La dominación y lo cotidiano

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ISADORA. Femenino de Isidoro.

JACOBO, JAIME, JACQUES, JAMES. Hebreo, «el suplantador». Nombre de rey y de santo. Jaime es el tercer nombre cristiano masculino más popular.

JACOBA, JACQUELINE, JACKIE, JAMESINA, JACOBINA, JACQUETTA, JACQUENELLA, JACQUENELLE, JACQUENETTA, JAMIE, JIMMIE. Femenino de Jacobo y Jaime. En honor a varios santos, al rey Jaime y al Jacob bíblico.

JERÓNIMO. Griego, «sagrado». Nombre de santo.

JERÓNIMA. Femenino de Jerónimo. En honor a san Jerónimo.

JESÉ. Hebreo, «gracia de Dios» o «rico». Bíblico.

JESSICA, JESSLYN, JESSIE, JESS. Femenino de Jesé. En honor al Jesé bíblico.

JOB. Hebreo, «el afligido».

JOBINA. Femenino de Job. En honor al Job bíblico.

JOSÉ. Hebreo, «el que añadirá». Bíblico.

JOSEFA, JOSEFINA, JOSEPHINE, JOSETTE, JOSEPHIE, JOERITHA, JOSIE, JO, JOETTE, JOSETTA, FINA, FIFINE, FINETTE, FIFI, PEPITA. Femenino de José. En honor a varios santos de nombre José.

JUAN, JEAN, JOHAN, IAN, JON, JOHN. Hebreo, «pleno de gracia», «el que es fiel a Dios». El nombre masculino más común. En honor a 84 santos, incluidos el apóstol san Juan y reyes.

JUANA, JOAN, JOANNE, JOANNA, JOHANNA, JOANIE, JANE, JANIE, JANEL, JANET, JANETTA, JAN, JEAN, JEANETT, GIOVANNA, JUANITA, JENNY, JENICA, HANNE, JONEA, JOANETTE, JANNA, JANINE, JANINA, GIANA, JANIS, IVANNA, JEHANNE, JOHNNY, YONNA, ZANETA, ZANE. Femenino de Juan. En honor a san Juan el Bautista y otros santos.

JULIO. Latino.

JULIA, JULIE, JULIET, JULIETA. Femenino de Julio. En honor a Julio César.

JULIÁN. Latino, «perteneciente a Julio», clan latino. En honor a Julio César.

JULIANA, JULIANNE, JULIET, JULIETTA, JULETTA, JULETTE, JULIA, GILLIAN, JILL, GILL, GILLI, JULIE, JILLET, JULINA, JULINE, ZULINA, ZULIA, SULIA, SULIANE, ZULIENE, JULIENE. Femenino de Julián. En honor a Julio César y varios santos.

JUSTINO, JUSTINIANO. Latino, «justo». En honor al emperador bizantino Justiniano.

JUSTINA, JUSTA, JOCELYN, JOYCELIN, JOSCELINE. Femenino de Justino y Justiniano.

LAMBERTO. Alto alemán antiguo, «famoso en su país», «el renombrado». Nombre de santo.

LAMBERTINA, LAMBERTINA. Femenino de Lamberto. En honor a san Lamberto, mártir.

LANCELOT, LANCE. Latino, «servidor», «lanza», «caballero». En honor a sir Lancelot.

ANCELIN, ANCELOTE. Femenino de Lancelot, Lance.

LORENZO. Latino, «laureado». En honor a san Lorenzo.

LAURA, LAURENTIA, LAURINE, LAURIE, LAURINA, LAURINDA, LAURETTA, LAUREL, LAURELLE, LAURELLA, LAUREN, LORENA, LORILLA, LORENZA, LORETTA, LORITA, LORNA, LORNE, LORIETTE, LARRIE, LAURITA. Femenino de Lorenzo. En honor a san Lorenzo.

LEÓN, LEO, LEONARDO. Latino, «león», «con aspecto de león». Nombre de emperador, santo y sumo pontífice.

LEONA, LEONIE, LEOLA, LEOINE, LEOLINE, LEONTINE, LEONARDA, LEONTIA, LEOCADIA, LEOLYN, LEONELLA, LEONELLE, LEONCIE. Femenino de León y Leonardo. En honor a sumos pontífices.

LUCRECIO. Latino.

LUCRECIA, LUCRECE. Femenino de Lucrecio.

LUTERO, LOTHAIR, CLOTAIRE. Alto alemán antiguo, «guerrero ilustre».

CLOTILDA, CLOTILDE, TILDA, TILDY. Femenino de Lutero.

LISANDRO. Griego, «libertador». En honor al general espartano Lisandro.

LISANDRA, LISIA. Femenino de Lisandro. En honor al general espartano Lisandro.

MALVIN, MELVIN. Teutónico, «jefe».

MALVINA, MALVINA, MELVINA, MELVINE, MELVA, MELVIE. Femenino de Malvin y Melvin.

MANFREDO. Teutónico, «hombre de paz».

MALFREDA. Femenino de Manfredo.

MARCOS, MARCO, MARCUS, MARCELO, MARK, MARCELLUS, MARTÍN. Latino, en alusión a Marte, dios de la Guerra y, por consiguiente, «guerrero». Nombre de santo; también usado en honor a Martín Lutero.

MARSHA, MARTINE, MARTINA, MARCIE, MARCELLA, MARCELLE, MARCELINE, MARCELINA, MARCHETA, MARCELIA, MARCORITA, MARCERITA, MARCH, MARCELA, MARCHITA, MARKITA, MARZETTA. Femenino de Marcos, Marcelo y Martín. En honor a distintos santos, incluido san Marcos el Evangelista.

MATEO. Hebreo, «don de Dios». En honor al apóstol san Mateo de la Biblia.

MATEA, MATTHEA, MATTHIA, MATALEA, MATTIE. Femenino de Mateo. En honor al apóstol.

MAURICIO, MAURO, MORRIS. Latino tardío, «oscuro», «moro».

MAURA, MAUREEN, MOIRA, MORENA. Femenino de Mauricio. En honor a los emperadores bizantinos Mauricio y a los santos posteriores llamados Mauricio o Mauro.

MAXIMILIANO, MÁXIMO, MAX. Latino. Maximus, «el más grande». Nombre de emperador.

MAXINE, MÁXIMA, MAXIE, MAXA, MAX. Femenino de Maximiliano. En honor al emperador Máximo.

MIGUEL. Hebreo, «¿quién como Dios?». En honor al arcángel Miguel, patrón de los guerreros cristianos.

MICAELA, MIGUELA, MICHELLE, MICHAELINE, MICHAELINA, MICHELINE, MICHELINA, MICKEY, MICHAL. Femenino de Miguel. En honor al arcángel, a santos y a reyes.

NATÁN. Hebreo, «el regalo (de Dios hacia los cónyuges)». En honor al profeta Natán.

NATANIA, NATHENE, NATHIE, NATTIE. Femenino de Natán. En honor al profeta.

NEAL. Irlandés, «valeroso», «campeón», literalmente: «jefe».

NEALLA, NEILLIA. Femenino de Neal.

NICOLÁS, NICO. Griego, «victoria del pueblo», «victoria del ejército del pueblo». Nombre de santo.

NICOLASA, NICOLA, NICOLE, NICOLINA, NICOL, NICAELA, NICOLETTE, COLETTE, NIKKI, COLIE. Femenino de Nicolás. En honor a san Nicolás.

ODÓN, OTTO, OTHO. Alemán, «rico». En honor a emperadores teutones, un emperador romano y reyes de Grecia, Italia y Baviera.

ODA, OTILIA, OTILA, OTILLIE, OTHILIA. Femenino de Odón y Otto. En honor a reyes y emperadores.

PATRICIO. Latino, «noble», «patricio». En honor a san Patricio de Irlanda.

PATRICIA, PATRICA, PATRICE, PATRIX, PATRIA, PATSY, PATTY, PAT, PATRI. Femenino de Patricio, santo patrón de Irlanda.

PABLO. Latino, «pequeño», «humilde». En honor a san Pablo.

PAULA, PAULINE, PAULITA, PAULINA, PAULETTE, PAOLA, PAOLETTA. Femenino de Pablo. En honor a san Pablo.

PEDRO. Griego, «piedra». En honor a san Pedro.

PETRA, PETREA, PETRONIA, PETRINA, PETRONELLA, PETRONELLE, PETRONILLA, PERNEL, PERNELLA, PARNEL, PARNELLA, PETTY, PETRISSA, PETRINA, PET, PERRINE, PIERETTE. PIERA, PIER. Femenino de Pedro. En honor al apóstol san Pedro y a muchos otros santos.

PLATÓN. Griego, «el de anchas espaldas». En honor al filósofo griego.

PLATONNE. Femenino de Platón. En honor al filósofo griego.

RAFAEL. Hebreo, «Dios ha sanado». Nombre de ángel y de santo.

RAFAELA. Femenino de Rafael. En honor al ángel y santo Rafael.

RAIMUNDO, RAMÓN. Alto alemán antiguo y gótico, «sabia protección», «protegido por el consejo divino». Nombre de guerreros teutones.

RAMONA, RAIMUNDA, RAMONDA. Femenino de Raimundo y Ramón.

RICARDO. Alto alemán antiguo, «poderoso y fuerte», «firme». Nombre de santo y de rey.

RICARDA, RICHELA, RICKIE, RICHIE, DICKSIE, DICKIE, RICHENZA, RECHILDA, RICHILDE. Femenino de Ricardo. En honor a reyes, santos y obispos.

ROBERTO, RUPERTO. Alto alemán antiguo, «aquel cuya fama brilla». Nombre de santo y de la nobleza.

ROBERTA, ROBIN, ROBINA, ROBINIA, ROBIA, ROBINETTA, ROBINETTE, BOBBIE, BOBBETTE, RUBERTA, RUPERTA, RUDA, RUDELLA, RUDELLE, RUDY, BERTIE, BERT, PERT. Femenino de Roberto y Ruperto. En honor a santos y mártires llamados Roberto.

ROQUE. Latino, «fuerte como una roca». En honor al soldado y santo Roche.

ROCHELLE, ROCHELLA, ROCENE, ROCHETTE. Femenino de Roche. En honor a san Roque y soldados.

RODRIGO. Alemán antiguo. Rodrigo combina con Roberto y Ricardo, «rico, duro y de fama brillante». Nombre de rey.

RODRIGA, RODERICA, RODDIE, RODIE, RICKIE. Femenino de Rodrigo. En honor a reyes.

ROLDÁN, ROLAND, ORLANDO. En alemán combina Roberto y land (tierra), «famoso por sus batallas», «tierra gloriosa». En honor a Roldán, emperador de Britania.

ROLANDA, ROLANDE, ORLANDA, ORLANTHA. Femenino de Roldán y Orlando. En honor al emperador de Britania.

RONALDO, REGINALDO. Alto alemán antiguo, «gobernante poderoso».

RONALDA, RONNIE, RONA, RON. Femenino de Ronaldo.

RODOLFO. Alto alemán antiguo, «lobo famoso».

RODOLFA, RUDOLPHINE, RUDOLPHA. Femenino de Rodolfo.

RUFO (latino), GRIFFITH (galés). «Pelirrojo».

RUFA, RUFINA, RUFINE. Femenino de Rufo. En honor a san Rufo.

SAMUEL. Hebreo, «escuchado por Dios» o «su nombre es Dios». Nombre bíblico y de santo.

SAMUELA, SAMUELLE, SAMELA, SAMMIE. Femenino de Samuel. En honor al Samuel bíblico.

SEBASTIÁN. Griego, «reverenciado». En honor a san Sebastián, mártir.

SEBASTIANA, SEBASTIA, SEBASTIANE. Femenino de Sebastián. En honor a san Sebastián, mártir.

SIMÓN. Hebreo, «el que escucha». En honor a varios santos llamados Simón.

SIMONE, SIMONA, SIMONETTE, SIMONETTA. Femenino de Simón. En honor al apóstol y a varios santos.

TADEO. Hebreo, «elogiado», «alabado sea Dios». En honor al apóstol.

TADEA, TADINE, THADDA. Femenino de Tadeo. En honor al apóstol.

TOMÁS. Arameo, «gemelo». En honor al apóstol santo Tomás.

TOMASA, TOMASINA, THOMASINE, THOMEDA, THOMA, TAMZINE, TAMZIN, TAMSEN, TANZINE, TAMMIE, TOMMIE. Femenino de Tomás. En honor al apóstol y a numerosos santos y mártires.

TOR, THOR. Nórdico, «trueno». En honor al dios nórdico.

THORA. Femenino de Tor. Originalmente usado en honor al dios Tor.

TIBERIO. Latino. Nombre de un emperador romano.

TIBERIA, TIBBIE. Femenino de Tiberio. Usado originalmente en honor al emperador romano Tiberio.

 

TIMOTEO. Griego, «aquel que siente adoración a Dios». En honor a san Timoteo.

TIMOTEA, TIMMIE. Femenino de Timoteo. En honor a san Timoteo.

TITO. Latino, «aquel que es protegido y honrado».

TITA. Femenino de Tito. En honor a emperadores romanos y la Carta de Tiberio del Nuevo Testamento.

TRISTÁN, TRISTRAM. Latino, «triste». En honor al caballero Tristán.

TRISTA, TRISTINA. Femenino de Tristán. En honor al caballero del rey Arturo.

ULRICO. Alemán, «noble rico».

ODELIA, ODILA, ODELLA, ODELIND, ODA, ODILE, ODETTE. Femenino de Ulrico. En honor a reyes teutones.

URBANO. Latino, «de la ciudad». Nombre de sumo pontífice.

URBANA. Femenino de Urban. En honor a sumos pontífices.

VALENTÍN. Latino, «fuerte» y, por ende, «valiente, valeroso». En honor a san Valentín.

VALENTINA, VALENTINE, VALERIE, VALERIA, VALOR, VALEDA, VALENCIA, VAL. Femenino de Valentín. En honor a san Valentín.

VALDO. Alto alemán antiguo, «el que gobierna». En honor a Pedro Valdo, fundador en el siglo XII de la orden religiosa de los valdenses.

WALDA. Femenino de Valdo. En honor a Pedro Valdo.

WESLEY. Anglosajón, «procedente de la pradera oeste». En honor a John Wesley, fundador del Movimiento Metodista.

WESLA, WESTLA. Femenino de Wesley. En honor a John Wesley.

YVES, IVER, IVOR. Escandinavo antiguo, «arquero». En honor a san Ives.

YVETTE, YVONNE, YEVETTE, VONNIE. Femenino de Yves. En honor a san Ives de Bretaña.

(1978)

DOMINATION AND THE EVERYDAY [LA DOMINACIÓN Y LO COTIDIANO]

Traducción de Gemma Deza Guil

Transcripción del vídeo. La vida de una artista-madre. Esta presa fracturada indaga en la relación entre el mundo empresarial, los medios de comunicación, el Estado y la familia. Una mujer alimenta a su hijo pequeño, un periodista radiofónico entrevista a un marchante de arte. Se yuxtaponen fotografías de familia y anuncios con textos escritos basados en análisis de la Escuela de Fráncfort en los que se compara la vida en Chile con la vida en Estados Unidos.

Lo que sigue es una transcripción SOLO de lo visible, del texto que aparece en pantalla. No incluye toda la pista de audio.





Este tipo es un gorila chileno... ¿sabes?... un matón... no un «guerrillero».

Él y sus amigos son accesorios para los intereses estadounidenses, para los intereses de la burguesía internacional... aunque en Estados Unidos podemos permitirnos el lujo de despreciarlo. Sin embargo, lo que quiero explicar sobre él en este momento es que representa la fuerza bruta, el abandono del civismo que a menudo enmascara las ideas económicas, políticas y sociales reaccionarias. Representa el hecho puro y duro de la dominación, de la represión, de la tortura, del hambre y de la muerte.

(FUNDIDO A NEGRO)

Este hombre, a través de la televisión, le dijo al pueblo chileno: «Recordad que os pueden reemplazar». (VUELVE A ILUMINARSE LA DIAPOSITIVA)

No nos detendremos a preguntarnos quién ve la televisión en Chile... (EL RODILLO DE TEXTO SE DETIENE UN PAR DE SEGUNDOS). El público al que iba dirigido el mensaje, personas entre los miles asesinados, encarcelados o desaparecidos, lo entendió.

Todas las personas, todos los individuos, son «reemplazables» cuando se trata de preservar la dominación de una clase económica sobre todas las demás, de retener su dominio desenfrenado sobre la sociedad.

Olvidamos que aquí, en nuestro mundo cotidiano, donde capas de ilusión enmascaran los hechos, olvidamos (o interpretamos de manera metafórica) los hechos de la dominación. Y así, olvidamos, por ejemplo, que la clase controladora también controla la cultura y que las ideas imperantes son sus ideas. Nuestro conocimiento del mundo, que a nosotros se nos antoja un entendimiento progresista e inquebrantable idéntico a los «hechos», en realidad se compone de otra serie de mercancías/distracciones inventadas al igual que el resto de los productos del mercado para garantizar nuestro desconcierto, nuestra preocupación y nuestra aquiescencia. Cuando intentamos ver más allá del nivel de la experiencia personal, cuando alzamos nuestros ojos de la rutina más insignificante del hogar y de la vida familiar, nos encontramos con un mundo preparado, un mundo que ya han interpretado por nosotros, una especie de readymade, una serie de artículos, reportajes y conferencias. Creemos poder conocerlo todo, al margen de sus dimensiones; y, en efecto, todo se sabe ya. (EN MAYÚSCULAS) Tanto el ARTE como la CULTURA están concebidos para informarnos de que aquello que nos proporcionan es el único conocimiento verdadero. (TEXTO A CÁMARA LENTA) «La ideología se divide en la fotografía de la vida testaruda y la cruda mentira acerca de su significado, que no se expresa, sino que se sugiere, pero de manera taladrante». (MANTENER)

Si miramos más allá encontramos «LAS NOTICIAS», una insulsa cortina de excusas para la dominación.

Aquí, en Estados Unidos, no tenemos un nivel de conciencia de la realidad social que nos haga necesitar «gorilas» para mantenernos en nuestro sitio. Estamos dormidos, soñamos con los ojos abiertos, imaginamos que las capas sobre capas de hechos, verdades y explicaciones que envuelven nuestras realidades son (tienen que ser) adecuadas para explicar todas las verdades importantes sobre nosotros mismos, pues todo lo demás seguramente es demasiado personal para tener importancia... o algo de lo que avergonzarse. El enorme abismo entre la REALIDAD de nuestra —vida— experiencia y qué se supone que deberíamos pensar de ella aumenta nuestra confusión y nuestra vulnerabilidad.

(A MODO DE CITA) «No queda ninguna forma de expresión lingüística que no haya tendido a acomodarse a las corrientes dominantes de pensamiento...»

Entendemos que no tenemos el control sobre los grandes acontecimientos; pero no entendemos CÓMO ni POR QUÉ controla también los «pequeños» eventos que componen nuestras vidas y que quien los controla es la misma clase que controla la economía (BREVE PAUSA), los medios de comunicación (BREVE PAUSA) y los valores culturales (BREVE PAUSA). Todavía no entendemos, a diferencia de los trabajadores y campesinos de CHILE, que sí lo comprendieron bien, el hecho de la dominación, de la lucha de clases.

Solo cuando finalmente empecemos a recuperar parte del poder real y la riqueza que por derecho nos pertenece a quienes la producimos, solo entonces podremos acceder al nivel de esta cruda vedad: A OJOS DE QUIENES CONTROLAN LA SOCIEDAD, CADA UNO DE NOSOTROS PUEDE SER REEMPLAZADO.

Pero solo somos reemplazables en el mercado, porque somos intercambiables, y, hasta que asumamos el control, seguiremos siendo propiedad de la cultura que imagina que somos sustituibles. (NEGRO)

La verdad, por supuesto, es que NADIE es reemplazable..., pero siempre habrá más y más entre nosotros que aspiren a hacerse con el control de nuestras vidas, de nuestra cultura, de nuestro mundo... cosa que, para ser plenamente humanos, debemos hacer y haremos.

(1979)

POR UN ARTE EN CONTRA DE LA MITOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA23

Traducción de Gemma Deza Guil

1. ¿De dónde vienen las ideas? Todos los mitos de la vida cotidiana entretejidos a ella forman una envoltura ideológica sin fisuras, el falso relato del funcionamiento del mundo. Los intereses a los que sirve la ideología no son intereses humanos propiamente dichos, sino que la ideología sirve a la sociedad apuntalando su forma particular de organización social. La ideología en la sociedad de clases sirve a los intereses de la clase dominante. En nuestra sociedad, esa ideología se sostiene como el único conjunto posible de actitudes y creencias, y todos nos vemos más o menos obligados a adoptarlas y a identificarnos como miembros de la «clase media», una categoría basada en criterios vagos y cambiantes, entre los cuales se incluyen el nivel de ingresos, el estatus social y la identificación, que sustituye a una imagen de la clase dominante y sus verdaderos fundamentos de poder social.

Históricamente, el avance del capitalismo industrial ha erradicado las habilidades artesanales entre las personas trabajadoras y la actividad «económicamente productiva» en el seno de la familia y, por ende, ha mermado nuestras posibilidades de sentirnos realizados y valorados por nuestro trabajo. Frente a ello, cada vez más se nos dirige a buscar la satisfacción en la «vida privada», satisfacción que se ha redefinido en términos de compra y consumo y que se supone que debe representar, en tanto que antítesis del mundo rutinario, todo lo que echamos en falta en el trabajo. Al tiempo que las oportunidades de control personal se reducen de manera generalizada, salvo en contados casos, se envenenan la sensación de seguridad en uno mismo, la confianza y el placer en su concepción más literal. Frente a ello, la publicidad, la criada de la industria, promete poder personal y realización mediante el consumo, y cada vez nos engatusan más mediante un conjunto acordeónico de mediaciones, en forma de productos de consumo, que se interpone entre nosotros y el mundo natural y social.


Nuestro modelo de organización económica, en el que las personas parecen menos importantes que las cosas que producen, nos impele a dar la vuelta a la realidad y otorgar el aura de vida a las cosas al tiempo que se lo arrebatamos a las personas: personificamos los objetos y cosificamos a las personas. Este fetichismo de la mercancía, según el término de Marx, no es un hábito mental universal: tiene sus orígenes en un sistema productivo que nos desliga de nuestras capacidades productivas, de nuestra capacidad para hacer cosas, que se transforma en una mercancía en sí misma, el nivelador abstracto «mano de obra», que el patrono puede adquirir a cambio del salario. Experimentamos esta condición como una alienación de nosotros mismos y de los demás. La mejor manera de entendernos en tanto que entidades sociales es contemplando imágenes de nosotros mismos, adoptando el papel de voyeurs con respecto a nuestras propias imágenes, y así, para conocernos por dentro, nada mejor que mirar a través del visor a otras personas y cosas.

Quienes aspiran a medrar socialmente no tienen más remedio que desarrollar habilidades superfluas (cocina gourmet, navegación de embarcaciones pequeñas) cuyo verdadero significado cultural es un consumismo extravagante y bien racionalizado y el cultivo personal. Al buscar la legitimación, estas habilidades imitan las capacidades que antaño fueron necesarias para vivir, capacidades que, además, estaban vinculadas a una forma de organización social que consideramos menos alienada y más familiar que la nuestra. Las cosas (en este caso, habilidades) que otrora resultaron útiles y productivas se contemplan ahora a través de la neblina del consumo y se nos vende lo que imaginamos que fue nuestro legado ancestral. El deseo legítimo de las personas de tener un trabajo creativo y significativo y de realizarse se canaliza así hacia un modo de expresión convenientemente reaccionario.

En paralelo, las mujeres, atrapadas en una actividad improductiva en términos económicos y a menudo insatisfactoria o relegadas a empleos de baja categoría y mal remunerados, además de ocuparse del hogar y de la familia, ven su acceso al mercado laboral especializado como una emancipación de la dependencia económica y como un cambio para adquirir una identidad social que en la actualidad se nos niega a la mayoría de nosotras. Ahora bien, muchas entendemos que pasar de la esclavitud a trabajar con contrato de aprendices, o, por decirlo de otro modo, a la «esclavitud remunerada» o a tipos más privilegiados de trabajo asalariado, constituye solo un avance parcial. Y en formación frente a nosotras no solo se alzan la creciente reacción de la derecha contra nuestras exigencias de igualdad con los hombres y los engañosos ataques contra nuestra autodeterminación corporal, sino también el marketing que convierte nuevos aspectos de nuestras vidas en mercancías sirviéndose del vocabulario de la liberación. A la par que conseguimos una mayor aceptación en el mercado laboral, parece que volvemos a deslizarnos hacia el estatus de objetos y aceptamos sin queja los nuevos modos que continúan definiéndonos por nuestro aspecto y por nuestro modo de vivir la vida. Entre tanto, los comerciantes se esfuerzan por hacer extensivo ese narcisismo obligatorio a los hombres. Las nuevas expresiones de la sexualidad juegan a fingir transferencias de poder de los hombres a las mujeres y a escenificar simbólicamente la rebelión y el castigo. Una vez más, el deseo de autodeterminación naufraga bajo un aluvión de sustituciones y represiones.

 

2. ¿Cómo se abordan estos asuntos banalmente profundos de la vida cotidiana de tal manera que se revele lo público y lo político en la esfera personal? A mí se me antoja sensato utilizar formas que evoquen y aludan a las formas de la cultura de masas sin limitarse a imitarlas. La televisión, por ejemplo, es, en su formato más familiar, uno de los principales conductos de ideología, a través tanto de sus programas como de la publicidad. Una de las formas básicas de la cultura de masas, que abarca tanto la televisión como el cine, es la narración. La narración puede ser una forma íntima y manejable de discurso, si bien, por su propia naturaleza en tanto que sugerencia de la subjetividad y la experiencia vivida, también representa un peligro. El arraigo en un yo, el código de persuasión más seductor que existe, sugiere una incapacidad absoluta de transcender la conciencia individual. Y la conciencia es el ámbito de la ideología, de tal manera que la lógica de, al menos, la narración en primera persona es que no hay una apelación a la ideología, un nivel metacrítico. A tenor del relativismo generalizado de nuestra sociedad, según el cual solo puede conocerse de verdad lo personal y todas las opiniones son igual de válidas fuera de la ciencia, esa narración en primera persona apunta a la imposibilidad de recuperar la verdad social y humana objetiva. A lo sumo, se refuerza una versión u otra de la ideología dominante.

Con todo, esta incapacidad de expresar la verdad no es tanto el fracaso de la narración como del naturalismo considerado el elemento narrativo central. Si se traspasan los confines de ese naturalismo, el problema se desvanece. Es posible proveer una dimensión crítica e invocar cuestiones reales haciendo alusión explícita a las confusiones ideológicas que el naturalismo solo puede falsificar mediante la omisión. Un personaje que se expresa con contradicciones o que no consigue dominar la secuencia de conductas socialmente necesarias puede indizar de manera elocuente las contradicciones sociales irresolubles —el hambre en medio de la abundancia, la gastronomía gourmet como forma de imperialismo o la inflación y el empobrecimiento galopantes frente a unos beneficios corporativos inmensos— que subyacen a la confusión ideológica y recalcarlas con claridad.

3. Al abordar aspectos de mi vida personal en mi propia obra, en concreto la relación de los pensamientos e intereses de las personas con la posición social que ocupan, utilizo diversas formas, la mayoría de ellas tomadas de la cultura popular, como son postales escritas, cartas, conversaciones, banquetes, ventas de artículos de segunda mano en garajes y programas televisivos de distintos formatos, desde entrevistas interesantes hasta demostraciones culinarias. El uso de estas formas proporciona un elemento de familiaridad al tiempo que señala mi interés por las preocupaciones del mundo real y me brinda la oportunidad de enfrentarme a dichas formas, de cuestionar su significado para la sociedad, por decirlo de algún modo. A título de ejemplo, el vídeo me ofrece la posibilidad de hacer un trabajo que se enmarca en la dialéctica natural con la propia televisión. Una mujer en una cocina básica mostrando algunos utensilios manuales y reemplazando su «significado» doméstico por un léxico de rabia y frustración se sitúa en las antípodas de Julia Child. Una mujer vestida con un traje chino azul y rojo anunciando un wok en un comedor e intentando hablar con la absurda voz de la corporación se convierte en una señora Pat Boone fallida o en un anuncio de menaje de bajo presupuesto. Una pareja joven de aspecto anacrónico, sentada muy tiesa y formal en su salón bien amueblado, intentando presentar una versión coherente de la inanición, se convierte en símbolo de cualquier pareja de clase media respetable caída en desgracia y sometida a una entrevista.

4. Optando por estrategias representativas he evitado el naturalismo mencionado con anterioridad que encierra, de manera casi irremediable, la narración en una relación acrítica con la cultura. En lugar de ello, mi objetivo es generar un efecto distanciador que quiebre la identificación emocional con el personaje y la situación implícita en ese naturalismo y las sustituya, cuando resulta efectivo, por un reconocimiento emocional concomitante con un entendimiento crítico e intelectual del «significado sistemático» de la obra, de su significado en relación con temas comunes. Con el vídeo tiendo a buscar este efecto combando el ritmo y el espacio: un plano inmóvil o, por el contrario, el movimiento evidente o un montaje inesperado recalcan el papel mediador de la fotografía y el discurso, y usar planos largos (en lugar de primeros planos) permite negar la intensidad psicológica. Además, empleo declaraciones contradictorias, humor y parodia, y, en la interpretación, un estado afectivo plano, histrionismo, teatralidad o artificiosidad. En los textos escritos también recurro al humor y la sátira, y puedo crear un desarrollo imposible de un personaje o hacer que despliegue pensamientos y comportamientos contradictorios o, por el contrario, una claridad de una trascendencia improbable. En la fotografía recurro a revelar imágenes simples y, a menudo, acompaño las fotos de texto.

5. Existe un último tema clave digno de consideración: la elección o búsqueda de un público. Tengo la sensación de que el mundo del arte no basta y procuro que mi obra resulte accesible al máximo de personas posible fuera de esta esfera. Los productos culturales en ningún caso pueden propiciar cambios sustanciales en la sociedad, mas son indispensables para cualquier movimiento que pretenda impulsar dichos cambios. Un planteamiento claro es un primer paso hacia un cambio razonable y humano del mundo.

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