).

Entrar en la intimidad familiar con Dios significa dejar que el mismo Espíritu divino nos unja con su dulce bálsamo y nos conduzca amablemente hacia una gran libertad interior, la más grande que una criatura humana puede alcanzar, no temiendo nada ni deseando nada que no sea agradar al Señor y cantar su gloria.

16 de mayo

Porque hemos «resucitado» con Cristo debemos estar centrados en otro lugar: nuestra vida está escondida con él en el secreto de Dios. Ese Cristo escondido es el que nos pertenece. No es lo exterior lo que cuenta –¡de eso nos vamos despojando!–, sino la renovación del corazón: lo escondido, lo secreto. No lo que nos encierra en nosotros mismos, sino lo que nos abre a los demás. La renovación en lo interior –¡el propio lugar como medida de la madurez!– es vivir la vida como respuesta alegre de fe y amor mutuo.

26 de mayo

«¡Con la vergüenza de lo que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, fue capaz de hacer! Con la vergüenza del hombre que se hizo patrón del mal; con la vergüenza del hombre que, pensando ser dios, ha sacrificado a sí mismo y a sus hermanos. ¡Nunca más, nunca más!». «Comprendo lo que ustedes están diciendo, el mensaje que me están dando. No dejen nunca que el pasado les determine la vida. Miren siempre adelante. Trabajen y luchen por lograr las cosas que ustedes quieren. Pero sepan una cosa, que la violencia no se vence con la violencia. La violencia se vence con la paz. Con la paz, con el trabajo, con la dignidad de llevar la patria adelante. Muchas gracias por haberme recibido. Y pido a Dios que los bendiga. Y a ustedes les pido que recen por mí. Muchas gracias» (Francisco a los niños de Dheisheh, Aida y Beit Jibrin, en el Phoenix Center).

10 de junio

Pentecostés nos llama a encontrar otro impulso desde donde brota la energía psíquica y espiritual. Un espíritu que está dormido, porque ni siquiera pensamos que lo tenemos, que somos... Nos sentimos con facilidad cuerpo vivo, organismo que palpita, corazón que late, sangre que circula, músculos y órganos que están vivos. Nos sentimos y nos sabemos sensibilidad y también razón: mente que deduce e investiga. Pero en esa conciencia corporal y mental de nuestro yo... ¡ahí es donde también late el Espíritu!

20 de junio

Cuando nos aprestamos a contemplar el derroche del amor de Dios, lo que nos brota del corazón es: «¡No era para tanto!». El modo en que los creyentes mostramos la salvación que se nos regala responde a una desmesura: «¡Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su único Hijo...!» (Jn 3,16). Ese «tanto, tanto, tanto amor...» que es el modo de acercarse Dios a nosotros, haciéndose uno de nosotros, naturalizándose un hombre cualquiera, ya de por sí es algo que espanta. O es un escándalo o una locura. No caben términos medios.

26 de junio

Gracias por el amor inmerecido, por la fuerza que me despierta la audacia de saberme deseado por ti. Gracias por la energía y vitalidad que me hace capaz de vivir el corazón del deseo, la frontera de mi arcilla. Gracias por la fuerza del amor que me hace vencer el grito de la vergüenza y la culpa, de la ambición y la muerte, para hacerme libre y hermano en la comunidad del corazón. Gracias por la fragilidad de mi corazón sangrante, por el celo de tu amor, que me rompe de ganas de tu presencia invasora. Gracias por tu deseo grande y por la invasión de tu desmesura... Gracias, gracias, gracias...

13 de julio

Nuestras vidas están en el caos no de forma ocasional, sino permanente. De modo que en esos momentos en que sentimos que estamos a punto de perder pie, en medio de lo caótico de nuestra vida, debemos tranquilizarnos. Ya estamos en medio del caos, y ahí hay que buscar las dinámicas que nos ayuden a recuperar la armonía.

16 de julio

No se puede buscar a Dios al margen de la realidad que somos, porque la gracia de Dios, es decir, su presencia recreadora en nosotros, no es un ámbito exclusivo de la interioridad, sino de toda la realidad en la que vivimos. Somos «gracia de Dios» en todo y por todo lo creado, de lo que formamos parte.

17 de julio

Amar significa ser fiel, guardar tu palabra, mantener una relación sin volverte atrás o alejarte de ella; y amar significa también respetar plenamente al otro sin violar su libertad, bendiciéndole y ayudándole a crecer según su propio modo de ser. Cuando hacemos esas cosas, a veces nos sentimos fríos, pero el amor, como sabemos, no es cuestión de sentimientos, sino de fidelidad. (Desde México y recién llegado. ¡Hay tantas semillas del Verbo por doquier! ¡Qué pena que nuestros ojos no siempre estén despiertos!)

23 de julio

Vivimos en la certeza interior de que el mundo está lleno de la presencia de Dios, partimos de esa experiencia central: el mundo está lleno de la presencia «activa» de Dios. Esta pasión por un Dios mundano nos hace descubrir un Dios que es el corazón del mundo. Un Dios que nos sumerge en la realidad y nos mueve desde su incandescencia, nos abraza en su misma intimidad. Dios, Roca y Norte, Principio unificador de todo, que convierte en posibilidad lo que parece una amenaza. Dios Amor, fuente de libertad.

26 de julio

Hay cosas que son de pensar o de decir. Hay cosas que tenemos que razonar o describir. Incluso necesitamos acceder a ellas a base de explorarlas y diseccionarlas... Pero hay un misterio que siempre está ahí. Es una Presencia que no podemos pensar o decir, sino que solo podemos ir hacia ella, atravesar la puerta desconocida: entrar. O, en todo caso, que debemos dejarnos empapar de su luz, de su calor, como si estuviéramos tomando el sol.

27 de julio

Lo fascinante del misterio de Dios es que su presencia está siempre ahí. Delante de nuestros ojos asombrados, al otro lado, en ese horizonte que nos abarca y nos incita, aunque siempre nos rehúye. Pero que está siempre en y con nosotros... (Desde un cierto sentimiento de orfandad por la noticia de la partida de mi tía Maruja al corazón del Padre.)

31 de julio

Los creyentes viejos, o vivimos de otra manera la novedad del anuncio del Señor, o lo envejecemos, lo hacemos inservible para los que nos sucedan. Debemos renovar la experiencia del Dios de Jesús, dejar que su favor flexibilice nuestro corazón y nos convierta de huesos secos en un verdadero ejército, que, puesto en pie, salude al nuevo día y se apreste para el combate de la fe, que es la que ha vencido al mundo antes, ahora y en todos los tiempos.

4 de agosto

El viaje hacia el interior es el viaje más desconocido y extraordinario. Hay etapas que nos ayudan a ir profundizando y explorando el corazón. El interior es una metáfora de lo que somos, de lo que hemos vivido, de los múltiples caminos que nos habitan. Por eso es siempre un ejercicio de extrañamiento, el itinerario de un exilio. Los pequeños del Evangelio son los que han hecho la experiencia de la periferia, los que han sido expulsados del centro, los que no encuentran su lugar en una cultura de la satisfacción y del mercantilismo del deseo. El místico ha sido frecuentemente un marginal, no porque se separe del mundo ni de los otros, sino porque su corazón es el campo de un destierro y le habita una conciencia aguda de inadecuación.

5 de agosto

Luz que viene, luz que nos engendra, que nos hace bailar, que nos llama más allá... Luz que nos impulsa a pensar, a ser creativos, que nos invita a participar. Luz que nos vincula a otros, nos hace vivir de muchos otros, que se deshacen alumbrando el camino... Luz que va pasando de unos a otros, hasta llegar al límite, al salto. ¿Cómo está tu foco? ¿Quieres ser luz?

11 de agosto

Nuestra existencia comienza con el esfuerzo de situarnos en la perspectiva del otro. Sin ello, la alteridad del mundo y de los demás produce extrañeza, y en nuestra nostalgia solo hay la proyección de las propias ausencias, pero no de la Presencia que se da en el otro y a través del otro. El otro, por el mero hecho de ser otro, me abre de un modo que me «altera». Por esta alteración provocada por el otro, el igual y diferente a mí, aprendo a abrirme a un Dios mayor. Y esta es una de las grandes tareas de nuestro tiempo a la que la espiritualidad ignaciana nos impulsa.

14 de agosto

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Somos, dijo, un mar de fueguitos. El mundo es eso, reveló, un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos, fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena de chispas el aire. Algunos fuegos, fuegos bobos, ni alumbran ni queman. Pero otros arden la vida con tantas ganas que no puedes mirarlos sin parpadear, ¡y quien se acerca se enciende!

 

18 de agosto

La desesperada búsqueda de uno mismo a través del espejo solo puede llevarnos a la casa de la nostalgia: proyecciones repetidas de lo que creemos ser. Pero en ningún caso podemos concebirnos solos, porque igual que hemos recibido el ser, también queremos transmitirlo, sobrepasarnos. ¿No será este anhelo un signo posible de otra voz en nosotros, de otro rostro, de otra luz, de la llamada de otro amor, del Otro?

24 de agosto

Dios nos transforma dándose a nosotros primero, no al revés. Es importante caer en la cuenta de esta sencilla verdad: no es que Dios nos ame y se comunique con nosotros cuando nos transformamos, sino al contrario. La Biblia nos recuerda que Dios nos cambia porque nos ama, porque nos comunica su amor.

26 de agosto

Tener identidad es tener un lugar definido entre otras personas que son las que nos dan «un lugar para ser...». Buscamos ese lugar para ser, esa identidad reconocida solo porque la recibimos, nos la otorgan desde los otros lugares, desde las otras identidades: nuestros padres, nuestros amigos, nuestros amores. Somos de ese lugar limitado y concreto. Lugar único e irrepetible que nos ofrece la garantía de «ser persona», y solo en esa forma que somos, no en otra. Ahí está la raíz de nuestra biografía.

31 de agosto

«No es según la condición humana llevar la cruz, amar la cruz [...]. Pero no está sin el alivio de la consolación; porque siente el gran fruto que le crece con llevar su cruz. Porque cuando se sujeta a ella de su voluntad, toda la carga de la tribulación se convierte en confianza de la divina consolación. [...] Esto no es virtud humana, sino gracia de Cristo, que tanto puede y hace en la carne flaca, que lo que naturalmente siempre aborrece y huye, lo acometa y acabe con fervor de espíritu» (Tomás de Kempis).

8 de septiembre

La pasión del amor, el insaciable deseo de comunión, de contacto, nos lleva a derribar todas las separaciones y a alterar todas las repeticiones. Esperamos recibir del otro no la herida, la humillación y la muerte, sino más bien el cuidado, el reconocimiento y la vida. La vida la buscamos no en la separación, sino en la comunicación e identificación con los otros, en la apertura a sus innumerables formas de ser y en la alteración constante de nuestra propia identidad. Entonces la vida ya no consiste en sobrevivir, sino en convivir, ya no desea mantenerse a sí misma contra y a costa de los otros, sino más bien entre y gracias a ellos.

16 de septiembre

Releo con gusto a Xavier Melloni: «Dios se retira para dejarnos ser. Su pobreza es el espacio de nuestra posibilidad. [...] Nuestra pobreza nos hace uno con él al renunciar a otra posesión que no sea él. [...] Solo en nuestra existencia desalojada hay también espacio para los demás...».

26 de septiembre

La experiencia de la noche nos conduce hacia el amor discernido: una invitación a buscar más adentro, no solo a remover los obstáculos del amor, a evitar lo que impide la entrega, sino a disponernos, a dejarnos dirigir por el Espíritu, a ponernos en otras manos para alcanzar la desnudez del corazón, la adhesión total a su querer, para buscar una identificación que no mide ni calcula: «En el amor, lo sensato es la locura...» (A. Machado).

18 de octubre

«Dios es inmenso lago sin orillas, salvo en un punto tierno, minúsculo, atrevido, en que se ha complacido limitándose. Yo, límite de Dios. Voluntad libre ante su divina voluntad. Su playa recogida frente a sus olas grandes...» (Dámaso Alonso).

26 de octubre

La mirada espiritual es precisamente la mirada del corazón, que comienza desde lo que nuestro espíritu acoge como regalo. Así entendemos que todo lo que en la acción del Espíritu nos habla de Dios, nos orienta y nos une a él, también en nuestra carne, en nuestra humanidad.

18 de noviembre

¡Señor de la luz que no decae! Queremos exhumarte de la profundidad de nuestra herida historia, de sus cicatrices, que no dejamos de tocar para incendiarnos los dedos, y saber curar la miseria y la costra de indignidad que se nos queda pegada... Que nos lamentemos de no hacer lo suficiente, de no compartir lo que somos, de no compadecernos de nuestra frágil condición con la promesa de hacernos y ser en verdad hermanas, hermanos y madres...

13 diciembre

El que viene no quiso deslumbrarnos con la manifestación de los signos de su presencia, sino que se acercó a la miseria de nuestro desengaño y nos dejó para siempre la huella de su paso, su pasión por lo humilde y la fragilidad del amor, que es nuestra gloria. Esa es la gracia del Dios venido al mundo: precisamente el que los pequeños pudieran reconocerlo en su presencia oculta, su discreto y silencioso amor de niño, su vulnerabilidad de pequeña vida amenazada.

23 diciembre

El nacimiento de Jesús nos invita al gozo del Reino, incluso en el interior de una experiencia rota, en la periferia de la ciudad, en las fronteras del refugiado; ya que el acontecimiento se celebra en una cueva, a las afueras de Belén. La celebración de la Navidad debe ser el lugar del ánimo, donde los espíritus recuperen el canto y los cuerpos cicatricen las heridas.

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